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La institucionalidad cubana tiene una serie de graves desviaciones

Por Juan Valdés Paz

*Segunda parte de la intervención realizada el 15 de octubre de 2020 en el Centro Memorial Martin Luther King Jr. (Marianao, La Habana), en el marco de un análisis de coyuntura para la actualización estratégica de las proyecciones de trabajo de dicha Asociación y las redes que anima.

Para comentar lo interno, voy a usar la figura que estoy usando hace cierto tiempo en todos mis trabajos, que es una perspectiva sistémica.

La sociedad cubana es un sistema social, y dentro de él hay subsistemas: subsistema político, subsistema económico, subsistema civil, subsistema ideológico cultural y otros que se puedan identificar. La idea es que un tratamiento sistémico nos permite ver a estas dimensiones como totalidades, no solamente como pedacitos de medidas o de acontecimientos, sino como totalidades.

Hay una totalidad que es el sistema económico, una totalidad que es el sistema político, o lo político, etcétera. La perspectiva sistémica ayuda mucho a entender y ayuda mucho al análisis. Lo que voy a comentar en el marco de cada uno de esos subsistemas: el político, el económico, el civil, el ideológico cultural; son comentarios sobre una totalidad, la que no tengo ninguna pretensión de agotar. De cada una de estas cosas que voy a decir me he callado cien más y ustedes tienen otras cien, que a mí no se me ha ocurrido tener en cuenta. De manera que es, simplemente, una incitación a que retengamos esa visión sistémica porque tenemos que encontrar cuáles son todos los componentes del sistema, cómo está, cuál es la estructura de relaciones del sistema, cuál es la dinámica del sistema, etcétera, con todas las cosas que se dicen en la teoría de sistemas sobre un sistema.

Yo creo que nos ayuda un poco, y es una perspectiva que nos devuelve al marxismo. El marxismo es una visión de totalidad, también la teoría de sistemas es una visión de totalidad y es la visión de totalidad que preconizó siempre el marxismo.

Bueno, en esa perspectiva, lo primero que yo quisiera decir del escenario cubano es que, a pesar de los zigzags, los avances y retrocesos, los discursos que no cuajan, etcétera, lo más importante para mí —y para el centro Martin Luther King— es asumir que estamos en un escenario de reformas y que la primera potencialidad, como le suelen decir —se ha puesto de moda— «fortaleza» es que estamos en un escenario de reformas. Y, no solamente vamos a hacer un nuevo plan perspectivo, etcétera, sino que, a diferencia de 10 años atrás, nos vamos a colocar en un escenario de reformas, de cambios, de transformaciones, donde hay aspectos que se conservan, es decir, cambios y continuidades, para decirlo de una manera rápida, y esa es la primera perspectiva que tendríamos que asumir.

El país tendrá un escenario de reformas. Hay, por tanto, propuestas de reformas, unas en curso, otras prometidas, otras que se proponen —no están todavía en la agenda oficial—, hay sujetos y actores que están con las reformas y otros que no, y por tanto, son una traba, marcan el freno. Hay todas esas contradicciones que acompañan al proceso de reformas, y nosotros tenemos que poner, inevitablemente, una reforma sobre otra, proponiendo la nuestra, cobijando una u otra, acercándonos a unos actores más que a otros y asumir un discurso reformista también, porque parece ser, por suerte, que la Revolución está en esta etapa.

Entonces, ese es el primer problema. Ahora, la reforma que era, digamos, en esta conversación, aquí, yo mismo, en el 2010, cuando se hizo la primera discusión de los Lineamientos…, era una cosa abstracta, o estábamos discutiendo qué reforma, pero aunque podemos seguir discutiendo qué reforma, inclusive decir que las que se proponen son una mierda, o insuficientes, el hecho es que el proceso de reformas al que me estoy refiriendo transita bajo un conjunto de programas que ya están establecidos, consensuados, legitimados, etcétera.

Es decir, yo creo que lo políticamente saludable es, antes de inventar más y seguir discutiendo sobre las reformas que todavía no tienen consenso, centrarnos y ponernos bajo el paraguas de las reformas que ya tienen consenso y que, además, están legitimadas oficialmente. Eso es lo primero que yo quería decir. No tengo necesidad de recordar todos los documentos: los Lineamientos 1, 2; la Actualización; el Plan de desarrollo hasta el 2030, etcétera, porque están repartidas en todos esos documentos… una multitud de reformas… si aplican la mitad de lo que está prescrito, si aplican la mitad, estamos en otro país, y hay quien tiene que pensar qué hará en el otro país. Primero llegar a él y después qué hace.

Yo creo que esa es una cosa muy importante: asumir que estamos en un escenario de reformas, y ese escenario de reformas va a convivir con algo que dije antes, que es los niveles de normalización de las interrelaciones con los Estados Unidos.

Nosotros tenemos muchos problemas con el mundo y hasta con el vecino, pero nosotros tenemos un principal problema que se llama los Estados Unidos de Norteamérica, porque es el que tiene la capacidad de destruir a la Revolución, y con el que tenemos una contradicción fundamental que es de carácter geopolítico. Nos podemos poner de acuerdo, nos podemos normalizar y hasta podemos llegar hasta una serie de amoríos… pero, ellos serán siempre una gran potencia, ellos son el capitalismo, ellos son el imperio en este hemisferio, etcétera, y nosotros somos la piedra en el zapato… porque eso no tiene solución objetiva.

Nosotros podemos llegar a un nivel de acomodo, pero esto es importante que los cubanos lo retengamos porque, para decirlo de una manera poética, hubo muchas piernas flojas aquí durante el proceso de negociación del 2014, hubo mucha pierna floja. Entonces, hay que saber, no solamente tenemos anexionistas, sino también tenemos piernas flojas… tenemos muchos socialdemócratas: «al final el imperio no es tan malo, hay que resolver, eso es inevitable, hay que ser objetivos, hay que ser realistas…» y empieza a aparecer un discurso a nombre del «realismo» y aquí no hay nada realista y hay una cosa que es la nación cubana, que no tiene solución frente a Estados Unidos tal como la concebimos nosotros: independiente, soberana, que se autodetermina.

Esa nación, en los últimos 200 años no tiene solución frente a Estados Unidos, ni la tendrá. Bueno, ¿llega la revolución socialista a Estados Unidos? Ya veremos cómo es la cosa… Esto lo digo anticipándome a una de las cosas que tendré que decir cuando hable de lo ideológico cultural. Este es un gran telón de fondo del problema.

Además, el imperialismo no siempre se acerca a ti mordiéndote los calcañales… puede ser hermoso, puede ser bello, puede venir en colores y envuelto, viene con música… el imperialismo tiene dimensiones muy agradables, no todo es que te pisan los pies… tentadores, con una buena compañía.

Y, entonces, hechas estas advertencias, que estando en un escenario de reformas, los Estados Unidos harán una política… ¿cómo lo veo yo? Yo creo que una de las coincidencias sustanciales entre la política de Obama y la política de Trump, antes de hablar de las diferencias, es que las dos ven en este escenario de reformas, perciben el escenario de reformas como un proceso en la Revolución cubana que la puede hacer viable…

(Lo de ellos) es hacer una política para que nosotros nos autoextingamos o nos destruyamos; pero cuando estamos hablando de reformas, quiere decir que nosotros somos flexibles, que estamos en una nueva situación, nos estamos adecuando, estamos tratando de superar nuestras contradicciones. Entonces, nos podríamos hacer viables para Estados Unidos —que está lleno de think tanks que estudian esto que estamos diciendo mejor que nosotros—.

Ese proceso de reformas… ¡un socialismo que se reforma!, que ninguno lo ha hecho… (bueno, el chino, ustedes me dirán si esa es la reforma que podríamos asumir nosotros). Es decir, ellos ven un peligro en el proceso de reformas en curso. Obama dijo: «bueno, el proceso de reformas va a permitir penetrar en la sociedad cubana como no hemos podido hacerlo hasta ahora, no los hemos podido vencer por la fuerza». Y Obama puede hacer esa política y declarar públicamente que hacen una política con los mismos objetivos, con otros medios, e inclusive decir que la política de ellos está orientada —tomen nota de esto por algo que voy a mencionar después— a los jóvenes, los negros, las mujeres y los cuentapropistas. Ellos han identificado ya sobre qué grupos sociales actuarían.

Llega Trump, unido a la derecha de Miami, como ya saben y dice: «no, no, no, si nosotros aceptamos esa política, aunque hagamos alguna ventaja, esto es para el siglo XXII y nosotros queremos resolver el problema cubano ya, porque Cuba es Venezuela, Venezuela es Cuba, América Latina»… y aparece una propuesta contraria, que es: hay que impedir las reformas, es decir, en una lectura de lo que parece salvaje, la lógica es impedir las reformas.

Yo creo que esta es una de las cosas que tendríamos que tener en cuenta. Y eso me permite, ahora, entrar a algunos comentarios por sistemas, de la sociedad cubana, al menos como yo lo veo.

Me voy a detener primero en lo que vamos a llamar un comentario sobre el sistema social. No voy a detenerme ahora en ningún subsistema, sino en el sistema social, las cosas que son de la estructura social, que la estudiamos poco porque (…) lo que producen (las ciencias sociales) lo engavetan, es clandestino, etcétera y algunas ciencias sociales, como las ciencias políticas son casi inexistentes. No me detengo en eso, que tiene que ver con lo que comentábamos. Si Gina (Georgina Alfonso) estuviera ahí le estaríamos tirando piedras a Gina, pero no iba a hacer nada Gina, sabemos que eso es política de Gobierno, política de Estado.

En lo societal está el primer problema, del cual hay muchos comentarios regados, porque lo que yo quiero presentar ahora de una manera central es el problema demográfico, el problema de la estructura demográfica del país, que tiene que ver con lo que nos pase de aquí al 2025, y peor, del 2025 en adelante: no crece la población cubana, crece la migración, las mujeres no quieren parir, o siguen pariendo, pero menos del 2,2 que necesitamos y, lo que es peor, envejece aceleradamente, tiene una estructura etaria como si fuéramos Alemania, pero no somos Alemania.

Todas las tendencias demográficas son desastrosas para la economía y la sociedad cubanas. Si estuviéramos en China estaríamos felices de tener tantos viejos, pero aquí «estorban» todos, y los que no estorban, es porque están en posiciones de poder, donde también estorban. Es un problema demográfico, pero entre los tantos problemas de las tendencias demográficas de aquí al 2025, el más grave es la disminución de la fuerza de trabajo.

El problema más grave que tenemos de las tendencias demográficas es la disminución relativa y absoluta de la fuerza de trabajo. Es decir, la fuerza de trabajo disminuye y disminuirá hasta el 2025 y después. ¿Qué quiere decir eso? ¿Cómo nosotros resolvemos ese problema?

¿Cómo lo resuelve el capitalismo? Con inmigración. Todos esos migrantes que están ahora ahogándose en el Mediterráneo, que no los quieren, estaban hasta el otro día trabajando en Europa: cinco millones de magrebíes en Francia, siete millones de turcos en Alemania, no tengo que decir que en Europa cuando entras en los campos de hortalizas todo eso es africano. Las aceitunas las recogen inmigrantes estacionales… en Europa, que tiene la tecnología para resolver una parte del problema con tecnología que nosotros no tenemos ni vamos a tener para ese plazo, para tú decir: «quita un tipo y pon una máquina en su lugar». Si tuviéramos la ciencia y la tecnología… no tenemos el capital para hacerlo.

Ahí hay un problema serio, que nos tendrá que volcar a dos tendencias que hoy no queremos. Yo me moriré y ustedes se acordarán de esta conversación. Una, es abrazar a la emigración cubana, que regrese, que vaya y venga, que sea un actor interno, primero económico y, si es económico, terminará siendo político. Dos, la inmigración caribeña, que ya nos sacó del aprieto en nuestra historia, como ustedes recordarán en los años veinte con la explotación azucarera, la inmigración haitiana. Sí, tenemos la otra solución que es la inmigración, pero, obviamente, es muy problemática. Todavía meterse en los cañaverales del norte de Camagüey y descubrir una aldea de haitianos, casi 100 años después da una idea de cómo es eso cuando metes una inmigración de otra cultura, cómo la integras, eso es muy, pero muy complicado, como todos sabemos, pero lo pongo ahí porque acuérdense que dijimos que íbamos a decir algunas cosas del escenario del 2025.

La otra cosa societal que quiero mencionar es la estructura ocupacional, las variaciones que va a tener la estructura ocupacional. Quiero recordar que hay un compromiso oficial declarado de que el empleo estatal, que llegó a ser el 95 por ciento del empleo en Cuba, está en el 75 por ciento y hay un compromiso del Estado de no emplear más del 60, es decir, ser el empleador de no más del 60 por ciento de la fuerza de trabajo del país.

Esto quiere decir que todavía se tiene que desprender de casi un millón más de trabajadores y que ese empleo, para ocuparlo, hay que crearlo en el sector privado: cuentapropistas, Pymes, economía familiar y cooperativas, todas las formas no estatales que ya están en el papel, pero como el mismo Marino Murillo ha reconocido en estos días, todo eso es un desastre, pero lo tenemos que ordenar, está decidido, es parte de la reformas ordenar eso, darle personalidad jurídica, convertirlos en agentes económicos normales del sistema económico, etcétera. Veremos cómo ordenan eso, pero lo concreto, para el punto que estoy tratando, es que hay que crear ese empleo en el sector, si queremos racionalizar al sector estatal.

La capacidad de crear empleo del Estado está bloqueada, porque el Estado… te lo voy a decir… en el año 2004 —fecha que a ti te interesa, porque tú (Joel Suárez) también estabas entusiasta con la Batalla de ideas— le dijeron a Fidel Castro: «tenemos un 12 por ciento de desempleo» y Fidel dijo «¿desempleo en el socialismo?»… te acuerdas de todo lo que apareció: los trabajadores sociales, los instructores de arte, el estudio-trabajo, etcétera. No te cuento todo eso de nuevo. Lo puso en menos del dos por ciento de desempleo, el lugar que menos desempleo tiene en el mundo. ¿Dónde está toda esa gente? En las plantillas de las empresas estatales o de los órganos presupuestados.

Cuando se tomó la decisión, a tanta insistencia probablemente de Raúl, no lo sé —eso transcurre en la caja negra— de que la experiencia de las Fuerzas Armadas pasara a ser adoptada en el sector civil bajo el término de Perfeccionamiento Empresarial… El perfeccionamiento empresarial lo primero que tenía era el ajuste de las plantillas, es decir, que para implementar el perfeccionamiento empresarial había que quitarse el superempleo de arriba, obviamente, el 25 por ciento que ya se quitaron. Les falta todavía un pedazo.

Mientras yo estoy escuchando a Marino Murillo hablando de la eficiencia y de la eficiencia de las fábricas y todo eso… la primera reacción de esos empresarios cuando sean autónomos —hasta ahora no, porque hasta ahora se lo dicen todo— pero cuando le digan: «tú decides…» será «No, no, aquí sobran 30, y aquí 40… y aquí 35 y allí…», y para eso, de pronto, inventarás subsidios de empleo, que es una cosa que no había mencionado, pero que van a tener que crear, y lo otro es que ¿quién crea el nuevo empleo? El empleo es, económicamente, una función de la inversión, ¿habrá inversión extranjera suficiente para expandir el empleo? ¿El sector privado nuestro crecerá a un ritmo que le permita crear el suficiente empleo? Y aunque eso sea así en grandes números, cuando tú te detienes a analizar el empleo que tú ofreces y termina siendo un empleo por ramas, sectores, oficios, etcétera… porque en la agricultura falta fuerza de trabajo, tú le puedes seguir ofreciendo a los 11 millones de cubanos que vayan a la agricultura que todos tienen trabajo… no va a ir nadie, porque el 18 por ciento de la población es lo único que queda en área rural en Cuba, es decir, que la ruralidad tiene miseria, atraso y… Palmas y Cañas. Por tanto, está claro cuál es la dinámica social aquí del empleo.

Lo que quiero señalar ahora es que tenemos una problemática de empleo que no será fácil resolver y no tengo claro cómo va a estar al nivel del 2025, pero creo que no estará resuelto y que esto dará lugar a un subsidio de empleo de considerable magnitud si queremos racionalizar la economía.

Naturalmente, como tú sabes, y como sabemos todos, esto pasa por luchas políticas, habrá sectores políticos que no quieren tijera blanda, o no quisieran, como no quiso Fidel Castro; y otros que sí, y otros «bueno, sí, pero hasta la mitad». Hay muchos cuentos prosaicos sobre eso. Ahí tenemos un problema de la sociedad en su conjunto, del sistema social.

Tenemos un problema también, que curiosamente no hablamos: nosotros somos marxistas nada más que para sacar la asignatura Marxismo-Leninismo, para más nada. Nunca nos preguntamos cómo evoluciona la estructura socioclasista de la sociedad cubana, aunque uno, rápidamente dice: «bueno, si hay propiedad privada y hay pequeñas y medianas empresas y hay empleadores, hay una pequeña burguesía, una mediana burguesía», incluso uno intuye que están creciendo, pero yo no quiero detenerme ahora en esa fenomenología, sino decir que la estructura socioclasista del país está evolucionando de una manera muy diferente a como la construyó el socialismo cubano hasta los años ochenta.

Hay dinámicas de estratificación que inciden en la cultura. Si la estructura socioclasista cambia, cambia la cultura de intereses y la estructura de estatus en la sociedad y, por tanto —cosa que a ustedes les interesa mucho— las valoraciones, los valores, las ideologías que están conexas con esos intereses.

Lo que quiero decir es que la estructura social se mueve a una mayor estratificación, diversidad, complejidad de intereses y dinámicas nuevas y diferentes a las que hemos conocido, con efectos políticos «X», en los que no me voy a detener ahora.

Pero, por ejemplo, voy a poner un ejemplo, ahora tenemos, visiblemente, una concentración del ingreso: hay una franja que tiene ingresos enormes comparados con el ingreso medio y el ingreso más pequeño. Esa franja va adquiriendo la capacidad de hacerse una vida, hacerse un país diferente, ellos se salen del socialismo, lo pueden comprar todo, comprar la salud pública, los servicios, los mejores productos, viajan, ellos se van creando un país que no es el socialismo cubano. Tienen esa capacidad, tienen la capacidad de corromper, y tienen una capacidad que se volverá política en algún momento. Estoy diciendo una cosa gruesa, pero para el 2025 vamos a ver expresiones políticas de eso.

Yo venía conversando con José Luis (Rodríguez) por el camino, me estaba explicando ahí su último trabajo, su investigación en curso, y le decía: «José Luis, de eso que tú estás estudiando, de los años sesenta, no te olvides que el centro, el núcleo duro de la política de la Revolución, de la estrategia de Fidel Castro y del Che Guevara y de todos los que nos creíamos aquello, era la igualdad, la igualación entre los cubanos». Nunca una igualdad total, porque eso no existe en la realidad, pero era una política de equidad muy fuerte y profunda, que minimizaba el patrón de desigualdad. Siempre hay desigualdades sociales, pero, minimizando el patrón de desigualdad. Es un factor.

Desde los noventa estamos transitando hacia un mayor patrón de desigualdad. Las políticas en curso, es decir, la dimensión económica de las reformas mueve hacia un mayor patrón de desigualdad a la sociedad cubana. Cuando lleguemos al 2025 tendremos una sociedad mucho más desigual que la que ahora tenemos, que la que hoy tenemos con coronavirus, entonces, si ustedes quieren, empiecen a sacar las implicaciones, pero esa es la tendencia.

Cuando yo hablo de este tema, a mí no me preocupa —a diferencia de otros compañeros, como José Luis, que está incluido en el igualitarismo y todo eso—, yo no tengo problemas con un mayor patrón de desigualdad porque reconozco que es una necesidad económica y tampoco es posible crear un mecanismo de incentivo económico sin algún grado de desigualdad. Eso lleva su discusión, no me detengo en eso.

Todos queremos la igualdad por su belleza, no se puede aspirar a más que la equidad. Siempre tendremos un patrón de desigualdad y estaremos discutiendo cuánta desigualdad, pero no es tan importante cuánta desigualdad como qué pasa con el término inferior de la desigualdad.

Yo siempre digo, o he dicho aquí en este salón: Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo 500, Usted tiene más que yo, pero yo estoy bien; pero si Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo siete, entonces sí hay un problema. El término inferior de la desigualdad está muy jodido.

