Por Pedro R. Noa Romero
El 13 de septiembre de 1971 fallecía en La Habana el profesor, promotor cinematográfico y crítico de arte José Manuel Valdés-Rodríguez Villada. Con su partida física se cerraba un capítulo importantísimo dentro de la enseñanza y la difusión del séptimo arte en Cuba.
Era hijo de uno de los más ilustres pedagogos cubanos de finales del siglo XIX y primeros años del XX: Manuel Valdés-Rodríguez (1848-1914), cuyas ideas estuvieron a favor de la educación popular y la defensa de una pedagogía científica en la que primara el método explicativo.
José Manuel, su hijo mayor, había nacido el 17 de diciembre de 1896, un año antes del nombramiento de su padre como miembro de mérito de la Real Academia de Ciencias de La Habana.
Sus estudios primarios, secundarios y de bachiller los desarrollaría en el Colegio de Belén; pero la muerte de su progenitor lo obligaría a incorporarse a trabajar muy joven, primero, en gestiones administrativas al servicio de un próspero colono en la provincia de Camagüey; después, en la administración del cine Fausto en la capital cubana.
Las primeras colaboraciones periodísticas y comentarios cinematográficos aparecen a partir de 1927 en publicaciones como El País, El Diario de la Marina y Revista de Avance.
Según su propio testimonio, a finales de los años veinte, fomenta un cine club personal en su casa, donde se reunían intelectuales de la talla de Fernando Ortiz y Raúl Roa para disfrutar de películas ―por medio de equipos de proyección prestados― que proyectaban sobre la pared del garaje colindante, pintada de blanco.
Durante 1932 hasta 1935 trabaja como editor asociado y corresponsal para Hispanoamérica de la revista Experimental Cinema de Hollywood, desde la cual se une al movimiento internacional en defensa de Viva México, la cinta inconclusa de Sergei M. Eisenstein.
Se incorpora a la lucha popular contra la dictadura de Machado y en 1934 ingresa al Partido Comunista. Es nombrado secretario de la Liga Antimperialista de Cuba y viaja a la URSS como corresponsal de Ahora y Bohemia.
En Moscú asiste al I Congreso de los Escritores Soviéticos. Allí conoce personalmente y se entrevista con Eisenstein1 y otras relevantes figuras del cine y el teatro de la Unión Soviética.
A su regreso a La Habana se convierte en uno de los seis editores de la revista Masas, órgano de la Liga Antimperialista de Cuba, por lo cual es detenido a principios de 1935 y condenado a seis meses de prisión.
Al ser liberado, desempeña labores como crítico de cine y teatro en Fragua y Social. Ese mismo año vuelve a El Mundo, donde escribe la sección “Tablas y pantalla”, dedicada a la crítica cinematográfica, de teatro y espectáculo, la cual mantendrá hasta el cierre del periódico a inicios de los sesenta.
En 1939 dicta, por primera vez, su curso “El cine: industria y arte de nuestro tiempo” como parte de las actividades que está desarrollando la Academia de Artes Dramáticas de la Escuela Libre de La Habana (ADADEL), una institución que tuvo sus orígenes en España y llegó a nuestro país a través de la emigración ibérica producida por la Guerra Civil en ese país europeo2.
El curso fue uno de los primeros impartidos en Cuba sobre el séptimo arte. Su importancia y novedad le sirvió para que lo invitaran a impartirlo en la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana (UH), a partir de 1942, y se mantuvo hasta 1956, fecha en que cerró la colina universitaria debido a la situación política nacional.
Por su aula pasaron muchas de las personalidades que tuvieron que ver con el auge del arte y la cinematografía en Cuba durante los cincuenta y la futura creación del ICAIC3.
Desde este momento, comenzó a concretarse la institucionalización del cine dentro de la Universidad.
El auge y aceptación de sus clases, así como la exhibición de las películas incluidas en cada sesión, hizo necesario, en 1948, la adaptación como sala de proyecciones del anfiteatro Enrique José Varona, ubicado en el edificio de la Facultad de Educación.
Al año siguiente, en marzo de 1949, se constituye la Comisión de Extensión Universitaria de la UH, dentro de la cual se crea el Departamento de Cinematografía. Raúl Roa, en aquella época profesor y decano de la Facultad de Derecho, rememoró la utilidad de su funcionamiento: “El Departamento de Cinematografía… fue un activo centro de enseñanza visual y oral… Muchos de mis temas de clase ilustré yo con las proyecciones pertinentes y los penetrantes y jugosos preámbulos de Valdés-Rodríguez”4.
Ese mismo año inaugura las secciones de cine de arte en el anfiteatro Varonay da los primeros pasos para la creación de la Filmoteca universitaria, la cual llegó a almacenar más de 800 títulos tanto de ficción como documentales y noticiarios, en 35 y 16 mm.
Fue tal el prestigio alcanzado por la Filmoteca y demás instituciones cinematográficas universitarias que a partir de 1952 recibe la custodia de los negativos y originales de varias de las primeras películas producidas en Cuba5, que conservó hasta la creación de la Cinemateca de Cuba.
