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El poder político de Facebook

Stuart McReath (Reino Unido)

Por Thierry Meyssan

Facebook como red social

La red social Facebook es el principal actor político de internet. El 1º de enero de 2021 Facebook ‎contaba 2 850 millones de usuarios que se conectan a esa red social al menos una vez al mes y ‎cada día se conectaban a ella 1 880 millones de personas. Facebook censura con regularidad ‎mensajes que incluyen imágenes de personas desnudas o de actividad sexual, mensajes de acoso, ‎discursos de odio, marcas comerciales falsificadas y textos que clasifica como «spam», ‎propaganda terrorista o mensajes de violencia, censura que ejerce mediante el uso de una ‎‎«inteligencia artificial» con resultados particularmente imprecisos o inexactos e injustos. ‎Además, Facebook se arroga la prerrogativa de cerrar las cuentas de los usuarios a los que ‎considera «peligrosos», ya sea porque los ha censurado repetidamente o porque son personas ‎vinculadas a «enemigos de Estados Unidos». ‎

Facebook es actualmente una compañía gigantesca que incluye Instagram, Facebook Messenger, ‎WhatsApp, Oculus, Workplace, Portal y Novi. El personal de Facebook se compone de ‎‎60 000 personas. ‎

Facebook como entidad emisora de moneda

Facebook tiene ahora su propia moneda –la Libra– como si fuese un Estado. La Libra de ‎Facebook –también designada como Diem– está adosada a una cesta de divisas que se compone ‎de dólares estadounidenses (50%), yenes japoneses (14%), libras esterlinas británicas (11%) y ‎dólares de Singapur (7%) [1].‎

Al disponer de una moneda que los sitios de venta por internet comienzan a aceptar, ‎Facebook está construyendo una economía paralela, simultáneamente virtual y global, pero más ‎importante que las economías de numerosos Estados. ‎

Facebook y sus usuarios

Facebook está recurriendo a sus usuarios para detectar las cuentas que violan sus reglas. La ‎red social crea expedientes sobre cada uno de sus “informantes” y les atribuye calificaciones ‎‎ [2]. ‎

Aunque dice tratar a todos los usuarios por igual, Facebook tiene una lista secreta de ‎‎5,8 millones de VIP (Very Important Person) a quienes exime de las reglas que impone a ‎los demás. Esos privilegiados son los únicos usuarios de Facebook que pueden escribir, decir o ‎mostrar cualquier cosa [3]. ‎

Cambridge analytica y la NSA

Los datos personales de al menos 87 millones de usuarios de Facebook fueron “aspirados” por la ‎compañía británica Cambridge Analytica –propiedad del multimillonario estadounidense ‎Robert Mercer y de Steve Bannon, quien fue consejero de Donald Trump– y su filial canadiense ‎AggregateIQ [4]. Toda esa enorme cantidad de datos personales fue utilizada para hacer llegar a ‎millones de personas mensajes elaborados específicamente para ellas en función de sus ‎intereses, convicciones políticas o religiosas, etc. ‎

Todo ese cúmulo de datos personales fue utilizado al menos: para la elección del primer ministro de la India, Narendra Modi, en 2014 [5];‎ en 44 elecciones locales estadounidenses, durante el año 2014;‎ a favor de la campaña electoral de Mauricio Macri, quien acabó siendo electo presidente ‎de Argentina, en 2015;‎ para Nigel Farage, durante el referéndum británico sobre el Brexit, en 2016;‎ y sobre todo, en la campaña electoral previa a la elección presidencial de 2016, en ‎Estados Unidos, sucesivamente a favor de Ben Carson, de Ted Cruz [6], y finalmente para Donald Trump y el director de su campaña electoral… Steve Bannon. ‎

Según el semanario británico The Observer, entre los empleados de Cambridge Analytica había ‎numerosas personalidades provenientes del complejo militar-industrial británico y de los servicios ‎de propaganda del MI6 [7].

Y es probable ‎que eso sea sólo la punta visible del iceberg: el denunciante estadounidense Edward Snowden ‎ha revelado que Facebook se integró a la red ultrasecreta de espionaje electrónico PRISM ‎autorizando el acceso de la National Security Agency (NSA) a los datos personales de todos ‎sus usuarios. Lo que sigue sin saberse es qué uso da la NSA a todos esos datos. ‎

Según Newton Lee, ex investigador en el Institute for Defense Analyses, el programa secreto ‎PRISM de espionaje global de las comunicaciones es una expresión del proyecto ‎Total Information Awareness (TIA), cuyo nombre en español sería “Conocimiento Total de la ‎Información”, proyecto desarrollado por el almirante John Poindexter, cuando Donald Rumsfeld ‎era secretario de Defensa de George Bush hijo, en el marco de la agencia del Pentágono para el ‎desarrollo de proyectos militares avanzados (DARPA, siglas en inglés de Defense Advanced ‎Research Projects Agency) [8]. ‎

La implicación personal de Mark Zuckerberg a favor de Israel

En 2011, Facebook censuró, a pedido de Israel, las cuentas de usuarios que llamaban a un ‎levantamiento en los territorios palestinos. ‎

En 2012, Mark Zuckerberg se implicó a favor del entonces presidente de Israel Shimon Peres. ‎Zuckerberg supervisó personalmente la creación y la promoción del sitio web oficial de Peres y ‎creó para él un video titulado «Be my friend for peace» (“Sé mi amigo por la paz”), donde ‎aparecían el presidente de Francia Nicolas Sarkozy, el primer ministro británico David Cameron, ‎el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y hasta la reina de Inglaterra Isabel II.‎

En 2015, Facebook decide que el Hezbollah libanés y la República Árabe Siria son «organizaciones ‎terroristas» y cierra las cuentas de televisoras como la libanesa Al-Mayadeen –en aquel momento ‎el canal de televisión informativo que más se veía en todo el mundo árabe–, Sama TV y ‎Ad Dunia –dos televisoras públicas sirias– y Al Ikhbariya –un canal sirio privado– pero pone varios ‎‎«formadores» a la disposición de los yihadistas que tratan de derrocar el gobierno sirio. ‎

Por cierto, es importante destacar que Facebook no censura todos los «mensaje de odio y de ‎violencia»… todo depende de quién los emite, así que Facebook estimula las cuentas de ‎opositores y yihadistas que divulgan información personal (nombres, direcciones y fotos) de ‎personas favorables al gobierno sirio, facilitando así que sean asesinados. ‎

El proyecto político de Facebook

En 2010, la revista Nature publicaba un estudio sobre «Un experimento de influencia social y de ‎movilización política sobre 61 millones de personas» [9]. Los investigadores de la Universidad de California muestran ‎que los mensajes políticos que aparecen en Facebook durante la elección mid term ‎estadounidense tienen un impacto muy importante no sólo sobre los usuarios de esa red social ‎sino también entre los amigos de esos usuarios y hasta entre los amigos de los amigos. ‎

En 2014, a espaldas de sus usuarios, Facebook realiza un estudio sobre «Evidencia experimental ‎de contagio emocional a gran escala a través de las redes sociales» [10].‎

En 2018, Facebook establece una asociación con el Atlantic Council, influyente think tank ‎subvencionado por la OTAN, para «promocionar el liderazgo y la implicación de Estados Unidos ‎en el mundo, con sus aliados». El objetivo específico de esa asociación es garantizar «la ‎utilización correcta de Facebook en las elecciones en el mundo entero, vigilando la desinformación ‎y la interferencia extranjera, ayudando a educar a los ciudadanos y la sociedad civil» ‎‎ [11].‎

Y finalmente, en 2020, Facebook se implica en la política colonialista con su proyecto 2Africa de ‎instalación de un cable submarino alrededor de todo el continente, cable que conectaría todos ‎los puertos de África pero sin internarse en el continente [12]. El objetivo es conectar sólo a las élites que participan en el saqueo del continente ‎enviando sus riquezas a Occidente. ‎

Para las cuestiones internacionales, Facebook tiene como director de relaciones públicas al liberal-‎demócrata británico Nick Cleg, quien fue segundo de David Cameron cuando este último era ‎primer ministro. ‎

Mientras tanto, a la cabeza de Facebook Francia está Laurent Solly, quien fue jefe del equipo ‎de trabajo del presidente Nicolas Sarkozy. Cuando Sarkozy fracasó en su intento de reelegirse ‎como presidente de Francia, Solly pasó a ocupar el segundo puesto más importante en la ‎jerarquía de la televisión privada francesa TF1. Está casado con Caroline Roux, periodista estrella ‎del canal de la televisión pública francesa France2. ‎

En cuanto a Estados Unidos, es importante entender que Facebook no está al servicio de los ‎demócratas ni de los republicanos. Es una compañía que defiende los intereses del «Imperio ‎estadounidense» utilizando la información que recoge sobre sus usuarios y manipulando ‎las emociones de estos últimos. ‎

En ese aspecto es especialmente interesante el hecho que Mark Zuckerberg se haya planteado, ‎en 2017, la posibilidad de convertirse en presidente de Estados Unidos… sin tener que ‎presentarse a la elección. Incluso llegó a conformar un equipo de trabajo en ese sentido. El plan ‎de Zuckerberg era acercarse al Partido Demócrata para ayudarlo a forzar la destitución del ‎presidente Donald Trump y acercarse después a los republicanos para obligar al vicepresidente ‎Mike Pence, ya convertido automáticamente en presidente por la destitución de Trump, a ‎cederle la presidencia a él [13].‎

La acción política de Facebook

En 2008, el entonces candidato a la presidencia Barack Obama se apoyó en el ex vocero de ‎Facebook, Chris Hughes –director de My.BarackObama.com (MyBO) y artífice de la Obama’s ‎Online Operation (OOO)– para alcanzar y movilizar a 5 millones de electores a través de ‎Facebook [14]. ‎

En 2010, Facebook censuró WikiLeaks, el grupo que revela las prácticas del Pentágono y que, ‎por consiguiente, “atenta” contra el «Imperio estadounidense». ‎

En 2010 y 2011, la actividad de Facebook se incrementa grandemente –con el apoyo oficial del ‎Departamento de Estado estadounidense– durante las llamadas «primaveras árabes». ‎

En 2018, Facebook prohíbe la televisora satelital intergubernamental latinoamericana TeleSUR, en ‎la cual participaban entonces Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Uruguay y Venezuela. ‎

En 2020, Facebook cierra cuentas vinculadas a las fuerzas armadas de Francia en la República ‎Centroafricana y en Mali porque lo que difundían no concordaba con lo que quería ‎el Pentágono. ‎

En 2021, Facebook cierra las cuentas del presidente en ejercicio de Uganda, Yoweri Museveni, y ‎del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también en ejercicio. ‎

