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André Bretón: Surrealismo y Marxismo

André Breton fue un escritor, poeta, ensayista y teórico del surrealismo, reconocido como el fundador y principal exponente de este movimiento. (Francia, 1896-1966)

Por Fernando Buen Abad Domínguez @FBuenAbad

Para despejar toda duda, André Breton en el Segundo Manifiesto del Surrealismo (1930) expuso, con todas sus letras y consecuencias: “totalmente, sin reservas, nuestra adhesión al principio del materialismo histórico”. E insistió: “el surrealismo se considera ligado indisolublemente, como consecuencia de las afinidades antes señaladas, a la trayectoria del pensamiento marxista, y sólo a esa trayectoria”. Esto bastaría para desautorizar cualquier utilización del término “surrealismo” para fines tan bobos como enmascarar las aberraciones de no pocas conductas oligarco-burguesas. Se ha oído decir “es muy surrealista la fotografía del rey de España en sus cacerías de elefantes” o “que surrealistas son las mansiones de los millonarios”… el Surrealismo es muy otra cosa: “El Surrealismo es un puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral.” Primer Manifiesto del Surrealismo (1924). Algunos, incluso han creído ver en el Movimiento surrealista una contribución, en combate, hacia una Estética Marxista.

Tendría poca o ninguna importancia que Bretón hubiese declarado tal adhesión al método de Marx si no fuese porque esa definición, que molesta a tantos, contiene la idea revolucionaria de que la ética sea la estética del futuro. Que la ética norme, como pensó Adolfo Sánchez Vázquez, esa parte decisiva de las relaciones sociales en las que, el juicio del gusto sea explicable como base y producto de la lucha permanente por la igualdad entre los seres humanos y la justicia social “deseable, posible y realizable”.

Aquí se asume que de nada sirve una apología adoratriz que abone palabrerío de “culto a la personalidad” y, lejos de eso, aquí se expide una mirada crítica que no está dispuesta a rendirse ante las emboscadas del olvido hegemónico ni ante las tergiversaciones que van hundiendo toda herencia revolucionaria en los pantanos de la chabacanería ideológica al uso. Bretón fue ni será un santo artístico de establishment ni será carne de la desmemoria funcional al lavado de cerebro oficializado por el “buen gusto” académico, artístico o burocrático. Su obra es una herencia que marca horizontes indispensables para completar las revoluciones económico-políticas con revoluciones semióticas emancipadoras y eso no debe olvidarse. El pretexto de su natalicio es eso… un pretexto.

Mil cosas no se le perdonan a Breton, y acaso algunas con razón, pero las que destacan son de suyo revelaciones de una lucha de ideas que se despliegan en las honduras más significativas de los debates políticos más salientes de nuestro tiempo. No se le perdona haber interpelado la lógica monstruosa del capitalismo en el periodo de entreguerras ni sus extensiones camufladas décadas después; no se le perdona su amistad con León Trotsky de la que surgió el Manifiesto de la FIARI (Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente) manifiesto único en el que se dan cita las ideas de un revolucionario internacionalista y escritor como Trotsky y el más destacado militante de la vanguardia intelectual y artística europea. En ese manifiesto se encuentran de manera deslumbrante la política estética y política revolucionaria.

No se le perdona a Bretón su poesía y el lugar que le otorgó al amor como militancia humanista, única capaz de reconciliar a la especie humana consigo misma. No se le perdona la síntesis que propuso en el surrealismo para igualar al arte con los sueños, con la magia, con el azar, con lo lúdico, con el amor mismo. No se le perdona politizar la filosofía y filosofar la política desde el arte revolucionario para demoler el imperio de la esclerosis ideológica de una burguesía, ya entonces adicta al consumo de la “obra de arte” como mercancía de vanidades y de inversiones rentables.

Y desde luego no se le perdona haber quebrado los idilios de algunos artistas que se creyeron ajenos o indemnes a los estragos del debate capital-trabajo, que no se sentían trabajadores ni tenían vínculos con el proletariado bajo ninguna de sus definiciones o expresiones. No le perdonan ni le perdonarán, eso hace más crucial mantener la memoria en combate, la lista enorme de tareas que heredó a las generaciones posteriores. Legado cargado con apelaciones e interpelaciones. Legado premonitorio que vio venir la andanada de emboscadas “narrativas” en las que hacer pasar por “loquitas” ciertas formas o ciertas frases desligadas del trabajo revolucionario en los campos semióticos, se haría recurso rentable de publicistas o propagandistas serviles al engaño y las ideologías contrarrevolucionarias.

Así se apuraron muchos a dar por muerto al Surrealismo como han dado por muerto al Marxismo. Octavio Paz y sus esbirros en primer lugar. Pero los muertos que ellos matan gozan de muy buena salud y los mataron tan mal que siguieron cantando todos los himnos revolucionarios que permanecen anidados en las entrañas del arte, de la estética, de la semiótica que serán revolucionarias o serán nada… que aguardan eso que invocan muchas fuerzas rebeldes en todo el mundo: “Nada hay más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo” Víctor Hugo.

Tomado de: Telesurtv

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Los Diez cuadernos: el nacimiento del surrealismo

Por Vilma Fuentes

La reciente publicación de ‘Dix cahiers surréalistes’ / Abril 1924, de Georges Sebbag, pone de nuevo en el centro del escenario al surrealismo y los surrealistas con acaso sus dos derroteros iniciales más importantes: la escritura automática y el poema-‘collage’, ambos fuente inagotable de fértiles especulaciones y teorías.

El mejor especialista de la historia del movimiento surrealista, Georges Sebbag, quien ha publicado numerosas y notables obras sobre este acontecimiento capital del siglo xx, publica ahora un nuevo libro de tal carácter que es legítimo calificar de histórico. El surrealismo, cuya influencia puede aún encontrarse en la producción contemporánea, y los surrealistas siempre vivos al menos en la memoria, plantean profundas interrogaciones sobre el sentido de la escritura y los caminos del pensamiento. Este libro debería, pues, permitir a los buenos lectores rencontrar al fin el verdadero significado del término “surrealista”, el cual circula, desde hace tiempo, en forma abusiva para calificar todo y cualquier cosa.

Sobre la hermosa portada, con un formato de cuaderno escolar, ilustrada por una fascinante fotografía de mujer, el título del libro está sobriamente impreso: Dix cahiers surréalistes / Abril 1924. Se trata, así, de un documento fechado y publicado gracias al magnífico editor y fundador del Marché de la Poésie, Jean-Michel Place, en forma de libro por vez primera y que, enriquecido con numerosas ilustraciones, abre la posibilidad de leer todos los textos nacidos durante la experiencia inédita iniciada por los participantes de la aventura: los jóvenes fundadores del surrealismo.

Un día de abril, en 1924, André Breton reunió en París, en su atelier de la rue Fontaine, a sus amigos: Louis Aragon, Jacques Baron, Joseph Delteil, Robert Desnos, Simone Kahn-Breton, Georges Limbour, Max Morice, Pierre Naville, Benjamin Peret. Ahí, Breton distribuyó a cada uno de sus amigos un cuaderno escolar y les propuso lanzarse a dos experiencias: una, escribir al correr de la pluma, lo que tomará el nombre de “escritura automática”; otra, recortar títulos en los diarios extendidos ante ellos y disponer estos fragmentos de manera que compongan un texto denominado con el nombre de “poema-collage”. Fue así como nacieron las primeras experiencias de la escritura automática y el poema-collage. Los diez cuadernos, testimonios de la experiencia intentada por estos aventureros presurosos de correr todos los riesgos, son reproducidos en facsímil en este libro que establece así un documento esencial sobre el nacimiento del movimiento surrealista.

Muchas cuestiones se han planteado desde entonces sobre el sentido que era necesario dar a estos ensayos de escritura automática. ¿El azar podría, pues, ocupar una plaza decisiva en el dominio de la poesía? ¿Era una forma de retomar la interrogación planteada por Stéphane Mallarmé en su célebre poema: “Un coup de dés jamais n’abolira le hasard” (Un golpe de dados jamás abolirá el azar)? ¿O bien, otra posibilidad, se trataba de abrir el campo del poema al inconsciente, cuando la obra de Sigmund Freud, tan apreciada por estos nuevos creadores, tomaba un importante lugar en la época? ¿Hasta dónde podría ir la libertad de la improvisación fuera de cualquier control de la razón?

