(VIDEO) Posada Carriles: El terrorista predilecto de la CIA

Reseña del documental: Ruta del terror (Primera Parte) de la serie, “Las Razones de Cuba”.

 

En cada lugar, lo que se pedía era ‘más objetividad’. Me preguntaban

por qué no habíamos ido también al otro bando para ser objetivos.

Mi respuesta era que un documentalista debe tener una opinión formada en

cuestiones tan vitales como el fascismo o el antifascismo, debe tener

sentimientos sobre ello si su trabajo aspira a tener valor…

Joris Ivens

 

Cuando meditaba en como comentar la serie documental: Las Razones de Cuba, el principal escollo que avizoraba era el “público”, el lector. Muchos años de manipulación informativa, de tergiversación de la historia y de los principales hechos vinculados al terrorismo contra Cuba, son como una “página en blanco”.

El manejo distorsionado de la noticia.  La transfiguración de la realidad o el sobredimensionamiento de los acontecimientos, se incorporan como fases que transitan en un permanente reciclado. Estos ejes están materializados en los grandes medios de comunicación que no son instrumento –como apuntan algunos-, son parte protagónica de la ejecución de esa política. De esa estrategia que aspira a nublar la esencia y el rumbo de la Revolución Cubana.

Vivimos HOY en una cultura de la virtualidad informativa. Asentado en la integración de la comunicación electrónica, el fin de la audiencia de masas y el desarrollo de las redes interactivas. Son estrategias para construir espacios divisorios entra las naciones, las culturas y las sociedades. “Nos desarrollamos” en un escenario tejido por la fragmentación de las ideas donde lo esencial se diluye. Los valores se reconducen o se encubren de manera burda hacia otros derroteros. Pululan inventados o tomados de la realidad, expuestos con otras vestiduras.

La aportación que hace el dueto Gotari-Barbáchano en su libro: El Cine, es oportuna en este sentido: “Un filme no es un islote aislado de la realidad, es obra de un equipo inmerso en una problemática, en unas circunstancias estéticas y sociales precisas. Quien esté al tanto de todo lo anterior, no será manipulado y se integrará mejor con la obra”.

Estos teóricos del cine documental plantean una idea que desde la lógica tiene sentido. Afirman que como espectadores, reconocemos y diferenciamos la realidad de la no ficción y al mismo tiempo, recapitulamos un conocimiento ya adquirido. Somos espectadores con historia.

Objetivamente esta tesis obvia un debate dentro del campo de la historiografía, en la que engarzan otras disciplinas relacionadas o afines a esta ciencia. Todas ellas, muy necesarias en tiempos donde la verdad se tambalea sobre una gran sartén en aceite caliente.

No se puede obviar que en los últimos años, la visión que se tiene en torno a Cuba está subrayada por una fuerte y sostenida construcción de una supuesta disidencia interna -ejecutada por los grandes medios de comunicación-, que debe de ser calificada como: “Mercenarios al servicio de una potencia extrajera”. Al servicio de la primera potencia del mundo: el gobierno de los Estados Unidos. Estas acciones cuentan con la complicidad activa o silente de los gobiernos occidentales.

Nombres como Luis Posada Carriles, Orlando Boch, Ernesto Cruz León, Francisco Chávez Abarca, Otto René Rodríguez, Nader Kamal Musallan, María Elena González o Jazid Iván Fernández –entre otros-, forman parte de la lista de algunos de los terroristas cubanos, salvadoreños y guatemaltecos que han desarrollado o planeado actos hostiles contra Cuba.

Estos terroristas han quedado en la memoria pasada y reciente de los cubanos que -para buena parte del mundo- le son ajenos. Pero los nombres no son nada sin los hechos que les define, que les hacen visibles. La cronología criminal de estos asalariados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), está perfectamente documentada por los anales de la historia.