Facebook y los medios de difusión

Una asociación británica identificada como Full Fact ha creado una coalición entre los ministerios ‎competentes de Reino Unido y Canadá y varios gigantes de la “información” –Facebook ‎así como Twitter, Alphabet (la transnacional estadounidense propietaria de Google) y la agencia ‎de prensa británica Reuters. Objetivo proclamado: luchar contra la desinformación en la internet ‎anglófona. ‎

Facebook no se limita a “luchar” contra las «fake news». Ahora acaba de crear un programa, ‎llamado «News Innovation», de apoyo a la prensa escrita. Ese programa ya está activo ‎en Canadá, Argentina y Brasil y ha firmado contratos por más de 10 millones de dólares con ‎medios de difusión que apoyan al primer ministro Justin Trudeau, en Canadá, pero que ‎en Argentina son hostiles al presidente Alberto Fernández y a la vicepresidente Cristina ‎Fernández y al presidente Jair Bolsonaro en Brasil. ‎

La administración Biden y Facebook

La administración Biden siente inquietud ante el poder que Facebook ya posee y que sigue ‎en aumentando, incluso ve esa red social como un rival que ya delimita fronteras, hace funciones ‎de policía e imparte “justicia” y emite incluso su propia moneda. Facebook está ciertamente ‎al servicio del Pentágono y sólo le falta disponer de un ejército para convertirse en Estado. ‎

Es por eso que la administración Biden lleva a Frances Haugen al Wall Street Journal y ahora ‎hace posible su presentación ante el Senado. Por ahora, la polémica abierta se concentra en la ‎influencia nefasta de Facebook sobre niños y adolescentes. Es una manera poner a Facebook “en ‎su lugar”, pero sin plantear los aspectos políticos que acabamos de enumerar. ‎

El único que plantea actualmente el problema de la influencia política de los gigantes de la ‎actividad numérica es el ex presidente Donald Trump, quien acaba de presentar un recurso legal ‎contra Twitter por haber eliminado su cuenta cuando todavía era el presidente de ‎Estados Unidos. Trump se apoya para ello en las confidencias de varios senadores demócratas ‎que se jactaron de haber presionado a Twitter. ‎

Eso demuestra, señala Trump, que la censura contra él no es una decisión comercial sino una ‎decisión política y que viola la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, que establece ‎la libertad total de expresión. Sus abogados van aún más lejos señalando que Twitter nunca ha ‎censurado los mensajes violentos y recuerdan que los talibanes tienen su cuenta en Twitter. ‎

[1] «Fed’s Brainard: Facebook’s Libra faces ‘core set’ of regulatory ‎hurdles», Reuters Staff, Reuters, 18 de diciembre de 2019.

[2] “Facebook is rating the trustworthiness of its users on a scale from zero to 1”, Elizabeth Dwoskin, The Washington Post, 21 de agosto de 2018.

[3] «Facebook Documents Reveal Secret Elite Exempt From Its Rules», Jeff Horwitz, The Wall Street Journal, 14 de septiembre de 2021.

[4] Mindf*ck: Cambridge Analytica and the Plot to Break America, Christopher Wylie, ‎Randon House, 2019; Targeted: The Cambridge Analytica Whistleblower’s Inside Story of How ‎Big Data, Trump, and Facebook Broke Democracy and How It Can Happen Again, Brittany Kaiser, ‎Harper, 2019.

[5] «Un equipo secreto de Facebook manipula las opiniones del público», por Shelley ‎Kasli, Great Game India (India), Red Voltaire, 29 de diciembre de 2017.

[6] «Ted Cruz PsyOp», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 8 de ‎febrero de 2016.

[7] «The great British Brexit robbery: how our democracy was hijacked», Carole Cadwalladr, The Observer, 7 de mayo de 2017.

[8] «El ojo del Pentágono», por Thierry Meyssan, ‎‎Red Voltaire, 15 de febrero de 2002, y Facebook Nation: Total Information Awareness, ‎Newton Lee, Springer, 2012).

[9] «A 61-million-person experiment in social ‎influence and political mobilization», Robert M. Bond, Christopher J. Fariss, Jason J. Jones, Adam ‎D. I. Kramer, Cameron Marlow, Jaime E. Settle y James H. Fowler, Nature 489, p. 295–298, ‎‎2012. doi:10.1038/nature11421.

[10] “Experimental evidence of ‎massive-scale emotional contagion through social networks”, Adam D. I. Kramer, Jamie E. Guillory y Jeffrey ‎T. Hancock, Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America ‎‎(PNSA), Vol 111, #24, 17 de julio de 2014.

[11] «Announcing New Election Partnership With the Atlantic Council», Katie Harbath, Facebook, 17 de mayo de 2018; «U.S. think tank’s tiny lab helps ‎Facebook battle fake social media», Joseph Menn, Reuters, 7 de agosto de 2018; «Facebook’s partnership with ‎the Atlantic Council», Kevin Reed, ‎World Socialist Web Site, 8 de septiembre de 2018.

[12] «Facebook cierra el cerco sobre África‎», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 19 de junio ‎de 2020.

[13] «¿Será Mark Zuckerberg el próximo presidente de Estados Unidos?», Red Voltaire, 7 de agosto de 2017.

[14] «The Reason for the Obama Victory: It’s the Internet, Stupid», Betsy Schiffman, Wired, 11 de julio ‎de 2008; «Obama’s Wide Web», Jose Antonio Varga, The ‎Washington Post, 20 de agosto de 2008; «How Chris Hughes Helped Launch Facebook and the ‎Barack Obama Campaign», Ellen McGirt, Fast Company, 1º de abril ‎de 2009.

Tomado de: Red Voltaire

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Cerrado por vacaciones

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

En un par de notas breves, que compartí por Twitter y Telegram, comenté sobre cambios en CineReverso, una bitácora que desde sus inicios se distingue por el estimular el cine, la cultura, la historia y el periodismo.

Una de las principales transformaciones de las últimas semanas ha sido incorporar textos de otras disciplinas de las ciencias sociales que abordan problemáticas de la contemporaneidad. Otro distingo será el favorecer artículos de corte ensayístico, no solo de cine, también de otras zonas del pensamiento contemporáneo.

Se impone subrayar que este blog no renuncia a esas reseñas o entrevistas que nos actualizan sobre lo que está en producción en la cinematografía cubana y en otras regiones de este quebrado planeta.

La inclusión de pequeñas notas o reseñar de libros son parte de esos cambios sustantivos ya comentados, con una presencia diaria. Libros y publicaciones periódicas en PDF tendrán un protagonismo los fines de semana. Video ensayos y entrevistas se incluyen en esa suma de transformaciones.

Para concretar estas innovaciones este espacio se tomará unas vacaciones, desde hoy, hasta el 18 de octubre. Ese lunes retomará su sistematicidad con nueve contenidos diarios.

A los que leen y comparten regularmente sus post, muchas gracias.

Les va mi abrazo

El editor

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De Céspedes, siempre, el ímpetu

Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, abogado, periodista y poeta, excelente jinete y esgrimista, tenía en el culto a la patria, la razón de su vida.

Por René González Barrios

Parecía que la fuerza explosiva de un volcán se encerraba en su cuerpo. A primera vista, impresionaba su impronta. Su mediana estatura se agigantaba en la fuerza de sus palabras y la resolución de sus actos. Desbordaba pasión y optimismo. Era combinación perfecta de decisión y temeridad; la expresión suprema de una musa inquieta y marmórea que convirtió en poesía su más grande sueño: la Revolución. A su amigo José Fornaris, había escrito en 1852:

Todo en mi era fuego, era viveza,

todo era inquietud y movimiento:

me gustaba del monte la aspereza,

y del mar el rugido turbulento;

yo aspiraba a vencer por la victoria,

era la lucha para mí la gloria.

Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, abogado, periodista y poeta, excelente jinete y esgrimista, tenía en el culto a la patria, la razón de su vida.

Para 1842 ya era un hombre de mundo. Había estudiado en España y visitado Francia, Italia, Alemania y Turquía. En ese fecundo peregrinar, cultivó su intelecto y forjó una sólida cultura. Dondequiera que fue, llevó consigo el amor profundo a la tierra que lo vio nacer. En Barcelona, retó a duelo a un oficial español que ofendió a Cuba y los cubanos. La bala de aquel rozó las sienes de Céspedes.

La del bayamés, más certera, abatió al adversario. A su regreso a la isla, el gobierno español no tardó en identificarlo como enemigo político.

Entre 1851 y 1852, sufrió prisiones y destierros en Bayamo y Manzanillo. En 1855, por sus ideas emancipadoras, guardó peculiar prisión a bordo del vetusto buque de guerra Soberano, veterano de la batalla de Trafalgar, anclado desde 1854 en el puerto de Santiago de Cuba. Allí compartió cautiverio con Joaquín Márquez, compañero de Bolívar y comandante de los ejércitos independentistas.

En la voz del protagonista de la epopeya bolivariana, escuchó Céspedes aquella prédica revolucionaria, con la que se identificó totalmente. El peligroso maestro fue expulsado a Venezuela. A Céspedes, se le impuso los límites de la ciudad de Santiago de Cuba como prisión. Llevaría en lo adelante las ideas del libertador como guía de su pensamiento político. Años después, en plena guerra, escribiría:

“Venezuela, que abrió a la América Española el camino de la Independencia y lo recorrió gloriosamente hasta cerrar su marcha en Ayacucho, es nuestra ilustre maestra de libertad, el dechado de dignidad y heroísmo y perseverancia que tenemos incesantemente a la vista de los cubanos.

Bolívar es aún el astro esplendoroso que refleja sus sobrenaturales resplandores en el horizonte de la libertad americana como iluminándonos la áspera vía de la regeneración. Guiados por su benéfico influjo, estamos seguros de que alcanzaremos felizmente el término.”

El más bolivariano de los libertadores cubanos de la Guerra Grande, fue la bujía inspiradora del movimiento redentor. Cuando muchos se detenían a meditar ante las dificultades, convocó al embate. Para dar el ejemplo, el 10 de octubre de 1868, al grito de Independencia o Muerte, desafió al entonces poderoso imperio colonial español y liberó a sus esclavos, convirtiéndolos en ciudadanos u hombres libres.

Como profeta del destino futuro de la Patria que comenzaba a forjar, advertía en el Manifiesto que ese día enviaba a sus compatriotas y a todas las naciones: “…Cuba aspira a ser una nación grande y civilizada para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos…”

Su impronta marcó el principio de la guerra. Su impactante personalidad sirvió de imán para nuclear en torno suyo a una heterogénea masa de terratenientes, intelectuales, campesinos, esclavos, ex oficiales de las reservas dominicanas, españoles, y pueblo en general. Pronto su nombre cruzó las fronteras de la isla, y el mundo identificó en él, al Libertador de Cuba.

Para expandir el resplandor de la luz de la Revolución, incendió Bayamo convirtiéndola en santuario de la Patria. Combatiendo a España y a sus adversarios políticos, sostuvo la llama redentora hasta abril de 1869, cuando fue electo, en la Asamblea de Guáimaro, Presidente de la República de Cuba en Armas. Como visionario estratega, desplegó la guerra al campo de la diplomacia y a través de representaciones oficiales o comisiones especiales, llevó la causa de Cuba al debate político latinoamericano.