Dicho eso, quiero decir, sin más comentarios, que en la estructura actual de la sociedad cubana hay un patrón de desigualdad cuyo término inferior contiene ya una considerable franja de pobreza.

Los estudios que se hicieron en los noventa en La Habana daban un 20 por ciento de pobreza, en La Habana, con los indicadores nuestros, podría calcularse para el país un por ciento no menor del 25, en los noventa. Ahora, el patrón de desigualdad, por ejemplo, la desigualdad del ingreso, que es lo que se puede medir con el índice limpio, era punto veinte en los ochenta, se puso en punto treinta y tantos en el Período especial, y está ahora en punto cuarenta y llegará en el 2025 a no menos de punto 45. Tú puedes decir, bueno, la desigualdad en América Latina es punto 70, punto 76… estamos lejos, pero estamos mucho más lejos del socialismo cubano que conocimos, y sobre gran parte del cual se ha construido el trabajo y el imaginario del (Centro) Luther King. Ustedes se han pasado todo el tiempo luchando por la igualdad, bueno, pues no luchen más por la igualdad, empiecen a luchar contra la pobreza.

A pesar de esto, como decía al principio, mi presentación es optimista (…) Si yo le digo al gobierno que tiene que hacer una política contra la pobreza, que no la hace. Tienen una concepción ya dejada atrás por las ciencias sociales de que son liberales; que va a progresar el país y va a haber un derrame, y en el derrame se van a beneficiar todos —cosa que está demostrada por las ciencias sociales que no ocurre— … tenemos cada vez más pobres. No hay política para la pobreza, es más, la palabra pobreza no aparece en un solo discurso oficial. No hay un funcionario cubano que se atreva a decir pobreza. Entonces, yo estoy aquí invitado para darle tareas posibles al (Centro) Luther King… No estoy en la pobreza de la Teología de la Liberación, no estoy en la pobreza espiritual, estoy en la pobreza concreta y material.

Hay que tener en cuenta las consecuencias de todo tipo de la pobreza para la sociedad. Por eso, yo he colocado el comentario en la sociedad, en el sistema social. Eso atañe a todo el sistema social.

Por último, quería mencionar (otro problema), porque es un problema que regresa y que, además, es una base del enemigo —y ha creado aquí muchas confusiones—. Es el problema racial, porque los negros y mulatos están sobrerrepresentados en esa franja de pobreza, están sobrerrepresentados en los peores indicadores: el menor ingreso, la pobreza, la falta de vivienda, los peores empleos, etcétera. Por tanto, hay tendencias objetivas para que el tema de la racialidad se nos vuelva un problema socialista a nosotros y una base al enemigo sobre la que está actuando con mucha energía.

Yo sé que en el (Centro) Luther King preferimos no hablar del problema racial, precisamente porque estamos contra eso, pero nos entra por la ventana, y tiene una dimensión ideológico cultural terrible. Por eso quiero mencionarlo como un problema del conjunto de la sociedad, porque es un tema transversal, que nos aparece en la economía, que nos aparece en la política, que nos aparece en la vida civil y en la esfera ideológico cultural cada vez con más fuerza, y sobre la cual los enemigos trabajan, y también los criollos trabajan. Los propios negros y mulatos sienten que tienen que reivindicar su situación de desventaja, y no está mal, yo estoy porque todos los grupos defiendan sus intereses. Eso de que hay un gran padre, un big brother que nos va a proteger a todos… descarten eso.

Hay que hacer los espacios para que los grupos defiendan sus intereses, sean las mujeres, sean los LGTBI, sean los negros, sea cualquiera. Si no empoderamos a los grupos de intereses, no podemos defender sus intereses y estarán siempre bloqueados.

Ahora bien, en el caso nuestro hay algo, me parece a mí, ideológicamente terrible, y es que muchos de los compañeros que están aquí en la lucha por el tema racial se han comprado un término que vino. Tiene otras razones, fue aceptado por las Naciones Unidas, y ha entrado en Cuba y hasta el discurso oficial lo ha aceptado —para mi sorpresa—: es el tema de los afrodescendientes.

Es decir, hemos entrado en un tema de identidades y la identidad de los negros y de los mulatos —ustedes me dirán que hay 16.000 variantes de la mulatez—, como también, por supuesto, hay un racismo negro, y mestizo… Es un problema de mucha complejidad este problema de la racialidad.

Y nosotros teníamos eso resuelto, creo yo, ideológicamente hablando, con Martí: «cubano es más que blanco y más que negro…». Es decir, la misma identidad, que era la del cubano, resolvía el problema y nos daba un techo ideológico para colocar esas contradicciones mientras las resolvían. Y resulta que hay que volver a África, hay que montar el barco en dirección contraria. A mí que reivindiquemos la cultura africana, como un componente, ¡un componente! del ajiaco… pero ¿volver ahora a la africanización?, y que somos afrodescendientes, yo creo que nos estamos metiendo en un callejón ideológico cultural que en vez de resolver, o ayudar a resolver, de crear un marco de solución ideológico cultural al problema de las contradicciones raciales —que son objetivas— lo que lo estamos es enquistando como un problema insoluble, porque cuando creemos o recreemos la identidad negra o mestiza, lo cubano no se sabe lo que quiere decir. ¿Qué quiere decir ser cubano con mi identidad? Tengo que poner la nacionalidad, en un pasaporte, en un carnet… y este es un problema que nosotros teníamos resuelto, ideológico, entonces llamo la atención sobre esta contradicción.

Hay dos problemitas más de carácter global que quiero mencionar ahora: uno es el problema generacional. Yo sí creo que a nosotros nos falta lo que se llamaba imaginación sociológica y hay una cantidad inmensa de problemas. Nosotros nunca los problemas los colocamos en una perspectiva sociológica, no digo ustedes —obviamente es parte de su oficio— sino digo la población, los cuadros, los cuadros políticos, los decisores. El compañero Marino Murillo puede hablar durante dos horas de cualquier cantidad de problemas sin mencionar ninguna implicación social. Lo social nunca aparece cuando los economistas hablan.

Bueno, el quid de lo que quiero explicar ahora es que la Revolución comenzó con dos generaciones y llegamos al Período especial con cuatro. Se formó en el Período especial una quinta generación. En los 2000, en los cuales llevamos ya 19 años, se creó una sexta generación y ahora, sobre todo de aquí al 2025, vamos a tener una séptima generación sociopolítica. Es decir, que la Revolución, que convivía con dos generaciones se las tiene que ver con siete, de las cuales yo siempre digo: las tres primeras vivieron mejor que sus padres, la cuarta vivió igual que sus padres, y todas las demás, peor que sus padres, para decirlo rápido. Pero no es esa la connotación única, no, las connotaciones de todo tipo: memoria histórica, experiencia revolucionaria, niveles de participación…

(Joel Suárez: Detente en esa variable que mencionaste al paso, en esas variables dentro de la Revolución, no solo la condición material…)

La condición material es importante. A ver, siempre hemos tenido necesidades, tenemos ahora un poco más de necesidades porque hemos salido de un Período especial —lo voy a describir— y estamos en otro, aunque se llame de otra manera. Es decir, tenemos más carencias materiales que las que tuvieron nuestros padres hasta los ochenta. Hay carencias materiales, hay una distribución más desigual de lo que hay en la sociedad, etcétera.

Estos son impactos, pero el problema es que lo que tenemos choca ahora con las expectativas. Las nuevas generaciones tienen otras expectativas. Mi generación quería educación, quería salud, quería cine, quería música, quería cultura. Ya todo eso se dio, más o menos, mejor o peor, ya son conquistas de la Revolución.

Ahora la nueva generación quiere otra cosa, yo me siento con mis nietos y no puedo… «no me hables más de la educación y la salud… si yo nací con eso, no hables más de eso». Pero oye, ¿tú sabes lo que es un país del Tercer mundo tener al 100 por ciento de los niños con uniforme, y en la escuela y reproducir eso? El problema es el último celular, quiero mayor conectividad, quiero viajar a conocer el mundo… el problema es que las expectativas que la Revolución le resolvió a las cuatro primeras generaciones están bloqueadas.

(Eso,) más nuestros errores, porque, por ejemplo, yo creo que en el tema de la conectividad cometimos un error estratégico con costos de todo tipo, no solamente generacionales, costos para los sectores científicos y académicos que estaban desinformados, etcétera. Y lo peor, es que no hemos ganado capacidad para combatir en las redes, que es un oficio. No hacemos más que quejarnos… que el enemigo, que el grupo, que no sé qué, que un blog que nos ataca, que no sé cuántas cuentas… bueno, ¿y nosotros? ¿Por qué no le piden al Martin Luther King que haga sus combates en un blog a nombre de la Revolución? Ustedes lo tienen, pero, quiero decir, publicar algo que se entendiera y tú y el otro. ¿Por qué Aurelio (Alonso) está en su casa ahí, esperando a morirse, en vez de estar defendiendo a la Revolución en la red? Y el otro, y el otro, y el otro… no nos preparamos para eso, no sabemos qué decir.

Y lo que es peor —y aquí voy a hacer una observación atrevida—, noto que la dirección política es muy influenciable por la red, están muy preocupados; muchas veces están contestando lo que uno sabe que está en ese momento circulando. Mi hermano, no. No me meto más en eso porque estoy hablando en chino. Lo que quiero decir es —porque voy a volver a esto en el desafío, más tarde, de la red—, lo que quiero decir es que, a tu pregunta, hay problemas generacionales. ¿Tú tienes alguna duda? Si no, te lo voy a decir (de otra manera). La biblioteca personal más importante de Cuba la tengo yo, ¿he logrado que mis nietos se lean un libro? ¿Uno? Hay un grupo generacional que está asociado al desarrollo de la informática, etcétera, que nosotros no acabamos de entender, y nos retrasamos mucho en entender eso. Habría que haber asumido —porque se sabía que iba a ocurrir— que era un desafío ideológico cultural en las redes y habernos preparado para eso, pero nada más que saben criticar, en fin…

Ya dejo eso, lo que quería era decir, que es lo que estoy diciendo ahora, que hay un problema generacional. Hay un corte generacional y hay que tener en cuenta que tiene implicaciones políticas muy fuertes. Todavía estas nuevas generaciones no son oposición, veremos si logramos evitar que lo sean, pero son cada vez más críticas. «Esto es un negocio de ustedes, esto es un negocio de los viejos, esto es un negocio de papá, que estuvo en el barco que dirigió mi abuelo, a lo sumo es un negocio de papá, pero esto no es un negocio mío». No pasan a ser la contrarrevolución y quizás ni la oposición, pero no les importa.

Luego, en grandes números —percibo yo—, cada cual tiene su visión de la realidad porque, por supuesto, una vez más, no está estudiado. Y los dirigentes cubanos creen que la información es lo que les informa la Seguridad del Estado y el aparato ideológico del Partido, y creen que así están enterados de cómo está Cuba. Entonces, este es un problema que está muy falto de estudio, todas son percepciones indirectas que tenemos todos, si somos padres, si somos abuelos, si tenemos vecinos pequeños o adolescentes, pero hay un corte y no hay política para eso. No tengo que decir que los dispositivos que hay para eso —Juventud Comunista, Pioneros, Federaciones estudiantiles, etcétera— no pueden mascotear ese problema todavía.

El último comentario que iba a hacer es lo que voy a llamar, sucintamente… otra cosa que no está… que no oigo al compañero Murillo… Déjenme decirlo de una manera un poco académica al principio… Nosotros nacemos, crecemos y morimos en el marco de instituciones, por tanto, la dimensión institucional, las instituciones que existen y el orden institucional que existe, y el funcionamiento de esas instituciones es el primer dato que tiene que ver con la vida social, porque la sociedad tiene, inevitablemente, instituciones.

La Revolución creó su cuerpo de instituciones. Hay un cierto orden institucional, por ejemplo, en el caso del socialismo las instituciones políticas predominan sobre las demás, etcétera. Hay un cierto orden, una cierta jerarquía, en fin, y todos vivimos en el marco de instituciones legales. Las instituciones nos norman la vida, nos la ordenan, nos dan, nos quitan, nos favorecen o nos estorban. Esta idea —antes dije imaginación sociológica— y ahora digo imaginación institucional.

Ustedes aquí están forzados a tener en cuenta al resto de las instituciones que los están limitando y jodiendo todo el tiempo, y no debe ser un tema muy raro para ustedes. Pero el hombre común, las personas, los individuos sociales, etcétera, nadie está suelto, la vida cotidiana transcurre en instituciones, desde que te levantas hasta que te acuestas. Entonces, estas redes institucionales, en las que no me voy a meter, es el núcleo duro de la sociedad. La sociedad se institucionaliza. La sociedad está siempre institucionalizada. Puedes concebirla como una suma de instituciones: instituciones jurídicas, instituciones políticas, instituciones económicas, instituciones civiles, instituciones ideológico culturales, etcétera, pero instituciones.

¿Qué quiere decir? ¿Qué cosa es una institución en Sociología? Un conjunto de relaciones sociales de carácter permanente y duradero que tiene, como núcleo constitutivo, una norma constitutiva que define las funciones, lo que hacen y los poderes que tiene esa institución. De ahí se desprende todo lo demás. Los estudios institucionalistas lo primero que aprenden es que, tal como está pintado, el pájaro es una cosa y cómo funciona el pájaro es otra; que nosotros, los sujetos y actores desviamos la Constitución, hacemos que la institución se comporte con cierta desviación respecto a lo previsto, a la norma constitutiva… A esto le llaman macro teoría, que les digo para explicar lo que quiero decir ahora: la institucionalidad cubana tiene una serie de graves desviaciones.

Toda sociedad tiene desviaciones. La desviación es un concepto sociológico. La desviación de la norma… pero las nuestras son muy graves. Y, de paso, voy a mencionarlas: el hecho de que el socialismo nuestro sea un socialismo de Estado, es decir, el dominio que tiene el Estado sobre toda la vida social; la alta desviación de las normas —que ya mencioné—; la alta centralización de las instituciones nuestras que ha derivado en burocratización, que —digamos— es un rasgo de la modernidad que el socialismo real ha multiplicado por 100; la corrupción como un componente socialistamente no previsto, pero que acompaña históricamente a todas las instituciones y que, en el caso nuestro, tiene muy bajo control democrático sobre ese proceso; y la baja eficiencia de las instituciones.

Eficiencia… La institución tiene prevista una serie de funciones, las nuestras las hacen, las ejercen con bastante ineficiencia. Es un grupo de rasgos que yo creo que el proceso de reformas irá mejorando —vamos a ser optimistas— de aquí al 2025, pero que, como no se habla de eso, como no está puesto en claro, como no se dice cuáles son las políticas para que se resuelva y que las instituciones mejoren… (Por ejemplo, el área de la burocracia, parece que hemos decidido resolver el problema de la burocracia con la computación)… Lo único que vamos a hacer es darle a los burócratas, además, una computadora. Bueno, lo dejo ahí como un problema macro de toda la sociedad que quería enunciar como una problemática a resolver en la reforma, pero que, a diferencia de otras problemáticas, no está suficientemente visibilizada. No aparece en el discurso oficial y no tenemos ciencias sociales que se ocupen de eso. Por tanto, Valdés Paz sigue hablando mierda cada vez que puede.

Tomado de: La Tizza

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La condición revolucionaria

Por Michel E. Torres Corona

La Revolución, en su dimensión objetiva, constituye un proceso político de cambio, que altera el curso de la historia y provoca conmociones radicales en el modo de vida de las personas. A la Revolución Cubana se le ha querido cantar su última estrofa muchas veces, pues hay personas que no entienden que un proceso revolucionario se prolongue por más de medio siglo. Tomada Santa Clara, un soldado le dijo al Che que la Revolución se había acabado, a lo que el Guerrillero Heroico le respondió: «Al contrario, ahora es que empieza».

La Revolución inserta a Cuba en una correlación de fuerzas a nivel mundial, a favor o en contra del statu quo; una colisión cotidiana (a veces callada, a veces ruidosa) entre dos proyectos civilizatorios: el que busca perpetuar la explotación del hombre por el hombre, como núcleo fundamental de la vida en sociedad, y el que busca alterar esa esencia en favor de construir un mundo donde primen la fraternidad, la libertad y la igualdad. En tanto Cuba abogue por ese proyecto alternativo de existencia social, la Revolución continuará.

Mas la dimensión objetiva de toda Revolución solo existe en tanto vivan hombres y mujeres dispuestos a seguir luchando; y no cualquier lucha, sino una radical. «A la raíz va el hombre verdadero», diría Martí, y esos son los seres humanos que precisa cualquier movimiento revolucionario para trascender: personas que vayan a la raíz de los problemas, raíz que, desde la óptica marxista, yace en el modo en el que nos organizamos como sociedad para generar y distribuir la riqueza. Sin embargo, la radicalidad es condición necesaria, pero no suficiente.

Los revolucionarios debemos también obrar desde el más profundo compromiso con la ética, y no cualquier ética, sino aquella que muestre en su jerarquización un sistema de valores guiados por la justicia, ese «sol del mundo moral» como lo llamaría José de la Luz y Caballero. Los revolucionarios, y en específico, los revolucionarios cubanos, debemos estar a la altura de un legado ético que pudiéramos remontar a la época decimonónica.

Pocas naciones pueden enorgullecerse de padres fundadores que privilegiaran el pensar, como Varela; que defendieran la dignidad, como Céspedes; que tuvieran la vergüenza y el espíritu de sacrificio de Agramonte; que tuvieran la coherencia absoluta entre acción y pensamiento de Martí. Solo los individuos que han intentado emular a estos próceres, que han sido herederos de ese reservorio moral, han tenido éxito en sus propósitos de liderar al pueblo cubano en avatares revolucionarios. Los nacidos en esta Isla no seguimos ni a demagogos ni a cobardes.

A esa ética se le debe sumar la inteligencia, y no aquella que sea resultado de la lotería genética, sino la que es producto de la cultura. Si con Martí decimos: «Ser culto es el único modo de ser libre», también debemos decir hoy: «Ser culto es el único modo de ser verdaderamente revolucionario». La banalidad, la estupidez, la frivolidad, son atributos que reproducen de forma orgánica, vía «sentido común», los esquemas sociales de explotación.

Antes de cambiar el mundo, hay que entenderlo, o al menos intentar hacer ambas cosas a la par. Con el desconocimiento no solo lucharemos a oscuras, como «instrumentos ciegos de nuestra propia destrucción», sino que terminaremos apresados por prejuicios y temores pueriles. Séneca decía que la ignorancia era la causa del miedo y podemos afirmar que la cultura es plataforma imprescindible para todo ejercicio sostenido de coraje. La absurda temeridad solo es útil a corto plazo: la valentía, esa que persiste a través de los años y los desencantos, solo se obtiene con convicciones.

Y si cultura y ética son parámetros fundamentales, también es imprescindible entender que la condición revolucionaria se basa en la intersubjetividad: un hombre solo nunca podrá ser revolucionario, porque la Revolución precisa de que hallemos en el Otro al aliado para la lucha contra el enemigo común. Esa intersubjetividad, esa alianza con el Otro, precisa de organización.

Marx dixit: «En su lucha contra el poder colectivo de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase sino constituyéndose él mismo en partido político propio y opuesto a todos los antiguos partidos formados por las clases poseedoras. (…) [ello es] indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y el logro de su fin supremo: la abolición de clases».

Con esa organización, con esa ética, con esa cultura, los revolucionarios cubanos podremos seguir militando en el bando de los que «aman y fundan», en ese grupo de seres humanos que, como diría Claudio Magris, no habita un mundo acabado y agotado en sí mismo, sino que es incompleto y abierto a otras y mejores cosas.

Tomado de: Granma

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¿Cinco años sin Fidel?

Por Rosa Miriam Elizalde

Hace hoy cinco años murió Fidel Castro, pero siento que han pasado décadas en Cuba desde el 25 de noviembre de 2016. Llegó Trump y pasó lentamente con su rosario de sanciones que se han sentido peor que nunca por la pandemia. Vino Biden con su corte de pusilánimes, desgranando cada día con amenazas veladas o directas, sin atreverse a cumplir sus tímidas promesas electorales.

En un lustro, particularmente en los dos últimos años, se ha desatado un argot incendiario en medios y redes, cuyo blanco no es sólo el gobierno cubano. Se ha querido arrasar con Fidel. El líder cubano ha recibido cientos de homenajes en todo el mundo desde la noticia de su muerte, pero en simultáneo se ha lanzado contra su memoria un bombardeo de calumnias para intentar transformar en ruinas el proyecto nacional, popular y democrático de la revolución que él encabezó.