Un primer ejemplo de las dificultades presentadas por una respuesta a estas cuestiones es fácilmente localizable en la vida y la obra de la propia persona de su inventor, André Breton. La simple lectura de sus textos más famosos demuestra, sin la menor duda, que nada se encuentra más lejos de la escritura automática que su propia prosa. El discurso ardiente del “Manifiesto del surrealismo”, escrito por él mismo, prueba hasta qué punto su autor se preocupa del orden rigurosamente racional y lógico de la frase, como prueba también lo respetuoso de las reglas de sintaxis más tradicional como el escritor disciplinado que es. Por su parte, Louis Aragon llevará aún más lejos el catálogo de contradicciones. La experiencia de la escritura automática parece no haber sido para él sino un viejo recuerdo de juego infantil. Distracción de niños que no podía impedirle producir numerosas novelas escritas, vigilando atentamente no perder nunca al lector en curso con fantasías irracionales. El hallazgo más importante de la escritura automática será acaso la nueva plaza acordada al inconsciente y el reconocimiento de su irrupción en el juego de la escritura.

En cambio, la invención del poema-collage parece tener una prolongación más fecunda. La idea de colocar lado a lado fragmentos diferentes unos de otros, si no contradictorios, abrirá, más allá del misterio de los “cadáveres exquisitos”, nuevas perspectivas en la pintura. La práctica del collage enriquece, con uniones inesperadas y sorpresivas, cuadros como los de Picasso o Miró, sin olvidar las provocaciones de Dalí, seguidos de otros. El procedimiento del collage será ampliamente practicado. En La Révolution surrealista n° 1, décembre 1924, Breton escribe un sueño: “Es tarde en mi casa. Picasso se halla al fondo del diván, en el ángulo de dos muros, pero es Picasso en un estado intermediario entre su estado actual y el de su alma después de su muerte. Dibuja distraídamente sobre una libreta.” El estado intermediario podría ser la palabra requerida para evocar tanto la escritura automática como el poema-collage. Invocación en sueños.

Tomado de: La Jornada Semanal

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«El Surrealismo en América Latina»

Obra del artista plástico chileno Roberto Matta

Por Fernando Buen Abad Domínguez @FBuenAbad

«‘Transformad el mundo’, dijo Marx; ‘transformad la vida’, dijo Rimbaud:  estas dos contraseñas son para nosotros una y la misma», Andre Breton ante el Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura, realizado en 1935 Preludio: La Revolución del Inconsciente por otros medios. La realidad por otros medios. Un método consciente para hacer visible […]

«‘Transformad el mundo’, dijo Marx; ‘transformad la vida’, dijo Rimbaud: estas dos contraseñas son para nosotros una y la misma»,

Andre Breton ante el Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura, realizado en 1935

Preludio: La Revolución del Inconsciente por otros medios.

La realidad por otros medios. Un método consciente para hacer visible el inconsciente.

Mapas Solubles.

Una cartografía exhaustiva sobre «El Surrealismo en América Latina» no sólo excede las fronteras y las posibilidades objetivas de este texto, también excede las capacidades de su autor.

Aquí se hará lo que se pueda para bocetar, en cantidad y calidad, el desembarco y desarrollo del Surrealismo en tierras (y cabezas) de la llamada, no sin debates obligatorios —que aquí tampoco caben—, «América Latina». Se trata de una cartografía general que intenta dar paisaje, (y no necesariamente «nacionalidad»), al espectro del surrealismo que recorre América Latina durante buena parte de 83 años con militancias desiguales y combinadas. (Desde 1924, año en que se publicó el Manifiesto del Surrealismo y hasta 2007)

El Surrealismo nació, entre otras cosas, como respuesta rebelde al manto macabro de las Guerras: «El Siglo XX ha presenciado dos guerras mundiales, la segunda de ellas condujo a la muerte a más de cincuenta millones de personas y la cual estuvo a punto de destruir toda la civilización. La locura del fascismo, con sus campos de concentración y sus cámaras de gases fue una monstruosa regresión a un estado primitivo. Lo anterior mostró cuán superficial y cuán frágil es el fino barniz de la cultura humana y qué tan fácil es hacer que el progreso vaya en reversa. En el prolongado periodo del ascenso capitalista, que siguió a la Segunda Guerra Mundial, los defensores del «libre mercado» estaban convencidos de que las guerras y los estancamientos económicos eran cosa del pasado. Se pregonaba confiadamente que la humanidad había entrado en una nueva época dorada —una era de paz universal, prosperidad y democracia—. Estas ilusiones se reforzaron mil veces con el colapso de la Unión Soviética, lo que nos llevó al llamado nuevo orden mundial». 1 Alan Woods.

Algunas de las primeras noticias que llegan a México, por ejemplo, sobre André Breton (pre-surrealista aun) datan de 1922. Luís Mario Schneider dice que, a propósito del movimiento DADA de 1916, precursor en muchos sentidos del Surrealismo: «El artículo más importante que sale en México sobre la escuela de Tristan Tzara es también de Rafael Lozano, escrito especialmente para el Universal Ilustrado con el título de «El Endemoniado Dada se adueña de París» el 3 de febrero de 1921… Aunque es notable en el artículo una marcada aversión de Lozano hacia el movimiento dadaísta, la explicación y la información acerca de éste es extensa y veras. Prueba de ello es la lista de los diferentes nombres con que aparecía la revista dirigida por Tzara, los raros títulos de la revista dirigida por Picabia y otra por Ribemont-Dessaignes, así como los nombres de la publicación que editaban conjuntamente Louis Aragón, Andre Breton y Philipe Soupault…2» No fue rápida ni fue fácil la llegada del Surrealismo a América Latina, tampoco han sido fáciles, rápidas ni coherentes muchas de sus interpretaciones o sus expresiones vernáculas. Ha habido de todo.

Por ejemplo:

No podemos hacernos indiferentes al «azar objetivo» que dispuso, a su modo, una de las paternidades más claras del surrealismo en Lautréamont (nacido en Montevideo, Uruguay, en 1846). Sus Cantos de Maldoror reconocidos acaso tardíamente, ejercieron una influencia decisiva y duradera en toda la poesía surrealista. La muerte de Lautréamont, cuando tenía veinticuatro años de edad, no borró la potencia universal de la poesía preconizada por el surrealismo, según la cual todo ser individual está determinado por una conciencia colectiva de comunicación con las poderosas corrientes subterráneas que sustentan el ascenso humano hacia su emancipación definitiva.

Por ejemplo:

Entre 1925 y 1930 aparece un nuevo periódico titulado El Surrealismo al Servicio de la Revolución en cuyo primer número Louis Aragón, Buñuel, Dalí, Paul Éluard, Max Ernst, Yves Tanguy y Tristan Tzara, entre otros, se declaran partidarios de Breton. Se suman Jean Arp y Miró… después se incorporaron Magritte (1930), Masson (1931), Giacometti y Brauner en 1933 y también Matta (que conoce a Breton en 1937 gracias a Dalí) y Lam; el movimiento se hizo internacional rápidamente, aparecieron grupos surrealistas en los Dinamarca, Londres, Checoslovaquia Estados Unidos y Japón. En 1929 Breton publica el Segundo Manifiesto Surrealista que, entre otras posturas, condena a los intelectuales y a los artistas complacientes con la barbarie capitalista desatada con las guerras mundiales. Es el caso de Masson y Francis Picabia. Más tarde el movimiento, en 1936, expulsa a Dalí por sus tendencias fascistas y a Paul Eluard por sus tareas policíacas. Afirmado en sus convicciones revolucionarias en 1938 Breton firma en México con León Trotski y Diego Rivera el Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente.

Por ejemplo:

En 1940 se organiza la Exposición Internacional del Surrealismo bajo la batuta de Cesar Moro, Wolfgang Paalen y André Bretón. El evento reúne obras de Pablo Picasso, Agustín Lazo y Salvador Dalí, entre otros. Para entonces Moro ya es motor de influencias diversas en Xavier Villaurrutia, Remedios Varo y Leonora Carrington. Es él un ejemplo extraordinario de la confluencia del surrealismo europeo y las emanaciones vernáculas del espíritu rebelde latinoamericano. Moro escribió el primer poema de La Tortuga Ecuestre, uno de los poemarios más reconocidos en la tradición poética surrealista durante una estancia en San Luís Potosí, especie de imán enigmático para cierta lectura del Surrealismo.