Varias naciones reconocieron la beligerancia de las armas cubanas. Los presidentes se carteaban con Céspedes transmitiéndole confianza y solidaridad. Venezuela y Colombia organizaron expediciones armadas, tres y una, respectivamente, y en su pasión latinoamericanista, se rodeó de una escolta venezolana, nombró a dos jóvenes de aquel país sus ayudantes, y al general José Miguel Barreto, ministro de la Guerra.

Para exaltar el espíritu de lucha y el carácter irreconciliable de la guerra contra España, el 10 de abril de 1870, se dirigió a los camagüeyanos en una encendida proclama en la que invocó a Bolívar:

“En el corazón de cada cubano deben estar escritas aquellas terribles palabras que en situación análoga pronunció el inmortal Simón Bolívar: “Mayor es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella, y menos difícil sería unir los dos continentes que conciliar el espíritu de ambos países.”

La política de Estados Unidos hacia Cuba, le resultó turbia. En julio de 1870 escribiría a José M. Mestre, representante de la Revolución en New York:

“[…] Por lo que respecta a los Estados Unidos tal vez esté equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación […] este es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga o proponga, sea para entretenernos y que no acudamos en busca de otros amigos más eficaces o desinteresados […]”.

Desengañado, y convencido a fuerza de golpes demoledores y ultrajes, de las verdaderas intenciones del vecino del norte, el 30 de noviembre de 1872 escribiría:

“[…] No era posible que por más tiempo soportásemos el desprecio con que nos trata el gobierno de los Estados Unidos, desprecio que iba en aumento mientras más sufridos nos mostrábamos nosotros. Bastante tiempo hemos hecho el papel del pordiosero a quien se niega repetidamente la limosna y en cuyos hocicos por último se cierra con insolencia la puerta.[…] no por débiles y desgraciados debemos dejar de tener dignidad.”

El 27 de septiembre de 1873, sus enemigos políticos lo deponen. Fue el principio del fin de la Guerra Grande, y la chispa que llevó al Zanjón. En lo adelante nada sería igual. La solidaridad internacional decayó ante la imagen de una revolución fragmentada y dividida por inescrupulosas ambiciones. Surgirían los movimientos sediciosos, cantonales, y se acentuaría el regionalismo y el caudillismo. Se fragmentaría irremediablemente la unidad.

El día de su deposición, su fiel subordinado, coronel José de Jesús Pérez, le pidió autorización para cargar contra quienes lo destituían. Se opuso resueltamente. Por él, no se derramaría jamás sangre entre cubanos. Más digno que nunca, demostrando su inigualable grandeza, aceptó disciplinadamente la decisión de sus enemigos políticos:

“…Como antes, como ahora y como siempre, estoy consagrado a la causa de la Libertad e Independencia de Cuba. Prestaré con todo corazón mi débil apoyo a cualquier gobierno legítimo…”

Una vez más, demostraba su grandeza aquel hombre derecho. Los cubanos todos recordaban la firmeza de su respuesta al capitán general Antonio Fernández Caballero de Rodas, cuando en mayo de 1870 le ofreció el perdón de la vida de su joven hijo Oscar, prisionero de España, a cambio de abandonar la revolución: “Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueren por las libertades patrias.” En la soledad de su pensamiento lloró, en la pérdida de su hijo, el martirologio de todas las familias cubanas.

El 10 de octubre de 1888, en ocasión del vigésimo aniversario del alzamiento glorioso, José Martí escribió en Nueva York para El Avisador Cubano:

«De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza como de la luz, el otro vence.»

Fue un irrefrenable quijote, arrebatado de amor, y desbordante dignidad. Fue un hombre solar.

A él, como a Fidel, rindió culto y fidelidad eterna Eusebio Leal, emulo de espíritu, ideas y acción, del hombre que encendiera la llama que hoy ilumina la forja de una nación soberana, independiente y profundamente antimperialista. La Cuba indoblegable de Céspedes y del pueblo humilde y resuelto que lo acompañó en la gran aventura de la independencia, vive orgullosa de su pasado de gloria y su presente de lucha, resistencia y victoria.

Tomado de: Cubadebate

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Entre Pandora Papers y el arte de mentir

Thodoris Tibilis (Grecia)

Por Carlos Prigollini

El arte de mentir se transforma en una práctica cotidiana de sectores privilegiados que desinforman a toda la sociedad en aras de conquistar nuevos sectores oprimidos que engrosan a las élites financieras.

Durante el año 2016 el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) nos daban suficiente información acerca de empresarios, políticos y clientes corruptos que evadían grandes sumas de dinero hacia paraísos fiscales.

Los acusados de estos delitos eran los mismos que hoy aparecen a través de la llamada Pandora Paper’s, que una vez más demuestra las empresas fantasmas y off-shore que estos delincuentes de cuello blanco mantienen en paraísos fiscales.

Allí encontramos más de 330 políticos de casi 90 países, reyes de España como Juan Carlos, escritores famosos que dan letra a gobiernos de derecha como el inefable Mario Vargas Llosa, empresarios que se han beneficiado con la estatización de sus deudas que pagarán los pueblos, presidentes que reprimen y hambrean a sus pueblos, como Macri y su familia, Piñera y sus hijos, o Duque, junto a su vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, así como también los ex presidentes colombianos César Gaviria y Andrés Pastrana. La acusación de los periodistas se extiende a los ministros de Economía y presidente de Banco Central de Brasil, como los casos de Paulo Guedes y Roberto Campos Neto, respectivamente, funcionarios del excéntrico Jair Bolsonaro.

También famosos futbolistas y estrellas de la farándula componen el lamentable listado dónde su dinero sucio se mezcla con el dinero de narcos, tratantes de blancas o traficantes de armas, entre otros.

Resulta paradójico que simultáneamente los medios que publican el movimiento de este dinero mal habido sean los mismos que bajo las órdenes estrictas de empresarios inescrupulosos, tergiversen, mientan y desarrollen constantemente actividades goebellianas, mintiendo a sus lectores para publicar fake news que vayan de acuerdo a sus intereses, lejos de la verdad periodística y de todo código de ética.

«Nunca como antes en la historia de América Latina, la prensa hegemónica estuvo tan sometida al poder económico y político, utilizando una gran cantidad de mentiras y operaciones». (Víctor Hugo Morales, Mentime que me gusta, Ediciones Aguilar, 2015).

Al mismo tiempo los mismos medios omiten la fuga de divisas y el endeudamiento indebido, ya que no se refleja el dinero prestado a estos gobiernos con las obras o servicios realizados, como tampoco se audita la ruta del dinero llegado desde diferentes organismos multilaterales como el FMI (Fondo Monetario Internacional) o el BM (Banco Mundial).

El arte de mentir se transforma en una práctica cotidiana de sectores privilegiados que desinforman a toda la sociedad en aras de conquistar nuevos sectores oprimidos que engrosan a las élites financieras, las mismas élites que ocultan sus cuentas foráneas, que lejos de pagar impuestos y contribuir al desarrollo nacional, inundan los paraísos fiscales.

Más allá de las diferencias políticas de los países de Nuestra América, es obvio que, con la fuga de divisas realizadas por los multimillonarios de cada país, en complicidad con los políticos de turno, la llamada deuda externa se podría pagar varias veces repatriando esos capitales, no solo para el legítimo pago de la deuda sino también para una mejor distribución de la riqueza.

Por ejemplo, en el caso argentino la deuda contraída de aproximadamente 200.000 millones de dólares podría pagarse tres veces repatriando los más de 600.000 millones de dólares descubiertos en el exterior, fugados por diversos personajes de la política y el empresariado nacional. Lo mismo sucede con las fortunas obscenas guardadas en paraísos fiscales por los ricos de México, Brasil y Colombia, entre otros países.

Sin embargo, para ello se necesita la voluntad política de nuestros gobiernos, que sólo arriban vía electoral a la administración del mismo, pero que carecen del poder real.

En síntesis, el poder real fue y sigue siendo de aquellos poderes fácticos que en alianza con el gran capital inundan de dinero sucio la economía, por lo tanto, no hay democracia si la pobreza extrema y la desigualdad continúan en ascenso, simultáneamente al aumento de grandes fortunas en las guaridas fiscales.

Corresponde ya establecer los mecanismos legales y tener el coraje y la voluntad política esperada para terminar con el manto de impunidad que gozan los fugadores de divisas y evasores de miles de millones de dólares en el exterior, más conocidos como delincuentes de cuello blanco.

No debemos olvidar que la impunidad es un flagelo igual o peor que la corrupción.

Tomado de: Telesurtv

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Cartas 

Franz Kafka (1883-1924) fue un escritor checo en lengua alemana. Su obra es considerada una de las más influyentes de la literatura universal en el último siglo. Foto El Cultural

Por Guillermo Saccomanno

Está tan flaco que un pintor lo invita a posar como San Sebastián. Como todo en su vida, registra la anécdota en el diario, que es crónica íntima de la desesperación, la tuberculosis, pensamientos, borradores de narraciones y, esta conjunción, que todavía desvela a tantos teóricos, se ofrece como paradigma de escritores. A veces predomina un tono de letanía, pero casi siempre hay un estallido de magnesio como en el estudio de un fotógrafo y entonces suceden insights, visiones del absurdo, aforismos que combinan lo filosófico con la ironía de lo absurdo. Por ejemplo: “El verdadero camino va por una cuerda que no fue tendida en lo alto, sino apenas sobre el suelo. Parece tendida más para tropezar que para caminar por ella”.

Cuando advierte que “adelgaza en todas las direcciones” confirma que su cuerpo ha tomado una decisión, la más productiva. Su naturaleza lo orienta hacia la literatura. Todo tiende con apremio hacia la escritura y anula los goces del sexo, la comida, la música y, en la lista de obstáculos se incluyen, además la guerra fría con su padre y, ominosa, la oficina. Sus fuerzas, que juzga exiguas, reunidas, sólo pueden ser empleadas en una sola dirección: escribir. Camina por las calles nevadas, caminar no sólo es una gimnasia, como nadar en el Moldava, que también lo apacigua. Lector de Dostoievski, percibe en la atmósfera de su ciudad una cierta forma de soledad que sólo puede definir como rusa.

El membrete de la carta pertenece a la Compañía de Seguros Contra Accidentes de Trabajo, fechada en Praga, el 20 de septiembre de 1912, está dirigida a una joven empleada de una fábrica de gramófonos de Berlín. “Señorita”, empieza la carta, “ante el caso muy probable de que no pudiera acordarse de mí lo más mínimo, me presento de nuevo: me llamo Franz Kafka, y soy el que la saludó a usted por primera vez una tarde en casa del señor director Brod, luego le estuvo pasando por encima de la mesa, una tras otra, fotografías del viaje a Talía, y cuya mano, que en estos momentos está pulsando las teclas, acabó por estrechar la suya, con la cual confirmó usted la promesa de estar dispuesta a acompañarle el próximo año en un viaje a Palestina”. Kafka habrá de volver una y otra vez sobre la memoria de ese primer encuentro con Felice Bauer.

