Cuanta belleza y altruismo descubro al verlas luchar frente a los tecnócratas del Senado Español. Admiro vuestra entereza, vuestra voluntad de hacer del futuro de todos, un mundo mejor.
Son esposas, madres, novias, amigas. Han venido de tan lejos para ponerle cara a la verdad y a la injusticia. Son ustedes parte consustancial y referencia de una batalla que se anticipa larga.
El reclamo que defienden es justo, noble y necesario. La voluntad de sus compañeros se ha crecido con el fragor de vuestras palabras, de vuestro accionar. La honra se hará enorme, ante la unidad de mujeres y hombres que encaran el derecho y el deber de luchar por la dignidad y por la vida.
La batalla de los mineros en un ejemplo de la lucha de clases en el Estado Español y en el mundo. La decisión de truncar el futuro del sector, amparado por el voto de quienes se pliegan -sin más-, ante los mercados, es la clara expresión de ser títeres del dinero. Estos no son los verdaderos gobernantes del mundo. Son ustedes y nosotros.
Estamos viviendo en tiempos donde la crisis va truncando el futuro de generaciones enteras. La libertad y la dignidad humana anda secuestrada. El valor de la palabra y la batalla que ustedes hacen contra la complicidad y el silencio “de estos nadies”, son las rutas a seguir en tiempos donde las ideas se nublan y la historia de pulveriza.
Ustedes no son terroristas. Las palabras traídas por los medios de comunicación, -que son los mercenarios del mercado-, no puede hacer mella en el fragor de vuestra lucha que es también la mía. Hemos de andar en paso apretado. Hemos de estar juntos en esta “nueva” batalla por la humanidad.