Una imagen del Valdés-Rodríguez de estos años universitarios se la debemos a una de sus alumnas durante el curso 1951: la Dra. Graziella Pogolotti:
Su apariencia física fue siempre la de un criollo de la primera república. El traje blanco impoluto, el sombrero jipi, la fragancia que lo acompañaba, el extremo cuidado de sus manos asociaba su imagen a la proyectada por los políticos de aquella era. El gesto efusivo, su cortés caballerosidad evocaban también aquella época remota. Hijo de un ilustre pedagogo cubano, disfrutaba de una extensa red de relaciones en los más disímiles ámbitos de la sociedad. Para todos ellos era simplemente Chema. En un mundo de enmascarados, su jovialidad ocultaba un trasfondo de melancólica tristeza, perceptible al menor descuido.6
El triunfo de la Revolución del 1.o de enero de 1959 lo encontró todavía activo, a pesar de sus 63 años de edad. Él saludaría, desde su tribuna universitaria, los cambios generados a favor del cine cubano con la fundación del ICAIC.
La Ley de Reforma Universitaria se dicta el 10 de enero de 1962 y el 22 se adscribe el Departamento de Cinematografía a la Comisión de Extensión Universitaria como sección.
En mayo del mismo año se crea la Comisión de Medios Audiovisuales, y en agosto se organiza la Sub Comisión de Medios Audiovisuales para la Universidad de La Habana. Su función esencial consistía en preparar, a petición de las facultades y escuelas ―y en particular de los profesores―, los medios audiovisuales aplicables a la enseñanza7. La sección de cine pasa a formar parte también de la Sub Comisión. Valdés-Rodríguez las dirige, pero, poco a poco, ya enfermo, abandona la atención de ambas, hasta confirmarse su retiro, aproximadamente en 1966.
El último homenaje en vida se le realiza durante marzo de 1971. Lo organizó la Unión de Periodistas de Cuba, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el ICAIC. Todos se unieron a la Universidad de La Habana (por iniciativa de Mario Rodríguez Alemán) para agasajarlo en un acto presidido por Carlos Rafael Rodríguez. El discurso principal estuvo a cargo de Raúl Roa, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba en aquellos años, quien, en una pieza magistral de oratoria, hizo una eficaz valoración de su vida y obra8.
Un alumno de su curso de 1950, quien llegó a convertirse en compañero de trabajo y amigo: el crítico y profesor Walfredo Piñera Corrales, recordó que ese día el profesor solicitó la exhibición de la copia de El acorazado Potemkin (S. M. Eisenstein, 1925) conservada en las bóvedas universitarias, la cual vio hasta la memorable secuencia de la escalinata de Odesa. En ese momento, abandonó para siempre su anfiteatro Varona, sede del homenaje.
Como recordatorio permanente a su obra, la Universidad de La Habana instituyó, desde 1997, el sello conmemorativo Valdés-Rodríguez (único de su tipo en Cuba), el cual se otorga a personalidades, colectivo o instituciones que hayan realizado un trabajo relevante dirigido a la docencia y a la promoción cinematográfica en las universidades u otras instituciones similares.
Notas y referencias bibliográficas:
1 Sobre la relación de Valdés-Rodríguez y el director ruso Sergei M. Eisenstein se puede consultar los textos “Un encuentro con el atormentado de México”I y II, publicados en la sección “Altercine” de IPS Cuba el 26 de enero y el 2 de febrero de 2018, respectivamente.
2 Sobre esta institución: Vázquez, D. (6 de septiembre de 2021). “La Escuela Libre de La Habana: vivero de inquietudes y desvelos renovadores”. Recuperado de www.cervantesvirtual.com
3 Algunas de las personalidades que se graduaron del curso fueron el director de cine y televisión Antonio Vázquez Gallo (curso 1947), Alfredo Guevara, José Massip y Jorge Haydú (curso de 1953), Lisandro Otero (curso 1954), Roberto Blanco y Nelson Rodríguez (curso 1956).
4 Roa, R. “Firmeza y continuidad de una conducta”, en Valdés-Rodríguez, J. M. (1989). El cine: industria y arte de nuestro tiempo. Editorial Letras Cubanas: Ciudad de La Habana, p. 436.
5 Al respecto pueden leer: “Donación de películas cubanas a la Filmoteca universitaria” y “Sobre donación de películas a la Filmoteca de la Universidad”, en Valdés-Rodríguez, J. M. (2010). Ojeada al cine cubano. Ediciones ICAIC: La Habana, pp. 233-238.
6 Pogolotti, G. “Los tiempos de Valdés-Rodríguez” en Valdés-Rodríguez, J. M. (2010). Ojeada al cine cubano. Ediciones ICAIC: La Habana,p. 5.
7 De esta experiencia saldría el folleto titulado “La Reforma universitaria y los medios audiovisuales”, una colección de artículos publicada en 1963 por el Servicio de Medios Audiovisuales de la Universidad de La Habana.
8 El discurso original se publicó en la revista Bohemia del 2 de abril de 1971 bajo el rótulo: “José Manuel Valdés-Rodríguez”, después ha recibido diferentes títulos. Los interesados lo pueden leer en Valdés-Rodríguez J. M. El cine: industria y arte de nuestro tiempo, bajo la denominación “Firmeza y continuidad de una conducta”, pp. 433- 438.
Tomado de: Cubacine
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