Con Cuba

La solidaridad de México ha despertado en nuestro pueblo el agradecimiento más profundo

Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Primer Secretario del PCC. Presidente de la República de Cuba

Por Miguel Díaz-Canel Bermúdez @DiazCanelB

Intervención del Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez en el desfile cívico-militar en ocasión de los festejos por el aniversario del Grito de Dolores.

México, 16 de septiembre de 2021.

Estimado Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos:

Distinguidas invitadas e invitados:

Querido México:

Gracias por la oportunidad que nos das de traer el abrazo agradecido de Cuba a tus hermosas celebraciones patrias por aquel Grito de Dolores que tanto afán libertario despertó en nuestra región hace más de 200 años.

Entre todos los hermanos que nos dio Nuestra América, México cuenta, por muchas razones, como uno de los más entrañables para Cuba.

Ese afecto que une a nuestras tierras comienza con el deslumbramiento que nos provocan sus huellas profundas y diversas en la Literatura y la Historia de América:

“Cuánto es bella la tierra que habitaban los aztecas valientes”, dice en el “Teocalli de Cholula”, el cubano José María Heredia, abriendo una fascinante puerta a ese Mundo Nuestro, muy anterior al de la terrible conquista que iniciarían siglos después, con matanza y destrucción sin freno, las tropas españolas que venían de Santiago de Cuba, al mando de Hernán Cortes.

Pero nadie nos dirá más de México que José Martí. Cito fragmentos de su memorable discurso pronunciado en la velada en honor a este país en la Sociedad Literaria Hispanoamericana en 1891: “(…) hoy nos reunimos a tributar honor a la nación ceñida de palmeros y azahares que alza, como un florón de gloria, al cielo azul, las cumbres libres donde el silbato del ferrocarril despierta, coronada de rosas como ayer, con la salud del trabajo en la mejilla, el alma indómita que chispeaba al rescoldo en las cenizas de Cuauhtémoc, nunca apagadas. ¡Saludamos a un pueblo que funde, en crisol de su propio metal, las civilizaciones que se echaron sobre él para destruirlo!”.

Más adelante, refiriéndose a la significativa fecha que conmemoramos hoy expresa: “…Trescientos años después, un cura (…) citó su aldea a guerra contra los padres que negaban la vida de alma a sus propios hijos; era la hora del Sol, cuando clareaban por entre las moreras las chozas de adobe de la pobre indiada; ¡y nunca, aunque velado cien veces por la sangre, ha dejado desde entonces el sol de Hidalgo de lucir! Colgaron en jaulas de hierro las cabezas de los héroes; mordieron los héroes el polvo de un balazo en el corazón; pero el 16 de septiembre de cada año, a la hora de la madrugada, el Presidente de la República de México vitorea, ante el pueblo, la patria libre, ondeando la bandera de Dolores”. Fin de la cita.

Por sus características, el proceso independentista mexicano, que iniciara con el Grito de Dolores, protagonizado por el Padre Miguel Hidalgo un día como hoy de 1810, y se consumara 11 años después con la entrada del Ejército Trigarante en la Ciudad de México, tuvo un notorio componente de reivindicaciones sociales e indigenistas que lo diferenció de otros procesos que tipificaron a la época de las independencias. Su impacto fue, sin dudas, extraordinario en la lucha libertaria y anticolonialista de nuestra región y particularmente en Cuba.

Recogía aspiraciones ancestrales de pueblos enteros que habitaban el territorio, no sólo mexicano, sino también de centro y sur América y de las Antillas; reivindicaba a todos los sectores criollos pobres –blancos negros y mestizos- sumidos en la miseria, el hambre y la explotación y se oponía a la esclavitud del negro.

La amplia presencia popular influyó de forma decisiva en su radicalización y en la concreción de importantes demandas sociales y políticas, lo que constituyó una inmensa inspiración y aliento para nuestro movimiento independentista.

No son pocos los notables cubanos que dejaron su sangre y sus nombres en la Historia de México. Sobresale especialmente la solidaridad cubana en el enfrentamiento de México a las invasiones texanas en 1835-1836 y la invasión norteamericana de 1846 al 48, se destacan los generales Pedro Ampudia, Juan Valentín Amador, Jerónimo Cardona, Manuel Fernández Castrillón, Antonio Gaona, Pedro Lemus y Anastasio Parrodi.

Los cubanos Florencio Villareal y José María Pérez Hernández, lanzaron en marzo de 1854 el histórico plan de Ayutla, determinante en el rompimiento del ejército y la sociedad mexicana con el gobierno dictatorial del General Santa Anna.

Como ha confirmado el prestigioso investigador René González Barrios, varios de aquellos hombres ocuparon puestos claves en la vida político-militar mexicana y fueron gobernadores o comandantes militares en importantes plazas del país.

Dos de ellos, los generales de división Anastasio Parrodi y Pedro Ampudia Grimarest fueron ministros de Guerra y Marina en el gobierno de Benito Juárez durante la Guerra de Reforma.

En el Congreso, el Gobierno, el exilio o la Guerra al lado de Juárez hubo siempre cubanos. Elogian su obra magnífica compatriotas prominentes como el General Domingo Goicuría y Cabrera y los poetas Juan Clemente Zenea y Pedro Santacilia, quien fuera su yerno, secretario y agente de la República de Cuba en Armas ante el gobierno mexicano.

En la guerra contra los franceses, sirvieron al ejército mexicano los hermanos Manuel y Rafael de Quesada y Loynaz, general y coronel respectivamente; los coroneles Luis Eduardo del Cristo, Rafael Bobadilla y Francisco León Tamayo Viedman; el médico comandante Rafael Argilagos Gimferrer y el capitán Félix Aguirre. Todos regresarían a Cuba, al comenzar la Guerra de los Diez Años.

Fue México el primer país en reconocer nuestra lucha armada y en abrir sus puertos a los barcos con la bandera de la estrella solitaria. Lo aprobó el Congreso, lo sentenció Juárez y lo agradeció Carlos Manuel de Céspedes, el Presidente de la República en Armas, en carta memorable a su par mexicano y cito: “…altamente satisfactorio que México haya sido la primera nación de América que hubiese manifestado así sus generosas simpatías a la causa de la independencia y la libertad de Cuba…”.

Una de las principales tareas que entonces cumpliría Pedro Santacilia, con el consentimiento de Juárez, fue enviar a Cuba a un selecto grupo de militares mexicanos para contribuir a la formación y entrenamiento del naciente Ejército Libertador. Los mexicanos brillaron en los campos de Cuba y sus proezas inspiraron a la tropa y a cuantos oyeron hablar de ellas.

Otra vez dejó el Padre de la Patria cubana, constancia de aquella entrega, en carta al “Benemérito de las Américas”. Escribe Céspedes: “…algunos caballeros mexicanos han venido aquí y han derramado su generosa sangre en nuestro suelo y por nuestra causa, y todo el país ha mostrado su gratitud por su heroica acción…”.

Dos de aquellos bravos militares mexicanos, veteranos de la Guerra de la Reforma y la contienda contra el imperio francés, llegaron a ostentar los grados de General de brigada del Ejército libertador cubano y formaron parte del cuadro de sus principales jefes: José Inclán Risco y Gabriel González Galbán.

Queridas amigas y amigos:

Por esa memoria entrañable que compartimos, nos estremecen e inspiran estos actos que reverencian la historia y volvemos una y otra vez sobre cada línea escrita para México por José Martí, quien enlaza para siempre a nuestras dos naciones en toda su obra, pero especialmente en las cartas a su gran amigo mexicano Manuel Mercado.

Es también a ese amigo del alma a quien deja en carta inconclusa, su rotundo testamento político: la voluntad consagrada al objetivo de “impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Años antes, en camino a Veracruz deja escrito: “¡Oh México querido! ¡Oh México adorado, ve los peligros que te cercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo que no nació de ti! Por el Norte, un vecino avieso se cuaja (…) Tú te ordenarás: tú entenderás; tú te guiarás: yo habré muerto, ¡Oh México por defenderte y amarte!”.

Aquí murió por la Revolución, el joven comunista Julio Antonio Mella, asesinado en una calle de esta misma ciudad en la que se conocerían, años después, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro, por intermedio de su hermano Raúl.

Aquí se entrenaron y organizaron su expedición los jóvenes de la Generación del Centenario. Aquí forjaron amistades y afectos que aún perduran y que se inmortalizaron en una canción que es como un himno de aquellos tiempos épicos: “La Lupe” de Juan Almeida Bosque.

De ese período mexicano quedaron para siempre en la historia cubana, entre muchos otros, los nombres de María Antonia González, Antonio del Conde, el Cuate, clave en la adquisición del yate Granma, Arsacio Venegas y Kid Medrano, luchadores profesionales que dieron entrenamiento físico a la tropa, Irma y Joaquina Vanegas, que ofrecieron su casa como campamento.

El paso de Fidel y sus compañeros por México dejó profunda impresión en los futuros expedicionarios del Granma y un cúmulo de leyendas por todas partes de las que todavía se habla con admiración y respeto.

No olvidaremos nunca que gracias al apoyo de muchos amigos mexicanos, zarpó el yate Granma de Tuxpan, Veracruz, el 25 de noviembre de 1956. De esa histórica embarcación, descendió siete días después, el 2 de diciembre, el recién nacido Ejército Rebelde, que venía a libertar a Cuba.

Tampoco olvidamos que a solo unos meses del histórico triunfo de la Revolución en 1959, nos visitó el general Lázaro Cárdenas. Su voluntad de estar junto a nuestro pueblo a raíz de la invasión mercenaria por Playa Girón en 1961, marca sensiblemente el carácter de nuestras relaciones.

Fiel a sus mejores tradiciones, México fue el único país de América Latina que no rompió relaciones con la Cuba revolucionaria cuando fuimos expulsados de la OEA por mandato imperial.

A lo largo de los años jamás se ha quebrado lo que la historia unió indisolublemente. Nuestros dos países han honrado sus políticas soberanas, al margen de cercanías o distancias entre los gobiernos. Impera lo que preconiza un principio muy mexicano: el respeto al derecho ajeno es la paz.

Hay un mérito indiscutible en quienes han dedicado vida y energías, alma y corazón, a alimentar esa hermandad con la ternura de los pueblos. Rindo tributo aquí a la solidaridad sostenida, invariable, apasionada y firme que siempre encontramos en esta tierra, que todos los cubanos debemos amar como a la nuestra.

Lo dijo el Apóstol cubano, quien además dibujó con su prosa colorida un retrato fiel de este pueblo generoso al afirmar: “Como de la raíz de la tierra le viene al mexicano aquel carácter suyo, sagaz y señorial, pegado al país que adora, donde por la obra doble de la magnífica Naturaleza y el dejo brillante de la leyenda y la epopeya, se juntan en su rara medida el orden de lo real y el sentimiento romántico”.

Desde aquellas palabras hasta hoy, no ha dejado de crecer el patrimonio común levantado por una infinita lista de prestigiosos intelectuales y artistas de ambas naciones. Nos unen la literatura, el cine, las artes visuales, el bolero y el mambo.

Podría decirse que el significativo intercambio cultural entre México y Cuba alcanza todas las manifestaciones de la cultura en su más amplia acepción, por cuanto no es menos influyente la relación en el deporte, especialmente el béisbol y el boxeo, donde la conexión se da tan natural y profunda que por momentos se pierde el origen exacto de obras y hechos y hay que concluir que proviene de ambos.

Amigas y amigos:

Por esas y otras razones que no caben en un discurso necesariamente breve, es un gran honor participar en el desfile militar que conmemora el inicio de la lucha por la independencia de México y expresar nuestros sentimientos ante su gobierno y su pueblo.

Lo hago consciente de que es un reconocimiento a los lazos históricos y de hermandad existentes entre México y Cuba, una muestra genuina de aprecio, cariño y respeto que agradezco profundamente en nombre de mi pueblo.

La decisión de invitarnos tiene un valor inconmensurablemente mayor, en momentos en que sufrimos los embates de una guerra multidimensional, con un bloqueo criminal, recrudecido oportunistamente, con más de 240 medidas, en medio de la pandemia de la COVID 19 que tan dramáticos costos tiene para todos, pero en particular para los países de menor desarrollo.

Estamos enfrentando, paralelamente, una agresiva campaña de odio, desinformación, manipulación y mentiras, montada sobre las más diversas e influyentes plataformas digitales, que desconoce todos los límites éticos.

Bajo el fuego de esa guerra total, la solidaridad de México con Cuba ha despertado en nuestro pueblo una mayor admiración y el agradecimiento más profundo.

Permítame decirle, Presidente, que Cuba recordará siempre sus expresiones de apoyo, su permanente reclamo por el levantamiento del bloqueo y porque se convierta el voto anual de Naciones Unidas en hechos concretos, algo que su país ha cumplido de forma ejemplar para con nuestro pueblo.

Agradecemos profundamente la ayuda recibida en insumos médicos y alimentos para paliar los efectos combinados del acoso económico y la pandemia.

Hermanas y hermanos:

Ante la compleja situación epidemiológica que enfrenta el mundo, la solidaridad y la cooperación entre nuestros pueblos adquiere mayor trascendencia.

Por esa razón, nuestros profesionales y técnicos de la salud, no dudaron en acompañar, en cuanto fue necesario, al pueblo mexicano. Y volveremos a hacerlo siempre que lo precisen.

Reconocemos el excelente trabajo desempeñado por México al frente de la Presidencia Pro Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, mecanismo de genuina vocación latinoamericana y caribeña destinado a defender la unidad en la diversidad de Nuestra América, frente al proyecto de recolonización neoliberal que se nos intenta imponer.

Como expresara Fidel en un Acto de Amistad Cubano-Mexicana celebrado el 2 de agosto de 1980: “¡Nada soportaremos contra México! lo sentiremos como propio. ¡Sabremos ser fieles a la amistad que han forjado siglos de historia y de hermosos principios comunes!”.

¡Viva México

¡Viva la amistad entre Cuba y México!

Tomado de: Cubadebate

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La Unión Europea: dos miradas ante la desvergüenza

Sede del Parlamento Europeo

La Unión Europea tira su dignidad por la borda en Cuba

Las organizaciones del MESC, Movimiento de Solidaridad con Cuba del Estado español, condenamos rotundamente la nueva maniobra anticubana que los gobiernos capitalistas de la Unión Europea se disponen a perpetrar este 16 de septiembre en el Europarlamento.

La excusa nuevamente son los Derechos Humanos, la represión y en esta ocasión han añadido el derecho a Internet. En realidad se trata de insuflar vida al motín contrarrevolucionario del 11 de julio pasado, que nació cadáver, por falta de apoyo real entre la población cubana, pese a la ingente ayuda que las multinacionales de la información vertieron en su favor en medios y redes sociales.

La intentona injerencista se basa en falsas acusaciones sustentadas en pruebas falsas también. No existe ni una sola persona desaparecida, torturada o ejecutada extrajudicialmente en la isla revolucionaria, por más que ha sido examinada con lupa para encontrarla.

La operación contará de nuevo con el respaldo mediático multinacional de siempre, cuyo fin último es forzar una intervención de cobertura humanitaria y objetivos reaccionarios, única baza real con que cuenta la contrarrevolución para actuar en Cuba.

Este respaldo mediático y político contrasta brutalmente con el silencio atronador que utiliza el establishment para encubrir la principal violación que sufre el pueblo de Cuba, que es el criminal bloqueo norteamericano. Los cubanos resisten, por más de sesenta años, con ejemplar entereza y dignidad tan atroz agresión por parte de Estados Unidos, la potencia imperialista más poderosa y despiadada de la historia.

También es escandaloso el silencio que perpetran medios y gobiernos capitalistas acerca de la represión policial y paramilitar en países como Honduras, Ecuador, Chile y, especialmente Colombia. Hasta la fecha, esta represión atroz arroja un resultado de cientos de personas asesinadas y otras cientos más mutiladas gravemente por la actuación policial.

Está claro que el nuevo ataque contra Cuba no tiene nada que ver con la defensa de los Derechos Humanos, la protección de los cubanos y cubanas frente a una inexistente represión política o la libertad de acceso a Internet.

El objetivo es manipular a la Opinión Pública mundial para que, asustada por la propaganda contrarrevolucionaria, se vuelque en favor de una intervención extranjera cuyo fin último sea la restauración neocolonial en Cuba.

Los imperialistas de ambas orillas del Atlántico están condenados a fracasar en tan siniestros propósitos, pero en la intentona los gobiernos europeos se convertirán en cómplices de la criminal política anticubana de los gobiernos de Estados Unidos, perdiendo con ello otra gran porción que de dignidad e independencia les pudiera quedar. Más les valdría establecer un diálogo respetuoso con la soberanía cubana reafirmándose con firmeza en la denuncia del bloqueo y la exigencia de su desaparición.

¡Basta de injerencia imperialista! ¡Basta de agresiones anticubanas! ¡Abajo el bloqueo ya!

¡Viva Cuba Socialista! ¡Hasta la victoria siempre, Venceremos!

Comunicado del Movimiento de Solidaridad con Cuba del Estado español

El MESC es el movimiento de solidaridad con la Revolución cubana en el Estado español. Está compuesto por:

  1. Asociación Almeriense solidaria con el pueblo Cubano
  2. Asociación Andalucía – Cuba (puente de cooperación para el Desarrollo Sostenible)
  3. Asociación Camilo Cienfuegos Cuba-Aragón
  4. Asociación de amistad con Cuba Camilo Cienfuegos de Dénia
  5. Asociación de Amistad con Cuba Miguel Hernández de Alicante
  6. Asociación de Amistad Hispano Cubana Bartolomé de las Casas de Madrid
  7. Asociación de Amistad Hispano Cubana Bartolomé de las Casas de Sevilla
  8. Asociación de Amistad Hispano Cubana de Málaga
  9. Asociación de amistad hispano-cubana Julio Antonio Mella de Madrid
  10. Asociación de Amistad Rioja Cuba
  11. Asociación de amistad y cooperación con cuba La Gran Piedra de Granada
  12. Asociación de Amizade Galego-Cubana Francisco Villamil
  13. Asociación de Cultura Popular Estrella Roja
  14. Asociación de iniciativas solidarias Alhucema de Morón (Sevilla)
  15. Asociación de Solidaridad con Cuba Vilma Espín San Lúcar de Barrameda (Cádiz)
  16. Asociación de Solidaridad Toledo-Cuba «Antonio Maceo»
  17. Asociación de Solidaridad y Cooperación al Desarrollo Ernesto Guevara de Torrejón de Ardoz
  18. Asociación Hispano Cubana Paz y Amistad de Avilés
  19. Asociación Lázaro Cárdenas
  20. Asociación Maximiliano Tornet de Huelva
  21. Asociación Pablo de la Torriente Brau de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes
  22. Asociación para la Cooperación Internacional Patrice Lumumba
  23. Asociación Provincial de Jaén Amistad con Cuba Indio Naborí
  24. Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí
  25. Associació d’amistat amb Cuba Pep Linares d’Alcoi
  26. Casa de Amistad Baleares-Cuba
  27. Casal Cubà de Sabadell
  28. Casal d’Amistat amb Cuba de Lleida
  29. Casal d’Amistat amb Cuba de Badalona
  30. Casal d’Amistat amb Cuba de Barcelona
  31. CESC de Madrid
  32. Colectivo 26 de Julio de Madrid
  33. Comité Antiimperialista de Murcia
  34. Comité de Solidaridad Internacionalista de Zaragoza
  35. Comunistes de Catalunya
  36. Cosal-Murcia y Entrepueblos Murcia
  37. Defensem Cuba
  38. Euskadi Cuba
  39. Frente Antiimperialista Internacionalista
  40. HERMANAMIENTO NOU BARRIS- EL CERRO CUBA
  41. Izquierda Unida (IU)
  42. Marx Madera
  43. MediCuba España
  44. Mollet amb Cuba
  45. O N G AWON IYAAMI
  46. Partido Comunista de España (PCE)
  47. Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE)
  48. PCE (m-l)
  49. Plataforma de Solidaridad con el Pueblo Cubano de Granada
  50. Red de Solidaridad Canario Cubana
  51. Rincón Cubano Granma de Torrelavega (Cantabria)
  52. Sociedad Cultural Cubano Andaluza José Martí de Sevilla
  53. Sodepaz
  54. Sodepaz Andalucía

Rechazamos nuevas maniobras contra Cuba desde Europa

Federación de Asociaciones de Cubanos Residentes en España

Estimados/as responsables

El pueblo de Cuba es la única víctima de una política internacional hostil de las diferentes administraciones de EE.UU, a lo largo de estas 6 décadas.