La correspondencia va desde el 20 de septiembre de 1912 hasta el 16 de octubre de 1917 y comprende casi 850 páginas, la misma voluminosidad que tienen sus diarios. Kafka se autorretrata como chiflado por su nerviosismo, un carácter de arrebatos y también víctima de una serie de trastornos de salud. Atormentada, adictiva, la correspondencia le impone a veces tres compulsivas cartas diarias. Si la respuesta se hace esperar lo evisceran la ansiedad y el abatimiento. En su retorno a la escena primera, escribirá: “Le di a usted la mano por encima de la gran mesa antes de ser presentado, pese a que usted se había levantado, y probablemente no tenía ganas de darme la suya. La miré sólo furtivamente, me senté y todo pareció hallarse dentro del más perfecto orden, pero su presencia me hacía sentir una leve excitación”. Más tarde, se acordará que había mal tiempo y Felice calzaba unas zapatillas que le había prestado la señora Brod mientras se le secaban las botas. Kafka vuelve una y otra vez sobre ese encuentro, necesita recuperar el instante. Si pretende saberlo todo sobre ella es también para componer la doliente novela erótica de los recuerdos recíprocos. En la especularidad de la proyección amorosa llega a sugerirle que lleve también un diario. La autocompasión, por cierto, es una de las constantes: “Mi vida, en el fondo. Consiste y ha consistido siempre en intentos de escribir, en su mayoría fracasados”. La admiración por Flaubert puede explicar su pasión por lo descriptivo e impone conjeturar que estas cartas, además de entrega y confesión, por qué no, son ejercicio de estilo.

En “Del desierto al libro” sostiene Edmond Jabés: “Creo que en el momento de escribir no pertenecemos ni al pasado ni al presente. He citado a menudo el ejemplo del enamorado dirigiendo una carta a la mujer de su vida. Él dice que está desesperado – realmente lo está – salvo precisamente en el instante en que lo escribe. Quizá siente un cierto placer estético en pulir sus frases”. Hace ya semanas que vengo leyendo los diarios de Kafka y la correspondencia a Felice: ambas escrituras suceden en un mismo espacio de tensión. Y no se puede pasar por alto que en ambas, al dejar claro que su razón de ser es la escritura, Kafka está atajándose ante cualquier fantasía de matrimonio y paternidad.

No obstante, la cancelación de compromisos, la historia con Felice avanza y se profundiza. Durante el primer período de las cartas, aunque no volverán a verse hasta unos meses de haberse conocido, algo ocurre en Kafka: su escritura gana, además de densidad, el impulso hacia la ficción. Logra escribir “La condena” y “La metamorfosis”. Después, los primeros capítulos de una novela de iniciación traducida primero como “América” y en una traducción reciente, “El desaparecido”. Felice no es únicamente la amada imposible por decisión propia, es también lectora y, sobre todo, su obsesión por ella debe entenderse como motor literario. Elías Canetti escribió un ensayo sobre la correspondencia: “Conozco personas cuya vergüenza aumentó al leer las cartas, personas que no se libraban de la sensación de que no debieron entrar allí. Las cartas son más íntimas de lo que sería una representación completa de la dicha. No existe un relato comparable de una persona dubitativa, ninguna exposición pública de semejante fidelidad. Se trata del espectáculo descarado de una impotencia emocional, porque todo lo que esta supone reaparece una y otra vez, indecisión, miedos, frialdad, falta de amor descrita con todo detalle, un desvalimiento de tales dimensiones que solo la extrema exactitud de la descripción hace creíbles”.

Jabés tiene razón cuando sostiene que “la escritura nos obliga a adoptar una distancia en relación a nosotros mismos. Es en esa distancia que se hacen los libros. Cuando creemos haberlo conseguido nos convertimos en lo que hemos escrito. Nos hemos inventado una historia, una vida más verdadera. Es el lenguaje y sólo él lo que da existencia. El escritor no se ha hecho singular escribiendo. Se ha vuelto anónimo”. Tal era fue el deseo infructuoso de Kafka al pedirle moribundo a su amigo Brod que quemara todos sus papeles, todos. Brod no le obedeció. Y, por su parte, más tarde, Felice cedió las cartas

Siento el riesgo de la repetición. Pero no, porque al escribir sobre Kafka siempre encuentro una zona de interés nueva. Y me justifico: cómo no volver sobre los detalles de una escritura inagotable que abre puertas amenazantes que dan a la investigación personal más arriesgada y exhaustiva sobre dos cuestiones centrales: la culpa y la angustia. Se ha dicho que Kafka, él solo, es toda una literatura, una que afecta también a quienes deciden escribir sobre él. También estas anotaciones están bajo su sombra.

Tomado de: Página/12

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Películas vanguardistas en el cine mudo latinoamericano

Fotograma del filme ¡Que viva México! de Sergei Eisenstein

Por Isabel González

El siglo XX puede considerarse el siglo del cine y el conocimiento de sus primeras décadas es fundamental para entender no solo de qué está hecho el cine como institución, sino también para palpar la dimensión filosófica y moral del pensamiento moderno.

El trabajo historiográfico que se ha venido realizando en las últimas décadas ha permitido abrir nuevos caminos para entender el cine mudo latinoamericano. La mayoría coincide en dos aspectos fundamentales que han transformado en profundidad la forma de analizar y asumir la historia del cine en la región, a saber: 1) el cine es un fenómeno cuya naturaleza es cosmopolita y, también, global; 2) la época silente se considera ya parte integral del cine latinoamericano.

En Latinoamérica el período del cine mudo, que se extiende hasta los años treinta, muchas veces ha sido considerado como una época previa a las dinámicas de comercialización e institucionalización que han caracterizado al cine hasta nuestros días. Sin embargo, la sistematización de las investigaciones demuestra que el cine siempre se ha visto a sí mismo como un producto comercial, cumpliendo, además, un rol esencial en la reproducción y reinvención de numerosos elementos históricos y simbólicos, conformando y evocando diferentes representaciones en el imaginario colectivo.

Basta con recordar la forma de organización que llevaron a cabo los Lumière con sus compañías de operadores y camarógrafos que viajaban por el mundo, registrando y proyectando películas en los distintos centros metropolitanos mundiales. Es así como se considera que “el cine global representa más que un patrón mundial de distribución y exhibición, revela una Gestalt esencial de la ambición del cine durante su época de novedad e innovación” (Gunning 175-176).

Una vez que empiezan a considerarse los aspectos cosmopolitas y trasnacionales que son propios de la naturaleza del fenómeno cine, la idea de un “cine nacional” comienza a ampliarse, y a pensarse, en otros términos. Surgen nuevas perspectivas que asumen ver al cine como una experiencia compleja y dinámica, más allá de la producción local de películas.

Entonces cuando hablamos del período silente nos referimos a una época que puede entenderse como una “categoría flexible que las nuevas investigaciones van revisando y alterando” (Reyes y Wood 16). En este sentido, queremos traer como ejemplo el análisis que hizo Ambretta Marrosu en los años noventa en el ámbito de la historiografía del cine en Venezuela.

“Hace falta ante todo remontarse al pionero de nuestra historiografía cinematográfica, Luis Caropreso Ponce, quien en 1964 creyó hallar la primera película filmada en el país en un Carnaval en Caracas de 1909, y sus intereses, ubicados totalmente en el cine venezolano enfocado con criterios autorales, no podían conducirlo al rastreo de los inicios, es decir, a la llegada del cine como espectáculo importado” (46-47).

Es así como se replantea los orígenes del cine en ese país y, en consecuencia, la historia del cine en Venezuela, tomando en cuenta la circulación internacional de las películas y de los dispositivos tecnológicos que hicieron posible su distribución y exhibición temprana.

Si hoy el cine mudo es considerado como parte integral del cine latinoamericano es porque allí puede reconocerse un flujo de relaciones esenciales para definir el fenómeno. Cuya naturaleza cosmopolita y global está atravesada por el vínculo constante con las grandes metrópolis y sus modos de representación cinematográfica. Paulo Antonio Paranaguá observa que “aun en las expresiones más nacionalistas y renovadoras, existe un diálogo, explícito o implícito, respetuoso o conflictivo, con los modelos dominantes” (25).

Desde esta perspectiva, surgen estudios que reconocen un cine vanguardista en América Latina; que ya no ven el cine de las primeras décadas del siglo XX como un estado embrionario o tan solo el período donde se llevan a cabo prácticas cuyo “evolución” o “desarrollo” vendría después. Quisiera referirme al trabajo de Paul Schroeder (2015), quien realiza un estudio comparativo de cuatro películas que para él constituyen la “primera vanguardia del cine latinoamericano”, considerando el contexto amplio de las vanguardias artísticas que tuvieron lugar en el continente. Las cuales se conocen también como las “vanguardias históricas” y que se caracterizan por un especial auge del experimentalismo en las artes, cuyos casos emblemáticos fueron el muralismo en México y el modernismo en Brasil.

En la historia del cine mundial las vanguardias cinematográficas se identifican a partir de su relación con los grandes estudios. Se trata de filmes que se producen al margen de la industria y que transgreden sus modelos narrativos y expresivos. Schroeder, por su parte, ve entre finales de los años veinte y principios de los treinta un “momento vanguardista” constituido por un conjunto de filmes que se define por “un proyecto en común de ruptura respecto a las convenciones narrativas y visuales del cine criollo que predominaba en la época, y de cisma también con los valores de la sociedad criolla tradicional que producía y consumía ese cine” (209-210).

Este “momento vanguardista” cuenta con las siguientes películas (podrían ser muchas más, de hecho, el autor menciona dos títulos que están desaparecidos) que se ubican dentro de la etapa de lo que muchos historiadores llaman cine mudo tardío, por cierto, todas pueden verse en Internet: São Paulo, a sinfonia da metropole (São Paulo, sinfonía de una metrópolis, Rodolfo Rex Lustig y Adalberto Kemeny, Brasil, 1929), Limite (Límite, Mario Peixoto, Brasil, 1929), ¡Que viva México! (Sergei Eisenstein, México-EUA-URSS, ca. 1931) y Ganga bruta (Humberto Mauro, Brasil, 1933).

Merece una especial mención el hecho de considerar ¡Que viva México! como parte de la filmografía del cine latinoamericano. En distintas filmografías nacionales -que no se limitan a la época del cine mudo- suelen hacerse algunas excepciones con aquellos filmes, noticieros o registros producidos por directores o por productoras foráneos cuyo contenido esté ligado a la idiosincrasia del país y/o a su acontecer nacional. Como es el caso del mexicano Enrique Zimmermann, pionero del cine en Venezuela.

