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Tina Modotti en la voz de un libro

Por Patricia María Guerra Soriano @Patri99_Guerra

La lluvia rasga la imparcialidad acostumbrada de cada domingo. Es monótona y necia y trae una humedad insoportable que cala los huesos. El ambiente resulta pegajoso, y mientras miro a través de la ventana lo único distinguible es el muro que nos separa del patio aledaño. Esta agua persistente e impositiva que no se alimenta de regodeos y te dice, por lo claro, que no podrás salir; o sí, pero asumirás las consecuencias de empaparte.

Estos días también son necesarios. Te encuentran un refugio interno y te liberas a pensar o a escribir, sobre todo para lo que no tuviste tiempo, porque había sol y otras prioridades. La lluvia, a veces, te mima y más si es domingo, o te entristece. Todo depende de nuestro estado de ánimo y a donde queramos viajar con las asociaciones de sentidos, olores y recuerdos, como escribía el poeta libanés Kahlil Gibran: “La apariencia de las cosas variarán según las emociones, y así vemos magia y belleza en ellas, pero en realidad, la magia y belleza están en nosotros”.

Puede que estas líneas parezcan entronizar la importancia de reconocernos solos, interiorizándonos cuando la lluvia cae; mas, en realidad abordan un libro: Tina Modotti. Mucho más que un cuerpo desnudo, de Reina de la Caridad Torres Pérez, Licenciada en Filosofía, diplomada en Periodismo y Máster en Desarrollo Social Comunitario.

Tina también fue tan persistente como el aguacero de hoy y la autora avileña intenta demostrarlo en un texto de 112 páginas, publicado en 2018 por la editorial Pablo de la Torriente Brau. En 74 de esos pliegos teje la historia de la “reconocida y no tan conocida” italiana.

Escribe en las Confesiones al lector: “Lo que aquí presento trata de esbozar un análisis histórico filosófico de la personalidad de Tina, a partir del entramado de su propia vida y los contextos en los que tuvo que desarrollarse, sin la intención de biografiarla (…) pretendo para acceder a su trayectoria como fotógrafa de lente agudo y sensible, rescatar una obra, relegada casi siempre a segundos planos y priorizar la figura de esta luchadora social y la libertad con que defendió su condición de mujer”.

Tina Modotti… es un libro disfrutable que guía la lectura por la ruta de cuatro capítulos: “Una mujer y su época”, “Pasión transgresora desde el arte”, “Las fotografías, alas de un fusil” y “Tina es mucho más”. Al final, “Tina en otros lentes” y “Tina tras el lente”, dan forma a dos repositorios de fotografías. El primero, donde posa para las cámaras o el pincel de quienes la legaron convertida en arte; y el segundo, sus propias obras, “Símbolos de la Revolución”, “Manos de lavandera”, “Manos con pala”, “Madre e hijo”.

Hija, inmigrante, obrera, modelo, actriz, amante, fotógrafa y comunista. Hablar y escribir sobre Tina implica referirse a todas esas facetas; un reto que asume Reina de la Caridad a pesar de centrarse en su labor fotográfica, “tema que en nuestro país ha sido menos abordado”.

“La convicción —escribe la autora— de alguien que respeta y ama lo que hace y que no está dispuesta a pactar con el facilismo que ha seducido a otros”, encuentra esencia en una fotografía revolucionaria dentro del contexto social del momento.

La lluvia no cesa, y ahora parece más fuerte. De nuevo recuerdo a Tina y a este libro que la cuenta y la descifra tras su vocación de fotógrafa y su rebeldía interior. Es como la lluvia que no amaina, sin importar los prejuicios de una sociedad que la señalaba “por vivir bajo el mismo techo con un hombre que no era su marido, ni su hermano”, por salir a la calle “después de las ocho de la noche, por compartir la mesa en lugares públicos con varios varones”, por “tener la costumbre de bañarse desnuda en la azotea de su casa cuando llovía”.