La carpeta de agresiones contempla la filtración de bandidos en las Sierras del Escambray (asesorados, entrenados y apertrechados en EE.UU, que asesinaron a familias campesinas y alfabetizadores), la invasión militar por Playa Girón en 1961, sabotajes contra objetivos económicos y sociales (incluso la explosión de un avión en Barbados, 1976), la guerra biológica (Fiebre porcina africana, Dengue hemorrágico, Sigatoka negra, Royal de la caña, Moho azul del tabaco y el Thrips palmi de la variedad Diamond, son algunos ejemplos), crear tensiones diplomáticas (cierre de la Embajada de ese país en Cuba, incumplir acuerdos migratorios o expulsar diplomáticos cubanos de EE.UU) y agresiones contra misiones diplomáticas cubanas en más de 40 países (hasta mayo de 2020, se han cometido 580 agresiones terroristas, con un saldo de 365 muertes y 721 lesionados. Recientemente, Cuba rindió recordatorio a los jóvenes diplomáticos Jesús Cejas Arias y Crescencio Galañena Hernández, de 22 y 27 años respectivamente, que fueron secuestrados, torturados y asesinados en 1976, en la dictadura militar de Rafael Videla, en Argentina, que fue apoyada por EE.UU. Pero no olvidemos que en mayo de 2020 se efectuaron disparos contra la embajada cubana en Washington y que en julio del presente año se atacó con cócteles molotov a la sede diplomática cubana en Francia).

Es imposible pasar por alto los disímiles intentos de asesinatos a nuestros principales líderes cubanos (el récord conocido es de 638 intentos de asesinato contra Fidel Castro) ni la aplicación de un genocida bloqueo económico, financiero y comercial que se recrudece cada vez más y que le impone al pueblo cubano muy duras condiciones de carencias y necesidades en estos tiempos de la pandemia de la COVID19. Un estrangulamiento económico que ha recibido por 29ª ocasión el rechazo mundial en la Asamblea de las NNUU; además de la condena de miles de organizaciones de los pueblos del mundo.

A todo lo anterior, hay que sumarle el vandalismo de grupúsculos financiados por la CIA, a través de diversas empresas y organizaciones que funcionan por medio de la USAID y la NED y que, edulcorados como “disidencia”, venden sus servicios para ejecutar sus fechorías en forma de performances e incentivación al odio, la fragmentación social, la desobediencia, el enfrentamiento y el desorden público. Igualmente, ponen sus servicios como carne de cañón para la constante comparsa de feroces campañas mediáticas, donde se manipula y se miente sin cesar sobre Cuba.

La prensa sensacionalista omite intencionalmente los logros alcanzados en todos los campos de la cultura, economía, educación, científico-técnico, político, social y demás en Cuba. Los grandes medios y agentes mediáticos que se ponen al servicio de intereses imperialistas, ponen diariamente a rodar cruzadas llenas de bulos y fakenews, siguiendo un establecido guión con los viles fines de sembrar matrices de opiniones adversas y erradas sobre la realidad cubana.

Los últimos acontecimientos ocurridos en Cuba, en las fechas del 11 y 12 de julio, son el resultado de esa criminal política de estrangulamiento económico, la financiación de grupúsculos mercenarios y de una sucia propaganda que no cesa de publicar falsedades:

Es MENTIRA que el pueblo cubano se ha alzado contra su gobierno, como es MENTIRA que en Cuba hay una dictadura como la que intentan dibujar la cacareada prensa “libre”.

Es MENTIRA las difundidas “listas de desapariciones y de personas asesinadas” por las autoridades policiales cubanas. Un bulo surrealista e intragable, que ni los propios acusadores o propagadores de este engaño se han atrevido a presentar pruebas, porque carecen totalmente de ellas y saben que están engañando a la opinión pública internacional.

Las personas detenidas, tras los hechos del 11J, han estado sujetas a procesos apegados a la legalidad, el respeto a la integridad humana y las garantías previstas en la legislación cubana. Los casos procesados responden, en lo fundamental, a desorden público, instigación a delinquir, desacato a las autoridades, daños físicos y materiales generados por la violencia. Los juicios han sido públicos y con la posibilidad que asistan quienes deseen presenciarlos; incluso, con los plenos derechos a establecer recurso de apelación (proceso que no requiere asistencia letrada y que el sancionado puede realizar mediante un escrito sencillo).

Independientemente de las diferencias políticas, es bien sabido que en Cuba está en el poder el gobierno elegido por el pueblo, votado democráticamente en un proceso electoral caracterizado por su transparencia, respeto a los derechos individuales y colectivos, amplia participación popular y su estricto apego a las leyes cubanas.

Muy a pesar de los obstáculos que impone el bloqueo económico, el recrudecimiento del mismo y su mantenimiento por la actual administración del Sr. Joe Biden, Cuba sigue avanzando con grandes sacrificios y esfuerzos. Cuba sigue siendo un país que pone en práctica sus firmes principios humanistas y mantiene sobre sólidos pilares de respeto la cooperación y la ayuda solidaria a otros pueblos. Cuba, frente a los embates del bloqueo, ha logrado 3 vacunas propias contra la COVID19 y es el primer país que ha comenzado la vacunación al sector poblacional de 8 a 12 años de edad. Cuba no envía militares a invadir ningún país, sino brigadas formadas por especialistas de la salud para salvar vidas, incluyendo la de aquellas poblaciones más desfavorecidas por la pobreza.

Es por todo lo anterior, que vemos con gran decepción como la Unión Europea se ha visto arrastrada por representantes de grupos políticos, para ser usada como instrumento de agresión contra Cuba.

Fue la Unión Europea la que, siguiendo dictados de injerencia imperialistas, adoptó la política de “Posición Común”, como brazo extensor del criminal bloqueo económico que se mantiene como palanca para forzar un cambio de régimen político en Cuba, acto que se ejecuta contra la voluntad expresada por el pueblo cubano de seguir construyendo el Socialismo; lo cual es una violación de los derechos del pueblo cubano.

El Parlamento Europeo, una vez más, es usado por representantes de intereses de poderes rancios e ideología fascista, para atacar a Cuba, cumpliendo con las exigencias orientadas por el poderoso Tío Sam y los grupúsculos de una mafia terroristas anclada en EE.UU: el objetivo es obstaculizar los pasos que se han avanzado en los Acuerdos de Diálogos y Cooperación entre la Unión Europea y Cuba.

Si realmente hay una voluntad política por esta institución, primero deberían velar por los DDHH en su espacio interno y centrarse en los serios problemas que padecen muchos de los países miembros y no seguir cometiendo un acto de injerencia al querer interferir en asuntos que solamente competen al pueblo y gobierno cubanos.

Exigimos, de forma respetuosa, que no se permita el continuo uso del Parlamento Europeo ni de sus diversos órganos, para hacer el juego a semejantes infamias contra Cuba.

Ya es hora de impedir que la inmoralidad tenga barra libre para seguir poniendo en marcha maniobras de injerencista y de agresión.

Como parte de la comunidad cubana residente en Europa, vemos con gran preocupación esta oleada de ataques a nuestra Patria natal y expresamos nuestra entera voluntad de establecer una ronda de conversaciones sobre estos temas con ustedes, de ser posible.

¡No más bloqueo! ¡No más injerencia! ¡No más agresiones! ¡No más sucias campañas mediáticas!

Saludos cordiales

Federación de Asociaciones de Cubanos Residentes en España

Carta de la Directiva de la FACRE José Martí enviada a diversos departamentos del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España y oficinas del Parlamento Europeo en Madrid y Barcelona.

Nota: El título de esta nota es autoría del editor del blog.

Tomado de: Cubainformación

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López Obrador: Esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia

Andrés Manuel López Obrador. Presidente de México

Por Andrés Manuel López Obrador @lopezobrador_

Por esas singularidades de nuestra historia, la fecha que más celebra el pueblo de México es la del inicio, la del Grito y no la de la consumación de la Independencia nacional.

A los mexicanos nos importa más el iniciador, Hidalgo, que Iturbide, el consumador, porque el cura era defensor del pueblo raso y el general realista representaba a los de arriba y solo buscaba ponerse la diadema imperial.

Hidalgo fue otra cosa. A él le tocó con Allende, Aldama, Jiménez y otros dirigentes populares enfrentar a la oligarquía dominante y proclamar la abolición de la esclavitud.

El pensamiento de Hidalgo era subversivo. Nada en su personalidad lo distanciaba de ser un revolucionario y no se andaba por las ramas. Por ejemplo, en una de sus cartas al intendente Juan Antonio Riaño, escribía: “No hay remedio, señor intendente: el movimiento actual es grande, y mucho más cuando se trata de recobrar derechos santos, concedidos por Dios a los mexicanos, usurpados por unos conquistadores crueles, bastardos e injustos, que auxiliados de la ignorancia de los naturales, y acumulando pretextos santos y venerables, pasaron a usurparles sus costumbres y propiedad y vilmente, de hombres libres, convertirlos a la degradante condición de esclavos.”

Al mismo tiempo, Hidalgo era un hombre profundamente humano, un auténtico cristiano. Así lo demuestra el hecho de que, para evitar el degüello de miles de oponentes realistas, pero también de inocentes, prefirió quedarse en el cerro de Las Cruces y no tomar la Ciudad de México que estaba prácticamente rendida.

Sin embargo, sus adversarios nunca le perdonaron la osadía de querer igualar a los pobres con las clases más favorecidas. Baste recordar el juicio en que lo excomulgan y la manera en que lo asesinan, le cortan la cabeza y la exhiben como escarmiento por más de diez años en la plaza principal de Guanajuato.

Ningún dirigente en la historia de México ha recibido más insultos que el cura Hidalgo. Paco Ignacio Taibo hace un recuento de todos los improperios: “endurecida alma, escolástico sombrío, monstruo, taimado, corazón fementido, rencoroso, padre de gentes feroces, Cura Sila, entraña sin entrañas, villano, hipócrita, refinado, tirano de tu tierra, señor septembrizador, pachá máximo, lo-cura, imprudentísimo bachiller, caco, malo, malísimo, perversísimo, ignorantísimo bachiller Costilla, excelentísimo pícaro, homicida, execrable majadero, badulaque, borriquísimo, primogénito de Satanás, malditísimo ladrón, liberticida, insecto venenoso, energúmeno, archiloco americano”.

Por si fuese poco, en el juicio de excomunión lo llaman demagogo, “desnaturalizado y frenético”.

Él se defendía respondiendo que actuaba con apego a su conciencia y es célebre la frase que dirige a sus acusadores: “Abrid los ojos americanos, no os dejéis seducir de nuestros enemigos: ellos no son católicos sino por política: su Dios es el dinero y las conminaciones solo tienen por objeto la opresión. ¿Creéis acaso que no puede ser verdadero católico el que no esté sujeto al déspota español?”. En fin, si Hidalgo no hubiese sido auténtico, no lo hubiesen sacrificado con tanta saña como a Cristo.

Sin embargo, Hidalgo, en sus últimas horas, dio muestra de un temple excepcional y de una serenidad conmovedora, y hasta tuvo el gesto de una insólita amabilidad de componer unas décimas de agradecimiento a sus carceleros por el buen trato que le brindaron. Una de ellas dedicada al cabo Manuel Ortega, dice así:

Ortega, tu crianza fina,

tu índole y estilo amable

siempre te harán apreciable

aún con gente peregrina.

Tiene protección divina

La piedad que has ejercido

Con un pobre desvalido

Que mañana va a morir,

Y no puede retribuir

ningún favor recibido.

Lo que le permitió al Padre de la Patria enfrentar la muerte con aplomo y tranquilidad fue la paz con su conciencia, la certeza de que, con fidelidad a sus principios y valores, había hecho lo correcto y lo que era necesario para el bien del pueblo al que se debía.

Cuando lo iban a fusilar, a cuatro metros de distancia, los soldados temblaban, le dieron varios tiros sin matarlo y el sargento del pelotón tuvo que ordenar a dos de ellos que le pusieran las bocas de los fusiles directamente en el corazón. Después de matarlo le cortaron la cabeza y junto con las de Allende, Aldama y Jiménez, las colocaron en cada esquina del edificio de la Alhóndiga de Granaditas.

Nosotros, los mexicanos, nos sentimos orgullosos por este héroe y de muchos más, porque aquí, como en ninguna otra parte, el movimiento independentista no se inició por simples reacomodos en las cúpulas del poder ni se gestó únicamente por un sentimiento nacionalista, sino que fue fruto de un anhelo de justicia y de libertad.

Por ello, el grito de libertad y justicia va antes que el de la independencia política.

No obstante, este ideal profundo representó todo un desafío para los potentados, quienes lograron contenerlo y postergar su realización durante cien años, porque es hasta un siglo después de consumada la Independencia, que otro grito, el de la Revolución Mexicana de 1910, empezara a convertir en realidad los sueños y los ideales de los curas Miguel Hidalgo y José María Morelos, de Josefa Ortiz de Domínguez, de Leona Vicario, de Juan Aldama, de Ignacio Allende, de José Mariano Jiménez y de muchos otros dirigentes, mujeres y hombres, que comenzaron la lucha por la emancipación auténtica del pueblo de México.

El día de hoy recordamos esa gran gesta histórica y la celebramos con la participación del presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel, quien representa a un pueblo que ha sabido, como pocos en el mundo, defender con dignidad su derecho a vivir libres e independientes, sin permitir la injerencia en sus asuntos internos de ninguna potencia extranjera. Ya he dicho y repito: podemos estar de acuerdo o no con la Revolución Cubana y con su gobierno, pero el haber resistido 62 años sin sometimiento, es una indiscutible hazaña histórica.

En consecuencia, creo que, por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba, merece el premio de la dignidad y esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia, y pienso que por esa misma razón debiera ser declarada patrimonio de la humanidad.

Ahora solo agrego que el gobierno que represento llama respetuosamente al gobierno de Estados Unidos a levantar el bloqueo contra Cuba, porque ningún Estado tiene derecho a someter a otro pueblo, a otro país. Es preciso recordar lo que decía George Washington: “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.

Dicho con toda franqueza, se ve mal que el gobierno de Estados Unidos utilice el bloqueo para impedir el bienestar del pueblo de Cuba con el propósito de que éste, obligado por la necesidad, tenga que enfrentar a su propio gobierno. Si esta perversa estrategia lograse tener éxito –algo que no parece probable por la dignidad a que nos hemos referido–, repito, si tuviera éxito, se convertiría en un triunfo pírrico, vil y canallesco. En una mancha de esas que no se borran ni con toda el agua de los océanos.

Es mejor el entendimiento, el respeto mutuo y la libertad sin condiciones ni prepotencia. Todavía vive el presidente Jimmy Carter, quien supo entenderse con el general Omar Torrijos para devolverle a Panamá el Canal y su soberanía.

Ojalá el presidente Biden, quien posee mucha sensibilidad política, actúe con esa grandeza y ponga fin, para siempre, a la política de agravios hacia Cuba.

En la búsqueda de la reconciliación también debe ayudar la comunidad cubano estadounidense, haciendo a un lado los intereses electorales o partidistas. Hay que dejar atrás resentimientos, entender las nuevas circunstancias y buscar la reconciliación. Es tiempo de la hermandad y no de la confrontación. Como lo señalaba José Martí, el choque puede evitarse, “con el exquisito tacto político que viene de la majestad del desinterés y de la soberanía del amor”.

Tomado de: Cubadebate

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Desafíos del consenso: Cultura

Silvio Rodríguez: “… existieron espacios más permisivos que otros, y los que fuimos cuestionados por instituciones como el ICRT o el Consejo Nacional de Cultura, fuimos apoyados por otras como Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficas (ICAIC).”

Por Laura Serguera Lio y Armando Franco Senén

Silvio Rodríguez, Eduardo del Llano, José Ernesto Nováez y Claudia Damiani analizan puntos álgidos del panorama artístico cubano a partir de los acontecimientos del 11 de julio

A poco más de un mes de publicado el texto en que tres economistas analizaban para Alma Mater las causas de las manifestaciones del pasado 11 de julio y ofrecían pistas sobre el contexto nacional, el dossier que abrimos ese día, Desafíos del consenso, llega a su fin.

Durante ocho entregas —Economía, Filosofía, Comunicación, Política, Derecho, Psicología, Historia y Sociología— , y con el concurso de jóvenes y experimentados científicos sociales, hemos tratado de aportar al discernimiento de sucesos nunca antes vividos para varias generaciones, pero, sobre todo, al entendimiento cabal del momento histórico y las vías para la construcción de una Cuba más justa, equitativa y feliz.

El trovador Silvio Rodríguez Domínguez, el escritor y cineasta Eduardo del Llano Rodríguez; el rector de la Universidad de las Artes (Isa) José Ernesto Nováez Guerrero; y la escritora y diseñadora Claudia Alejandra Damiani Cavero son los invitados al noveno y último capítulo de esta serie, dedicado a la Cultura.

¿Cómo se relacionan los eventos de noviembre de 2020 y los de julio de 2021? ¿Qué reclamos tiene el gremio del arte? ¿Son los artistas la avanzada de los cambios sociales? ¿Cuál es el estado de la cultura cubana?

Mucho más que arte

«La cultura no es solo las manifestaciones artísticas, allí entra la comunicación, las dinámicas propias de las redes sociales digitales y del acceso a la información; las narrativas que se construyen alrededor del gobierno, la institucionalidad y el proyecto cubano desde la disidencia; toda la producción simbólica asociada a las campañas mediáticas que precedieron al 11 de julio y sirvieron para catalizar el descontento popular hacia una protesta antigubernamental; y todo lo que, estando en el imaginario popular cubano, es pasto para que sean escuchadas esas narrativas», afirma Claudia Damiani.

Para Silvio Rodríguez se resume como «la acumulación de hechos y características que conforman una identidad». En este sentido, destaca que, aunque tras el triunfo revolucionario de 1959 han transcurrido seis décadas de independencia política de Estados Unidos, debido a la hostilidad imperial hemos desarrollado otra forma de dependencia, en una cultura de resistencia cada vez más vulnerada por el empobrecimiento de la población, el estrés social de una tensión constante y la aparición de generaciones distantes de los hechos liberadores que nos trajeron hasta hoy.

«Por esto, algunos jóvenes —y menos jóvenes— ya no ven en su tierra un futuro posible. De estos sectores, los que pueden emigran; los que no pueden emigrar se quedan, contrariados. Lamentablemente todo esto también ya es parte de nuestra cultura y, por lo tanto, condicionantes objetivas y subjetivas que contribuyen a los sucesos del 11–12 de julio».

A su vez, José Ernesto Nováez considera que dilucidar las causas de los sucesos referidos resulta muy complejo e impone una interpretación de la cultura desde una noción amplia. Asimismo, destaca que no todos los sectores que salieron a las calles a expresar su descontento eran iguales.

«Las transformaciones económicas y sociales que desde la década del noventa se han verificado en Cuba determinan la emergencia de espacios de relación y reproducción de la vida que no tienen una relación directa con el proyecto socialista cubano y que, en múltiples aspectos, divergen de este. Dichos sectores de la sociedad conectan y se expresan a través de un universo simbólico y cultural que refleja sus insatisfacciones, aspiraciones de vida y diferencias con el proyecto político de la Revolución. Estos símbolos, en su expresión más extrema, se entrelazan con el discurso de una parte del exilio cubano, sobre todo en La Florida, y con el proyecto de país que este representa: consumismo y neoanexionismo.

«También conviene apuntar el papel jugado por los avances de los últimos años en materia de conectividad, que han traído por un lado un grado de inserción mayor de la población cubana en las redes globales y por el otro han posibilitado el ingreso arrollador en la cotidianeidad de la Isla de las poderosas industrias culturales del capitalismo. De ahí que una parte de los reclamos el 11 de julio se expresaran a través de apelaciones vagas a la libertad, la democracia, la dictadura, etc, y consignas prefabricadas que en realidad parecen decir mucho y, en la práctica, no comprometen a nada, pues estos conceptos políticos solo tienen valor y utilidad cuando se acotan. Democracia, ¿cuál? ¿La esclavista, la burguesa, la socialista? Cada apellido implica formas totalmente distintas de sociedad.

«Lo más preocupante detrás de estas nuevas formas culturales que emergen, considero, es el grado de desconexión que implican con el proyecto soberano de nación en Cuba y su asunción de un discurso ferozmente anticomunista, rayano con el odio más irracional».

Damiani detalla que la masificación del acceso a Internet, con el advenimiento de los datos móviles a finales del 2018 como punto culminante, ha modificado la manera en que nos relacionamos y entendemos nuestra realidad. Al respecto, destaca que, mientras la diversificación e incremento de las fuentes de información se suma la democratización de las opiniones y otorga visibilidad a voces que de otra forma no la tuvieran, también favorece el odio y la polarización.

«La pandemia, al replegar la vida social al ámbito digital, cataliza también la asimilación de estos espacios de socialización virtuales y pone en contacto a personas que, en espacios físicos, tal vez, nunca hubieran coincidido. Esto, sumado a la crisis económica y sanitaria, de alcance global, pero que en el caso de Cuba se agrava por las agresiones políticas y económicas del gobierno norteamericano. El desabastecimiento, los costos sociales de las tiendas MLC y el reordenamiento, las afectaciones al servicio eléctrico, la falta de medicamentos y la saturación del servicio de salud pública por la COVID, no son factores culturales, pero son esenciales para entender el 11 de julio, y, que sean percibidos como injusticias por las cuales reclamar al gobierno, solo tiene sentido dentro de un proyecto socialista».

