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Mercenarios

Mercenarios de los EE.UU. que intentaron invadir a Cuba apresados en Playa Girón

Por René González Barrios

Hace algo más de tres años, conversando con un cubano de honor, camarógrafo de una agencia de prensa extranjera en La Habana, con pinta de extranjero, me contaba con amargura y tristeza una experiencia vivida en La Habana Vieja. Dos jóvenes se le acercaron y manifestaron, “…yuma; si nos pagas 10 CUC a cada uno, gritamos contra el gobierno, lo que tú quieras, pa que nos filmes.”

Como cubano que ama su patria, aquel relato, me estremeció. Me costaba trabajo pensar, que, con los inmensos esfuerzos realizados por nuestra Revolución desde su triunfo, en pos de una educación y cultura de excelencia, existan jóvenes educados por ella, que tengan alma de mercenarios.

Le expliqué al confligido amigo que no se deprimiera, que el enemigo, desde nuestras guerras por la independencia, había dividido a los cubanos utilizando a asesinos, marginados, desclasado, y todo tipo de lumpen y escorias, en contra de la causa de la libertad.

Apenas comenzada la gesta de los Diez Años, el brigadier del ejército español, Francisco Acosta y Albear, cubano de nacimiento, ofreció recursos, dinero y su espada a España. Organizó un batallón de movilizados llamado «Del Orden», que se formó con ex presidiarios y otros forajidos, en su casi totalidad escorias sociales hijos del país, con el que sembró de muerte y desolación los territorios donde operó. Era el mismo terror que imponían las guerrillas cubanas al servicio de España, asesinos, verdaderos perros de caza tras las huellas de los libertadores y sus familiares en la manigua insurrecta.

En su estrategia de dividir al pueblo cubano, el gobierno colonial movilizó y contrapuso a las tropas insurrectas, en las que el componente negro era mayoritario, tropas negras españolas, perfectamente armadas, e impecablemente uniformadas.

Entre marzo y julio de 1874, el Capitán General de la Isla José Gutiérrez de la Concha, intentó formar doce batallones con libertos, de 1 000 plazas cada uno. Su plan preveía la formación de un «gran ejército de pardos y morenos», integrado sólo por negros, libertos y esclavos que, elegantemente vestidos y bien alimentados, una vez en la manigua, fuese capaz de neutralizar y desmoralizar a los mambíses negros, provocar su desmovilización y deserción masiva. Este Plan no se llegó a ejecutar, entre otros factores, por el temor a que, una vez armados, se sublevaran contra España.

El 22 de abril de 1878, el generalísimo Máximo Gómez, a su llegada a Jamaica, enviaba al periodista Juan Bellido de Luna a Nueva York, un pequeño libro de su autoría titulado El Convenio del Zanjón. Relato de los últimos sucesos de Cuba. En la obra, el patriota dominicano patentizaba el dolor que le produjo a su salida de la Isla por el puerto de Santiago de Cuba, el espectáculo protagonizado por cubanos ajenos a la revolución o al servicio de España:

“…la curiosidad del pueblo era tal que la marina estuvo llena casi completamente por curiosos por algunas horas: triste y dolorosa impresión me causó la vista de aquellas masas, allí había más de tres mil hombres útiles para las armas; allí estaban sordos como hacía ya nueve años a la voz del patriotismo y solo una curiosidad pueril les traía a vernos: poco después oímos una música militar y no tardamos mucho en ver desfilar los heridos del Batallón de Sn Quintín tenidos en un encuentro con fuerzas del general A, Maceo; iban custodiados por hijos del país con uniforme de voluntario: cuantos pensamientos se agolparon en mi imaginación y no pude menos de exclamar volviéndome hacia mis compañeros. Cuba no puede ser libre.”

Durante la guerra del 95, el general Valeriano Weyler Nicolau, al ser nombrado capitán general de la isla de Cuba, acudió nuevamente al factor racial para contrarrestar la influencia del Titán de Bronce. Conocedor que entre las tropas de Maceo el componente negro era importante, convocó la formación del Tercio de Voluntarios y Bomberos Movilizados, y dentro de estos últimos, escogió 30 negros con un oficial voluntario al frente, todos cubanos, para formar su escolta. Como el mismo confesaría en su libro “Mi mando en Cuba”, se trataba de una “medida política, para dar una prueba de confianza a esa raza, tan adicta a España en otros tiempos.” Con esa escolta y parte de las tropas negras, pasó a Pinar del Río a combatir en la Sierra del Rosario al general Antonio y a tenderle emboscadas en la Línea del Mariel para evitar su paso a La Habana.

Muerto en combate el general Antonio Maceo, el 11 de diciembre de 1896 regresaba Weyler a la capital, donde fue recibido con manifestaciones de júbilo por amplios sectores de la sociedad habanera. Fueron dos días de fiestas, con fuegos artificiales, mucho vino y comidas en honor al Capitán General. Vivas a Weyler, al Rey y a la infantería española, atronaban por doquier.

El general José Miró Argenter, jefe del Estado Mayor del Lugarteniente General Antonio Maceo, refería con dolor en sus Crónicas de la Guerra, como cubanos, habitantes de las barriadas pobres de La Habana, repetían jubilosos los vivas españoles, cuando los dueños de bodegas, cafetines y fondas, les dieron de beber y comer gratis, hasta hartarlos y emborracharlos. La ocasión luctuosa para miles de cubanos, la manipuló España, convocando, con algún éxito, a la creación de Batallones de voluntarios cubanos para pelear contra los libertadores.

Imponiendo una política de atracción, el gobierno español logró la deserción del coronel del Ejército Libertador Juan Masó Parra, quien, con parte de sus fuerzas, formó la Brigada Cuba Española, compuesta íntegramente por cubanos. Aún no se ha estudiado a profundidad los miles de cubanos que, desde las filas del Ejército Español, defendieron con las armas el colonialismo en Cuba.

Los órganos militares y represivos de la República pre revolucionaria, dieron cabida a delincuentes y corruptos que impusieron el terror y se codearon con la mafia y la delincuencia organizada. Fulgencio Batista es el más vivo ejemplo de militar inescrupuloso y oportunista, que, vinculado a la mafia estadounidense, hizo fortuna a costa del sufrimiento y pobreza del pueblo. Siguiendo el ejemplo del dictador Gerardo Machado, se valió de verdaderos asesinos para reprimir con saña, a todo el que consideraba adversario de su espurio gobierno.

En Girón, la brigada mercenaria estuvo compuesta por una cifra no despreciable de lumpen. Aquella era la vanguardia del andamiaje militar organizado por las fuerzas armadas de los Estados Unidos, listas para intervenir, de haberse consolidado la cabeza de playa.

Miembros de la escoria derrotada, marcharon al Congo por órdenes de la CIA, para masacrar al empobrecido pueblo congolés que nacía a la independencia. Pilotos cubanos pertenecientes a la Brigada 2506, se encontraban entre los principales protagonistas del genocidio. Aquellos mercenarios del aire, cazaban y masacraban a los congoleses como a bestias. El periodista e historiador español Vicente Talón, en su libro titulado “El diario de la guerra del Congo”, expresaba:

“Yo los traté en Leopoldville, en el bar la “Pérgola”, que era su cuartel general, y les vi actuar en Stan (Stanleyville) en la zona de Albertville, arando la selva con sus ametralladoras. Eran los únicos, en esa época, que decían estar allí para “combatir el comunismo”, pero, más tarde, cuando una parte de los mercenarios se sublevaron contra Mobutu, los bombardearon a mansalva con la misma determinación empleada antes contra los simbas. Se trataba en realidad de mercenarios. E incluso mercenarios de la peor clase, de la más ventajista y cobarde.”

Mercenarios cubanos marcharon a Vietnam, Laos y Cambodia e hicieron carrera en las filas del ejército de los Estados Unidos. Algunos fueron a Bolivia a combatir contra el Che, y otros a Centroamérica, contra las guerrillas de izquierda en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Otros tomarían nuevamente el camino de África en Angola, apoyando a Sudáfrica y a las bandas de la UNITA de Jonas Malheiro Savimbi, “combatiente por la libertad” para Ronald Reagan, y del FNLA de Holden Roberto. Mercenarios de Girón, en 1975 abrieron en Miami oficinas de reclutamientos de cubanos y otras nacionalidades, para enfrentar a los internacionalistas cubanos. Fundaron incluso el Comando Militar 2506 con el que fueron a Angola a entrevistase en 1978 con los principales jefes de la UNITA y el FNLA.

Buscando en Internet datos sobre la presencia de hispanos en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, encontré, en el sitio Web LatinoBlogs.htm del emporio de las infocomunicaciones American Ol Line (AOL), un edulcorante artículo titulado Los Inmigrantes comparten la lucha en el Ejército de los Estados Unidos, publicado en Marzo 18 de 2008 por American Immigration Law Foundation. El artículo anuncia las supuestas bondades de la pertenencia al “Ejército mundial de la paz y el antiterrorismo.” Más de una veintena de comentarios de jóvenes latinoamericanos, aparecen mostrando su interés en ingresar. Duele, sin embargo, encontrar entre las opiniones, la de un joven cubano, quien con fecha 6 de mayo de 2008 escribía:

“18. hola, soy cubano, estoy legal en usa, pero aun no tengo mi residencia, desearia saber que requisitos deveria tener para entrar al army, soy un chico de 21 anos que ama la libertad y me gustaria luchar por un mundo mejor, por esto mismo desearia integrar al army, espero que puedan darme una respuesta sobre los requisitos que deba cumplir para alistarme lo mas pronto posible, grasias”

Jóvenes incautos que, nacidos en nuestra patria, y educados por nuestra Revolución en valores y principios solidarios, deshonran sus raíces vistiendo el uniforme yanqui en las guerras imperialistas y genocidas de Iraq o Afganistán, o en cualquier rincón del mundo. Guiados por los cantos de sirenas, se sumergen hoy en el mundo de las transnacionales de las armas y la muerte, prestándole baratos y míseros servicios al imperio que los utiliza despiadada e inescrupulosamente.

No olvidemos nunca que terroristas cubanos como Luis Posada Carriles, ex miembro del Ejército de los Estados Unidos, y Orlando Bosh, responsables confesos de horrendos crímenes contra nuestro país, incluida la voladura de un avión de pasajeros en Barbados, murieron tranquilamente en Miami, protegidos por el Imperio. Cuba espera aún por la explicación del gobierno de los Estados Unidos sobre el ataque con armas de fuego, a nuestra sede diplomática en Washington.

A los mercenarios de ayer, y de siempre, se une hoy la escoria delincuencial y despreciable que protagonizaron actos criminales, de vandalismo y violencia, el pasado domingo 11 de julio. Que a nadie le quepa duda que esos serán, en el hipotético caso de una intervención militar de Estados Unidos en Cuba, la punta de lanza, quinta columna y vanguardia, de las fuerzas invasoras. En esos delincuentes, encontrará la contrarrevolución de Miami y el imperio, el brazo ejecutor del llamado a tres días para matar comunistas y revolucionarios, e imponer el terror a un pueblo noble que solo aspira a construir un futuro de paz y solidaridad.

Los pueblos son sabios, y el nuestro, conociendo la historia de la formación de la nación, mayoritariamente abraza el proyecto de Revolución socialista, soberana, antimperialista y solidaria que de conjunto nos trazamos bajo la guía de Fidel. No se atemoriza ante estos mercenarios de siempre, a los que derrotamos en Girón, en la lucha contra bandidos, y en cada agresión perpetrada contra nuestro país. Ante cada traidor, se levantan cientos de patriotas. En esta Cuba libre e independiente, los mercenarios y traidores, los vándalos y delincuentes, encontraran siempre un valladar inexpugnable: el pueblo revolucionario.

Tomado de: Razones de Cuba

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Instigar una “primavera cubana”

Por Manuel Hevia Frasquieri

Amplios reportajes fílmicos sobre las gigantescas revueltas populares en Túnez, Egipto y Libia a lo largo de 2011 describían el uso masivo por los manifestantes de plataformas de Internet en las redes sociales. Aquellos jóvenes intercambiaban mediante sus celulares todo tipo de consignas, denuncias o recibían indicaciones de las organizaciones que lideraban aquellas revueltas, mantenían una interacción con otros manifestantes con los que se reunían en parques y avenidas, trasladaban imágenes en vivo a los medios de prensa o mensajes en la red sobre lo que estaba ocurriendo.

Las nuevas herramientas permitían visibilizar en todo el mundo, de acuerdo a patrones dictados por Washington en las plataformas y reses sociales, la intensidad y la violencia de las protestas antigubernamentales y su represión policial. Un destacado asesor de la política yanqui comentaría años después sobre aquellos sucesos y lo que significó para el accionar político de su país integrar estas redes en sus herramientas diplomáticas, convertidas en “aceleradores de un supuesto cambio democrático en el Medio Oriente”.

Mientras tenían lugar aquellos eventos en 2011 algunas operaciones encubiertas patrocinadas por la USAID y la NED, visiblemente relacionadas a los servicios especiales norteamericanos, venían ejecutándose desde tres años antes para instigar lo que los propios norteamericanos denominaron como una “Primavera Cubana” al estilo del Medio Oriente.

Nuevos programas sediciosos en marcha

Un documento informativo elaborado por la USAID sobre el programa secreto “Apoyo a la sociedad civil cubana” fechado el 28 de enero de 2009 en San José, Costa Rica, constituye una prueba irrefutable de la naturaleza sediciosa e injerencista de estos proyectos. El programa fue promovido por la USAID a través de su “Oficina de Iniciativa para la Transición» (OTI), con participación de otras instituciones como Creative Associates International de Costa Rica y Communications, Control Systems and Signal Processing, y otras entidades que se incorporarían sucesivamente o actuarían en estrecha coordinación desde otros proyectos paralelos en curso.

Este programa se extendería por un periodo inicial entre 2008 y 2011 siguiendo la norma de la mayoría de sus proyectos, los que renuevan sus asignaciones monetarias en posteriores años fiscales.

El programa develaba el dominio de un alto nivel de datos e informaciones sobre la realidad interna cubana, resultado de estudios previos de situación operativa propios de la actividad de inteligencia.

Este documento reflejaba con cinismo sus preocupaciones sobre los obstáculos y el riesgo que enfrentaban al realizar estas acciones dentro de Cuba dada la hostilidad existente contra sus programas. Esto podría explicar la aplicación por la USAID de fuertes protocolos de seguridad para sus subcontratistas como se aprecia en sus documentos de trabajo.

Valoraban con cinismo la crisis económica existente en el país como una oportunidad estratégica para sus objetivos, que facilitaba en gran medida el desenvolvimiento de sus programas subversivos a lo interno.

Con total desfachatez expresaban en sus documentos originales que la crítica situación de la economía cubana “le resta legitimidad al gobierno cubano e incrementa la motivación de los ciudadanos al cambio”.

El mega proyecto “Apoyo a la sociedad civil cubana instituyó sin dudas un novedoso modelo subversivo que ha mantenido su vitalidad hasta nuestros días.

Esbozó como “Misión” promover “la transición en Cuba, sacar el país del estancamiento a través de iniciativas tácticas y poner en movimiento el proceso de transición hacia el cambio democrático”.

Al definir el éxito final al que aspiraban sus promotores expresaron: 1) “Una variedad de plataformas ciudadanas están establecidas sólidamente como organizadores comunitarios legítimos (las consideraban como vehículos para el involucramiento comunitario).”  2) “Las plataformas comunitarias están activamente involucradas en los procesos de cambio (las concebían como Iniciativas de terreno promoviendo la eficacia de la base hacia arriba)”.

La última afirmación del documento remataba un enfoque retrógrado y confuso al postular: “En última instancia, el éxito significa que cuando aparezca la oportunidad de posibles reformas sociopolíticas la sociedad cubana esté preparada para ser parte de la conversación”.

El enemigo pretendía desconocer la capacidad del pueblo cubano para decidir su futuro. Nuestra sociedad ha demostrado con creces estar preparada para asumir los cambios socioeconómicos que necesita la nación. La aprobación mayoritaria de su nueva Constitución de la República es evidencia de ello.

De acuerdo a este programa la USAID estableció sólidos puntos de vista para un trabajo sedicioso y conspirativo de largo alcance al concebir en una primera fase la construcción de “plataformas ciudadanas”, estructuradas, preparadas y con variados propósitos; las “plataformas de comunicaciones masivas alternativas” con “un acceso masivo, contenido inteligente y no censuradas”, y los denominados “espacios para reuniones masivas, no amenazantes para el estado”.

Tras la apariencia externa de estas formulaciones que poseen una identidad social reconocida en el mundo, subyace el trasfondo engañoso del enemigo que aspira a utilizar estos mecanismos sociales como un artilugio de hostilidad y odio contra la Revolución en un renovado intento de restauración de un sistema abolido por nuestro pueblo desde 1959.

El enemigo intenta engañar al mundo negando la legitimidad de las plataformas ciudadanas surgidas al calor de la Revolución cubana durante más de sesenta años, mientras intenta fabricar y proclamar otras que brinden cabida a los intereses de mercenarios, traidores y anexionistas al servicio del imperio yanqui.