No hay en el volumen un estricto orden cronológico de hechos. Lo importante es relatar a Tina; en la actualidad, la mujer fotógrafa mejor cotizada del mundo, quien “puso en blanco y negro los conflictos y esperanzas o desesperanzas de la gente que la rodeaba, sobre todo de las capas más humildes”, un componente esencial en su estética, desarrollado por iniciativa propia y no por las enseñanzas de uno de sus mentores y pareja, Edward Weston.

Aunque la narrativa de Reina Torres no es prolija en rebuscamientos, prevalece en ella una adjetivación que, por momentos, tiende a “almibarar” la escritura. No obstante, el propósito de la autora se concreta al exponer la vida de Tina desde su inclinación por la fotografía y mostrarla -—como la describió Pablo Neruda— hecha “de abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma, de acero, línea, polen”.

Una existencia compleja que se apagó repentinamente cuando contaba 45 años. Ahora que de pronto la lluvia termina interrumpida por algo de sol, vuelvo a recordarla.

Tomado de: Cubaperiodistas

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Texto inédito de Tina Modotti sobre el asesinato de Julio Antonio Mella

Julio Antonio Mella y Tina Modotti

Por Tina Modotti

Mella ha sido uno de los dirigentes más destacados del movimiento revolucionario de América Latina. Cubano de nacimiento empezó su actividad en el movimiento revolucionario organizando a los estudiantes en asociaciones de izquierda. Gracias a él se creó en Cuba una Universidad Popular para los obreros. Poco después comprendió que su mejor servicio para la causa revolucionaria sería dedicar todo su saber, todas sus capacidades, a las luchas políticas y económicas del proletariado. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Cuba y uno de los dirigentes más prestigiosos del movimiento antiimperialista latinoamericano.

En diciembre de 1925, cuando ya estaba en el poder Machado, el actual dictador sangriento y agente de Wall Street, Mella fue encarcelado y empezó una huelga de hambre que duró 21 días. Del punto de vista de la agitación y como forma de protesta, esta huelga de hambre fue una de las más eficaces jamás realizadas en algún país. En la medida que pasaban los días y empeoró la condición física de Mella, poniendo en peligro su vida, reinó una tremenda tensión no sólo en la población de Cuba, sino que en todo el continente americano y también en otros países. La presión de las masas fue tan grande que el presidente Machado se vio obligado a ceder y a liberar a Mella.

Pero muy pronto, cuando Mella se había recuperado, empezó la persecución contra él. Machado buscaba venganza por su derrota. Hubo varios atentados contra la vida de Mella y él se vio obligado a abandonar Cuba. Se fue a México donde empezó inmediatamente a participar en el movimiento revolucionario de aquel país. Dedicó todo su tiempo a la causa de los obreros revolucionarios, organizó a los emigrados políticos cubanos que vivían en México, fundó un periódico para los obreros cubanos que llegó por vías ilegales a Cuba, llevó a cabo la lucha contra el imperialismo estadounidense en América Latina, dirigió el trabajo de otros grupos de emigrados políticos cubanos que vivían en otros países, fue activo en el Sindicato Rojo de México y fue un colaborador activo de la sección mexicana del S. R. I

El 10 de enero de 1929, cuando salió de la sede del Socorro Rojo en la ciudad de México, a las nueve de la noche y a dos cuadras de su casa, recibió unos balazos y murió dos horas más tarde. Antes de morir nombró al presidente Machado como responsable de este asesinato y pronunció el nombre de la persona de la cual sospechaba que fuera el ejecutor del crimen.

La sección mexicana del Socorro Rojo empezó en seguida con las investigaciones y pudo encontrar pruebas concretas: de hecho, el presidente Machado había enviado a dos pistoleros profesionales de La Habana a la ciudad de México para que cometieran el crimen, y uno de los responsables principales de la policía mexicana que había viajado dos semanas antes a La Habana sería un cómplice importante de este asesinato. Incluso había existido un acuerdo entre el Embajador de Cuba y el gobierno de México.