Para presentarlo como el símbolo de la derrota y el fracaso se le muestra como un idealista solitario que condujo a Cuba a la ruina. Se cargan de negatividad y perversidad todas sus acciones (reales o inventadas) para convertirlo en el malo remalo de la película y, por tanto, merecedor de cualquier ultraje. Hay quien se excusa, cínicamente, en la desmitificación.

Pero nada de esto alcanza a mellar el símbolo. La verborragia de los profesionales del odio y de los desmitificadores termina por alimentar la figura del hombre que encabezó la lucha armada en la Sierra Maestra, que puso el pecho a las balas y a los huracanes, que condujo la guerra internacionalista en África, que sobrevivió a 637 atentados y que vimos siempre en primera línea batallando contra la injusticia, el egoísmo y el individualismo. También, contra la tontería y la soberbia, a la que enfrentó en clave de humor o con salidas que desmienten la caricatura torcida que hacen de él. Me consta.

Recuerdo la conferencia de prensa celebrada en La Habana, en abril de 1990, con los ecos de la disolución de la Unión Soviética de fondo y mientras Washington ya tenía “la servilleta puesta para almorzarse a la isla con cuchillo y tenedor”, como escribiría entonces Eduardo Galeano. Fidel advirtió a los periodistas que una agresión a Cuba repetiría la hazaña de Numancia, la ciudad ibérica que resistió el ataque de los incultos pero poderosos romanos en 146 antes de Cristo, y prefirió inmolarse antes que rendirse. Cualquier cubano entendía, dijo, por qué aquel pueblo se resistió a entregar su lengua, sus dioses, sus modos de vivir, sus campos y sus ciudades al imperio. Para virtudes y defectos preferían, en cualquier caso, sin dudarlo, los propios. Un periodista español preguntó cómo era posible que él convocase al pueblo al holocausto. “Si tus antepasados hubiesen pensado como tú, ahora me estarías preguntando en francés”, respondió el líder revolucionario.

Pero en Fidel la idea numantina jamás fue fanatismo ni nacionalismo suicida. Mientras ese diálogo ocurría, un laboratorio científico cubano producía e intentaba comercializar la primera vacuna contra la meningitis tipo B, que había sido el principal problema de salud de los niños en la isla y mataba cada año a 85 mil personas en el mundo. Washington quería el fármaco, pero se negaba a pagar un solo centavo al gobierno de La Habana y puso como condición cambiarlo por comida. A la principal investigadora, Conchita Campa, le sorprendió la respuesta de Fidel cuando tuvo que comunicarle la noticia: “Los niños que se van a salvar en Estados Unidos no tienen la culpa de tal arrogancia. Claro que la vamos a cambiar por alimentos”. Así llegaron los primeros pollos gringos que comieron los cubanos después del bloqueo naval impuesto por John Kennedy en 1961.

Se siente como si el tiempo se hubiera alargado y volviera a pasar todo en simultáneo. La revolución de 1959, la hostilidad de Estados Unidos, los 60 iniciáticos y los 70 más inflexibles, los 80 estables, los 90 insufribles tras la caída soviética y las dificultades de la vida cotidiana. Pasamos por el costado más duro del bloqueo y por la amenaza de una invasión militar, como la de Playa Girón. Por la isla cerrada y por la isla abierta al turismo. Por las colas, la enfermedad y las vacunas. Por el Miami terrorista y farandulero, y por el Miami invisible de los migrantes que quieren normalidad para rencontrarse con sus familiares. Pasamos por todo en estos cinco años, pero hay algo que ocurrió por primera vez. Fidel Castro comenzó a estar de otro modo. Aún así, está y estará.

Tomado de: La Jornada

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Fidel y el marxismo de la Revolución cubana: rebelión contra los dogmas

Comandante Fidel Castro Ruz (1926-2016)

Por Frank Josué Solar Cabrales

Esta es una doctrina revolucionaria y dialéctica, no una doctrina filosófica; es una guía para la acción revolucionaria, y no un dogma. Pretender enmarcar en especies de catecismos el marxismo, es antimarxista.

La diversidad de situaciones inevitablemente trazará infinidad de interpretaciones. Quienes hagan las interpretaciones correctas podrán llamarse revolucionarios; quienes hagan las interpretaciones verdaderas y las apliquen de manera consecuente, triunfarán; quienes se equivoquen o no sean consecuentes con el pensamiento revolucionario, fracasarán, serán derrotados e incluso suplantados, porque el marxismo no es una propiedad privada que se inscriba en un registro; es una doctrina de los revolucionarios, escrita por un revolucionario, desarrollada por otros revolucionarios, para revolucionarios.

Fidel Castro, 3 de octubre de 1965.

*****

Los caminos del marxismo revolucionario en la Cuba de la década de 1950 discurrían fuera de los cauces del Partido Comunista. La confluencia de una serie de factores contribuyó a que esa agrupación no fuera un instrumento eficaz de vanguardia para llevar adelante un proceso de transformaciones. Aunque generalmente se ha atribuido esta incapacidad al anticomunismo rampante propio de la época de la guerra fría y el macartismo, sus causales deben buscarse sobre todo en el rechazo a la degeneración burocrática que había sufrido la Unión Soviética luego de la llegada al poder de Stalin, y a los errores cometidos en su trayectoria política, que le habían enajenado el apoyo de amplios sectores populares.

Para la joven generación de revolucionarios de los años cincuenta el partido de los comunistas no solo era aquel que había pactado con Fulgencio Batista en 1940, sino también el que había mantenido a lo largo de esa década una política reformista, de adecuación a los límites de la democracia liberal, y el que frente al golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 planteaba un frente unido de los partidos opositores para la participación electoral y la movilización de masas, en dirección contraria a una salida insurreccional. Si el Partido Socialista Popular (PSP) había pasado a la ilegalidad bajo el batistato se debía en lo fundamental al clima reinante de guerra fría, no porque su praxis y sus objetivos constituyeran una amenaza revolucionaria a la dominación de la burguesía. El partido que detentaba la representación oficial del marxismo en Cuba contaba con una militancia de esforzados luchadores, cuya disciplina y entrega en el combate por demandas concretas de los trabajadores eran proverbiales, pero no se proponía una alternativa de ruptura violenta con la dictadura, y condenaba sistemáticamente, al menos hasta 1958, cualquier tentativa de insurgencia armada. Al decir del Che: «son capaces de crear cuadros que se dejen despedazar en la oscuridad de un calabozo, sin decir una palabra, pero no de formar cuadros que tomen por asalto un nido de ametralladora».[1]

El partido que, en teoría, debía organizar a la clase obrera para tomar el poder y encabezar una revolución socialista se encontraba inhabilitado para esa tarea. Esta situación explica que la vanguardia política e intelectual de la nueva hornada de revolucionarios, movida por aspiraciones socialistas de transformación, al mismo tiempo rechazaba el marxismo de origen soviético y su representante nacional. Estos jóvenes, para llevar adelante sus ideales de redención y justicia social, buscaban sus principales referentes ideológicos y políticos en la tradición del socialismo cubano, que desde la década del veinte había existido en paralelo con la vinculada a las directrices comunistas salidas del Kremlin:

En el proceso histórico del socialismo como política revolucionaria en Cuba existieron dos líneas que están claramente definidas: la de un socialismo cubano, que encuentra su expresión mayor en las décadas de los años veinte y treinta del siglo XX en Julio Antonio Mella y Antonio Guiteras, y la de un socialismo inscrito en el movimiento comunista internacional. Mella y Guiteras encontraron el camino del socialismo cubano: antiimperialismo intransigente, ideal comunista, insurrección armada, frente revolucionario y ganar en la lucha el derecho a conducir la creación del socialismo.[2]

Solo entendiendo las influencias y expresiones ideológicas del socialismo cubano en esta generación se puede comprender la madurez de un documento como ¿Por qué luchamos?, testamento político de los hermanos Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, dos adolescentes de un pequeño pueblo de Pinar del Río, asesinados el 13 de agosto de 1957.

La pretensión de emprender una revolución socialista en Cuba mientras se condena tanto al capitalismo draconiano y explotador como al «falso paraíso del trabajador» de la Rusia Soviética no es un planteamiento extraño ni un «destello luminoso», sino el reflejo de la organicidad de una corriente de pensamiento extendida entre los jóvenes insurreccionales de los cincuenta. Sus críticas al socialismo de corte estalinista son de izquierda, no provienen de un anticomunismo ramplón. Ellas le señalan, por el contrario, no ser suficientemente revolucionario ni socialista.

En la misma cuerda se ubican los manifiestos programáticos de fuerzas insurgentes tales como el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y el Directorio Revolucionario (DR), donde se encuentran referencias al socialismo como meta de sus luchas.[3]

El cuadro descrito más arriba revela la complejidad del contexto en el cual se produjeron los acercamientos iniciales del joven Fidel Castro al marxismo. Su primera lectura de un texto marxista, cuando cursaba el segundo o tercer año de sus estudios universitarios, a finales de los cuarenta, fue El Manifiesto Comunista, que le causó una profunda impresión:

Tendría 20 años cuando entré en contacto con la literatura marxista; era una mentalidad virgen, no deformada y muy receptiva, una especie de esponja condicionada a lo largo de toda mi experiencia —desde que pasé hambre a los seis o siete años, desde que era muy niño—, de todas mis luchas (…) Le encontré una gran lógica, una gran fuerza, un modo de expresar los problemas sociales y políticos de una forma muy sencilla, elocuente.[4]

Las obras marxistas que captaban su interés con mayor fuerza eran aquellas dedicadas a los análisis histórico-políticos y a la lucha de clases, entre ellas El 18 Brumario de Luis Bonaparte, y Las guerras civiles en Francia. Profundizó sobre todo en El Estado y la revolución, de Lenin, por sus consideraciones acerca del poder y su toma revolucionaria. Con esas lecturas Fidel no se asumió explícitamente marxista, pero asimiló varias de sus lecciones y enseñanzas, y las interpretó de manera creadora de acuerdo con las condiciones concretas de Cuba. Según sus propias palabras, del marxismo obtuvo el concepto de lo que es la sociedad humana y la historia de su desarrollo, y una brújula para orientarse con precisión en los acontecimientos históricos.[5] Y aunque mantenía excelentes relaciones personales con los militantes comunistas, compartía la visión crítica de su generación hacia el estalinismo y la política exterior soviética, así como hacia la praxis y trayectoria política del PSP.

El espíritu rebelde de Fidel, forjado desde su infancia y adolescencia, se encontró en la Universidad de La Habana con las ideas más avanzadas y radicales de su tiempo, y allí inició un proceso de aprendizaje político y de desarrollo de su conciencia revolucionaria. Por eso afirmaba en relación con la Colina universitaria: «aquí me hice revolucionario, aquí me hice martiano, aquí me hice socialista».[6]

Con todo, el componente esencial en su formación política e ideológica no provenía de los clásicos del marxismo sino de la historia nacional, de la tradición de rebeldías del pueblo cubano, del legado de sus luchas por la liberación nacional y la justicia social. Fidel se nutrió del acumulado de una cultura política radical preponderante en el pensamiento y la acción de los revolucionarios cubanos, que tuvo en Martí su principal maestro y exponente más destacado, y que proveyó al país de una revolución popular de independencia y de una larga sucesión de combates e ideas por la justicia y la libertad. Fidel da continuidad a ese radicalismo, del que aprendió que sus actos, sus ideas, sus propuestas y sus proyectos debían ser «muy subversivos respecto al orden establecido y sus fundamentos, y muy superiores a lo que parecía posible al sentido común y a las ideas compartidas en su tiempo, inclusive a las de otros revolucionarios».[7]

Fidel llegó al marxismo por la senda que le había abierto José Martí, y por eso asumió en él una condición revolucionaria:

yo venía siguiendo una tradición histórica cubana, una gran admiración por nuestros patriotas, por Martí, Céspedes, Gómez, Maceo. Antes de ser marxista fui martiano, sentí una enorme admiración por Martí; pasé por un proceso previo de educación martiana, que me inculqué yo mismo leyendo sus textos. Tenía gran interés por las obras de Martí, por la historia de Cuba, empecé por aquel camino.[8]

La única forma que tenía el marxismo de ser revolucionario en la Cuba de los cincuenta era emprender un camino propio, nuevo, que tomara en cuenta los datos concretos de la realidad nacional para irse por encima de ellos y plantear un proyecto eficaz de subversión total de la sociedad.

Cuando ocurre el golpe militar de marzo de 1952 Fidel pertenece al ala izquierda del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos), un movimiento de masas heterogéneo y policlasista que pretendía llevar hasta sus últimas consecuencias, sin trasponer sus límites, el reformismo democrático burgués de la segunda república. Heredera de los ideales de la revolución del 30, traicionados y frustrados por los gobiernos auténticos, la Ortodoxia había encarnado la esperanza de una vida mejor para las mayorías populares a través de la lucha contra la corrupción y el adecentamiento de la vida pública.

El golpe sepultó no solo esa esperanza, sino la legitimidad y el crédito de todo el orden político anterior, que garantizaba la reproducción de la hegemonía burguesa. Frente a la nueva situación Fidel comprende, a diferencia de la dirigencia ortodoxa, pasiva y confundida por los acontecimientos, que «el momento es revolucionario y no político». Entiende que necesariamente tendrá que ser muy creativo y rebelde para no seguir los caminos trillados de participación electoral, abstención anodina o compromisos sin principios con los corruptos de ayer, que conducen a callejones sin salida; y dar forma a nuevas vías y métodos para la liberación.

Por eso, a partir del análisis de las circunstancias propias y de la interpretación de las aspiraciones y necesidades populares, con las herramientas de la formación política que había acumulado y de las experiencias vividas, se dedicó a la articulación de un movimiento clandestino dispuesto a combatir para movilizar al pueblo y guiarlo a la conquista revolucionaria del poder.

De los sectores más humildes de la sociedad y de la misma Juventud Ortodoxa que en 1948 había proclamado como su aspiración ideológica fundamental «el establecimiento en Cuba de una democracia socialista» y definido que la lucha por la liberación nacional de Cuba era «la lucha contra el imperialismo estadounidense»,[9] salió el grueso de los asaltantes al cuartel Moncada. Las acciones del 26 de julio de 1953 sorprendieron a todos porque rompieron con todo lo que parecía posible. Los protagonistas no habían sido ninguno de los actores principales del drama político nacional. La oposición a la dictadura hasta ese momento había transcurrido por los canales pacíficos de las declaraciones de denuncia y condena, de la resistencia pasiva y legal, y los insurreccionalistas auténticos y ortodoxos, que contaban con abundantes medios bélicos y con la experiencia de antiguos combatientes revolucionarios y de los grupos de acción de los años treinta y cuarenta, no pasaban de la promesa de operaciones armadas que nunca se concretaban.

De los muros del Moncada surgió, de manera inesperada y prácticamente de la nada, sin fortunas ni grandes recursos, sin tribunas, espacios de poder ni militancia numerosa, contando solo con el esfuerzo de gente sencilla de pueblo y unas pocas armas de escaso calibre, una nueva vanguardia revolucionaria, inserta en un complejo entramado de relaciones donde pugnaban diversos factores políticos, cada uno con intereses y objetivos distintos. El 26 de julio de 1953 abrió el camino de la lucha armada contra la dictadura batistiana, pero esa fecha no significó solo un asalto contra las oligarquías, sino también contra los dogmas revolucionarios, como diría el Che. Entre ellos los que certificaban la imposibilidad de desarrollar en Cuba una insurrección victoriosa de carácter popular contra el ejército, menos a 90 millas del imperialismo norteamericano, y que el modo de derrocar a Batista era a través de transacciones políticas o de conjuras de pequeños grupos de civiles armados con conspiraciones militares.

Cuando en el juicio a los sobrevivientes del asalto se presentó como elemento acusatorio un libro de Lenin encontrado en el apartamento de Abel Santamaría en 25 y O, Fidel respondió que sí leían a Lenin porque quien no lo hiciera era un ignorante, pero lo cierto es que no se limitaban a la lectura: los principales dirigentes del movimiento, Fidel, Abel y Jesús Montané, realizaban círculos de estudios de obras marxistas durante los meses previos a la acción. Si el marxismo estuvo presente en los análisis sociales y de situación de los líderes, la inspiración fundamental común a todos los asaltantes era la figura de José Martí, su ideología radical y democrática. Así lo declaraban en el Manifiesto a la Nación que sería leído por radio en caso de éxito: «La Revolución declara que reconoce y se orienta en los ideales de Martí, contenidos en sus discursos, en las Bases del Partido Revolucionario Cubano, y en el Manifiesto de Montecristi; y hace suyos los Programas Revolucionarios de la Joven Cuba, ABC Radical y el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos)».[10] Resalta entre los programas asumidos como propios el de la Joven Cuba, que se proponía como objetivo «que el Estado cubano se estructure conforme a los postulados del Socialismo»,[11] y planteaba una línea insurreccional para lograrlo.

Uno de los aportes prácticos más significativos de la Revolución cubana a la teoría marxista es la importancia de la determinación personal para la creación de las llamadas condiciones subjetivas en una situación revolucionaria, y de la función pedagógica que para la movilización del pueblo tienen los hechos consumados, las promesas cumplidas, los ejemplos heroicos individuales y colectivos. Para cualquier empeño insurreccional una derrota militar como la sufrida en los asaltos a los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo podía haber significado un golpe terminal e irreversible. Unos pocos meses antes, el 5 de abril de 1953, varios miembros del Movimiento Nacional Revolucionario fueron apresados cuando estaban a punto de emprender una operación de toma de la fortaleza de Columbia, en coordinación con militares complotados. El hecho representó el fracaso del proyecto insurreccional de esa organización y marcó el inicio de su declive. En cambio, Fidel y los sobrevivientes del asalto al Moncada mantuvieron la decisión de continuar peleando bajo cualquier circunstancia y convirtieron el juicio que se les siguió en la plataforma para hacer llegar su mensaje revolucionario al pueblo y obtener una extraordinaria victoria política.

En especial el alegato de autodefensa de Fidel, conocido como La historia me absolverá, distribuido clandestinamente de forma masiva en todo el país, fue el vehículo a través del cual no solo se denunciaron los crímenes de la tiranía contra los combatientes del 26 de julio de 1953, sino también se dieron a conocer la ideología que los animaba y los objetivos que perseguían. Se convirtió en el primer programa de la Revolución, además de por las medidas de beneficio popular que relacionaba, porque explicaba que ellas solo podrían realizarse mediante la conquista del poder por métodos revolucionarios y con la participación protagónica de las mayorías en esa lucha.

El documento contiene un brillante análisis marxista de la estructura de dominación de clases que existía en Cuba, y define como pueblo, en función de la lucha, a la masa trabajadora y humilde del país, que sufría bajo el yugo de la dictadura, pero que también padecía un sistema social de opresión y exclusión. De ese modo, se dirigía a las fuerzas populares que debían conformar el frente revolucionario, aquellas en las que se apoyaría y a cuyos intereses respondería un gobierno salido de la insurrección victoriosa, e identificaba en el campo enemigo, más allá de Batista y sus aparatos represivos, a las «manos extranjeras», los «poderosos intereses», los «poseedores de capital».