Estas formulaciones no eran letra muerta o un ejercicio teórico pues se ejecutaban a toda marcha contra Cuba como fue la operación encubierta Zunzuneo, una plataforma comunicacional alternativa que se desplazó entre 2009 y 2011 enmascarada tras una red social de mensajería que alcanzó más de 45 mil usuarios, principalmente jóvenes y la organización de unos 1 331 grupos,

El programa “Apoyo a la sociedad civil cubana” se atribuyó un “logro significativo sin precedentes” con la creación de Zunzuneo, el que estaba dirigido a promover comunicaciones independientes “que brindarían un acceso futuro a los móviles de más de 400 mil cubanos”.

Este programa se atribuyó también “un crecimiento significativo en el movimiento contracultural” de la juventud en la capital, atribuyéndose como logro una supuesta “marcha contra la violencia celebrada en noviembre 2009”. Un incidente como este había tenido lugar en esa fecha  como parte de una provocación organizada por elementos contrarrevolucionarios internos, en la que algunos jóvenes instigados por estos habían desfilado entre las calles G y J en la barriada del Vedado, lo que no tuvo mayor trascendencia en la población.

Una segunda fase del trabajo subversivo de este programa estaba referido “al apoyo de iniciativas para la rendición de cuentas de abajo hacia arriba”, las que perseguían trasladar preocupaciones que ellos catalogaban como “legítimas” a los líderes de las comunidades, para que se convirtieran en “presiones públicas, viables y exitosas”, como una forma más de presión contra las autoridades locales.

Esto último no era algo nuevo. Es un componente básico de la doctrina del golpe suave recogidas en los manuales de “lucha noviolenta” del politólogo norteamericano Gene Sharp, que sirvieron de marco doctrinal de las acciones subversivas durante el derrumbe del socialismo en Europa Oriental y más tarde en las denominadas revoluciones de colores y la Primavera Árabe. Actualmente es enaltecida en el discurso político de la derecha cubano- americana y por organizaciones terroristas de Miami.

Esta metodología es el componente principal del “Modelo para el cambio social” que propone este programa enemigo.

El mismo aboga por el fortalecimiento de un liderazgo y una estructura comunitaria a nivel de base, la sucesión de “pequeñas victorias” que incrementen la motivación y la participación de la comunidad y las presiones de abajo hacia arriba a favor de reformas socio económicas; según este programa esto haría posible nuevas presiones reformistas internacionales sobre el país y finalmente presuntas negociaciones con el gobierno a favor de reformas que incluirían la participación de la sociedad civil.

Pero el modelo de sociedad civil en Cuba que concibe el enemigo es contrario a la participación mayoritaria de organizaciones sociales, políticas y de masas inspiradas en un rumbo revolucionario que define el carácter de nuestro modelo socialista. Obviamente, el enemigo excluye también de este “modelo para el cambio social” a la guerra económica que ejecuta contra Cuba y a las millonarias asignaciones de la propia USAID y a la guerra mediática y de influencia subversiva que actúan permanentemente sobre el entorno social cubano.

Estas son precisamente sus palancas para tratar de forzar ese supuesto “cambio” y constituyen el principal arsenal subversivo para empujar al país a la desestabilización y el caos interno.

Un elemento novedoso de este programa subversivo es el trabajo dirigido contra “personas claves” dentro  la población a los que segmenta o divide no por su edad, nivel económico, cultural o  posición social sino por su supuesta “lealtad al régimen”.

Lo anterior introducía un nuevo criterio de selección del “potencial” en el país a trabajar por el enemigo, sin duda voluble y arbitrario, copiada según sus propias fuentes de las experiencias del movimiento de oposición serbio OTPOR en las denominadas revoluciones de colores, el que segmenta la población en cinco grupos.

Obviando cualquier análisis sobre la inconsecuencia de esta fórmula introducida en este programa de la USAID me limitaré simplemente a explicarla a los lectores.

El grupo 1 es considerado por el enemigo como el “activamente leal”.  Pero el énfasis principal de su trabajo futuro de influencia recaería sobre los ciudadanos a los que catalogaba supuestamente como “pasivamente leales” (grupo 2) y los llamados “neutrales” (grupo 3).

Entre los “pasivamente leales” el enemigo ubicaba a los “ciudadanos escépticos pero simpatizantes del régimen”. Entre los “neutrales” situaba caprichosamente a los cuentapropistas, agricultores pequeños y a los operadores del mercado negro, considerándolos como parte de la “ecuación para un cambio sociopolítico”.

Consideraban que el desafío fundamental de trabajar sobre estos dos grupos era psicosocial, para contrarrestar su apatía y desesperanza y lograr finalmente su deseo “a favor del cambio”.

El objetivo mediato de este programa era incorporar respectivamente los grupos 2 y 3 a las categorías de “desleales pasivos” (grupo 4) y “desleales activos” (grupo 5), convirtiendo según sus palabras, “lo latente en acción”, lo que significaba dotar esta acción de una naturaleza ofensiva y abiertamente contrarrevolucionaria.

Dentro de los “desleales pasivos” el enemigo catalogaba por igual a personas religiosas católicas, jóvenes des-socializados y blogueros en las redes a los que consideraba cada vez más confrontacionales, así como a los ciudadanos de la “cultura subterránea que negocian espacios para la libre expresión”.

Entre los “desleales activos” incluía a los elementos contrarrevolucionarios, los que evaluaba como “carentes de estrategia, coordinación y mensajes tangibles, desconectados del ciudadano promedio, que habían perdido estatura y relevancia internacional, aunque mantenían cualidades como el coraje y poder de permanencia”.

Al margen de la superficialidad o incongruencia de semejante segmentación,  el enemigo aspiraba en esencia a empujar a supuestos ciudadanos pasivos a “un proceso de cambio de régimen”. Para ello promovió un diseño metodológico  dirigido a identificarlos, ganar su confianza, estimularlos a la acción con metas y agendas para el cambio, desarrollarle habilidades de liderazgo, estructurarlos, apoyar sus acciones y conformarlos en redes ciudadanas. Estos componentes mantienen su vigencia en la actuación del enemigo en estos momentos.

Entre los sectores sociales considerados como estratégicos, la USAID y su gobierno incluyeron en este programa a los estudiantes universitarios, la juventud y los que denominan “la contracultura”, los ciudadanos católicos de base, los pequeños agricultores, los afrocubanos, los cuentapropistas, la comunidad LGBT y las víctimas afectadas en esos momentos por un huracán en tres provincias, prioridades que aún mantienen.

Los logros del programa considerados por la USAID

El programa reconocía haber obtenido hasta esos momentos distintos “logros” en su administración e implementación dentro de Cuba lo que demostraba su carácter ilegal e injerencista. Al margen de una posible falsedad o exageración en los datos aportados en este informe, la USAID declaraba con desfachatez haber logrado asociar en estos planes a más de 30 ONGs de quince países latinoamericanos, establecer “relaciones de trabajo” con una red de más de cien jóvenes católicos, mantener relaciones de confianza con ciento veinte cuentapropistas y estudiantes de universidades de cuatro ciudades en el país.

Reconocía también una relación inicial con más de 120 jóvenes que constituían figuras de la “contracultura” y una posible relación futura con más de quinientos “beneficiarios” potenciales de otros sectores. Por último refirieron la “puesta en marcha de una iniciativa para establecer un centro de entrenamiento local para activistas sociales”, cuya existencia no fue posible determinar en esta investigación histórica.

Finalmente, el programa reconoció más de 47 donaciones aprobadas por su gobierno con una cifra superior a los $ 2,32 millones, con $ 1 millón de gastos ejecutados hasta ese momento. Admitió el acceso a una asistencia material que les permitió entregar directamente a sus “beneficiarios” captados unas 70 laptops, 40 celulares y 220 USBs y discos duros externos, así como la “presencia” del programa en seis provincias cubanas como Pinar del Río, La Habana, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba, en una primera etapa.

La evaluación de los “logros” obtenidos hasta esos momentos reflejaba el optimismo de la USAID y su confianza de que en 2011 habrían alcanzado los objetivos planteados en aquel programa. Pero una vez más subestimaba a la Revolución cubana.

Los casos de Allan Gross y Zunzuneo tributaban a los objetivos del programa “Apoyo a la sociedad civil cubana”,

En momentos que se desplegaba con fuerza el programa analizado en este ensayo histórico el subcontratista norteamericano encubierto de la USAID Allan Gross había arribado al país en 2009 como empleado de la Development Alternative, Inc (DAI) introduciendo ilegalmente medios de infocomunicaciones con los que abasteció y entrenó a redes internas independientes para garantizar una futura interacción entre las pequeñas células creadas y el libre acceso satelital a Internet.

Se trataba de otro proyecto secreto de la USAID operado por un experto en tecnologías de comunicación que había laborado en más de cincuenta países. Según medios de prensa había elaborado sistemas satelitales de este carácter durante las intervenciones militares norteamericanas en Iraq y Afganistán. Alan Gross fue encarcelado y juzgado más tarde por los tribunales cubanos.

En la sentencia dictada por los tribunales quedaba probada su intención de crear condiciones para la difusión de informaciones distorsionadas de la realidad cubana y la promoción de acciones de desobediencia civil cuya fuente de información no pudiese ser detectada por las autoridades.

En esos momentos se desplegaba también otra peligrosa operación encubierta de la USAID conocida con el nombre de “Zunzuneo” que se desplazaba en el sector de las telecomunicaciones, la que promovió a modo de disfraz una gigantesca red social de mensajería para personas jóvenes con temáticas amenas y despolitizadas relacionadas con el arte, el deporte, la música u otras curiosidades. Zunzuneo” fue diseñada especialmente para Cuba por el enemigo a un costo millonario e instaló de forma encubierta una plataforma comunicacional horizontal entre teléfonos celulares de jóvenes usuarios cubanos ajenos a esta nueva patraña.

Por su trascendencia, esta investigación histórica brindará  al lector en el próximo ensayo la forma en que fue articulada internacionalmente esta operación a partir de documentos inéditos de la USAID y sus mercenarios a sueldo.

Muchos lectores coincidirán conmigo que los casos de Allan Gross y Zunzuneo fueron dos operaciones encubiertas dirigidas por la CIA y pagadas por la USAID a un costo millonario.

Fueron sin duda proyectos novedosos de alta tecnología organizados minuciosamente pero inspirados y puestos al servicio de la maldad y el odio hacia Cuba, en momentos que el acceso a Internet se iba desarrollando a pesar de los obstáculos del bloqueo económico estadounidense y que pretendían crear plataformas de mensajería grupal fortaleciendo una relación a todas luces inocente y despolitizada de jóvenes usuarios para crear la simiente de pequeños células dentro de la red social, fuera de todo control de nuestras autoridades.

Era parte también de un trabajo gradual, por etapas, diseñado desde un programa global y estratégico de la USAID buscando escalar en un futuro a la confrontación de mensajes con puntos de vista más confrontacionales, aprovechando cualquier coyuntura favorable para seguir abonando el terreno hacia el proyectado cambio de régimen.

Tras el fracaso de las operaciones de Allan Gross y Zunzuneo, la Radio y TV Martí anunciaron en 2013 la operación «Piramideo», con propósitos similares: crear una red social de “amigos” con fondos de la USAID y estructurar una nueva plataforma de mensajería contra Cuba.

Al año siguiente quedaría al descubierto también el programa «Commotion», pagado por el Gobierno de Estados Unidos, que proyectó fallidamente establecer ilegalmente una conexión inalámbrica WI-FI dentro de Cuba.

La falacia de una Primavera Cubana se derrumbó estrepitosamente.

Todos estos proyectos formaban parte de un vasto plan subversivo abarcador como el de “Apoyo a la sociedad civil cubana”, entre otros 479 programas,  que marcharon desde entonces hasta la actualidad contra Cuba con el beneplácito del Gobierno de Estados Unidos, mediante aportes monetarios calculados en ciento cuarenta y ocho millones, ciento veintiún mil, trescientos cincuenta dólares[1] ($148, 121,350).

No quiero terminar sin brindar nuevos elementos a nuestros lectores sobre la conducta sinuosa de la USAID en la aplicación de sus programas Democracia contra Cuba, las que realiza como agencia federal independiente bajo el control del Departamento de Estado estadounidense.

Los estrictos protocolos de seguridad que la USAID suministra a sus espías

Si alguien tuviera alguna duda sobre el carácter conspirativo de estos proyectos lo invito a leer fragmentos textuales de un protocolo de seguridad entregado por la institución CREA CR, precisamente una de las promotoras del programa USAID analizado, suministrado a sus emisarios que viajaban a Cuba en esos años.

El texto alude a algunos lineamientos de un “plan de emergencia” a seguir en caso de detención o interrogatorio del visitante —entiéndase subcontratista de la USAID— por las autoridades cubanas.

Podría resultar algo inusual en el mundo que una ONG extranjera instruya a un simple turista que visite un país para veranear cual debe ser el comportamiento que debe mantener en caso de ser detenido o interrogado por hechos de carácter político.

En la narrativa de estas indicaciones resalta el interés de la USAID de no divulgar dato alguno sobre la organización que lo envía, el contenido del programa o sus contrapartes, el objetivo de su viaje y mucho menos admitir contactos con “elementos contrarrevolucionarios o contrarias al gobierno” durante su estancia, todo lo cual evidencia el ambiente conspirativo de estas visitas a Cuba. Les ofrezco algunos fragmentos originales de estas orientaciones.

“Relato acerca de la razón de estar en Cuba

“[…] El interrogatorio puede ocurrir informalmente en la calle y ser llevado a la estación de policía o al centro de detención, en su cuarto de hotel o en el aeropuerto a su llegada o salida de Cuba.

Durante cualquier interrogatorio (o cualquier otra conversación sobre el tema), no mencione a CREA, el programa de CREA, ni a sus contrapartes en Cuba.

“Durante la detención o el interrogatorio, el procedimiento usual para operar de las autoridades cubanas es el de asustarle, confundirle y usar cualquier poder psicológico que pudieran utilizar en su contra.

“Su objetivo primordial durante el interrogatorio es mantener la calma, hacerlos entender que no van a conseguir nada con ese cuestionamiento y seguir manifestando que no comprende qué es lo que piensan que ha hecho mal.

“A pesar de que nunca hay certeza total, confíe en que las autoridades no intentan hacerle daño físico, sino asustarlo/a. Cometer daño físico a los extranjeros por parte de las autoridades es extremadamente raro. Recuerde que el gobierno cubano prefiere evitar malos reportajes de prensa en el exterior por lo que un extranjero golpeado no les conviene.

“Como regla general, un recurso que suele ser útil es continuar actuando como cualquier turista, hacerse el tonto y hacerse el/la que no comprende por qué se le está cuestionando.

“Aún si los que lo cuestionan insisten en que usted hizo algo malo o en que usted habló con alguien no grato para ellos, como regla general usted debe seguir haciéndose el/la que no entiende por qué hacen tanto lío.

“Nunca admita haber hecho algo malo, mucho menos si no tiene a un representante de su Embajada a su lado.

“Siempre tenga en mente que nada de lo que usted ha hecho durante su viaje es ilegal, de ninguna manera, en ninguna sociedad democrática y abierta. De esa manera, logrará mantener una apariencia calmada durante el interrogatorio.

“Si el interrogatorio se prolongara o se formalizara llevándole a una estación de policía, exija su derecho de contactar directamente a su Embajada. Continúe haciéndose el/la que no entiende cuál es el problema que tienen con usted.

“Habrá preguntas sobre las personas con las que se ha reunido, las razones por las cuales ha conversado o se ha reunido con personas específicas, el verdadero propósito de su viaje, sus objetivos al estar en Cuba, sus relaciones con organizaciones extranjeras que se oponen al gobierno cubano y temas similares.

“Durante el interrogatorio, recuerde siempre que a menudo esas personas no tienen detalles acerca de lo que usted ha hecho o haya dejado de hacer, aun cuando actúen como si estuvieran enterados de todo.

“Si se le preguntara sobre personas específicas con las que se hubiera reunido o con las que hubiera conversado, puede negar la reunión o puede reconocerla en caso de que no tuviera sentido negarlo en ese momento.

“Si decide admitir siempre explique que usted se ha reunido y conversado con docenas de personas y que es algo que siempre le gusta hacer con las personas del lugar al cual usted viaja. No es su intención hacerle daño a nadie y que usted no sabía que en Cuba hubiera personas con las que puede hablar y otras con las que no.

“Las autoridades cubanas utilizan la etiqueta ‘contrarrevolucionario’ libremente contra cualquier persona que no les sea grata. No admita haber tenido contactos con alguna persona ‘contrarrevolucionaria’ o que esté en contra del gobierno.

“Recuerde que sus reuniones han sido con actores de la sociedad civil y no con activistas políticos de ninguna índole. Cualquier contacto con individuos a quienes el gobierno considere problemáticos deberá explicarse como una casualidad o por curiosidad a causa de lo que ha leído en los periódicos”.

Sobran los comentarios.

Tomado de: Razones de Cuba

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Cuba, el país del que se informa de unas protestas que nunca existieron

Foto El artemiseño

Por Pascual Serrano @pascual_serrano

Desde más de un mes antes, desde Estados Unidos anunciaban para el lunes 15 de noviembre protestas en Cuba para promover «el cambio político» en la isla. Los medios extranjeros informaron con fruición de la jornada de movilizaciones para acabar reconociendo que, sin necesidad de violencia policial alguna, no se produjo ni una sola manifestación.