Igualmente, la joven escritora defiende el criterio de que la mercantilización de la cultura cubana es un factor a tener en cuenta, bajo el presupuesto de que desde la década de 1990 ha estado cada vez más influida por el contexto internacional, como resultado del desarrollo tecnológico que facilita el acceso a la información, y también a la globalización neoliberal.

«En consecuencia, la producción y el consumo cultural, por un lado, se ha diversificado, ganando en tendencias y corrientes diferentes, pero, por otro, se ha homogenizado para adecuarse a la cultura de masas, que es una cultura mercantilizada, pues el arte cubano para internacionalizarse tiene que acatar las leyes del mercado. Esto, por supuesto, es pasto para el sentido común liberal. En la segunda década del siglo XXI, además, aparecen espacios de consumo y producción artística de propiedad privada. En mi opinión, todo esto modifica la concepción que, como sociedad, tenemos del arte: el arte se convierte en un negocio.

«Nada de esto puede entenderse al margen de la crisis económica y de paradigmas de los 90 y su saldo de desencanto y escepticismo, ni del asedio constante del imperialismo norteamericano. Pero tampoco de las prácticas verticalistas, la insuficiente transparencia y la discrecionalidad, que las propias circunstancias adversas favorecen, pero que también sirven de caldo a la desideologización y la desmovilización popular».

Eduardo del Llano ofrece otro punto de vista al afirmar que en el ámbito de la cultura los acontecimientos del 11 de julio estuvieron influidos de forma directa por la falta de viabilización del diálogo iniciado el 27 de noviembre de 2020.

«De todas las iniciativas y conatos, la del 27 de noviembre me parece de lo más sensato. Había mucha gente, solo de mi equipo de trabajo como cinco personas, y yo no estuve ahí porque el día anterior mi esposa había llegado de España y teníamos que confinarnos 15 días sin salir de la casa, de lo contrario hubiera ido.

«Ahí se inició un diálogo. Se malogró, tanto por la parte institucional, sobre todo, como por los propios artistas, mas, aunque se haya malogrado, hay que insistir. Alguna vez tiene que salir bien. Creo que también permanecen en el fondo determinadas insatisfacciones vinculadas al decreto 349, por lo que pudo significar. También se realizaron demandas atribuibles al mal trabajo en el Ministerio de Cultura, la falta de respuesta ágil, creíble y juiciosa de las instituciones.

«Si el intercambio que amagó con iniciar hubiera fructificado, si se hubiera mantenido y nos sintiéramos escuchados y respetados, los sucesos del 11 de julio, quizás, se hubieran producido de todas maneras, en otros sectores, y la gente de la cultura no hubiera participado como participó».

Mirando —solo un poco— atrás

Aunque se ha dicho que no existe en la historia reciente de Cuba una experiencia similar a los sucesos del 11 de julio, no caben dudas de que al analizar la participación de artistas en estas protestas debe tenerse en cuenta, más allá de su naturaleza distinta, la concentración ocurrida afuera del Ministerio de Cultura (Mincult) la noche del 27 de noviembre de 2020. Ante la interrogante de la lectura de ambos eventos, las respuestas divergieron.

«Los productores culturales reflejan estética y simbólicamente los diversos procesos que se dan en la sociedad. Esto hace que su producción pueda servir tanto para garantizar la continuidad de un orden social determinado como su subversión y sustitución simbólica progresiva por otro nuevo. De ahí que la cultura sea un campo de batalla fundamental para cualquier proceso. Una vez dentro del consumo social, el hecho artístico adquiere, en cierta forma, vida y sentidos propios, que muchas veces sobrepasan las intenciones originales del artista e incluso pueden ser divergentes. Los símbolos e imaginarios que fundan la cultura y el arte son armas formidables tanto para la defensa de una realidad política como para su subversión. Esta polisemia del hecho cultural lo convierte en un escenario de disputa privilegiado», ilustra José Ernesto Nováez.

Eduardo del Llano considera a este sector la vanguardia de la sociedad. «Pide, y exige, y propone, y crítica cosas que los demás todavía no han visto o no se han atrevido. Contrario a lo que piensa mucha gente, el arte cubano tiene una tradición bastante crítica: en el cine se ve mucho, en la televisión se ve menos porque es un medio más controlado, más dependiente del Estado; pero en el teatro se ve mucho también, en la literatura, el humor. Aunque la mayor parte de los que se manifestaron ese día no eran artistas, ir frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), por ejemplo, sí fue algo básicamente de los artistas. Ahora, eso tampoco me parece que fue la mejor idea posible, porque en ningún país del mundo te paras delante de un estudio de televisión nacional diciendo que quieres que te den 15 minutos.

«Sin embargo, creo que fue una acción pacífica y tratando de dialogar. Ahí no hubo absolutamente ninguna violencia por parte de los manifestantes, pero sí por parte de quienes los enfrentaban», relata Eduardo del Llano.

El escritor asevera que casi todo lo que se exige a nivel popular, lleva cinco, 10, incluso 20 años debatiéndose en el ámbito de las artes.

«La cultura artística y literaria estuvo presente y ya venía anunciando estas cosas desde hacía mucho tiempo. Creo que los artistas deben formar parte de cualquier tipo de mecanismo de diálogo y de cualquier proceso de transformación en Cuba. No creo que deban ser los que dirijan o los únicos que estén. Ser artista no es una patente de corso, eres un ciudadano común como cualquier otro.

«El problema es que no hay una unidad entre esas demandas artísticas y, si las hay, yo no las conozco. Hay algunos artistas, como Luis Manuel Otero Alcántara o Yunior García, que prácticamente asumen que el proyecto socialista es un proyecto fallido y, por lo tanto, hay que buscar otra cosa. No estoy de acuerdo con eso. No es que podamos presumir, sobre todo en los últimos tiempos, de muchos logros, pero no creo que sea un proyecto fallido o, por lo menos, no más que el capitalismo en la mayoría de los países del mundo, porque uno tiende a mirar al primer mundo, pero existe también el tercero que es bastante grande».

Claudia Damiani considera que, si bien el 27 de noviembre constituye el precedente directo del 11 de julio, debe hacerse la salvedad de su alcance menor y limitación a un sector joven de clase media, vinculado a la cultura y la intelectualidad.

«El detonante para este suceso —27N— fue la huelga de hambre del MSI (Movimiento San Isidro), que también se presenta como un movimiento artístico. Y, el propio 11 de julio, tuvo lugar una protesta frente al ICRT, protagonizada por miembros del 27N. Pero también personalidades de la música urbana sirvieron para aglutinar manifestantes de sectores populares en La Habana Vieja y Centro Habana. Las campañas de pedido de auxilio e intervención humanitaria que antecedieron al suceso estuvieron respaldadas por varios artistas cubanos y muchos de ellos se expresaron, durante y después, a favor de las protestas y contra la respuesta del gobierno. Incluso, la consigna que distinguía a las manifestaciones opositoras era “Patria y vida” que, como sabemos, tiene origen en una canción».

La también diseñadora gráfica refiere que existen variadas razones por las que una parte del sector de la cultura resulta funcional a una agenda de desestabilización política del proyecto revolucionario.

«El 27N reclamó libertad de pensamiento y expresión, pero en una posterior reunión con los directivos del Mincult, una parte de los manifestantes y otros actores políticos, todos los participantes declararon que, a pesar de tener una obra polémica, en su caso particular nunca habían sido objeto de censura.

«Cualquiera que haya degustado el cine, el teatro, las artes visuales y la literatura cubana contemporánea puede constatar que las obras suelen ser muy críticas, a menudo hipercríticas con la realidad nacional, sin que sea motivo de censura. De modo que no me parece que, en el contexto actual, pudiera hablarse de una ausencia de libertad artística. No obstante, la censura puede ser un resultado de la discrecionalidad y de la miopía individual de un determinado decisor, pero no creo que sea, ahora mismo, una política de Estado.

«El problema, muchas veces, me parece que no es de libertad artística, sino de acción contra el Estado (y no creo que tal libertad exista tampoco en ningún sistema liberal). El MSI, por ejemplo, no se puede interpretar al margen de lo político, no ya porque todo arte es político, sino porque, en su caso, lo político es el leitmotiv de lo artístico.

«Lo que sucede, por lo cual la libertad artística es una preocupación dentro del sector de la cultura, es que existen precedentes de verdadera limitación a la expresión artística en el desaparecido Socialismo real europeo y que existieron ecos de este proceso en el periodo limitado del Quinquenio Gris cubano; este es un fantasma que siempre se va esgrimir contra el socialismo. Porque, además, cómo lidiar con el disenso cuando se trata de un proyecto nacional contrahegemónico, es un problema que la Revolución aún no ha logrado resolver y que ha sido tema de debate desde principios de los años 60 del siglo XX, con mejores y peores momentos», sentencia.

La calle Obispo. una de las más populares de La Habana

Medicinas, democracia e… ¿intervención?

Silvio Rodríguez suscribe que el arte suele reflejar su tiempo, por lo que es común que los movimientos sociales estén representados en la cultura y viceversa. En este sentido, reflexiona:

«Creo inevitable que haya rupturas en una línea de pensamiento que se ha renovado poco. Es hasta lógico; es una condición del desarrollo.

¿Por qué eso tiene que ocurrir como trauma y no diáfanamente, como proceso dialéctico natural? Esa es una pregunta que pudiéramos hacernos. ¿Tenemos o no tenemos necesidad de evolución; tenemos o no cosas que cambiar? Al respecto, el famoso decálogo de Fidel todavía rebota en las paredes del Aula Magna. Y no digo que no se haya intentado ponerlo en práctica. Sólo que ha sido difícil convertirlo en algo más que una cita necesaria».

También coincide en el diálogo como uno de los reclamos más necesarios. El trovador añade que, si bien ningún país ha sido capaz de interactuar satisfactoriamente con la variedad de componentes de su sociedad, estas peticiones no se deben obviar.

«Mi generación, aunque fue naturalmente seguidora de la Revolución —los que la hicieron nos llevaban entre 10 y 20 años, ya percibía cosas diferentes, en forma y en contenido. Por eso, algunos de nuestros mayores fueron suspicaces con ciertas manifestaciones y pagamos por eso. Por entonces, las instituciones se estaban creando; los que las dirigían solían ser combatientes revolucionarios con diversas formaciones culturales y políticas, además de con personalidades bastante diferenciadas. Aquello permitió que no hubiera la misma postura oficial frente a manifestaciones culturales diferentes. También por eso existieron espacios más permisivos que otros, y los que fuimos cuestionados por instituciones como el ICRT o el Consejo Nacional de Cultura, fuimos apoyados por otras como Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficas (ICAIC).

«La desaparición física de los fundadores de aquella variedad de espacios culturales fue llevando a que todas las instituciones se fueran pareciendo más en su permisividad y en sus políticas. Cabe preguntarse si la uniformidad conceptual de organismos y dirigencia es lo idóneo para un país culturalmente exuberante, como siempre ha sido Cuba».

Sobre las emanadas en su espectro más amplio, trascendiendo las relacionadas de forma exclusiva con el sector artístico, del Llano reflexiona: «En los reclamos más abiertos, de libertad, “que se vaya el gobierno”, democracia… mi opinión personal es que la influencia mediática ha hecho mucho daño. O sea, esa imagen que viene constantemente de influencers o youtubers en Miami, en Madrid, o donde sea, revisando todo el tiempo la historia del país, cuestionándolo todo, escamoteando un poco algunas de las verdaderas causas como el bloqueo o que lo que hoy sucede en Cuba con la COVID-19 ya pasó en el resto del mundo hace un año».

«Lo que quiero decir con esto es que algunas de las exigencias de los manifestantes, a mi juicio, fueron dictadas más por el desespero que por raciocinio. «Creo que en Cuba hacen falta más libertades, pero dentro del socialismo. Decir “libertad” en abstracto y, además, en muchos casos, pedirla asociada a una intervención militar o “humanitaria” de Estados Unidos o los cascos azules, me parece una tontería. Por esa causa realmente no doy nada. Ahora, la gente tenía todo el derecho del mundo a sentirse mal.

«El diálogo quizás no hubiera evitado lo del 11 de julio, porque hay una parte que fue estimulada desde afuera del país y mucha gente se sumó por desespero, pero a lo mejor se hubiera terminado más rápido, con menos violencia, si las autoridades hubieran estado acostumbradas a que la respuesta no tiene que ser impositiva, violenta o represiva, sino dialógica. Llamar a un enfrentamiento da pie a muchas cosas preocupantes».

Sobre este particular y los cuestionamientos a la actitud asumida por la dirección del país, Damiani expresa:

«Se han hecho reclamos al presidente por llamar al pueblo a contrarrestar las protestas, creo que todo el que decidió permanecer en su casa debido a la pandemia, hizo bien. Pero yo personalmente no estoy a favor de que se resuelvan los conflictos políticos con soluciones policiales; así que el llamado me pareció pertinente y nunca lo interpreté como una convocatoria a agredir a los protestantes (la violencia comenzó mucho antes de su comparecencia en televisión), sino a manifestar apoyo al proyecto socialista para evitar que se presente el conflicto como una oposición Estado-sociedad civil».

Asimismo, la también ilustradora manifiesta que, aunque el llamado de atención sobre la situación en Matanzas fue legítimo y permitió movilizar al gobierno y a sectores de la sociedad civil para la solución del problema, buena parte de sus expresiones en el espacio virtual fueron oportunistas y pro-imperialistas. «Un corredor humanitario no tiene sentido fuera de un conflicto bélico y no se puede pedir una intervención humanitaria con buenas intenciones, salvo que se ignore completamente lo que esto significa (lo cual es irresponsable). Muchos de los indignados por el descontrol de la enfermedad en la Isla, el día 11 llamaban a salir a la calle. ¿Llamar a un estallido social en medio de un pico pandémico tras pedir de intervención humanitaria por la situación epidemiológica? Algo no cuadra».

El rector del Isa, en tanto, reconoce que parte importante de los reclamos recientes provienen de sectores que han sido muy golpeados por la conjunción de la pandemia, la crisis económica global y nacional y el bloqueo.

«Se ha evidenciado con mucha fuerza cuánto se ha debilitado el trabajo comunitario y sin dudas plantea el reto inmenso de retomarlo en medio de todas las restricciones que impone la COVID. Pero también existieron dentro de esas protestas actores políticamente motivados y con fines precisos que buscaban y buscan desestabilizar el proceso político cubano.

«Dichos actores carecen de un programa político claro y solo buscan identificar y explotar emotivamente los problemas que van surgiendo. Su estrategia es puramente negativa, no proponer, sino cuestionar, y apelan a todas las herramientas de guerra no convencional, desde el asesinato simbólico, ampliamente perpetrado en contra de quienes defiendan la Revolución, hasta tácticas como el terrorismo, la intimidación, la burla… Tienen sus ideólogos más refinados que se encargan de construir complejos análisis cuyo fin último siempre es cuestionar y deslegitimar la Revolución, ya sea por una idealización de la Cuba prerrevolucionaria, ya sea por apelar al expediente de desconocer las conquistas de la Revolución, el caso es que siempre desconocen la particular configuración política, social y económica que en seis décadas ha construido el socialismo cubano y proponen sus sustitución por otro tipo de organización política siempre esbozada en líneas muy generales o no esbozada siquiera».

Apuntes para una hoja de ruta

José Ernesto Nováez asevera que los hechos recientes demuestran que el tejido espiritual de la nación está dañado y que la cultura, con su función sanadora y salvadora, no ha llegado como necesitamos a la Cuba profunda.

«Urge revitalizar las estructuras de la cultura a todos los niveles. Lograr que el economicismo no nos impida ver que sigue siendo lo primero que hay que salvar. Entender que a la par de los problemas materiales debemos atender con igual premura los espirituales.

«También es preciso poner la producción intelectual y teórica al servicio de comprender y orientar la actividad cultural a todos los niveles de la sociedad. Avanzar en una mayor comprensión de lo que ha sido y debe ser la política cultural de la Revolución cubana —un término tan usado como muchas veces incomprendido—; las formas de dominación cultural en el mundo contemporáneo, la evolución de las industrias culturales.

«La relación del Estado y la sociedad cubana con la cultura, el arte y los artistas se ha basado, desde Palabras a los intelectuales, en un pacto social que creo debemos revisitar. Los nuevos escenarios económicos y políticos, la propia evolución del país, el desarrollo sostenido cualitativo y cuantitativo del campo cultural así lo demandan. Se debe fundar una nueva relación que responda mejor a los tiempos, que dé respuesta adecuada a las necesidades de los creadores, que se ajuste a las posibilidades económicas del país y que no abandone las esencias centrales de la práctica cultural de la Revolución cubana, que tiene al pueblo y al desarrollo espiritual de la nación como objetivo primero. Las formas de esta adecuación deben ser resultado de la inteligencia colectiva».

Por otra parte, del Llano considera que hay que escuchar todas las voces; promover el diálogo dentro del socialismo.

«Cualquier análisis que soslaye que somos un país del tercer mundo, las circunstancias reales de las democracias en América Latina y el hecho del bloqueo, es un análisis simplista. La sociedad cubana se tiene que democratizar muchísimo, y esto es una muestra dolorosa. Primero, porque ha habido manifestaciones porque no es democrática. Segundo, porque para que sea realmente democrática hay que acostumbrarse a las manifestaciones, a que la gente proteste.

¿Por qué la gente no se puede manifestar? Eso pasa en todos los países del mundo. La manifestación en sí, no es un acto negativo, sino un ejercicio de derecho ciudadano. Lo que no se puede es seguir asumiendo que la manifestación en sí y todos los que participan en ella, tienen una agenda oculta».

Damiani también apuesta por la profundización del socialismo y su democracia.

«Debe buscarse una implicación efectiva de la gente con el proyecto social al que tributan y, para esto, es imprescindible que sientan que tienen la información, que pueden opinar y que esas opiniones son, en efecto, tomadas en cuenta. Con este fin habrá que reactivar mecanismos ya existentes, perfeccionarlos, y también crear mecanismos nuevos. Y no se pueden eludir las contradicciones, cómo lidiar con el disenso sigue siendo un debate vigente. En ocasiones se premia más la simulación que la actitud crítica, esa práctica debe desterrarse.

«Esto influye en que las personas se sientan realizadas personal y profesionalmente dentro Cuba. Claro, ello implica un proceso continuo de formación de consciencia, pues los paradigmas de éxito no pueden ser los de la sociedad de consumo y en eso el consumo cultural influye directamente.

«En el caso de los artistas y escritores debe buscarse la forma de que, dentro de la industria cultural cubana, puedan sentirse realizados en su obra. Una cosa es que el mercado del arte condicione qué se internacionaliza del arte cubano y otra es que, al interior de Cuba, no se promocione, no se distribuya y no se consuma la cultura cubana autentica sino está validada por el mercado internacional. Que, incluso, no se intente internacionalizar desde la propia gestión institucional. En esto influye desde el sistema educativo, los medios de comunicación públicos, las deficiencias de la industria editorial y sus canales de distribución y la escasa actividad crítica.

«Por supuesto, los problemas de la cultura, siempre son también problema de formación, el sistema educacional, en general, no sigue un paradigma emancipador, es reproductivo y se ha ido deteriorando. Además, la enseñanza universitaria y artística, manifiestan una composición elitista (por eso puede hacerse la distinción entre el 27N y los sectores populares del 11J), pues aun cuando el acceso a estos centros es universal, las propias condiciones sociales (origen familiar, expectativas sociales del medio en que se desarrollan los individuos y prosperidad económica del núcleo familiar) determinan que la mayoría que accede a estos espacios no pertenezca a estratos sociales desfavorecidos ni a grupos racializados. Y la marginación se sigue reproduciendo».

Silvio Rodríguez, apuesta a las esencias. «Hay muchas cosas buenas, útiles que se pueden hacer. Esos muchachos que no pertenecen a nada y se reúnen para limpiar las costas y las playas, ¿no son ejemplares? Y esos otros que recogen, curan y buscan hogares para los animales callejeros, ¿no son admirables y merecen ser imitados?

¿Qué respalda al funcionario de una Casa de Cultura que se proponga dar espacio a jóvenes, por raros que parezcan? ¿Cuál es la suerte de un maestro que diga que en su escuela hay espacio para cualquier tipo de discusión? ¿Qué institución asume conversar con jóvenes preocupados por lo que se les ocurra?

¿Estamos en condiciones de asumir la diversidad? Ojalá que sí, porque esa nueva sangre es parte nuestra y en sus planteos seguro habrá elementos útiles para llegar a mañana».

Notas

*Este material forma parte de una serie de textos producidos por la revista Alma Mater con el concurso de investigadores y especialistas en diversas ciencias sociales, que busca discernir las causas de los acontecimientos del pasado 11 de julio, así como analizar las demandas realizadas y sus posibles resoluciones.

*Para la elaboración del dossier “Desafíos del consenso” se convocó a investigadores sociales de diferentes edades, géneros, colores de piel y procedencias geográficas, bajo la premisa de que las características sociodemográficas individuales también median la interpretación de la realidad. Lamentablemente, por disímiles causas, no todas las personas contactadas accedieron a participar.