En La historia me absolverá se exponía de forma nítida que el objetivo de la Revolución era cumplir la promesa de soberanía nacional y justicia social largamente postergada desde la manigua y la propuesta martiana, y otra vez preterida y traicionada en la Revolución del 30. Ello significaba que la lucha no se agotaba con el derrocamiento de una dictadura sino que implicaba el inicio de cambios económicos, políticos y sociales de profundo calado que transformaran las estructuras de dominación e injusticia de la sociedad cubana. Para los jóvenes moncadistas el ideal revolucionario se sintetizaba en la siguiente tríada ideológica: libertad política, independencia económica, justicia social; extendida en el imaginario político cubano a partir de las jornadas de lucha contra Machado y la primera dictadura de Batista. Aunque en el texto no se mencionara la palabra socialismo, en las condiciones concretas de la Cuba de 1953, un país subdesarrollado y dependiente, sojuzgado por el imperialismo, las medidas que proyectaba solo podrían ser cumplidas y llevadas hasta sus últimas consecuencias con una revolución socialista. Las exigencias de libertad, independencia, igualdad y justicia social eran ya incompatibles con los límites que imponía el capitalismo. Así lo explica el propio Fidel:

Para nosotros, ya aquella era una lucha por una revolución profunda, pero todavía en todo aquel período no estaba planteada una revolución socialista. Ya se había publicado mi discurso de autodefensa en el Moncada. Cualquiera que lea en serio dicho material, y lo lea bien, ve que hay un programa, que ahí están todos los gérmenes de una revolución mucho más progresista, de una revolución socialista: hablo de utilizar los recursos en el desarrollo del país, de la ley urbana, de la propiedad de la vivienda, la reforma agraria, de las cooperativas; ya digo el máximo que se puede decir en tal período, el programa más ambicioso que se podía proclamar y que fue la base de todo lo que hizo la Revolución. Ya era el programa de un marxista-leninista, de alguien que comprendía bien la lucha de clases, que cuando habla de pueblo se refiere a los sectores humildes, los campesinos, los obreros, los desempleados; hay una concepción clasista planteada en La historia me absolverá, un programa que era el primer paso hacia el socialismo.[12]

Al salir de prisión el 15 de mayo de 1955, gracias a la campaña popular por la amnistía, Fidel se concentró en una batalla política de denuncias contra la tiranía. Uno de los principales objetivos que se proponía era demostrar la inexistencia de garantías y de un clima favorable para desarrollar la lucha cívica. Desde el mismo momento de su excarcelación, incluso antes, había proclamado su adhesión a una solución democrática: «La única salida que le veo a la situación cubana es elecciones generales inmediatas».[13] Este cambio de actitud, motivado por razones tácticas,[14] generó desconcierto en algunos sectores insurreccionales.[15] Sin embargo, en una de sus declaraciones públicas, una frase resultaba reveladora sobre los verdaderos objetivos de su giro táctico y el carácter radical que signaba toda su actuación: «si lo bueno posible no se alcanza, luchar por lo imposible es mejor».[16]

En realidad Fidel no había abandonado la tesis insurreccional, pero no contaba con recursos, y priorizaba las labores de organización, proselitismo y propaganda por sobre los aprestos guerreros.[17] Para su proyecto de insurrección armada popular, que rebasaba los límites de la «conspiración cuartelera» y el atentado, resultaba vital ganarse el respaldo de las masas,[18] y ese fue el centro de su actividad política, entrevistas y artículos, en los días posteriores a la amnistía.[19]

Aún se veía a sí mismo y a sus seguidores como parte de la Ortodoxia, y apreciaba en la defensa de la línea chibasista de independencia la posibilidad de conquistar el apoyo de su militancia, mayoritariamente partidaria de esa postura.[20] Dentro del amplio y heterogéneo movimiento ortodoxo representaba la alternativa más consecuente y con mayores posibilidades de ganar adeptos: la que sin pactar con los auténticos, no se quedaba en declaraciones pasivas y se disponía seriamente a la lucha armada.

A la par de esta negativa a llegar a acuerdos o alianzas con otros partidos políticos, en especial con las tendencias auténticas, pretendía aprovechar las oportunidades mínimas dadas por Batista en su intención de mostrar una cara civilista y de paz, para desarrollar una lucha política abierta que le permitiera aunar en un bloque a las amplias bases ortodoxas, las de origen popular, y a los movimientos que llamaba «fuerzas morales» del país.[21]

Aunque la prédica aglutinadora tuvo resultados parciales, la incorporación de jóvenes de diversas procedencias y de cuadros y militantes del MNR al grupo inicial de combatientes del Moncada, fue suficiente para que al integrarse oficialmente su primera Dirección Nacional el 12 de junio de 1955, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio fuera un organismo con extensión por toda la geografía nacional y con las estructuras organizativas mínimas para emprender el reinicio del enfrentamiento armado contra la dictadura.[22] Llevada al límite la «apertura democrática» de Batista, quien realmente nunca estuvo dispuesto a dar espacio a la lucha cívica, Fidel partió al exilio el 7 de julio de 1955 con un aumento de su autoridad revolucionaria en la opinión pública, ya notable a su salida de la prisión, y dejando en Cuba un aparato político-insurreccional propio. Cuando quedó demostrado que el uso de la violencia sería la única salida, decidió fiarlo todo a los esfuerzos de su organización y continuar un camino independiente, ahora de lucha armada.

Varios miembros de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio compartían una visión radical de los objetivos de la Revolución, como se puede apreciar en un editorial que publicaron en mayo de 1956: «Cuando se precise hasta las últimas consecuencias la idea democrática y socialista de la revolución nacional toda la acción está dirigida hacia ese rumbo».[23] En ese sentido insistían en la necesidad de que la organización contara con un programa más amplio y extenso para presentar al pueblo. Incluso algunos de ellos iniciaron en 1956 en Cuba las labores de redacción de una síntesis programática que tuviera en cuenta las experiencias y realidades de la lucha desde 1953.[24]

Sin embargo, Fidel se manifestaba contrario a la elaboración de un programa de ese tipo que limitara las posibilidades y el alcance de la lucha. La historia me absolverá sería durante toda la insurrección la base programática del Movimiento 26 de Julio, que en lo adelante se caracterizaría por la relativa indefinición de su proyecto político de transformaciones, esbozado en líneas gruesas en manifiestos y proclamas, pero no explicitado al detalle en documentos doctrinarios. Los suyos son principios generales que están en la base del pensamiento revolucionario cubano desde los años treinta, y que pudiéramos considerar universales dentro del magma ideológico de la década del cincuenta, asumidos por casi todos los movimientos antibatistianos. Expresión de aspiraciones populares, esos ideales de justicia, libertades democráticas y soberanía nacional aparecían recogidos en varios programas del espectro político cubano. Lo que distinguía al Movimiento 26 de Julio en el conjunto del campo opositor era la radicalidad de los objetivos que se proponía y de los medios que empleaba para alcanzarlos. Para sus militantes la Revolución, a través de la lucha armada y de la participación protagónica del pueblo, no podía limitarse al cese de la dictadura y a un funcionamiento adecuado y equilibrado de la institucionalidad republicana, sino producir profundas transformaciones de las estructuras sociales, políticas y económicas del país, que beneficiaran a sus capas más humildes.

Las razones que convirtieron al Movimiento 26 de Julio en la organización hegemónica de la oposición a la dictadura de Batista y la colocaron en condiciones de dirigir la revolución fueron variadas:

Haber producido el primer hecho armado de la insurrección, y obtener de él un saldo político favorable a pesar de haber constituido una derrota militar. Una conducta de firmeza y coherencia en sus promesas, que se cumplen aun a riesgo de la vida, y en la cual los hechos acompañan a las palabras. Esa capacidad de aportar el hecho revolucionario movilizador, con oportunidad, le va a atraer la simpatía y la confianza del pueblo, sobre todo de sectores juveniles que habían perdido la fe en los políticos tradicionales.

El discurso ideológico del Movimiento 26 de Julio, muy abarcador y atractivo, sin definiciones sectarias, logró expresar las aspiraciones de los sectores más humildes e identificarse con ellos, y le permitió contar con una gran resonancia política y social.

El liderazgo carismático, permanente y ascendente de Fidel, al interior y hacia fuera del M26, que se va profundizando y adquiriendo mayores significados durante todo el proceso, y que a partir de mayo de 1958 consigue centralizar en su persona la dirección política y militar de la Revolución.

La práctica de una política de principios, que se maneja con flexibilidad. Actitud intransigente ante posibilidades de junta militar e intervención extranjera.

Empleo hábil de la propaganda, a la que se otorga la máxima importancia.

Capacidad de sumar actores, partiendo de un status inicial de célula, de grupo cerrado, y de crecer rápidamente en espacio y número. Una política efectiva de alianzas con otras organizaciones sin comprometer su programa revolucionario, buscando siempre la supremacía del Movimiento.

La creación de organismos de frente, como el Frente Estudiantil Nacional, el Frente Obrero Nacional y la Resistencia Cívica, más allá de su militancia directa, que le permitió movilizar el apoyo de amplios y disímiles sectores sociales.

Saber reponerse y superar sus propios errores y fracasos. Se recuperó de ellos en muy poco tiempo. Convirtió derrotas en victorias, a una velocidad impactante.

En la década de los cincuenta la doctrina oficial «marxista-leninista» de la Unión Soviética establecía que en los países que habían sido colonizados no se podía siquiera plantear la posibilidad de la victoria de una insurrección conducente a una revolución socialista, porque debían primero completar una etapa de desarrollo capitalista, donde a los trabajadores y comunistas les correspondía apoyar a sus burguesías nacionales para que cumplieran sus tareas democráticas y progresistas. Tal postura teórica iba acompañada de una política de coexistencia pacífica entre el campo del «socialismo real» y el mundo capitalista, que abandonaba la perspectiva internacionalista de la lucha de clases y desalentaba el surgimiento de rebeliones contra la dominación del imperialismo y las burguesías autóctonas en el llamado Tercer Mundo.

La Revolución cubana fue la herejía que, encabezada por Fidel, no solo subvirtió por completo el orden social imperante en Cuba, sino transgredió los roles que ese esquema teórico asignaba a las realidades y a las rebeldías de los pueblos, y destrozó todos los cálculos y pronósticos de lo posible en el equilibrio geopolítico entre las grandes potencias. Demostró que era factible, partiendo de las condiciones concretas de un país con una estructura de dominación neocolonial como Cuba, y apelando a la fuerza, organización y movilización de los más humildes, desplegar una insurrección popular victoriosa que se planteara objetivos trascendentes de liberación nacional y justicia social. El líder rebelde que en junio de 1958, en plena Sierra Maestra, resistiendo una ofensiva militar de la dictadura, advirtió que su destino verdadero sería luchar contra el imperialismo norteamericano, enseñó y aprendió, junto con su pueblo, que solo con el socialismo podíamos librarnos del dominio extranjero y construir una sociedad de igualdad y libertad plenas. Y nos dejó, como lección eterna de incalculable valor que para una revolución lo más sensato y recomendable, es decir, lo mejor, será siempre luchar por lo imposible.

Notas

[1] Ernesto Guevara de la Serna: Pasajes de la guerra revolucionaria. Cuba 1956–1959, 3ra. ed., 4ta. reimpr., Editora Política, Ciudad de La Habana, 2003, p. 200.

[2] Fernando Martínez Heredia: «Guiteras y el socialismo cubano», en Fernando Martínez Heredia: La Revolución Cubana del 30. Ensayos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007, p. 118.

[3] «El movimiento insurreccional de los años cincuenta albergaba muy fuertes visiones de socialismo cubano y de sus nexos íntimos con la liberación nacional. Es muy comprensible que así fuera, dada la densidad que tuvo la historia de protestas, rebeldías y acciones colectivas revolucionarias en Cuba entre 1868 y 1959, si vemos el período en perspectiva histórica, y dadas su gran coherencia y su enorme vocación de sentirse continuadores, herederos y llamados a consumar los esfuerzos y los proyectos anteriores (…) Los textos de la insurrección –documentos de organizaciones, artículos publicados, cartas y mensajes políticos y personales, anotaciones de pensamiento o proyectos, comunicaciones orales– abundan en el uso de conceptos de liberación, antiimperialismo, socialismo, nacionalismo revolucionario, latinoamericanismo, democracia». Fernando Martínez Heredia: «Visión cubana del socialismo y la liberación», en Fernando Martínez Heredia: Pensar en tiempo de revolución. Antología esencial, CLACSO, Buenos Aires, 2018, p. 869.

[4] Katiuska Blanco Castiñeira: Fidel Castro Ruz: Guerrillero del Tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, 1era. parte, tomo 1, Ediciones Abril, Ciudad de La Habana, 2011, pp. 251, 253.

[5] Ignacio Ramonet: Cien horas con Fidel, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, Ciudad de La Habana, 2006. pp. 124–126.

[6] Discurso de Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, 4 de septiembre de 1995. Disponible en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1995/esp/f040995e.html

[7] Fernando Martínez Heredia: «Revolución Cubana, Fidel y el pensamiento latinoamericano de izquierda», en Fernando Martínez Heredia: Pensar en tiempo de revolución. Antología esencial, p. 1180.

[8] Katiuska Blanco Castiñeira: Ob. cit., 1era. parte, tomo 1, p. 254.

[9] Comisión Nacional Organizadora de la Sección Juvenil del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos): «El pensamiento ideológico y político de la juventud cubana», en Colectivo de autores: Eduardo Chibás: imaginarios, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2010, pp. 89–90.

[10] Manifiesto a la Nación. Disponible en http://www.fidelcastro.cu/es/documentos/manifiesto-del-moncada

[11] Fernando Martínez Heredia: «Guiteras y la revolución», en Fernando Martínez Heredia: Pensar en tiempo de revolución. Antología esencial, p. 953.

[12] Katiuska Blanco Castiñeira: Ob. cit., 1era. parte, tomo 1, p. 95.

[13] Carlos Franqui: «Amnistía Política. Los Presos en libertad. En Batabanó. Una entrevista con Fidel Castro», en Carteles, La Habana, año 36, no. 21, 22 de mayo de 1955, p. 38. «Cuando todavía estábamos presos dije en mi carta a Luis Conte, publicada en Bohemia, que si un cambio de circunstancias y un régimen de positivas garantías exigiesen un cambio de táctica en la lucha, lo haríamos en acatamiento a los supremos intereses de la nación (…) Ya en libertad, ratificamos esas palabras sin reticencias de ninguna clase porque no somos perturbadores de oficio y sabemos hacer en cada momento lo que conviene al país». «Manifiesto al Pueblo de Cuba de Fidel Castro y Combatientes», en La Calle, La Habana, Año I, Nº 39, 16 de mayo de 1955, p. 1.

[14] «…nosotros fuimos puestos en libertad por una gran demanda de la población y dentro de un clima de búsqueda de la paz, por lo que no podíamos aparecer desde el primer instante levantando el estandarte de la lucha armada, queríamos dejar bien claro que si no había una solución política, no era por culpa nuestra sino de Batista». Katiuska Blanco Castiñeira: Ob. cit., 1era. parte, tomo 2, p. 328.

[15] «Frank considera prematuro ese paso [la unión con Fidel y los moncadistas]. Flota en el ambiente el que los moncadistas se incorporarán a la lucha cívica en los términos de una oposición pública y pacífica y la posición de los integrantes de ARN [Acción Revolucionaria Nacional] es la insurrección armada». Renaldo Infante Urivazo: Frank País, leyenda sin mitos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011, p.135. «…a la salida de la cárcel, Fidel hizo unas declaraciones en las que decía que estaba dispuesto a participar en la lucha cívica, y dio a entender que se iba a enrolar en la vida política, apartándose del camino insurreccional. Esto, al parecer, no fue muy bien entendido por Frank y Pepito, quienes se mostraron cautelosos». Reinaldo Suárez Suárez y Oscar Puig Corral: La complejidad de la rebeldía, Ediciones La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2010, p. 58.

[16] Conferencia de prensa de Fidel Castro a la salida de prisión, 15 de mayo de 1955, en Mario Mencía: Las rejas se abrieron, obra inédita.

[17] «La tarea nuestra ahora de inmediato es movilizar a nuestro favor la opinión pública; divulgar nuestras ideas y ganarnos el respaldo de las masas del pueblo. (…) Antes éramos pioneros anónimos de esas ideas, ahora estamos obligados a pelear por ellas a cara descubierta, la táctica debe ser completamente nueva». Carta de Fidel Castro a Haydée Santamaría y Melba Hernández, Isla de Pinos, 19 de junio de 1954. Fondo Fidel Castro Ruz. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. «Nuestra línea es la de la movilización de las masas; no la conspiración cuartelera ni el atentado». Declaraciones de Fidel Castro al salir de prisión el 15 de mayo de 1955, en Luis Conte Agüero: Fidel Castro, vida y obra, Editorial Lex, La Habana, 1959, p. 235.

[18] «Considero que en estos momentos la propaganda es vital; sin propaganda no hay movimiento de masas, y sin movimiento de masas no hay revolución posible». Carta de Fidel Castro a Haydée Santamaría y Melba Hernández, Isla de Pinos, 18 de junio de 1954. Fondo Fidel Castro Ruz. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. «…nuestras posibilidades de triunfo se basan en la seguridad de que el pueblo respaldaría los esfuerzos de hombres limpios que pondrían por delante desde el primer momento sus leyes revolucionarias (…) Nuestras esperanzas se fundan en el pueblo. ¡Lancemos cuanto antes a la calle nuestro programa que es el único verdaderamente revolucionario, y nuestras ideas para organizar después el gran movimiento revolucionario que debe coronar los ideales de los que cayeron!». Carta de Fidel Castro a Haydée Santamaría y Melba Hernández, Isla de Pinos, 19 de junio de 1954. Fondo Fidel Castro Ruz. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. «…nunca será demasiado repetir que es la propaganda la que vincula a los pueblos a una bandera». Carta de Fidel Castro a Melba Hernández, Isla de Pinos, 5 de septiembre de 1954. Fondo Fidel Castro Ruz. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

[19] Un amplio reportaje de lo ocurrido en estos 53 días puede consultarse en Mario Mencía: «Solución: la del 68 y el 95». En Bohemia, La Habana, Año 77, números 20 al 33, mayo 17, 24, 31; junio 7, 14, 21, 28; julio 5, 12, 19, 26; y agosto 2, 9, 16 de 1985.

[20] «Si esta línea no ha sido la correcta ¿por qué crecen día a día las simpatías del pueblo hacia nosotros mientras sectores antes poderosos se van aniquilando? Gracias a nuestra postura podemos contar con el respaldo pleno de la masa ortodoxa que está por encima de todas las tendencias y representa cientos de miles de ciudadanos. Esa masa es partidaria de la línea de independencia, que siempre fue nuestra línea revolucionaria. Declararlo paladinamente ha sido un enorme acierto. (…) Defenderla no quiere decir en absoluto que ingresemos en ninguna tendencia política, sino afirmar ante el pueblo nuestra posición histórica». Carta de Fidel Castro a Haydée Santamaría y Melba Hernández, Isla de Pinos, 19 de junio de 1954. Fondo Fidel Castro Ruz. Archivo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

[21] «Lucharé por la unidad de las fuerzas morales. (…) Todos los que pensamos de una misma manera, todos los que tenemos un mismo pensamiento social y una misma ideología progresista debemos unirnos. (…) Esta es la hora de unirnos porque se observa una fe nueva que surge y un despertar en la conciencia nacional que estimula a mejores determinaciones». Declaraciones de Fidel Castro al salir de prisión el 15 de mayo de 1955, en Luis Conte Agüero: Ob. cit., p. 235.

[22] Armando Hart: «Fundación del Movimiento 26 de Julio», en Enrique Oltuski Ozacki et. al. (coords): Memorias de la Revolución, Ediciones Imagen Contemporánea, Ciudad de La Habana, 2007, pp. 78–91.

[23] «Revolución: única salida», en Aldabonazo, Órgano del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, no. 1, 15 de mayo de 1956, p. 1.

[24] Enrique Oltuski Ozacki: Gente del Llano, Ediciones Imagen Contemporánea, Ciudad de La Habana, 2001, p. 95.

Tomado de: La Tizza

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El internacionalismo de Fidel

Por Roberto Regalado

“Los tiempos son muy difíciles, pero tengo la más absoluta convicción de que con el valor y la inteligencia de nuestro pueblo y con la solidaridad de ustedes, que de forma tan espontánea y tan generosa se ha expresado en esta reunión, el pueblo cubano, en el que tendrán ustedes el más firme y leal compañero de lucha, sabrá luchar, sabrá cumplir con su deber y sabrá llevar adelante su propósito de salvar la patria, la Revolución y las conquistas del socialismo.”

Fidel Castro Ruz, discurso de clausura del IV Encuentro del Foro de São Paulo, La Habana, 24 de julio de 1993

Si bien fue una obra colectiva, como lo es toda obra de la Revolución Cubana, la Segunda Declaración de la Habana constituye la síntesis original, integral e imperecedera del ideario tercermundista y latinoamericanista de Fidel. En los ya casi sesenta años transcurridos desde que el 4 de febrero de 1962 fue aprobada, con vítores y a mano alzada, por más de un millón de hombres y mujeres reunidos en la Plaza de la Revolución “José Martí” de La Habana, en representación de inmensa mayoría del pueblo cubano, mucho han cambiado las condiciones, características, medios y métodos de las luchas populares en el mundo. Sin embargo, los valores y principios internacionalistas, tercermundistas y latinoamericanistas plasmados en este histórico documento siempre han de ser la brújula imperdible con la que el partido, el gobierno, las organizaciones de masas y sociales, y la sociedad socialista cubana en general, realicen las imprescindibles actualizaciones y adecuaciones periódicas a sus respectivas relaciones internacionales.