Con la pandemia de COVID, en muchos países la gente se manifestó contra el Gobierno porque les limitaba las libertades o porque consideraban que los contagios se estaban disparando sin que el Gobierno tomara las medidas necesarias.

En Cuba se convocó una jornada de protestas precisamente el 15 de noviembre, el día en que se terminan muchas restricciones, se inician las clases en los colegios y se abren sus fronteras porque las cifras de contagios habían mejorado. Gracias a la vacunación masiva la situación sanitaria está controlada.

Cobertura antes de la noticia

En cuanto a la cobertura periodística, mientras lo habitual es que los medios informen al día siguiente de las movilizaciones, de la respuesta del Gobierno, hagan las valoraciones desde los diferentes sectores, etc. En cambio, en el caso de Cuba la noticia de que iba a tener lugar una protesta empezó en los medios los días anteriores.

«Sacudir una isla: las claves de la marcha por el cambio en Cuba», titulaba el diario El País el día anterior. «‘Tenemos que sacudir las cosas’: los jóvenes en Cuba podrían desencadenar una jornada de protestas.

Una nueva generación de disidentes, que emplea internet para difundir sus ideas, convocó a una manifestación para el 15 de noviembre, un movimiento audaz con pocos precedentes en la isla», titulaba y subtitulaba en The New York Times también el día anterior.

«ABC de las protestas del 15 de noviembre en Cuba» afirmaba el día 14 la CNN, incluso una semana antes, el 7 de noviembre, ya calentaban motores: «Estas son las razones por las que cubanos protestarán este 15 de noviembre». «Los jóvenes, una generación asfixiada que busca el cambio en la Cuba comunista», titulaban el día 11.

Convocar en lugar de informar

Cuando en algunos momentos de mi profesión he tenido que ayudar en los servicios de comunicación de algún movimiento social, sabíamos que lograr que los medios difundieran el resultado de una movilización era algo muy bueno porque significaba que la gente podía conocer lo que se reclamaba, pero todavía era mejor si lo difundían antes porque, además, estaban ayudando a convocar a la gente a unirse.

Sin duda era este el objetivo de los medios ante la convocatoria de protesta cubana, lo curioso es que estuvieron informando de unas protestas que nunca se produjeron.

Resulta impactante el caso de CNN que llevaba días con el siguiente titular y enlace en su portal: «Minuto a minuto: protestas en Cuba contra el Gobierno», y cuando pasó el día 15, en ese mismo enlace llevaba a un texto de apenas seis párrafos uno de los cuales decía «El equipo de CNN en La Habana condujo por la ciudad el 15 de noviembre, informando una fuerte presencia policial y reportando que no hubo protestas durante el día».

Pero veamos cuál era la convocatoria para el día 15. Se denominaba Marcha cívica por el cambio y la convocaba una plataforma recién creada que se hace llamar Archipiélago y que, según uno de sus fundadores, Leonardo Fernández Otaño, quieren «caminar hacia una transición democrática en Cuba», pero cuyo único dato para valorar su apoyo son los 33.000 miembros que tiene su páginas de Facebook en todo el mundo.

La idea, parece evidente, era resucitar las movilizaciones del 11 de julio cuando algunos cubanos salieron a la calle en protesta por las dificultades económicas consecuencia de las restricciones económicas de la pandemia. La convocatoria primero fue anunciada para el día 20 de noviembre y después cambiaron al 15. Consistiría en una manifestación a las tres de la tarde. Después, uno de sus líderes dijo que se manifestaría él solo el día 14 «en representación de todos los ciudadanos a los que el régimen ha privado de su derecho a manifestarse».

Finalmente, el plan quedó en que saldrían a la calle sin desfilar por ninguna ruta concreta pero vistiendo de blanco y llevando flores para depositarlas ante las estatuas y próceres de la patria.

Como hemos comenzado señalando, al final ni salieron a manifestarse, ni los cubanos se vistieron de blanco como símbolo de protesta ni pasó nada, ni el 14, ni el 15 ni el 16 de noviembre. La principal manifestación fue en Miami, donde parece que quieren decidir el futuro de Cuba.

Una de las razones con la que se intenta justificar la falta de apoyo del pueblo de Cuba a las protestas contra la revolución, es que había mucha presencia policial y se detuvo a los líderes o se les asedió en sus casas sin permitirles salir.

La CNN fue el único medio que dio datos de detenciones recurriendo a una «organización independiente de derechos humanos», con sede en La Habana. Señalaron que se «arrestó a 11 personas, mientras que agentes y simpatizantes del Gobierno ‘sitiaron’ a otras 50 dentro de sus casas para evitar que las protestas de la oposición planificadas se llevaran a cabo el lunes». O sea, que desactivando a sesenta personas se desinflan todas las manifestaciones, homenajes florales y hasta dejaron de vestirse de blanco como se invitaba desde la oposición.

El periodista cubano Iroel Sánchez ironizó incluso con el liderazgo de algunos de los promotores:

La periodista Rosa Miriam Elizalde, premio nacional de Periodismo José Martí en 2021, ha detallado en el periódico mexicano La Jornada cómo se ha ido gestando esta movilización.

El 20 de septiembre comenzaron a llegar cartas a ocho Gobiernos municipales o provinciales de Cuba, en las que se anunciaba la celebración de marchas pacíficas, no se trataba de petición de autorización como se hace en cualquier país, sino la notificación de que lo harían y el reclamo de protección de las autoridades.

Los firmantes eran un pequeño grupo de personas sin representación de ningún colectivo y su reivindicación era un cambio de sistema, sin más detalles. Es por ello que no fueron autorizadas. Sin embargo, desde Florida, Estados Unidos, anunciaban que habría manifestaciones en un centenar de ciudades.

El papel de Estados Unidos detrás de las convocatorias se muestra en el dato de que desde aquel 20 de septiembre hasta el miércoles 10 de noviembre «se habían producido 29 intervenciones públicas desde Washington o Florida con todo tipo de demandas y amenazas a las autoridades de la isla. El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, ha explicado con pelos y señales las supuestas causas, objetivos, contenidos y demandas que tendría la marcha.

El senador Marco Rubio celebró la operación en menos de 24 horas de circular la noticia, mientras un par de asesores principales de Biden han amenazado con más sanciones al Gobierno de La Habana».

Y, como sucede siempre, el dinero que no falte. En septiembre de 2021, el Gobierno Demócrata entregó casi siete millones de dólares a 12 organizaciones que publicitan a diario la marcha cívica por el cambio en Cuba, lo que recuerda el habitual modus operandi de las revoluciones de colores exportadas por occidente en la Europa del Este.

Elizalde también recuerda que «el grupo privado de Facebook que aparece como organizador de la marcha es cualquier cosa menos moderado». «De cada 10 publicaciones, ocho recurren a la violencia simbólica y a la descalificación política de quienes defienden el proyecto socialista o celebran algún éxito social en Cuba.

El debate en estos espacios no es para modificar opiniones, sino para agitar prejuicios, instalar el odio entre los cubanos como fuente excluyente de legitimidad de un Gobierno que ha conducido al país en condiciones muy difíciles», señala la periodista.

Nadie duda de las dificultades que han tenido que enfrentar los cubanos en los últimos meses, donde han confluido el cierre de fronteras por la pandemia, con la grave afectación al turismo y pérdida de ingresos para muchos de ellos, junto con las más de 243 medidas adicionales de bloqueo impuestas por Trump que no han sido modificadas por Biden.

El propio Gobierno cubano reconoce los problemas de desabastecimiento e inflación, pero precisamente el 15 de noviembre era una fecha de alegría y optimismo para los cubanos. Ese día se abrían las fronteras, llegaban los vuelos y con ellos los encuentros familiares y los turistas; los niños y jóvenes se incorporaban a las aulas y las perspectivas de mejora de la economía eran evidentes.

En cuanto al control de la pandemia, los datos son los mejores de todo el continente y de gran parte del mundo. Según las cifras manejadas por la Universidad Johns Hopkins, la incidencia a fecha del 15 de noviembre es de 56,77 contagios por cada 10.000 habitantes. España, con una de las mejores cifras de Europa se encuentra en 82. Y en cuanto a la mortalidad, los datos del Ministerio de Salud Pública de Cuba son de 0,86% frente al 2,01% en el mundo y 2,44% en el continente americano.

Estos datos han sido posibles gracias, entre otras razones, al éxito de su campaña de vacunación con vacunas propias. Cuba ha sido el primer país del mundo en comenzar a vacunar a los niños mayores de dos años. A fecha 10 de noviembre, 7,9 millones de cubanos han sido totalmente vacunados, lo que representa el 71,2% de la población, mientras que un 88,7% cuenta con al menos una dosis.

No deja de resultar paradójico que se informe más de unas protestas que nunca existieron en Cuba que de los cientos de muertos en motines carcelarios en Ecuador y su presidente esté implicado en los papeles de Pandora junto con el de Chile, de los cientos de líderes sociales asesinados en 2021 en Colombia o del millón y medio de familias que sufren apagones de luz tras la privatización de su servicio en Puerto Rico.

Tomado de: Razones de Cuba

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Delenda est Cuba, un sueño americano

Por José Bell Lara

Para Juan Valdés Paz, revolucionario intelectual, amigo sincero y veedor profundo de nuestras realidades.

Una versión anterior de este trabajo fue enviado como ponencia virtual al XXV Seminario “Los partidos y una nueva sociedad” celebrado los días 21, 22 y 23 de octubre de 2021 en la Ciudad de México.

En la antigua Roma, Catón el Viejo, un político de la época, cada vez que terminaba un discurso, independiente del tema que tratara, pronunciaba la frase Delenda est Cartago. La razón de esa afirmación era que Cartago constituía un límite al poder de Roma en el Mediterráneo. Esta situación condujo a tres guerras, en la última, 150 años ANE, Cartago fue sitiada durante más de un año privándola de agua y alimentos, lo que provocó su rendición; la población fue esclavizada o muerta y la ciudad destruida. Incluso existe la leyenda de que el terreno en que estaba asentada la ciudad fue arado y se regó sal en sus surcos para que nada creciera en ella.

La Revolución Cubana constituye un límite al poder de EE.UU. en América Latina y su clase dominante tiene lo que denomino el Síndrome de Cuba, porque ellos han podido destruir o mediatizar distintos procesos en el continente desde hace 70 años, pero no han podido destruir la Revolución Cubana.

En 1960, Lester D. Mallory, subsecretario de Estado de la administración Eisenhower hizo la siguiente recomendación:

“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales… hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.[1]

Esta recomendación fue seguida por la administración Kennedy [2] y convertida en la línea maestra del establishment estadounidense durante más de sesenta años. Sin embargo, la Revolución, con sus aciertos y sus errores, muestra que es posible crear otro tipo de sociedad en la que prime la dignidad del ser humano y se gobierne con la lógica de las mayorías y no con la del mercado.

Las acciones imperialistas de todo tipo contra la Revolución Cubana han incluido el auspicio a organizaciones contrarrevolucionarias, campañas de sabotaje a la economía, organización y apoyo logístico y material a bandas armadas, organización, entrenamiento, equipamiento y traslado en 1961 de una invasión militar mercenaria formada por unos 1500 efectivos de origen cubano, que desembarcó en la zona de la Ciénaga de Zapata, este era desde el punto de vista militar un proyecto sin fisuras, pero no contaba con la voluntad del pueblo cubano y fue derrotada en menos de 72 horas; también han acudido a la guerra biológica para dañar cultivos en Cuba, introducción de epidemias, como la del dengue hemorrágico, que costó la vida a más de mil niños, por solo mencionar algunas de esas acciones.

Han fracasado, pero no cesan en sus propósitos; ahora se enfrentan a un escenario más complejo, Nicaragua y Venezuela no se someten a sus dictados, los procesos electorales amenazan con el surgimiento de gobiernos que respondan más a los intereses de sus pueblos, por tanto, se reorganiza el propósito de destruir la Revolución Cubana con elementos nuevos.

En ese objetivo el bloqueo es la punta del iceberg de un amplio programa de acciones económicas, comerciales, financieras, junto a una gama de operaciones subversivas contra Cuba y también de presiones sobre terceros países. En estas tareas están empleados cientos de funcionarios, cientistas sociales, comunicadores y especialistas en operaciones encubiertas y subversivas. Ese aparato contrarrevolucionario no detiene su labor y trabaja a tiempo completo.

El impacto del bloqueo en todas y cada una de las fuentes de ingresos de la isla es brutal, alcanza el orden de los cinco mil millones de dólares anuales, 430 millones al mes. Hasta 2021, las pérdidas para la Isla llegaban a los 147 mil millones de dólares.

La administración Trump promulgó 243 medidas punitivas que abarcan todo el espectro económico y social cubano y que afectan notablemente a la población y al desempeño económico del país. También existen planes de contingencia para una invasión a Cuba, si se dan las condiciones que el imperio estima propicia.

No obstante, la Ley Helms-Burton delínea el protectorado en que se convertiría Cuba si es derrocada la revolución.[3]

La política de la administración Biden está en la línea de Trump, arreciando a niveles increíbles el bloqueo, sobre todo presionando a las empresas de transporte para que no acepten cargas a Cuba y también a los bancos para que no realicen operaciones financieras con Cuba, un ejemplo: el banco español que operaba las cuentas de Cubana de Aviación, la cerró por presión de Estados Unidos.

La estrategia que sigue el imperialismo norteamericano actualmente puede calificarse como la de ciudad sitiada, es decir asfixiar la Revolución impidiéndole que le llegue cualquier tipo de recurso.

En el 2020 hizo su presencia la pandemia del COVID 19 que afectó grandemente el funcionamiento de la economía y paralizó uno de los rubros más importantes en la generación de divisas para el país, el turismo. Desde entonces la labor subversiva se intensificó. En los medios de difusión cubanos se presentaron varios casos y testimonios de personas a las que se les había pagado para que realizaran determinadas acciones de destrucción de bienes o para el irrespeto a símbolos patrios.

Esta fase de la política subversiva culminó el 11 de julio de 2021 en que por primera vez el imperio logró organizar protestas simultáneas en varias localidades del país. Esas protestas no fueron pacíficas como la califican los medios corporativos y la repiten los voceros del imperio. En las redes sociales se pueden ver videos grabados por los propios participantes que muestran la violencia que la acompañaron. Hubo saqueos, destrucción de establecimientos comerciales, ataques a oficinas públicas e incluso a un hospital.

Las redes sociales se llenaron de noticias falsas y de mensajes de odio, incluso Biden el 15 de julio de 2021 declaró que Cuba era un Estado fallido.

No todos los que participaron en esas protestas fueron elementos desclasados o mercenarizados, hubo también personas honestas que se sumaron inicialmente en ella en reclamos de problemas de su comunidad y que se retiraron cundo tomaron ese cariz de violencia.

En la agenda del imperio contra Cuba está el objetivo de relanzar un escenario de protestas que sirva para justificar sus acciones y ya lo han anunciado sus peones en el país, solicitando permisos para una marcha el 15 de noviembre de 2021 a realizarse en varias ciudades, el mismo día en que Cuba abre sus fronteras y comienzan las clases en las escuelas.

Desde luego esas marchas contra el sistema político que rige el país no han sido autorizadas sobre la base de sólidos argumentos legales y constitucionales, y como es de esperar ha recibido el apoyo de la administración Biden, de su aparato propagandístico y de la mafia terrorista que lucra en Miami con el negocio de la lucha contra la Revolución Cubana.[4]

En mi opinión, autorizar acciones promovidas, financiadas y dirigidas a través de los mecanismos de subversión de la actual administración estadounidense, sería legalizar que los EE.UU. se convirtieran en un actor interno del país.

II

El enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19 ha mostrado la capacidad de la del gobierno de la Revolución para gestionar una crisis simultánea de salud y de la economía. Como es conocido, la COVID 19 ha causado una crisis mundial y Cuba no ha escapado de ella, enfrentando la pandemia en medio de muy difíciles condiciones con resultados eficaces.

Se creó un grupo temporal de trabajo nacional para el enfrentamiento a la pandemia encabezado por el presidente de la República y el primer ministro, así como grupos similares en todas las provincias encabezados por los gobernadores y se realizaron chequeos diarios sobre la situación y las medidas a tomar.

La magnitud de los casos en los momentos del pico pandémico de contagio puso en tensión el sistema de salud y obligó a crear capacidades adicionales en escuelas y otras instalaciones. Incluso una universidad, la de Ciencias Informáticas se convirtió en hospital. A los enfermos se les garantizó la alimentación y las medicinas gratuitamente.

Fue encargada a la comunidad científica la creación de vacunas contra el virus[5] y en corto plazo el país contó con cinco candidatos vacunales, de los cuales tres han alcanzado la categoría de vacunas con una efectividad superior al 90%, estas son Soberana 02, Abdala y Mambisa. Esto constituye una extraordinaria hazaña, que convierte a Cuba en el primer país de América Latina y el Caribe en crear sus propias vacunas, máxime en las difíciles condiciones que vive la Isla.

Un fenómeno a señalar en esta batalla es la participación voluntaria de miles de jóvenes en tareas de apoyo en hospitales y centros de aislamiento.