Tomado de: Alma Mater

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Linchadores de artistas, el coro desafinado

Silvio Rodríguez, trovador cubano

Por Oni Acosta Llerena @OniAcostaLleren

Hace pocos días que circulan por las redes sociales llamados a boicotear conciertos del cantautor Silvio Rodríguez en España. Incluso ya hasta han publicado en iguales plataformas digitales el póster del concierto en Madrid, pero con chapucera manipulación gráfica donde se anuncia «cancelado», creando confusiones y anarquía visual desde que nos asomamos a dicho cartel promocional.

Pero más allá del derecho que tienen unos a expresarse en los canales que les sean de más agrado, el hecho del linchamiento mediático y artístico vuelve a ser comidilla en los predios del mercado del mal.

Si renunciáramos a los extremos antagónicos de esta ecuación social que significa Cuba para muchos de nosotros, notaríamos que el peso del arte como vehículo de división política es un objetivo muy bien definido, y nada casual.

No exagero cuando afirmo que eso ha sido constante asidero de un manual ya concebido y utilizado, donde el uso tendencioso de íconos de la cultura son elementos prioritarios en llamados a desestabilizar y generar estados de incertidumbre y angustia. Ejemplos hay (el cantante boricua Andy Montañez o el actor español Willy Toledo, entre muchos otros), y las campañas de chantaje y terror han hecho fuerte puja por extinguir voces amigas que han tenido el coraje de hablar positivamente de nuestro sistema de Salud, deportivo o de educación.

Pero esa red de miedos y rencores ha sido inclusiva y no solo ha cerrado contratos o extorsionado a artistas de otros países, sino que ha ido enfilando su mirada hacia lo interno del universo musical cubano, llegando a límites que rozan el absurdo: cada músico cubano que intente ponderar algún matiz positivo de nuestra sociedad o del Gobierno, será cazado hasta la eternidad.

Pero, ¿por qué hoy enfilan los cañones nuevamente contra uno de nuestros más plurales artistas? ¿Qué les duele más de Silvio, su obra cabal o que viva en Cuba?

En su elucubración fabulosa, solo aceptarían a un artista ventrílocuo que pensara, cantara y hablara por una nefasta legitimización de la Cuba que desean. Y el discurso de Silvio no les vale, a pesar de su criticidad artística y humana, y su propia visión del proceso revolucionario cubano. Subvaloran de facto su posición en la historia musical continental y mundial, y acuden al escarnio público o digital, ya que solo serán beneficiados o perdonados quienes vociferen y pidan intervenciones humanitarias y militares, quienes aún en detrimento del idioma español no logren hilvanar una oración coherente o vivan bajo los efectos nocivos de sustancias tóxicas. No importan su obra o talento, ni ser símbolos de una lucha emancipadora y real: solamente vale el decir lo que unos pocos dictan, cual emperador romano, decidiendo quién vive o no.

Coartar el derecho de nuestros artistas a la libre expresión desde la verdadera pluralidad y verdad es un arponazo a la vida, disfrazado de motivaciones genuinas. Visibilizar y tratar de brindar coherencia a quienes de manera lúdica repiten las desgastadas frases de siempre en detrimento del vínculo genuino del arte es circo barato. En esa línea han silenciado criterios del propio Silvio, de Roger Waters, de Danny Glover, de cientos de intelectuales firmantes de una carta que pide el fin del bloqueo, publicada en The New York Times y dirigida al presidente Biden. Solo les importa una mínima, inapropiada, sesgada y mediocre versión de Cuba. Y eso en la música se llama estar desafinado.

Tomado de: Granma

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En respaldo de la declaración de La Habana

Ernesto Che Guevara y Fidel Castro Ruz, dos hombres excepcionales

Por Ernesto Che Guevara

En respaldo de la declaración de La Habana. Discurso pronunciado por el Che, el 18 de septiembre de 1960

Compañeros:

Estamos reunidos una vez más, el pueblo y el Gobierno Revolucionario de Cuba, para dialogar sobre los acontecimientos que últimamente se han sucedido en esta parte del mundo, en el Continente americano, y para poner a consideración de ustedes la ratificación del Acuerdo tomado por la Asamblea General del Pueblo en La Habana.

Bueno es recordar que la Declaración de La Habana, como se conocerá de ahora en adelante en la Historia, es la respuesta del pueblo cubano, reunido en Asamblea General, a las agresiones imperialistas fraguadas en San José de Costa Rica por el “amo” Herter y sus “lacayos” de América. (Gritos)

Bueno es recordar también que todo el avance revolucionario de este año y medio, plagado de acontecimientos importantísimos para la historia de América, constituye una respuesta constante del pueblo a las agresiones del extranjero, o de los latifundistas, o de cualquier tipo de contrarrevolucionario interno.

Empezamos en los días siguientes al primero de enero de 1959, ajusticiando a todos los criminales de guerra convictos de crímenes terribles contra la humanidad. Se desató entonces la primera campaña de los periódicos yanquis y de toda la prensa mercenaria en el Continente americano, condenando los fusilamientos en nombre de la humanidad, de esa misma humanidad a la cual no habían acudido aquí en Cuba, como en muchas partes de América, se asesinaba al pueblo inmisericordemente. Y la respuesta del Gobierno Revolucionario fue convocar a su pueblo entero frente al Palacio de gobierno, en La Habana, para que dijera de cuerpo presente si quería o no justicia revolucionaria. Y ustedes recuerdan como el pueblo entero se pronunció por esa justicia revolucionaria y contra la intromisión del extranjero en nuestras leyes y en nuestro desarrollo.

Cuando se aprobó la Ley de Reforma Agraria, inmediatamente empezó la campaña que no ha acabado hasta hoy contra todos los miembros del Gobierno, acusándonos de crímenes inicuos y acusándonos también de ser la “cabeza de playa” del comunismo internacional, entronizada aquí en América. Nos acusaban, entre otras cosas de que aquí en Camagüey había una base de cohetes, de que en el sur de nuestra Isla había una base de submarinos, de que de aquí partían todas las agresiones contra el coloso del Norte.

Y parece que nos consideran en verdad un peligroso adversario. Fíjense ustedes que ahora, al iniciarse en la Organización de Naciones Unidas una conferencia general más, solamente hay cuatro gobernantes del mundo entero que tienen el alto privilegio y el alto honor de ser execrados por la plutocracia yanqui, y uno de esos cuatro gobernantes es, precisamente, nuestro Primer Ministro Fidel Castro.

Precisamente, eso nosotros debemos preguntarnos: ¿qué tiene Fidel, que tanto le preocupa a los norteamericanos? ¿Qué tiene el pueblo de Cuba, pequeña isla subdesarrollada -como nos llaman ellos- de seis millones de habitantes apenas, que está comparada en el odio yanqui hoy con la Unión Soviética, de más de 200 millones de habitantes, dueña de los más poderosos elementos de destrucción de la tierra, dueña del más poderoso ejercito del mundo, y enemiga declarada de los Estados Unidos? ¿Qué tiene Cuba, que pueda compararse con la China Popular, de 650 millones de habitantes, la nación más poblada de la tierra, y la segunda potencia del mundo socialista? ¿Qué es lo que tiene Cuba?, ¿cuál es el peligro de la Revolución cubana? Y el peligro de la Revolución cubana, hombres y mujeres de Camagüey, el peligro son ustedes y somos nosotros; el peligro es que se riegue por América esto que estamos haciendo, que se riegue por América la costumbre de dialogar con el pueblo y pedirle consejo al pueblo, cada vez que sea necesario, porque cuando se le pregunta a cualquier pueblo de América que es lo que hay que hacer con los latifundistas, todos los pueblos contestarán igual que ustedes, ¡todos condenarán el latifundio!

Y cuando, pasando de lado las muchas veces mentirosa urna electoral, se pregunte directamente al pueblo de América quién es el enemigo de ese pueblo, quién ha atentado durante cincuenta años contra su desarrollo, quién ha puesto gobernantes que masacraban a su pueblo, como Trujillo o como Somoza, todo el pueblo de América contestará que el Gobierno de los Estados Unidos es el culpable del más terrible de los crímenes, de haber favorecido el genocidio de un inmenso Continente y de estar todavía manteniendo con sus fusiles, como aquí lo hizo con Batista, la opresión de unos pocos sobre el pueblo entero de América. Por eso nos temen, por eso quieren aislarnos y quieren destruirnos, porque tienen miedo de que este ejemplo cunda y de que por toda América florezcan las cooperativas, y por toda América se extinga el latifundio, y, antes que todo eso, por toda América empiecen a nacer las barbas guerrilleras y toda la Cordillera de los Andes se convierta en otra Sierra Maestra.

A eso le temen, a nuestro ejemplo. Ellos saben que es mentira lo de los cohetes de Camagüey, como lo saben todos ustedes; ellos saben que es mentira lo de la base de submarinos, como todos ustedes lo saben; ellos saben que este Gobierno no se ha vendido a ningún otro Gobierno de la tierra, y que si algún día, para prestarnos su ayuda, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o el Gobierno de China Popular, o cualquier potencia de la tierra, pusiera como condición entregar algo de nuestra soberanía o de nuestra dignidad, en ese mismo momento Cuba rompería con cualquier potencia que se animara a plantear eso. Porque si nosotros hemos aceptado la ayuda de la Unión Soviética y la mano fraterna que nos tendieran todas las potencias socialistas, es precisamente porque lo han hecho sin anteponer condición política alguna.

Ellos saben bien que nuestras condiciones no son similares, ellos saben bien que aquí no está establecido el socialismo; simplemente, ellos nos brindan su ayuda para que nosotros pudiéramos seguir nuestro camino libremente elegido, y por eso la aceptamos, porque ninguna condición manchó esa ayuda, porque esas armas que ustedes ven, esas armas que son vendidas por el gobierno de la República Checoslovaca, fueron entregadas sin ninguna condición; no hay pacto de ninguna especie que nos ate en el uso de esas armas; esas son nuestras, para defender nuestra soberanía, y no hay ninguna otra condición que las ate.

Y la historia de las armas es otro de los empleos que no les gusta a ellos, ¿por qué están esas armas aquí? ¿fuimos nosotros a buscarlas desde el primer momento a Checoslovaquia, o no recuerdan todos como estuvimos por todos los países de Europa, tratando de comprar armas y aviones, y cómo se realizó toda una colecta popular para poder comprar esos aviones y esas armas?

¿Pero cuál fue la respuesta del imperio? Presionar a todos los gobiernos de Europa, los sometidos a su esfera de influencia, para que no llegara ni una bala a Cuba y el último gobierno, que hasta hace poco había resistido las presiones imperiales, nos ha comunicado también que no nos enviarán más fusiles. Nosotros teníamos la gran disyuntiva: o nos atacan por comunistas, aceptando ayuda de los países socialistas, o nos liquidan por imbéciles, cruzándonos de brazos aquí.

Y el pueblo cubano, compañeros, hace tiempo que no se le puede engañar con palabras, con promesas, con actitudes vacías. Cuando se nos puso en ese dilema, nosotros aceptamos el reto y aquí están las armas checas y pronto volaran los cielos aviones de cualquier potencia que nos los vendan, y habrá tanques de otras potencias y habrá cañones, y habrá bazucas, y habrá ametralladoras, y habrá proyectiles de todo tipo para esas armas, compradas a quien nos las venda.

Y es un ejemplo, que no le gusta tampoco a los yanquis.

Hace tiempo pasó igual con la democracia guatemalteca.

Un buen día no le vendieron más armas, empezaron a ponerse viejos los fusiles y a acabarse los cartuchos, y aquella democracia empezó a buscar armas con que defenderse de una agresión que estaban preparándole, precisamente quienes no les vendían las armas. Y cuando al final, en el uso de su legítimo derecho, compró algún puñado de fusiles en un país socialista, entonces vino la agresión, porque no se podía permitir que tan cerca del Canal de Panamá hubiera una base comunista. Y entonces los aviones piratas, que sí podían, sin embargo, salir sin ninguna insignia de los aeropuertos de Panamá, bombardeaban inmisericordemente al pueblo guatemalteco hasta reducir al gobierno y sumirlo en la miseria, en el oprobio en que está hoy en día. Eso es lo que quieren y cuando ven el ejemplo de Cuba sufren y sufren mucho, porque esas reacciones bestiales son hijas del despecho, son hijas del sufrimiento de quien ve, de una vez y para siempre, disminuidos sus privilegios imperiales.

Ellos tratan de confinar a Fidel Castro en una parte mínima de su territorio, contra todo derecho; ellos tratan de asesinarlo también, si es posible; ellos tratan de destruir nuestra democracia, les gustaría pisotear a nuestro pueblo y masacrarlo. Y cuando le llegó de pronto la advertencia de los cohetes soviéticos tuvieron que reemplazar toda esa descarga que pensaban echar sobre nuestro pueblo, por palabras altisonantes, y tuvieron que guardarse su furia y por eso están así; son igual que las fieras, que cuando están acorraladas y heridas se vuelven más peligrosas y más agresivas. Así esta el imperialismo yanqui hoy, acorralado por las fuerzas que quieren su liberación en el mundo entero, azotados todos los gobiernos títeres por los pueblos que día a día claman por su libertad, en peligro de perder sus privilegios, en peligro de ver hundirse toda la riqueza que amasaron con el sudor y la sangre de los pueblos por eso están así, por eso rugen de impotencia, por eso atacan al que se le acerca, como los perros enfermos de rabia.

Conocido todo esto, conocida la importancia de la Declaración de La Habana, conocidos los antecedentes y el porqué de esa declaración, procederemos a leerla y si ustedes están de acuerdo al finalizar la lectura, la ratificarán levantando la mano.

DECLARACIÓN DE LA HABANA

Junto a la imagen y el recuerdo de José Martí, en Cuba, Territorio Libre de América, el pueblo, en uso de las potestades inalienables que dimanan del efectivo ejercicio de la soberanía expresada en el sufragio directo, universal y público, se ha constituido en Asamblea General Nacional.

En nombre propio y recogiendo el sentir de los pueblos de Nuestra América, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba:

1 – Condena en todos sus términos la denominada “Declaración de San José de Costa Rica” documento dictado por el imperialismo norteamericano y atentatorio a la autodeterminación nacional, la soberanía y la dignidad de los pueblos hermanos del Continente.

2 – La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, condena enérgicamente la intervención abierta y criminal que durante más de un siglo ha ejercido el imperialismo norteamericano sobre todos los pueblos de la América Latina, pueblos que más de una vez han visto invadido su suelo en México, Nicaragua, Haití, Santo Domingo o Cuba, que han perdido ante la voracidad de lo imperialistas yanquis, extensas y ricas zonas como Tejas, centros estratégicos vitales como el Canal de Panamá, países enteros como Puerto Rico convertido en territorio de ocupación; que han sufrido, además, el trato vejaminoso de los Infantes de Marina, lo mismo contra nuestras mujeres e hijas que contra los símbolos más altos de la historia patria como a efigie de José Martí.

Esa intervención, afianzada en la superioridad militar, en tratados desiguales y en la sumisión miserable de gobernantes traidores, ha convertido a lo largo de más de cien años a Nuestra América, – la América que Bolívar, Hidalgo, Juárez, San Martín, O’Higgins, Sucre, Tiradentes y Martí quisieron libre – en zona de explotación, en traspatio del imperio financiero y político yanqui, en reserva de votos para los organismos internacionales en los cuales los países latinoamericanos hemos figurado como arrias de “el Norte revuelto y brutal que nos desprecia”

La Asamblea General Nacional del Pueblo declara, que la aceptación por parte de gobiernos que asumen oficialmente la representación de los países de América Latina de esa intervención continuada e históricamente irrefutable, traiciona los ideales independentistas de sus pueblos, borra su soberanía e impide la verdadera solidaridad entre nuestros países, lo que obliga a esta Asamblea a repudiarla a nombre del pueblo de Cuba y con voz que recoge la esperanza y la decisión de los pueblos latinoamericanos y el acento liberador de los próceres inmortales de Nuestra América.

3 – La Asamblea General Nacional del Pueblo rechaza asimismo el intento de preservar la Doctrina de Monroe, utilizada hasta ahora, como lo previera José Martí, “para extender el dominio en América” de los imperialistas voraces, para inyectar mejor el veneno también denunciado a tiempo por José Martí, “el veneno de los empréstitos, de los canales, de los ferrocarriles…” Por ello, frente al hipócrita panamericanismo que es solo predominio de los monopolios yanquis sobre los intereses de nuestros pueblos y manejo yanqui de gobiernos posternados ante Washington; la Asamblea del Pueblo de Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que late en Martí y Benito Juárez.

Y, al extender la amistad hacia el pueblo norteamericano – el pueblo de los negros linchados, de los intelectuales perseguidos, de los obreros forzados a aceptar la dirección de gangsters – reafirma la voluntad de marchar “con todo el mundo y no con una parte de él”.

4 – La Asamblea General Nacional del Pueblo declara, que la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a Cuba en caso de que nuestro país fuere atacado por fuerzas militares imperialistas, no podrá ser considerada jamás como un acto de intromisión, sino que constituye un evidente acto de solidaridad y que esa ayuda, brindada a Cuba ante un inminente ataque del Pentágono yanqui, honra tanto al gobierno de la Unión Soviética que la ofrece, como deshonran al gobierno de los Estados Unidos sus cobardes y criminales agresiones contra Cuba.

Por tanto, la Asamblea General del Pueblo declara ante América y el mundo, que acepta y agradece el apoyo de los cohetes de la Unión Soviética si su territorio fuere invadido por fuerzas militares de los Estados Unidos.

5 – La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba niega categóricamente que haya existido pretensión alguna por parte de la, Unión Soviética y la República Popular China de “utilizar la posición económica, política y social de Cuba para quebrantar la unidad continental y poner en peligro la unidad del hemisferio”. Desde el primero hasta el último disparo, desde el primero hasta el último de los veinte mil mártires que costó la lucha para derrocar la tiranía y conquistar el poder revolucionario, de la primera hasta la última ley revolucionaria, desde el primero hasta el último acto de la Revolución, el pueblo de Cuba ha actuado por libre y absoluta determinación propia, sin que, por tanto, se pueda culpar jamás a la Unión Soviética o a la República Popular China de la existencia de una Revolución que es la respuesta cabal de Cuba a los crímenes y las injusticias instauradas por imperialismo en América.

Por el contrario, la Asamblea General Nacional del Pueblo Cuba entiende que la política de aislamiento y hostilidad hacia la Unión Soviética y la República Popular China preconizada por el gobierno de los Estados Unidos e impuesta por éste a los gobiernos de la América Latina y la conducta guerrerista y agresiva del gobierno norteamericano y su negativa sistemática al ingreso de la República Popular China en las Naciones Unidas, pese a representar aquélla la casi totalidad de un país de más seiscientos millones de habitantes, sí ponen en peligro la paz y la seguridad del hemisferio y del mundo.

Por tanto, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba ratifica su política de amistad con todos los pueblos del mundo, reafirma su propósito de establecer relaciones diplomáticas también con todos los países socialistas y desde este instante, en uso de su soberana y libre voluntad, expresa al Gobierno de la República Popular China, que acuerda establecer relaciones diplomáticas entre ambos países y que, por tanto, quedan rescindidas las relaciones que hasta hoy Cuba había mantenido con el régimen títere que sostienen en Formosa los barcos de la Séptima Flota yanqui.

La Asamblea General Nacional del Pueblo reafirma – y está segura de hacerlo como expresión de un criterio común a los pueblos de la América Latina-, que la democracia no es compatible con la oligarquía financiera, con la existencia de la discriminación del negro y los desmanes del Ku-Kus- Klan, con la persecución que privó de sus cargos a científicos como Oppenheimer, que impidió durante años que el mundo escuchara la voz maravillosa de Paúl Robeson, preso en su propio país, y que llevó a la muerte, ante la protesta y el espanto del mundo entero y pese a la apelación de gobernantes de diversos países y del Papa Pío XII, a los esposos Rosemberg.

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba expresa la convicción cubana de que la democracia no puede consistir sólo en el ejercicio de un voto electoral que casi siempre es ficticio y esta manejado por latifundistas y políticos profesionales, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir, como ahora lo hace esta Asamblea del Pueblo, sus propios destinos. La democracia, además, sólo existirá en América Latina cuando los pueblos sean realmente libres para escoger, cuando los humildes no estén reducidos – por el hambre, la desigualdad social, el analfabetismo y los5 sistemas jurídicos-, a la más ominosa impotencia.

Por eso, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba:

Condena el latifundio, fuente de miseria para el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; condena los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos y privilegiados intereses; condena el analfabetismo, la ausencia de maestros, de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena a las oligarquías militares y políticas que mantienen a nuestros pueblos en la miseria, impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su soberanía; condena las concesiones de los recursos naturales de nuestros países a los monopolios extranjeros como política entreguista y traidora al interés de los pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos para acatar los mandatos de Washington; condena el engaño sistemático a los pueblos por órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías y a la política del imperialismo opresor; condena al monopolio de las noticias por agencias yanquis, instrumentos de los trusts norteamericanos y agentes de Washington; condena las leyes represivas que impiden a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y los intelectuales, a las grandes mayorías de cada país, organizarse y luchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas; condena a los monopolios y empresas imperialistas que saquean continuamente nuestras riquezas, explotan a nuestros obreros y campesinos, desangran y mantienen en retraso nuestras economías, y someten la política de la América Latina a sus designios e intereses.