Schroeder incluye la película inconclusa de Sergei Eisenstein no solo por el hecho de haber sido filmada en México, sino “por tratar la historia de México desde una perspectiva local, por la influencia determinante que el muralismo mexicano tuvo en su estructura narrativa, y por su importancia en el desarrollo del cine nacional” (209). A ello habría que agregar que en esta película Eisenstein crea “un modelo paradigmático de país y de mexicanidad y este concepto se convierte en un modelo que otros recrean, principalmente Emilio Fernández” (Tuñón 23). Emilio “El indio” Fernández, quien fuera uno de los cineastas más reconocidos e influyentes de la época de oro del cine mexicano (1939-1959), solía contar que cuando vio en Hollywood parte del material filmado por Eisenstein dijo “el cine mexicano puede existir y yo voy a aprender y voy a ir a México a hacer cine”[1].

Los filmes que constituyen esta “primera vanguardia” del cine latinoamericano se definen en contraste con el “cine criollo”, constituido por películas que reproducen el modo de representación institucional caracterizado por el uso del montaje clásico transparente y con la puesta en práctica de las estructuras análogas de la narratividad clásica. Schroeder habla de un “cine criollo” de tendencia realista que -como el grueso de la producción cinematográfica mundial- pone en práctica el modo de representación que, a partir de 1915, con la aparición de El nacimiento de una nación, (David W. Griffith), comienza a consolidarse en el mundo entero.

De acuerdo con el análisis de Schroeder, desde el punto de vista del plano de la expresión, el conjunto de filmes de la “primera vanguardia del cine latinoamericano experimentan, entre otras cosas con:

“1) con el montaje ideológico (¡Que viva México!); 2) con la ruptura de la narrativa aristotélica por medio del uso extenso de la elipsis (Límite) o a través de una estructura dialéctica (¡Que viva México!); y 3) con una cinematografía no realista lograda por el uso de planos en picado y contrapicado (Ganga Bruta, Límite), de la fragmentación de la imagen proyectada (São Paulo, la sinfonía de una metrópoli), y hasta con tomas hechas con la cámara amarrada a una soga y lanzada al aire (Límite)” (210).

Pero también en el plano del contenido estos filmes se separan de la representación de individuos estereotipados para ir tras la creación de un universo nuevo que trasgrede el tradicionalismo criollo y el racionalismo burgués. Pero incluso más allá, según Schroeder, ¡Que viva México! y Límite “son las únicas películas en todo el cine mudo latinoamericano que critican las ideologías y prácticas interconectadas del racismo, la heteronormalidad, el androcentrismo y el capitalismo” (214). Por su parte, Saulo Pereira de Mello (2015) subraya el hecho de que ambas películas derribaron los límites de lo establecido y, en consecuencia, fueron rechazadas por las autoridades culturales soviéticas en el caso de ¡Que viva México! y por los distribuidores americanos en Río de Janeiro, en el caso de Límite.

En diciembre de 1930, Sergei Eisenstein, el más influyente cineasta (y teórico soviético del montaje), su asistente Grigori Alexandrov y el fotógrafo Eduard Tissé llegan a México para filmar ¡Que viva México!, un proyecto muy ambicioso que, lamentablemente, quedó inconcluso. La presencia de Eisenstein en México marcó el desarrollo del cine mexicano. El cineasta soviético se relaciona con los artistas e intelectuales de ese país, comparte con ellos sus sensibilidades, inquietudes estéticas y visiones del mundo y se da a la tarea de conocer y comprender ese “otro”, que representa para él la cultura mexicana, para transformarlo en cine.

La influencia de Eisenstein ha sido tan grande que sirvió de modelo tanto para las propuestas más innovadoras como para las más convencionales del cine mexicano, pero además es posible reconocer sus marcas en el cine extranjero referido a México. A Eisenstein se le atribuye la exaltación del paisaje mexicano y el recurso plástico del maguey, aunque no fue el primero en hacerlo. Para Carlos Monsiváis, gracias a Eisenstein, “los mexicanos se percatan de las virtudes faciales del mexicano, su profundo hieratismo, las oportunidades fotográficas de su perfil, las bondades de la serranía y la expresividad de nubes y siluetas recortadas contra un cielo indomable” (citado por Tuñón 38).

Límite, por su parte, no es una película narrativa, por lo tanto, como dice Saulo Pereira de Mello (2015) escribir su sinopsis es muy difícil como ocurre también con ¡Que viva México! La película de Peixoto es considerada como un film ensayo donde se crea un concepto que “reverbera en una estructura de pensamiento, explicando una experiencia desde su punto de vista” (Gillone 11, traducción mía). La mirada que el filme ofrece no es solo la de los personajes, la instancia del autor lo permea todo, se manifiesta a través de la fragmentación y repetición de planos para comentar la angustia existencial del hombre moderno. Vale la pena recordar que Mario Peixoto estudió en Europa y estuvo en contacto con las vanguardias artísticas de los años veinte, Límite su único filme, se estrena en Río de Janeiro en medio de un ambiente de gran efervescencia cultural y artística. De hecho, Peixoto es uno de los fundadores del cine Club Charlie Chaplin, un espacio de promoción y discusión del hecho cinematográfico que marcó la vida cultural brasileña. Pereira de Mello describe la obra de Peixoto como una película de rara precisión técnica y formal, que “va más allá de las fronteras de lo real y que a través del montaje alcanza las inmensas regiones de lo poético” (29, traducción mía). Donde, además, siguiendo el análisis de Pereira de Mello, se superan todas las limitaciones impuestas por el medio cinematográfico en formación, gracias a la imaginación y creatividad de su camarógrafo Edgar Brasil.

Según el estudio de Schroeder, São Paulo, la sinfonía de una metrópoli y Ganga bruta “representan la máquina como instrumento lírico que armoniza con el discurso y las estructuras sociales de modernidad burguesa” (212). La primera cinta pertenece a un género de “retratos líricos de ciudades” que tiene como referencia la película de Walter Ruttman Berlín, sinfonía de una gran ciudad (Berlin, die Sinfonie der Großstad, 1927), entre otras. Mientras que Ganga bruta “representa la máquina como tropo de la modernidad burguesa, pero dentro de un marco narrativo melodramático ambientado en un entorno rural” (Schroeder 213).

El hecho de establecer una “primera vanguardia” como parte de la época del cine mudo tardío latinoamericano, permite ver con claridad que este cine no puede desvincularse de los centros de poder, sin embargo, de acuerdo con lo planteado por Schoreder, no debe ser visto como “una prolongación de las vanguardias metropolitanas” sino como una contribución a las mismas.

El cine se presenta, entonces, como un tejido de naturaleza compleja y dinámica, de carácter intertextual, donde se dan refundaciones e inversiones de otros textos, aludiendo a posibilidades infinitas que van provocando nuevos sentidos, siempre.

Bibliografía

GILLONE, Daniela. “Introdução. Limite, O Filme de Mário Peixoto”. Limite, O Filme de Mário Peixoto. Mário Peixoto Vol.II. Coleção Cinema Brasileiro Gillone, Daniela (Org.).., São Paulo: Três Artes, 2015.

GUNNING, Tom. “El cine temprano como cine global: La ambición enciclopédica”, Vivomatografías. Revista de estudios sobre precine y cine silente en Latinoamérica Año 1.Nro. 1 (Diciembre de 2015): 71-183

MARROSU, Ambretta. “Lumiére a la conquista de América. Gabriel Veyre en Caracas”. Anuario ININCO, Nro 4 (1992): 9-60

PARANAGUÁ, Paulo Antonio. “Memoria e historia del cine en América Latina”. Cine mudo latinoamericano Inicios, nación, vanguardias y transición. Aurelio de los Reyes García-Rojas David M.J. Wood, coordinadores. México: Instituto de Investigaciones estéticas. Universidad Nacional Autónoma de México, 2015. 21-32

PEREIRA MELLO, Saulo de “Limite: Angústia”. Limite, o filme de Mário Peixoto. Mário Peixoto Vol.II. Gillone, Daniela (Org.). Coleção Cinema Brasileiro. Três Artes, São Paulo: 2015.25-35

REYES, Aurelio de los y WOOD, David M.J. “Introducción”. Cine mudo latinoamericano Inicios, nación, vanguardias y transición Aurelio de los Reyes García-Rojas David M.J. Wood, coordinadores. México: Instituto de Investigaciones estéticas. Universidad Nacional Autónoma de México, 2015. 9-17

SCHROEDER RODRÍGUEZ, Paul A. “La primera vanguardia del cine latinoamericano”. Cine mudo latinoamericano Inicios, nación, vanguardias y transición. Aurelio de los Reyes García-Rojas David M.J. Wood, coordinadores. México: Instituto de Investigaciones estéticas. Universidad Nacional Autónoma de México, 2015. 209-232

TUÑON, Julia “Sergei Eisenstein en México: recuento de una experiencia”. Revista de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Mayo-Agosto 2003): 23-39

[1] Véase entrevista a Emilio Fernández en A Fondo por Joaquín Soler Serrano https://youtu.be/RkvOOjS8QF8

Tomado de: El Espectador imaginario

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Cine y olimpismo: una relación fructífera (+Video)

Cartel del filme Carros de fuego (1981) de Hugh Hudson

Por Juan de Pablos Pons

El 23 de julio comenzaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, con un año de retraso motivado por la pandemia del Covid-19. Las olimpiadas han estado presente en el cine, dado su gran impacto social, desde fechas muy tempranas. La vinculación entre cine y deporte, vistos los resultados, ha propiciado un beneficio mutuo.

En el campo del documental, el primer largometraje sobre unos juegos olímpicos fue dirigido por la cineasta alemana Leni Riefenstahl. Con el título de Olympia (Olimpiada, 1938) refleja las competiciones celebradas en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936. La capital alemana había sido elegida como ciudad anfitriona de los juegos en 1931, por tanto, antes de que Hitler fuera elegido canciller alemán. Sin embargo, en 1936, año de su celebración, Alemania era un estado nazi y Hitler quería mostrar al mundo el poder del Tercer Reich.

La película consta de dos partes (Festival de las Naciones y Festival de la Belleza). La producción supuso un coste muy elevado para los estándares de la época Desde un punto de vista técnico fue muy innovadora ya que en ella se utilizaron técnicas como la cámara lenta, planos aéreos, primeros planos, planos de detalle, imágenes de las reacciones del público, montaje dinámico, etc.

De hecho, el modo de filmar las pruebas deportivas mostrado por Leni Riefenstahl ha sido el modelo a imitar para mostrar el deporte en el cine y después la televisión desde entonces. Sin embargo, la lectura política del film es controvertida, ya que supone un evidente ensalzamiento de los principios promulgados por el nazismo.

Otro documental que necesariamente debemos citar es Tokio Olympiad (1965) del gran director japonés Kon Ichikawa. Aquí se presentan los Juegos Olímpicos celebrados en Tokio en el año 1964.