Nos parece conveniente brindar algunos datos que muestran el enorme esfuerzo del país y lo logrado en esta batalla:

– desde marzo de 2021 el país acumula 946 960 casos de contagio, actualmente hay 5761 casos, lo que significa que el 98% de loa pacientes se han recuperado.

– en estos momentos el 71,3% de la población está vacunada y de conjunto el 100% de la población vacunable (9 795 606 personas) ha recibido al menos una dosis de una de las vacunas; además Cuba ha sido el primer país en vacunar a su población en edades pediátricas, de 2 a 18 años, ya uno dos millones de niños y adolescentes tienen la segunda dosis de la vacuna.[6]

– hoy, el número de contagios es inferior a los 600 diarios con tendencia a la disminución y hay en marcha una estrategia para que la apertura de las fronteras del país no signifique un rebrote de ellos.

Durante este tiempo de lucha contra la epidemia la solidaridad ha estado presente, un total de 57 brigadas del Contingente Henry Reeve han apoyado el enfrentamiento a la COVID 19 en 41 países y dentro del país, en momentos difíciles.[7]

Por otra parte, la combinación del arreciamiento del bloqueo y la pandemia ha desatado una crisis económica notable y la escasez está presente,

Los dos factores anteriores más algunos problemas que ya presentaba el desempeño económico ha llevado al país a situación extremadamente difícil, el Producto Interno Bruto cayó en un 13%, entre 2020 y 2021, se perdieron más de 3000 millones de dólares en ingresos. La dependencia alimentaria sigue siendo alta, este año se invirtieron en importación de alimentos 1348 millones de dólares, y se trabaja para aumentar la capacidad interna de producción de alimentos, pero los resultados no serán a corto plazo.

El primero de enero de 2021 dio inicio a un proceso de reformas económicas, bajo el nombre de Tarea Ordenamiento, cuyo propósito central es actualizar la economía del país a las condiciones del mundo actual, manteniendo el proyecto socialista.

Entre las medidas tomadas se encuentran la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria, estableciéndose como única moneda en circulación el peso cubano, el cual se ha devaluado a 24 por un dólar, la ampliación del espacio para las actividades privadas y cooperativas, así como la búsqueda de encadenamiento entre las distintas formas de gestión económica tanto en la economía urbana como en la agrícola y se ha iniciado la creación de MIPYMES, tanto privadas como estatales.

Esa reforma económica demoró demasiado en iniciarse, y esto se hizo cuando era inaplazable, pero era un momento complicado por la pandemia y el recrudecimiento del bloqueo. Desde luego en la implementación inicial ha habido errores de cálculo y lentitud en implementar algunas medidas que se venían planteando hace años, como por ejemplo la creación de las MIPYMES y el impulso a las cooperativas urbanas, a lo anterior se suma el burocratismo que, denunciado sistemáticamente por el Presidente de la República, no es fácil de eliminar.

A mi juicio el proyecto de reformas en marcha persigue la creación de lo que denomino una economía socialistica, es decir una economía de mercado con un sector estatal dominante que se articula con los sectores privados y cooperativo bajo la rectoría de un Estado revolucionario guiado por una vanguardia revolucionaria que en interacción con el pueblo promueve la realización del proyecto socialista.

Si bien lo primero que salta a la vista es la situación de escasez generalizada y la aparición de fenómenos como las colas y el mercado negro, no se ha mellado el apoyo a la Revolución, sobre esto me detendré más adelante.

Coincidente con estos procesos se ha efectuado un trasvase generacional en la dirección del país que se ha traducido en una nueva dirección política que encabeza hoy la Revolución. Creo que el equipo de dirección del país ha reaccionado ante la nueva situación no solo con firmeza ante las agresiones, sino también con creatividad e inteligencia ante las dificultades, siempre en la lógica de las mayorías.

Para argumentar esto referiremos algunas de las actividades desarrolladas.

Enviados desde diversos países y por organizaciones solidarias se han recibido donaciones de insumos médicos y alimentos; estos últimos se han distribuido gratuitamente a toda la población organizando módulos de productos que ha permitido que todos los núcleos familiares del país fueran beneficiados.

En el país funcionaba una cadena de tiendas con el objetivo de recaudar divises, su denominación Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), para lo cual se creó una moneda, el peso cubano convertible (CUC), al unificarse las monedas y solo circular el peso cubano, una parte de esas tiendas venden en moneda libremente convertible, los cubanos pueden comprar en esas tiendas mediante tarjetas magnéticas en esas monedas, respaldadas por cuentas que pueden abrir en la red bancaria del país.

Una parte de esa recaudación se invierte para vender productos en pesos que benefician a toda la población, este año alcanzó más de 300 millones de dólares.

Un elemento importante que caracteriza a la nueva dirección es la política de dialogo. El presidente de la República y las máximas autoridades se han reunido con distintos sectores del país: jóvenes, estudiantes, artistas y escritores, denominaciones religiosas, la comunidad LGBQI+, y otros, en fin, un amplio espectro de la sociedad, con el fin de oír sus planteamientos y problemas y trabajar de conjunto en soluciones, lo cual no quiere decir que se resuelvan de un día para otro.

Un problema que se había descuidado es el referido a los barrios con vulnerabilidad social y habitacional, la atención a estos se ha jerarquizado con una política de acompañamiento a la participación y decisión de sus habitantes en el enfrentamiento a los problemas que los aquejan. De hecho, se persigue el empoderamiento participativo de la comunidad. Podría relacionar otras actividades, pero las resumo en una frase popular: “El gobierno está encima de la bola”.

Anoto de paso que la participación popular y el empoderamiento no son procesos automáticos, sino de aprendizaje y de prácticas que lo llevan a cristalizar. He adelantado estas referencias para mostrar que en Cuba existe una dirección política y estatal que funciona con la lógica de las mayorías y de esta política dimana la fortaleza de la Revolución.

Como vivo en el pueblo y soy parte de él, no puedo dejar de señalar la existencia de una nueva conciencia que se manifiesta en la actitud de los trabajadores de la salud, de miles de jóvenes y no jóvenes que realizan trabajo voluntario en apoyo al combate a la COVID, en la solución de problemas en la comunidad y en la respuesta popular de apoyo a la Revolución. Soy optimista, pero no ciego y sé que subsisten indiferentes, burócratas, que repiten consignas que no sienten, el burocratismo no ha desaparecido, es una hidra de mil cabezas que tiende a reproducirse, existen cuadros que para actuar esperan orientaciones de los niveles superiores cuando el momento exige que prime la iniciativa, y también otros cuyos métodos de trabajo son obsoletos; hay una necesidad insoslayable de despertar a las organizaciones de masas porque en estos momentos la lucha por el avance de la Revolución está bastante gubernamentalizada.

La nueva dirección política ha aprovechado el acumulado social de la Revolución y desarrollado métodos y estilos de trabajo participativos que le han ganado en un corto plazo legitimidad ante el pueblo.

A riesgo de ser repetitivo, no puedo dejar de señalar que la Revolución Cubana atraviesa grandes dificultades económicas, hay escasez de productos básicos para la alimentación y la vida cotidiana es complicada, en un escenario complejo la nueva dirección política ha mostrado creatividad y audacia para mantener el rumbo socialista de la Revolución.

Para finalizar, lo importante que deseamos resaltar es que hay crisis económica, pero no hay crisis del paradigma socialista y se mantiene el consenso mayoritario a favor de la Revolución.

La conclusión es obvia: la Revolución Cubana seguirá existiendo en el siglo XXI.

Anexo

LA DANZA DE LOS MILLONES

Observar que cada uno de los proyectos tiene objetivos predefinidos para calumniar la Revolución Cubana.

Cuba Money Project 23 de octubre del 2021 Cuba

Beneficiarios de las subvenciones para Cuba: «Tan hambrientos que se comieron el miedo»

Tracey Eaton

A fines de septiembre, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional otorgó $ 6,669,000 en subvenciones para proyectos destinados a rastrear abusos de derechos humanos, ayudar a presos políticos, exponer la explotación laboral, financiar periodistas independientes y «construir objetivos comunes para la democracia».

Los destinatarios, montos y descripciones de los proyectos se encuentran a continuación:

Seis de los 12 beneficiarios de la subvención tienen su sede en Florida; cuatro están en Washington, D.C., uno en Texas y uno en España.

Los proyectos de la USAID suelen durar de dos a tres años. Los registros de gastos muestran que los 12 beneficiarios podrían recibir un total de $ 18,390,305 si sus proyectos están totalmente financiados desde ahora hasta que el último de sus programas finalice el 30 de septiembre de 2023. El monto total no está garantizado y depende de la financiación del Congreso.

Los montos totales de la subvención si todos los proyectos están totalmente financiados por el Congreso.

  • Instituto Republicano Internacional, $ 1,006,895 para proyectos de “apoyo a los derechos humanos en Cuba” y “seguimiento y revelación de abusos en Cuba”.
  • Fundación Panamericana de Desarrollo, $ 800.000 para exponer la explotación laboral en Cuba.
  • Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, $ 717,000, para exponer la «explotación de los trabajadores médicos cubanos».
  • Digital News Association, $ 604,920 para un proyecto llamado «La Gente Sabe – Exposición militar en Cuba».
  • Grupo de Apoyo a la Democracia, $ 625,000 para “asistencia humanitaria para presos políticos”.
  • Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos, 546.000 dólares para un programa titulado «Tan hambrientos que se comieron el miedo: violaciones de los derechos humanos y grupos históricamente marginados en la Cuba posterior a las protestas».
  • Victims of Communism Memorial Foundation, $ 545,573 para construir «metas comunes para la democracia».
  • Directorio Democrático Cubano, $ 520,179 para un proyecto llamado “La verdad sobre la explotación en el turismo cubano”.
  • Ayuda de extensión a las Américas, $ 500,000 para «acción humanitaria y conciencia».
  • Cubanet News, $ 408.003 para denunciar la «explotación de los trabajadores del turismo cubano a través del periodismo multimedia».
  • Asociación Observatorio Cubano de Derechos Humanos, 250.000 dólares para un proyecto titulado «Presos políticos en Cuba: denuncia, seguimiento y defensa».
  • Libertatis, $ 166,430 para promover los derechos humanos en Cuba.

Notas:

[1] Ver: https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d499

[2] Edwin Martin, subsecretario de Estado de la administración Kennedy, señaló en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre en 1992, celebrada en La Habana, que un objetivo de esa administración fue hacer el mayor daño económico a Cuba. Ver El mundo al borde de la guerra nuclear. Conferencia Tripartita 1992. Editora Política, La Habana, 2013. Página 66.

[3] Un examen detallado de la citada ley que respalda esta afirmación se encuentra en José Bell Lara “El síndrome de Cuba, la Ley Helms-Burton y una utopía del tío Sam “publicado en www.rebelion.org el 12 de agosto de 2019.

[4] Para tener una idea de los fondos millonarios que se dedican por parte del gobierno de los EE.UU. a las actividades subversivas contra Cuba ver el Anexo que acompaña este texto.

[5] Cuba cuenta, desde hace años, con una notable pericia en la creación de vacunas. De las 13 con las que son inmunizados nuestros niños, 8 son propias de nuestro país, incluyendo la vacuna antimeningocóccica, única en el mundo.

[6] Granma 25 de octubre de 2021, página 1.

[7] De la información del Ministro de Salud Pública a la Asamblea Nacional. Ver www.cubadebate.cu del 27 de octubre de 2021.

José Bell Lara. Profesor titular y consultante del Programa FLACSO-Cuba. Universidad de La Habana.

Tomado de: Razones de Cuba

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La agenda del debate político en Cuba

Por Jesús Arboleya

¿Qué se discute en Cuba actualmente? Como probablemente ocurre en casi todo el mundo, el tema central del debate popular en Cuba es lo relacionado con la crisis sanitaria generada por la pandemia de la COVID-19, sus terribles consecuencias económicas y las restricciones sociales que impone su tratamiento. En el caso cubano, esta situación que se ve agravada por el recrudecimiento del bloqueo norteamericano, lo que ha dado lugar a una combinación perversa, que ha privado al país de sus principales fuentes de ingreso y colocado en sus límites la solución de las necesidades de consumo de la población.

Como es lógico, el descontento social aumenta en estas condiciones y la insatisfacción con la gestión gubernamental, justificada o no, tiende a extenderse en las personas. Pudiera afirmarse que la queja ante la situación imperante fue el principal motor de las manifestaciones de protesta ocurridas en diversos puntos del país los días 11 y 12 del pasado mes de julio, aunque también contaron con el estímulo de fuerzas contrarrevolucionarias, en su mayoría establecidas en el exterior, que actuaron mediante las redes sociales y otros mecanismos de movilización interna, muchas veces para alentar las expresiones más violentas.

Aunque falta por precisar el volumen real y la composición social predominante entre los manifestantes, sobre lo cual existen muchas especulaciones, pudiera afirmarse que se trata de un grupo bastante heterogéneo de personas, en su mayoría desprovistas de un proyecto político que orientara su participación en estos eventos. No obstante, habría que destacar la presencia de sectores disidentes, que hace rato se vienen expresando mediante diversos actos de desobediencia civil, muy promocionados fuera de Cuba. Aunque minoritarios, y también diversos en su composición y objetivos, estos sectores aportaron cierta caracterización política al acontecimiento y una imagen más explotable de cara a la opinión pública internacional.

El fenómeno ocurrido, bastante inusual en la historia de la Revolución, ha tenido diversas lecturas. Por un lado, las apocalípticas, que otra vez pronostican el fin del proceso revolucionario cubano e instan al gobierno norteamericano a actuar para acelerarlo, incluso mediante agresiones militares, bajo la excusa de la intervención humanitaria. Alrededor de esta lógica se agrupan las fuerzas contrarrevolucionarias más agresivas, propugnadoras del caos en el país, las cuales cuentan con un considerable apoyo externo, capaz de establecer una matriz mediática que impera en las redes sociales y los grandes medios de información.

Hasta ahora, la política del gobierno de Estados Unidos parece estar determinada por esta corriente, dado su supuesto impacto electoral en la Florida. Fondos millonarios se destinan a estimularla, se incrementan las sanciones contra Cuba y el relato de la extrema derecha cubanoamericana se impone en el discurso oficial del país, así como en el debate estadounidense sobre la realidad cubana.

Con esta corriente no hay diálogo posible, por lo que quizás más importante para la articulación de un debate nacional, son las personas que, hayan o no participado en las manifestaciones, no se suman a los planes norteamericanos, pero han sido críticas, tanto de la gestión gubernamental, como de alegados excesos cometidos por la fuerza pública en el enfrentamiento a los manifestantes, arbitrariedades en el tratamiento legal de los detenidos y la conducción comunicacional del acontecimiento por parte del gobierno. El esclarecimiento de estos problemas, la búsqueda de soluciones a las diferencias y el establecimiento de normas claras que regulen este tipo de eventos de cara al futuro, constituye un paso importante para aliviar las tensiones generadas por las manifestaciones.

También alentadas por la actual coyuntura, pero de larga data en la agenda del debate nacional, han ganado más relevancia las discusiones referidas a la concepción y el funcionamiento del socialismo cubano. Aquí se encuadran desde sectores muy comprometidos con el proceso revolucionario, cuya principal exigencia es mejorar la gestión gubernamental y que se lleven a cabo las reformas hace años aprobadas por el partido y el Estado, después de amplias consultas populares, hasta otros que más o menos se oponen al socialismo o lo perciben asociado con fórmulas democratacristianas, socialdemócratas y liberales, que asumen pueden ser aplicadas en Cuba.

La agenda de estos grupos o personas es tan diversa como, a veces, imprecisa en sus planes y soluciones. Más se concentran en la crítica a lo existente, que en precisar las propuestas que puedan servirle como alternativa. Se destacan temas como el diseño del modelo socialista, la democratización de su funcionamiento, el papel del partido comunista, la propiedad privada y las relaciones mercantiles, la aplicación del ordenamiento económico, los problemas de la equidad y la pobreza, la discriminación en sus diversas manifestaciones, la emigración, la ecología, el cuidado de los animales y muchos otros, cada cual con repercusiones más o menos amplificadas en la sociedad cubana.

A pesar de la diversidad de preocupaciones y opiniones, estas tendencias encuentran un lugar común en la crítica al burocratismo, la corrupción y otros vicios asociados a la gestión gubernamental, cosas que el propio discurso oficial también rechaza y combate, así como en la confrontación con posiciones que consideran conservadoras y refractarias a los cambios, las que ubican en ciertas estructuras del partido y el Estado, así como en intelectuales a los que acusan de dogmáticos, aunque éstos no se reconozcan en esta definición.

La particularidad del caso cubano es que todas estas tendencias, cualquiera sea su signo ideológico, aparecen traspasadas por una constante que, quieran o no, las define desde el punto de vista patriótico, dígase el papel de Estados Unidos en la vida de la nación.

Desde los orígenes de las luchas anticoloniales cubanas, el tema de las relaciones con Estados Unidos aparece como un factor definitorio de la escala patriótica. Las corrientes anexionistas, que tempranamente parecieron una alternativa, en el entendido de unirse a ese país en condiciones de igualdad una vez alcanzada la independencia, se diluyó rápidamente como opción patriótica, cuando resultó evidente que ese no era el plan norteamericano. José Martí fue quien mejor alertó sobre el peligro de las pretensiones estadounidenses y fijó como objetivo principal de las luchas nacionales: “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.”