La verdad es Revolucionaria

Cualquier parecido con las coincidencias es pura realidad.

En toda América Latina han pasado a retiro muchas sectas del esnobismo burgués que llamaron «surrealista» a su arte de esconder la cabeza en el agujero de sus ombligos para no ver las realidades que el Surrealismo se propuso combatir radicalmente. Están en bancarrota muchas mafias de «intelectuales» mercenarios que entretuvieron su ocio burgués con páginas de revistas «finamente ilustradas», con libros desarreglados elegantemente, con galerías «under y uper ground», con museos, con centros culturales y con todo tipo de coartadas para cobrar sueldos, becas y tráfico de influencias. La tarea esos geniecillos consistió en degenerar y neutralizar al Surrealismo para desviarlo de una de sus tareas supremas que es destruir al capitalismo desde lo más profundo del inconsciente, los sueños y las fuerzas creativas de la humanidad des-alienada. Algunos hasta quisieron volver al Surrealismo momia «académica» luego de darlo por muerto. He ahí Octavio Paz y algunos de sus secretarios.

Armada con excentricidad sesuda la farándula del «arte contemporáneo» se hizo la «loquita», (en dosis políticamente correctas), con monerías «irracionales» (rentables) para ganar pantallas, prensa, bibliotecas y cócteles… ¿Habrá que citar nombres? Hicieron hasta lo indecible para borrar el contenido revolucionario del Surrealismo y se entregaron a un regodeo formal reduccionista que, en algunos compradores de «arte», produjo simpatías recatadas y sonrisitas cómplices. Pachanga de un decorativismo exótico para algunos rinconcitos de la casa, los estantes de la biblioteca y algún revistero «mono» al lado de un sofá de época. ¡Chic!. ¡Nice!. Un poco de marihuana (o algo más), parrandas, palabrería y cojederas «open mind»… Gente «progre», de ese mundo del «arte» decadente, intelectuales de cámara ansiosos de explorar otras latitudes del «inconsciente»… ni tardos ni perezosos desfiguraron al Surrealismo y se disfrazaron con andrajos de creatividad para inventar nombres sucedáneos y conexos al Surrealismo. Años de fraude y pedantería encaramados en los cenáculos del histrionismo cultural burgués. Un esperpento. Hoy se acabó su diversión…

El Surrealismo es una realidad.

Era de esperarse que el Surrealismo se abriera paso, a toda costa, para salir bien librado y fortalecido de ese trance maniático y deprimente a que fue sometido por los señoritos de la «inteligencia» esnob. Y era de esperarse que la resistencia del Surrealismo se incubara en las antípodas de la burguesía y que, poco a poco, mostrara su maduración y sus potencialidades renovadas impulsada por la dialéctica de los procesos revolucionarios en América Latina. En primer lugar, no basta con espantar a la burguesía. Hay un proceso Revolucionario en Latinoamérica que recorre el continente expresándose, entre otras mil formas, con demostraciones de masas extraordinarias. Hay estallidos y revueltas sociales, algunas de ellas, obra de la desesperación; hay otras que son movilizaciones producto de un trabajo de organización de base, madurado y enriquecido, con la teoría política y la experiencia de luchas añejas (no envejecidas). Latinoamérica vive a estas horas con los pálpitos de un corazón revolucionario incuestionable y con una dirección de implicaciones revolucionarias profundas. Como lo invocó el Surrealismo. He ahí Cuba, Venezuela, Argentina, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina… México.

La oligarquía no ve con simpatía la militancia de esos agentes rebeldes surrealistas que andan con el pueblo afilando su creatividad para propinarle nuevos golpes simbólicos a un sistema agónico. Hay que ver los graffiti en Argentina, Colombia y Ecuador… hay que escuchar la poesía en el rock más callejero y de barricada. Hay que sentir las manifestaciones populares en Caracas, por ejemplo. El Movimiento Surrealista vive momentos que no necesariamente se expresan en movilizaciones o acciones «espectaculares» para el show bussines del consumismo. Según el raiting de los exquisitos. Trabaja discretamente, en las profundidades de la lucha, en su lugar, mientras avanza la expropiación a la oligarquía de las herramientas y lenguajes que sirven ahora para la emancipación de los pueblos… he ahí una corriente fresca en Internet como ejemplo. Se vive una experiencia, no única, donde la poesía va siendo hecha por todos. Esos surrealistas en acción saben que no pueden conformarse con utilizar las herramientas de la oligarquía, como si con eso se lograra un triunfo, saben que deben superar las herramientas para formar medios y lenguajes adecuados al poder ascendente de los pueblos. De nada sirven las herramientas si se repite el discurso del patón. Es preciso impulsar la emergencia de relatos revolucionarios renovados capaces de propagar y potenciar la fuerza amorosa, humorística, científica y poética del espíritu revolucionario. El escenario en Latinoamérica es otro y el mundo otro rumbo al socialismo. Aunque muchos no quieran verlo.

La Belleza Convulsiva de la Revolución Surrealista Permanente

Esta vez «Le poète travaille» (el poeta trabaja) al lado de las luchas. En la fase de transición a la que sirve el Surrealismo hoy, (negado incluso por algunos que lo usan) no todo es miel. El Surrealismo ha tenido también que experimentar contradicciones organizacionales internas y decisivas y la disciplina revolucionaria del espíritu entendió la urgencia de actualizar una Federación Internacional de Artistas Revolucionarios. (FIARI) que ya camina sus pasos de la etapa. Hubo que romper de raíz con todo cuanto implicara una praxis puramente «literaria» u «artística» solipsista, para privilegiar el papel del arte en la barricada, todas las barricadas, donde el trabajo central, -no el único- es el fortalecimiento simbólico de las luchas y la liberación definitiva del espíritu revolucionario. El Surrealismo toma su lugar para derrotar el poder «moral» de la burguesía y toda forma de alienación se pinte como se pinte. Se transformó en manifestación pública. Ahora los sueños revolucionarios, la vigilia y las imágenes surrealistas agitan en las masas un lenguaje nuevo que sólo saben interpretar con exactitud, no cartesiana, quienes practican la Escritura Automática de la Revolución. Hay que ver la poesía que se gesta. Al calor del sueño revolucionario y de la liberación del inconsciente rebelde, el sueño mismo y la rebeldía misma dejaron de ser reino de la individualidad. La identificación del yo en los demás abre espacio a una fascinación nueva que la experiencia surrealista entiende como ascenso del socialismo y ascenso propio. Hay que leer los manifiestos, las consignas, los comunicados, las declaraciones plagadas de reivindicaciones que el surrealismo tuvo como suyas desde la hora primera.

Identificamos los caminos nuevos estéticos del Surrealismo en toda hendidura, grieta y orificio por donde pueda hacerse pasar el antídoto capaz de combatir a la miseria y a la barbarie. Identificamos los caminos del Surrealismo, hombro a hombro, con las luchas revolucionarias hacia el futuro. Es un ejemplo, una virtud de moral revolucionaria que necesitamos mucho. La dirección revolucionaria del Surrealismo no emerge de ninguna secta, ha pasado a ser una verdadera síntesis creadora multiplicada que toma al amor en serio. Acaso por eso muchos surrealistas de la generación nueva poseen una mística nueva y coinciden en trances amorosos similares que pertenecen a una especie de pacto revolucionario que determina, y funde, la vida interior con la exterior. Los surrealistas se empeñan en impulsar una idea rebelde sobre el Estado Actual del Espíritu respecto de la revolución de todos. Interpretan los signos de la miseria social, educativa, política, arquitectónica, emocional… luchan contra todo conformismo y contra la apatía, contra el triunfalismo y contra la pedantería. Se impulsa una revolución cultural radicalizada que no menosprecia los mejores logros humanos. El trabajo de los surrealistas se nota en la denuncia y en la creación, dejan ver los muertos escondidos por el capitalismo en los pasadizos de la miseria y no se conforman con «mostrar» cuando de lo que se trata es de transformar. Hay que ver cómo abrazan las herencias surrealistas los murgueros, los teatristas, los graffiteros, los poetas, los periodistas más creativos.