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.

En consecuencia, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba proclama ante América: El derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; el derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los negros y los indios a la dignidad plena del hombre; el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política; el derecho del anciano a una vejez segura; el derecho de los intelectuales, artistas y científicos, a luchar con sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos nacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo; el derecho de las naciones a su plena soberanía; el derecho de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas, y a armar a sus obreros, a sus campesinos, estudiantes, intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados, para que defiendan, por si mismos, sus derechos y sus destinos.

La Asamblea Nacional dcl Pueblo de Cuba postula:

El deber de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de los intelectuales, de los negros, de los indios, de los jóvenes, de las mujeres, de los ancianos, a luchar por sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales; el deber de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación; el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que estos se encuentren y la distancia geográfica que los separe.

¡Todos los pueblos del mundo son hermanos!

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba reafirma su fe en que la América Latina marchará pronto, unida y vencedora, libre de las ataduras que convierten sus economías en riqueza enajenada al imperialismo norteamericano y que le impiden hacer oír su verdadera voz, en las reuniones donde Cancilleres domesticados hacen de coro infamante al amo despótico. Ratifica, por ello, su decisión de trabajar por ese común destino latinoamericano que permitirá a nuestros países edificar una solidaridad verdadera, asentada en la libre voluntad de cada uno de ellos y en las aspiraciones conjuntas de todos.

En la lucha por esa América Latina liberada, frente a las voces obedientes de quienes usurpan su representación oficial, surge ahora, con potencia invencible, la voz genuina de los pueblos, voz que se abre paso des de las entrañas de sus minas de carbón y estaño; desde sus fábricas y centrales azucareros, desde sus tierras enfeudadas, donde rotos, cholos; gauchos, jíbaros, herederos de Zapata y de Sandino, empuñan las armas de su libertad, voz que resuena en sus poetas y en sus novelistas, en sus estudiantes, en sus mujeres y en sus niños, en sus ancianos develados.

A esa voz hermana, la Asamblea del Pueblo de Cuba le responde:

¡Presente! Cuba no fallará. Aquí está hoy Cuba para ratificar, ante América Latina y ante el mundo, como un compromiso histórico, su dilema irrenunciable: «Patria o Muerte»

Antes de proceder a la votación que ratifique esta Asamblea General del Pueblo, quisiera hacer algunas consideraciones sobre cada uno de los puntos más importantes de esta Declaración. Porque esta es una Declaración histórica que vivirá mientras haya historia en el mundo. Este es el primer grito de libertad autentica, razonada, que un pueblo de América da a los oídos del mundo entero. Aquí se desenmascara, y esto es lo importante, la verdadera esencia de la democracia norteamericana. Es la democracia donde un gran cantor negro Paúl Robeson porque era negro y porque luchaba por el derecho de los negros a ser tratados como seres humanos fue mantenido a veces directamente en prisión y otras veces fue mantenido en la gran prisión que es los Estados Unidos, para quienes no piensan como los opresores imperialistas.

La democracia norteamericana es la democracia que asesina a los esposos Rosemberg pero que antes de asesinarlos, condenándolos por espías, les planteó un dilema terrible: ese matrimonio, un par de intelectuales humildes, honrados, que se habían ganado su sustento trabajando día a día, estaban condenados a muerte pero podían salvarse, la única condición -la que siempre pide e imperio- era entregar su dignidad. Si ellos se confesaban agentes de una potencia extranjera, si ellos confesaban un delito que no habían cometido podían salvarse; pero si ellos proclamaban su inocencia ante el mundo, estaban irremisiblemente condenados, como lo estuvieron, porque fueron ejecutados.

Esa es la esencia de la democracia yanqui: la hipocresía como norma de acción. Y aquel matrimonio deja para el mundo un recuerdo sencillo y emocionante cuando dijeron, más o meno así: “Somos jóvenes, tenemos hijos, amamos la vida, y no queremos morir; pero el precio que se pide por nuestra vida es demasiado grande, y frente a eso preferimos morir”

Así fueron al suplicio los esposos Rosemberg, condenados en el momento en que el “macarthismo” se extendía por Estados Unidos, condenados por presuntos comunistas y por pertenecer a la religión o al pueblo hebreo.

También son ellos los que condenan al linchamiento a los negros del sur; son ellos los que linchan a algún muchacho negro que mirara demasiado a alguna mujer blanca; son ellos los que establecen en todo la división entre los hombres; son ellos los que golpean y masacran a todos los que se les oponen. Y esta bien claro que al aprobar esta resolución de la Asamblea General, el pueblo establece desde ya la misma disyuntiva que establecieron los esposos Rosemberg: la vida es muy linda, la vida vale la pena vivirla, pero si como precio de esa vida se exige la dignidad de un pueblo ¡entonces es preferible morir! Y ese es el dilema que se plantea en el final de la Declaración de La Habana, dicho simplemente en tres palabras: Patria o Muerte

Pero, además, la Declaración de La Habana toma posición frente a dos de las plagas más grandes que ha tenido la humanidad: frente al latifundio, explotador de por sí, condenándolo en todas sus formas, por lesivo a la dignidad humana; y además, establece, por primera vez en América y ante el mundo entero, apoyado por todo un pueblo, la afirmación que todos hubiéramos querido ver desde hace muchos años y haber nacido bajo su advocación: la Declaración de La Habana condena la explotación del hombre por el hombre y establece como aspiración fundamental de los pueblos el que desaparezca totalmente esta explotación, el que no se pueda decir que en un pueblo haya una sola persona que explota a uno solo de los ciudadanos de ese pueblo.

Esa es nuestra aspiración, es la aspiración por la que lucha lo mejor del mundo, durante años y años, y en la que han dejado sus huesos, sus cuerpos, muchos mártires en todos los países del mundo.

Si esta Asamblea del Pueblo de Camagüey está de acuerdo con todos los pronunciamientos establecidos en la Declaración de La Habana; si condena conscientemente el latifundio; condena a la sedicente democracia yanqui, como falsa y explotadora de los pueblos; si establece como aspiración fundamental de los pueblos la abolición de la explotación del hombre por el hombre; ¡que todos los que estén de acuerdo levanten la mano! (La totalidad de los presentes levanta sus manos y prorrumpen en gritos: “¡Ya votamos!, ¡Ya votamos!”)

Bien, compañeros: aprobada por aclamación la Declaración de La Habana, vamos a poner en consideración de ustedes el texto de un telegrama que enviamos a nuestro Primer Ministro, estableciendo precisamente las conclusiones a que hemos arribado hoy. El telegrama dirá, si ustedes lo aprueban:

“Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario. En la misma Plaza en que hace más de un siglo Joaquín de Agüero, José Tomas Betancourt, Fernando de Zayas y Miguel Benavides ofrendaron sus vidas generosas, luchando por la libertad política y la justicia social de la Patria, el pueblo de Camagüey, constituido en Asamblea General Provincial, acuerda: Primero, ratificar en todos sus puntos la histórica Declaración de La Habana; segundo: respaldar su firme actitud en la denuncia de la explotación imperialista norteamericana a los pueblos subdesarrollados de la América Latina y del mundo; tercero: exhortar a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas a la eliminación de los planes guerreristas del imperialismo yanqui, para facilitar así la conquista definitiva de la paz mundial; cuarto: jurar, con el ejemplo de Ignacio Agramonte y de todos los que cayeron por la felicidad de nuestro pueblo, mantenernos unidos y decididos para defender el suelo de la Patria de toda agresión proveniente del “norte revuelto y brutal que nos desprecia” Con las banderas de la patria desplegadas, Camagüey proclama que ¡Venceremos!, ¡Patria o Muerte! (Ovación y gritos de «Venceremos, Venceremos»)

Queda a consideración de ustedes el texto de esta comunicación, y los que la aprueben que levanten la mano. La totalidad de los presentes levanta la mano. (Gritos de ¡aprobamos, aprobamos!)

Con el firme convencimiento de que a esta Asamblea General Provincial de Camagüey seguirán otras, apoyadas por las manos puras de sus obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y pueblo en general, y por los fusiles de nuestro Ejército Revolucionario y de nuestras milicias, es que declaramos cerrada esta Primera Asamblea General del Pueblo de Camagüey.

Vamos a cantar todos nuestro glorioso Himno Nacional.

De pie. (Se entona el Himno Nacional, siendo cantado por todos los presentes)

Tomado de: Centro de Estudios Che Guevara

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Cuba: vanguardia en vacunación infantil

Foto Telesur

Por Ángel Guerra Cabrera @aguerraguerra

Cuba se convirtió esta semana en el primer país del mundo en acometer una masiva campaña de vacunación contra el Covid-19 en niños de 2 a 11 años, al iniciarla con la totalidad de este grupo etario en la provincia de Cienfuegos. De hecho, todo indica que será el primer país en vacunar infantes menores de 12 años. Léase con atención (http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/ 09/06/avanza-la-vacunacion-masiva-en-cuba-cuales-son-los-proximos-pasos/). La isla tiene una vasta experiencia en producción e invención de vacunas y realización de grandes campañas de vacunación infantil. Ya en 1962 llevaba a cabo el primer y exitoso empeño de inoculación de toda su población pediátrica contra la poliomielitis. Desde entonces ofrece un programa masivo y gratuito de inoculación anual que ha eliminado, además de la poliomielitis, otras seis enfermedades prevenibles por vacunas, entre ellas la rubeola, el sarampión y la parotiditis. Entre febrero y marzo de 2021 –en plena pandemia– se vacunó contra la polio a 400 mil pequeños.

La iniciativa de usar sus vacunas contra el Covid para uso pediátrico está ahora –como todo cuanto hace Cuba– bajo el ataque de las bocinas contrarrevolucionarias, incluyendo CNN en español, nula profesionalmente hablando. Otra vez mienten, calumnian y, como siempre, terminarán haciendo el ridículo. La gran verdad es que tras las vacunas cubanas hay enorme sabiduría y creatividad de los abnegados colectivos que componen sus centros de investigación biomédica, muchos de ellos mujeres y hombres jóvenes que han entregado lo mejor de sí para crearlas y tener listas las cantidades necesarias en el tiempo previsto. Cuba está a unos dos meses de lograr la vacunación casi total de sus habitantes con biológicos propios de probada calidad y conmueve sólo imaginar cómo ha sido posible con bloqueo reforzado, sin apenas líneas de crédito internacional, con su industria turística casi en ceros desde hace 18 meses, sin poder acceder al mercado de fármacos de Estados Unidos. El doctor Yuri Valdés Balbín, subdirector del prestigioso Instituto Finlay de Vacunas, explica: “lo hemos logrado a partir de tener un país como el que tenemos y de tener las capacidades interconectadas”. Se refiere con admiración a los trabajadores de las plantas que hace meses laboran con entrega total y añade: “nuestro instituto y la vacunología cubana han trabajado, durante muchos años, plataformas pediátricas, y cuando llega el Covid, que tenemos que hacer vacunas, entonces nos montamos en esas plataformas pediátricas. Esto es un elemento muy importante y decisivo, porque la mayoría de las vacunas que existen hoy en el mundo, de las más aplicadas internacionalmente y más avanzadas, no son basadas en plataformas pediátricas”.

Desde luego, en el caso del Covid-19 la meta de inoculación abarca también a toda la población adulta cubana. A su actual ritmo diario de inyecciones por 100 habitantes –más de cuatro veces la media mundial–, el país caribeño, que inició la vacunación el 12 de mayo de este año, debe estar muy cerca hoy de llegar a 15 millones de personas que han recibido por lo menos una de las tres dosis de sus biológicos. Hasta el 6 de septiembre tiene 52.1 por ciento de su población con una dosis aplicada, 43.1 por ciento con dos y 37.5 por ciento con el esquema completo. “Antes del 12 de mayo habían transcurrido los ensayos clínicos con un número limitado de voluntarios, y los estudios en los trabajadores de la salud, que fueron poco más de 100 mil, pero el grueso de los más de 14 millones vacunados se concentran desde esa fecha”, afirma la doctora Ileana Morales Suárez, directora de Ciencia e Innovación Tecnológica del Ministerio de Salud Pública, lo que da una idea de la celeridad con que ha marchado la vacunación en la isla.

Como se ha informado en este espacio, Cuba cuenta ya con tres vacunas: Soberana 02, Soberana 03 y Soberana Plus, aprobadas para su uso de emergencia por el  Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed). Tiene, además, dos candidatos vacunales aún en fase de ensayo clínico: Soberana 01 y Mambisa. Esta de administración por vía nasal. El cronograma de vacunación prevé concluir la inoculación de toda la población mayor de 2 años en noviembre de este año. Cuba tiene la enorme ventaja de la confianza y admiración que siente el pueblo hacia su personal sanitario y sus centros científicos. Existe una cultura de vacunación, e inocularse no es objeto de cuestionamiento por la inmensa mayoría, aunque le pese y le duela a la quinta columna mercenaria y a sus amiguitos de Miami. Esta proeza de la ciencia y el sistema social cubanos propiciará que se reinicie el turismo y que el país pueda reanudar las demás actividades sin correr grandes riesgos, siempre que se mantengan las medidas de bioseguridad, como insiste el presidente Miguel Díaz-Canel.

Tomado de: La Jornada

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¿Síndrome de La Habana o Síndrome de Washington?

Imagen Cubadebate

Por José Ramón Cabañas Rodríguez @JoseRCabanas

Un hombre con aliento etílico entra a un local donde se reúnen estudiantes y la emprende a golpes contra uno de los jóvenes. Le exige una y otra vez que reconozca la paternidad de la criatura que su hija lleva en el vientre. El muchacho recibe tantos golpes que queda casi exhausto. Cuando el agresor ofendido regresa a casa descubre que la prueba de embarazo que encontró en el cuarto de su hija no era de ella, sino de una vecina.

Esta anécdota simple podría ilustrar la historia de los síntomas de salud que funcionarios estadounidenses destacados en La Habana comenzaron a reportar y a relacionar con un supuesto ataque, justo cuando se celebraron las elecciones presidenciales que llevaron al poder en Washington a Donald Trump. Los hechos excepcionales se plantearon al interior de esa embajada por escasos miembros de un personal ajeno a las funciones diplomáticas. Después, el alegado malestar se generalizó a un grupo más amplio de empleados.

El 17 de febrero del 2017 el entonces Encargado de Negocios estadounidense en La Habana trasladó al Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) una queja sobre supuestos “ataques” contra su personal, que teóricamente se producían desde noviembre del año anterior. No se hablaba entonces de enfermedades o síntomas. De inmediato, los expertos cubanos se movilizaron y comenzaron a investigar, sin preguntarse siquiera por qué la información no se les compartió desde el primer día.

Paradójicamente, los afectados no acudieron a recibir atención médica en las clínicas donde siempre se atendían en La Habana, tanto como habían hecho hasta entonces y lo siguen haciendo hasta hoy sus contrapartes cubanas en Washington.

Cinco días después del primer reporte funcionarios cubanos se reunieron con el jefe de seguridad de la embajada estadounidense y se percataron de que aquel no estaba al tanto de lo que ocurría entre las personas a las que debía proteger. Pocas horas más tarde apareció el nombre de ese individuo en una lista de supuestas víctimas de los alegados ataques y fue evacuado con rumbo a Estados Unidos.

Cuba ofreció su disposición a colaborar en el esclarecimiento de los hechos, reales o no, e indicó que era muy importante la cooperación con agencias estadounidenses. De manera expedita, se reforzaron las medidas de protección a la sede y las residencias de los diplomáticos, y se abrieron nuevos canales de comunicación.

Por indicación del más alto nivel del Gobierno de Cuba se inició una investigación policial y se nombró un comité de expertos científico interinstitucional e interdisciplinario para analizar los reportes realizados. Las investigaciones concluyeron que no existe evidencia para demostrar ataque alguno y que una diversidad de síntomas tan variados no puede atribuirse a una causa común.

El FBI visitó La Habana en cuatro ocasiones para realizar su propio análisis con total libertad. Al final sus conclusiones coincidieron con  la opinión de los expertos cubanos de que no existían evidencias de ataques, pero el Departamento de Estado rechazó la propuesta del Buró de hacer parte de la investigación al Centro de Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta (CDC), el cual tenía además experiencia de intercambios científicos de larga data con contrapartes cubanas.

Desde enero hasta mediados del año 2017 los funcionarios de la embajada estadounidense en La Habana solicitaron una amplia cantidad de visas para que viajaran a la Isla familiares cercanos, o amigos y también cubrieron los procedimientos para viajar a otras provincias cubanas  en plan turístico en innumerables ocasiones. Este comportamiento no se correspondía con la actitud de un grupo humano que está sometido a hostigamiento externo alguno.

En los encuentros privados de carácter diplomático los funcionarios estadounidenses tanto en Washington como en La Habana utilizaban el término “ataques” para referirse a los hechos inexplicables,  mientras que sus contrapartes cubanas alertaban contra conclusiones precipitadas y urgían sobre  la entrega de pruebas concretas una y otra vez.

Toda la limitada información que se trasladó a la parte cubana por el canal diplomático parecía diseñada para inducir a error y documentar supuestos hechos imprecisos. En una ocasión fue un mapa a pequeña escala de la ciudad de la Habana con grandes puntos rojos en distintas locaciones, que no permitían precisar el lugar exacto donde podría haber tenido lugar el hecho que se narraba. En otra fueron grabaciones de sonidos extraños que al ser medidos y comparados con otros registros indicaban que correspondían al zumbido de insectos comunes en la Isla.

Después de que el servicio de seguridad diplomática cubana acordara con la embajada estadounidense un mecanismo para alertar en tiempo real a las autoridades sobre la ocurrencia de los incidentes, en varias ocasiones el mismo no fue utilizado y en otras la información llegó de forma muy tardía.

El Departamento de Estado se limitaba a una escueta línea de mensajes: algo había sucedido en La Habana y la parte cubana debía explicarlo, aún sin ellos decir exactamente qué era lo que había ocurrido. En términos deportivos era lo más parecido a practicar tiro contra un blanco en movimiento.

El gobierno estadounidense comenzó entonces a transferir desde La Habana a un grupo de funcionarios estadounidenses y sus familiares, que de forma paradójica hicieron pública su incomprensión con la medida y su deseo de retornar a sus puestos. Es decir, esta masa no compartía la teoría de los ataques, o al menos los consideraba de tan relativa importancia que se podían permitir el lujo de regresar. No obstante, se les negó tal posibilidad y la mayoría fue reubicada en poco espacio de tiempo en otras funciones.

En el mes de agosto, con el mismo nivel de imprecisión con que había sido tratado el tema hasta el momento, la noticia saltó a los medios de prensa estadounidenses. Meses después otro periodista acuñaba el término de un supuesto síndrome asociado con el nombre de la capital cubana y disciplinadamente armaron teorías y especulaciones, a partir de declaraciones y supuestas filtraciones, intencionalmente inexactas y sensacionalistas, de diversas fuentes oficiales federales.

Cuando se revisan los reportes de prensa de aquellos días, se puede apreciar que la información sobre los supuestos ataques fluyó al público estadounidense a través de periodistas específicos de medios señalados, el resto solo hacía eco sin formular preguntas incómodas, o cuestionar la historia oficial. Funcionarios cubanos localizaron y hablaron con  los directivos de tales medios, los cuales no pudieron desmentir nunca que sus periodistas estuvieran siendo utilizados por fuentes no identificadas del gobierno de Estados Unidos que contribuían a crear más confusión  y no a buscar una explicación. Tampoco pudieron justificar la reiteración periódica al tema, a pesar de que no había nada nuevo que informar.

Se especuló sobre supuestas armas utilizadas en los ataques que generaban sonidos u ondas, de las que no existen registros de fabricantes, planos o huellas. Se les adjudicaban a aquellas capacidades que no están probadas ni demostradas por la ciencia.

A falta de consenso sobre una posible “arma homicida”, se habló entonces de posibles comisores de los ataques, que sin que nadie documentase que existieran, pudieron realizar funcionarios cubanos “disidentes” que, por cierto, no ganaban absolutamente nada con dañar la relación bilateral o actores de terceros países. La disidencia real en todo caso radicaba en Washington, entre aquellos que querían revertir la política del Presidente Barack Obama hacia Cuba y estaban muy necesitados de un buen argumento, tangible o no, para comenzar a tomar medidas que garantizaran el proceso de regresión.

Al poco tiempo una parte importante del público estadounidense creía tanto en los “ataques sónicos” como en que los McDonalds y la Coca Cola son alimentos saludables.

Fue Cuba y no Estados Unidos la que solicitó una reunión de Cancilleres para ventilar el asunto, que se celebró en Washington el  26 de septiembre del 2017. En la misma fue evidente que el máximo nivel del Departamento de Estado no estaba informado de los detalles de las investigaciones que había conducido el FBI en La Habana.