No fue posible y esa “fuerza más” inauguró en Cuba el modelo neocolonial. El antimperialismo, como condición básica para la independencia y la soberanía del país, devino entonces el factor común de las luchas patrióticas cubanas desde el advenimiento de la República hasta nuestros días. Desconocer este factor o colocarlo en segundo orden, limita la capacidad de comprender la problemática cubana y sitúa a las personas en un terreno pantanoso, con riesgo de convertirse en funcionales a los objetivos de la política norteamericana contra la Isla, aunque esa no sea su intención.

No basta con mencionar “al vuelo” el bloqueo norteamericano, para concentrarse en problemas domésticos, que supuestamente tienen solución obviando el impacto de la política norteamericana sobre los mismos. Si no entendemos la integralidad de la política norteamericana, no podemos comprender el dilema cubano ni tampoco el del resto del mundo. Estamos en presencia de un sistema hegemónico mundial, que penetra por todos los poros del tejido social y, como dijo el expresidente George W. Bush, se está con él o en su contra. Una verdad más que evidente en el caso de Cuba, aunque esa confrontación pueda tener diversos grados y matices.

Es cierto que el temor a “darle armas al enemigo” y la práctica de culpar al imperialismo de todas las dificultades, igual limita el abordaje integral de los problemas, ha restringido los espacios democráticos y servido de excusa al dogmatismo en muchos casos, pero la solución no es el reduccionismo inverso, sino la promoción de la cultura política y el diálogo que le sirve de sustento. La buena noticia es que, tanto dentro como fuera del país, se cuenta entre los cubanos con el capital cultural que requiere este empeño, un conocimiento que está instalado en los espacios académicos e intelectuales, incluso en la sabiduría popular, y que también ha incrementado su presencia en las redes sociales. El asunto es saber aprovecharlo.

Tomado de: Razones de Cuba

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La conspiración Yanqui-Batistiano-Trujillista

Fidel en la Sierra Maestra

Por Pedro Etcheverry Vázquez

A finales de 1957 el Gobierno de Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) comenzaron a hacer todo lo que estuvo a su alcance para evitar el triunfo del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7) dirigido por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Desde entonces, la CIA trató de crear una “tercera fuerza” (ajena al tirano Fulgencio Batista y al líder insurgente Fidel Castro) que fuera capaz de tomar el poder en Cuba y deslegitimara la continuidad de la lucha revolucionaria.

El grupo insurreccional denominado II Frente Nacional del Escambray (II FNE)  bajo el mando de Eloy Gutiérrez Menoyo que se había establecido en el macizo montañoso del Escambray, fue utilizado como la “tercera fuerza” militar que la CIA necesitaba para oponer al MR-26-7.

El 5 de febrero de 1958 arribó al Escambray el agente de la CIA William Alexander Morgan, que en poco tiempo supo ganarse la confianza de Gutiérrez Menoyo, de tal manera que lo ascendió directamente a comandante y lo designó jefe del Departamento de Organización General del Estado Mayor.

En diciembre de ese mismo año, en respuesta a la solicitud realizada por el Gobierno de Estados Unidos a los gobiernos latinoamericanos, en aras de impedir el triunfo de la Revolución cubana, el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo ofreció a Fulgencio Batista cinco mil hombres armados y entrenados para detener el impetuoso avance del Ejército Rebelde.

Pero en horas de la madrugada del 1ro de Enero de 1959 Batista abandonó el país junto con sus principales colaboradores y se produjo el inevitable triunfo de la Revolución cubana, lo que frustró la intervención militar extranjera en la guerra de liberación que el Ejército Rebelde había llevado a cabo exitosamente en todo el territorio nacional.

Durante los primeros meses del año 1959 la CIA trató de fomentar un levantamiento contrarrevolucionario armado en el Escambray, que sería apoyado por el desembarco aéreo de una brigada de ex militares batistianos y una fuerza mercenaria internacional basificadas en el territorio dominicano a la que Trujillo denominó Legión Anticomunista del Caribe (LAC).

La realidad era más compleja, ya que para el Gobierno de Estados Unidos esa operación subversiva formaba parte de un plan mucho más abarcador, como resultado del cual se intentaría demostrar la “amenaza comunista” que había traído el triunfo de la Revolución cubana para el  Hemisferio Occidental.

De acuerdo con los planes en curso, haber provocado tal inestabilidad en la región del Caribe debía enfrentarse mediante una acción interamericana contra la Revolución cubana a través de la Organización de Estados Americanos (OEA), poniendo en práctica los mecanismos intervencionistas previstos desde la firma en 1947 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).

En esta ocasión, contando con el apoyo de algunos representantes de la mafia italo-norteamericana asentados en el hotel Capri, en La Habana, William Morgan volvió a involucrar a Gutiérrez Menoyo en una nueva aventura contrarrevolucionaria.

Tras varias semanas de conspiración con Trujillo, para organizar un levantamiento contrarrevolucionario que respaldara una invasión militar desde República Dominicana, a principios de abril, temerosos de ser descubiertos, Morgan y Menoyo decidieron informar al Estado Mayor del Ejército Rebelde la situación en que se encontraban involucrados, para emerger en ese instante como  “héroes”, y esperar otra oportunidad que les permitiera golpear a la Revolución definitivamente.

A partir de entonces, la Dirección revolucionaria asumió el control de la situación, dando inicio a un juego operativo dirigido magistralmente por Fidel, que dio al traste con una operación que desde la óptica del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y su jefe de Inteligencia Militar Johnny Abbes García, perseguía el derrocamiento de la Revolución cubana.

El joven Manuel Cisneros Castro fue designado para mantener las comunicaciones radiales de forma permanente con la Inteligencia Militar trujillista, mientras otros compañeros del Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER) cumplirían importantes tareas en la penetración y el control de los complotados.

En dos viajes realizados a Miami en abril y mayo, Morgan coordinó los planes con el cónsul dominicano, coronel Augusto Ferrando y con el representante especial de Trujillo, el sacerdote Ricardo Velazco Ordóñez.

Velazco Ordóñez viajó a Cuba en el mes de junio para precisar la participación en la conjura de un grupo de representantes de la alta burguesía criolla, encabezados por Arturo Hernández Tellaheche y Bernardo Caíñas Milanés, quienes actuarían en coordinación con ex militares batistianos en servicio activo que mantenían fuertes vínculos con la Embajada de Estados Unidos en La Habana.

Para controlar a este singular visitante el DIER designó un chofer que actuando como agente se mantuvo todo el tiempo junto al sacerdote durante su estancia en la capital.

El 28 de julio en un viaje realizado por Morgan a Miami recibió de Augusto Ferrando una fuerte suma de dinero, además de una antigua lancha torpedera convertida en embarcación de recreo, cargada de armas y otros pertrechos.

De acuerdo con las indicaciones recibidas, una parte de ese cargamento debía desembarcarse en los cayos de San Felipe y Los Indios, próximos a la Isla de Pinos. Las restantes armas serían descargadas en las cercanías de Trinidad, a fin de abastecer a los hombres del II FNE,  presuntamente sublevados en esa región.

Esta indicación revelaba que se trataba de un plan de mucho más amplio alcance, con la participación de otras fuerzas, encaminado a crear una situación de inestabilidad interna en Cuba que le facilitara la consecución de sus planes al Gobierno de Estados Unidos actuando en función de “pacificador”.

El 6 de agosto Morgan zarpó de Miami en dirección a La Habana, llevando consigo 78 mil 750 dólares, cuarenta ametralladoras calibre 30, varios fusiles y suficiente cantidad de municiones para esas armas, todo lo cual había sido entregado por el Cónsul dominicano para hacer llegar a los “sublevados”.

Cuando se conoció que Morgan regresaba, Fidel decidió iniciar la operación que neutralizaría las acciones enemigas, planteándose como objetivos capturar a los conspiradores; ocupar el dinero que los latifundistas y Trujillo iban a proporcionar a la contrarrevolución; ocupar las armas que se habían adquirido en el territorio estadounidense, y derrotar a las fuerzas que osaran invadir el país.[1]

Al día siguiente, Fidel indicó iniciar las detenciones de los elementos participantes en la conjura que radicaban en La Habana, Managua y San Antonio de los Baños. Junto con el máximo líder de la Revolución participaron en el arresto de los complotados en la capital los comandantes Ramiro Valdés Menéndez, Juan Almeida Bosque, Efigenio Ameijeiras Delgado  y Augusto Martínez Sánchez, entre otros jefes y oficiales del Ejército Rebelde.

Al detener a los conspiradores, la primera medida tomada por el Jefe de la Revolución fue inspeccionar personalmente el área de Isla de Pinos, donde no se detectó ninguna señal de enterramientos de armas.

El 9 de agosto, durante una reunión del Consejo de Ministros, Fidel informó sobre las medidas de neutralización de esta conspiración internacional. Acto seguido indicó al canciller  Raúl Roa García que viajara a Santiago de Chile para asistir a la V Reunión de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos, con la misión de denunciar la conspiración y rechazar cualquier propuesta que pusiera en tela de juicio la soberanía de Cuba.  Lo acompañarían el ministro de Economía Regino Boti León y el subsecretario de Estado Marcelo Fernández Font.

En horas de la noche, un avión de la Fuerza Aérea dominicana sobrevoló la carretera de Cienfuegos a Trinidad, pero ante la falta de iluminación existente en una pista de aterrizaje que el II FNE había improvisado frente a la playa El Inglés, el piloto decidió regresar a su base en Ciudad Trujillo.

El 11 de agosto, alrededor de las dos de la madrugada, una segunda aeronave C-46 dejó caer cerca de la misma playa, veinticinco paracaídas con cuatro cajas cada uno que contenían catorce mil proyectiles de diferente calibre. Una parte de los paracaídas cayó en el mar, pero las fuerzas revolucionarias recuperaron todo el cargamento.

El 12 de agosto Fidel y Camilo arribaron al aeropuerto de Trinidad, en cuyos alrededores ya se encontraban desplegadas las Fuerzas Tácticas de Combate del Ejército del Centro bajo el mando del comandante Filiberto Olivera Moya y un grupo de combatientes del II Frente Nacional del Escambray dirigido por el comandante Lázaro Artola Ordaz.

Para reforzar las fuerzas fieles a la Revolución en esa región, una tropa dirigida por el comandante Demetrio Montseny Villa había arribado al aeropuerto de Trinidad desde la provincia de Oriente, con indicaciones expresas del comandante Raúl Castro Ruz para proteger la vida de Fidel ante cualquier eventualidad.

Lo ocurrido entonces fue fruto de la genialidad del Comandante en Jefe, al hacer creer al enemigo que la región estaba tomada por fuerzas contrarrevolucionarias, con el objetivo de ocupar el armamento que enviaran por vía aérea y neutralizar rápidamente a los batistianos y trujillistas que participaran en la planificada invasión procedente de República Dominicana.

El 12 de agosto fue tan verosímil el teatro de operaciones instalado, que resistió una inspección en el aeropuerto de Trinidad del sacerdote Ricardo Velazco Ordóñez, quien viajó expresamente en el tercer avión cargado de armas como “enviado especial” de Trujillo, y pudo apreciar en el terreno una compañía de supuestos rebeldes que disfrazados de campesinos gritaban ¡Viva Trujillo! entre otras expresiones contrarrevolucionarias.

Antes de retirarse, alrededor de las siete y treinta de la noche, Velasco Ordóñez entregó a los “sublevados” diez bazucas con sus municiones y parque calibre 30 y 50, tres mil pistolas, cinco radios portátiles y accesorios de comunicaciones.

Las comunicaciones radiales con Ciudad Trujillo tenían como fondo el ruido de las explosiones, las ráfagas de ametralladoras y los disparos de los combates ficticios que se desarrollaban en los alrededores del aeropuerto de Trinidad. Al regresar a su destino Ordóñez le informó a Trujillo que disponía de todas las condiciones para realizar un desembarco en la región central de Cuba.

El 13 de agosto, alrededor de las ocho de la mañana, aterrizó en el aeropuerto de Trinidad el cuarto avión trujillista, con un cargamento de pertrechos de guerra y once tripulantes encabezados por Luis del Pozo Jiménez (hijo del ex alcalde de La Habana) como “enviado especial” de Trujillo y Roberto Martín-Pérez Rodríguez (hijo de un connotado esbirro batistiano que se había marchado en el mismo avión de Batista).

Seis de ellos proyectaban quedarse en el “teatro de operaciones”. A los otros cinco les correspondía precisar en un mapa los lugares que serían objeto de ataques aéreos, definir las misiones de las fuerzas invasoras y regresar para informar personalmente a Trujillo.

Inesperadamente, un grupo de combatientes bajo el mando del comandante Filiberto Olivera Moya arrestó a los que pensaban quedarse en Trinidad. Mientras tanto, otro grupo al mando del comandante Lázaro Artola Ordaz procedió a la neutralización de los tripulantes que habían quedado en la nave.

Durante esta acción se produjo un intercambio de disparos en el que perdieron la vida los primeros tenientes Eliope Manuel Paz Alonso, Oscar Reytor Fajardo y el combatiente Frank Hidalgo Gato. El enemigo tuvo dos bajas mortales y hubo heridos de ambas partes, pero la operación de la CIA había sido neutralizada.

El 14 de agosto los comandantes Raúl Castro Ruz y Manuel Piñeiro Losada arribaron a Santiago de Chile con las pruebas documentales de esta conspiración internacional, y el canciller cubano Raúl Roa denunció la conjura yanqui-batistiano-trujillista en la V Reunión de Cancilleres de la OEA que se celebraba en esa ciudad.

Esa noche, durante una comparecencia por la televisión cubana Fidel expresó: “Es evidente que hay actividad contrarrevolucionaria desde el primer momento… […] Esto forma parte de una gran trama internacional contra la Revolución […] parte de una conjura gigante […] que es la conjura de una serie de intereses nacionales y extranjeros, de tipo económico, de tipo político […]”[2]

La derrota de aquella operación subversiva del Gobierno de Estados Unidos contra la Revolución cubana, la primera de una larga cadena de agresiones que arriba ahora a su aniversario 62, puso de manifiesto el excepcional calibre del Comandante en Jefe Fidel Castro como estratega político-militar, y el apoyo del pueblo cubano a las ideas liberadoras que él representaba.

[1] Fidel Castro Ruz: “Comparecencia ante la televisión nacional para explicar al pueblo las acciones realizadas para liquidar la conspiración trujillista”. 14 de agosto de 1959.

[2] Periódico Hoy, 15 de agosto de 1959.

Tomado de: Razones de Cuba

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Gritos de Guerra (Parte III)

Por Pedro Etcheverry Vázquez

El 1ro de enero de 1989, cuando todavía nadie era capaz de imaginar que los gobiernos del campo socialista europeo abandonarían las ideas de Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Ilich Lenin, durante el acto central que se celebraba en Santiago de Cuba con motivo del treinta aniversario del triunfo de la Revolución cubana, Fidel expresó: “¡Socialismo o Muerte!” y “¡Marxismo-Leninismo o Muerte!”.

El 26 de julio de 1989 año el máximo líder cubano vaticinó: “…si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡Aún en esas circunstancias, Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!

El 26 de julio de 1994, en la Isla de la Juventud, el General de Ejército Raúl Castro Ruz expresó que Fidel había demostrado que sí se podía intentar la conquista del cuartel Moncada, llegar a las costas de Cuba en el yate Granma, organizar un ejército revolucionario en la Sierra Maestra, abrir nuevos frentes guerrilleros en la provincia de Oriente, derrotar con trescientos fusiles la ofensiva de más de diez mil soldados, repetir la epopeya de Maceo y Gómez extendiendo con las columnas del Che y Camilo la lucha desde el oriente hasta el occidente, derrotar a la tiranía batistiana y la invasión mercenaria de Playa Girón apoyadas por el imperialismo norteamericano, proseguir la campaña para erradicar el analfabetismo, proclamar el carácter socialista de la Revolución a noventa millas del imperio, mantener los principios irrenunciables de nuestra soberanía sin temer al chantaje nuclear de Estados Unidos en los días de la Crisis de los Misiles, enviar ayuda solidaria a otros pueblos hermanos en lucha contra la opresión colonial, la agresión externa y el racismo, derrotar a los racistas sudafricanos salvando la integridad territorial de Angola, forzando la independencia de Namibia y asestando un rudo golpe al régimen del apartheid, convertir a Cuba en una potencia médica, reducir la mortalidad infantil a la tasa más baja del Tercer Mundo, elevar considerablemente la esperanza de vida de nuestra población, transformar a Cuba en un polo científico, avanzar en los modernos y decisivos campos de la ingeniería genética y la biotecnología, insertarnos en el comercio internacional de fármacos, desarrollar el turismo a pesar del bloqueo norteamericano, construir pedraplenes en el mar para hacer de Cuba un archipiélago cada vez más atractivo, obteniendo de nuestras bellezas naturales un ingreso creciente de divisas, resistir, sobrevivir y desarrollarnos sin renunciar a los principios ni a las conquistas del socialismo en el mundo unipolar y de omnipotencia de las transnacionales que surgió después del derrumbe del campo socialista de Europa y de la desintegración de la Unión Soviética, y que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios. “Ese es el Fidel invicto que nos convoca con su ejemplo y con la demostración de que ¡Sí se pudo, sí se puede y sí se podrá!”