Producida como película oficial de los Juegos, el tratamiento de las imágenes consigue transmitir una visión poética de la competición olímpica, resaltando la importancia de la participación, más allá de potenciar la imagen de los vencedores. El objetivo del film es homenajear al héroe olímpico anónimo. También incorporó innovaciones técnicas como la utilización de múltiples cámaras para filmar un mismo evento.

El Movimiento Olímpico ha producido ininterrumpidamente las películas oficiales, tanto de los Juegos Olímpicos de verano como los de invierno. El primero de estos documentales se realizó para cubrir las Olimpiadas de Estocolmo, celebradas en 1912.

De esta serie oficial, personalmente la que más aprecio es 16 días de gloria (1984) realizada para cubrir los Juegos de Los Angeles’84. Su director Bud Greenspan realizó una película original e intensa, que debe situarse entre los mejores films olímpicos.

El documental muestra situaciones inéditas hasta ese momento, como por ejemplo la carrera de 4×100, vista primero entera y luego desde el punto de vista de Carl Lewis, cuarto relevista estadounidense, el cual, a medida que se acerca su turno, aparece más tenso y concentrado. O como la carrera de los 400 metros vallas, que primero se muestra completa y luego reflejada en las actitudes y reacciones de Myrella, la esposa del vencedor Edwin Moses.

Carlos Saura fue el director encargado de rodar la película oficial de los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, titulada Marathon (1993). El director español se centró en la cobertura de la maratón masculina que aparece a intervalos a lo largo de la narración, plasmando así uno de los eventos más emblemáticos de los juegos. Saura registra las rigurosas rutinas de entrenamiento, con el mismo detalle que las propias finales. Compositores como Ryuichi Sakamato, Mikis Theodorakis o Angelo Badalamenti aportan la música, que contribuye a diferenciar los distintos ambientes y momentos de este excelente film.

En cuanto al cine de ficción, citaré en primer lugar El héroe de Berlín (2016), dirigida por Stephen Hopkins, ya que recupera el hito protagonizado por el atleta afroamericano Jesse Owens, el gran corredor y saltador estadounidense que logró cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1936 celebrados en Berlín, en presencia de Adolf Hitler. Sus triunfos fueron una bofetada a los principios totalitaristas defendidos por Hitler, que precisamente quería mostrar en el terreno olímpico, el dominio de la raza aria sobre el resto.

Posiblemente la película que mejor representa los valores del olimpismo, sea Carros de fuego (1981). Dirigida por Hugh Hudson, este film británico narra la historia real de dos corredores de distinto origen social: Eric Liddell y Harold Abrahams. El primero, un cristiano evangélico, y el segundo, de origen judío. Dos grandes deportistas que compitieron en las Olimpiadas de París de 1924.

El primero renunció a correr los 100 metros, su mejor prueba, por celebrarse en domingo. Compitió finalmente en las distancias de 200 y 400 metros, obteniendo una medalla de bronce y una de oro respectivamente. El segundo, Harold Abrahams, ya había participado en las Olimpiadas de Amberes en 1920, y su motivación para competir en París era redimirse de sus malos resultados. Ganó la medalla de oro en los cien metros.

Carros de fuego resalta la hazaña de estos corredores en clave épica. Obtuvo un gran éxito de público y crítica, fue nominada a siete Oscar y obtuvo cuatro, entre ellos a la mejor película, mejor guion original y mejor banda sonora, que se hizo muy popular, creada por Vangelis.

Si la película británica destaca los valores más positivos del olimpismo, como la capacidad de sacrificio, la disciplina o el respeto al adversario, que finalmente dan el fruto esperado, Yo, Tonya (2017), film norteamericano dirigido por Craig Gillespie, muestra un lado más oscuro en el mundo del deporte de élite.

La presión ejercida sobre los deportistas para alcanzar los máximos objetivos puede dar al traste con toda una vida dedicada al deporte. La cuestión de la presión a la que son sometidos los deportistas de élite cada vez es más visible y tenemos ejemplos muy actuales sobre esta realidad.

Yo, Tonya presenta el caso real de Tonya Harding, una prometedora patinadora artística sobre hielo estadounidense, la primera en su país capaz de completar en competición un salto triple Axel. Su principal rival para los Juegos Olímpicos de Lillehammer, en 1994, era su compatriota Nancy Kerrigan. Poco antes del inicio de la competición, Kerrigan sufrió una agresión por un matón a sueldo, que intentó romperle las rodillas.

Las sospechas sobre la responsabilidad de la agresión recayeron sobre el entorno de Tonya. La patinadora nunca fue condenada por ello, pero sí por encubrir el delito, ya que fue instigado por su entorno familiar. La prensa montó un gran escándalo mediático sobre el caso y finalmente la Asociación de Patinaje Artístico de los Estados Unidos suspendió a Harding de por vida.

Los atentados terroristas en los Juegos Olímpicos han sido una temática recogida por el cine de ficción. La película Munich (2004), dirigida por Steven Spielberg, narra la operación de un grupo de agentes del Mossad que, por encargo del gobierno de Israel, asesina a los terroristas palestinos que mataron a 11 atletas israelíes en la villa olímpica, durante las Olimpiadas de Munich en 1972.

La película resultó controvertida, ya que ponía en el mismo plano a los terroristas palestinos y a los espías del comando israelí.

Clint Eastwood ha llevado a la pantalla otro atentado terrorista que tuvo lugar en los Juegos Olímpicos de Atlanta’96. En Richard Jewell (2019) desarrolla la historia en torno a la explosión de una bomba el 27 de julio en el Parque Olímpico del Centenario, causando la muerte de una espectadora y de un cámara de televisión, que falleció de manera indirecta a causa de un infarto, y produciendo 111 heridos. Las investigaciones iniciales señalaron como principal sospechoso a Richard Jewell, un guarda de seguridad que encontró la bomba antes de que detonara, lo que permitió desalojar a la mayor parte de la gente a tiempo.

Los medios de comunicación se hicieron eco de la investigación del FBI sobre el atentado, y contribuyeron a volver a la opinión pública en contra de Jewell, que pasó de ser considerado un héroe a ser acusado como autor del atentado. Una vez celebrado el juicio, el guarda de seguridad fue exonerado de la acusación. En 2003, los investigadores policiales consiguieron capturar al verdadero terrorista, Eric Rudolph, un fundamentalista católico contrario al Gobierno.

En síntesis, la vinculación entre cine y olimpiadas ha dado lugar a películas estimables, tanto en el campo del documental como en el de ficción. La capacidad del cine para narrar historias y las emociones vinculadas a ellas ha contribuido a fomentar los valores del deporte y también a permitir conocer mejor la realidad de los deportistas, no siempre idílica.

Tomado de: Encadenados

Banda sonora del filme Carros de fuego (1981) de Hugh Hudson compuesta por Vangelis

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Cuba y México en el cine: una larga historia por contar…

Por Juan Antonio García Borrero @JuanAnt54437386

Mucho antes de que comenzaran “las Historias nacionales” del cine cubano y mexicano, Cuba y México ya habían iniciado una relación cinematográfica que perdura hasta nuestros días. El kilómetro cero de ese vínculo habría que asociarlo a la figura del francés Gabriel Veyre (1871- 1936), quien el 15 de enero de 1897 arribaba a La Habana en el vapor “Lafayette”, procedente del puerto de Veracruz.

Representante de los hermanos Louis y Auguste Lumière, y encargado de introducir el Cinematógrafo Lumière en Venezuela, Las Guayanas, Las Antillas, y México, Veyre llegaba a Cuba luego de una estancia en el país azteca que le permitió incluso ofrecer una proyección de sus películas en movimiento en el castillo de Chapultepec, contando con la presencia de Porfirio Díaz, presidente de la República, así como “su esposa y alrededor de cuarenta invitados impactados por el insólito movimiento de aquellas vistas”.[1]

A su llegada, Veyre encontró un país sumido en una brutal guerra donde los cubanos exigían la independencia política de España. Pero más allá de las tensiones bélicas a las que el francés aludió en las cartas privadas dirigidas a su madre desde La Habana, en la capital del país la vida cultural se seguía desenvolviendo con gran dinamismo. Y el hecho mismo de que el Cinematógrafo Lumière tomase en cuenta a Cuba en esa primera “ruta del cine” en América Latina, nos habla de un contexto que se encontraba abierto a todo tipo de “práctica transnacional”.

La historiografía dominante ha hecho énfasis, sobre todo, en el nacimiento y consolidación de lo que hoy se consideran “los cines nacionales”. En esa perspectiva, el Estado-nación obtiene todos los privilegios constituyentes, en tanto es gracias a su tutela legal que se concibe una identidad única donde “lo cubano”, por poner un ejemplo, se asociaría a una serie de rasgos estables que la Administración Pública legitima de modo explícito.

Sin embargo, antes de que la nación se constituyera como tal, ya estaban esos flujos, interacciones, y lazos que se establecen en los ámbitos económico y cultural entre sujetos e instituciones que se encuentran más allá de las acciones formales de los Estados. Justo esas redes móviles de comerciantes, artistas, turistas, académicos, etc, viene ocupando en los últimos tiempos la atención de la perspectiva transnacional de la Historia, la cual, lejos de negar lo que ya ha quedado establecido en el enfoque nacionalista, permite enriquecer la visión de conjunto, e incorporar a la agenda de investigaciones, áreas que con anterioridad quedaban en un limbo historiográfico, pues se nutrían de la movilidad, lo fugaz, lo inestable.

En el caso de Cuba y México es mucho lo que aún queda por investigar en lo cinematográfico. Para ilustrar esa sensación de cercanía que muchas veces se vivió entre los representantes gremiales de ambos países, podríamos citar lo dicho por el productor Gregorio Walerstein, en vísperas de la filmación del filme Te sigo esperando (1951), de Tito Davison, que tuvo algunas locaciones en La Habana: “Cuba no es un país extranjero. No podemos compararla a algo distinto a México. Es una prolongación de México. Como México, nuestro gran México es, a la vez, una prolongación de Cuba en territorio y república”

Sin embargo, con la perspectiva transnacional no solo estaríamos hablando de contabilizar los momentos es que ambos países protagonizaron alguna coproducción fílmica, sino de entender las lógicas subyacentes en cada práctica transnacional compartida, lo mismo con el fin de facilitar el intercambio de cineastas, técnicos, e intérpretes, que de legitimar un mercado donde se construían comunidades de espectadores que, aunque atentos a la identidad nacional del grupo étnico al que pertenecían, aceptaban como algo familiar (pese a las diferencias) los dramas vividos en cada película.

En este sentido, más que una Historia comparada de las dos cinematografías nacionales, sería interesante estudiar las mutuas influencias que cubanos y mexicanos han experimentado y todavía experimentan entre sí a la hora de pensar, hacer, y consumir el cine de ambos países, y de modo más general, el audiovisual.