“Del pueblo de Cuba a los pueblos de América y del mundo” es el encabezamiento de la Segunda Declaración de La Habana que, luego de citar el más conocido fragmento de la carta inconclusa de José Martí a Manuel Mercado, del 18 de mayo de 1895,[1] afirma:

Ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América y llamó al imperialismo por su nombre: imperialismo. A los pueblos de América advirtió que ellos estaban más que nadie interesados en que Cuba no sucumbiera a la codicia yanqui, despreciadora de los pueblos latinoamericanos. Y con su propia sangre, vertida por Cuba y por América, rubricó las póstumas palabras que, en homenaje a su recuerdo, el pueblo de Cuba suscribe hoy a la cabeza de esta Declaración.

Sería imposible reseñar en estas líneas, ni aun en sus términos más generales, la solidaridad internacionalista, civil y militar, brindada por la Revolución Cubana a otros pueblos de todas las latitudes del orbe. Sin pretensiones de llenar ese vacío, aventuro unas palabras sobre el pueblo cubano, en su condición de “más firme y leal compañero de lucha” de América Latina y el Caribe, como lo definió Fidel en el IV Encuentro del Foro de São Paulo.

Las primeras tres décadas de vida de la Revolución transcurrieron en una era bipolar en la que resaltaba el auge de las luchas de liberación nacional —anticolonialistas, antiimperialistas y anticapitalistas— y la acción del Movimiento de Países No Alineados, en pos de un Nuevo Orden Económico Internacional y otras reivindicaciones enarboladas por el entonces llamado Tercer Mundo.

El triunfo del Ejército Rebelde en Cuba, el 1 de enero de 1959, fue catalizador del surgimiento de nuevas formas de lucha popular en América Latina. En correspondencia con los requerimientos de la etapa, el internacionalismo cubano tuvo sus más connotadas expresiones en la región con la participación de combatientes de la Isla en la gesta de Che en Bolivia, el respaldo al gobierno del presidente Salvador Allende en Chile, la amistad y colaboración con los gobiernos militares progresistas de Juan Velasco Alvarado en Perú y Omar Torrijos Herrera en Panamá, el estrechamiento de las relaciones con las naciones del Caribe, el apoyo a las luchas de los pueblos contra los Estados de “seguridad nacional” impuestos por el imperialismo norteamericano, y como colofón de la etapa, en la hermandad con la Revolución Sandinista en Nicaragua y el gobierno del Movimiento de la Nueva Joya en Granada, ambos triunfantes en 1979.

En las tres décadas recién pasadas, signadas por la impronta del derrumbe del bloque socialista europeo nucleado en torno a la Unión Soviética —acontecimiento que el imperialismo aprovechó para invisibilizar su propia crisis sistémica, y la socialdemocracia para encubrir su capitulación total ante el neoliberalismo—, en vez de quedar inmovilizada por nostálgicos recuerdos y concepciones superada por la historia, la Revolución Cubana dio todo su apoyo a la apertura y ampliación de los nuevos horizontes de la transformación social revolucionaria y la reforma progresista en el subcontinente.

Siempre atento a los tiempos y a los procesos políticos internacionales y continentales, en la década de 1980, que resultó ser la década transicional entre la bipolaridad y la unipolaridad mundial, Fidel posicionó a Cuba en la primera línea de las grandes batallas políticas de finales del siglo XX e inicios del XXI. Con coherencia, armonía y sentido de complementariedad:

guió al partido en el titánico combate político para demostrar que la crisis terminal en que se hallaban sumidos los países socialistas de Europa Oriental y la propia Unión Soviética, no presagiaba ni determinaba la extinción de las luchas emancipadoras, y lo condujo por la senda del establecimiento y estrechamiento de relaciones con los nuevos movimientos políticos —nacidos, revitalizados y/o potenciados, según el caso, en medio de la decadencia y la derrota de las dictaduras militares y las plutocracias de la época—, en su condición de fuerzas emergentes que incorporaban a sus luchas una amplia variedad de reivindicaciones y temas sociales;

lideró al gobierno para que, junto a sus pares de la región, fuese participante activo en el abordaje de los tres principales problemas continentales de la década: el apoyo a la solución negociada del conflicto centroamericano —en cuyo epicentro se hallaban las fuerzas revolucionarias de Nicaragua y El Salvador—, el respaldo a la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, y el rechazo a las onerosas condiciones impuestas a los pueblos a raíz de la crisis de la deuda externa; y,

comprendió, respetó y estimuló a las organizaciones de masas y sociales cubanas, que a tono con sus respectivos contenidos de trabajo, perspectivas, intereses y sensibilidades, desarrollaron una estrecha y fecunda interacción con los movimientos populares del resto del continente, los cuales marchaban en la punta de vanguardia de la lucha contra la reestructuración neoliberal y toda forma de opresión, explotación y discriminación.

De Fidel y Lula surgió la iniciativa de efectuar, en julio de 1990, el Encuentro de Partidos y Organizaciones Políticas de Izquierda de América Latina y el Caribe, luego rebautizado con el nombre Foro de São Paulo, dentro del cual el PCC acompañó en forma activa y constructiva el proceso de reestructuración organizativa y redefinición programática de la izquierda y el progresismo de la región.

Con idéntico compromiso, las organizaciones de masas y sociales cubanas participaron en el Foro Social Mundial, nacido en Porto Alegre en 2001, y en las diversas las redes y campañas latinoamericanas y caribeñas, entre ellas, la Asamblea de los Pueblos del Caribe, la conmemoración de los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, las acciones contra la guerra, la militarización y las bases militares, la lucha contra el ALCA y los encuentros anuales sobre globalización y problemas del desarrollo organizados por la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba desde 1999 hasta 2010.

La vida demostró que el curso de acción promovido por Fidel era el correcto: a sólo seis años, once meses y doce días de la disolución de la Unión Soviética, formalizada el 25 de diciembre de 1991, que sirvió de base para que alguien vaticinara el «fin de la historia», Hugo Chávez ganaba por primera vez la presidencia de Venezuela, el 6 de diciembre de 1998, y con ese triunfo forjaba el primer eslabón de una larga y fructífera cadena de elecciones y reelecciones de gobiernos latinoamericanos de izquierda y progresistas.[2]

En medio de un mapa político regional nunca antes visto, el internacionalismo, el latinoamericanismo y el caribeñismo de Cuba florecieron en todas sus manifestaciones y dimensiones. Con la misma coherencia, armonía y sentido de complementariedad de las que hizo gala a lo largo de las dos décadas anteriores, Fidel:

guió al partido hacia el estrechamiento, el fortalecimiento y la adecuación a las nuevas condiciones de la interacción constructiva con las fuerzas políticas de izquierda y progresistas, que en unos países gobernaban y en otros, aunque no llegaron a ejercer el gobierno, ocupaban espacios institucionales sin precedentes, política que en modo alguno implicó discriminar ni restarle valor o importancia a hermandad y la solidaridad con los sectores de la izquierda habían avanzado menos o no habían incursionado en ese terreno;

lideró al gobierno en función de un salto cualitativo en las relaciones bilaterales con las naciones gobernadas por fuerzas de izquierda y progresistas, del mejoramiento de las relaciones con otras naciones no gobernados por la izquierda y el progresismo, pero a las que la correlación regional de fuerzas estimulaba a acercarse a Cuba, y de la inserción de nuestro país en la red de mecanismos de concertación política e integración económica formada por el ALBA‑TCP, el MERCOSUR hegemonizado por el progresismo, el CARICOM, la UNASUR y la CELAC; y

comprendió, respetó y estimuló a las organizaciones de masas y sociales cubanas, que multiplicaron y potenciaron su fraternal acción común con los movimientos populares cuya fuerza y combatividad los había erigido en el pilar fundamental de la elección y la sostenibilidad de los gobiernos de izquierda y progresistas.

De la correlación regional de fuerzas favorable a los movimientos populares, la izquierda y el progresismo, es preciso destacar que la labor de Cuba en los tres ámbitos mencionados, el partidista, el gubernamental y el social, indisolublemente fundidos en el ideario internacionalista de Fidel, fue una contribución decisiva a:

El nacimiento de una familia solidaria, latinoamericana y caribeña, con la que Cuba estableció una relación fraternal mutuamente ventajosa, que en gran medida la ayudó a neutralizar las consecuencias del doble bloqueo y el período especial, cuyos devastadores efectos sufrió, con máximo rigor, a partir del colapso de la URSS.

La victoria política obtenida por esa familia solidaria al lograr que la OEA anulara la expulsión de Cuba del Sistema Interamericano, acordada el 30 de enero de 1962, en Punta del Este, Uruguay, por la VIII Reunión de Consulta de esa organización, a la que pueblo cubano respondió mediante la Segunda Declaración de La Habana. Gracias a la acción concertada del ALBA‑TCP, el MERCOSUR, la UNASUR, el CARICOM y el Grupo de Río (poco después convertido en CELAC), aquella sanción fue suspendida por la XXXIX Asamblea General de la OEA, en San Pedro Sula, Honduras, el 3 de junio de 2009. Aunque Cuba jamás reingresará a la OEA, sí reconoce el simbolismo de ese acto de desagravio.

El proceso de normalización de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, realizado por los gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro, conducente al restablecimiento de los vínculos diplomáticos en diciembre de 2014, la apertura de embajadas en agosto de 2015, y el relajamiento parcial de un mínimo de los elementos del bloqueo económico. Una de las motivaciones principales de la parte estadounidense en este proceso fue salir del aislamiento continental en que el rechazo latinoamericano y caribeño al bloqueo a Cuba lo había colocado.

Con la conducción personal de Fidel contaron las multifacéticas relaciones exteriores de Cuba hasta que una grave afección de salud lo llevó a emitir la Proclama del 31 de julio  de 2006, que a la postre marcaría el cese de sus funciones al frente del partido y el Estado cubanos. No obstante, tan pronto como su recuperación relativa se lo permitió, retomó la difusión de sus ideas, mediante el nuevo método consistente en publicar sistemáticamente sus reflexiones en la prensa, labor que continuó casi hasta el momento de su desaparición física, el 25 de noviembre de 2016.

América Latina y el Caribe atraviesan de nuevo por tiempos muy difíciles, no iguales, pero sí comparables por su complejidad y peligrosidad a los que se refirió Fidel en la clausura del IV Encuentro del Foro de São Paulo. Aquellos eran tiempos en los que el imperialismo norteamericano, que desde principios de la década de 1980 imponía al mundo la globalización neoliberal, como medio para contrarrestas su pérdida de competitividad económica y hegemonía política, aprovechaba el fin de la bipolaridad para anunciar un nuevo orden mundial.

En ese contexto, en América Latina y el Caribe sustituía a los Estados de seguridad nacional de las décadas de 1960 a 1980, por “democracias neoliberales”,[3] subordinadas a mecanismos transnacionales de control y sanción.

La incompatibilidad absoluta entre las contradicciones económicas y sociales en extremo agudizadas por la reestructuración neoliberal y la institucionalidad democrático‑liberal mediante la cual se pretendía legitimar la nueva forma de expoliación, es uno de los factores explicativos de la cadena de elecciones y reelecciones de gobiernos de izquierda y progresistas iniciada en diciembre de 1998, a los que en ningún momento dejaron de intentar destruir las administraciones de William Clinton, George Bush Jr., Barack Obama, Donald Trump y Joseph Biden.

Mediante la desestabilización de espectro completo, las llamadas estrategias de lucha noviolenta, y las guerras de cuarta y/o quinta generación, el imperialismo norteamericano y las oligarquías latinoamericanas, también con apoyo de sus aliados europeos, desdibujaron el mapa político favorable a los movimientos populares y las fuerzas políticas de izquierda y progresistas de la década de 2000. Golpes de estado de diversos tipos en Honduras (2009), Paraguay (2012), Brasil (2016) y Bolivia (2019), derrotas electorales en Argentina (2015), El Salvador (2019) y Uruguay (2019), viraje a la derecha de un presidente elegido en Ecuador (2017), y recrudecimiento de los ataques y bloqueos contra los restantes gobiernos de izquierda y progresistas, incluido el de Cuba, caracterizan estos tiempos muy difíciles. Suma importancia tiene la elección de gobiernos de orientación popular en México (2018), Argentina (2019), Bolivia (2020) y en Perú (2021), pero no basta para revertir la adversa correlación de fuerzas.

Los espacios y mecanismos globalizadores que el imperialismo norteamericano construyó, mediante la amenaza y el uso de la fuerza, en los años ochenta y noventa del pasado siglo, con el fin de utilizarlos en función del restablecimiento de su supremacía económica y su hegemonía mundial, se agotaron y se revirtieron en su contra.

A Donald Trump le correspondió renegar de ellos, destruirlos o convertirlos en espacios funcionales a sus necesidades e intereses actuales, quien no hizo otra cosa extremar e imprimirle su tragicómico sello personal al unilateralismo del “America First”, la política de sanciones económicas y cerco militar contra sus rivales (Rusia y China), las presiones a sus propios aliados (Unión Europea y Japón) para que compartan los costos de la dominación mundial estadounidense, y el retroceso de América Latina y el Caribe a un esquema transnacional de dominación, control y sanciones semejante al impuesto en la década de 1990, solo que ya no “legitimado” con democracias neoliberales, sino con democracias de excepción, como las de Mauricio Macri, Jair Bolsonaro o Jeanine Áñez.

Como parte de esa estrategia mundial y continental es que, después de la “preparación artillera” realizada con las 243 medidas de endurecimiento del bloqueo adoptadas por la administración Trump, y de un prologado aprovechamiento del impacto económico y social de la covid‑19, el imperialismo norteamericano decide escalar la estrategia de “lucha no violenta”, sistematizada por Gene Sharp, contra Cuba, a sabiendas de que no podrá crear una correlación de interna fuerzas a favor del “cambio de régimen”, pero sí con la intención de sumar adeptos para el recrudecimiento de la extraterritorial del bloqueo, con el propósito de “castigar” al pueblo de Cuba, aún más de lo que lo ha hecho durante seis décadas, por su respaldo a la Revolución.

En estos tiempos muy difíciles, como en los tiempos muy difíciles de la crisis terminal y el derrumbe del bloque socialista europeo y la URSS, del Período Especial y de la Batalla de Ideas, los valores y principios internacionalistas, tercermundistas y latinoamericanistas plasmados en la Segunda Declaración de La Habana han de ser la brújula con que el partido, el gobierno, las organizaciones de masas y sociales, y la sociedad socialista cubana en general, realicen la necesaria actualización y adecuación de sus respectivas relaciones exteriores, con la coherencia, la armonía y la complementariedad correspondiente con el legado de Fidel.

[1]       “Ya puedo escribir… ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber… de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso… Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos, más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas, el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal que los desprecia, les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo y le conozco sus entrañas; y mi honda es la de David.”

[2]       En Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Paraguay y El Salvador, y más recientemente en México, en Argentina y Bolivia recuperación del gobierno, y en Perú.

[3]     La democracia neoliberal se caracteriza por el culto a los elementos formales de la democracia burguesa, tales como el pluripartidismo, las elecciones periódicas, el voto secreto, el rechazo al fraude, la alternancia en el gobierno y otros, pero con un Estado desprovisto de la capacidad de ejercer el poder político real y, por consiguiente, ubicado fuera del espacio de confrontación gramsciano, en el que la izquierda y el movimiento popular pudieran arrancarle concesiones en materia de política social y redistribución de riqueza. Este «modelo» se complementa con un concepto de los derechos humanos que enfatiza las libertades civiles destinadas a legitimar ese ejercicio antidemocrático, pero excluye, incluso cuando los acepta de palabra, la satisfacción de los derechos económicos y sociales. Ver a Roberto Regalado: La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?, Ocean Sur, México, 2012, pp. 53‑54.

Tomado de: La santa mambisa

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Repudio

Ares (Cuba)

Por Soledad Cruz Guerra

A mí tampoco me gustan los ignominiosos actos de repudio. Por eso me indigna la andanada de ofensas, amenazas, linchamientos mediáticos, falsas noticias que desde Miami y otros puntos del planeta lanzan los totalitarios enemigos de Cuba, enceguecidos por el odio, incapaces del menor razonamiento, proclamando sin pudor sus intenciones de aniquilar, matar, arrasar con todos los que no piensen como ellos, si lograran apoderarse de la Isla.

No he leído ninguna declaración pública de ilustres personalidades, ni de sensibles académicos, ni de críticos analistas sobre esa verdad evidente. Tampoco la vi sobre los lamentables sucesos del 11 de julio contra el vandalismo de los que atacaron mercados, tiendas, tiraron piedras a un hospital, volcaron carros policiales y hasta pretendían quemar vivos a agentes del orden.

Entonces, el 11 de julio, a lo sumo, se limitaron a manifestar que no querían que se reprimiera al pueblo, como si pueblo solo fueran los violadores de la tranquilidad ciudadana, los delincuentes pagados para fomentar el caos, los que formaron el show frente al Instituto de Radio y Televisión, sabiendo a quien servían como luego se ha ido demostrando.

Esa violencia, que tomó desprevenida a la sociedad cubana, demostró la impiedad de sus organizadores para con un pueblo abrumado por la pandemia, para con un país prácticamente estrangulado por las extremas sanciones de la administración Trump. Pero demostró también que los presuntos “pacíficos” promotores del cambio de gobierno en Cuba —para instaurar el capitalismo— no tienen ninguna capacidad para evitar los hechos violentos que, desde las redes sociales, estimula la turba de odiadores, quienes apoyan a Archipiélago porque saben que tiene los mismos objetivos, aunque los disfrace impúdicamente apelando a Martí o a Gandhi.

Me quedé literalmente estupefacta cuando leí en las redes sociales que algunas “almas sensibles” acusaban al presidente cubano de provocar la división cuando llamó a defender en las calles a la nación, ante aquellos actos ignominiosos de repudio a la paz, en medio de una crítica situación económica y epidemiológica.

Ocurre que los provocadores de la violencia y sus intoxicados seguidores niegan el legítimo derecho a la defensa alegando que la Patria no es la Revolución. Ignoran que, antes de 1959, la falta de soberanía y la dependencia de Estados Unidos pisoteaban el concepto emancipador de patriotismo con el cual surgió la nación cubana, legado por los independentistas originarios.

A pesar de los defectos, los errores, las deformaciones de los hombres y mujeres que han hecho, sostenido y dirigido la Revolución, ella ha sido la garantía de una patria libre, independiente, soberana, y ha extendido el concepto de patriotismo más allá del folklore, el puerco asado en púa, el ron, fomentando un sentimiento de solidaridad universal, según el principio martiano de que patria es humanidad.

Por supuesto que para defender esos baluartes espirituales no se debe acudir a los mismos métodos de vulgarización empleados por los enemigos, hay que mostrar el repudio legítimo a los que ponen en peligro la soberanía, con la altura que merece tan elevada causa, aunque cualquier desliz en ese aspecto no se compara con la agresividad de la guerra mediática que se le hace a Cuba, con la violencia desatada el 11 de julio, con la instigación constante a producir atentados ignorados voluntariamente por quienes inventan marchas “pacíficas”.

Y aunque, repito, a mí tampoco me gustan los ignominiosos actos de repudio, la guerra que se nos ha declarado desde Miami merece una fuerte línea de defensa, el mayor de los repudios.

Tomado de: La Jiribilla

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Cuba, ¿Estado Fallido?

Por Aurelio Alonso

Hermanas y hermanos de la Casa de las Américas, quería hacerles llegar estas reflexiones en un momento tan delicado como el que vive el país. Durante el primer año de su mandato presidencial, el señor Biden ha mostrado su disposición a echar por tierra las posibilidades que todavía podría albergar una izquierda, una verdadera izquierda demócrata en Estados Unidos, de darle a ese Partido la tarea, la misión de reencauzar su sistema y su liderazgo mundial, dado su enorme poder y su enorme caudal económico, un liderazgo más digno, un camino digno para la humanidad, para salvar la humanidad, esto parece que ha caído por tierra ya en lo que ha demostrado en este primer año en la presidencia el señor Biden.

