Textos prestados

El periodismo, ante el desafío de los tiempos

“… las páginas iniciales de La edad de oro rinden homenaje a nuestros héroes, Hidalgo, Bolívar y San Martín, patrimonio común del conjunto de nuestros países”.

Por Graziella Pogolotti

En una novela de Julio Verne dos periodistas, uno británico y otro francés, mantienen una permanente rivalidad. Para garantizar la primicia de la información y dar «el palo periodístico» respecto a los avatares de Miguel Strogoff, el correo del zar, cada cual intenta arribar más pronto al telégrafo situado en la mayor cercanía.

Con esos incidentes que animan el relato y suscitan simpatía en los lectores, el narrador estaba reflejando dos rasgos característicos de su época. Por una parte, preludio de lo que sucede en nuestra contemporaneidad, la invención del telégrafo acortaba el tiempo y la distancia entre las distintas zonas del planeta. Por otra, la Revolución Industrial introducía cambios tecnológicos en las imprentas y abarataba la producción de papel. Las tiradas de los periódicos se multiplicaron y a sus contenidos accedieron millones de lectores, seducidos por variadas propuestas que respondían a intereses igualmente diversos.

A lo estrictamente informativo, abierto a los anchos horizontes del mundo, se añadían artículos, comentarios, crónicas, gacetillas chismográficas y novelas por entrega, folletines precursores de las actuales telenovelas, que enganchaban al destinatario, pendiente del próximo capítulo para conocer el destino de la heroína. La visión romántica del cazador individual de la noticia desaparecía. La prensa se había convertido en decisivo factor para la conformación de la opinión pública al servicio de grupos de intereses y de partidos políticos.

Así lo comprendió José Martí. Entregó al periodismo una parte importante de su actividad creadora, con el objetivo de vincular el futuro de la isla al destino de la América Latina toda. Conocidos son los textos escritos para el diario La Nación, de Buenos Aires, en los que devela, entre otras muchas cosas, las intenciones ocultas tras la Conferencia Monetaria Panamericana celebrada en Washington.  Su tarea fundadora en este sentido fue mucho más allá.

A la altura de mi edad avanzada, he regresado a las páginas de La edad de oro para dilucidar la estrategia concebida por el Maestro en una publicación periódica dirigida a los niños. Con vistas a la formación de una ciudadanía consciente desde las primeras edades, allí desarrolla una narrativa inspiradora de un imaginario que despliega, en términos concretos, las bases teóricas expresadas en las páginas de Nuestra América.

En el sedimento nutricio de nuestra savia habrá de injertarse el conocimiento del legado de una cultura universal de amplios horizontes y derroteros plurales.

En correspondencia con este propósito, las páginas iniciales de La edad de oro rinden homenaje a nuestros héroes, Hidalgo, Bolívar y San Martín, patrimonio común del conjunto de nuestros países. Con visión preclara, en tiempos de escaso adelanto en las investigaciones arqueológicas, reivindica los altos valores artísticos de la obra de incas, aztecas y mayas, a la vez que refuta la condena a los sacrificios humanos en voz de conquistadores  que inmolaron a muchos en el fuego de la Inquisición.

El perfil de nuestra América, con su impronta singular, se inscribe en el prolongadísimo proceso de una historia humana que comenzó  por buscar refugio en cuevas para desafiar luego la ley de la gravedad en las catedrales góticas, los palacios y santuarios renacentistas, hasta la audacia experimental ferrovítrea del siglo XIX.

Así, instalado en el proyecto emancipador, ineludible garantía para el porvenir de nuestras tierras, recorre con pasmosa lucidez visionaria la Exposición universal de París de 1889, en el centenario de la Revolución  Francesa. No descarta la importancia del progreso tecnológico, sin caer por ello en la ingenua trampa de un positivismo acrítico. Se detiene en las muestras de un extenso conjunto de pabellones. Concede preferencia particular a los países periféricos, aquellos que un siglo más tarde se agruparían en un tercer mundo en vías de desarrollo. Ajeno a la visión eurocéntrica imperante en su época, aborda con respeto la singularidad cultural de cada nación.