Cinco años después, el 23 de diciembre de 1999, en medio de la campaña que libraba nuestro pueblo para que el niño Elián González Brotóns fuera devuelto por las autoridades norteamericanas a su hogar en Cuba, cuando Fidel reflexionaba con un grupo de pioneros, expresó: “Voy a usar hoy una frase, no definitiva, porque nosotros no debemos renunciar a la idea de ¡Patria o Muerte! ni a la idea de ¡Socialismo o Muerte!, y voy a decir como dijo una joven diputada en la Asamblea Nacional: ¡Patria y Vida! ¡Vida para ustedes es lo que queremos!”.

Y es precisamente una vida digna, con soberanía, libertad e independencia, lo que ha proporcionado la Revolución a todos los cubanos, con el disfrute de derechos como la igualdad entre todas las personas sin discriminaciones por el color de la piel, el género, las creencias religiosas, la orientación sexual, el origen territorial o la discapacidad, el acceso sin costo alguno a los servicios de salud, incluyendo la vacunación de todos los niños contra una docena de enfermedades, la educación gratuita desde la enseñanza primaria hasta la universitaria, el derecho al trabajo, a la seguridad social, a una vivienda decorosa, y al disfrute de otros beneficios, que por su dimensión serían imposible describir en estas páginas.

El 1ro de mayo del 2000, durante el discurso que pronunció en la Plaza de la Revolución por el Día Internacional del Trabajo, Fidel definió el concepto Revolución que entre otras ideas expresa: “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; “[…] es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. “[…] es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia, “[…] que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”

El 26 de enero del 2015, en una de sus últimas reflexiones Fidel expresó: “A mis compañeros de la Federación Estudiantil Universitaria: No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de todos.”

En diciembre del 2019, durante el IV Periodo Ordinario de Sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez expresó: “En el año 61 de la Revolución, nos tiraron a matar y estamos vivos. Vivos, celebrando y empeñados en seguir ganando.” Al año siguiente, durante la VI Sesión Ordinaria repitió la misma frase y añadió: “aquí seguimos: viviendo, resistiendo, creando y venciendo.”

El pasado 11 de julio de 2021, cuando nuestro pueblo enfrentaba el momento más crítico de una pandemia como la Covid-19, en medio de un férreo bloqueo económico comercial y financiero que ya tiene sesenta años de existencia, bajo la presión de la Ley Helms-Burton y de las 243 medidas aprobadas por la anterior administración de Donald Trump, grupos de elementos antisociales y delincuentes comunes incitados a través de las redes sociales y financiados desde Miami, se lanzaron a las calles en varias localidades de nuestro país tirando piedras, destruyendo vidrieras, saqueando mercados y tiendas, volcando vehículos, agrediendo a la población y gritando frases y expresiones groseras contra nuestra Revolución y sus dirigentes. Después aparecieron las fake news (noticias falsas) exagerando los hechos y manipulando la información sobre lo que había ocurrido en Cuba.

Si esos hechos se hubieran producido en la actual Colombia donde cada año cientos de ciudadanos son masacrados por grupos paramilitares, en otras naciones de nuestro hemisferio donde miles de ciudadanos buscan los restos de sus familiares, en la capital de Haití bajo el régimen de Duvalier, en la Dominicana de Trujillo, en la Nicaragua de los Somoza, en la Guatemala de Ríos Montt, en el Chile de Pinochet, en la Argentina de Videla, en el Paraguay de Stroessner, en la Cuba de Gerardo Machado o Fulgencio Batista, nadie sería capaz de calcular cuántos de estos delincuentes resultarían muertos, heridos y desaparecidos a manos de sus respectivos aparatos represivos.

Sin embargo, en Cuba las instituciones de orden interior con el apoyo del pueblo, actuaron con ecuanimidad, no se dejaron provocar, solo recurrieron a la fuerza en defensa propia cuando fue estrictamente necesario y supieron enfrentarlos dignamente, esgrimiendo banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio, y expresando las consignas revolucionarias ¡Viva Fidel! ¡Viva Raúl! ¡Viva Díaz Canel! ¡Viva la Revolución! ¡Viva Cuba Libre! que patentizan la unidad de nuestro pueblo y la fe en la victoria.

Nuestro pueblo, incluyendo obreros, campesinos, intelectuales, artistas, científicos, médicos, enfermeras, técnicos de la salud, maestros, profesores, instructores de arte, entrenadores deportivos, constructores, combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, tanto en el cumplimiento de sus deberes cotidianos como en las misiones internacionalistas, siempre ha tenido presente el ejemplo imperecedero de nuestros héroes, de nuestros mártires y el ideario de nuestros próceres desde Félix Varela hasta Fidel Castro, lo que se resume en expresiones, conceptos y consignas que han caracterizado cada uno de los momentos cruciales de nuestra historia.

Tomado de: Razones de Cuba

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Gritos de Guerra Parte II

Por Pedro Etcheverry Vázquez

Pasaron los años y sucesivas administraciones en Estados Unidos siguieron sin reconocer, que los cubanos tenían derecho a disfrutar de la libertad y la independencia por las que varias generaciones habían luchado con ejemplar heroísmo.

En 1923, en su conocido Mensaje lírico civil, Rubén Martínez Villena expresó: Hace falta una carga para matar bribones / para acabar la obra de las revoluciones; / para vengar los muertos que padecen ultraje, / para limpiar la costra tenaz del coloniaje; / para poder un día con prestigio y razón, extirpar el Apéndice de la Constitución; / para no hacer inútil, en humillante suerte, el esfuerzo y el hambre y la herida y la muerte; / para que la República se mantenga de sí, para cumplir el sueño de mármol de Martí.

En horas de la noche del 10 de enero de 1929 en la calle 2da. del reparto Abraham González, en Ciudad México, el militante comunista cubano Julio Antonio Mella, de 25 años de edad, recibió dos disparos por la espalda, dio unos pasos y cayó al suelo, expresando: “Machado me mandó matar”. En ese instante su acompañante Tina Modotti logró acogerlo entre sus brazos y pudo escuchar sus últimas palabras: “Muero por la Revolución… Tina me muero”.

Mella fue trasladado al hospital Juárez, de la Cruz Roja, donde resultó sometido a una intervención quirúrgica, pero falleció en la mesa de operaciones. Su trágica muerte, a manos de dos pistoleros pagados por el dictador cubano Gerardo Machado, causó una profunda conmoción en Cuba, en México y a escala internacional.

Entre 1930 y 1933 fueron frecuentes las manifestaciones de protesta donde trabajadores y estudiantes marchaban juntos por las calles gritando “¡Abajo Machado!” y “¡Revolución ¡Revolución! ¡Revolución!”.

El 1ro de abril de 1934 Antonio Guiteras Holmes publicó un artículo en la revista Bohemia, que en uno de sus párrafos expresaba: “Yo, —que tengo la satisfacción de haber llevado a la firma del Presidente Grau los decretos que atacaban más duro al imperialismo yanqui—, los vi retroceder, porque acudían a mí —Carbó, Lucilo de la Peña, Batista y otros— para convencerme de la necesidad de disminuir el ataque, de variar nuestra conducta.” “[…] Un estudio somero de la situación político económica de Cuba, nos había llevado a la conclusión de que un movimiento que no fuese anti-imperialista en Cuba, no era una revolución. Se servía al imperialismo yanqui o se servía al pueblo, pues sus intereses eran incompatibles.”

En 1936 las Brigadas Internacionales acudieron desde disímiles latitudes a luchar contra el fascismo en España bajo la consigna “¡No pasarán!”. En distintos momentos alrededor de un millar de cubanos se incorporaron a esta contienda en apoyo del pueblo español.

Uno de aquellos cubanos, el estudiante de medicina Rodolfo de Armas Soto, que comandaba una compañía integrada por comunistas y guiteristas, expresó enardecido a sus subordinados: “Recuerden muchachos, ni un paso atrás, caiga quien caiga, la batalla será dura, las líneas enemigas compuestas en su mayoría por alemanes están bien equipadas y van a recibir apoyo de la aviación, esta es la oportunidad que se nos presenta de demostrar que la Centuria Antonio Guiteras, puede ser destruida, pero no se rendirá ante las tropas fascistas.”

Unas horas después, en pleno combate, hirieron a uno de sus hombres y al tratar de rescatarlo De Armas fue herido gravemente en una pierna. El jefe del batallón le ordenó retirarse, pero él no podía acatar una orden como aquella. Para controlar la sangre se hizo un torniquete por encima de la herida y siguió adelante, disparando contra un nido de ametralladoras. Murió en el acto, pero su ejemplo de valentía y heroísmo continuó inspirando a sus compañeros de armas en futuras contiendas.

A partir de 1944, en Cuba, durante las luchas del movimiento obrero, del campesinado y de los estudiantes, contra los gobiernos de turno que respondían a los intereses de la oligarquía criolla y las compañías norteamericanas, se conocieron muchas consignas revolucionarias, pero las más frecuentes eran: “¡Abajo la dictadura!” “¡Abajo la tiranía!” y “¡Abajo Batista!”

El 26 de julio de 1953, en las primeras horas de la madrugada, antes de partir de la granjita Siboney rumbo al cuartel Moncada, el joven abogado Fidel Castro Ruz dirigió las siguientes palabras a sus compañeros: “¡Jóvenes del Centenario del Apóstol, como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de Libertad o Muerte!”

Tras los sucesos ocurridos en Santiago de Cuba, unos cuarenta combatientes que habían sido capturados por la soldadesca, cumpliendo órdenes de Fulgencio Batista fueron conducidos al campo de tiro del Moncada donde resultaron ametrallados mientras gritaban ¡Viva Cuba libre! ¡Viva la Revolución! ¡Viva Fidel Castro!

A partir de estos hechos, durante las manifestaciones que se producían a lo largo del país, era frecuente escuchar frases como “¡Viva Fidel!”, “¡Viva el Movimiento 26 de Julio!” y “¡Viva la Revolución!” que continuaron inspirando a los cubanos durante los próximos acontecimientos.

Al amanecer del 30 de noviembre de 1956, en apoyo al desembarco del yate Granma, alrededor de cuatrocientos jóvenes vestidos de verde olivo con brazaletes rojinegros del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, inundaron las calles de Santiago de Cuba. José Tey Saint Blancard (Pepito), que avanzaba a la vanguardia, levantó su fusil gritando “¡Viva Cuba libre!” y sus acompañantes corearon la consigna. No muy lejos de allí, Frank País exclamaba emocionado la misma frase.

Gritando “¡Viva la Revolución!” y “¡Abajo Batista!” un grupo de jóvenes atacó la estación de policía ubicada en la Loma del Intendente, en Santiago de Cuba, lanzando cocteles Molotov y disparando sus armas. Al cabo de unos minutos el edificio estaba ardiendo. En el levantamiento de esta ciudad perdieron la vida numerosos combatientes, incluyendo Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, pero el heroísmo de los santiagueros estremeció al régimen batistiano y demostró que el pueblo cubano estaba dispuesto a luchar.

En horas de la madrugada del 5 de diciembre, en Alegría de Pío, durante el enfrentamiento contra una tropa del Ejército batistiano, los soldados enemigos conminaron a los expedicionarios del Granma a rendirse. Inmediatamente y en medio de una intensa balacera, el combatiente Juan Almeida Bosque respondió con energía “¡Aquí no se rinde nadie! ¡Cojones!”, una expresión que formulaba la irrevocable voluntad de un pequeño grupo de hombres decididos a ser libres o mártires. Y es que los términos “rendición” y “derrota”, nunca han existido en el vocabulario de los revolucionarios cubanos.

Al final de la medianoche del 18 de diciembre de 1956, en Purial de Vicana, Fidel y Raúl se encontraron debajo de unas palmas que crecían en el cañaveral del campesino Mongo Pérez. Después del abrazo emocionado Fidel preguntó: — “¿Cuántos fusiles traes?”. — Cinco, respondió Raúl. “¡Y dos que tengo yo, siete!” “¡Ahora sí ganamos la guerra!” una frase que en aquellas difíciles circunstancias ponía de manifiesto el optimismo de Fidel y su convicción en la victoria.

El 13 de marzo de 1957, poco antes de morir en un enfrentamiento con la policía batistiana, el líder de la Federación Estudiantil Universitaria José Antonio Echeverría expresó a sus compañeros en lo que se considera su testamento político: “Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo”.

El 16 de abril de 1958 como premio a su lealtad, valor a toda prueba, talento militar y dotes de jefe, Camilo Cienfuegos Gorriarán recibió el ascenso a Comandante, máximo grado militar otorgado por el Ejército Rebelde. Entonces se encontraba en los llanos del río Cauto, cumpliendo misiones estratégicas asignadas por Fidel en el triángulo Bayamo, Manzanillo, Las Tunas. Siete días después Camilo remitió una carta a Fidel en la que expresó: “Más fácil me será dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza”.

A partir del Primero de Enero de 1959 con el triunfo de la Revolución expresiones como “¡Viva Fidel!” y “¡Viva la Revolución cubana!” se hicieron cada vez más intensas ante cada amenaza y frente a las constantes agresiones del gobierno estadounidense y sus servicios de inteligencia y subversión.

El 5 de marzo de 1960 durante el sepelio de las víctimas del sabotaje al vapor francés La Coubre en el puerto de La Habana, donde se reportaron 101 muertos y unos 400 heridos, Fidel denunció al Gobierno de Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia como responsables del hecho, y expresó espontáneamente por primera vez la frase “¡Patria o Muerte!”.

El 1ro de mayo, durante el desfile popular en la Plaza de la Revolución, una representación de estudiantes, obreros y campesinos venezolanos pasó frente a la tribuna portando su bandera nacional y cantando el himno de Venezuela. Al ser invitados a subir a la tribuna, todavía sin tomar asiento comenzaron a gritar ¡Cuba sí, yanquis no! expresión que encontró eco en todos los asistentes.

El 7 de junio de 1960, durante la clausura del Primer Congreso de la Federación Nacional de Trabajadores de Barberías y Peluquerías, que se celebraba en el teatro de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), donde tres meses antes habían sido expuestos los restos mortales de los caídos en la explosión de La Coubre, Fidel agregó a la frase “¡Patria o Muerte!” la convicción de “¡Venceremos!”.

En ese momento el máximo líder de la Revolución cubana argumentó: “Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es ¡Venceremos!”. En ese instante quedó bien definido para el futuro, que los cubanos solo tenemos una opción ¡luchar hasta la victoria! Desde entonces, al finalizar sus discursos Fidel siempre concluyó con la expresión “¡Patria o Muerte!” “¡Venceremos!” seguida de los aplausos de nuestro pueblo.

El 2 de enero de 1961 durante una concentración popular  que tuvo lugar en la Plaza de la Revolución, cuando Fidel expresó que la Embajada de Estados Unidos en La Habana no podía tener ni un funcionario más de los once que Cuba tenía en Washington, el pueblo comenzó a exclamar: “¡Que se vayan! ¡Cuba sí, yanquis no! ¡Pin pon fuera, abajo la gusanera!”.

El 15 de abril, en la base aérea de Ciudad Libertad, el miliciano Eduardo García Delgado, de 25 años, herido mortalmente por la metralla de la aviación mercenaria, utilizando sus últimas fuerzas escribió con su sangre sobre la superficie de una puerta un nombre que contenía un significado especial para él y para todo nuestro pueblo: FIDEL.

Entre los días 17 y 19 abril de 1961, con la consigna de “¡Patria o Muerte!” “¡Venceremos!” nuestros combatientes del Ejército Rebelde, las Milicias y la Policía Nacional Revolucionaria derrotaron en Playa Girón a la Brigada de Asalto 2506, organizada, financiada y armada por el Gobierno estadounidense, entrenada por oficiales del Pentágono y la CIA y escoltada hasta nuestras aguas territoriales por buques de la flota norteamericana.

En horas de la noche del 23 de octubre de 1962, ante las cámaras de la televisión cubana, en el escenario de la Crisis de los Misiles, Fidel Castro impugnó los argumentos utilizados por el Presidente norteamericano para implantar el bloqueo total contra Cuba. “[…] ¿Quién ha dicho que tenemos que rendir cuentas a los imperialistas, a los agresores, de las medidas y de las armas que tenemos? […] Nunca seremos agresores. […] Por eso nuestras armas nunca serán ofensivas. […] rechazamos todo intento de fiscalización […] ¡Cualquiera que intente inspeccionar a Cuba debe saber que tiene que venir en zafarrancho de combate! […]”

El 30 de noviembre de 1964, en ocasión del octavo aniversario del alzamiento de Santiago de Cuba en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma, el comandante Ernesto Che Guevara, en su condición de ministro de Industrias pronunció las palabras centrales y tras reconocer la heroicidad de los santiagueros, rememoró los recientes sucesos ocurridos en el Congo, donde mercenarios belgas habían destruido la estatua del revolucionario Patricio Lumumba y expresó: “[…] la bestialidad imperialista, que no tiene fronteras, ni pertenece a un país determinado, y la estatua a Lumumba, hoy destruida, pero mañana reconstruida, nos recuerda […] que no se puede confiar en el imperialismo, ni tantito así, nada.”