En la obra del Surrealismo latinoamericano más reciente, donde hay obra indígena, obrera y campesina, está prendida con todo su fulgor la construcción del Amor como Revolución Permanente, única tarea colectiva capaz de reconciliar a la humanidad consigo misma. Hay que ver las fiestas culturales en el Zócalo de México contra el fraude de Felipe Calderón. Hay que ver la plástica de las mantas, pasacalles, cartulinas y pancartas en Chile, Bolivia, Nicaragua… El rostro del Surrealismo en las barricadas, sus perfiles más vigorosos en la suerte de las masas, en las calles y las plazas. Esos hombres del Surrealismo se mueven en él como en una puerta giratoria, tienen puesto el reloj a la misma hora. Su programa mantiene vivas las consignas de liquidar el ideal moralista, estético y liberal burgués, su relicario esclerótico, porque la lucha por la liberación definitiva de la humanidad, en su más profunda razón revolucionaria, es la única cosa que queda a la que merezca la pena servir. Y hace falta acumular fuerzas poéticas revolucionarias para la revolución. A eso se dedica el Surrealismo en todos sus trabajos de clase. Esa tarea es la más suya. Ganar fuerzas poéticas para la revolución. El surrealismo, poco a poco, se ha aproximado más y más al ascenso comunista, lo cual significa poesía hecha por todos, plenamente. Hay que escuchar la poesía de los comunicados zapatistas. El Surrealismo al Servicio de la Revolución.

El Surrealismo en América Latina ha sido, no sin peligros y tropiezos, un avance significativo de revolución expresiva para la agitación corporal y colectiva que pone en claro el sentido de los pueblos en el bullicio de las imágenes y los imaginarios, los surrealistas han aprendido de ellas y se han actualizado actualizándolas en la subversión de lo lúdico, lo erótico, lo onírico… he ahí un poema hecho por todos.

Aproximaciones sucesivas al significado del Surrealismo

El Surrealismo no es un fenómeno meteorológico. Como todo concepto revolucionario -en movimiento- el Surrealismo es un cataclismo de las ideas inseparable de la lucha de clases. Sus significados son sociales y se revelan con claridad cuando se identifica su lugar en el debate Capital-Trabajo. Bretón propuso:

«SURREALISMO: sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral. ENCICLOPEDIA, Filosofía: el surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida. Han hecho profesión de fe de SURREALISMO ABSOLUTO, los siguientes señores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil, Desnos, Eluard, Gérard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Péret, Picon, Soupault, Vitrac»3.

Breton insistió, una y otra vez, en que el Surrealismo debía caminar hombro a hombro con la Revolución Marxista. Se trataba de re- organizar y re-significar toda concepción de «expresión estética» (sucedáneas y conexas) y ponerla al servicio de una praxis nueva, revolucionaria y permanente. «Nuestra adhesión al principio del materialismo histórico… Verdaderamente no se puede jugar con estas palabras. Si dependiera únicamente de nosotros -con eso quiero decir si el stalinismo no nos tratara tan sólo como bichos raros destinados a cumplir en sus filas la función de badulaques y provocadores, nos mostraríamos plenamente capaces de cumplir, desde el punto de vista revolucionario, con nuestro deber…»4 Andre Breton.

El Surrealismo es un sueño en serio. Un movimiento y un método de lucha valioso. Es un vertedero de las imágenes liberadas que opera como es, como acto de amor embriagado de lo insólito, de lo in-nombrable y con fuentes propias contra una Historia intoxicada de barbarie y miseria. Es, entre mil tareas, programa dialéctico del onirismo emancipatorio, de la irreverencia como acto de conciencia, de la dictadura de la poesía y el develamiento de cuanto yace escondido o secuestrado, voluntariamente o no, en cualquier parte, incluyendo al «inconsciente». Continuación de símbolos «trabajados» por el automatismo psíquico para quebrar el cerco de todos los alfabetos burgueses en la mente de los pueblos y poner en acción directa el valor fenomenal del deseo desalienado.

Golpe contundente contra lo encerrado, lo cerrado, lo oculto, lo convencional, lo erótico mercantilizado, lo religioso opiario, lo sadofascista…. el Surrealismo es ironía virulenta, savia sobrecogedora de la vida y la muerte dignificadas. Es Automatismo Psíquico con un programa para la intervención poética contra el capitalismo y sus deyecciones. El Surrealismo es praxis revolucionaria contra los silogismos de la miseria, la lógica lineal de la explotación y el fardo alienante de la moral judeocristiana… poesía como acción directa, como fuerza revolucionaria capaz de ofrecer victorias nuevas en territorios nuevos. Arma de la humanidad para la batalla política en plena lucha de clases. Poesía de imágenes y manifiesto militante, antagónico a un sistema económico e ideológico criminal, soez y degenerado, plagado de inmundicias morales, económicas y políticas.

El Surrealismo es Poesía revolucionaria plena de lecciones que exaltan la pasión por la libertad y la certeza de que sólo con la revolución socialista se supera esta noche degenerada del capitalismo. Poesía que no es «desplante» de sectario «literario» o «plástico», porque es una lucha para cambiar la vida. Poesía de fuerza antagónica frente a la putrefacción burguesa en sus iglesias, sus artistas, sus periodistas… sus publicistas… Poesía de combate interior y exterior que es fuerza humana paridora de revoluciones.

No es un grito, es un himno que mete las manos en la miseria simbólica, emerge de ella y se dispone a transformarla. «Cambiar la vida… transformar al mundo». Es una persistencia revolucionaria en beligerancia consciente contra la pesadilla en vigilia que oprime y desahucia la realidad toda. Beligerancia de lo imaginario contra sus miserias y hacia sus magnificencias, como cultura universal del inconsciente corazón de la realidad que no soporta más el circo de muerte y podredumbre capitalista con su paisaje de doble fondo donde se esconde la barbarie, las desgarraduras de las guerras, la rebatinga obscena por los mercados, la condena a la esclavitud y la hipocresía clerical. El Surrealismo es método para la Poesía llena de convulsiones, para incitar a la acción, esta vez mejor organizados hacia la resolución de la vida práctica.

Cuando la burguesía ratificaba -e imponía- con su 1ª y 2ª Guerras Mundiales, su sentencia de saqueo y explotación… el Surrealismo comprendió la liberación del mundo concreto con una praxis que terminará con la dictadura de la lógica, la estética y la moral burguesas. Es una lucha contra un modo de producción espiritual impuesto por el capitalismo ayudándose, incluso, con las tesis de Freud, para liberar los instintos, los deseos, los sueños… liberar en simultáneo a la sociedad toda de la cultura del exterminio, la depresión, la alienación y la resignación. Lucha mundial contra la burguesía para liberar a la humanidad y al inconsciente con inspiración en Marx. No hay otra lectura mejor. Aquí nos impulsaremos con esta interpretación.

El Surrealismo en América Latina

Machu Pichu y Chichen Itzá son considerados por los surrealistas altos lugares de la Tierra, no por voluntad de «retorno a los orígenes» sino por la fuerza simbólica que auspician para un salto cualitativo y cuantitativo hacia el futuro.

Escojo entender título «El Surrealismo en América Latina» como una lectura de su cometido internacionalista y no como crónica de una aparición o de estancias vernáculas puramente anecdóticas. Es cierto que no es poca cosa cribar la distinción entre Surrealismo «en» y Surrealismo «de» América Latina, pero tal distinción aquí sólo nos proveerá con argumentos para ratificar la necesidad de entender su naturaleza internacionalista y la inutilidad relativa de tal matiz. Nos proveerá con herramientas teórico-políticas para combatir todo tufo nacionalista de esos que gustan de camuflarse en las entrañas de ciertas vacilaciones sintácticas. Todas sus apariciones mundiales son secciones internacionalistas de una misma lucha.

No hay utilidad en afirmar al Surrealismo a través de lo «nacional», en las entrañas del Surrealismo nada hay que evidencie tal carácter ni justifique interés patriótico especial. Si uno identifica el lugar del Amor, de la Poesía, de lo Lúdico, de lo Onírico surrealistas, lo que se encuentra (sin negar el papel objetivo de la realidad local) es una afirmación vehemente por la libertad humana esté donde esté. La afirmación de lo territorial es así antagónica con el Surrealismo, que, por su parte, es él mismo proceso violento contra todo localismo y folclorización. Eso no implica que sea inútil, ni ingenuo, identificar las estancias del surrealismo y sus raíces mundialmente.