La clave política e histórica de esta primera entrega cinematográfica, expone la perversa idea de la contrarrevolución cubana -asentada en Miami- en pretender sostener y fabricar una “oposición” dentro de la nación cubana. Una contrarrevolución, que es continuidad y heredera de los más viles y sanguinarios esbirros del dictador Fulgencio Batista. Han desarrollado en más de cincuenta años de Revolución Cubana, toda una escalada de actos terroristas que aspiran a desestabilizar a la nación cubana para justificar una intervención militar externa. El antecedente histórico, la fallida invasión a Playa Girón truncada en 72 horas en el año 1962.

En esta primera parte de la serie hay dos ejes argumentales que debemos tener en cuenta. La contratación de mercenarios de Centroamérica por parte del terrorista Internacional de origen cubano, Luis Clemente Posada Carriles para ejecutar planes criminales en Cuba.

La vinculación de la CIA y de los grupos cubanoamericanos asentados en Miami que apoyan estas acciones bajo el amparo de los gobiernos de la Casa Blanca. Estos son los acentos de esta puesta audiovisual.

Ruta del terror (Parte I), desdobla una suma de hechos vinculados con los actores de esta entrega. Retroalimentando el eje temático con los principales actos terroristas acaecidos en más de 50 años de Revolución. En el filme se despliega toda una retrospectiva, que está debidamente justificada para contextualizar los hechos más recientes.

La hoja de ruta cinematográfica está encaminada hacia finales de los años 90, período donde se produjeron una serie de atentados en los principales hoteles y centros turísticos de la capital de Cuba.

El testimonio es la principal fuente de información de este capítulo, pero no estamos hablando de testimonios secundarios o conexos con los hechos que se abordan en el filme.

Tenemos la oportunidad de conocer, -de primera mano-, las declaraciones de los terroristas que perpetraron esta cadena de sucesos, que se desarrollaron en lugares tan emblemáticos como, El Hotel Nacional de Cuba y La Bodeguita del Medio. O en instalaciones hoteleras como el Hotel Capri, la discoteca Aché de Hotel Meliá Cohíba o el ya célebre Hotel Copacabana. En este recinto murió el joven italiano Fabio Di Celmo víctima de uno de los artefactos colocados por estos asesinos a sueldo. Otras instalaciones como el Hotel Tritón y el Chateau Miramar se incluyeron en esta escalada de violencia.

La cámara se desdobla en la búsqueda del gesto, en la mano contenida de personajes execrables, que “hacían su trabajo” por 2.000 dólares por cada artefacto detonado. El sonido filtra el silencio para develar los tonos de voz. La cámara los acompaña para socializar la manera en que gestaron estos actos. Las particularidades y modos en que hacían su labor mercenaria, son parte esencial de un filme que refuerza su papel como obra documental. Como documento que contribuye a delinear la historia.

En este capítulo se incorporan las declaraciones del autor de estas acciones, -Luis Posada Carriles-, quién expresa ante la periodista contrarrevolucionaria María Elvira Salazar su acostumbrada verborrea desfachatada y cínica: “Yo de cualquier hecho dentro del territorio cubano en contra del régimen de La Habana me responsabilizo totalmente”. En otra parte de su palabrería expresa: “Se están gestando otro tipo de sabotajes dentro de Cuba”.

Sus palabras no tuvieron -por parte del gobierno de los Estados Unidos y las instituciones jurídicas- ninguna connotación legal. Estamos ante el retrato de la impunidad. Ante un terrorista con una hoja de servicio acta para tribunales penales.

Estas declaraciones son muy significativas pues la supuesta “disidencia” interna era en realidad la acción de ciudadanos centroamericanos, pagados para hacer el trabajo sucio. Para “exponer” ante el mundo la existencia de una “fuerte oposición al régimen castrista” -como suelen apuntar-, cuando se refieren a la mal llamada “oposición” de la Revolución Cubana.