Llamaba la atención que  el entonces Secretario Rex Tillerson,  ex ejecutivo de más alto rango en la Exxon Mobile, empresa donde se gastan millones de dólares en la búsqueda de combustibles fósiles solo si hay evidencia dura y pura de que está situado en lechos específicos, procedió a dañar la relación bilateral con Cuba sin ninguna prueba material.

En aquella visita a Washington DC el Canciller cubano presentó sus argumentos en el Congreso de la Unión ante ocho senadores y el liderazgo de la minoría de la Cámara de Representantes y sus contrapartes agradecieron el intercambio. El Congreso había celebrado hasta esa fecha (y lo hizo después) varias audiencias privadas sobre el tema, pero absolutamente en ninguna de ellas se ofrecieron desde el gobierno datos útiles, ni siquiera bajo el velo del secreto legislativo más hermético.

Desde el Capitolio el Canciller partió hacia el Club Nacional de Prensa, donde se reunió con lo más destacado del grupo de los reporteros estadounidenses que cubrían la política exterior. El Ministro cubano hizo entonces una larga lista de preguntas sobre las inconsistencias del caso que permanecen sin respuesta hasta hoy. El impacto de su presentación en la prensa estadounidense sin embargo fue marginal.

En sucesivos intercambios posteriores, el Departamento de Estado reconoció que no tenía información de precondiciones médicas de sus diplomáticos antes de partir hacia Cuba, o a otros destinos, por lo que no podía afirmar, ni descartar, que síntomas presentados por varios funcionarios recién llegados (que fueron disímiles) a La Habana no tuvieran causa en un padecimiento que sufrían desde antes.

Pero el Departamento de Estado necesitaba darle algún velo de credibilidad a tanta inconsistencia y finalmente apareció un artículo en el Journal of the American Medical Association (JAMA) que aunque fue redactado para darle un matiz científico a la acusación contra Cuba,  agregaba sin embargo más dudas a lo ya dicho y no planteaba ninguna tesis concluyente. La parte cubana no tuvo siquiera que ponerlo en tela de juicio, porque se encargó de ello la propia Junta Editorial de la publicación que en la misma edición se distanció del texto.

Como Cuba seguía solicitando insistentemente un encuentro entre científicos de ambas partes para analizar el tema, el Departamento de Estado solo accedió en el 2018 a que un grupo de funcionarios de tal agencia recibiera a una delegación oficial cubana. Esta última presentó todas las inconsistencias que encontraba en el caso, mientras que la parte estadounidense ripostó siempre con oraciones extraídas del artículo de JAMA. No obstante, en una muestra de solidez profesional poco común para la época, los empleados estadounidenses sí dejaron claro que nunca propusieron al liderazgo de la agencia federal referirse a los hechos en cuestión como ataques.

Los expertos cubanos propiciaron en aquella oportunidad por su propia cuenta un encuentro a título personal con renombradas contrapartes de Estados Unidos en especialidades afines al caso, desde neurología hasta psiquiatría. Hubo coincidencia total en el enfoque de ambas partes. A falta de encontrar una sede que acogiera una conferencia de prensa para presentar los resultados del debate, la Embajada de Cuba convocó a líderes de medios de prensa que habían seguido el tema durante largos meses. Hubo un intercambio animado de preguntas y respuestas al respecto, los periodistas escribieron sus despachos, pero sus editores respectivos no consideraron que el contenido era noticioso ese día. Poco se publicó.

En este punto quizás valga la pena relacionar solo algunos de los cuestionamientos que científicos y observadores de diversos países (no solo los cubanos) hicieron  desde temprano a la primera versión oficial estadounidense de los hechos:

Collen G. Le Prell, directora del programa de audiología de la Universidad de Texas: “la comunidad de audiólogos se pregunta cuál podría ser la causa de los síntomas descritos en estos casos pues nadie tiene una buena explicación para ello” (…) “la aparición repentina de pérdida de la audición sin que exista una fuente audible, es muy inusual”. (Newsweek 29 de agosto del 2017)

Andrew Oxenham, psicólogo del Laboratorio de Percepción y Cognición Auditiva de la Universidad de Minnesota:   “no puedo explicarme que la enfermedad y la pérdida de la audición estén relacionadas con un sonido… no hay forma que un dispositivo acústico cause daño auditivo usando sonidos inaudibles. No se puede estimular el oído interno de una manera que podría causar daño” (Buzz Feed News, 30 de agosto del 2017)

James Jauchem, biólogo y científico retirado que investigó los efectos biológicos de la energía acústica en el laboratorio de investigaciones de la Fuerza Área de EE.UU.: “no se conocen los elementos que tienen los investigadores para declarar que se trata de un arma acústica”  (The Verge, 16 de septiembre del 2017)

Joe Pompei, ex investigador del Massachussetts Institute of Technology, fundador y presidente de Holosonics: “Nunca ha habido ningún tipo de respuesta fisiológica que refleje los síntomas que se han informado causados por ondas de sonido de cualquier tipo” (Business Insider, 29 de septiembre del 2017)

Jurgen Altmann, físico de la Technische Universitat Dortmund en Alemania: “Diría que es bastante inverosímil”, “No conozco efecto acústico alguno que pueda causar síntomas de conmoción cerebral”. (The New York Times, 5 de octubre del 2017)

Jun Qin, ingeniero acústico de la Southern Illinois University: “El sonido a través del aire no puede sacudir tu cabeza”. “Los ultrasonidos no pueden viajar una larga distancia” (The New York Times, 5 de octubre del 2017)

Adam Rogers, periodista de la publicación Wired, especializada en temas tecnológicos señaló: “Las aventuras del encuentro entre 007 y los Expedientes X en Cuba continúan” (Wired, 5 de octubre del 2017)

La relación de opiniones similares era interminable y continúa siéndolo 4 años después. Llegó un momento en que los creadores del síndrome saltaron de la explicación sónica de los ataques, porque se hacía insostenible, a la especulación sobre las microondas que igualmente ha sido insostenible desde la ciencia.

El ya acuñado “Síndrome de La Habana” fue un argumento útil para Estados Unidos ante su propia opinión pública y ante terceros para justificar el cierre de los servicios consulares de su embajada en la capital cubana, descontinuar allí los servicios de inmigración y ciudadanía, reducir la presencia diplomática cubana en Washington, emitir alertas de viaje a Cuba, reducir el flujo de visitantes con ese destino, poner en tela de juicio el compromiso de las autoridades cubanas respecto a la seguridad en su territorio para diplomáticos extranjeros.

¿Pero qué ganaba Cuba en caso de que realmente hubiera hostigado de alguna manera a los funcionarios estadounidenses? ¿Alguien en su sano juicio puede considerar que las autoridades cubanas deseaban una regresión en la relación bilateral que adicionalmente condujera a nuevas medidas de bloqueo?

No había un crímen, ni víctimas, ni evidencia, ni arma homicida, pero tampoco móvil. Entonces, ¿en qué se basó la acusación lanzada a los cuatro vientos contra Cuba durante meses?

Ya retirado Tillerson del Departamento de Estado, el nuevo Secretario Mike Pompeo quiso cubrir las formas de cierta manera expresando: “la naturaleza precisa de las lesiones sufridas por el personal afectado, y si existe una causa común para todos los casos, aún no se ha establecido”. Pero Pompeo venía de dirigir la CIA, la agencia a la que pertenecían la mayoría de los que insistían en que fueron atacados.

Durante algunos meses los supuestos ataques parecieron ser un tema bilateral entre Estados Unidos y Cuba y, si se hacía referencia a algún tercero, era en términos de “alguna potencia interesada en dañar a los funcionarios estadounidenses”, que producto de nuevas especulaciones fue identificada como Rusia.

Sin embargo, la narrativa oficial estadounidense dio un giro inesperado cuando una funcionaria de aquel país se acogió a los síntomas del síndrome, un poco lejos del Caribe, en China (abril del 2018). De forma curiosa, no se registraron excesos en la conducta del Departamento de Estado y no se tomaron contra la nación asiática ninguna de las medidas  registradas en el caso de Cuba, todavía en vigor. Aunque otros funcionarios destacados en el mismo país pretendieron sumarse a la epidemia de ataques, la versión oficial solo registró a una y al poco tiempo ya no estaba en titulares.

Más inverosímil aún se hizo la historia cuando dos personas diferentes fueron registradas bajo los síntomas del “Síndrome de La Habana” en territorio estadounidense en abril del 2021 y con posterioridad  se sumaron otros funcionarios estadounidenses destacados en Alemania y Austria a la altura de agosto del 2021. En estos hechos Washington no le reclamó a Berlín o Viena (ni a sí mismo) seguridades adicionales para el confort de sus nacionales, ni se redujo el flujo de visitantes nacionales en aquellos destinos.

Si eran ciertas todas las especulaciones que se tejieron respecto a Cuba, ¿cómo se explicaba ahora que un poder maligno se moviera por medio mundo, incluida la capital estadounidense, con un “arma” que se calculaba que debía ser del tamaño de un tanque de guerra, que tendría que emitir un sonido lo suficientemente intenso como para provocar un daño cerebral, con una capacidad direccional tan perfeccionada que impactara solo a personas seleccionadas y no a las que se movían a escasos metros del objetivo?

Y sucedió lo inevitable, la teoría que fue creada para dañar las relaciones con un país extranjero fue utilizada por las supuestas víctimas para presentar ante los tribunales estadounidenses demandas judiciales bajo la acusación de que el Departamento de Estado y otras agencias no protegieron adecuadamente a sus asalariados. El cazador terminó cazado.

En todo este tiempo Cuba ha observado una actitud de total apego a la ciencia, compartiendo las opiniones y análisis de los expertos cubanos que analizan y han estudiado e intercambiado con la información limitada disponible y ofreciendo cooperación sin lanzar especulaciones sin sustento. Sin embargo, después de enfrentar en solitario durante un largo período las únicas medidas punitivas que Washington implementó por la ocurrencia de los “ataques”, hay derecho a pensar en algunas generalizaciones.

Los funcionarios-víctimas en su mayoría no son diplomáticos, sino que están vinculados a agencias de inteligencia estadounidenses. Los mismos compartieron no sólo espacios físicos y aislados en las embajadas de su país en el exterior, sino también tecnología específica en sus lugares de trabajo, así como hábitos, condiciones y exigencias comunes que los obligaron seguramente a enfrentar una alta tensión psíquica y emocional.

Bien valdría la pena que las agencias estadounidenses emplearan más tiempo en una visión introspectiva y, si no estuvieran dispuestas a hacerlo, al menos mostraran una actitud más coherente al enfrentar el problema en su conjunto. De no ser posible nada de esto, cabría esperar que rectificaran un modo de hacer que heredaron de una administración anterior, implementado con el franco propósito de provocar un retroceso irreversible en la relación bilateral con Cuba.

Gracias a la labor profesional de desclasificación de la organización estadounidense National Security Archives,  en febrero del 2021 fueron publicados tres informes sobre lo que se denominado “Síndrome de La Habana”  redactados por el Departamento de Estado, el Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades y las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los EE UU. En todos ellos se reflejó lo sucedido en relación con este tema durante los años de Trump: la falta de cooperación de las agencias empleadoras de los afectados con los que realizaron las investigaciones, inexistente acceso a los implicados, decisiones precipitadas por motivaciones políticas y ausencia de una teoría que explicara la atribución de síntomas diversos a una causa común.

En particular, el informe mencionado del Departamento de Estado  sugirió que la decisión de Donald Trump de desmantelar la embajada de La Habana a principios de 2018, como reacción a unos supuestos “ataques sónicos” contra su personal diplomático, fue una “respuesta” política plagada de mala gestión, falta de coordinación e incumplimiento de las normativas. El mismo texto reveló que el exmandatario tomó la decisión de reducir el 60% del personal consular en La Habana y desactivar el funcionamiento de la embajada, sin tener prueba alguna de que Cuba estuviera detrás de los misteriosos problemas de salud que afectaron a sus funcionarios.

Textualmente el informe planteó: “La decisión de reducir el personal en La Habana no parece haber seguido los procedimientos estándar del Departamento de Estado y no fue precedida ni seguida por ningún análisis formal de los riesgos y beneficios de la presencia física continuada de los empleados del Gobierno estadounidense en La Habana”.

A confesión de partes, relevo de pruebas.

Estaremos de acuerdo en que la próxima vez que alguien exija obligaciones de paternidad, debe mostrar primero las evidencias de un embarazo, o al menos no acudir a posturas extremas.

Tomado de: Cubadebate

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Apresurado inventario

Ares (Cuba)

Por Fernando Luis Rojas @82jonsnow

*Una versión de este trabajo fue escrita y publicada antes de los acontecimientos del 11 de julio de 2021 en Cuba, como parte del libro colectivo Guerra culta. Reflexiones y desafíos sesenta años después de «Palabras a los intelectuales» (Ediciones ICAIC, 2021). Si bien lo ocurrido ese día y los siguientes dan cuenta de nuevos retos en el escenario cubano, también expresan acumulados y problemáticas que pretenden abordarse en el texto.

Acercarnos a ciertos ámbitos de la «Cuba actual», implica el tratamiento de varios acontecimientos de los últimos meses en la «vida cubana», entendiendo esta última más allá de los límites geográficos del Estado-nación y en diálogo con esa Cuba transnacional que, cada vez más, irrumpe en los asuntos «domésticos».

Este trabajo pretende, a través del acercamiento a tres problemas que pueden inscribirse en lo que se denomina «guerra cultural», la identificación de dos enfoques —relacionados entre sí— que lastran los análisis y propuestas para enfrentarlos: los definimos como batalla de absolutos y normalización de las derrotas.

La cortísima, la corta, la media y la larga duración: Braudel y su pelea con «la noticia»

En un reciente texto para OnCuba News, el ensayista y director de la revista Temas, Rafael Hernández, plantea:

(…) aquella sociedad [la que vivió el triunfo de la Revolución en enero de 1959] que acababa de descubrir la participación, donde la nación y la democracia se confundían con el proceso mismo, liderado por una vanguardia y una doctrina que demandaban de cada ciudadano un compromiso de acción política y de transformación liberadora, quedó atrás.[1]

Este «quedó atrás» de Rafael Hernández tiene su fundamento en la condición viva y cambiante de la sociedad. Se expresa en otras metáforas presentadas en el propio texto como «imaginar el futuro, pero no mirándolo por el espejo retrovisor» o «el significado político de esa antorcha radica en fabricarla a la medida de los nuevos tiempos, encenderla y correr con ella de manera diferente, y por rutas que se descubrirán». Dichas metáforas, insisten en la necesidad de esos tratamientos actuales.

Sin embargo, también sitúan una interrogante que vale la pena plantearse:

¿qué entendemos cuando se habla de «los últimos acontecimientos en Cuba»?

Las construcciones en torno a esta pregunta —que son relativamente diversas— dan cuenta de ciertas desconexiones y muestran un enfoque fragmentado en función de lo que se quiere jerarquizar y mediatizar.

Veamos variantes «de partida» para contar esos «últimos acontecimientos» —en orden cronológico—:

El diseño e implementación de las reformas económicas;

El proceso de discusión y aprobación de la nueva Constitución;

El recrudecimiento de las medidas coercitivas —y violentas— contra el pueblo cubano durante la administración Trump;

Las tensiones generadas alrededor del Decreto 349;[2]

El inicio y ascenso de la pandemia de la Covid-19;

La dolarización parcial de la economía;

La «huelga de hambre» de algunos integrantes del Movimiento San Isidro;[3]

La «sentada» del 27 de noviembre;

El inicio de la Tarea Ordenamiento;

Los sucesos del Ministerio de Cultura del 27 de enero;

La celebración del octavo Congreso del Partido, etcétera.

Puede entenderse que los niveles de impacto en la población de varios de estos acontecimientos son desiguales. Los ubico porque, de una u otra manera, han dominado la opinión en redes sociales, medios y conversaciones informales —también con distintas burbujas de prevalencia—: más el Movimiento San Isidro por aquí, más «las colas» y la escasez por acá, más la Covid-19 por allá.

El apunte permite identificar la insuficiente capacidad política y comunicacional de las instituciones estatales para responder a estos problemas desde una visión integral que, en rigor, solo puede transmitirse desde el Estado por las informaciones que maneja y las políticas que implementa ante las dificultades existentes. Parece evidente —aunque me cuestiono cada vez más las habilidades de emisores y receptores de este mensaje, lo que daría cuenta de otros problemas— que hay dos focos de atención desde las instituciones: la implementación del Ordenamiento monetario y el enfrentamiento a la Covid-19.

Asimismo, se visibiliza la tendencia a generar una narrativa de los acontecimientos puntuales por encima de los problemas estructurales y extendidos que se enfrentan en la actualidad. Esto también constituye una señal importante: todos los días, en los espacios mediáticos considerados «oficiales», hay una presencia mayor de los focos antes mencionados —Ordenamiento y Covid-19—; no obstante, ello no se encuentra en relación con los asuntos que «más tensionan» de acuerdo con lo que se vive en las denominadas «redes sociales». Para muchos se verifica esa separación entre «redes sociales» y «sociedad».

En este sentido, desde la construcción de «agendas», hay dos narrativas predominantes y encontradas: «la represión en Cuba» y la «aplicación de un guion de golpe blando». Ahora mismo, en mi criterio, se trata de un diálogo de sordos para buena parte de la población cubana que reside en la isla.

Dicho esto, puede entenderse por qué el Movimiento San Isidro, el 27N[4] y los sucesos vinculados a ellos campean con vida propia, y tienen un peso en esa construcción cronológica de «los últimos acontecimientos».

Lo ocurrido frente al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020 movió una diversidad de resortes en el panorama nacional. A grandes rasgos, y con diferencias que pueden percibirse, el tratamiento de lo ocurrido ese día demuestra su peso, relativo o central. En varios casos se presenta un diálogo crítico con la base narrativa de considerar esa fecha como «el despertar de Cuba». Dicho posicionamiento crítico se fundamenta en la necesidad de entender el devenir de la sociedad cubana en los últimos años, de más larga data. Sirva de ejemplo este fragmento publicado en Nueva Sociedad, en enero de 2021: «El 27N no es un relámpago en un cielo despejado ni un parteaguas, sino apenas una punta saliente del iceberg: un consenso heterogéneo y contradictorio, con una estructura y dinámica cambiantes».[5]

Hay otros análisis que, con similar base, extienden el problema no a sus antecedentes, sino a sus desarrollos después de la «sentada» en el Ministerio de Cultura: la paulatina cooptación del simbolismo —y acción— de ese día por el sector más radical de oposición al Gobierno entre los allí congregados.

Las alusiones al 27 de noviembre sirven para fundamentar lo planteado al inicio de este trabajo: muchas construcciones en torno al acontecimiento desconocen los acumulados y responden a un enfoque utilitario con marcado perfil mediático. Asimismo, se dejan fuera otros fenómenos que se visibilizaron ese día, pero que constituyen parte del iceberg y no su punta.

El 27 de noviembre la institucionalidad cubana, representada en el Ministerio de Cultura, se enfrentó a una «situación excepcional». Este escenario se caracteriza por tres aspectos centrales:

Expresó un acumulado de problemas, insatisfacciones y deficiencias de dicha institución y las organizaciones gremiales existentes;

Se desató en medio de una crisis transversal —de carácter internacional— provocada por la pandemia de la Covid-19 y sus efectos sanitarios, económicos y sociales; y

Se da en el marco del recrudecimiento de sanciones coercitivas de la administración Trump —en un ambiente de los más tensos de las últimas décadas por lo dicho antes— y cuando la fórmula Biden-Harris anunció modificaciones en la política hacia Cuba —que pudieran significar la disminución de presiones económicas y un reacomodo en el financiamiento de las entidades «opositoras».[6]

Asimismo, el Gobierno cubano, el Ministerio de Cultura, reflejó varios problemas que existían y siguen manifestándose en la actualidad: la falta de disposición para la convocatoria de la franja poblacional que apoya el proyecto revolucionario o que, en un sentido más restringido, se adhiere a las políticas de Gobierno; su vocación para actuar como «mediador», excluyendo la importancia de la movilización popular; y su preocupación por la repercusión de determinados acontecimientos políticos en el ámbito internacional.[7]

Durante todo este periodo, de una u otra forma, se han puesto en la palestra —con intereses diferentes— varias demandas de los sectores populares de la población residente en la isla. Una de las tendencias ha sido la presentación de estas demandas desde la «identificación» con los problemas del pueblo y no tomando como sitio de enunciación los propios sectores subalternos. En resumen, hablar «por» el pueblo, y no «desde» el pueblo.