«El surrealismo había roto los círculos nacionales del arte y traspasado las fronteras. Ningún movimiento estético anterior, incluido el romanticismo, tuvo esa influencia y esa repercusión internacionales. Se convirtió en el agradable sustento de los mejores artistas de cada país y fue el reflejo de una época que, también en el plano artístico, debió considerar sus problemas en relación con el mundo. […] Nacido en París de una decena de hombres, no se redujo a Francia, sino que se extendió hasta las antípodas. Mucho más que un pequeño cenáculo artísticamente parisiense, tuvo adeptos e influyó en hombres de Inglaterra, Bélgica, España, Suiza, Alemania, Checoslovaquia, Yugoslavia, y aun de los demás continentes, como África, Asia (Japón), América (México, Brasil, Estados Unidos, Argentina)» Maurice Nadeau

Hacia 1924 reinaba en América Latina un tufo de modernidad positivista no sin contradicciones hondas. Había, por ejemplo, una literatura burguesa culterana y decorativista con los Simbolistas -como en cierto creacionismo-, estremecida por las ráfagas de los futuristas como en el Estridentismo5. Modelaba el «proyecto cultural» latinoamericano un tufo de afrancesamiento rancio con sus estéticas hegemónicas y un culto al saqueo «moderno» pleno de fiebres nacionalistas a destajo con trabajo febril de los aparatos burocráticos serviles para ayudar a sanar las heridas de los EE UU luego de su «crisis del 19».

Hacía falta capacitación de mano de obra esclavizada y hacía falta infraestructura moderna que facilitara el saqueo de los recursos naturales. Algunas élites de intelectuales advenedizos adoraban sus tareas modernizadoras mientras miraban, con nostalgia de lo que no tuvieron, el mundo europeo francés. Ser hombre culto implicaba hablar francés en tertulias bohemias… leer poesía francesa… un deleite burgués en territorios coloniales y semi-coloniales. De espaldas siempre y en contra de las Revoluciones que agitaba el continente entero desde 1910.

Y de Francia vino, paradójicamente, «La Révolution Surréaliste», que tomó tiempo en encarnar sus elixires malditos. Viajaron a Latinoamérica primero con sus ideas y luego personalmente André Breton, Antonin Artaud, Philippe Soupault y Benjamín Péret, Marcel Duchamp… que no sólo trajeron la influencia de sus postulados, sino que se llevaron el sello indeleble de un continente que por sus realidades y sus imaginarios prometía hacer del Surrealismo florecimientos magníficos de alcance insospechado. Pero también el Surrealismo que vino, volvió a Europa cargado con voces latinoamericanas… un ir y venir que tiene en su historia capítulos fundamentales para comprender el presente del pensamiento Latinoamericano en muchas de sus áreas fundamentales.

Es el caso de Julio Cortázar, Octavio Paz, Alejo Carpentier… desde México hasta Argentina el humor rebelde de los surrealistas trabaja sobre los hechos absurdos de la vida, de la política, de la cultura burguesa. Y la influencia del surrealismo no se detuvo ahí abrió un método transformador que contribuyó al fulgor de autores como Pablo Neruda, Wilfredo Lam… Vicente Huidobro, Angel Cruchaga, Rosamel del Valle, Braulio Arenas, Gonzalo Rojas, Teófilo Cid, Jorge Cáceres, Enrique Gómez Correa, Humberto Díaz Casanueva, Carlos Latorre, Juan Antonio Vasco, J. J. Ceselli, Julio Llinás, Francisco Madariaga, Olga Orozco, César Moro, Aldo Pellegrini, Emilio Westphalen, Oliverio Girondo, Pablo de Rokha y Enrique Molina.

Recuento General incompleto e injusto: Surrealismo desigual y combinado.

Argentina: Aldo Pellegrini inició el primer grupo con inspiración surrealista en 1928. Publicó también la primera revista surrealista de habla hispana. Se suman, no exhaustivamente, los nombres de David Sussman, Mario Cassano, Elías e Ismael Piterbarg, Adolfo Solario. Macedonio Fernández y Oliverio Girando. Enrique Pichon Rivière, Juan Batlle Planas, Roberto Aisenberg, Juan Andralis, Julio Silva y Virginia Tentindo. Parte del resultado es la revista Ciclo. Enrique Molina dice «Si la poesía no es una actitud total…. si ella ya no encierra todas las posibilidades del amor,, de la revolución, si no es definitivamente incompatible con la servidumbre, con la domesticación, con el arribismo, termina por verse limitada…a banalidades decorativas, elaboradas por el ocio y la cobardía» En 1992 se realizó una gran exposición surrealista en Buenos Aires bajo el nombre de El Surrealismo y su entorno en la Argentina., organizada por Jean Puyade, director de la Alianza Francesa de Santa Fé, destacan las instalaciones de León Ferrari con espíritu anticlerical y militante del Surrealismo.

Brasil: El Surrealismo brasileño cuenta con el Movimiento Antropofagista de 1928; el Grupo Austral de Brasil animado por Edouard Jaguer, compañero de ruta de Breton desde 1950. Suma los nombres de Maria Martins Sergio Lima y Claudio Willer, Floriano Martins Ismael Nery y Murilo Mendes, Mário de Andrade y Oswald de Andrade. Patrícia Galvão (Pagu), Flávio de Carvalho y Mário Pedrosa. Fernando Mendes de Almeida, Ascânio Lopes, Rosario Fusco, Livio Xavier, Osório César, Jamil Almansur Haddad, Raguna Cabral, Wagner Castro y Eros Volúsia, Raul Bopp y Tarsila do Amaral.

Colombia tuvo un grupo de poetas Los Nadaistas cuya inspiración oscilaba entre Dada y el Surrealismo, pero el mejor fruto del acoplamiento del espíritu surrealista con la realidad colombiana son los Cien años de soledad de García Márquez.

Cuba: Alejo Carpentier (nacido en La Habana, Cuba, el 26 de diciembre de 1904 y fallecido en 1980 en París) bebió de ese elixir de la experiencia surrealista. He aquí un ejemplo de traslado no imitativo, es decir de practica dialéctica que no creyó en cánones ni purismos. «Carpentier, ampliamente conocido por el estilo barroco de sus escritos y su teoría de «lo real maravilloso», tiene entre sus obras más famosas Ecue-yamba-o! «Alabado sea el Señor» (1933) sobre el folclore y mitología afrocubanos, El reino de este mundo (1949) y Los pasos perdidos (1953). Fue en el prólogo de El reino de Este Mundo, una novela sobre la Revolución haitiana, en el que describió su visión de «lo real maravilloso» o lo maravilloso real, que algunos críticos interpretan como sinónimo del Realismo mágico»6.

Chile El primer grupo surrealista chileno, La Mandrágora, se funda en 1938 aunque ya desde 1935 un chileno ilustre Roberto Matta había compartido las actividades del grupo de París y, más tarde, parte con Breton y Max Ernst al exilio en New York. Los grandes animadores del grupo chileno son los poetas Enrique Gómez Correa, Braulio Arenas y Teófilo Cid quienes publican a partir de 1943 siete números de una revista que lleva el nombre del grupo. En 1948 los surrealistas chilenos organizan una exposición internacional del movimiento en la que participa Matta quien a pesar de sus simpatías por el grupo mantuvo siempre una posición externa. En la actualidad el pintor y poeta Leal Labrin ha organizado una suerte de sucesión surrealista con un grupo de jóvenes que son mayoritariamente alumnos suyos en la Universidad. Labrin organiza frecuentes exposiciones surrealistas itinerantes en Chile.

Roberto Matta (Santiago de Chile, 11 de noviembre de 1911 – Civitavechia, Italia, 23 de noviembre de 2002) avanzó sobre una estética de la lucha y la tensión no muy simpáticas para el pensamiento cultural hegemónico en Chile. «Precisamente fue Breton quien estimuló al artista chileno, valorando su trabajo e introduciéndolo en el círculo de los principales miembros del movimiento surrealista de París. Matta produjo ilustraciones y artículos para el periódico surrealista Minotaure. Durante este período trabó amistad con prominentes artistas contemporáneos europeos como Picasso y Marcel Duchamp» … «Quiero revelar las contradicciones implícitas en la realidad. Es el espacio creado por las contradicciones, el espacio de esa lucha, lo que me interesa como expresión de nuestra condición real. El defecto de la mayoría de los cuadros actuales es que enseñan una libertad a priori de la que se han eliminado toda contradicción, toda semejanza con la realidad.» Matta.