Una herramienta como la Enciclopedia Digital del Audiovisual Cubano, plataforma en permanente construcción donde se defiende el concepto de “cuerpo audiovisual de la nación” (mucho más ambicioso que el de cine nacional), ya nos ha permitido iniciar el trazado de una suerte de atlas preliminar, a través del cual se podrán articular los diversos mapas que involucran a las dos cinematografías: el mapa de las películas coproducidas (lo mismo en el período pre-revolucionario que revolucionario), el de las biografías de los creadores, el de las publicaciones, o el de los servicios tecnológicos.

Pero también el mapa de las interacciones que no dejan huellas físicas, si bien después serán reconocidas como el germen de determinadas situaciones. Pensemos, por ejemplo, en la presencia de Alfredo Guevara en México a finales de los cincuenta, en vísperas de la revolución de 1959, formando parte de una comunidad de cubanos exiliados que después contribuirían a formar el ICAIC, con la cercanía de otros emigrados (en este caso españoles) como Luis Buñuel y José Miguel García Ascot.

O pensemos también en las tensiones experimentadas por ambos gobiernos a principios de los años cincuenta (porque no todo ha sido colaboración armónica, en tanto siempre ha habido un mercado que busca utilidades por medio), cuando desde México se dictó un conjunto de regulaciones que ponían en peligro la continuidad de la práctica transnacional, y que provocara que el crítico Walfredo Piñera escribiera en 1956 en el periódico El Mundo:

“La única esperanza sólida de que se haga cine en Cuba es la coproducción. Y, concretamente, la coproducción con México. Una industria de cine necesita continuidad, publicidad, buenos canales de distribución y mercado nacional y extranjero. Nada de eso podemos tener solos por ahora. Sobran motivos que todo el mundo conoce”.

Con el enfoque transnacional de las relaciones audiovisuales establecidas entre Cuba y México, se estaría repensando el dominio del Estado-Nación como el dispositivo dominante de la narrativa histórica. O sea, que si bien la Historia entre los dos Estados seguiría teniendo la importancia de antes (sobre todo para explicar las grandes decisiones tomadas como parte de la gestión internacional), ahora se estaría visualizando mucho mejor el impacto de lo cotidiano y la circulación cultural, que antes era solo atendida de acuerdo a los parámetros impuestos por una élite que mide los valores del cine en función solo de lo estético.

[1] Arturo Agramonte, Luciano Castillo. Cronología del cine cubano I (1897-1936). Ediciones ICAIC, La Habana, 2011, p 15.

Tomado de: Cine cubano, la pupila insomne

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En los 120 de la Biblioteca Nacional

En 1959 la Biblioteca Nacional acababa de instalarse en el edificio que hoy ocupa…

Por Graziella Pogolotti

Era todavía estudiante de bachillerato cuando empecé a frecuentar la Biblioteca Nacional, instalada por aquel entonces en el vetusto Castillo de la Real Fuerza. En el reducido salón escaseaban los usuarios, por lo que tenía a mi disposición, como si me estuviera aguardando, la mesita situada junto a una ventana abierta hacia el paisaje de la Bahía de La Habana.

En los momentos de pausa y meditación podía centrar la mirada en el azul de las aguas, animadas a veces por la entrada de un buque de buen porte, dócil a las indicaciones de la minúscula lancha del práctico. No podía valorar, en tiempos de adolescencia y de iniciación al estudio, la importancia de una institución a la que me vincularían, mucho después, diez años de intenso y feliz laboreo.

La Biblioteca Nacional se fundó en octubre de 1901. Sumido en la miseria, el país cargaba con el peso de la decepción. Había pagado un alto costo en la larga lucha por la independencia que desembocó en los nuevos ligámenes impuestos por la intervención norteamericana. Sin embargo, como sucede con los ríos profundos, la defensa de la soberanía se alimenta de numerosos afluentes. Rescatar y preservar el patrimonio de la nación era también un modo de hacer patria.

El primer director de la institución, Domingo Figarola Caneda, había perdido a su único hijo en la contienda libertaria. Para impulsar el proyecto fundador tuvo que partir de la nada. Se despojó de los libros atesorados durante su vida —algo más de 3 000 títulos— para constituir los fondos iniciales. Carente de respaldo oficial, dedicaría 30 años de entrega a enriquecer el tesoro bibliográfico con el empleo de sus magros recursos y la persistente solicitud de ayuda a amigos y colaboradores.

Nunca designado oficialmente en el cargo de director de la Biblioteca, otro intelectual relevante asumió la responsabilidad de preservar el patrimonio de la nación. José Antonio Ramos pertenecía a la primera generación republicana. Dramaturgo, narrador y ensayista, se volcó desde edad temprana a la producción de una prolífica obra literaria. Con mirada crítica, observó los males que aquejaban el país. En este sentido, su Manual del perfecto fulanista… merece recordación. Su pensamiento se fue radicalizando en el andar de los años hasta aproximarse a las ideas del marxismo. Supeditó sus ambiciones literarias al empeño por cuidar el legado patrimonial acumulado. A tan encomiable tarea dedicó todo su tiempo disponible, invertido muchas veces en gestiones infructuosas para obtener el indispensable respaldo financiero gubernamental.

En 1959 la Biblioteca Nacional acababa de instalarse en el edificio que hoy ocupa, concreción de un proyecto auspiciado gracias a la acción movilizadora de la Sociedad Económica de Amigos del País. La institución se integraba orgánicamente a la obra de la Revolución triunfante en los campos de la educación y de la cultura, inseparables ambos en el proceso de construcción de un país soberano y orientado a la conquista de la plena dignidad humana.

En función de ese propósito, María Teresa Freyre de Andrade diseñó una estrategia atenida a las realidades concretas del entorno, que arrastraba las consecuencias del coloniaje y el subdesarrollo. Correspondía a la Biblioteca trabajar simultáneamente en dos direcciones complementarias. Unido al rescate de un legado patrimonial conformado por libros, publicaciones periódicas, grabados, mapoteca y registros musicales diversos, había que contribuir al desarrollo de la cultura, con particular énfasis en la formación de hábitos de lectura.

El tesoro documental, adecuadamente organizado y enriquecido con nuevas adquisiciones, se convirtió en fuente vital de creatividad para especialistas altamente calificados que pudieron plasmar obras relevantes en los ámbitos del pensamiento, la cultura, la historia y la literatura.

El acceso al saber tenía que desbordar los límites de un círculo minoritario. La conquista de la plena soberanía exigía convertir la educación en palanca del desarrollo. Había que sembrar creatividad y espíritu de superación en las generaciones emergentes. Para fomentar el interés por la lectura era indispensable estimular la imaginación y la creatividad en todos los órdenes. En la penumbra apacible, la narración oral propiciaba en las primeras edades el despertar de la actividad creativa, casi siempre adormecida por la rutina y, sin embargo, latente en lo más profundo de cada ser humano, incentivada también con el acercamiento participativo a la música y las artes visuales.

Sin renunciar a su función patrimonial, la Biblioteca devino centro animador de la cultura. El modelo así concebido se extendió a todo el país. En cada una de las entonces seis provincias de la Isla reposaban, recubiertos por el olvido, valiosos testimonios del ayer. Había generaciones emergentes llamadas a participar activamente en el hacer de la nación. Venciendo su fragilidad física, movida por su pasión de fundar, María Teresa Freyre de Andrade las recorría con frecuencia para adecuar al contexto específico de los territorios, la realización del proyecto común.

En años de trabajo compartido, me involucré de lleno en las tareas. Mucho aprendí de María Teresa Freyre de Andrade. Conservo en la memoria un rico anecdotario. Evocaré tan solo su modo peculiar de fraguar la unidad de un equipo diverso, con su manera de espolear el espíritu creador. De vez en cuando citaba con urgencia a sus colaboradores. «Estamos en crisis», afirmaba. Sorprendidos por tan dramática declaración, cada cual refería la magnitud de cuanto se había emprendido. Después de escuchar a todos, concluía: «estamos en crisis porque nos amenaza la sombra del conformismo». Desataba así el espíritu crítico y la tempestad de ideas, generadores de nuevos proyectos.

A pesar de la actual revolución tecnológica no ha llegado la hora de la muerte de las bibliotecas. No hace mucho la comunidad internacional celebraba la restauración de la simbólica Biblioteca de Alejandría, en Egipto. Por mucho tiempo todavía la institución seguirá preservando el patrimonio de la humanidad y constituirá un potencial centro de animación de la vida cultural.

Tomado de: Juventud Rebelde

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Los corderos de hoy y los lobos de ayer (+ PDF)

Por José Ramón Cabañas Rodríguez @JoseRCabanas

Palabras de presentación del libro Las flautas de Hamelin. Una batalla en internet por la mente de los cubanos, de Javier Gómez Sánchez.

Agradezco la invitación del autor, de la Editora Abril y de la Biblioteca Nacional, que es un templo del saber en Cuba. Para mí es realmente un honor y una causa de celebración participar en la presentación de este libro por un grupo de razones:

En primer lugar, tengo 60 años y estamos hablando de un autor de 37, con una obra hecha, que tuvo la lucidez de nombrar a su primer blog Sopa de Cabilla y que agradece en este texto a sus enemigos por haberle dado la oportunidad de conocer mejor a la Revolución.

En segundo, porque el autor ha escrito con la agitación en el pecho y la madurez propia de alguien que ha vivido más, y que ha estado presente en hechos de la vida de este país que él solo conoció por la educación de su familia y la escuela.

En tercero, porque defiende lo que es suyo y de todos nosotros, con sus bellezas e imperfecciones y nos inspira a luchar por ello, no solo alertándonos del peligro, sino también proponiendo soluciones.

Me percato de que el autor es esencialmente un provocador de signo positivo, como debería intentar serlo todo el que escriba para el gran público. Estoy seguro que más que alabanzas de los lectores, espera reacciones contrarias y hasta críticas a lo escrito, para entre todos construir una verdad. Nuestra verdad.

A los que no han tenido la suerte aún de leer este libro se les debe anunciar que en realidad presentamos dos textos, pues casi tienen tanto valor y extensión el cuerpo de cada artículo como el de las notas que lo acompañan. Lo otro sería saber que deben leer con ropa ligera y en un lugar ventilado, porque van a sudar.

Confieso que me siento identificado con la expresión de plantear ciertas cosas en solitario, como dice Javier que le sucediera a compañeros entrañables como Iroel Sánchez o Enrique Ubieta. En la vida de un diplomático esto sucede muchas veces, a lo que se agrega estar lejos de la patria y el peso enorme de decir: “Lo voy a plantear aunque esté totalmente equivocado”. En la mayoría de las veces la idea, si ha sido justa, ha podido desde el fondo de una cueva más que todo un ejército, otras veces no tanto, en ocasiones se ha demorado su reconocimiento y en algunas otras la idea ni era buena, ni justa. Pero debe prevalecer la voluntad de decir y de fundamentar lo que se dice.

