Aquí y ahora

Fotograma de la serie Cuentos de Ñañaseré, de José Martín Díaz

Por Rebeca Chávez

¿Una nueva fórmula de producción para el cine de animación? ¿Qué está pasando con los artistas independientes de dibujos animados? La preocupación que comparten los directivos Ester Hirtzel y Aramís Acosta es intentar renovar este discurso. Seguramente no imaginaron que por esos días verían el clip animado que con solo 13 años hiciera Olivia Solano y, además, la oyeran decir: «Todavía no me lo creo, más sabiendo que mi obra se basa en un tema musical de Liuba María Hevia».

Era posible el camino para incentivar –de alguna manera– a los escritores y guionistas a que salieran, se movieran un poco del contar repetido de historias fáciles y moralejas evidentes. Buscar alianzas, asumir riesgos valía la pena. Hacer trabajos conjuntos con animadores independientes se fue imponiendo como idea. Sabían que estaba listo el escenario, contaban con anteriores experiencias, ahora tenían un espacio legal para operar, pero faltaban las obras, y llegaron de Villa Clara, Camagüey, Holguín y La Habana los resultados de esas alianzas. En enero de 2021 ya se habían recibido los siguientes guiones:

De Palma Films Producciones, de Camagüey: Cerdos (Dir. Keiter Castillo) y Tu estrella (Dir. Henry de Armas).

De Deja que te coja producciones, de Villa Clara: Serie de Cuentos de La Tía Li (Se unen a niños de la comunidad de entre ocho y 12 años en los talleres infantiles. Constituye un homenaje a Norma Martínez, que tanto impulsó esta idea).

De Estudio Nodo, de Holguín: Serie de cuentos para despertar la primavera.

De Cucurucho Producciones de La Habana: Serie Galaxia –K (diez capítulos) y Unesco Click (cinco capítulos).

En perspectiva, de Palma Films Producciones, de Camagüey, Las tres hermanas, de Heidi Almarales (adaptación del cuento de Eliseo Diego). También Los animados Cabildo Real, Jabones animados y el videojuego Xnova, todos de Henry de Armas. Y de Lídice Fernández, Panchito el elefantico y Lo que dice la maestra.

Empiezan a hacerse realidad las ideas, los proyectos de y con productoras y creadores empeñados en hacer cine de animación. Se proponen contar historias diversas, cuentos de cómo dos hombres hacen el mismo trabajo, pero ambos tienen aspiraciones diferentes en la vida, de padres que hacen los mayores sacrificios por sus hijos, de los miedos del niño por creer en los fantasmas. Están las artes marciales, un deporte de disciplina. No falta una historia de hadas, duendes, magos para el cuidado de la flora y la fauna, y una serie (Unesco Click) se propone enseñar el mundo de la animación, sus procesos y diferentes formas de hacer y aspira a abrir más el universo participativo de niños y adolescentes.

Continúa haciéndose en Animados Icaic la producción del largometraje La Súper, de Ernesto Piña. De la serie Fernanda se han terminado cinco capítulos y ocho están en proceso.

Por su parte, Cuentos de Ñañaseré, de José Martín Díaz, ha continuado apostando por los clásicos de la literatura infantil recreados con nuevos códigos visuales y adaptados también a los nuevos códigos de consumo.

Un grupo de artistas del catálogo de Bis Music, encabezados por Adrián Berazaín, Annie Garcés y Christopher Simpson, se encargan de los temas musicales de la serie Mini, Misu, Miau, de Luis Ernesto González. Ya hay dos temas totalmente terminados, Mini, Misu, Miau y Soy Valentín. Cuentos para Federico, de Maikel Chávez, ha devenido un producto transmedial de spots de bien público a serie para Radio Progreso. Esperamos tener un capítulo piloto antes de finalizar el año.

Lo más significativo de esta acción es que, además de la producción extendida y multiplicada, quedaron más de diez proyectos, ideas en distintas fases de desarrollo en una suerte de lista de espera para su análisis y evaluación.

Por los 25 años de salida al mercado del disco Travesía mágica, de Liuba María Hevia, varios realizadores asumieron compartir el placer de darles vida a títulos que aún no contaban con un clip y en esas aventuras contamos, por ejemplo, con Rubén Darío Salazar y su Teatro de las Estaciones, hasta la novedad del nacimiento de la más joven creadora de animados cubanos, la muy creativa Olivia.

Para el semiólogo Roland Barthés, «la era de la fotografía es también la de las revoluciones, de las contestaciones». Él no podía profetizar la revolución de las redes sociales, que al alcance de la mano subvertirían el mundo de las comunicaciones, la vida personal de cada uno de nosotros y, de manera sorprendente, la de jóvenes y niños convertidos en protagonistas.

Ellos, que «nacen» digitales, se apoderan de las pantallas de computadoras, de móviles inteligentes y lo hacen como una extensión de sus manos, de su pensamiento y, sobre todo, desatan su imaginación. Ni el entrañable mambí Elpidio Valdés, de Juan Padrón, con sus legendarias cargas contra Resóplez, intuyó que aquí y ahora se ha desatado una revuelta de participación sin fin entre los jóvenes y niños, objetos y sujetos al mismo tiempo. Eso es lo que hace verdaderamente retadora y compleja la producción de cine de animación. No desconectarse de estos insaciables espectadores es un desafío importante.

Tomado de: Granma

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