Esto incluye, por supuesto, la posición más agresiva contra los sistemas socioeconómicos que buscan una verdadera soberanía y que rechazan someterse indiscriminadamente al mandato imperial, y por supuesto el primero de estos es Cuba, que es el más emblemático y el más antiguo de estos sistemas. Y ahora en su ofensiva –que ha demostrado ser la continuidad de la ofensiva más derechista del sistema de las que implantó su antecesor, de triste recordación–, el presidente Biden centra su campaña en la idea de que Cuba es un Estado fallido y refuerza su apoyo a las acciones puntuales en contra del Estado cubano y de la sociedad cubana y del pueblo cubano, en la amenaza de establecer, de implantar nuevas sanciones. Cuba no le teme a nuevas sanciones, Cuba está viviendo sanciones de Estados Unidos desde hace sesenta años y ha seguido subsistiendo, y su resistencia ha mostrado la capacidad precisamente de Cuba de resistir y de enfrentar sanciones norteamericanas, así que no nos asustan las nuevas sanciones, ni a nuestro Presidente, ni a nuestro Estado cubano, ni a nuestra política, ni a nuestro pueblo, habituado a las sanciones. La idea del Estado fallido muy bien trabajada y muy bien elaborada evidentemente por los tanques pensantes puede admitirse que es válida. Sí, ciertamente Cuba es un Estado fallido; Cuba es un Estado fallido para las transnacionales que son capaces de hacer ganancias multimillonarias en medio de un año en que la economía mundial se depaupera totalmente debido a los efectos de una pandemia como la que está viviendo. Para esas transnacionales, para ese sistema de transnacionales que es capaz de volver a hacer crecer sus ganancias en cientos de millones de dólares en situaciones en que el resto de la economía mundial lo que crea es pobreza, miseria, hambre, es un Estado fallido; Cuba sería un Estado fallido para esas transnacionales, sería un Estado fallido para las desigualdades crecientes que se producen en el sistema norteamericano, un Estado fallido para los que tratan de hacer mercado y soborno a través del monopolio de las vacunas, es un Estado fallido para todo eso. Es un Estado fallido para toda esa miseria, de abuso de poder que se ejerce desde el imperio. Para ellos Cuba, el ejemplo cubano, es el ejemplo de un Estado fallido, cuando en el fondo el Estado fallido para el mundo, para la posibilidad de salir a flote de la humanidad es precisamente el que ellos están preconizando. Que tengan éxito en imponer sus posiciones depende incluso de aquello que advirtió nuestro Comandante en Jefe en Brasil en 1992, cuando dijo que una especie estaba en peligro de extinción, que era la especie humana. No era una metáfora, era un pronóstico real, era una previsión real. Es muy difícil que imponiendo, que acabando con Estados fallidos como pretenden que es el Estado cubano e imponiendo su Estado, sus concepciones del sistema como la única viable para el mundo (que es la concepción de la acumulación de capital, sin mirar al lado, sin mirar lo que queda detrás, sin mirar lo que van dejando como estela de miseria, y destrucción y de pobreza), seguramente la humanidad no va a poder ver el nacimiento del siglo que viene, es decir, es posible que si se les deja, si el mundo deja que tengan éxito, es posible que conviertan este siglo en el último siglo de existencia para la humanidad. Y la humanidad de hoy entiende esto porque lo demuestra cada vez que vota unánimemente casi contra el bloqueo a Cuba en las Naciones Unidas, pero también demuestra su incapacidad, sus limitaciones de poder para hacer que esta estructura mundial de relaciones cambie. Es que es muy difícil, es prácticamente imposible que cambie si no se cambia fuertemente desde los países que lideran el mundo, y Cuba va a seguir resistiendo y llama a seguir resistiendo a los países que han avanzado aquí en nuestro Continente y en el resto del mundo subdesarrollado, a los países que han avanzado en imponer su soberanía y en defender su soberanía porque son la esperanza de un mundo posible, de un mundo mejor posible, no porque sea un mundo más rico sino mejor porque sea un mundo donde puedan subsistir con equidad la población humana, la especie humana. Cuba es ejemplo de eso y precisamente lo que tratan de imponer al mundo es lo contrario. Por lo tanto, Cuba de siente decidida a resistir a cualquier programa de sanciones que se establezca desde el imperio, y se siente también decidida a resistir porque Cuba ha sabido mantener, ha sabido respaldar su liderazgo revolucionario con el que nació este sistema, su socialismo tan limitado y tan atacado y lo ha sabido mantener, lo ha sabido mantener con líderes como Fidel que lo creó, como Raúl que lo siguió, que lo supo continuar y que siguió tan cercano a su hermano y dirigente, y por Díaz Canel que ha sido fruto de esta sociedad y que ha demostrado hasta hoy que es nuestro nuevo líder y que él tiene todas las capacidades y las virtudes para conducirnos en estas acciones, en esta proyección de Estado fallido contra los que quieren acabar precisamente con la humanidad en función de sus cochinos intereses privados, propios del enriquecimiento sin fronteras.

Esto es lo que yo quería trasmitirles como mensaje. Me siento aliado, es verdad que morir por la patria, morir por el mundo vale mil veces que vivir sometidos a una nueva e implacable victoria imperial. Hay que seguir luchando, tenemos que seguir haciendo lo que hemos hecho hasta ahora, en estos sesenta años y darle la cara al imperio con todo el valor al lado de nuestros dirigentes, que no nos defraudarán.

Un abrazo para todos y les saludo con cariño, con afecto, con solidaridad, con espíritu combativo, con la disposición siempre de hacer, hasta dar la última gota de lo que tenga a mi alcance, de sangre, de vida, de pensamiento si me queda, de todo eso. Muchas gracias, hermanos y hermanas, quiero decirles que me siento orgulloso de ser parte de ese colectivo (de la Casa de las Américas) que tanta felicidad me ha dado siempre, desde que me uní a él. Muchas gracias.

Tomado de: La Ventana

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Bruno Rodríguez: No hay acciones autóctonas de desestabilización en Cuba, de oposición a nuestro gobierno

Bruno Rodríguez Parrilla. Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba

Presentación del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, al Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país.

10 de noviembre de 2021

Buenos días,

Agradezco profundamente la presencia del Cuerpo Diplomático acreditado en La Habana.

Felizmente nos encontramos por primera vez, después de estos dos años de pandemia y de restricciones a los encuentros sociales y diplomáticos, eventos propios del servicio externo. Bueno, felizmente la semana pasada o la anterior quizás, tuvimos un primer encuentro.

Tengo el honor de haberlos convocado esta mañana tomando en cuenta que en este mes, en los próximos días se producirá, ya de una manera integral la apertura del país, la reactivación de áreas de su economía que han estado limitadas en este largo y difícil periodo.

Nos ha llenado de alegría el reinicio del curso escolar y la actividad docente en todos los niveles de enseñanza, los niños uniformados otra vez en las calles, regresando felices a sus escuelas acompañados de sus padres.

Es el momento también en que todo el país rinde homenaje a nuestro personal de salud, a nuestros médicos, paramédicos, a nuestros científicos y de manera especial a nuestros jóvenes, a los estudiantes que ocuparon posiciones de vanguardia en el enfrentamiento a la pandemia en el ejercicio de las políticas sociales para proteger a los enfermos, a sus familiares, prevenir contagios, proteger a las personas de mayor vulnerabilidad, ancianos que viven solos, familias que han requerido del apoyo generoso, afectuoso de sus vecinos.

En los próximos días tendrá lugar el reinicio, en una escala masiva, de los vuelos internacionales, tendremos la oportunidad de acoger a nuestros compatriotas que han permanecido por períodos prolongados fuera de Cuba sin haber podido regresar, o por las dificultades de conectividad aérea o por dificultades incluso financieras que la pandemia ha ocasionado a escala global.

Recibiremos también en mayor medida al turismo internacional, a visitantes de todas las latitudes, incluyendo visitantes estadounidenses que suelen venir a nuestro país a pesar de las dificultades y las restricciones.

De manera que es un momento para nuestro pueblo, de celebración, celebración prudente,  apertura progresiva, de paso a lo que algunos llaman una nueva normalidad, pero es un momento que nuestro pueblo celebra.

Han asistido ustedes a escenas de regocijo de nuestra población, de nuestros jóvenes, de nuestros niños, concurriendo nuevamente al Malecón habanero, a otras plazas en todas las ciudades del país, a la playa, a  lugares de recreación.

No vamos a permitir de ninguna manera, que la agresión persistente del gobierno de los Estados Unidos, sus intentos intensos y constantes, agudizados en los últimos 6 u 8 meses, de generar condiciones de desestabilización interna, de alterar la tranquilidad y la seguridad ciudadanas, de dañar la paz social que es característica del pueblo cubano, de nuestra nación, vayan a aguarnos esta fiesta, como se dice coloquialmente en Cuba.

No vamos de ninguna manera a permitir que la agresión organizada desde el exterior, con el empleo de agentes internos reclutados, entrenados, financiados, organizados, incluso a veces transportados directamente en vehículos diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos acreditada en La Habana, vaya a echar a perder este momento de alegría de nuestro pueblo.

Y, claro está, nuestro pueblo, con estricto apego a nuestra Constitución, a nuestras leyes, con el talante y el ánimo de amplio consenso que lo caracteriza, defenderá, por supuesto, el orden constitucional por el que votó recientemente de una manera masiva y entusiasta y permitió promulgar una nueva Constitución.

El eje central de esta operación organizada desde centros de poder en Estados Unidos, en ejercicio de la política oficial del gobierno de los Estados Unidos, con intervención de altos funcionarios de la Casa Blanca, del Departamento de Estado y de otras agencias, con la intervención permanente de senadores y congresistas anticubanos, con la participación de entidades que responden a la política del gobierno de los Estados Unidos para financiar de diferentes maneras los llamados golpes blandos, intentos de desestabilización conducen, por supuesto, a consecuencias que en otros países han provocado conflictos, han provocado guerras, han estado seguidos de intervenciones, incluso militares y ocupaciones estadounidenses, y el eje central, el libreto que sigue el gobierno de los Estados Unidos, es el de tratar de mostrar a Cuba, lo cual resulta un intento desesperado, infructuoso, tonto, como un estado fallido, para precisamente utilizar ese enfoque como  pretexto para el recrudecimiento del bloqueo, la aplicación de las 243 nuevas sanciones que implementó el gobierno del presidente Trump y que el gobierno del presidente Biden aplica de manera estricta e intensa desde su elección, incluye más de 60 sanciones aplicadas durante la pandemia, tomando al virus como aliado y haciendo más genocida y extraterritorial su bloqueo.

De manera que el sentido esencial de una campaña prolongada del gobierno de los Estados Unidos, que bueno, ha durado ya más de 60 años, releía hace pocos días ya organizaciones de revueltas en Cuba en los primeros años de la década del 60, y que trata precisamente de crear situaciones internas que favorezcan sus objetivos de dominación, de hegemonía, de intervención en los asuntos internos de nuestro pueblo, de conculcar nuestra independencia y nuestra soberanía o incluso de sumar a otros países del planeta a esa política.

El gobierno de los Estados Unidos sabe perfectamente que con las campañas que arreció en los últimos meses intenta provocar situaciones de sufrimiento en nuestro pueblo, en la esperanza de que generen condiciones que provoquen el llamado estallido social.

Sabe el gobierno de los EE.UU., que con sus acciones pretende y provoca acciones de inestabilidad y de violencia, pretende alterar la paz de nuestro país. Usa para eso una muy poderosa maquinaria comunicacional, particularmente digital. Intenta construir desde la mentira y la irrealidad un escenario virtual inexistente en la esperanza de convertirlo en la realidad que no existe en Cuba.

Utiliza recursos financieros cuantiosos, materiales facilitados directamente por el gobierno de los Estados Unidos y sus Agencias. Sus operadores y agentes internos residen lo mismo en Estados Unidos que en casos muy específicos, en nuestro país o incluso en otras capitales fundamentalmente europeas.

Es una operación que se organiza desde el punto de vista material y práctico en lo fundamental, desde territorio de los Estados Unidos, que conecta con grupos violentos, con un pasado e incluso un presente de acciones terroristas contra nuestro pueblo, y contra las Embajadas de Cuba en diversos países.

Utiliza prácticas modalidades comunicacionales que son típicas del escenario de polarización extrema, de máxima toxicidad, que lamentablemente caracteriza hoy las prácticas políticas en la sociedad estadounidense, en particular las prácticas electorales que ya miran a noviembre del próximo año.

Facebook, por ejemplo, es una gran plataforma privada, que se conoce a que objetivos sus dueños responden y que se caracteriza por una práctica, no solo de violación del derecho de los ciudadanos a la información veraz, a la privacidad, a que no se trafique con sus datos personales, que no sólo incursiona en el aliento a mensajes de odio, de división, de discriminación, de odio incluso racial, otras formas de discriminación y que es generador de violencia. Recientes documentos publicados, testimonios incluso internos demuestran que esto es así.

Hoy debo informar a ustedes que los grupos privados que se han establecidos en la plataforma de Facebook no sólo realizan actividades ilegales, desde el punto de vista del derecho internacional, del derecho nacional en los propios Estados Unidos de América y en otras naciones desde donde operan, en violación de las leyes cubanas, incluso en violación de las llamadas políticas de comunidad, en las propias normas de la propia plataforma Facebook, alterando algoritmos, alterando el mecanismos de geolocalización, para simular la presencia masiva en Cuba de personas y cuentas que se sabe que radican fuera de nuestro país y fundamentalmente en la Florida y territorio estadounidense. Como ha ocurrido ya, Facebook podría ser perfectamente con estricto apego a la ley, demandada por estas prácticas contra Cuba.

Para mí lo más importante es que se dirime en estos acontecimientos el derecho de un estado soberano, de un pueblo libre en ejercicio de la libre determinación, frente al intento de una superpotencia de intervenir en sus asuntos internos, forzar un cambio de régimen, destruir el orden constitucional por motivaciones estrictamente políticas, por motivaciones que sólo sirven al interés de grupos de poder que lucran con la política exterior y que pretenden manipular a los ciudadanos estadounidenses.

Por tanto se dirime el derecho del pueblo de Cuba a la paz, a la estabilidad, a  la tranquilidad y seguridad ciudadanas, frente al ejercicio ilegal de una potencia que pretende alterarla.

El 26 de octubre periodistas preguntaron al Vocero del Departamento de Estado, cuál era la relación del gobierno de Estados Unidos con las llamadas protestas en Cuba. Dos veces el Vocero evitó responder esa pregunta, pero ha sido generosamente respondida por numerosos funcionarios, altos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos y políticos de ese país, que han hecho abiertas amenazas de aplicación de nuevas sanciones a Cuba y de represalias contra nuestro país.

Probablemente me equivoque. Hace apenas una hora se alteró mi compilación. Ya no son 28, son 29 declaraciones del gobierno de los Estados Unidos y de figuras influyentes del Congreso de esa nación sólo desde el 22 de septiembre, casi una diaria, dirigidas todas a alentar, orientar, instigar a acciones de desestabilización  en nuestro país.  Instigan al desafío al orden constitucional, a las leyes cubanas, a las autoridades.

Plantean exigencias para que se permita acciones que Cuba jamás ha permitido ni permitirá, acciones de un gobierno extranjero en nuestro territorio tratando de desestabilizar el país. Solicitan y presionan a distintos gobiernos, algunos de los cuales ustedes representan, a que se sumen a estas acciones contra Cuba. Han emplazado incluso a una parte de ustedes, a veces de manera personal, a que participen los diplomáticos acreditados en la Habana, en acciones ilegales de esta naturaleza.

Presentan a supuestos pacifistas o manifestantes de una manera mendaz, cuando se sabe que son agentes extranjeros que alientan acciones violentas de vandalismo y que inevitablemente crearían situaciones que alterarían la paz interna. Hablan de luchadores por los derechos civiles con verdadera desvergüenza. Se amenaza con acciones incluso desde el Congreso de los Estados Unidos.

Sorprende, a pesar de que tenemos experiencia, y el mundo ha visto cosas inimaginables sobre todo en los últimos dos años, el doble rasero, el cinismo y la hipocresía con que figuras del gobierno de los Estados Unidos se refieren a estos temas.

Son los mismos que no dicen una palabra de las masacres de defensores de derechos humanos y activistas sociales, que no hablan de la represión brutal contra manifestantes con el empleo de equipo quasi militar, equipo de represión más asociado a la acción militar que a la acción de las autoridades de orden interno.

Que no dice una palabra de las lesiones oculares de cientos y cientos de adolescentes y jóvenes de nuestra región, incluso altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos que realizan visitas oficiales a países que se encuentran aplicando estados de excepción contra la protesta social o militarización o invocando legislación antiterrorista para reprimir la protesta social. Vean aquí por fechas, incompleta como es natural a partir de la última salida de esta mañana.

Durante el mes de octubre, sólo durante el mes de octubre, la Embajada de los Estados Unidos en la Habana ha publicado sólo en la red twitter 59 mensajes, 36 de ellos relacionados con este asunto y con un intento descarnado de alterar el orden constitucional y la estabilidad interna.

De una manera desvergonzada, tres de esos tweets se refieren a la supuesta ayuda del gobierno de los Estados Unidos al pueblo cubano, en estas circunstancias incluyendo las garantías a un mayor acceso a alimentos, medicinas y suministros médicos. Explican vías para facilitar el envío de ayuda a Cuba y las opciones para acelerar el suministro de bienes humanitarios.

Mienten desvergonzadamente. No ha habido ningún ofrecimiento de ayuda del gobierno de los Estados Unidos a Cuba, humanitaria ni de ninguna índole, a lo largo de toda la pandemia. Ni siquiera cuando se produjo la avería de la planta productora de oxígeno, se ofrecieron o se concedieron licencias específicas para enviar oxígeno a Cuba, y quedó claramente demostrado que para enviar oxígeno a Cuba desde los Estados Unidos, se requiere una licencia específica del gobierno de los Estados Unidos.

No se ha enviado una solo tonelada ni de alimentos ni de medicinas a Cuba por parte del gobierno de los EE.UU., más bien se ha obstaculizado con sus regulaciones y con la práctica agresiva que inercialmente arrastra el gobierno del Presidente Biden desde el anterior, las donaciones generosas a los esfuerzos de colectas y de extraordinarias ingentes gestiones de grupos de solidaridad, de grupos de cubanos asentados en los Estados Unidos, de organizaciones de la sociedad civil estadounidense que han enviado al costo de muchos esfuerzos volúmenes de ayuda humanitaria cuyo valor moral y de aliento a nuestro pueblo es sin embargo, inmenso.

El gobierno de EE.UU. continúa aplicando medidas que impiden la reunificación familiar, que impiden los viajes familiares, impiden el otorgamiento de visados, lo mismo para visas de inmigrantes, en incumplimiento flagrante de los acuerdos migratorios vinculantes firmados y vigentes entre ambos países, que restringen los periodos de visados a ciudadanos cubanos, que impiden a ciudadanos cubanos que residen en terceros países y que tienen doble ciudadanía a acceder con esos pasaportes a territorio estadounidense.

Y ahora de manera más reciente obstaculizan también, además de, el cierre de los servicios consulares en nuestro país, y la forma en que se ha encarecido además, la posibilidad de ir a obtener una visa de emigrante o una visa de viaje temporal a terceros lugares, ahora ponen una nueva barrera, que es la exigencia de vacunación a los ciudadanos cubanos que deseen viajar a los EE.UU. con vacunas reconocidas por la autoridad regulatoria estadounidense o por la Organización Mundial de la Salud.

Las vacunas cubanas han sido reconocidas por la autoridad regulatoria cubana y por otras de varios países.  Espero que la Organización Mundial de la Salud (OMS) actúe en apego a sus propias normas, que actúe tomando en cuenta las circunstancias de emergencia que se vive hoy en el planeta, en naciones hermanas, en particular de África que no ha podido acceder a las vacunas y que haga expeditos los procedimientos de pre-certificación de las vacunas cubanas que están en proceso.

Nos alienta el hecho de que la OMS tiene larga experiencia y tradición de cooperación con Cuba y de reconocimiento de vacunas cubanas, a partir de que es este país, dicho modestamente, unos de los de mejor esquema de vacunación pediátrica del planeta con vacunas reconocidas internacionalmente.

Pero no deja de ser discriminatorio que no se permita a los cubanos entrar a territorio estadounidense portando certificados con pleno valor legal, de haber sido vacunados con vacunas cubanas, cuya eficacia ha quedado totalmente demostrada no solo por estudios clínicos y de intervención sanitaria en Cuba o en otros países, sino con los resultados de control de la pandemia que está exhibiendo hoy el país, a pesar de que hay medidas de bloqueo  vigentes, algunas nuevas, aplicadas durante el periodo cercano de pandemia, que han obstaculizado las investigaciones médicas, la producción industrial y los estudios de intervención en nuestro país, bloqueando la importación de equipamiento, materiales y materias primas propias del escalado industrial de cualquier vacuna.