Saber, sensibilidad artística y reconocimiento de los valores de una  auténtica modernidad se manifiestan en la descripción de la Torre Eiffel. Símbolo en la actualidad de la capital de los franceses, recibió en su época un rechazo generalizado, sobre todo por parte de la comunidad intelectual de entonces. Muchos reclamaban su derribo una vez concluida la feria.

Martí destacó el prodigio técnico y la elegancia de una silueta afinada, erguida hacia el cielo. Comprendió la necesidad de dotar a su interlocutor de las herramientas para el ejercicio de un pensamiento crítico, arraigado en la realidad profunda de las tierras de América y en diálogo entre lo propio y lo universal, mediante la seducción de una palabra respetuosa de las facultades de la infancia.

Por falta de financiamiento, la publicación de La edad de oro no pudo sobrepasar los cuatro números. En tan breve tránsito sentó pautas que conservan plena vigencia a pesar de los cambios introducidos desde entonces por el acelerado desarrollo tecnológico, utilizados de manera  perversa para levantar valladares frente a la lucha por la emancipación humana, cada vez más apremiante por el acrecentamiento de las brechas entre ricos y pobres, el uso de nuevas formas de colonialismo a través de la manipulación de las conciencias y la necesidad de preservar la salud  del planeta amenazada por el capitalismo depredador.

A contracorriente de tan poderosas fuerzas, corresponde al periodismo participar en la construcción  de un interlocutor crítico que, desde la perspectiva de nuestra América, se abra al conocimiento en profundidad de los conflictos políticos, económicos, sociales y culturales que nos conciernen. Para hacerlo con eficacia, tenemos que afinar nuestra capacidad de seducción, sin olvidar nunca que la plenitud humana se alcanza también en el reconocimiento y disfrute de la belleza.

Tomado de: Juventud Rebelde

Leer más

Segunda intervención yanqui o la consolidación del dominio imperialista

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

El 29 de septiembre de 1906, se inició la segunda intervención estadounidense en Cuba, a tenor de la Enmienda Platt solicitada por el presidente Tomás Estrada Palma ante la sublevación armada de sus adversarios del Partido Liberal, iniciada en agosto por el rechazo a su reelección fraudulenta y contraria a lo estipulado por la Constitución cubana.

Bajo la presidencia de Teodoro Roosevelt el gobierno de Estados Unidos, después de algunos intentos fracasados de mediar entre los contendientes, aceptó la solicitud y se nombró al Secretario de la Guerra de su administración, William H. Taft como Gobernador Provisional de Cuba y posteriormente se designó a Charles E. Magoon en ese cargo mientras durara la intervención.

En 1905 Estrada Palma, próximo a terminar su mandato, proclamó su decisión de postularse para un segundo período, apoyado por el Partido Moderado, que integraban los sectores más reaccionarios de la época, entre ellos los ex miembros del Partido Autonomista, organización que felicitó al Capitán General español Valeriano Weyler cuando la muerte de Antonio Maceo en 1896.

Para lograr sus fines no se detuvieron ante el crimen y fue el autor intelectual de la muerte del General de las tres guerras del Ejército Libertador Quintín Banderas, ultimado a traición por miembros del ejército en el mes de agosto en Arroyo Arenas, cerca de la capital, donde estaba alzado pero esperaba ese día un salvoconducto del presidente para rendirse y que debían entregarle esos militares.

También un año antes, en septiembre de 1905, fue asesinado en Cienfuegos por la policía en extrañas circunstancias, el joven coronel del Ejército Libertador Enrique Villuenda, destacado político liberal y duro oponente a los planes del mandatario.

José Antonio Frías, del partido gobernante se ufanó públicamente de ordenar el asesinato de Villuenda y pocos días después era recibido con honores por el presidente Estrada Palma.

Tras su apariencia de patriota desinteresado, Estrada Palma había realizado una activa labor ante el Congreso de EE.UU para que el ejército estadounidense interviniera en Cuba, y les aseguró a las grandes corporaciones yanquis seguridades para sus intereses en la nueva república.

Lea aquí: Segunda intervención yanqui: fortalecimiento del sistema neocolonial en Cuba

Con ese aval representaba el hombre providencial del naciente imperialismo para presidir la república mediatizada, inaugurada el 20 de mayo de 1902, apoyado por muchos cubanos por su conocido pasado e ignorantes de su callada traición.

