Para el pueblo Paraguayo
Padre nuestro que estás en los cielos,
con las golondrinas y con los misiles,
quiero que vuelvas antes que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande.
Padre nuestro que estás en el exilio,
casi nunca te acuerdas de los míos,
de todos modos, dondequiera que estés,
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas sucias de la miseria.
En el siglo XXI
ya no sirve pedirte venga a nos el tu reino,
porque tu reino también está aquí abajo,
metido en los rencores y en el miedo,
en las vacilaciones y en la mugre,
en la desilusión y en la modorra,
en este ansia de verte, pese a todo.
Cuando hablaste del rico, la aguja y el camello
y te votamos todos, por unanimidad, para la gloria,
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía a pensar… hágase tu voluntad.
Sin embargo una vez cada tanto
tu voluntad se mezcla con la mía,
la domina, la enciende, la duplica,
más arduo es conocer cuál es tu voluntad
cuando creo de veras lo que digo creer,
así en tu omnipresencia como en mi soledad,
así en la tierra como en el cielo,
siempre estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora.
Pero, quién sabe?, no voy a decidir
que tu poder se haga o se deshaga.
Tu voluntad igual se está haciendo en el viento,
en el Ande de nieve,
en el pájaro que fecunda a su pájara,
en los cancilleres que murmuran «Yes sir»,
en cada mano que se convierte en puño.
Claro, no estoy muy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse;
lo digo con irreverencia y gratitud,
dos emblemas que pronto serán la misma cosa.
Lo digo, sobre todo, pensando en el pan nuestro de cada día
y de cada pedacito de día.
Ayer nos lo quitaste, dánosle hoy.
O al menos el derecho de darnos nuestro pan,
no sólo el que era símbolo de algo,
sino el de miga y cáscara,
el pan nuestro.
Ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
perdónanos, si puedes, nuestras deudas,
pero no nos perdones la esperanza;
no nos perdones nunca nuestros créditos.
A más tardar mañana saldremos a cobrar a los fallutos,
tangibles y sonrientes forajidos.
A los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se incuba
la última escupida que cuelga de su rostro
Poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros, una vez, por error,
perdonamos a nuestros deudores.
Todavía nos deben como un siglo de insomnios y garrote,
como diez mil kilómetros de injurias,
como veinte medallas a Somoza,
como una sola Guatemala muerta.
No nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado,
o arrendar una sola hectárea de su olvido,
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río el dólar y su amor contra-reembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia.
Amén.
Este «Padre Nuestro Latinoamericano», fue interpretado en la base del Memorial José Martí en la Plaza de la Revolución de La Habana, el 22 de julio de 2004. Esta versión fue musicalizada por el argentino Favero y orquestada por el maestro Leo Brouwer en compañía de 200 músicos de la Orquesta Sinfónica de Cuba. Esta presentación formó parte del Concierto de clausura del Primer Encuentro Nacional de Orquestas Sinfónicas de Cuba, y un fue regalo de la cultura cubana al aniversario 51 del Asalto al Cuartel Moncada (26 de julio de 1953).
Mario Benedetti
(Paso de los Toros, 1920 – Montevideo, 2009) Escritor uruguayo. Mario Benedetti fue un destacado poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico, y, junto con Juan Carlos Onetti, la figura más relevante de la literatura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX. En marzo de 2001 recibió el Premio Iberoamericano José Martí en reconocimiento a toda su obra. Fue Director del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Humanidades y Director del Centro de Investigación Literaria en La Habana.
En la obra de Mario Benedetti pueden diferenciarse al menos dos periodos marcados por sus circunstancias vitales, así como por los cambios sociales y políticos de Uruguay y el resto de América Latina. En el primero, Benedetti desarrolló una literatura realista de escasa experimentación formal, sobre el tema de la burocracia pública, a la cual él mismo pertenecía, y el espíritu pequeño-burgués que la anima.
Realizó varios trabajos antes de 1945, año en que inició su oficio de periodista en La Mañana, El Diario y Tribuna Popular, entre otros. El gran éxito de sus libros poéticos y narrativos, desde Poemas de la oficina, 1956 y Montevideanos, 1959, se debió al reconocimiento de los lectores en el retrato social y en la crítica, en gran medida de índole ética, que el escritor formulaba. Esta actitud tuvo como resultado un ensayo ácido y polémico: El país de la cola de paja (1960), y su consolidación literaria en dos novelas importantes: La tregua (1960), historia amorosa de fin trágico entre dos oficinistas, y Gracias por el fuego (1965), que constituye una crítica más amplia de la sociedad nacional, con la denuncia de la corrupción del periodismo como aparato de poder.