Esta narrativa encuentra terreno fértil en las limitaciones, secretismo y falta de transparencia —que parte de reconocer los problemas reales y explicar los condicionamientos de cada medida— que se manifiestan desde el Gobierno cubano. Ello constituye otra expresión de la vocación «mediadora» del Estado, en detrimento de la movilización y participación popular. Durante la clausura del 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba, su recién electo primer secretario se refirió a este problema:

Esa imprescindible conexión con las demandas y necesidades del pueblo a través de la participación, se enlaza con una de las tareas fundamentales de la labor partidista en estos tiempos: la comunicación social, insuficientemente entendida todavía, bajo el erróneo criterio de que es un asunto secundario frente a las urgencias económicas y políticas. Como si esas urgencias no fueran, en algunos casos, resultado de subestimar el peso específico de la comunicación social.[8]

En resumen, nos encontramos ante una presentación fragmentada del acumulado de problemas que enfrenta la sociedad cubana y, en este sentido, se jerarquizan acontecimientos como absolutos de «la realidad» y se invisibilizan sus causas y motivaciones más profundas. Además, se muestra el escenario «cubano» con una limitación triple:

Sin «historizar» los problemas estructurales que afectan la economía, la política, la acumulación cultural y la sociedad cubanas —alerto que esta mención por separado responde a un interés metodológico—;

Sin establecer las conexiones y correlatos con el ámbito internacional;

Desde una perspectiva que prioriza la visión Habano-céntrica y marcada por las mediaciones de las denominadas «redes sociales».

Transnacionalidad de la «vida cubana» vs. límites a la internacionalización de la discusión

Me referí hace un momento a las limitaciones que constituyen, para mirar «la Cuba actual», no establecer las conexiones y correlatos con el ámbito internacional y priorizar una visión marcada por las mediaciones de las denominadas «redes sociales».

En una recién publicada serie de trabajos, el politólogo Roberto Regalado define lo que para él constituye «El `Triángulo de las Bermudas´ por el que navega Cuba». Para el autor, los vértices de ese triángulo son la «acumulación de problemas propios, [el] doble filo del bloqueo y [el] reflujo de la izquierda latinoamericana». Para Regalado, «el vértice principal del triángulo (…) es la acumulación de problemas propios».[9]

Estos «vértices» se encuentran en relación. No tienen vida independiente. Asimismo, ponen en diálogo esa acumulación de problemas propios con el componente internacional que marca cualquier discusión sobre la Cuba de hoy. No resulta casual que Roberto Regalado señale que:

Con mayor nitidez que en cualquier proceso o acontecimiento anterior —y ha habido muchos— el impacto de la Covid‑19 colocó el foco de atención en Cuba, a un mismo tiempo y con igual nitidez, en las fortalezas y las debilidades coexistentes en la edificación socialista emprendida el 16 de abril de 1961.[10]

Por otro lado, aunque parezca obvio, es necesario señalar que cuando se habla del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos a Cuba, el carácter «internacional» del problema no se limita a la estrecha idea de que involucra a dos países. Va más allá.

Primero, por la asimetría de los países en conflicto. No es un secreto que los Estados Unidos constituyen el centro hegemónico del capitalismo mundial, sustentado en su poderío económico, geopolítico, cultural y militar. Segundo, porque las medidas coercitivas contra la isla tienen un carácter extraterritorial que, de hecho, transnacionaliza sus efectos, consecuencias y dominaciones.

A la luz de sesenta años de bloqueo económico, el uso discursivo del problema se enfrenta a las complejidades siguientes: 1. La necesidad de analizar su impacto en la vida cotidiana de las personas, la cultura política, sus efectos de desgaste y acumulación, y atravesar este análisis por indicadores como el generacional. Dicho análisis supera las estadísticas contabilizadas como «daños del bloqueo»; 2. La tendencia a disminuir los errores propios —eso que la gente conoce como «el bloqueo interno»— tras los efectos del bloqueo estadounidense, tienden a erosionar la comprensión de las consecuencias de este último;[11] 3. En la posición contraria, excluir las consecuencias de la política estadounidense contra Cuba y achacar todos los problemas a los errores propios muestra un enfoque utilitario y constituye una manera de «caminar» hacia la matriz bujarinista-estalinista del «socialismo en un solo país»; 4. La hostilidad contra la isla tiene un correlato en el atrincheramiento y fortalecimiento de las posiciones menos democratizadoras en el Estado, Gobierno y Partido cubanos.

En relación con el otro «vértice internacional» que sitúa Roberto Regalado: el reflujo de la izquierda latinoamericana, ello tiene su fundamento en dos asuntos centrales: la conexión de la Revolución cubana con los procesos de liberación en el subcontinente, y la necesidad de «un espacio solidario de concertación política, comercio, cooperación y colaboración». La idea del «socialismo en un solo país» fue peregrina, incluso, para la extinta Unión Soviética.

Tras la restauración capitalista en los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y la desaparición de este mecanismo:

(…) fue la elección de gobiernos de izquierda y progresistas en diez países de América Latina la que le posibilitó encontrar [a Cuba] una nueva familia con la cual establecer relaciones de hermandad: la familia que construyó el ALBA‑TCP, democratizó al MERCOSUR, fundó la UNASUR y, junto con el CARICOM, construyó la CELAC.[12]

Esta situación en el subcontinente cambió radicalmente entre los años 2009 y 2019 y, a pesar de las llegadas al Gobierno de López Obrador, en México; Alberto Fernández, en Argentina y Luis Arce, en Bolivia; las perspectivas son inciertas aún.

A falta de otras alusiones al «contexto» internacional, una condición contemporánea demuestra la importancia de considerar esta arista en cualquier análisis sobre la actualidad cubana: la transnacionalidad de la «vida cubana» y el lugar que desempeñan las llamadas «redes sociales».

Sobre este particular, se estuvo dialogando en el panel Redes sociales: ¿con todos y para el bien de todos?, organizado por la revista Temas, el pasado mes de marzo. En dicho espacio, el profesor e investigador universitario Fidel Alejandro Rodríguez llamó la atención sobre la importancia de «entender qué es Cuba en las redes digitales» y precisó que el acercamiento a esta problemática no se limita a «medir» solo a los residentes nacionales. En buena medida, la transnacionalidad del espacio de las llamadas «redes sociales», transnacionaliza también la diversidad de formas de participación en la «vida cubana».[13]

«Las plataformas de redes digitales —señala Fidel Alejandro Rodríguez— son [para algunos] el entorno privado desde el cual entender el espacio público». Asimismo, estas plataformas se perciben como «expresión de la voz popular, asamblea de debates definitorios». Ello está en estrecho vínculo con el señalamiento realizado por el periodista Yosley Carrero:

(…) las plataformas digitales son espacios de construcción de identidad y del sentido de pertenencia de la migración con Cuba, ya no solo a partir de la relación que la gente pueda articular con sus amigos y familiares en la isla, sino también de la participación activa con opiniones de apoyo, y a veces no de apoyo, sino de confrontación, sobre diversos temas de la agenda económica, política y social en Cuba.[14]

Estas dinámicas, que expresan esa transnacionalidad de la participación en la «vida cubana», no son exclusivas de las plataformas digitales y reflejan momentos «pico» en ellas.

En el primer caso: articulaciones del discurso en las plataformas digitales con otros escenarios de participación, pueden mencionarse la incorporación de los residentes fuera de la isla en las discusiones del proyecto de Constitución, que fue aprobado luego en referendo en 2019 —ya aquí limitado a los residentes dentro de la isla— ; las acciones diversas para condenar el bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba y demandar el restablecimiento del proceso de «normalización» de relaciones diplomáticas, emprendido en el segundo periodo presidencial de Obama; y los acontecimientos de los últimos meses a los que hicimos referencia en el primer epígrafe de este trabajo.

En el segundo caso: momentos «pico», sirven como ejemplos lo sucedido tras el fallecimiento de Fidel Castro, en noviembre de 2016, y durante el escenario de la pandemia de la Covid-19.

De lo señalado hasta aquí, para presentar las maneras en que se expresa la contradicción que da título a esta sección: transnacionalidad de la «vida cubana» vs. límites a la internacionalización de la discusión, situamos las siguientes líneas de debate:

  • Integración, para el acercamiento a la «vida cubana», de las condicionantes y correlatos «internacionales» de la isla, a saber: presencia en «un mundo donde son los mercados capitalistas los que están en el centro y es la vida la que está asediada»;[15] impacto de la hostilidad histórica y bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos; actual carencia de «un espacio solidario de concertación política, comercio, cooperación y colaboración»;[16] tendencia a la transnacionalización de la participación en la vida nacional a través de las plataformas digitales; y lugar que tiene, en todos estos procesos, la cultura política acumulada, la herencia de «una falta de cultura de diálogo y del debate».[17]
  • Dicha integración, debe resistir a dos prácticas que se aplican y pudieran extenderse: 1. su empleo como cortina de humo y justificación de los errores propios cometidos, eso que Roberto Regalado define como el vértice principal del «Triángulo de las Bermudas» por el que camina Cuba y; 2. la comparación con otros Estado-nación en asuntos como «conquistas democráticas», «represión policial», «avances sociales», etcétera.
  • El patrón de comparación, para quienes asumen o dicen asumir el proyecto revolucionario cubano —se encuentren en posiciones de dirección estatal, de Gobierno o partidista, o no— se encuentra, precisamente, en el proyecto liberador de la Revolución cubana y el horizonte comunista.

El conflicto de «las izquierdas» en Cuba: del programa a la autodefinición

La importancia de tomar como referencia, para definir cuán cerca o lejos estamos del proyecto revolucionario que triunfó en enero de 1959, sus líneas gruesas y el horizonte comunista, no significa una ruptura con los cambios y dinámicas de «las izquierdas» en el escenario internacional.

La discusión sobre qué significa ser de «izquierdas» en la Cuba actual, se ha relanzado en los últimos años. Irrumpe así un mensaje que es necesario atender: cómo se viene dando, por qué, desde cuándo y con qué alcance, un cambio en el discurso para referirse a las adscripciones a los proyectos de liberación humana. Eso no se resuelve de un plumazo, al contrario.

María del Pilar Díaz Castañón da cuenta, en su libro Ideología y revolución: Cuba, 1959–1962, de la complejidad de este proceso. A un tiempo, refiere a los nuevos significados que ubicó el triunfo de la Revolución cubana el primero de enero de 1959, y dialoga con el hecho de que estos «nuevos significados» batallan con acumulados culturales, percepciones, apropiaciones, etcétera.

Sostiene Díaz Castañón:

Pero el obstinado fantasma [anticomunista] no es el rasgo más característico de la época. Sí lo es, y mucho, un impreciso adjetivo que comienza a invadir los viejos espacios: revolucionario.

Ya la década del treinta lo había dejado entre sus secuelas, y no con muy buena fama: entonces, cualquier despropósito se legitimaba por ser revolucionario su autor, y ejecutarlo revolucionariamente. Ahora, adquiere nuevos significados, entre otras razones, porque el héroe es colectivo.[18]

Y más adelante:

(…) a medida que se va perfilando el opositor a la Revolución, surgirán definiciones que, comenzando por los jocosos «revolucionarios del 2 de enero», designarán luego el proceso de formación del estereotipo «contra». De los «batistianos» y los «criminales de guerra» se llega a los «insumergibles» y los «manengues», pasando por los «reaccionarios» y los «siquitrillados» hasta los «rosablanqueros» y los «siperos», forjando la abstracción que ya en marzo de 1959 se acuña con elegante simplicidad: «contra» es quien se opone de palabra u obra a la Revolución, mientras «revolucionario» será no solo quien concuerda con ella, sino el que lo demuestra con su participación. La generalidad de ambos términos hace que su oposición sea cada vez más excluyente, hasta que Girón consagra un nuevo signo: «mercenarios».[19]

Aunque pueda considerarse una perogrullada, Díaz Castañón presenta la relacionalidad que existe —y parece olvidarse— entre aquellos «revolucionario» y «contrarrevolucionario»; que pudiera trasladarse hoy —con un espectro más amplio— a «izquierdas», «derechas» y todos los habitantes entre «los polos».

Este no constituye un asunto de poca importancia, entre otras cosas porque su omisión impide transparentar el ámbito de discusión: ¿dónde se encuentra la centralidad?, ¿en la rebelión contra las opresiones?, ¿en el restringido escenario del Estado-nación?, ¿en la política?, ¿en la normativa jurídica?, ¿en las expresiones de «fuerza» que desata la implementación de esa normativa jurídica?, ¿en la relación de estos y otros componentes?

Pero regresemos a «las izquierdas» y las recientes discusiones en Cuba. No es casual que varios trabajos han intentado situar al sector más beligerante del denominado 27N y, por tanto, el más conectado con el llamado Movimiento San Isidro en el ámbito de «las izquierdas».[20] Dicha práctica demuestra: 1. La ausencia de una elaboración y definición sobre los contenidos de las izquierdas en el escenario cubano contemporáneo; 2. La prevalencia de una práctica que propone el camino inverso: situar la cualidad de «izquierdas» a partir de un intento de autolegitimación y autodefinición que puede ser, en rigor, utilitario desde el punto de vista ideológico y, en especial, político.

Se valida de esta forma, la importancia y necesidad de historizar esos contenidos que definen la ideología de izquierdas. Esto no constituye un problema solo en el escenario cubano. Dado el límite de espacio, trataremos de ejemplificar de manera breve.

En su libro Forging Democracy. The History of the Left in Europe, 1850–2000, Geoff Eley, en su análisis del devenir de la izquierda europea, utiliza tres periodos como focos de atención. El primero «comienza en 1860 y se prolonga por unos cincuenta años, hasta las vísperas de la Primera Guerra Mundial». Entre los contenidos que dan «personalidad propia al naciente socialismo» se encuentran:

(…) el protagonismo de la clase obrera que constituía vocacionalmente el núcleo de vertebración del proyecto socialista (…) la invención del moderno partido político, una disposición «por encima de todo internacionalista», que se deja ver organizadamente en la Internacional y, privadamente, en la vida de los militantes —al menos de los destacados, de los Kautsky, Luxemburg, Rakovski o Pannekoek— que, parafraseando el poema de Brecht, cambiaban de país como de zapatos.[21]

La segunda división temporal, se inicia en 1918. Entre sus rasgos pueden mencionarse:

(…) el acceso de la izquierda a posiciones de poder, con el consiguiente avance en la materialización del ideal democrático, cristalizado sobre todo en el derecho a voto (…); [la diferenciación y convivencia incómoda] entre la socialdemocracia que llega a ocupar parcelas de gobierno y una nueva familia socialista que alentará formas de participación democráticas extraparlamentarias ¾consejistas, como se las dará en llamar¾ y que no creía que la transición al socialismo se pudiera hacer sin una ruptura violenta con el capitalismo; [el posicionamiento ante la Primera Guerra Mundial] de una socialdemocracia que llevaba ya mucho tiempo mareando la perdiz internacionalista; la ruptura familiar más importante de la historia del socialismo, la que arranca con una revolución rusa; [y el devenir posterior del] modelo soviético (…) [que se convierte] en «el arma más grande que la derecha podía esperar en contra de la izquierda».[22]

Finalmente, Eley se acerca al periodo marcado por «la aparición de una `nueva política´, la de los nuevos movimientos sociales», con el precedente de las consecuencias del estalinismo sobre los partidos comunistas de Europa, la abdicación de los socialistas frente al fascismo y el abandono por la socialdemocracia «de la tradición marxista, cada vez más temerosa de la lucha de clases y cada vez más escéptica ante la transformación del capitalismo mediante la revolución». La irrupción de esta nueva izquierda es fechada por Eley en 1968, con un «sentido de futuro» marcado por

(…) política participativa y democracia directa; feminismo, diferencia de género y política de la sexualidad; asuntos relacionados con la paz y la ecología; racismo y política de inmigración; control comunitario y democracia a pequeña escala; música, contracultura y política del placer, concienciación y política de lo personal.[23]

Hasta acá, estos elementos nos permiten tres comentarios que consideramos centrales, realizando la salvedad que tienen un carácter estrictamente metodológico, dado que el libro de Eley se centra en el escenario europeo.

Primero, la necesidad de historizar las definiciones de «izquierda», atendiendo más que a sus formulaciones, a contenidos, programas, prácticas, rupturas y (dis)continuidades. Vale la pena preguntarse, tomando como plataforma lo referenciado hasta el momento: ¿la ruptura de la socialdemocracia europea — como ejemplo — en su devenir con el contenido «internacionalista» implicaría un abandono de su posicionamiento en «las izquierdas»? Por el contrario, ¿considerar a esa socialdemocracia que abdicó del internacionalismo como de «izquierdas», significa que dicho contenido debe excluirse para una identificación contemporánea de «las izquierdas»?

Segundo —y esto conecta de manera más clara con Cuba y, en particular, el triunfo de la Revolución cubana en 1959— la primera mención que realiza Geoff Eley a «Cuba» en Forging Democracy. The History of the Left in Europe, 1850–2000, se localiza al inicio del capítulo titulado «1968. It moves after all».

Señala Eley:

On 2 January, Fidel Castro, Cuba’s charismatic leader, declared 1968 the Year of the Heroic Guerilla in memory of Ernesto Che Guevara, killed in Bolivia the previous October. An international Cultural Congress in Havana, with four hundred intellectuals from the Americas and Europe, then focused international enthusiasm for the Cuban Revolution.[24]

La conexión de la Revolución cubana con la irrupción de una «nueva izquierda» o, cuando menos, los vínculos y relaciones que mantuvo con representantes de ella ha sido analizada con relativa amplitud, incluso por autores cubanos. A manera de ejemplo, menciono los aportes realizados por Rafael Acosta de Arriba y sus materiales Congreso Cultural de La Habana 1968 (Ediciones Cubarte, 2015) y La encrucijada de 1968 para Cuba y el mundo (en el libro Ahora es tu turno Miguel. Un homenaje cubano a Miguel Enríquez, ICIC Juan Marinello, 2015); el amplio estudio Traductores de la utopía: la Revolución cubana y la nueva izquierda de Nueva York (Fondo de Cultura Económica, México, 2016), de Rafael Rojas, y el propio tratamiento y visibilidad que sus contemporáneos cubanos dieron a esa nueva izquierda en revistas como Pensamiento Crítico, Casa de las Américas y otras.

Entonces, como mínimo, hablar de la emergencia de una «nueva izquierda» en Cuba implicaría la atención a las siguientes interrogantes: ¿esa «nueva izquierda» que irrumpió en el mundo en 1968 llegó tardíamente a Cuba, más de medio siglo después?, ¿fue la Revolución cubana una de las fuentes o expresiones de esa «nueva izquierda» de los sesenta?, ¿hablamos entonces de una «novísima izquierda» en Cuba?, ¿se considera «nueva» en su ruptura con qué izquierda cubana?

Tercer comentario. No es la autorreferencialidad el indicador que define una pertenencia a «las izquierdas». Los elementos identitario y de autorreconocimiento son importantes, pero dicha adscripción, los trasciende por mucho. Desde el acumulado cultural cubano, en diálogo con el componente internacional que mencionamos, se perfilan varios contenidos que no se inician en enero de 1959. Este acumulado no se limita al uso del término «izquierda»: sabemos que las definiciones nombran, la mayoría de las veces, lo que ya existía o venía definiéndose antes.

Entre los siglos XIX y XX se definieron los contenidos de nuestras rebeliones como pueblo: independencia, soberanía, emancipación y dignificación humanas. Fernando Martínez Heredia llamó la atención sobre la articulación entre «la enorme carga de acumulaciones políticas» y «sus dimensiones populares».

Si analizamos las creaciones simbólicas fundamentales de la cultura política cubana vemos que ellas están más cargadas de sentidos populares que de proposiciones y elaboraciones de grupos selectos. Sucede así con el patriotismo nacionalista, la unión entre justicia social y libertad, la vocación republicana democrática, la negación de la anexión a Estados Unidos, el antimperialismo y también las ideas más contemporáneas de socialismo e internacionalismo.[25]

Existe una amplía producción que se ha encargado de identificar, historizar y analizar dichos contenidos. A manera de ejemplo, solo en relación con las décadas del veinte y el treinta del siglo XX: en abril de 1970 la revista Pensamiento Crítico publicó un número especial dedicado al periodo;[26] entre 1973 y 1985 se cuentan los trabajos sobre/de el movimiento obrero cubano, Julio Antonio Mella, Pablo de la Torriente Brau, Rubén Martínez Villena, Alfredo López, Antonio Guiteras,[27] así como los de carácter más general sobre la denominada «Revolución del 30»;[28] y, más recientemente, destacan los aportes de Fernando Martínez Heredia, Ana Cairo Ballester, Reinaldo Suárez, Ana Suárez, Caridad Massón, Julio César Guanche, el Centro Pablo de la Torriente Brau, entre otros.

Mirar —con el ejemplo de un periodo histórico— el acumulado existente debía servir, al menos, para plantearse la necesidad de identificar los contenidos de las revoluciones y rebeliones en Cuba a lo largo de su historia, sus conexiones y particularidades en relación con el ámbito internacional y sus rupturas y continuidades en el escenario actual. Incluso, desde una perspectiva que «solucione» las pertenencias de izquierdas desde la autorreferencialidad; resulta importante valorar cuál ha sido el devenir de quienes, a lo largo de la historia de este país, se definieron como «revolucionarios», «izquierdistas», «marxistas», «socialistas», etcétera.

Epílogo: la batalla de los absolutos y la normalización de las derrotas

Como gustaba decir un popular comentarista televisivo, «los acontecimientos se encuentran en pleno desarrollo». Por ello, puede entenderse que más allá de «cierres», nos interesa dejar abiertas determinadas líneas.