Después de consumado el fraude electoral en diciembre de 1905, Estrada Palma no pudo contener la situación y solicitó la intervención estadounidense y renunció, al igual que sus principales colaboradores, a fin de que ocurriera un vacío de poderes que obligara a EE.UU a intervenir.

Durante la segunda intervención las autoridades estadounidenses repartieron por igual a los políticos corruptos de ambos bandos dinero y dádivas a costa del presupuesto nacional, fortalecieron el ejército y la penetración de los intereses de la Unión acabaron de controlar gran parte de la economía cubana.

La ocupación se extendió hasta el 28 de enero de 1909, cuando asumió la presidencia después de unas elecciones organizadas por las autoridades interventoras el general José Miguel Gómez, figura central del Partido Liberal opuesto a Estrada Palma, a quien el pueblo describiría años después por su escandaloso robo de las riquezas de la nación junto con su camarilla con la frase de: “Tiburón que se moja, pero salpica.”

Durante la intervención el imperio fortaleció las fuerzas armadas, la policía, e instituciones de control político y penetración cultural y sobre todo perfeccionó las bases de la corrupción desenfrenada de la clase politiquera pro yanqui que dirigían los partidos tradicionales, que robaban alternados en el poder gracias al sistema de la llamada “democracia representativa”.

Así se garantizó aún más el control de la Isla por Estados Unidos y se condenó al pueblo a una etapa de profunda frustración del ideal independentista del que solo saldrían las fuerzas progresistas a inicios de la década de 1920, lideradas por una nueva generación de revolucionarios encabezados por Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y otros que protagonizarían el llamado despertar de la conciencia nacional.

Tomado de: ACN

Leer más

La organización, y no el espontaneísmo

Por Fernando Martínez Heredia

Esto que vamos a conversar ahora del lado mío, son algunos comentarios no preparados previamente, pero que pueden servir como insumos para lo que ustedes pretenden en este día de debate. Es decir, hay que contemplarlos entonces teniendo muy en cuenta que es posible que muchos de ustedes no conozcan demasiado acerca de lo que se hablará y es imprescindible, sin embargo, que conozcan mucho, pero mucho más de lo que yo les voy a decir.

Me voy a referir, en términos generales, a la dirección política de la sociedad cubana en lo que toca a su organización en el proceso de la revolución y ni siquiera voy a tener en cuenta las etapas más primeras, las etapas del origen (…) Pero hay algunas experiencias, a partir de ahí, que son indispensables.

Una es, me parece, tener en cuenta que los protagonistas y participantes principales tuvieron siempre como algo fundamental estar organizados. La organización, y no el espontaneismo, resultó siempre priorizada.

El Movimiento 26 de Julio fue, primero, la forma organizativa básica que decidió; y este, sin dejar de ser muy importante, fue flanqueado y finalmente superado por el Ejército Rebelde, que se llamaba primero Ejército Revolucionario del 26 de Julio. El Ejército Rebelde llevó a una situación decisiva la lucha contra la tiranía y la obtención del triunfo mediante el desmantelamiento del aparato militar-represivo de la tiranía. El triunfo revolucionario de enero de 1959 permitió la liquidación, no solo del aparato militar-represivo, sino también del aparato político de la república, ya no solo de la tiranía. Es decir, los partidos políticos que existían –y en Cuba tenían una enorme importancia durante la República Burguesa Neocolonial–, fueron definitivamente liquidados por la revolución y, legalmente, esta fue la situación del propio año 1959.

El Gobierno revolucionario que se estableció a partir de ese triunfo era, sobre todo, un poder ejecutivo y legislativo al mismo tiempo. El poder judicial, después que fue depurado, se mantuvo como un poder autónomo, en el sentido que suele ser en estos casos, en el Estado, es decir, autónomo hasta cierto punto.

El poder ejercido por el Gobierno revolucionario tampoco hay que verlo de una manera formal, porque el Ejército Rebelde para la población, durante toda la primera etapa, tenía una importancia decisiva para plantearle problemas; pero también, incluso, para el Gobierno, para ejecutar políticas priorizadas o acciones priorizadas.