Guatemala: donde se refugia Eugenio Granell cuando se ve obligado a partir de Santo Domingo, con su pasado maya. Carlos Mérida quien había expuesto en la exposición de 1940 en México comparte con Granell la militancia surrealista guatemalteca

Perú la primera exposición surrealista tiene lugar en 1935. Es la primera exposición surrealista latinoamericana. En ese país el Surrealismo está representado esencialmente por César Moro y Emilio Westphalen quienes organizan la exposición mencionada y, en 1939, publican el primer y único número de la revista El uso de la palabra. Más tarde, a su retorno de México, Moro publicará otra revista Las Moradas. CÉSAR MORO (1903-1956)

Alfredo Quíspez Asín nace el 19 de agosto de 1903 en la ciudad de Lima. En 1923 cambia su nombre a César Moro y dos años más tarde viaja a Francia con la intención de estudiar ballet y presentar sus pinturas en París. Es recibido por su amiga de infancia Alina, esposa del compositor peruano Alfonso de Silva. Durante su estadía en Francia conoce a miembros del movimiento surrealista como Benjamín Péret, Paul Éluard y André Breton. Participa en algunas exposiciones y publica distintos poemas en diferentes revistas surrealistas de la época. Moro regresa a Lima en 1933. El año siguiente conoce a Emilio Adolfo Westphalen con quien entabla una estrecha amistad. Durante su estadía publica algunos poemas en revistas nacionales y participa en una exposición junto a un grupo de artistas chilenos. En 1936 edita clandestinamente unos boletines en defensa de la República Española los cuales son confiscados por la policía el año siguiente. Ese mismo año monta una exposición de sus pinturas en la Peña Pancho Fierro. César Moro regresa Lima en 1948, se establece en Barranco y se dedica a la enseñanza en la Alianza Francesa y en el Colegio Militar Leoncio Prado donde tiene como alumno a Mario Vargas Llosa. Durante esta época participa con poemas, traducciones y artículos en casi todos los números de la revista Las Moradas. En 1954 publica su tercer libro de poemas en francés Trafalgar Square y dos años más tarde fallece de una enfermedad desconocida. André Coyné y Fernando de Szyszlo organizan un Homenaje a César Moro en agosto de 1956. En los años siguientes Coyné publica los poemarios póstumos; Amour à mort (1957), La Tortuga Ecuestre y otros poemas (1958) y Los Anteojos de Azufre (1958).

Uruguay en los años 60 aparecen dos revistas de inspiración surrealista Los huevos del Plata y Maldoror. En la primera se reproducían textos del grupo de Paris y algunas creaciones poéticas automáticas. La segunda fue fundada por Lucien Mercier, Profesor de francés y crítico de cine en el semanario de izquierda Marcha. Con esta revista el país que vio nacer a Isidore Ducasse, Lautréamont, le rinde homenaje a este gran inspirador del movimiento

Venezuela el Surrealismo aparece tardíamente en 1968 con el movimiento plástico y poético El techo de la Ballena que alcanzó una gran fuerza expresiva y militante. Este grupo surge, en principio como una forma de acción política y poética. Cuenta entre sus filas con Juan Calzadilla, y todos sus miembros mantienen hasta hoy intactos sus principios surrealistas.

Andre Breton en México

«el lugar surrealista por excelencia»7… «Queda por lo menos un país en el mundo donde el viento de la liberación no ha amainado.» Andre Breton, Recuerdo de México.

Breton y su compañera, Jacqueline Lamba, llegaron a México alrededor del 17 de abril de 1938.

México, un paisaje real y extraordinario de trazos bizarros y vivientes, automáticos, primitivos, raros, interior… de tierras con locura y crueldad sabor a escándalo. México que erupciona simbólicamente, evoca lo maravilloso y choca con la estupidez, México como un humor negro por excelencia, amigo de la muerte y no tanto, conocido por sus intersecciones con la arbitrariedad, la solemnidad, lo fértil y lo absurdo cotidiano.

México conoce a Breton y viceversa con una atracción erótica, como una travesura de todos los temas de la vida común, como una andanada de cosmopolitismo revolucionario del Surrealismo ante las contradicciones de un pueblo desigual y combinado. Breton miró un México sin obsecuencias folklóricas, ni nacionalismo, ni del sentimentalismo populachero. Breton surrealista, poeta, crítico y líder organizador de la revolución estética más influyente vio en México un retrato viviente de muchas de sus pasiones predilectas, desde luego, del sentido de lo maravilloso, del sueño, de la imaginación, del arte popular. Breton encontró ya enraizada en México una de las revoluciones más fulgurantes: la sensibilidad de los mundos indígenas y sus conflictos con las pulsiones de la modernización.

En 1938, André Breton, viajó a México para conocer a León Trotsky, y por ese viaje, conocer a Diego Rivera y Frida Kalho en un país que, con todas sus heridas, se exhibe a sí mismo con sus mundos casi irreales, con algo mágico que parece estarle vedado, con algo una prolongación enmarañada de la propia naturaleza loca de esa muerte que nutre a México. Breton sucumbió ante los mitos y el misterio que son también lectura política, y exuberancia de la imaginación que es irónica, juguetona, erótica y lujuriosa… sucumbió, pero no con mirada de santo.

Breton recorrió una parte del secreto del surrealismo en México que le mostró la convicción de que el ambiente de revueltas frescas en el arte popular son la belleza convulsiva misma, y ese es uno de sus delirios comestibles de la realidad indígena más avasalladora e inclemente que «ofrece hasta una muerte distinta de otras muertes». «Puede pensarse que los grandes impulsos son cosa del pasado, que las aldeas entregadas al pobre trueque de pimientos por vasijas de barro cerraron ya sus párpados, y que la corrupción ha penetrado, lo mismo allá que en todos lados, gran parte del aparato estatal; sin embargo, no por ello es menos cierto que en México brillan todas las esperanzas que, sucesivamente puestas en otros países -la URSS, China, España-, se vieron dramáticamente desbaratadas durante el último período histórico -aunque sepamos que esas esperanzas acabarán por triunfar de las fuerzas que hoy acaban con ellas; que son inherentes al móvil humano en lo que éste tiene de más misterioso, de más vivaz; y que lo propio de su naturaleza es volver siempre a florecer, así sea de entre las ruinas de la misma civilización.» Andre Breton, Recuerdo de México.

He ahí uno de los capítulos más apasionantes del Surrealismo en América Latina. Breton aporta a México al menos dos lecciones imborrables: la revolución del Surrealismo y la urgencia de militancia artística organizada y mundial y organizada: La Revolución Permanente de la expresión. Su encuentro con Trotsky es capital. La idea del «Surrealismo» como fuerza que se alimenta con una revolución permanente sirvió como impulso para el abandono de toda interpretación o actividad diletante bajo el manto del surrealismo. Una afirmación del Surrealismo en el materialismo dialéctico que se aparta definitivamente de las etapas surrealistas precedentes y marca el rumbo hacia un programa estético-político decisivo y en plena maduración hoy mismo. «México, no despierto del todo de su pasado mitológico, sigue evolucionando bajo la protección de Xochipilli, dios de las flores y de la poesía lírica, y de Coatlicue, diosa de la tierra y de la muerte violenta: más patéticas e intensas que cualquiera de las restantes, las efigies de estas dos divinidades intercambian de un extremo al otro del museo nacional, por sobre las cabezas de los campesinos indios que son sus más numerosos y reconcentrados visitantes, palabras aladas y gritos roncos.» Andre Breton, Recuerdo de México.

Era de esperarse que algunos rezongaran, ya lo habían hecho entre el primer manifiesto y el segundo y la hora del encuentro Breton-Trotsky trajo consigo una definición que exigió asunción de posiciones más firmes, más ricas, más profundas. Hora de liberar a la conciencia de todo ministerio alienante para abrir los horizontes sociales que cada grupo conseguiría alcanzar sólo con un programa consensuado. Surrealismo no sólo para la instigación a la revuelta continua… Surrealismo también para la construcción de una sociedad distinta en la mira de todos y articulada con las condiciones objetivas el mundo hoy mismo, es decir: la cultura mediática globalizada y sus formas diversas de alienación.