Dichas «aperturas», han sido planteadas ya por varias personas e investigadores. Nos interesa situar nuestra propuesta en dos dimensiones principales que llamamos: «batalla de los absolutos» y «normalización de las derrotas».

En los primeros epígrafes de este trabajo abordamos tres de ellas:

  1. El «acontecimiento» vs. «la lucha histórica de la Revolución». La batalla de absolutos se da en este terreno a través del pulso manifiesto entre: a) tomar acontecimientos o periodos que expresan un alza en las limitaciones de la profundización democrática socialista, mezclarlos con la crítica a respuestas revolucionarias a las acciones de hostilidad y desestabilización —con el apoyo de los Estados Unidos o no— y narrar dicha combinación como la totalidad histórica y dominante a partir del primero de enero de 1959; y b) presentar todo el devenir histórico cubano —con punto de partida en las ideas y luchas independentistas del siglo XIX— , las dos revoluciones del siglo XX y la «consumación» del triunfo en 1959 hasta nuestros días como un camino continuo y ascendente, sin contradicciones, problemas y discontinuidades.

Juan Valdés Paz insiste en que una de las fuentes de legitimidad de la Revolución cubana que adquiere significativo peso a futuro es la jurídica. Esta proyección, fundamentada en un enjundioso análisis de la evolución del poder revolucionario en Cuba,[29] no implica renunciar: a) a la conexión de las generaciones más jóvenes con la historia del país; b) a transparentar los momentos de discontinuidad y errores del proceso a lo largo de estos últimos sesenta años que lo alejaron del proyecto liberador original; y c) a incorporar contemporáneas narrativas simbólicas de la Revolución, con peso de los sectores populares y, en particular, los más jóvenes. La renuncia a estas prioridades puede considerarse, en mi opinión, una normalización de las derrotas.

  1. «La Cuba transnacional en las redes digitales» vs. «el condicionamiento internacional de la realidad cubana». Se expresa la batalla de absolutos desde diversos puntos de vista. Primero, el intento por construir una realidad —que se presenta como única— en las redes digitales, con su consecuente incidencia en los circuitos de buena parte de la «gran prensa» internacional y determinadas organizaciones, Gobiernos y bloques regionales. Segundo —y acá se da una interesante confluencia en lo que se presenta como «posiciones polarizadas»—, la descalificación de las proyecciones de quienes residen fuera de Cuba, que tiene lugar de manera utilitaria. Tercero —de nuevo con las coincidencias de los «polarizados» y el utilitarismo—, la comparación con «otras sociedades», sus rebeliones (re)emergentes y los niveles de represión y criminalización desde el Estado. Cuarto, el desconocimiento de los peligros que tiene para Cuba su «aislamiento», en correlación con la hostilidad de los sucesivos Gobiernos de los Estados Unidos en contraste con la tendencia de achacar todos los problemas existentes al bloqueo económico impuesto por la nación más poderosa del planeta.

Para los sectores identificados con el carácter liberador de la revolución que triunfó en enero de 1959, la normalización de las derrotas vendría por la exclusiva reproducción y reactividad a esa «realidad única y construida» de las redes digitales, en detrimento de la interpelación a —y protagonismo de— los sectores subalternos a los que el primero de enero transformó de forma acelerada de observadores a partícipes del cambio revolucionario.

Igual efecto «normalizador» presenta la tendencia a simplificar los hechos y procesos, presentados en el primer epígrafe de este trabajo, como un «choque» entre el Gobierno y los opositores, estos últimos con una exclusiva cualidad de mercenarios.[30] Se trata, en rigor, del enfrentamiento de dos proyectos políticos del que dio cuenta, en abril de 2016, Fernando Martínez Heredia:

Cuba está entrando en una etapa de dilemas y alternativas diferentes, entre los que sobresalen los que existen entre el socialismo y el capitalismo, teatro de una lucha cultural abierta en la que se pondrá en juego nuestro futuro. El gran dilema planteado es desarrollar el socialismo o volver al capitalismo.[31]

Otro camino para normalizar las derrotas puede encontrarse en renunciar a un mayor activismo en favor de las rebeliones de los subalternos en el mundo y, en especial, en América Latina en nombre de una razón de Estado. Esta última puede responder a la necesidad de romper el aislamiento, concertar «alianzas» que favorezcan la economía del país y se «derramen» a la población, y «normalizar» las relaciones con los Estados Unidos donde, por demás, se localiza el grueso de la emigración cubana. No obstante, la defensa y aplicación de la tradicional política exterior de la Revolución cubana y la urgencia de mover nuevos resortes para la participación de la sociedad civil en ella, constituyen necesidades fundamentales para acercar el «estado real» de las cosas al proyecto liberador.

  1. La batalla de absolutos se expresa aquí en un carnaval de axiomas: «soy de izquierda porque me opongo al Gobierno», «el Gobierno es de izquierda porque es continuidad de la Revolución y representa al pueblo», y otras bellezas que están muy bien para la actividad de propaganda, pero no más allá.

La normalización de las derrotas adopta, al menos, dos líneas principales con un mismo fundamento: la comprensión del Estado «existente» como el «deber ser».

Sobre el primero de los axiomas señalados, considero que el tercer epígrafe de este trabajo sitúa algunas pistas. Con excepción de sectores anarquistas y marxistas principalmente —ya vimos que también hay quienes se definen como tal sin aludir a los contenidos que marcan dicha adscripción—, una parte de esas «izquierdas» se opone al «Estado existente» en Cuba marcada por la enajenación de un Estado que existe como «deber ser». ¿Cuál es la diferencia? Que esa realización del Estado como «deber ser» la identifican en otros modelos y otras geografías. Más claro, la propuesta opositora de esa «izquierda» —cuando la tiene— es sustituir una maquinaria de dominación por otra con diferente ropaje.

Mientras, buena parte de los representantes de las actuales instituciones del Estado cubano escasamente reivindican las prácticas que jalonaron, con la Revolución, los caminos hacia ese «no Estado» desde la participación popular. «Normalizar» sería, en este caso, dejar solo para el terreno de la enseñanza de la Historia: a) la juridicidad del «hacer», que en los primeros años del triunfo cumplió su Programa mínimo y fue más allá, y a inicios de los 2000 generó programas sociales en beneficio de los sectores vulnerables y subalternos; b) el ágora de empoderamiento político, que en los sesenta parió las Declaraciones de La Habana, la de Santiago de Cuba, la proclamación del carácter socialista; en los noventa tuvo los Parlamentos obreros; en los 2000 vio nacer una definición de «Revolución» y, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, practicar una crítica radical a las formas de hacer política; c) la manera en que Cuba se dio sus organizaciones, de tal calado que no debían sorprenderse con la emergencia de las reivindicaciones identitarias de la actualidad.

Esta constituye una muestra breve de cómo los problemas que enfrentamos expresan esa batalla de los absolutos, en la que tomar el atajo de normalizar derrotas, sería la vía más rápida para alejarnos de la cualidad liberadora del proyecto que triunfó el primero de enero de 1959.

En Veinticinco años de poesía cubana, Juan Marinello aseguraba la falibilidad de su «inventario apresurado de cuestiones polémicas, [su] derrotero provisional por los más diversos parajes».[32] ¿Qué diremos, entonces, los pobres mortales del «aquí» y el «ahora»? Pues, como esa convocatoria que circuló en «redes», solo nos queda contar nuestra historia y aspirar a que cuente.

Notas

[1]Rafael Hernández: «Consenso y disentimiento (I)», OnCuba News, 6 de enero de 2021, https://oncubanews.com/opinion/columnas/con-todas-sus-letras/consenso-y-disentimiento-i/. Consultado 23/04/2021. (El subrayado pertenece a FLRL).

[2]Decreto 349 o «Decreto para proteger la cultura en los espacios públicos»: Desde su publicación en Gaceta Oficial en el primer semestre del año 2018, generó importantes dudas e inconformidades, debates de directivos del Ministerio de Cultura con artistas y escritores, declaraciones de funcionarios del Departamento de Estado y la Embajada de Estados Unidos en Cuba y un amplio flujo de información en diversos medios. Hasta el día de hoy, después de un proceso de nuevas discusiones sobre la Norma Complementaria (condición para la implementación del Decreto) esta no ha sido aprobada. Para más información ver, entre otros: «Veinte aclaraciones sobre el Decreto para la protección de la cultura en los espacios públicos», La Jiribilla. Disponible en: www.lajiribilla.cu/articulo/veinte-aclaraciones-sobre-el-decreto-para-la-proteccion-de-la-cultura-en-los-espacios-publicos. Consultado 03/06/2021.

[3]Movimiento San Isidro (MSI): Con sede en el capitalino municipio Habana Vieja, se presenta como un «proyecto cultural y comunitario». En la práctica actúa como un grupo de activistas políticos antigobierno, liderado por Luis Manuel Otero Alcántara. Los medios estatales, partidistas y organizacionales cubanos han denunciado reiteradamente sus vínculos con funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, así como la recepción de fondos de Organizaciones No Gubernamentales radicadas en el exterior y otras entidades vinculadas a las agencias estatales del Gobierno estadounidense. Sus demandas y acciones son divulgadas a través de las diversas plataformas digitales, medios que reciben financiamiento desde fuera de Cuba y periódicos o televisoras situadas en el circuito de la «gran prensa» o adscritas a organizaciones políticas de derecha.

[4]27N: El 27 de noviembre de 2020 entre dos y tres centenares de personas se congregaron frente al Ministerio de Cultura de Cuba exigiendo un encuentro con el ministro del ramo para abordar el tratamiento dado a los miembros del MSI, y otros derechos referidos a la libertad de expresión y creación artística. Una delegación de 30 personas se reunió, finalmente, con un viceministro de Cultura y dirigentes de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). El simbolismo de este acontecimiento derivó en la plataforma digital y el grupo con similar nombre (27N). Varios participantes en la concentración del 27 de noviembre, así como analistas, han señalado que el accionar en estos escenarios fue cooptado por el grupo de los participantes en la «sentada» más radical y confrontacional en su oposición al Gobierno.

[5]Rafael Hernández: Anatomía del 27N cubano y su circunstancia. Nueva Sociedad, enero de 2021. En https://nuso.org/articulo/anatomia-del-27n-cubano-y-su-circunstancia/. Consultado 22/04/2021.

[6]Más recientemente hemos asistido a los llamados para una intervención militar contra Cuba, cartas abiertas a Biden para que condicione la «flexibilización» de la política hacia la isla y una dilación, en la práctica, por parte de la actual administración Demócrata, de sus promesas de campaña en este sentido.

[7]Un acercamiento a estos problemas puede leerse en el Editorial «La respuesta no es policial, es política», La Tizza: www.rebelion.org/la-respuesta-no-es-policial-es-politica. Consultado 12/05/2021.

[8]Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez: Discurso pronunciado en la clausura del 8vo. Congreso del Partido, en el Palacio de Convenciones, el 19 de abril de 2021, Presidencia y Gobierno de la República de Cuba, Palacio de la Revolución, 2021. Disponible en: www.presidencia.gob.cu/es/presidencia/intervenciones/discurso-pronunciado-por-miguel-mario-diaz-canel-bermudez-primer-secretario-del-comite-central-del-partido-comunista-de-cuba-y-presidente-de-la-republica-de-cuba-en-la-clausura-del-octavo-congreso-del-partido/. Consultado 12/05/2021.

[9]Roberto Regalado: «Planteamiento de la hipótesis: acumulación de problemas propios, doble filo del bloqueo y reflujo de la izquierda latinoamericana», de la serie El «Triángulo de las Bermudas» por el que navega Cuba, La Tizza: www.latizzadecuba.medium.com. Consultado 14/04/2021.

[10]Ídem.

[11]En su discurso de clausura del 8vo. Congreso del PCC, Miguel Díaz-Canel (ob. cit.) expresó: «Nadie con un mínimo de honestidad y con datos económicos que son de dominio público puede desconocer que ese cerco constituye el principal obstáculo para el desarrollo de nuestro país y para avanzar en la búsqueda de la prosperidad y el bienestar. Al ratificar esta verdad, no se intenta ocultar las insuficiencias de nuestra propia realidad, sobre lo que hemos abundado bastante. Se trata de responder a los que con cinismo difunden la idea de que el bloqueo no existe».

[12] Roberto Regalado: ob. cit.

[13] Darío Alejandro Escobar, Katia Sánchez, Fidel Alejandro Rodríguez, Daylin Pérez de la Rosa, y Rafael Hernández, «Redes sociales: ¿con todos y para el bien de todos?» (versión íntegra), blog Catalejo, Temas: www.cubarte.cult.cu/revista-temas/redes-sociales-con-todos-y-para-el-bien-de-todos-version-integra/. Consultado 20/04/2021.

[14] Ídem.

[15]Amaia Pérez Orozco: Prólogo a Mercado o democracia. Los tratados comerciales en el capitalismo del siglo xxi, Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate, Icaria Editorial, s. a., Barcelona, 2018.

[16]Roberto Regalado: ob. cit.

[17]Darío Alejandro Escobar et. al.: ob. cit.

[18]María del Pilar Díaz Castañón: Ideología y revolución: Cuba, 1959–1962, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, p. 116.

[19]Ibídem, pp. 116–117.

[20]Frank García Hernández: «¿Qué son las izquierdas (en Cuba)?», carta abierta al periodista Darío Alejandro Escobar, Tremenda Nota: www.tremendanota.com. Consultado 26/04/2021.

[21]Félix Ovejero Lucas: «Mirada atrás, después de la derrota», Revista de Libros, Segunda Época, no. 83, España, noviembre de 2003.

[22] Ídem.

[23] Ídem.

[24] «El 2 de enero, Fidel Castro, el carismático líder de Cuba, declaró 1968 como el Año del Guerrillero Heroico en memoria de Ernesto Che Guevara, asesinado en Bolivia el octubre previo. Un Congreso Cultural en La Habana, con la participación de cuatrocientos intelectuales de América y Europa, enfocó el entusiasmo internacional por la Revolución cubana», Geoff Eley: Forging Democracy. The History of the Left in Europe, 1850–2000, Oxford University Press, Reino Unido, 2020, p. 341.

[25] Fernando Martínez Heredia: «Cultura y cubanía. Libertad y justicia social», Andando en la historia, Ruth Casa Editorial e Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, La Habana, 2009, p. 11.

[26] «En la tercera década del siglo la revolución en Cuba tiene ya tareas que solo podrá resolver la dictadura revolucionaria de los trabajadores. La liberación nacional y la liberación social se condicionarán mutuamente: el antimperialismo es el índice principal de la lucha, y él continuará y profundizará el ideal de Martí». Presentación de Pensamiento Crítico, no. 39, abril de 1970, número especial, La Habana.

[27] Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba (IHMCRSC): El movimiento obrero cubano. Documentos y artículos, tomo II, 1925–1935, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1977; Julio Antonio Mella: Mella. Documentos y artículos, IHMCRSC, La Habana, 1975; Víctor Casaus: Pablo: con el filo de la hoja, Unión, La Habana, 1983; Pablo de la Torriente Brau: Cartas cruzadas (selección, prólogo y notas de Víctor Casaus), Letras Cubanas, La Habana, 1981; Rubén Martínez Villena: Poesía y prosa, Letras Cubanas, La Habana, 1982; Olga Cabrera: Alfredo López, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1985; Olga Cabrera: Antonio Guiteras: su pensamiento revolucionario, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1974; Olga Cabrera: Guiteras, la época, el hombre, Arte y Literatura, La Habana, 1974; José Tabares del Real: Guiteras, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1973.

[28] Raúl Roa García: El fuego de la semilla en el surco, Letras Cubanas, La Habana, 1982; Leonel Soto Prieto: La Revolución del 33, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1979; Loló de la Torriente: Testimonio desde dentro, Letras Cubanas, La Habana, 1985.

[29]Juan Valdés Paz: La evolución del poder en la Revolución cubana, tomos I y II, Rosa Luxemburg Stiftung Gesellschafts analyse un Politische Bildunge, México, 2018.

[30]«La respuesta no es policial, es política», Editorial de La Tizza: www.rebelion.org/la-respuesta-no-es-policial-es-politica. Consultado 12/05/2021.

[31]Fernando Martínez Heredia: «Problemas del socialismo cubano», Cuba en la encrucijada, Ruth Casa Editorial y Editora Política, 2017, p. 36.

[32] Juan Marinello: «Veinticinco años de poesía cubana», Ensayo cubano del siglo XX, Rafael Hernández y Rafael Rojas, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, p. 116.

Tomado de: La Tizza

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Las remesas que no llegan

Por Rosa Miriam Elizalde

Con el dinero que gana limpiando casas en la mañana y una oficina en la noche, Virgen Elena Pupo, migrante cubana de 47 años, ha logrado sacar adelante a su familia en Washington DC, pero no ha podido ayudar a sus padres en Holguín, separada de ellos por más de 2 mil kilómetros. A la ciudad del noroeste de Cuba, golpeada en estos días con el incremento de casos de Covid-19, no llegan ni vuelos ni remesas de Estados Unidos por las políticas de Donald Trump que ha mantenido Joe Biden.

Una semana antes de las elecciones en Estados Unidos, el 27 de octubre de 2020, Trump emitió su última medida contra la isla. Incluyó entonces en la Lista Restringida de Cuba a la empresa financiera cubana Fincimex, contraparte de Western Union, con el pretexto ridículo de que pertenece a la corporación empresarial cubana Gaesa.

La medida cortó de golpe los canales para remesas, y los ancianos padres de Virgen Elena, en medio de la epidemia, no han podido recibir ninguna ayuda.

Este lunes, Fincimex anunció en un comunicado retrasos en las entregas de remesas que llegan a Cuba por terceros países, debido a la dificultad de encontrar instituciones financieras que autoricen las operaciones. La inclusión de esta empresa en la lista de entidades restringidas por el Departamento del Tesoro estadunidense, “sigue generando en el sector bancario internacional temores a aceptar operaciones dirigidas a la entidad y tendencias a limitar su alcance”.

Es una situación contra toda lógica. Las remesas han salido al rescate de las familias castigadas por el coronavirus en todo el mundo. Según el Banco Mundial, el envío de dinero de los emigrados a sus familiares superó en 2020 la suma de la inversión extranjera directa (259 mil millones de dólares) y la ayuda oficial al desarrollo (179 mil millones) de los países en desarrollo. Por ejemplo, en los primeros seis meses de 2021, las remesas tuvieron un crecimiento histórico en México, como dio cuenta recientemente La Jornada. Alcanzaron 23 mil 681 millones de dólares, 22.4 por ciento más que igual periodo del año anterior.

“Mientras el Covid-19 sigue devastando a las familias de todo el mundo, las remesas siguen siendo un salvavidas fundamental para los más pobres y vulnerables”, comentó a propósito Michal Rutkowski, director mundial de Protección Social y Empleo del Banco Mundial. Esto pasa en México y en todas partes. Los envíos regulares que hacen los migrantes latinoamericanos pobres a sus familias se han convertido en vitales para muchas de las economías de la región. Generalmente son los trabajadores pobres quienes mandan hasta ocho veces por año sumas pequeñas sacándolas de donde no tienen. Han sido el segundo ingreso de México durante años y cerca o más de 20 por ciento del producto interno bruto de Honduras, El Salvador, Guatemala y otros países. Protegen a millones de personas. ¿Por qué lo hacen, por qué tanto sacrificio? Las encuestas dicen que la explicación de este gran gesto solidario de enorme impacto macroeconómico está ante todo en la familia. Lo hacen por inspiración moral, por lealtad a sus padres, hermanos, hijos y sobrinos.

En un estudio realizado en 2006 sobre las remesas y su impronta en la familia cubana, el investigador Edel Fresneda Camacho reconocía que esta ayuda no se destina a la inversión productiva. “Constituye una fuente importante de ingresos para las familias receptoras, de su capacidad de consumo y ahorro e implican un mejoramiento en las condiciones de vida”, que en el caso de Cuba incluye la posibilidad de invertir en un pequeño negocio particular.

Él y otros investigadores han dado cuenta de los escarceos manipuladores de Washington en este frente. En los años 90, durante la crisis conocida en Cuba como el Periodo Especial, Estados Unidos reforzó el cerco económico. Bill Clinton prohibió de agosto de 1994 a 1998 las remesas excepto bajo condiciones estrictamente humanitarias: enfermedad o en casos de personas con permiso oficial de inmigración. Bush impuso restricciones aún más crueles, al permitir sólo visitas a la isla, una vez cada tres años, si se trataba de familiares muy cercanos –los tíos y primos no eran considerados “familia”–.

Aun así, la remesa se las ingenió para continuar llegando a la isla. Hasta ahora. Sin oficinas de Western Union, sin posibilidad de envíos por DHL, con bancos bajo intimidación y vuelos suspendidos a todas las provincias –salvo los muy limitados a La Habana–, a Virgen Elena sólo le queda esperar que sus ancianos padres resistan la pandemia. Y ruega cada día para que el sentido común tome posesión en la Casa Blanca, ubicada a sólo dos cuadras de la oficina que ella limpia en las noches con la terca voluntad de seguir sacando a flote a sus seres queridos.

Tomado de: La Jornada

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