En el segundo periodo de este autor, sus obras se hicieron eco de la angustia y la esperanza de amplios sectores sociales por encontrar salidas socialistas a una América Latina subyugada por represiones militares. Durante más de diez años, Mario Benedetti vivió en Cuba, Perú y España como consecuencia de esta represión. Su literatura se hizo formalmente más audaz. Escribió una novela en verso: El cumpleaños de Juan Ángel (1971), así como cuentos fantásticos: La muerte y otras sorpresas (1968). Trató el tema del exilio en la novela, Primavera con una esquina rota (1982).
En su obra poética se vieron igualmente reflejadas las circunstancias políticas y vivenciales del exilio uruguayo y el regreso a casa: La casa y el ladrillo, 1977; Vientos del exilio, 1982; Geografías, 1984; Las soledades de Babel, 1991. En teatro denunció la institución de la tortura con Pedro y el capitán (1979), y en el ensayo ha hecho comentarios de literatura contemporánea en libros como Crítica cómplice (1988). Reflexionó sobre problemas culturales y políticos en El desexilio y otras conjeturas (1984), libro que recoge su labor periodística desplegada en Madrid.
Nace en La Habana, el 1ro de marzo de 1939, en el seno de una familia de músicos. Nieto de Ernestina Lecuona y sobrino nieto de Ernesto Lecuona. Reconocido mundialmente como un gran guitarrista, comenzó sus estudios con el maestro Isaac Nicola, aunque es autodidacta en otras disciplinas musicales. Director General de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, es desde 1981 Director General de la Institución Filarmónica Nacional.
Guitarrista, compositor, director orquestal, investigador, pedagogo y promotor cultural, es de los más reconocidos músicos del momento. Toca, además, violonchelo, clarinete, percusión y piano. De importante significación es el trabajo realizado por él, en el asesoramiento de la radio y la televisión en Cuba; en la dirección y organización de los primeros departamentos de música del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y del Teatro Musical de La Habana; en la renovación de los planes de estudio de las asignaturas de Armonía, Contrapunto y Composición; en la fundación y dirección en el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC; en la participación como jurado en diversos festivales nacionales y extranjeros; y en la conducción de más de 80 orquestas sinfónicas y agrupaciones de cámara de todo el mundo.
Director Titular de la Orquesta de Córdoba, España, Miembro de Honor de la UNESCO, la SGAE, el Instituto Italo-Latinoamericano y la Real Academia de Bellas Artes de Granada, es, además, compositor huésped de la Academia de Ciencias y Artes de Berlín.
Ha sido reconocido con: La Chitarra con amore 1997 (Milán, Italia); Manuel de Falla 1998 (España); Hijo Adoptivo de la ciudad de Córdoba por extensión a Andalucía y Músico UNESCO del año 2001 y Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Arte (La Habana). En el año 2010 ganó el Premio SGAE Tomás Luis de Victoria. el mayor reconocimiento para autores vivos en el ámbito hispanoamericano y lusófono y el premio Grammy Latino en la categoría mejor álbum música clásica con el CD Integral Cuartetos de La Habana.
Tomado de: www.cubarte.cult.cu
Dramaturgo, actor y director teatral. Premio Nacional de Teatro 2004. Nace en La Habana el 1ro de octubre de 1942 y fallece en esta ciudad el 6 de abril de 2011. Inicia sus labores artísticas desde la infancia en la radio, la televisión y, posteriormente, el teatro.
Realizas estudios de contaduría en la Escuela de Comercio, aprendizaje que alterna con los entrenamientos de actuación escénica en la Escuela Municipal de Artes Dramáticas. Con Posterioridad, se gradúa como Licenciado en Lenguas y Literatura Hispánicas por la Universidad de La Habana.
Como actor ha sido integrante de los colectivos teatrales Milanés, Conjunto Dramático Nacional y Teatro Estudio.
Entre 1962 y 1969 se desempeña como libretista de espacios radiales y televisivos en calidad de adaptador o versionista de novelas, cuentos y piezas teatrales de la literatura universal. En 1962 escribe para el teatro su primera pieza larga: “Contigo pan y cebolla”, que un año más tarde obtiene mención en el Premio Casa de las Américas y es estrenada en febrero de 1964 por el grupo Teatro Estudio. A partir de entonces esta pieza se ha mantenido en las carteleras nacionales y estrenado en numerosos países de América, incluido los Estados Unidos, en versión bilingüe, bajo el título de “Rice and beans”.