Breton comprendió la importancia de firmar una convocatoria internacionalista, incluso con un no surrealista, bajo el principio nodal de una lucha enorme y hacia un movimiento de aristas revolucionarios cuyos métodos habituales han sido hasta ahora la atomización y el individualismo. Hacia un rechazo del arte y sus instituciones, un rechazo frontal contra la contemplación estética y por una lucha liberadora de Eros, la libertad, la poesía y el amor… desarrollar estrategias para afrontar condiciones dominantes sin perder de vista a los enemigos.

La FIARI

«Puede afirmarse sin exageración que jamás la civilización humana estuvo amenazada por tantos peligros como lo está hoy. Los vándalos con la ayuda de sus medios bárbaros, es decir, harto precarios, destruyeron la civilización antigua en un limitado rincón de Europa. Actualmente es la civilización mundial completa, en la unidad de su destino histórico, la que se tambalea bajo amenaza de unas fuerzas reaccionarias armadas con toda la técnica moderna. No sólo pensamos en la guerra que se avecina. Ya, desde ahora, en tiempos de paz, la situación de la ciencia y del arte se ha vuelto absolutamente intolerable» 9.

Algo de lo más importante que hizo Bretón en México fue fundar la FIARI en colaboración con Trotsky para la «organización de la resistencia contra todas las fuerzas de domesticación del espíritu«.»

Todo lo que el Surrealismo ha propuesto debiera considerarse a la luz de la chispa de la revolución mundial y los surrealistas tienen el deber de perturbarse con euforia, en sus principios como en su historia, para desembocar en esa situación humana que constituirá, en ideas subversivas y en su realidad palpable, la hora cierta de cambiar la vida.

El llamamiento a la creación de la Federación Internacional de Artistas Revolucionarios e Independientes —FIARI— es, también, una contribución del Surrealismo, que abre sus fulgores al debate y a la construcción a pesar de los pesares pesimistas que reinan en las cabezas de muchos. Es la concreción de un deseo inmenso, irreversible, insaciable, cuya voluntad reclama una humanidad organizada y en lucha a pesar del terreno movedizo donde gustan de vivir ciertos artistas e intelectuales. Esa convocatoria tiene impresas algunas de las palabras mágicas que quieren ayudar al hombre nuevo: Surrealismo.

Organizar a los artistas en con un programa de lucha simbólica basado en la plena independencia creativa y sin indiferencia política, asusta a muchos timoratos, a los engañados que tiran el carro de la estética burguesa inconscientes o advenedizos. Pero los espíritus mejor ejercitados ya recorren el mundo. No en vano ya el panorama se ha llenado con tesis magnificas e inacabadas, concretas y tangibles, pleno de iluminaciones que brillan con el fulgor revolucionario de Octubre como los astros mayores cuya empresa de transformación y de recreación del mundo pusieron en marcha Marx y Engels.

Ocurrió en México la redacción de convocatoria de la FIARI porque el absurdo de la historia capitalista arrastro a las herencias revolucionarias de Breton y Trotsky hacia una encrucijada que ambos convirtieron en arma de lucha. Las fuerzas creadoras a combate abierto contra la civilización de la miseria y la barbarie. En México de vida indígena irreducible, de negros ahogados en indiferencia y de españoles bárbaros… En México de secuelas que demagógicas que aplastan generaciones enteras con sus lebreles que retoñan incesantemente. En México asediado por alacranes de los imperios surgió la FIARI con su multitud de ideas, presagios y desafío suculentos contra la esclavitud humana en lo que tiene de más vulnerable: la conciencia.

Eso ya es parte del Surrealismo en América Latina, en muchos sentidos ante sí mismo interminable y muestra sus armas que totalmente legibles, implacables del amor-pasión, del deseo violento, individual o colectivo de la vigilia al sueño, que cubren como soles y estrellas y todo género de ideas revolucionarias.

Se dio en México la convergencia de la revolución política y de la revolución estética que busca las imágenes y los fulgores de las rebeldías humanas. Llamamiento a una sucesión vertiginosa de imágenes, de proposiciones concretas para el ascenso dialéctico de la conciencia en sus procesos emancipatorios. El Surrealismo mismo.

«En lo que a nosotros se refiere, en lo que se refiere a todos aquellos que realizan con completo desinterés sus investigaciones en el campo del pensamiento, tendríamos, si quisiéramos, un conflicto que arreglar con la sociedad, de muy distinta gravedad del que enfrenta a patronos y obreros»

Lo que contribuyó a desarrollar la conciencia política de Bretón fue la lectura, en 1925, del libro «Lenin» de Trotsky. «Trotsky se acuerda de Lenin, y tanta clara razón pasa por encima de tanta turbulencia, que es como una espléndida tormenta que se tomara un reposo.» «En el plano moral en el que hemos resuelto colocarnos, Lenin parece a todas luces absolutamente inatacable.» «Quede bien entendido que, para nosotros los surrealistas, los intereses del pensamiento no podrían dejar de ir a la par con los intereses de la clase obrera. Que cualquier amenaza a las liberta-des, cualquier obstáculo a la emancipación de la clase obrera, y por supuesto cualquier ataque a mano armada contra ella, lo sentimos nosotros como un intento de envenenar el pensamiento.» «la idea de que vivimos en una época en la que el hombre se pertenece menos que nunca, en la que es cuestionable por la totalidad de sus actos, ya no ante una conciencia, la, suya, sino ante la conciencia colectiva de todos aquellos que quieren terminar con un monstruoso sistema de esclavitud y de hambre». «Hacia dondequiera que me vuelvo, hay en el funcionamiento de este mundo la misma sinrazón fría y hostil, el mismo ceremonial exterior bajo el cual se distingue en seguida la supervivencia del signo a la cosa significada. Todos los valores morales escarnecidos, todas las ideas morales derrotadas, todos los beneficios de la vida tocados de corrupción, irreconocibles. La mancilla del dinero lo ha cubierto todo.»

«Nosotros. Los surrealistas, no amamos a nuestra patria. En nuestra calidad de escritores o artistas, hemos dicho que no pretendíamos eliminar en modo alguno el legado cultural de los siglos. Es enojoso que hoy tengamos que repetir que se trata para nosotros de un legado «universal», que no nos hace menos tributarios del pensamiento alemán que de cualquier otro.»

El caldo de cultivo revolucionario para el Surrealismo ha sido, en todos sus años de presencia en América Latina, de lo más propicio… en no pocos lugares se vive una insurrección autentica con procesos que siguen en desarrollo floreciente. Nacen formas diversas de organización y poder de los trabajadores y se profundiza la contradicción con las burocracias estatales, que son aparatos cada vez más desvencijados y violentos para su tarea suprema que es defender de la propiedad privada. Sin duda Latinoamérica presencia el nacimiento de expresiones sociales nítidamente orientadas hacia el socialismo. No se puede cantar victoria como no se puede negar lo evidente: la transición está a flor de piel. Vemos el salto cualitativo de la conciencia que se hace visible conscientemente como lo soñaron los surrealistas más congruentes con la Revolución Permanente.

Este es el marco donde el Surrealismo hace de la suyas renovado. En las manos más jóvenes, con las herramientas de esta época, el movimiento Surrealista da cuenta de sus fortalezas, madurado y en pleno crecimiento. Se lo ve en las calles, los teatros, las páginas Web. Naturalmente. Se lo ve en la música, la pintura callejera, el video y la danza. «Como Pedro por su casa». Se lo ve en las manifestaciones y en las asambleas populares cumpliendo su tarea de servir a la Revolución. El Surrealismo es una herramienta expresiva y contundente sin panfletarismos y en las luchas populares donde hace falta elevar el nivel de conciencia y liberar el poder expresivo de los pueblos. Presente en la guerra simbólica como un Como Pez Soluble en el agua del inconsciente colectivo. Herramienta de lucha que contribuye a definir la recomposición de fuerzas para aclarar y fortalecer la tarea histórica de la clase trabajadora que habrá de terminar con todo lo que frena su desarrollo. Más temprano que tarde.