El Socorro Rojo mexicano, el Partido Comunista mexicano, los sindicatos, las organizaciones estudiantiles de izquierda, las organizaciones de los obreros e incluso abogados y políticos famosos exigieron que se hiciera justicia. Durante varias semanas el Gobierno de México recibió protestas de todo el mundo y declaró hipócritamente, por boca de la policía, que México no descansaría hasta que se aclare el asunto. Las exigencias más importantes fueron las siguientes: Arresto y castigo de varios cubanos residentes en México inculpados por Mella antes de su muerte, dimisión de Valente Quintana de su puesto y ruptura de las relaciones diplomáticas con el gobierno de Machado.

Sin embargo ¿qué pasó? El único cubano arrestado por la policía, el organizador técnico del crimen, fue puesto en libertad, después de algunas semanas, por falta de pruebas. Valente Quintana no fue despedido, sino que fue nombrado Jefe de la Policía Central de México (sin duda para premiarlo por su participación en el crimen), y todas las manifestaciones de protesta de las masas mexicanas fueron saboteadas y atacadas por la policía.

En lo que se refiere a la prensa burguesa y al gobierno mexicano, poco a poco el caso desapareció del primer plano y sólo el Socorro Rojo y las demás organizaciones revolucionarias insistieron en sus denuncias incansables, dirigidas contra Machado y los cómplices del gobierno mexicano. Cada año, el 10 de enero es, en todo el continente americano, el “Día de Mella”, y también este año ya se han hecho preparativos para el tercer aniversario de su asesinato, y hace poco aparecieron algunas declaraciones públicas sensacionales en torno al asesinato.

Una mujer, la esposa de un cubano que pertenecía a los círculos criminales, quería vengarse de su marido que había amenazado de asesinarla. El 3 de noviembre ella llamó la policía y contó con lujo de detalles cómo había sido asesinado Mella. Acusó a su esposo de haber sido el asesino. Todo lo que ella contó confirmó las acusaciones presentadas en el momento del crimen por el Socorro Rojo. Sus acusaciones fueron investigadas una tras otra y fueron confirmadas: un año más tarde, su marido había recibido de La Habana una suma de dinero que había sacado de una cierta banca en México (el precio que se le pagó por el crimen). Se demostró también que después del crimen el asesino había encontrado refugio en la casa de otro cubano, aquel José Magriñát inculpado por Mella poco antes de morir. Ahora el asesino se encuentra en la cárcel y aparecieron varios testigos que confirman las acusaciones pronunciadas por la esposa del asesino.

La sección mexicana del S. R. I pidió a las autoridades mexicanas que incluyera tres de sus representantes en las investigaciones, pero el gobierno fascista de México rechazó de manera tajante esa petición.

Esta es otra prueba de la complicidad del gobierno mexicano en el asesinato planificado por el dictador cubano, Machado. En vez de castigar a José Magriñát, el organizador técnico del crimen, el gobierno mexicano lo dejó libre y lo protegió, haciéndolo acompañar al puerto más vecino donde tomó una nave que iba a Cuba. Sin duda, el ejecutor material del crimen recibirá la misma protección. Dentro de algunas semanas, la prensa burguesa corrompida hablará nuevamente del caso, pero se dará cualquier tipo de ayuda al asesino para que pueda escapar a la venganza del proletariado mexicano. Este proletariado nunca olvidará que Mella ha muerto por la causa revolucionaria internacional.

Este año, el tercer aniversario de su muerte tendrá un nuevo significado; ofrecerá a todas las secciones del S. R. I la posibilidad de demostrar una vez más y con nuevas pruebas la hipocresía de la “justicia” burguesa.

Tomado de: http://www.lajiribilla.cu

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