El filme completa este capítulo con una declaración de la Fundación Nacional Cubano Americana radicada en Miami. Publicada en el diario The Miami Herald, al calor de estos acontecimientos, que cierra -de manera acertada- el triángulo de los actores de esta suma de acciones terroristas. “Incidentes de rebeldía que durante las últimas semanas se vienen sucediendo a través de la Isla y que la Fundación Nacional Cubano Americana respalda sin ambages ni reparos tales actos”.

Ruta del terror (Parte I), completa la “familia” asentada en Miami, con retratos periodísticos de otras organizaciones de perfil violento como Alfa 66 o Comando F4, que continúan activas y que desarrollan -con total impunidad- “su agenda” en el territorio de los Estados Unidos.

La presencia en el Estado Español de una “oficina” secreta de la organización criminal Alfa 66 -subsede de su Matriz en Miami-, tampoco tuvo efecto legal. Ni por el gobierno “socialista” del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, ni por el ejecutivo que preside el reaccionario Mariano Rajoy.

El documental tiene el acierto de construir retratos y conexiones entre estos personajes de deplorable catadura moral con las organizaciones afincadas en Miami y los Congresistas Cubanoamericanos. Estos desarrollan una intensa labor de lobby en los Estados Unidos y en otras naciones, para mantener una permanente política de hostilidad contra el gobierno y el pueblo cubano.

La voz en off del compañero Fidel, -que sobre estos hechos realizó un discurso para el pueblo cubano el 20 de mayo de 2005-, es parte de la plataforma narrativa de esta obra cinematográfica. Oportuna para conducir al espectador desconocedor de hechos de este calibre, que son reiteradamente anulados o simplificados por los mass media de Occidente.

La etnógrafa argentina Rosana Guber, en torno a la entrevista como instrumentación de investigación e interacción comunicativa apuntaba una idea que está materializada en este capítulo. “las preguntas y respuestas no son dos bloques separados sino partes de una misma reflexión y una misma lógica, que es la de quien interroga: el investigador”.

El arte de entrevistar es inherente del cine documental. Sus cualidades como parte de un todo son esenciales cuando se trata de dar a luz, hechos históricos pretéritos de connotación universal. Es obvio, pero cabe recordar que el terrorismo es una lacra que transciende las fronteras de un país.

Esta herramienta se integra en el filme, para lograr un resultado que busca un acabado cinematográfico donde no solo se aprecia el contenido que aborda el documental. La manera en que es tratado esta técnica investigativa en toda la serie contribuye a visualizar y moldear un sello en cada uno de los capítulos, tema que abordaré en otras partes de Las Razones de Cuba.

La coherencia en la red instrumental que mueve está pieza cinematográfica, parte de relaciones profundas que le dan un sentido a la película y está reflejada a diferentes niveles siendo los significantes: el grafismo cinematográfico, la entrevista en su papel testimonial, la cronología y la retrospectiva puntual en “complicidad” con la banda sonora que cubre esa zona de “huecos” propios del arte cinematográfico.

Para muchos de los que nos movemos en los territorios del cine documental, tomamos como referente conceptual la obra de Bill Nichols: La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental. Su libro, reeditado en buena parte del mundo es considerado “la Biblia del género. En este texto, hay una idea que expresa el autor que los creadores no podemos olvidar: “El estatus del cine documental como prueba del mundo legitima su utilización como fuente de conocimiento“. Esta es una encomienda explícita de la serie. La verdad ha de ser “expresada” y multiplicada en cada rincón del mundo.

Dentro de una dimensión universal  mucho más amplia, registrar un mundo, un espacio y un tiempo en el que habitamos, exige la manifestación de un ideal en nuestra cultura, en nuestra sociedad: el territorio de la verdad. Las Razones de Cuba, se empeña en ese principio para ponerla en el lugar que le corresponde.

Este filme tendrá su estreno en la “Pantalla Fílmica” de CineReverso, el próximo sábado 28 de abril.

www.razonesdecuba.cubadebate.cu

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