El 3 de octubre de 1965, cuando Fidel anunció la integración del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y leyó la carta de despedida de Ernesto Che Guevara, al final se pudo apreciar la frase “Hasta la Victoria Siempre. ¡Patria o Muerte!” con la que el Guerrillero Heroico selló su eterno compromiso de lealtad a Fidel y a la Revolución cubana. Su ejemplo de combatiente internacionalista inspiraría a movimientos revolucionarios de naciones como Angola, Argelia, Etiopía, Guinea Bissau, Mozambique, Namibia, Nicaragua y Vietnam, que supieron enarbolar nuevas consignas y luchar hasta la victoria.

En 1975, cuando Cuba acudió en defensa de la Independencia de Angola, los combatientes internacionalistas cubanos junto con los oficiales y soldados de las Fuerzas Armadas Populares para la Liberación de Angola (FAPLA) derrotaron a poderosas fuerzas integradas por el Ejército de África del Sur, por el Ejército zairota, por bandas terroristas del Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y la Unión para la Independencia Total de Angola (UNITA), apoyadas por los gobiernos de Estados Unidos, Sudáfrica y Zaire, y a otras fuerzas integradas por mercenarios europeos y norteamericanos. En esta misión, que concluyó al cabo de dieciséis años, los internacionalistas cubanos asumieron las consignas angolanas de “¡La lucha continúa! ¡La victoria es cierta!”.

El 6 de octubre de 1976 se produjo el sabotaje en pleno vuelo de una aeronave civil de Cubana de Aviación sobre las costas de Barbados, donde perdieron la vida las 73 personas que viajaban a bordo, incluyendo el equipo juvenil de esgrima.

El 15 de octubre, al despedir el duelo de las víctimas del acto terrorista en la Plaza de la Revolución Fidel expresó: “Nuestros atletas sacrificados en la flor de su vida y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones; sus medallas de oro no yacerán en el fondo del océano, se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el firmamento de Cuba; no alcanzarán el honor de la Olimpiada, pero ¡han ascendido para siempre al hermoso olimpo de los mártires de la patria! ¡Una patria cada vez más revolucionaria, más digna, más socialista y más internacionalista será el grandioso monumento que nuestro pueblo erija a su memoria y a las de todos los que han caído o hayan de caer por la Revolución!”

El 14 de noviembre de 1983 durante la despedida de duelo de los cubanos caídos en Granada afrontando el ataque imperialista yanqui Fidel expresó: “Con relación a Cuba, si en Granada necesitaron una división élite para combatir contra un puñado de hombres que luchaban aislados en un pequeño reducto, sin fortificación alguna, a mil millas de su patria, ¿cuántas divisiones necesitarían contra millones de combatientes en su propio suelo, junto a su propio pueblo? Nuestro país podrá ser barrido de la faz de la Tierra, pero jamás podrá ser conquistado y sometido”.

Tomado de: Razones de Cuba

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Gritos de Guerra. (Parte I)

Por Pedro Etcheverry Vázquez

Generalmente, a lo largo de nuestra historia los cubanos hemos tenido que enfrentarnos a fuerzas enemigas muy poderosas, y en esas confrontaciones han surgido expresiones, conceptos y consignas que han ido enriqueciendo el patriotismo y la combatividad de los cubanos, formando parte de hermosas tradiciones de lucha. Durante estos enfrentamientos, en diferentes etapas, personalidades e incluso hombres y mujeres sencillos, desenvolviéndose en circunstancias muy difíciles han coincidido en su forma de actuar, tomando decisiones y trazando pautas en las que nuestra nación siempre ha salido fortalecida.

A principios de 1822 apareció en la fachada de la Iglesia de Paula, en La Habana, un letrero con evidentes faltas de ortografía donde se leía: “Biba la independencia/ por la razón o la fuerza/ Señor alluntamiento de trinidad/ independencia o muerte”.

La historia, que ha calificado este hecho como el primer cartel político exhibido en un lugar de acceso libre al público cubano, también reconoce que en sí mismo constituyó una incipiente expresión del espíritu de lucha que comenzaba a sedimentarse entre los trinitarios.

Un año más tarde comenzó a aparecer la frase “¡Independencia o Muerte!” en las paredes y las puertas de algunos establecimientos existentes en La Habana.

En 1826, respondiendo a un individuo que trataba de demostrar que cuando impartía clases de filosofía su pensamiento no contenía la carga independentista que expresaba en el periódico El Habanero, Félix Varela y Morales respondió: “Cuando yo ocupaba la Cátedra de Filosofía del Colegio de San Carlos de La Habana pensaba como americano; cuando mi patria se sirvió hacerme el honroso encargo de representarla en Cortes, pensé como americano; en los momentos difíciles en que acaso estaban en lucha mis intereses particulares  con los de mi patria, pensé como americano; cuando el desenlace político de los negocios de España me obligó a buscar un asilo en un país extranjero por no ser víctima en una patria, cuyos mandatos había procurado cumplir hasta el último momento, pensé como americano, y yo espero descender al sepulcro pensando como americano”. Con estas palabras puso de manifiesto el sentido latinoamericanista de su pensamiento, donde los conceptos que defendía estaban encaminados a la salvaguarda de su patria grande: América.

El 23 de enero de 1843 el abogado camagüeyano Joaquín de Agüero y Agüero concedió la libertad a sus esclavos, distribuyó entre ellos algunas de sus tierras y se alzó en armas, pero por falta de organización y experiencia militar el movimiento fracasó y tuvo que emigrar.

El 4 de julio de 1851 Agüero se volvió a alzar, esta vez bajo el grito “¡Viva Cuba libre!” y leyó un documento titulado “Acta de la Declaración de Independencia”. El 13 de julio, víctima de una delación junto con los veintitrés hombres que lo acompañaban, fue sorprendido por fuerzas españolas en la hacienda San Carlos, en Guáimaro, donde se batieron con ejemplar heroísmo a los gritos de “¡Viva la Patria!” y “¡Viva la Libertad!”, en lo que está considerado como el primer combate entre tropas españolas y cubanos en la historia de la nación. El 12 de agosto de 1851 Agüero fue fusilado junto con tres de sus compañeros.

El 23 de julio, en Trinidad, se alzó el teniente coronel de Milicias españolas José Isidoro Armenteros Muñoz al frente de unos cincuenta patriotas y al grito de “¡Cuba Libre e Independiente!”. En el enfrentamiento con las fuerzas colonialistas Armenteros resultó prisionero junto con el escritor y poeta separatista Fernando Hernández Echerri y Rafael Arcís. El 18 de agosto de 1851 fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento en la zona de Mano del Negro, en Trinidad.

El 10 de octubre de 1868 en su ingenio Demajagua, a los gritos de “¡Independencia o Muerte!”, ¡Viva Cuba! y ¡Muera España! el hacendado Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo al frente de un grupo de patriotas, concedió la libertad a sus esclavos y se alzó en armas contra el poder colonial español, dando inicio a una guerra que se extendió durante diez años para alcanzar la independencia de la nación y sacar de la esclavitud a más de un millón de esclavos blancos y negros.

Al anochecer de ese mismo día, Céspedes entró en el poblado de Yara con escasos hombres y solo treinta y seis armas, donde se volvió a escuchar el grito de “¡Viva Cuba libre!” Pero poco antes había ingresado en el poblado una columna española procedente de Bayamo. La inexperta caballería cubana chocó con la tropa española y ante la sorpresa recibida se dispersó en varias direcciones. En ese momento Céspedes logró reagrupar once hombres, pero en aquella difícil situación alguien exclamó: “Todo se ha perdido”. A lo que Céspedes respondió con energía y convicción: “Aún quedamos doce hombres: ¡bastan para hacer la independencia de Cuba!”

En la madrugada del 12 de octubre, cuando conoció el levantamiento ocurrido dos días antes, Mariana Grajales Cuello convocó en su hogar a su esposo y sus hijos para expresarles: “De rodillas todos, padres e hijos, delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al mundo, juremos libertar la patria o morir por ella.” Al amanecer su esposo y los tres hijos mayores partieron hacia la manigua redentora y se incorporaron a una lucha armada en la que derrocharon valentía y heroísmo sin límites.

El 20 de octubre, en Bayamo, el patriota Pedro Figueredo Cisneros (Perucho) cruzó una pierna sobre la montura de su caballo y escribió la letra del Himno Nacional que fue cantada por los allí presentes. Desde entonces en una de sus estrofas se puede apreciar la frase “¡Morir por la Patria es Vivir!” como símbolo del carácter patriótico de nuestro pueblo.

El 26 de octubre, a los gritos de “¡Al Machete!” y “¡Viva Cuba libre!”, cerca de un kilómetro al oeste del poblado de Pinos de Baire, sobre el camino real, tuvo lugar la primera carga al machete a las órdenes del mayor general Máximo Gómez Báez, derrotando a un fuerte contingente español que trataba de recuperar Bayamo bajo el mando del coronel Demetrio Quirós Weyler.

El 4 de noviembre de 1868, al grito de “¡Viva Cuba Libre!” un grupo de setenta y seis patriotas camagüeyanos se alzó en armas en El Paso del río Las Clavellinas, cerca de la ciudad de Puerto Príncipe.

El 21 de enero de 1869 en el teatro Villanueva, de La Habana, cuando se representaba la pieza “El Perro Huevero, aunque le quemen el hocico”, de Juan Francisco Valerio, al guarachero Jacinto Valdés se le ocurrió gritar: ¡Viva Carlos Manuel! Acto seguido la frase fue coreada por una parte del público asistente, en su mayoría jóvenes de familias criollas.

Al día siguiente miembros del Cuerpo de Voluntarios se emboscaron en los fosos de las murallas muy cerca del teatro. En medio de una de las escenas un personaje llamado Matías expresó: “No tiene vergüenza ni buena ni mala, el que no diga conmigo ¡Viva la tierra que produce la caña!” Acto seguido desde las gradas respondieron con aplausos y gritos de ¡Viva Cuba Libre! Al escuchar aquella ovación los voluntarios asaltaron el teatro a punta de bayoneta y dispararon en todas direcciones, causando varios muertos y numerosos heridos.

El 20 de mayo de 1869, las fuerzas del teniente coronel Antonio Maceo y Grajales atacaron el ingenio Armonía, ubicado a unos treinta kilómetros al este noroeste de Palma Soriano, fuertemente custodiado por tropas españolas. Casi al final del combate, cuando los mambises habían alcanzado su objetivo de tomar el ingenio e incendiarlo, Maceo sufrió su primera herida de guerra y fue trasladado de inmediato hacia donde se encontraban algunos de sus familiares.

Cuando varias mujeres lo vieron llegar en estado de gravedad, comenzaron a llorar y a lamentarse. Ante aquella situación Mariana Grajales reaccionó expresando: “¡Fuera faldas de aquí! ¡No aguanto lágrimas! Y volviéndose hacia Marcos el menor de los hijos, añadió: “¡Y tú, empínate, porque ya es hora de que te vayas para el campamento!”.

El 7 de febrero de 1870 Carlos Manuel de Céspedes respondió a una campaña contra el Ejército Libertador, leyendo un manifiesto que en uno de sus párrafos expresaba: “Al lanzarse Cuba en la arena de la lucha, al romper con brazo denodado la túnica de la monarquía que aprisionaba sus miembros, pensó únicamente en Dios, en los hombres libres de todos los pueblos y en sus propias fuerzas. Jamás pensó que el extranjero le enviase soldados ni buques de guerra para que conquistase su nacionalidad”. Alguien preguntó qué harían los cubanos si triunfaban los españoles; y Céspedes respondió: “Caer sobre ellos con el sable en una mano y el revólver en la otra, y morir matando”.

El 26 de mayo de 1870, en el rancho El Idilio, a varias leguas de Puerto Príncipe, la señora Amalia Simoni Argilagos, esposa del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, fue capturada junto con su hijo, su hermana Matilde y otros integrantes de su familia. Un general español, que conocía la identidad de los prisioneros, le solicitó a Amalia que escribiera a su esposo, pidiéndole que por amor a ella y a su hijo renunciara a la Revolución. Amalia no tardó en responder: “General, primero me cortará usted la mano, antes que le escriba yo a mi esposo que sea traidor.”

A principios de 1871, cuando el Mayor General Ignacio Agramonte ejercía sus funciones como jefe del Distrito Camagüey, dirigió a los camagüeyanos una enérgica proclama. Algunos pensaron que los esfuerzos de su jefe serían infructuosos y le solicitaron una entrevista. Proponían hacerle ofertas de paz “ventajosas para los cubanos y convenientes para él mismo”.

Agramonte los recibió en la finca La Redonda donde la entrevista se realizó sin bajarse de los caballos. Permaneció callado y muy serio escuchando a los comisionados, quienes pretendían convencerlo sobre la inutilidad de su sacrificio y la conveniencia de una capitulación que llamaban “honrosa”.

Agotados todos los argumentos, uno de los visitantes expresó: “¿Qué elementos tienes para continuar la guerra, Ignacio?” “¿Con qué van a seguir tus hombres esta lucha sangrienta, sin armas ni municiones? El Mayor recorrió con una profunda mirada de desprecio los rostros de sus interlocutores y antes de volver grupas para regresar al campamento, replicó: “¡Con la vergüenza de los cubanos!”

El 15 de marzo de 1878 en los Mangos de Baraguá, el Mayor General Antonio Maceo comunicó al General español Arsenio Martínez Campos que “los orientales no estaban de acuerdo con lo pactado en El Zanjón, porque con ese tipo de paz no se lograba la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.”

Su interlocutor respondió que no era posible que ningún español que se respetara a sí mismo les concediera la libertad a los cubanos. Y en cuanto a la abolición de la esclavitud expresó que era un asunto que las Cortes tenían que decretar. Acto seguido añadió: “Pero es que ustedes no conocen las bases de lo acordado en El Zanjón”. A lo que Maceo respondió: “Y porque las conocemos es que no estamos de acuerdo con ellas”.

Cuando Martínez Campos ordenó a uno de sus asistentes que le entregara un documento para tratar de explicarse, Maceo respondió con energía: “¡Guarde usted ese documento! ¡No queremos saber de él!”

Entonces Martínez Campos expresó: “Es decir, que no nos entendemos” y Maceo respondió: “¡No, no nos entendemos!” En clara alusión a los ocho días acordados para reiniciar la contienda, que para los cubanos significaba continuar luchando por la independencia y la abolición de la esclavitud, Martínez Campos agregó: “Quiere decir que el 23 se rompen las hostilidades” y Maceo respondió: “El 23 se rompen las hostilidades”.

Martínez Campos intentó realizar un último esfuerzo para que Maceo se reuniera en asamblea con la oficialidad presente y que por mayoría resolvieran la complicada situación. Pero Maceo recalcó: ¡Es inútil, soy el eco de los jefes y oficiales que me rodean! Cuando Martínez Campos se retiraba, Florencio Duarte uno de los oficiales que acompañaban a Maceo gritó emocionado: ¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!

Al cabo de dos meses concluyó la Guerra de Independencia pero la simiente emancipadora y antiesclavista quedó latente en el ánimo de los patriotas cubanos.

El 13 de junio de 1884, en San Pedro Sula, Honduras, el Mayor General Antonio Maceo remitió una carta a José Dolores Poyo, director del periódico independentista El Yara, de Cayo Hueso, que en uno de sus párrafos expresaba: “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha. Cuba tiene muchos hijos que han renunciado a la familia y al bienestar por conservar el honor y la Patria. Con ella pereceremos antes que ser dominados nuevamente; queremos independencia y libertad.”

El 28 de noviembre de 1891, en el Liceo de Tampa, en ocasión de conmemorarse el vigésimo aniversario del fusilamiento de los Ocho Estudiantes de Medicina, José Martí leyó las “Resoluciones de la emigración cubana de Tampa”, proclamando la necesidad de unir a todos los revolucionarios en una acción común. Cuando concluyó la lectura, los emigrados presentes bajo el compás del Himno de Bayamo gritaron “¡Viva Cuba Libre!”.

El 24 de febrero de 1895 cuando comenzó la Guerra Necesaria convocada por José Martí al frente del Partido Revolucionario Cubano, el grito de ¡Viva Cuba Libre! alcanzó una mayor connotación al responder a un avanzado programa de luchas que aglutinaba a todos los ciudadanos.

El 5 de mayo de 1895, después de la histórica reunión de Maceo, Martí y Gómez en La Mejorana, cerca del poblado de Dos Caminos de San Luis, a causa de las contradicciones surgidas Maceo abandonó el lugar. Al amanecer, abrumados Gómez y Martí escoltados por unos veinte hombres mal armados cabalgaron rumbo a Bayamo.

En el trayecto fueron interceptados por una avanzada de las fuerzas de Maceo, que los condujeron hasta el campamento, donde los mambises los acogieron espontáneamente y con sumo entusiasmo. Al conocer la cercana presencia de sus compañeros Maceo partió al galope seguido de su estado mayor para darles la bienvenida que se merecían. Durante el paso de revista el Titán de Bronce exclamó visiblemente emocionado “¡Viva Gómez!” y “¡Viva Martí!”, dejando atrás el mal momento vivido en la jornada anterior.