«No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar las banderas de la Imaginación»

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1 http://www.marxist.com/mexicana-razon-revolucion-6.htm

2 Schneider, L.M. El Estridentismo, una literatura de la estrategia. Pag.23. Ediciones de Bellas Artes. México. 1983

3 http://losmanifiestos.blogspot.com/2005/05/manifiesto-surrealista-1924.html

4 André Bretón. Segundo manifiesto surrealista: http://www.psikeba.com.ar/tematica/surrealismo_manifiesto2.htm

5 Estridentísimo: El Estridentismo es un movimiento artístico interdisciplinario que se inició el 31 de diciembre de 1921 en la ciudad de México, tras el lanzamiento del manifiesto Actual Nº1 por el poeta Manuel Maples Arce. No tiene una fecha de declinación precisa, mezcla varios ismos como el Fututrismo, nacidos a la vanguardia europea, se caracterizó por la modernidad, el cosmopolismo y lo urbano, el culto a la máquina y a todo lo que represente progreso. Inconformismo, humor negro, irreverente.

6 http://es.wikipedia.org/wiki/Alejo_Carpentier

7 «Diálogo con André Breton», por Rafael Heliodoro, Universidad de México, junio de 1938. http://www.contraimagen.org.ar/pdf/textos/trotsky,%20%20breton%20y%20el%20manifiesto%20de%20mexico.pdf

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André Bretón: Revolución permanente del sentido

André Breton fue un escritor, poeta, ensayista y teórico del surrealismo, reconocido como el fundador y principal exponente de este movimiento.

Por Fernando Buen Abad Domínguez

Muy pronto estaremos celebrando el Centenario del Surrealismo (1924) y con él sus Manifiestos[1], que siguen vigentes y desafiantes como en la primera hora: el Amor y la Poesía como fuentes Revolucionarias; la “realidad” del “establishment” como mascarada ideológica y emboscada para esconder las verdades humanas; Revolución en las potencias lúdicas, eróticas y creadoras como vertederos de libertad y Arte; como fuerza para la transformación del mundo. (Bonet) “Breton sigue siendo un irrecuperable. Su inmenso proyecto –necesariamente inacabado– de fusión alquímica entre el amor loco, la poesía de lo maravilloso y la revolución social es inasimilable para el mundo burgués y filisteo. Permanece irreductiblemente opuesto a esta sociedad y tan duro de roer como un hueso –un hermoso hueso, semejante a los que los indígenas de las islas Salomón llenan de inscripciones e imágenes– atravesado en el gaznate capitalista”.

Es imprescindible estudiar el aporte de Bretón, y de los surrealistas, para sentir, como propia, su batalla vigente en las fuerzas revolucionarias del “sentido” que, desde muy temprano, se asentaron entre las expresiones fundamentales del Siglo XX… pero, también porque es indispensable mostrar la vigencia del Movimiento Surrealista que plantó su dinámica revolucionaria en pleno corazón de la podredumbre capitalista realmente existente. En “Primer Manifiesto” aparecen los “principios” programáticos, las bases y las herencias del surrealismo y se ofrece un método poético para la creación, la intervención directa en la vida y la subordinación de todos los instrumentos del conocimiento a la rebelión de los sentidos. En el “Segundo Manifiesto” se expone un plan político para la poesía (lo que los surrealistas definieron como poesía) y en los “Prolegómenos para una Tercer Manifiesto” se dispone a detonar todo el edificio de la ideología dominante con los explosivos del surrealismo como una semiótica-ética. Tres manifiestos que, en realidad, son una unidad indivisible. Contra todo lo que digan los sepultureros de las revoluciones.

El Movimiento Surrealista desarrolla una radiografía, material y concreta, del mundo que ha sido secuestrado por el capitalismo y propone armas para combatirlo echando mano de la emancipación de la imaginación, del amor y de la poesía. Su táctica consiste en sublevar la expresión libre, directa, sin la intervención de la “razón” hegemónica. Lo valioso de una acción surrealista no es sólo el “producto” sino, también, los estragos, las fisuras, los quiebres epistémicos duraderos que puedan ocasionarse en el “espíritu” belicista, financista, ilusionista…de la época (la ideología de la clase dominante) y en todos sus mecanismos alienantes, incluidos sus bastiones de “belleza”, “arte” e instituciones morales. El modo como se desencadena la ofensiva surrealista descansa en ráfagas de imágenes, mediante el “automatismo psíquico” que fue ensayado por primera vez por Breton y Soupault: “Campos magnéticos”. Método de insurrección consciente para facilitar las erupciones del inconsciente. Como lo entendieron.

Aragón decía: “El surrealismo es la inspiración reconocida, practicada y aceptada. No ya corno una visita inexplicable sino corno una facultad que se ejerce. De una amplitud variable según las fuerzas individuales y con resultados de interés desigual. El fondo de un texto surrealista importa en el más alto grado, pues es el que le concede su inestimable carácter de revelación”. En la palabra “revelación” para el surrealismo habita la palabra revolución. Ansias de liberar a la humanidad de toda forma de opresiones, esclavitudes y tristezas.

El movimiento surrealista fue acción directa en el territorio del sentido común hegemónico: político-cultural-artístico… y combatió sin atenuantes al sistema capitalista, sus modos de producción y sus relaciones de producción. Desmantelaron, a su modo, la ideología de la clase dominante y desnudaron el plan de alienación, cosificación y mercantilización contra la especie humana. El Segundo Manifiesto –1930- es un programa en el que se profundiza el objetivo de “arruinar las ideas de familia, patria, religión” esgrime la libertad relativa para todas las iniciativas artísticas transformadoras. “‘Transformar el mundo’, dijo Marx; ‘cambiar la vida’, dijo Rimbaud: estas dos consignas para nosotros no son más que una”.

En 1938 Breton viajó a México donde fue huésped de Diego Rivera y de León Trotsky. De ese encuentro surgió la FIARI (Federación Internacional de Artistas Revolucionarios Independientes y donde intervinieron Diego Rivera, Breton y el propio Trotsky) “Por un arte revolucionario independiente”: “Si para desarrollar las fuerzas productivas materiales, la revolución tiene que erigir un régimen socialista de plan centralizado, en lo que respecta a la creación intelectual debe desde el mismo comienzo establecer y garantizar un régimen anarquista de libertad individual. ¡Ninguna autoridad, ninguna coacción, ni el menor rastro de mando!”.

Contra todo el palabrerío desatado por los santones intelectuales de la burguesía, el Movimiento Surrealista entraña –hasta el presente- una vocación de acción revolucionaria directa conectada indisolublemente con las bases. De ninguna manera anheló ser un desplante de élite ni un plan de escándalos “estéticos” propio de artistas burgueses. Lo escribieron con todos “los puntos sobre las íes”: “El otro problema es el de la acción social pendiente. Nosotros nunca la rechazamos y afirmamos que encuentra su método propio en el materialismo dialéctico; por lo demás, no podíamos desinteresarnos de ella ya que nos adherimos sin reserva al materialismo dialéctico y consideramos la liberación del hombre la condición sine qua non para la liberación del espíritu, y sólo podemos esperar esta liberación del hombre de una revolución proletaria.”[2] Es en el Segundo manifiesto del surrealismo (1930) donde expone todas las consecuencias de este acto, al afirmar, “totalmente, sin reservas, nuestra adhesión al principio del materialismo histórico”. Breton insiste “el surrealismo se considera ligado indisolublemente, como consecuencia de las afinidades antes señaladas, a la trayectoria del pensamiento marxista, y sólo a esa trayectoria”. No hace falta señalar que el marxismo que defiende Breton no tiene nada que ver con la vulgata oficial del estalinismo. Como lo definió Sánchez Vázquez.

Supieron poner el debate que arde sobre ciertas heridas en la dialéctica de la autocrítica: “…también es imposible que el marxismo se abstenga más tiempo de tomar en cuenta la base científica de las investigaciones sobre el origen y el cambio de las imágenes ideológicas.” A. Breton. Todo lo denunciado por el Surrealismo, hace casi 100 años, persiste agravado. “Muralla del dinero salpicada de sesos”. Breton dijo que, “finalmente”, habrá “una revisión radical de la historia revolucionaria de estos últimos cuarenta años, historia cínicamente deformada y donde no solamente se haga completa justicia a Trotsky, sino que también alcancen todo su vigor y amplitud las ideas por las que dio su vida”. Eso mismo habrá que decir de Bretón. Y de tantos otros.

[1] http://blogs.fad.unam.mx/asignatura/raquel_garcia/wp-content/uploads/2014/02/Primer-manifiesto-surrealista.pdf

[2] Fragmento de: Bradu, Fabienne. “André Bretón en México”. iBooks.

Tomado de: https://www.telesurtv.net

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