Sorprende, sin embargo, que el Gobierno de los Estados Unidos, al mismo tiempo que con estas prácticas alienta la inmigración irregular, que restringe el derecho de los cubanos a viajar y emigrar, que los coloca en condiciones de indefensión frente al tráfico de seres humanos, que lesiona el propio interés del gobierno de los Estados Unidos, desde el punto de vista de aplicación de la ley, de medidas contra el tráfico de personas, contra la trata de personas, que crea situaciones críticas para países hermanos por donde los cubanos que salen de Cuba, de manera totalmente regular con sus visados que otorgan sus consulados, en líneas aéreas y vuelos comerciales regulares, se convierten,  después, en flujos irregulares, que provocan pérdidas de vidas y que crean situaciones dramáticas, a veces trágicas, no solo en el estrecho de la Florida sino en la selva del Darién y otras rutas de migración irregular.

Sorprende el cinismo con que el gobierno de los Estados Unidos ha garantizado, pese a sus llamados disuasivos, la entrada por la frontera sur de los Estados Unidos, de ciudadanos cubanos que no solo han llegado a allí en condición irregular sino que obviamente no han sido vacunados ni tienen certificado alguno.

El gobierno de los Estados Unidos, durante estos dos años de pandemia, ha sido incapaz de ofrecer ayuda humanitaria a nuestro pueblo. Ha roto la tradición, incluso, de gobiernos republicanos o demócratas, que ante huracanes o desastres naturales lo hicieron en el pasado. Y Cuba siempre fue receptiva, siempre claro que expresó que si alguna preocupación humanitaria hubiera sinceramente en el gobierno de los EE.UU., tendría que empezar por levantar las medidas de bloqueo, sobre todo las que ocasionan en mayor medida sufrimiento y agobio por los problemas económicos, el desabastecimiento, las dificultades de nuestra economía, que claramente se saben que son propias de los gastos exorbitantes que hemos tenido que hacer para enfrentar la pandemia, del impacto económico de la pandemia y la crisis económica internacional en nuestros ingresos externos y, también, de nuestras dificultades.

Pero aun si el gobierno de los Estados Unidos no hubiera tenido voluntad elemental de cumplir promesas electorales que hizo a sus votantes demócratas, a sus votantes sin afiliación partidaria, a los cubanos residentes en el territorio de los Estados Unidos, o lo que puso en su plataforma electoral, pero al menos hubiera tenido una mínima vocación humanitaria, habría que tenido que hacer algún ofrecimiento para enfrentar la pandemia.

Solo ahora, el viernes de la semana pasada, el Departamento de Estado se ha dirigido a nuestra Embajada en Washington, en medio ya de la apertura del país, en el  momento en que nuestro pueblo celebra el control de la pandemia, cuando prácticamente ha concluido la campaña de inmunización de los cubanos, cuando las tres vacunas cubanas han mostrado extraordinaria efectividad, de las más altas del mundo, cuando el ritmo, la velocidad de vacunación colocó a Cuba en nivel mundial, cuando prácticamente ha concluido el primer programa del mundo de vacunación pediátrica, desde los dos años de edad de los niños, se ha ofrecido a Cuba una supuesta donación con muchas condiciones, con muchos requisitos, sin que estén claras las circunstancias, convenciones a mecanismos internacionales que hasta ahora han sido totalmente  ineficaces, excluyentes, incumplidores de los propios contratos que firmó como Covax, a Cuba, 1 millón de dosis de una de sus vacunas. Hay que tomar en cuenta que un millón de dosis alcanza para vacunar a unos pocos cientos de miles de personas en un país de once millones de habitantes.

Están ofreciendo vacunas a una población ya vacunada, ya incluso avanzando el programa de la dosis posterior de refuerzo. Pero, además, plantean requisitos estrictos e injerencistas.  La obligación de realizar estudios clínicos en Cuba, ¿qué quiere decir esto?: ¿Qué tiempo toma un estudio clínico? Nos están ofreciendo vacunas que podamos utilizar dentro de seis meses o un año. Responsabilidad legal de compensación por efectos secundarios. Estudios clínicos para cerciorarse de que sean compatibles con las vacunas cubanas y monitoreo por agencias estadounidenses del destino final de la aplicación de las vacunas.

¿Qué sentido tiene esa oferta oportunista a última hora, cuando ya no tendría efecto práctico alguno? ¿Por qué el oxígeno no y vacunas ahora sí? ¿Por qué vacunas no  cuando más falta nos hubiera hecho? ¿Por qué no facilitar la importación de los insumos  imprescindibles para en enfrentamiento a la pandemia y el desarrollo y escalado industrial de las vacunas?

Pero debo declarar al gobierno de los Estados Unidos, que si esa oferta es seria, sincera y responsable, nuestro país la reconoce y la apreciaría como un acto en la dirección correcta. Hemos respondido al gobierno de los Estados Unidos con una explicación respetuosa y estrictamente apegada a la verdad de las razones por las cuales esa donación no contribuiría a mejorar la salud de los cubanos ni tendría impacto epidemiológico alguno. Y hemos ofrecido al gobierno de los Estados Unidos  que utilice esa donación de vacunas junto a una donación de vacunas cubanas para la inmunización de la población en algún país altamente necesitado de ellas que podría estar en el Caribe, incluso con la participación de personal de la salud estadounidense y cubano en la aplicación del programa de vacunación.

Estoy reiterando, hoy, el ofrecimiento que hicimos antes de manera privada al gobierno de los Estados Unidos, de una cooperación triangular, conjunta, y estamos en contacto con algunos gobiernos de países que reúnen estas condiciones, en absoluto respeto a su soberanía, por si sus gobiernos decidieran mostrarse interesados en este proyecto.

Lo más cínico del enfoque del gobierno de los Estados Unidos en relación a su política hacia Cuba ha sido el planteamiento del asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el señor Jake Sullivan, planteamientos acompañados también por el secretario de Estado, Anthony Blinken, y otras figuras de ese gobierno, que  han sustituido el enfoque de revisión integral de la política hacia Cuba  en cumplimiento con del programa y promesas electorales con la que se eligió al presidente Biden, por el concepto de que ahora las circunstancias han cambiado.

Emplazo al Gobierno de los Estados Unidos a que presente dato alguno de resultados de esa supuesta revisión o a que argumente cuáles  son las circunstancias que cambiaron, más allá de la operación estadounidense y sus consecuencias durante el verano que acabo de denunciar.

Debo señalar que el financiamiento federal de los Estados Unidos para la guerra contra Cuba, guerra económica, guerra política, guerra comercial y financiera, guerra comunicacional, guerra no convencional típica con acciones de desestabilización típica, precursora de acciones de mayor beligerancia, se ha incrementado y fluye de manera permanente.

Solo en septiembre de 2021, se asignó un paquete de 6 millones de dólares de subsidio de la USAID a 12 organizaciones que operan en la Florida, en Washington y en Madrid, en el negocio lucrativo de la industria anticubana y que operan estos actos de intento de desestabilización.

Tienen aquí una muestra de esos fondos que siguen corriendo copiosamente, no me voy a detener en ellos, se ha presentado evidencia pública y refutable, contundente por parte de nuestro gobierno sobre las acciones de reclutamiento, entrenamiento, financiamiento, organización, apoyo logístico de agentes internos en Cuba que la ley de Estados Unidos calificaría como agentes extranjeros y amenazaría con penas extremas de privación de libertad.

No hay acciones autóctonas de desestabilización en Cuba, de oposición a nuestro gobierno. Ustedes caminan por nuestras calles desde hace unas semanas, podrían recorrer todo el país y los invito a hacerlo, y lo que verán es la alegría de la gente, la esperanza, la felicidad de la familia y de los niños ante este momento de oportunidad que se abre ante nuestro país en un final de un bienio tremendo, en cercanía del nuevo año.

Los cubanos sentimos la convicción de que el 2022 será un año de oportunidad promisorio para nuestro pueblo.  Mientras el gobierno de Estados Unidos sigue atacando a Cuba y despilfarrando el dinero de sus contribuyentes, porque es evidente que ese dinero va a parar a determinados bolsillos, a determinados mecanismos de corrupción electoral que funcionan particularmente en la Florida.

En tercer lugar, hay una operación de toxicidad en la comunicación en las redes digitales que el mundo debe conocer y repudiar. Es una política de aliento al odio, de incitación a la violencia, de instigación al delito  que pone en riesgo, no solo a nuestro pueblo, sino que escala en una política tradicional, pero exacerbada en los últimos años, particularmente en los años del gobierno anterior cuyas políticas lamentablemente siguen fluyendo, al parecer, por inercia en este y que tienden a alterar la paz social y generar condiciones de conflicto en diversos países.

Es la exportación de las prácticas tóxicas y sucias de política electoral que lamentablemente se han desatado en los últimos años en la política estadounidense a otros países, a otras regiones.

El gobierno de Cuba junto a nuestro pueblo, estrechamente unido a nuestro pueblo, en respuesta al consenso ampliamente mayoritario que existe en nuestro país, impedirá cualquier ensayo de acciones inconstitucionales, o no constitucionales o anticonstitucionales, como refieren distintas escuelas de Derecho dirigidas a un cambio de régimen en Cuba, no lo permitiremos

Utilizaremos nuestras leyes, nuestra Constitución en el más estricto apego a los principios de nuestro Estado socialista de derecho y  justicia social.

No permitiremos obviamente, que se invoque la Constitución para violentarla, ignorarla o destruirla. Por supuesto que nuestro pueblo continuará haciendo los mayores esfuerzos para sortear las dificultades que todas nuestras familias hoy padecen. Lo haremos con nuestro esfuerzo, nuestro trabajo, pensando en nuestros propios recursos. Sabiendo que nuestra economía ha demostrado ser resistente y viable. Sabiendo que hemos sobrepasado momentos peores, muchos más críticos y por supuesto que impediremos cualquier tentativa de injerencia, intervención, intervención humanitaria o cualquier forma de intervención contra nuestra independencia y nuestra soberanía, que durante 60 años hemos defendido y defenderemos al precio de nuestras vidas.

La política de Estados Unidos, agudizada en estos meses contra Cuba, está condenada al fracaso, es inviable. No ha funcionado durante 60 años, no funciona ahora; ni siquiera cuando ha tenido un virus como aliado y no va a funcionar en lo adelante.

Despejen de ese sueño, despierten de ese espejismo, no va a ocurrir. Es una política disfuncional, obsoleta, anclada en el pasado, costosa para los contribuyentes estadounidenses, ineficaz, que provoca al gobierno de los Estados Unidos descrédito y aislamiento internacional.

De manera que, solicito la solidaridad de la comunidad internacional, de la comunidad de Naciones, de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el órgano más universal, democrático y representativo de esta organización.

Agradezco la solidaridad de los amigos y amigas de Cuba en todo el mundo. De los grupos de solidaridad, de muchas fuerzas políticas, de las organizaciones de la sociedad civil en todos los temas y ámbitos en el planeta.  De los cubanos que residen en distintos confines, en particular en territorio de los Estados Unidos.

Llamo a los gobiernos, a tomar en cuenta, que las operaciones de desestabilización lanzadas por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, incluyen llamados desaforados, totalmente expresos al acoso e incluso a la violencia contra las Embajadas cubanas en los países que ustedes representan.

No es hipotético, no hablo solo de la larga trayectoria de acciones terroristas contra Embajadas cubanas en el pasado. Hablo de amenazas reales, actuales y hablo de hechos recientes. Como el del 30 de abril de 2020, un ataque contra la Embajada de Cuba en Washington con un fusil de asalto y ráfagas de proyectiles, del cual el gobierno de los Estados Unidos no ha dicho una palabra públicamente de condena, ni ha dado garantías de que evitará que se repita, ni ha calificado de terrorista.

Hablo también del intento de incendiar la Embajada cubana en París, el 26 de julio de 2021, y espero que la Unión Europea se pronuncie en apego a sus posiciones contra el terrorismo internacional, en este sentido. Hablo, en los días más recientes, del acoso brutal al Consulado de Cuba en Barcelona, España, con actos que rayan en la agresión física contra el personal consular cubano.

Sé que algunos de los diplomáticos sufren, hoy, la presión pública y personal  para que se sumen a estos actos de desestabilización. Sé que no lo harán porque son respetuosos de la Convención de Viena de Relaciones Diplomáticas y del Derecho Internacional, sé que la diplomacia supone discreción que no todo se puede decir delante de una cámara, pero saben perfectamente lo que pasa en Cuba y lo que no está pasando en Cuba.

En este momento hay una campaña de amenazas, incluso personales, contra corresponsales de la prensa extranjera acreditados en La Habana, con amenazas a ellos e incluso a su familia, supuestamente por no reflejar lo que no existe en nuestro país.

Reclamo al gobierno de los Estados Unidos que cese las acciones desde territorio estadounidense de acoso contra periodistas, y en particular de periodistas extranjeros, de agencias de diversos países del mundo acreditados en La Habana y que se están haciendo produciendo desde dominios y cuentas físicamente establecidas en el territorio de la Florida.

Reclamo al gobierno de los Estados Unidos que impida la amenaza y el hostigamiento contra los cubanos y amigos de Cuba en territorio de los EEUU que se expresan a favor de la independencia, la soberanía, la cultura nacional en defensa de nuestro pueblo frente a los actos de guerra no convencional y las amenazas de desestabilización.

Reclamo que no haya impunidad, como ha habido una historia de impunidad para los grupos terroristas que actúan contra Cuba. Reclamo, en particular, que algunos voceros de grupos históricamente terroristas contra Cuba, en particular dos de ellos, sumamente activos como agentes externos de la provocación que organiza el gobierno de los Estados Unidos y que radican en Miami se apliquen las leyes norteamericanas contra la instigación a actos terroristas contra nuestro pueblo y contra sedes diplomáticas. Es lo que queda al gobierno de los Estados Unidos frente al fracaso de su política.

Defendamos el Derecho Internacional que ampara a todos nuestros Estados, en particular a los Estados del Sur, a los Estados pequeños. Defendamos el derecho de los Estados a la independencia y el ejercicio de la soberanía. Defendamos hoy, en Cuba y con Cuba el derecho de los pueblos a la libre determinación y estaremos actuando a favor de un mundo mejor y en prevención de que estas políticas y estas prácticas se continúen aplicando, como hay algunos casos, en la última década, contra cualquiera de nuestras naciones.

Reitero que nuestro pueblo va a ejercer con toda alegría y celebración merecida su derecho a la paz. Su derecho de haber vencido una pandemia. Su derecho a celebrar haber derrotado las medidas del gobierno de los Estados Unidos exacerbando el bloqueo contra Cuba, particularmente en momentos de crisis humanitaria internacional y de pandemia en Cuba.

No van arruinar nuestra celebración, no van aguar nuestra fiesta. Los invito con toda alegría y esperanza a que se sumen al júbilo de nuestro pueblo. Recorran nuestras calles, asistan a los eventos numerosos culturales, deportivos, académicos que se van a estar produciendo en este cierre de año, incluida la celebración del nuevo aniversario de La Habana, capital de todos los cubanos y les deseo felices Navidades, un fin de año feliz para ustedes y para sus familias. Un feliz y próspero año nuevo y le reitero nuestro reconocimiento y alegría por contar con la presencia de ustedes junto a nuestro pueblo que tanto nos alienta.

Muchas gracias.

Fuente: Ministerio de Relaciones Exteriores. República de Cuba

Tomado de: Cubadebate

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La larga sombra de la marcha

Por Rosa Miriam Elizalde

Estos son los hechos. El 20 de septiembre comenzaron a llegar cartas a ocho sedes de los gobiernos municipales o provinciales de Cuba, en las que se anunciaba la celebración de marchas “pacíficas”. No era una petición formal para ocupar las calles más concurridas de algunas ciudades, sino la notificación de que lo harían y el reclamo de protección de las autoridades. Los firmantes, un pequeño grupo de personas con residencia actual en la isla; la motivación, “el cambio” sin apellidos. En virtud de la ley y del obsesivo apoyo estadunidense, el gobierno dijo no.

Han trascurrido casi dos meses y son escasos los indicios de que la marcha ocurrirá en algún espacio físico en Cuba. La maquinaria propagandística de Florida asegura todo lo contrario y añade que se replicará este fin de semana en un centenar de ciudades, la tercera parte en territorio estadunidense.

Ayer, el canciller cubano Bruno Rodríguez intervino ante el cuerpo diplomático acreditado en La Habana y repasó el itinerario de lo que llamó “el libreto ya en ejecución” de Estados Unidos contra Cuba. La provocación sigue la trama muchas veces vista, pero ¿qué no es esta marcha señalada para el 15 de noviembre?

  1. No es autónoma.

Dos días después de la entrega de la primera carta a las autoridades, comenzó el carrusel de declaraciones de funcionarios y congresistas estadunidenses. Hasta este miércoles, se habían producido 29 intervenciones públicas desde Washington o Florida con todo tipo de demandas y amenazas a las autoridades de la isla. No se ha visto obsesión semejante con ningún otro tema de la política interna estadunidense en las últimas semanas.

El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, ha explicado con pelos y señales las supuestas causas, objetivos, contenidos y demandas que tendría la marcha. El senador Marco Rubio celebró la operación en menos de 24 horas de circular la noticia, mientras un par de asesores principales de Biden han amenazado con más sanciones al gobierno de La Habana.

Por si fuera poco, el dinero llueve. En septiembre de 2021, el gobierno demócrata entregó casi 7 millones de dólares a 12 organizaciones que publicitan a diario la “marcha cívica por el cambio” en Cuba, en lo que analistas ven la mano peluda de las “revoluciones de colores” exportadas por Occidente a la periferia rusa.

Además de apoyo “moral”, político y financiero, los diplomáticos estadunidenses ofrecen soporte logístico, dan palmaditas en la espalda y de vez en cuando hacen de chofer de los “opositores”. Lo único que falta en términos de injerencia es un espectáculo como el de la subsecretaria de Estado estadunidense, Victoria Nuland, que repartió galletas y bocaditos a los manifestantes antigubernamentales en plena Plaza Maidan, de Ucrania, en 2014.

  1. No está desconectada de otros procesos.

La marcha es sólo un episodio de una estrategia más integral y abarcadora. El gobierno de Biden ha interpretado que el efecto combinado de la pandemia, la crisis global y el bloqueo económico, más las 243 medidas adicionales impuestas por Donald Trump, ofrecen condiciones excepcionales para golpear a Cuba. No necesita a sus espías para darse cuenta de que hay más colas, inflación y desabastecimiento en un país que lleva 60 años gestionando la escasez, pero debe saber también que la marcha no tiene acompañamiento popular. Cuba está regresando a la normalidad y con ello, a la apertura de los vuelos, al encuentro de familias que no se han visto en dos años, al regreso de los estudiantes a las escuelas y a la reanimación de la economía nacional y doméstica.

  1. No es pacífica.

El grupo privado de Facebook que aparece como organizador de la marcha es cualquier cosa menos moderado. De cada 10 publicaciones, ocho recurren a la violencia simbólica y a la descalificación política de quienes defienden el proyecto socialista o celebran algún éxito social en Cuba. El debate en estos espacios no es para modificar opiniones, sino para agitar prejuicios, instalar el odio entre los cubanos como fuente excluyente de legitimidad de un gobierno que ha conducido al país en condiciones muy difíciles.

El repertorio es un macartismo desenfrenado y un desmesurado impulso a la estigmatización que son prácticas comunicativas muy comunes en el clima político actual de EU, pero ajenas al escenario político, cultural e idiosincrático de los cubanos. Bruno Rodríguez aseguró ayer que Facebook podría ser demandada por estas prácticas contra Cuba.

  1. No es sincrónica.

Se habla de la sincronización de las marchas dentro y fuera de Cuba para promover el cambio. Pero no hay tal cosa. En Cuba, definitivamente no hay ambiente de marcha, mientras los organizadores de Florida hablan de la participación de un centenar de ciudades convocadas para el fin de semana, sin precisar la cantidad de personas que lo hará.

En realidad, los dispuestos a este tipo de zafarrancho anticastrista suelen ser pocos numéricamente, pero eso no importa. Un solo individuo, el 30 de abril de 2020, atacó a tiros con un arma de asalto a la embajada de Cuba en Washington, en una calle céntrica de esa ciudad, recordaba el canciller. En la noche del 26 de julio otro llanero solitario lanzó un coctel molotov contra la embajada de Cuba en París.

