El reconocido productor de cine David O. Selznick (King Kong, Prisioneros de Zenda, Nace una estrella, Lo que el viento se llevó, Retrato de Jennie, El tercer hombre…) es quien convence al director británico Alfred Hitchcock para que se traslade a Hollywood. En Estados Unidos su talento sería más apreciado, le sugirió. Selznick era muy bueno para convencer, pero no cumplía con todo lo prometido. El productor era y seguiría siendo en mucho tiempo la figura más influyente del cine. Era quien ejercía más control de una película menor o mayor. Él fue hasta capaz de ofrecer más a Hitchcock como en una subasta. Sin escusas, lo dio todo ante su colega Samuel Goldwyn.
Para 1939 el futuro director de Rebeca (1940) estaría instalado en la nación norteña. Esta primera colaboración entre ambos le deparó —como era de esperar— serios problemas, pues mientras el productor pedía insistentemente fidelidad a la obra literaria adaptada, decidía en la elección y la dirección de los actores y, para colmo, se metía en cuestiones del montaje, Hitchcock tenía otra idea de sus cuidadosas puestas en escena.
Su hiperactividad creativa, a la que se suma su regusto por el puzle en favor del suspense y el thriller psicológico, ocasionaron —no se sabe cómo— que Selznick le diera mayores libertades, como no se las había dado a ningún cineasta hasta la fecha. Tal fue así que el propio Hitchcock llegó a decir: “[Selznick] era el gran Productor. (…) El productor era el rey. La cosa más halagadora que Mr. Selznick nunca haya dicho de mí —y esto muestra el grado de control—es que yo era el único director al que confiaría una película”.
Para 1955 el director tenía varios proyectos en mente, como Pero… ¿quién mató a Harry? y la serie de historias (Alfred Hitchcock Presents.) que, producidas por la CBC (Columbia Broadcasting System), iniciarían su colaboración con la televisión estadounidense.
Este año, 1955, es el del estreno de Atrapa a un ladrón, filme exhibido recientemente en Multivisión. Ya tenía a Selznick bien lejos. Para la fecha, Hitchcocksolía producir sus propias películas. Cuanto más, llamaba a otro productor que, contra cualquier obstáculo, pudiera controlar. Fue su tercera película con Grace Kelly —una de sus rubias preferidas— y la tercera colaboración con Cary Grant, por quien sintió una admiración profesional indudable. Lo volvería a llamar luego para uno de los personajes centrales de Con la muerte en los talones o Intriga internacional (1959).
Atrapa a un ladrón está clasificada como comedia policíaca. Hitchcock no se propuso recrear otra gran historia. Sin embargo, está el paquete completo de lo que él solía ofertar: intriga en la historia, doble sentido en los diálogos, la utilización del símil como recurso expresivo que es remarcado por el montaje paralelo, la limpieza fotográfica, los grandes decorados, escenas de persecución, muerte y, entre otras, el juego con las apariencias para volver a avivar miedo o ansiedad.
Las emociones emanadas por el cine de Hitchcock son consecuencias del aprovechamiento de los recursos más técnicos del cine que el director terminó transformando en constancia estilística sobre su obra. El voyerismo se instala aquí en la manera de encuadrar, comprendido, a su vez, en los aciertos del montaje.
Aunque Atrapa a un ladrón se trata de una historia sencilla, “película ligera”, como el director reconociera, presenta todos esas segundas intenciones que Hitchcock podía sugerir sin necesidad de mostrar abiertamente. Ya se había expuesto sutil frente al Código Hays con La soga (1948). De manera que para 1955 pudo ser más atrevido en la relación entre el ladrón retirado John Robie (Cary Grant) y la joven rica norteamericana Frances (Grace Kelly). Mas, la película no se centra en un romance, sino, sobre todo, en desentrañar el misterio de quién es el verdadero ladrón. Ocurre que, como obra de Hitchcock, el componente psicológico no se abandona en beneficio de los giros argumentales. Todo lo contrario: prevalece la seducción en ese intento de descubrir y dejar que la identidad fluya e influya en la apreciación ajena.
El director trabajó duro con su elenco. Supo a quienes había llamado: Kelly y Grant, Jessie Royce Landis y John Williams, Brigitte Auber, Barry Norton y Charles Vanel. Ellos están estupendos. Pero les pidió no enseñar al espectador todos los contornos que un personaje puede y de hecho tiene. Es conveniente convencerse de lo supuesto para después convencer con la realidad de los acontecimientos.
Basada en la novela del mismo nombre de David Dodge, Atrapa a un ladrón ganaría un Óscar a la mejor fotografía. También consiguió dos nominaciones (mejor dirección artística y mejor vestuario). Alfred Hitchcock sabía que por esta obra no se llevaría el Óscar ni por mejor película y menos por dirección. Cuando demostró su enorme talento con Rebeca, de las trece nominaciones en las que competía para los premios de la Academia en 1941, solo ganó en el apartado de mejor fotografía George Barnes y el de mejor película. Pero el de mejor película iba a parar en las manos del productor. De manera que lo volvería a obtener David O. Selznick. El Óscar de Hitchcock llegaría en 1971 en la “generosa” categoría de Premio a la Trayectoria Profesional.
Tomado de: Cubacine
Tráiler del filme Atrapa a un ladrón (Estados Unidos, 1955) de Alfred Hitchcock
Social tagging: Alfred Hitchcock > Cine Estados Unidos > Cubacine > Daniel Céspedes