Debo aclarar por respeto a la que ha sido mi responsabilidad principal hasta hoy, eso que el texto menciona como “mesura diplomática” no está reñido de ninguna manera con el ejercicio de una lucha política e ideológica intensa. Es más, al diplomático cubano le toca realizar un balance equilibrado entre las dos, todos los días con sus noches. En particular respecto a Estados Unidos, será así durante el resto de nuestra existencia como Nación. Habrá un ejercicio oficial en que podrían o no avanzar intereses mutuos bajo el más estricto respeto y reciprocidad, y como trasfondo estará siempre la defensa de nuestra soberanía e identidad.

Por cierto, cada vez que hablemos de Estados Unidos debemos recordar la diferencia entre el Estado que ha pretendido nuestra destrucción y un vasto pueblo que ha dado muestras de civilidad y hasta de solidaridad respecto a Cuba.

Los textos que nos proponen el autor y la Editora Abril en un solo volumen transcurren como la redacción de un diario personal en tiempos de singulares cambios para Cuba, en especial, la desaparición física del que fuera su líder indiscutido por 55 años. Este documento intenta y logra en gran medida recordarnos que contamos con un legado enorme del pensamiento de Fidel Castro que estará siempre disponible cada vez que pensemos que estamos frente a un obstáculo insalvable. Solo debemos conocerlo, estudiarlo y apropiárnoslo, no emularlo, ni repetir frases mecánicamente.

De forma adicional hemos vivido como sociedad y en pocos años el tránsito brutal entre los extremos en las relaciones con Estados Unidos: La gestión de la destrucción de la Revolución cubana mediante el acercamiento en diversos campos, y lograr el mismo objetivo a través de la presión más brutal que se haya podido ejercer jamás.

Por cierto, respecto a las referencias a Obama y su invitación a los cubanos a olvidar la Historia durante su discurso en el Teatro Alicia Alonso, deseo anotar que a su regreso a Washington en junio el propio 2016 dio el discurso principal en la ceremonia de graduación de la Universidad Howard de matrícula mayoritariamente afronorteamericana. Allí dijo al referirse a la esclavitud, que no tenían el derecho a olvidar ese flagelo. Nada, que los estadounidenses están educados para tener memoria selectiva.

A todos los retos descritos antes, se sumó el tránsito generacional en la dirección del país, hecho ante el cual los enemigos de Cuba se prepararon durante años para cuestionar absolutamente todo lo que sucediera después, por cualquier medio y sin respetar ninguna regla. La contrarrevolución siempre supo que no tenían opciones de éxito ante el liderazgo de Fidel y Raúl. Han visto la llegada de Díaz-Canel y de otros funcionarios con la misma brillantez en los ojos que la desaparición del campo socialista en los años 90 del siglo pasado.

Hay quizás otro elemento importante de estos tiempos y que aparece casi en cada página del texto: Cuba pasaba de ser uno de los países de menor penetración de Internet a contar con una exposición bastante masiva de las redes sociales y el uso de la telefonía celular. Y todo ello sin una preparación como sociedad para resistir el embate de lo nuevo, que era además agresivo, pero que se presentaba como una panacea ante los ojos de miles de jóvenes.

Aún hoy solo una mínima parte de nuestra población conoce que el origen de Internet es militar, como mismo lo son la mayoría de los ingenios recientes en este campo. Otros ignoran que la totalidad de las compañías civiles que recibieron el beneficio de estos adelantos para explotarlos comercialmente tienen un acuerdo con sus creadores militares para compartir información y permitirles el acceso a datos personales e institucionales que pueden ser de seguridad nacional. Muchos cubanos aún hoy entran a los que consideran sus espacios virtuales con inocencia de consumo, con pasividad y hasta con desnudez, sin conciencia de que cada comentario, muestra de interés, o un simple clic van construyendo una biografía detallada de cada uno de nosotros, en una mina de datos que se utilizará con diversos propósitos, hoy o mañana.

El autor nos recuerda lo inevitable del hecho, pero también el error que se comete si no nos preparamos adecuadamente y no nos articulamos para hacerlo mejor, defender nuestras verdades, llevarlas con distintos códigos a todas partes y, más aún, reproducirnos como sociedad y como sistema. El capitalismo lo hace todos los días con fines mezquinos, no necesita de reuniones de coordinación, ni de planes extensos y detallados. El socialismo cubano tiene que presentarse en cada minuto como la opción de presente y de futuro, para cada uno de los sectores sociales, etarios, de forma tangible y renovada.

Rechazamos por naturaleza la palabra vender en la labor política, y es justo, pero de lo que se trata es, precisamente, de que todos los días nos preguntemos cada cual -en lo que hace-, cómo el prójimo puede adquirir o compartir una idea para que nuestra sociedad sea mejor. Debemos preguntarnos cómo logramos que el otro asuma ese proyecto de sociedad que hemos imaginado entre todos, conociendo sus virtudes y defectos, sus limitaciones de hoy, sus metas de mañana, y ponga el alma para lograrlo.

Durante algún tiempo y por diversas razones no hemos observado que el mundo y Cuba cambian cada segundo, y que, si no logramos captar y comprometer la atención de los nuestros de forma creativa, lo harán otros. Esto sucede en el hogar, en la escuela, en un centro de trabajo, en un municipio o provincia. Hay que pensar todos los días en cómo nos reproducimos como sociedad y en ello la comunicación social es clave, no está en las orillas observando, pues ya estamos en un mundo donde es componente esencial. No hay marcha atrás.

Hay otro elemento muy importante en el recorrido de alertas que nos hace Javier. En un artículo reciente escribí “los corderos de hoy son hijos de los lobos de ayer”, al referirme a aquellos que asumen un ropaje seudointelectual para encubrir propósitos que son idénticos a los de los terroristas de ayer, que estuvieron obligados a transmutar después del atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, pero que no esconden la ambición de arrasar con todo lo construido en Cuba durante 60 años, cambiar los libros de Historia y no dejar en pie ningún símbolo de resistencia. Estos individuos solo pretenden abrir las murallas de Troya, para la entrada del famoso caballo, sabiendo cuál es su contenido.

El autor nos detalla sobre aquellos que se apostan desde un nombre intrascendente en las redes para lanzar dardos envenenados, aquellos que reciben un financiamiento para esa acción, aunque juren una y otra vez ser “independientes”, a los que están dispuestos a cambiar toda la gloria que se ha vivido, y que se vive, por algo material que les permita presumir, o parecerse más a sus manejadores.

No caben dudas que desde el exterior se continuarán multiplicando recetas para Cuba, formas de vida alternativas, espejitos a cambio de oro, como hicieron con nuestros aborígenes. Esta práctica ya ha tenido un efecto en nuestra sociedad y ha encontrado mejor pasto en momentos de nuevas limitaciones económicas. Hay un solo remedio frente a ese reto: Que nuestra obra sea tan inmensa y esté construida sobre una unidad social tan grande que el intento de los enemigos se sintetice en la cubana frase de “no se puede tumbar el Morro a pedradas”.

De forma natural el autor propone una reflexión ante lo que sucede, pero en modo alguno se trata de un repliegue de autocrítica tan prolongado que nos retire del frente de batalla, que nos haga perder la iniciativa, y que nos lleve a buscar lo perfecto para desechar lo bueno.

Copiamos como propia la frase que puede leerse en el libro: “La seudorrevolución siempre es socialmente rentable, financieramente rentable, cómodamente rentable, lo que nunca es moralmente rentable”

Igualmente nos complacemos al leer: “La seudorrevolución no tiene objetivos -es incapaz de tenerlos- pero tiene efectos en quien la ejerce, encerrándolo entre las cuatro paredes que en la Cuba de la segunda década de los 2000 han sido sus ejes temáticos, que en realidad son limitaciones temáticas. Dicho de forma coloquial:

La cantaleta del dogma.

La majomía de lo generacional.

La jodedera del consenso.

La bobería de la herejía”.

Algunos de estos términos han sido rescatados del lenguaje neo y seudo revolucionario -que pretendía capitalizarlos- por el verdadero sentido crítico de la Revolución.

Honestamente creo que en el volumen que presentamos hay razonamientos de indiscutible trascendencia: “El objetivo de un debate revolucionario es buscar la transformación de la realidad que describe. Se nutre de la crítica revolucionaria, que consiste en convertir la opinión en utilidad. Es un tipo de debate que incluye tanto las insatisfacciones que lo provocan, como contar con la institucionalidad con que pueden lograrse las soluciones que propone. El seudodebate, al carecer de esos objetivos, es repetitivo en su expresión, escaso en sus temáticas, superficial en su análisis, ingenuo en sus propuestas y nulo en su posibilidad”.

Si somos honestos, debemos aceptar que quizás hemos estado en más de una reunión grupal que ha transitado por esos caminos y hemos convivido con el pecado, pero aún tenemos posibilidad de ser absueltos.

Las propuestas que nos hace Javier en esta compilación concluyen en medio de los procesos de reversión generados bajo el gobierno de Donald Trump. Y me refiero tanto a los procesos internos de Estados Unidos, como en su relación el mundo. El autor se plantea y nos presenta la pregunta de qué debemos esperar después.

Nuestro comentario: Es muy difícil hacer pronósticos a largo plazo en la política estadounidense, pero ese país está envuelto en un proceso tendencial en el que es cada vez menos capaz de corregir los desequilibrios internos y de cumplir con la tarea de supuesto liderazgo mundial que hasta hace poco le dio color a su política exterior. No debemos esperar nunca que el hegemón herido nos perdone los pecados de la herejía de haber querido ser distintos, de no someternos, y de habernos resistido tantos años a un embate brutal, mucho menos con tan poca geografía de por medio.

Nuestra salvación estará como hasta hoy en la genialidad martiana de conocer cada influencia de la literatura mundial, pero escribir la propia, en el paradigma fidelista de cambiar todo lo que debe ser cambiado, en la disposición a quemar Bayamo antes de entregarla y de volver a la manigua cada vez que esté bajo amenaza ese principio presente en el eje de la cubanía, que es hacer lo que nos salga…desde muy adentro.

Los textos reunidos en este libro, escritos de mayo de 2016 a febrero de 2018, son parte del debate político cubano ocurrido en internet en el tiempo transcurrido entre la visita a La Habana del presidente estadounidense Barack Obama y el primer año de la administración de Donald Trump.

Se trata de una compilación que pone ante el lector elementos para comprender el funcionamiento de una contrarrevolución de nuevo tipo, creada por Estados Unidos para hacer caer a la Revolución cubana mediante del uso de las redes sociales, medios digitales de comunicación y una estrategia de influencia sobre el sector intelectual. Probablemente la mayor y más compleja operación de guerra cultural diseñada por la CIA después de la caída de la Unión Soviética.

Tomado de: Cubadebate

Las flautas de Hamelin en PDF

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