  1. No es lo que dicen.

El fantasma conservador que recorre el mundo y llega a Cuba no es lo que parece ni lo que se ve a simple vista. Detrás del mantra de la “marcha no violenta” está la larga sombra del reaccionario de toda la vida que combina ahora el ultraliberalismo económico, la moral conservadora, los conceptos vacíos y el uso creativo de las redes sociales. Sueña con merendarse la Revolución cubana a más tardar el próximo 15 de noviembre, al tiempo que deja en suspenso un interrogante moral. ¿Cómo es posible que se hable de protesta cívica, pacífica e independiente, con Washington lubricando el camino de amenazas y dólares?

Tomado de: La Jornada

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Delenda est Cuba, un sueño americano

Por José Bell Lara

Para Juan Valdés Paz, revolucionario intelectual, amigo sincero y veedor profundo de nuestras realidades.

Una versión anterior de este trabajo fue enviado como ponencia virtual al XXV Seminario “Los partidos y una nueva sociedad” celebrado los días 21, 22 y 23 de octubre de 2021 en la Ciudad de México.

En la antigua Roma, Catón el Viejo, un político de la época, cada vez que terminaba un discurso, independiente del tema que tratara, pronunciaba la frase Delenda est Cartago. La razón de esa afirmación era que Cartago constituía un límite al poder de Roma en el Mediterráneo. Esta situación condujo a tres guerras, en la última, 150 años ANE, Cartago fue sitiada durante más de un año privándola de agua y alimentos, lo que provocó su rendición; la población fue esclavizada o muerta y la ciudad destruida. Incluso existe la leyenda de que el terreno en que estaba asentada la ciudad fue arado y se regó sal en sus surcos para que nada creciera en ella.

La Revolución Cubana constituye un límite al poder de EE.UU. en América Latina y su clase dominante tiene lo que denomino el Síndrome de Cuba, porque ellos han podido destruir o mediatizar distintos procesos en el continente desde hace 70 años, pero no han podido destruir la Revolución Cubana.

En 1960, Lester D. Mallory, subsecretario de Estado de la administración Eisenhower hizo la siguiente recomendación:

“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… el único modo previsible de restarle apoyo interno es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del malestar económico y las dificultades materiales… hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.[1]

Esta recomendación fue seguida por la administración Kennedy [2] y convertida en la línea maestra del establishment estadounidense durante más de sesenta años. Sin embargo, la Revolución, con sus aciertos y sus errores, muestra que es posible crear otro tipo de sociedad en la que prime la dignidad del ser humano y se gobierne con la lógica de las mayorías y no con la del mercado.

Las acciones imperialistas de todo tipo contra la Revolución Cubana han incluido el auspicio a organizaciones contrarrevolucionarias, campañas de sabotaje a la economía, organización y apoyo logístico y material a bandas armadas, organización, entrenamiento, equipamiento y traslado en 1961 de una invasión militar mercenaria formada por unos 1500 efectivos de origen cubano, que desembarcó en la zona de la Ciénaga de Zapata, este era desde el punto de vista militar un proyecto sin fisuras, pero no contaba con la voluntad del pueblo cubano y fue derrotada en menos de 72 horas; también han acudido a la guerra biológica para dañar cultivos en Cuba, introducción de epidemias, como la del dengue hemorrágico, que costó la vida a más de mil niños, por solo mencionar algunas de esas acciones.

Han fracasado, pero no cesan en sus propósitos; ahora se enfrentan a un escenario más complejo, Nicaragua y Venezuela no se someten a sus dictados, los procesos electorales amenazan con el surgimiento de gobiernos que respondan más a los intereses de sus pueblos, por tanto, se reorganiza el propósito de destruir la Revolución Cubana con elementos nuevos.

En ese objetivo el bloqueo es la punta del iceberg de un amplio programa de acciones económicas, comerciales, financieras, junto a una gama de operaciones subversivas contra Cuba y también de presiones sobre terceros países. En estas tareas están empleados cientos de funcionarios, cientistas sociales, comunicadores y especialistas en operaciones encubiertas y subversivas. Ese aparato contrarrevolucionario no detiene su labor y trabaja a tiempo completo.

El impacto del bloqueo en todas y cada una de las fuentes de ingresos de la isla es brutal, alcanza el orden de los cinco mil millones de dólares anuales, 430 millones al mes. Hasta 2021, las pérdidas para la Isla llegaban a los 147 mil millones de dólares.

La administración Trump promulgó 243 medidas punitivas que abarcan todo el espectro económico y social cubano y que afectan notablemente a la población y al desempeño económico del país. También existen planes de contingencia para una invasión a Cuba, si se dan las condiciones que el imperio estima propicia.

No obstante, la Ley Helms-Burton delínea el protectorado en que se convertiría Cuba si es derrocada la revolución.[3]

La política de la administración Biden está en la línea de Trump, arreciando a niveles increíbles el bloqueo, sobre todo presionando a las empresas de transporte para que no acepten cargas a Cuba y también a los bancos para que no realicen operaciones financieras con Cuba, un ejemplo: el banco español que operaba las cuentas de Cubana de Aviación, la cerró por presión de Estados Unidos.

La estrategia que sigue el imperialismo norteamericano actualmente puede calificarse como la de ciudad sitiada, es decir asfixiar la Revolución impidiéndole que le llegue cualquier tipo de recurso.

En el 2020 hizo su presencia la pandemia del COVID 19 que afectó grandemente el funcionamiento de la economía y paralizó uno de los rubros más importantes en la generación de divisas para el país, el turismo. Desde entonces la labor subversiva se intensificó. En los medios de difusión cubanos se presentaron varios casos y testimonios de personas a las que se les había pagado para que realizaran determinadas acciones de destrucción de bienes o para el irrespeto a símbolos patrios.

Esta fase de la política subversiva culminó el 11 de julio de 2021 en que por primera vez el imperio logró organizar protestas simultáneas en varias localidades del país. Esas protestas no fueron pacíficas como la califican los medios corporativos y la repiten los voceros del imperio. En las redes sociales se pueden ver videos grabados por los propios participantes que muestran la violencia que la acompañaron. Hubo saqueos, destrucción de establecimientos comerciales, ataques a oficinas públicas e incluso a un hospital.

Las redes sociales se llenaron de noticias falsas y de mensajes de odio, incluso Biden el 15 de julio de 2021 declaró que Cuba era un Estado fallido.

No todos los que participaron en esas protestas fueron elementos desclasados o mercenarizados, hubo también personas honestas que se sumaron inicialmente en ella en reclamos de problemas de su comunidad y que se retiraron cundo tomaron ese cariz de violencia.

En la agenda del imperio contra Cuba está el objetivo de relanzar un escenario de protestas que sirva para justificar sus acciones y ya lo han anunciado sus peones en el país, solicitando permisos para una marcha el 15 de noviembre de 2021 a realizarse en varias ciudades, el mismo día en que Cuba abre sus fronteras y comienzan las clases en las escuelas.

Desde luego esas marchas contra el sistema político que rige el país no han sido autorizadas sobre la base de sólidos argumentos legales y constitucionales, y como es de esperar ha recibido el apoyo de la administración Biden, de su aparato propagandístico y de la mafia terrorista que lucra en Miami con el negocio de la lucha contra la Revolución Cubana.[4]

En mi opinión, autorizar acciones promovidas, financiadas y dirigidas a través de los mecanismos de subversión de la actual administración estadounidense, sería legalizar que los EE.UU. se convirtieran en un actor interno del país.

II

El enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19 ha mostrado la capacidad de la del gobierno de la Revolución para gestionar una crisis simultánea de salud y de la economía. Como es conocido, la COVID 19 ha causado una crisis mundial y Cuba no ha escapado de ella, enfrentando la pandemia en medio de muy difíciles condiciones con resultados eficaces.

Se creó un grupo temporal de trabajo nacional para el enfrentamiento a la pandemia encabezado por el presidente de la República y el primer ministro, así como grupos similares en todas las provincias encabezados por los gobernadores y se realizaron chequeos diarios sobre la situación y las medidas a tomar.

La magnitud de los casos en los momentos del pico pandémico de contagio puso en tensión el sistema de salud y obligó a crear capacidades adicionales en escuelas y otras instalaciones. Incluso una universidad, la de Ciencias Informáticas se convirtió en hospital. A los enfermos se les garantizó la alimentación y las medicinas gratuitamente.

Fue encargada a la comunidad científica la creación de vacunas contra el virus[5] y en corto plazo el país contó con cinco candidatos vacunales, de los cuales tres han alcanzado la categoría de vacunas con una efectividad superior al 90%, estas son Soberana 02, Abdala y Mambisa. Esto constituye una extraordinaria hazaña, que convierte a Cuba en el primer país de América Latina y el Caribe en crear sus propias vacunas, máxime en las difíciles condiciones que vive la Isla.

Un fenómeno a señalar en esta batalla es la participación voluntaria de miles de jóvenes en tareas de apoyo en hospitales y centros de aislamiento.

Nos parece conveniente brindar algunos datos que muestran el enorme esfuerzo del país y lo logrado en esta batalla:

– desde marzo de 2021 el país acumula 946 960 casos de contagio, actualmente hay 5761 casos, lo que significa que el 98% de loa pacientes se han recuperado.

– en estos momentos el 71,3% de la población está vacunada y de conjunto el 100% de la población vacunable (9 795 606 personas) ha recibido al menos una dosis de una de las vacunas; además Cuba ha sido el primer país en vacunar a su población en edades pediátricas, de 2 a 18 años, ya uno dos millones de niños y adolescentes tienen la segunda dosis de la vacuna.[6]

– hoy, el número de contagios es inferior a los 600 diarios con tendencia a la disminución y hay en marcha una estrategia para que la apertura de las fronteras del país no signifique un rebrote de ellos.

Durante este tiempo de lucha contra la epidemia la solidaridad ha estado presente, un total de 57 brigadas del Contingente Henry Reeve han apoyado el enfrentamiento a la COVID 19 en 41 países y dentro del país, en momentos difíciles.[7]

Por otra parte, la combinación del arreciamiento del bloqueo y la pandemia ha desatado una crisis económica notable y la escasez está presente,

Los dos factores anteriores más algunos problemas que ya presentaba el desempeño económico ha llevado al país a situación extremadamente difícil, el Producto Interno Bruto cayó en un 13%, entre 2020 y 2021, se perdieron más de 3000 millones de dólares en ingresos. La dependencia alimentaria sigue siendo alta, este año se invirtieron en importación de alimentos 1348 millones de dólares, y se trabaja para aumentar la capacidad interna de producción de alimentos, pero los resultados no serán a corto plazo.

El primero de enero de 2021 dio inicio a un proceso de reformas económicas, bajo el nombre de Tarea Ordenamiento, cuyo propósito central es actualizar la economía del país a las condiciones del mundo actual, manteniendo el proyecto socialista.

Entre las medidas tomadas se encuentran la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria, estableciéndose como única moneda en circulación el peso cubano, el cual se ha devaluado a 24 por un dólar, la ampliación del espacio para las actividades privadas y cooperativas, así como la búsqueda de encadenamiento entre las distintas formas de gestión económica tanto en la economía urbana como en la agrícola y se ha iniciado la creación de MIPYMES, tanto privadas como estatales.

Esa reforma económica demoró demasiado en iniciarse, y esto se hizo cuando era inaplazable, pero era un momento complicado por la pandemia y el recrudecimiento del bloqueo. Desde luego en la implementación inicial ha habido errores de cálculo y lentitud en implementar algunas medidas que se venían planteando hace años, como por ejemplo la creación de las MIPYMES y el impulso a las cooperativas urbanas, a lo anterior se suma el burocratismo que, denunciado sistemáticamente por el Presidente de la República, no es fácil de eliminar.

A mi juicio el proyecto de reformas en marcha persigue la creación de lo que denomino una economía socialistica, es decir una economía de mercado con un sector estatal dominante que se articula con los sectores privados y cooperativo bajo la rectoría de un Estado revolucionario guiado por una vanguardia revolucionaria que en interacción con el pueblo promueve la realización del proyecto socialista.

Si bien lo primero que salta a la vista es la situación de escasez generalizada y la aparición de fenómenos como las colas y el mercado negro, no se ha mellado el apoyo a la Revolución, sobre esto me detendré más adelante.

Coincidente con estos procesos se ha efectuado un trasvase generacional en la dirección del país que se ha traducido en una nueva dirección política que encabeza hoy la Revolución. Creo que el equipo de dirección del país ha reaccionado ante la nueva situación no solo con firmeza ante las agresiones, sino también con creatividad e inteligencia ante las dificultades, siempre en la lógica de las mayorías.

Para argumentar esto referiremos algunas de las actividades desarrolladas.

Enviados desde diversos países y por organizaciones solidarias se han recibido donaciones de insumos médicos y alimentos; estos últimos se han distribuido gratuitamente a toda la población organizando módulos de productos que ha permitido que todos los núcleos familiares del país fueran beneficiados.

En el país funcionaba una cadena de tiendas con el objetivo de recaudar divises, su denominación Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), para lo cual se creó una moneda, el peso cubano convertible (CUC), al unificarse las monedas y solo circular el peso cubano, una parte de esas tiendas venden en moneda libremente convertible, los cubanos pueden comprar en esas tiendas mediante tarjetas magnéticas en esas monedas, respaldadas por cuentas que pueden abrir en la red bancaria del país.

Una parte de esa recaudación se invierte para vender productos en pesos que benefician a toda la población, este año alcanzó más de 300 millones de dólares.

Un elemento importante que caracteriza a la nueva dirección es la política de dialogo. El presidente de la República y las máximas autoridades se han reunido con distintos sectores del país: jóvenes, estudiantes, artistas y escritores, denominaciones religiosas, la comunidad LGBQI+, y otros, en fin, un amplio espectro de la sociedad, con el fin de oír sus planteamientos y problemas y trabajar de conjunto en soluciones, lo cual no quiere decir que se resuelvan de un día para otro.

Un problema que se había descuidado es el referido a los barrios con vulnerabilidad social y habitacional, la atención a estos se ha jerarquizado con una política de acompañamiento a la participación y decisión de sus habitantes en el enfrentamiento a los problemas que los aquejan. De hecho, se persigue el empoderamiento participativo de la comunidad. Podría relacionar otras actividades, pero las resumo en una frase popular: “El gobierno está encima de la bola”.

Anoto de paso que la participación popular y el empoderamiento no son procesos automáticos, sino de aprendizaje y de prácticas que lo llevan a cristalizar. He adelantado estas referencias para mostrar que en Cuba existe una dirección política y estatal que funciona con la lógica de las mayorías y de esta política dimana la fortaleza de la Revolución.

Como vivo en el pueblo y soy parte de él, no puedo dejar de señalar la existencia de una nueva conciencia que se manifiesta en la actitud de los trabajadores de la salud, de miles de jóvenes y no jóvenes que realizan trabajo voluntario en apoyo al combate a la COVID, en la solución de problemas en la comunidad y en la respuesta popular de apoyo a la Revolución. Soy optimista, pero no ciego y sé que subsisten indiferentes, burócratas, que repiten consignas que no sienten, el burocratismo no ha desaparecido, es una hidra de mil cabezas que tiende a reproducirse, existen cuadros que para actuar esperan orientaciones de los niveles superiores cuando el momento exige que prime la iniciativa, y también otros cuyos métodos de trabajo son obsoletos; hay una necesidad insoslayable de despertar a las organizaciones de masas porque en estos momentos la lucha por el avance de la Revolución está bastante gubernamentalizada.

La nueva dirección política ha aprovechado el acumulado social de la Revolución y desarrollado métodos y estilos de trabajo participativos que le han ganado en un corto plazo legitimidad ante el pueblo.

A riesgo de ser repetitivo, no puedo dejar de señalar que la Revolución Cubana atraviesa grandes dificultades económicas, hay escasez de productos básicos para la alimentación y la vida cotidiana es complicada, en un escenario complejo la nueva dirección política ha mostrado creatividad y audacia para mantener el rumbo socialista de la Revolución.

Para finalizar, lo importante que deseamos resaltar es que hay crisis económica, pero no hay crisis del paradigma socialista y se mantiene el consenso mayoritario a favor de la Revolución.

La conclusión es obvia: la Revolución Cubana seguirá existiendo en el siglo XXI.

Anexo

LA DANZA DE LOS MILLONES

Observar que cada uno de los proyectos tiene objetivos predefinidos para calumniar la Revolución Cubana.

Cuba Money Project 23 de octubre del 2021 Cuba

Beneficiarios de las subvenciones para Cuba: «Tan hambrientos que se comieron el miedo»

Tracey Eaton

A fines de septiembre, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional otorgó $ 6,669,000 en subvenciones para proyectos destinados a rastrear abusos de derechos humanos, ayudar a presos políticos, exponer la explotación laboral, financiar periodistas independientes y «construir objetivos comunes para la democracia».

Los destinatarios, montos y descripciones de los proyectos se encuentran a continuación:

Seis de los 12 beneficiarios de la subvención tienen su sede en Florida; cuatro están en Washington, D.C., uno en Texas y uno en España.

Los proyectos de la USAID suelen durar de dos a tres años. Los registros de gastos muestran que los 12 beneficiarios podrían recibir un total de $ 18,390,305 si sus proyectos están totalmente financiados desde ahora hasta que el último de sus programas finalice el 30 de septiembre de 2023. El monto total no está garantizado y depende de la financiación del Congreso.

Los montos totales de la subvención si todos los proyectos están totalmente financiados por el Congreso.

  • Instituto Republicano Internacional, $ 1,006,895 para proyectos de “apoyo a los derechos humanos en Cuba” y “seguimiento y revelación de abusos en Cuba”.
  • Fundación Panamericana de Desarrollo, $ 800.000 para exponer la explotación laboral en Cuba.
  • Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, $ 717,000, para exponer la «explotación de los trabajadores médicos cubanos».
  • Digital News Association, $ 604,920 para un proyecto llamado «La Gente Sabe – Exposición militar en Cuba».
  • Grupo de Apoyo a la Democracia, $ 625,000 para “asistencia humanitaria para presos políticos”.
  • Instituto Internacional sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos, 546.000 dólares para un programa titulado «Tan hambrientos que se comieron el miedo: violaciones de los derechos humanos y grupos históricamente marginados en la Cuba posterior a las protestas».
  • Victims of Communism Memorial Foundation, $ 545,573 para construir «metas comunes para la democracia».
  • Directorio Democrático Cubano, $ 520,179 para un proyecto llamado “La verdad sobre la explotación en el turismo cubano”.
  • Ayuda de extensión a las Américas, $ 500,000 para «acción humanitaria y conciencia».
  • Cubanet News, $ 408.003 para denunciar la «explotación de los trabajadores del turismo cubano a través del periodismo multimedia».
  • Asociación Observatorio Cubano de Derechos Humanos, 250.000 dólares para un proyecto titulado «Presos políticos en Cuba: denuncia, seguimiento y defensa».
  • Libertatis, $ 166,430 para promover los derechos humanos en Cuba.

Notas:

[1] Ver: https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d499

[2] Edwin Martin, subsecretario de Estado de la administración Kennedy, señaló en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre en 1992, celebrada en La Habana, que un objetivo de esa administración fue hacer el mayor daño económico a Cuba. Ver El mundo al borde de la guerra nuclear. Conferencia Tripartita 1992. Editora Política, La Habana, 2013. Página 66.

[3] Un examen detallado de la citada ley que respalda esta afirmación se encuentra en José Bell Lara “El síndrome de Cuba, la Ley Helms-Burton y una utopía del tío Sam “publicado en www.rebelion.org el 12 de agosto de 2019.

[4] Para tener una idea de los fondos millonarios que se dedican por parte del gobierno de los EE.UU. a las actividades subversivas contra Cuba ver el Anexo que acompaña este texto.

[5] Cuba cuenta, desde hace años, con una notable pericia en la creación de vacunas. De las 13 con las que son inmunizados nuestros niños, 8 son propias de nuestro país, incluyendo la vacuna antimeningocóccica, única en el mundo.

[6] Granma 25 de octubre de 2021, página 1.

[7] De la información del Ministro de Salud Pública a la Asamblea Nacional. Ver www.cubadebate.cu del 27 de octubre de 2021.

José Bell Lara. Profesor titular y consultante del Programa FLACSO-Cuba. Universidad de La Habana.

Tomado de: Razones de Cuba

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