El 19 de mayo de 1895, alrededor de las cuatro de la madrugada, Martí partió para reencontrarse con Bartolomé Masó y Gómez llegó a Vuelta Grande cerca de las diez de la mañana. Alrededor de la una de la tarde fue improvisado un acto patriótico ante las fuerzas mambisas allí acantonadas.

El primero en hablar fue Gómez, seguido por Masó y Martí hizo las conclusiones. En una parte de su discurso nuestro Apóstol expresó: “Sobre las filas heroicas la bandera de Cuba abatirá al opresor”, a lo que los combatientes respondieron “¡Viva la Independencia!” y “¡Viva el Presidente!”. Unas horas después nuestro Apóstol cayó en Dos Ríos, de cara al sol, como él había previsto en uno de sus versos.

El 14 de julio de 1896, en carta al coronel Federico Pérez Carbó quien se encontraba cumpliendo una misión en Nueva York, el Mayor General Antonio Maceo reveló su agudeza política cuando expresó: “De España jamás esperé nada, siempre nos ha despreciado, y será indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide: mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deuda de gratitud con un vecino tan poderoso”.

El 7 de diciembre, cuando Maceo cayó en el combate de San Pedro, en Punta Brava, su ayudante el capitán Francisco Gómez Toro (Panchito), de apenas veinte años de edad, que se encontraba en el campamento con un brazo en cabestrillo a causa de una herida en combate, corrió a su encuentro dispuesto a recuperar el cadáver de su jefe. El coronel Alberto Nodarse le ordenó retirarse del lugar, pero Panchito rehusó cumplir la orden. Unos minutos después balas enemigas lo hirieron en un costado impidiéndole moverse. Aún con vida, una guerrilla de cubanos al servicio de las fuerzas colonialistas lo mató a machetazos.

En la medianoche del 16 de diciembre de 1896, cuando Gómez conoció las muertes de Maceo y Panchito, mandó a buscar a su ayudante Bernabé Boza quien dudó de la noticia. El Generalísimo negó con la cabeza y expresó: “Es una esperanza compañero. Pero si el corazón de un amigo puede engañarse, el de un padre es difícil que se equivoque, el mío me dice que la noticia es cierta. […] Y yo que creía que ahora se me facilitaría descansar y es todo lo contrario […] ¡Más firme  aún al trabajo!”

El 11 de abril de 1898 el presidente norteamericano William McKinley presentó en el Capitolio un mensaje con el que trató de sellar el destino de Cuba y solicitó al Congreso la facultad de emplear las fuerzas militares y navales de Estados Unidos en la forma que fuera necesaria.

Al ser consultado sobre el tema, el conocido jurista y diplomático norteamericano Horatio Seymour Rubens afirmó que el Gobierno de Estados Unidos debía declarar sus intenciones respecto a la intervención, y acto seguido añadió: “El cubano está luchando por su independencia absoluta, independencia de todo yugo extranjero. Tiene un solo propósito: su independencia, y un solo lema: “¡Independencia o Muerte!”

El 1ro de enero de 1899, en virtud del Tratado de París firmado entre los gobiernos de Estados Unidos y España el 10 de diciembre anterior, los sueños de nuestro Apóstol quedaron truncos con la intervención norteamericana en la Isla, pero el espíritu de independencia continuó fértil en el pensamiento de los patriotas cubanos.

El 8 de enero Máximo Gómez escribió en su diario. “[…] los americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores, y no supieron endulzar la pena de los vencidos. La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.”

Tomado de: Razones de Cuba

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Intento de golpe blando en Cuba: Libreto para una catástrofe

Foto Cubahora

Por Alejandra Brito Blanco

¿Qué haría usted si alguien amenaza a su familia, su integridad física, su casa y centro de trabajo? ¿Podría permanecer impasible cuando un grupo violento perturba la tranquilidad en su país? ¿Y si muchas de esas personas reciben dinero por realizar esas acciones, además de pedir a gritos que quien les paga traiga sus tropas para ocuparlo todo?

Cuba ha conocido episodios similares en estos días, sobre todo el domingo 11 de julio. Parece casi imposible de creer para quienes estamos acostumbrados a vivir en una nación tranquila, donde prima la paz y el respeto. Ahora ha cesado el desorden fabricado desde fuera, tomando como base factores endógenos del país. Por mucho que voceros nacionales e internacionales quieran señalar lo contrario, el sosiego de los transeúntes en las calles, los cubanos que siguen el curso normal de su vida, hablan por sí solos.

Campaña de los grandes medios a nivel global, uso de métodos de la guerra psicológica, coerción económica, pago a mercenarios… incluso a simple vista destacan múltiples semejanzas con escenarios sociopolíticos experimentados en otros países. Libia, Siria y Venezuela son solo algunos ejemplos. Los estudiosos de estos temas han denominado golpe blando o revolución de color a la consecución de esta serie de métodos para promover el cambio sistémico en un país. Con una mirada retrospectiva, que trasciende la gravedad de los sucesos generados en los últimos días, pudiera decirse que el gobierno cubano está siendo blanco de un intento de golpe suave.

Se trata de un cambio de estrategia con respecto a la imposición de la fuerza militar tradicional, característica del siglo pasado. La creación de esta nueva modalidad se atribuye al estadounidense Gene Sharp. En su libro De la dictadura a la democracia la concibe como “es una técnica mucho más variada y compleja que la violencia”. Emplea armas políticas, económicas, sociales y psicológicas. Contempla el uso de todo tipo de sabotaje, disturbios callejeros, con el supuesto fin de minimizar el número de pérdidas humanas y materiales. Paradójicamente, también da el visto bueno a la coerción política y económica ejercida por fuerzas extranjeras.

La estrategia conjunta del golpe blando incluye cinco etapas: la generación de un clima de malestar (ablandamiento); la deslegitimación del gobierno, por medio de campañas sobre la libertad de prensa y los derechos humanos; el calentamiento de la calle, la combinación de estrategias de lucha; y la fractura institucional, que prepara el terreno para una intervención militar. Cada uno de estos pasos se evidencian en el caso cubano.

“En las últimas semanas se incrementó la campaña en redes sociales contra la Revolución cubana, planteando un grupo de matrices alrededor de los problemas y carencias que estamos viviendo. Esa es la manera en que se monta, tratar de crear inconformidad e insatisfacción que llega a las protestas a partir de manipular las emociones y sentimientos en redes sociales de las problemáticas que tiene la población”, explicaba el presidente cubano Miguel Díaz Canel Bermúdez en la comparecencia junto a su equipo de gobierno el pasado 12 de julio.

El mandatario cubano aludía al uso intensivo y direccionado de propaganda política en Internet. Esta es, precisamente, una de las herramientas de la guerra psicológica. Según explican un grupo de académicas de la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey, en la investigación La Guerra Psicológica contemporánea: Conceptos esenciales y características, nos encontramos en presencia de este tipo de operaciones cuando las acciones se orientan a “direccionar conductas, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar, sin recurrir al uso de las armas”.

Cuba se enfrenta a un pico pandémico considerable, que solo logró ser dilatado hasta este momento por los esfuerzos del sistema de salud cubano. En este contexto también convergen los problemas propios de la nación caribeña, agravados al extremo por casi 60 años de aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto de forma unilateral por Estados Unidos. El cerco repercute en todas las esferas de desarrollo del país y ha dejado una profunda huella en la sociedad insular. Los defensores del conjunto de medidas se justifican con que su aplicación “persigue un fin mayor”, promover la democracia en tierra cubana. Como es bien sabido, equiparan el término con la receta de gobierno capitalista, que ha probado innumerables veces su notable divorcio con el tan clamado “poder del pueblo”.

Según declaraciones del ministro cubano y titular de Economía y Planificación (MEP), Alejandro Gil Fernández, En 2020 las fuentes de ingresos en divisas convertibles que tiene el país reportaron 2 413 millones de dólares menos que en 2019 a causa de la pandemia y del bloqueo, que impide la entrada de divisas y limita las exportaciones. La aplicación continuada de las medidas coercitivas, reforzadas por 243 más durante la administración de Donald Trump, han dejado sus secuelas en el (mal)funcionamiento de la economía cubana, por más que sesudos analistas internacionales vean la realidad del país a través de un cristal que ignora totalmente uno de sus principales problemas.

En medio del vórtice de insatisfacciones que lógicamente emergen de un contexto tan convulso, también arrecia la campaña de descrédito al actuar de Cuba en el enfrentamiento a la pandemia. Lejos de dar eco a noticias tan notables como la efectividad de Abdala, primera vacuna latinoamericana contra la Covid, hablan de colapso del sistema de salud y masacres. En el guion de la aplicación del golpe blando, el accionar responde a una segunda fase, caracterizada por el auge de la propaganda a nivel internacional, enfocada en las temáticas de la libertad de prensa y los derechos humanos.

El ejemplo más fresco reciente de la falsa cruzada en defensa de las libertades esenciales impulsada desde Washington es la asociada al conocido #SOSCuba. En un inicio, se realizó una primera convocatoria para el empleo del hashtag, en el marco de la votación internacional en la ONU contra el bloqueo a Cuba. El ministro cubano de relaciones exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, ha señalado el fracaso de esta primera tentativa. Entonces se produjo un cambio en el accionar, que desembocó en “una operación comunicacional que se prepara desde hace tiempo a la que se destinan recursos multimillonarios y plataformas tecnológicas con fondos del Gobierno de los Estados Unidos, algunos declarados y otros de sus servicios especiales”, explicó Rodríguez Parrilla.

Como ya se ha comprobado, se trata de una campaña lanzada desde el exterior, con el uso intensivo de robots, algoritmos y cuentas recién creadas. Junto a la etiqueta #SOSMatanzas, había sido escasamente utilizada hasta el 11 de julio, para la ocasión, con el objetivo de hacer coro a los mensajes emitidos por los referentes de la campaña manipuladora. Existe evidencia de los fondos asignados por instituciones gubernamentales estadounidenses a la agencia que generó y creó la campaña, establecida en loa Florida, loa cual recibió hace unos días un certificado del Departamento de Estado Republicano de la Florida.

Aunque son los records negativos de Cuba, están muy por debajo de los sufridos por cualquier país de Europa o América. Los datos según esta cuenta que fiscaliza los datos dados por el gobierno, el record negativo que promovió la campaña se informó el día 10, con 31 muertes. pic.twitter.com/1IKSQ9xm2m

Otra de las herramientas características de un guion de golpe suave es el uso de símbolos, consignas y técnica de marketing, que atraigan a público joven. La agenda del plan desestabilizador tiene base en una moda, más que en la convicción política. Como parte de la operación comunicacional, se ha articulado una estrategia donde conocidos artistas y otras personas influyentes a replicar los hashtags. Este representa otro factor de atracción.

El Manual de lucha no violenta de la Ostpor, otra Biblia para los seguidores de Sharp, contempla el uso símbolos para atraer a diferentes sectores etarios, con énfasis las nuevas generaciones, para fomentar pequeños disturbios, provocar la presión de las fuerzas policiales mediante acciones violentas e ilegales. Con la proyección de las imágenes en la prensa internacional, se moviliza a la opinión pública global para justificar cualquier acto contra el gobierno. En el caso de Cuba, una imagen negativa encaja perfectamente en el perfil de noticiabilidad de los grandes medios, casi siempre restringido a la manipulación del tema de los derechos humanos, desde un discurso agresivo.

Siguiendo las instrucciones de Sharp para la desestabilización interna ―o al menos para hacer creer a la comunidad internacional de la ingobernabilidad del país en cuestión―, las dos fases siguientes de la estrategia conjunta persiguen el objetivo de promover las manifestaciones agresivas en las calles, con el consiguiente desconocimiento y amenaza de las instituciones.

Una simple revisión en redes sociales como Facebook revela la multiplicidad de convocatorias a disturbios, incluso violentos. En muchas de estas plataformas digitales está vetado el uso intensivo para fines políticos, así como el contenido violento. Las normas son transgredidas en muchas ocasiones cuando los contenidos agreden la soberanía cubana. “A pesar de la denuncia de estas cuentas, Twitter no aplicó sus propias regulaciones para impedir que estas acciones se consumaran, aun cuando había llamados al magnicidio y a la violencia”, señaló el canciller cubano en la misma intervención.

Asombran los titulares en la prensa internacional sobre las protestas pacíficas en Cuba, pero quienes vivimos aquí sabemos la verdad. Hubo episodios de vandalismo y violencia, donde muchos revolucionarios salieron heridos por defender sus ideales. ¿Quién habla de esas víctimas, o de los aspirantes a asesinos que se camuflan de piel de cordero?

Es un derecho ciudadano manifestar los problemas del país, y un deber trabajar para solucionarlos hasta donde las fuerzas individuales y colectivas alcancen. Si de esfuerzo se trata, Cuba ha educado al mundo con su ejemplo. No “todos son contrarrevolucionarios ―dijo Díaz-Canel el domingo―. Hay una minoría de contrarrevolucionarios que trató de liderar estas acciones, pero aquí tenemos personas, revolucionarias o no, insatisfechas, con confusiones, incomprensiones, con falta de información y también con deseo de manifestar alguna situación en particular”. Siempre habrá espacio para las opiniones divergentes, desde el diálogo y el respeto.

Pero, ¿acaso hay algún tipo de derecho en violentar instituciones públicas, destruir la propiedad socialista y robar los bienes que deberían pertenecer a todos. Las imágenes revelan la voluntad de delinquir. La lucha “por la democracia del pueblo cubano” no se ve por ninguna parte.

Además, se suma el pedido de una intervención militar disfrazada de humanitarismo.  Bien conocida es esta vocación de Estados Unidos de imponer su ayuda a base de cañones. Quienes piden a gritos tropas extranjeras no saben a ciencia cierta lo que dicen, o no les interesa para nada el bienestar futuro del país. Solo bastaría ver el saldo de las intervenciones militares de la potencia norteña a lo largo de la historia nacional, o las consecuencias de las revoluciones de colores en otros rincones del mundo.

Hasta el propio Gene Sharp advirtió sobre la inconveniencia de la ocupación militar extrajera. Otros países siempre estarán interesados en preservar sus intereses particulares, sean de control económico, político y militar del país objeto de interés, o de “vender al pueblo oprimido (…) en lugar de mantener las promesas que hicieran de ayudarlo en su liberación”, dice en De la dictadura a la democracia. “Si interviene otro Estado, probablemente no deba confiarse en él”. Si su propio gurú de las revoluciones de color piensa así, ¿qué podemos esperar nosotros? Salta por todas partes la moral dudosa de las intenciones injerencistas.

La obra de teatro que tratan de montar las agencias federales de EE.UU. en Cuba, respaldadas por su gobierno y la mano servil de la contrarrevolución, guarda para el final la clave más funesta: forzar la renuncia del equipo de gobierno por medio del incremento de las revueltas y la fractura institucional. Así el clima de inestabilidad quedaría reforzado al máximo, preparando el terreno para una intervención militar. En el final de cuento de hadas de loa CIA, sesenta años de esfuerzos para construir un sistema más humano y justo quedaría reducidos a polvo.

Es la intención del gobierno de Estados Unidos aislar a Cuba, destruir la imagen de la Revolución cubana en la arena internacional. Así lo corrobora Juan González, director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos y asesor especial del presidente Joe Biden en política latinoamericana. “Vamos a salir públicamente con nuestros aliados a seguir presionando al régimen”, declaró en una directa por Instagram con varios artistas aliados a la contrarrevolución. Como es de esperarse, los planes de desestabilización continúan.

¿Por qué Cuba? ¿Por qué ahora? La Revolución está bajo la garra amenazante del imperio norteño desde su mismo nacimiento. Ahora, la situación pandémica y la crisis mundial se convierten en aliados de sus intereses. Un modo actuar bastante despreciable para quien sigue autodenominándose protector del pueblo cubano. Tantos años de actos subversivos no hablan de preocupación, sino ansias de control.

En palabras del filósofo y lingüista estadounidense Noam Chomsky, el control mundial es una prioridad para Estados Unidos. “Mientras más débil y pobre sea el país, más peligroso es como ejemplo. Si un país pequeño, pobre (…) puede prosperar dando una vida mejor a su pueblo, algún otro lugar con mayores recursos se preguntará `¿por qué nosotros no?´”. Cuba será pequeña, pero ha demostrado su fortaleza. Por eso, su ejemplo siempre representará una amenaza a la hegemonía imperial.

“El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de EE.UU. y por algún milagro han sobrevivido ―agrega Chomsky, en otra entrevista―. Pero esto no lo puedes decir en EE.UU. porque lo que has de hacer es culparles de violaciones de los derechos humanos”.

Destinan sumas millonarias, agendas de actuación elaboradas a conciencia. La pretensión de las acciones desestabilizadoras es evidente: quebrar la voluntad del ser humano. La clave está en no morder el anzuelo. El músculo de Cuba es la gente. Sus armas, la base humana que ha cultivado durante tantas décadas. No aspiramos a ser una nación perfecta, pero sí independiente. Eso es algo que nadie nos podrá quitar.

Tomado de: Razones de Cuba

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