En 1964 escribe “El premio flaco” con la que obtiene otra mención en el Premio Casa de las Américas; así como el Premio del Centro Cubano del ITI (Instituto Internacional de Teatro), el primer Premio del ILAT (Filial del ITI para América Latina) y el Primer Premio del ITI (París, 1968). Debido a esto, la pieza es traducida y distribuida en todo el mundo por lo que hasta la fecha ha conseguido para sí más de una docena de traducciones y ha sido publicada y representada en decenas de países de América y de Europa incluso en versiones para teatro musical para el teatro Massoviet de Moscú y la ópera de Plovdiv, Bulgaria.
Posteriormente, Quintero escribe, dirige y estrena la comedia musical “Los 7 pecados capitales” para el Teatro Musical de La Habana (1968) con la que inicia su carrera como director de escena.
Siguen a ella una versión personal de seis de los cuentos del “Decamerón”, de Giovanni Boccaccio, para el grupo Teatro Estudio (1969), que alcanza más de 300 representaciones y cuenta también con una amplia difusión internacional; la comedia de tema contemporáneo “Mambrú se fue a la guerra” (1970), “Si llueve te mojas como los demás” (1972), “Paisaje blanco” (versiones teatrales de los cuentos rusos «La dama de pique», de Pushkin, «El abrigo», de Gogol, y «La obra de arte», de Chéjov (1974); el espectáculo satírico-musical “Algo muy serio” (1976); la comedia sentimental “La última carta de la baraja” (1978) y la versión musical de esta misma pieza, titulada “El caballero de Pogollotti” (1982), ambas también publicadas y representadas en Alemania.
Su producción de espectáculos musicales que van desde la comedia hasta la revista es muy amplia e incluye títulos significativos como «Los muñecones» (1971), “Esto no tiene nombre” (1980) o “Estoy aquí” (1990).
En cuanto al teatro dramático, su listado como autor-director se completa con el monólogo “Aquello está buenísimo” (1986), “Sábado corto” Premio «Santiago Pita de la UNEAC, escrita y estrenada en 1986; Te sigo esperando (1996) y “El lugar ideal” (1998). Todo su teatro ha sido publicado y estrenado en Cuba y el extranjero en varias ediciones que en todos los casos se encuentran hoy día agotadas.
Los estrenos de Quintero han contado con un extraordinario éxito de público y quizás sea éste el motivo por el cual Rine Leal, el más prestigioso de los críticos e investigadores de la isla, haya expresado en su libro Breve historia del teatro cubano: «se trata del más popular de los dramaturgos cubanos».
«Sus obras – según opinión de otra destacada crítica cubana, Rosa Ileana Boudet – han tenido una gran aceptación al abordar temas y conflictos actuales de la vida cotidiana con una óptica y perspectivas trascendentes.»
En su polifacético quehacer, además de escribir, dirigir, actuar y cantar, Quintero ha compuesto la música de todos sus espectáculos, se ha desempeñado como narrador de cine, TV y video en cerca de doscientos documentales, medio o largometrajes.
Ha ejercido en la prensa la crítica teatral; se ha proyectado como comediante musical (interpretó a Henry Higgins de “My fair lady”, en 1989) y protagonizado espectáculos de poemas y canciones como “Con cierto tipo” (1992) o el unipersonal “A prima noche”.
Además ha desplegado una amplia labor como narrador de obras sinfónicas con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba con obras como “Guía orquestal para jóvenes”, de Britten, y entre otras muchas “Pedro y el lobo”, con la que obtiene en 1985 uno de los premios otorgados ese año por la casa discográfica EGREM a las mejores producciones. También ha ocupado espacios en la televisión cubana como intérprete de poesía hispanoamericana y conductor de programas estelares y eventos especiales.
Fundó y lidereó durante doce años el Teatro Musical de La Habana; se desempeñó por tres años como vicepresidente de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y dirigió por espacio de dos años el Centro de Teatro y Danza de La Habana, institución del Consejo Nacional de las Artes Escénicas que rectorea toda la actividad teatral y danzaria de la capital del país.
El serial dramatizado “El año que viene” — 131 capítulos –, que escribió y dirigió para la Televisión Cubana, obtuvo dos premios «Caracol» (por guión y dirección) en el concurso anual de la Asociación de Cine, Radio y TV de la UNEAC.
Quintero es miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y en 1981 integró el primer grupo de intelectuales y artistas cubanos condecorados con la Distinción por la Cultura Nacional.
También ha sido distinguido con la medalla «Alejo Carpentier» que otorgan el Consejo de Estado y el Ministerio de Cultura de Cuba a las más relevantes figuras de la cultura nacional, así como la Réplica del Machete de Máximo Gómez que confieren las FAR y el Ministerio de Cultura.
Fue durante más de una década director artístico del Complejo Artístico Cultural «Dos Gardenias». Dirigió hasta su deceso la Compañía Teatral que lleva su nombre.
Tomado de: www.cubaescena.cult.cu