Entonces, el Gobierno revolucionario entendía que su legitimidad estaba dada por el propio hecho de la revolución, su triunfo, y el consenso popular que fue creciendo prácticamente sin parar durante 1959, 1960 y los primeros años sesenta. Se decía entonces: «la revolución es fuente de derecho». Es decir, la revolución ejerce el derecho a partir de sí misma, no lo toma de alguien, es constitutiva ella misma. Las leyes de la revolución… hay que ver, por ejemplo, que la revolución promulgó mil leyes en sus primeros tres años. Fíjense qué cantidad de leyes cargaba, y ellas tenían sus partes –por cierto, muy bien redactadas–, sus partes «de derecho», sus partes «de hecho» antes de las partes «positivas», como dicen los abogados.

[El Derecho siempre era el carácter constitutivo que tiene la revolución y esta decidía, inclusive, que se incorporaran al texto básico de una juridicidad que son las Constituciones, lo que consideraba necesario].

La Constitución de 1940, entonces, siguió vigente; pero esta era una Constitución muy superior a las circunstancias cubanas. Era el fruto de un acuerdo post-revolucionario, después de la Revolución del 30, que no viene al caso mencionar ahora; pero tenía en su contenido virtudes que permitieron que el régimen revolucionario pudiera tomarla, hasta 1976, como texto básico y le hiciera adiciones en todo lo que… por ejemplo, «la tierra es del que la trabaja» era un principio de la guerra revolucionaria y de la revolución en su primer año; las dos leyes de Reforma Agraria fueron las que llevaron esto a la Ley, pero la Constitución [de 1940] tenía un artículo que decía «se proscribe el latifundio», ya eso era una base; tenía otro artículo que decía «la propiedad solo puede existir en función social», ya eso era otra base. Claro, no se hicieron en 1940 para ser cumplidas, tuvieron que ser cumplidas por un poder político-militar con consenso amplio de la población; pero, desde el punto de vista legal, entonces se fueron adicionando.

Por ejemplo, en 1960 con la Ley de la Vivienda con un principio constitucional: «la vivienda es del que la vive», que rompía –como había roto otros preceptos ya, y como muy pronto rompería los demás– con la propiedad privada y con el respeto a la propiedad privada, que es algo muy importante también.

La organización política que trató de desarrollarse desde un inicio, pero bajo las normas prácticas de lo que hay, era el espíritu de la revolución. El espíritu de una revolución que no había sido reconocida, por los que «sabían mucho marxismo», como posible; ni había sido querida para nada por los «demócratas», que en nombre de la democracia gobernaban a Cuba para el capitalismo y para el imperialismo, no podía ser respetuoso de ese sistema de ideas y de instituciones.

El resultado fue que, en la práctica, el poder era bastante discrecional; también, al mismo tiempo, tenía recursos muy propios como era, por ejemplo, la participación masiva directa del pueblo en actividades en las cuales expresaba ideas y sobre todo expresaba su consenso. Estas, que se empezaron a llamar «movilizaciones» desde enero de 1959, eran una de las formas prácticas; pero hay otras formas que a veces no se miran, por ejemplo, la Milicia Nacional Revolucionaria oficializada a partir de octubre de 1959 significó en la práctica ir hacia el armamento general del pueblo, un principio comunista expresado por Carlos Marx como uno de los rasgos del poder proletario, en este caso del poder popular revolucionario. Es decir, al pasar gente común y corriente de Cuba a armarse para defender su revolución, al mismo tiempo hacían una organización política y tenían una transformación de conciencia que se podía considerar también la aparición de un nuevo cuerpo ideológico.

Las organizaciones de la revolución, entonces, fueron el camino tomado, no de una manera planeada, digamos, previamente, pero sí que se fueron sumando. El propio Gobierno revolucionario entonces fue flanqueado por la Federación de Mujeres Cubanas, por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, no solo por la Milicia Nacional Revolucionaria, y así después surgieron otras organizaciones. Una antigua organización se «democratizó», se llamó así al sistema de asambleas y de renovaciones en el movimiento sindical. Con lo que nació, entonces, el Ejército, el Gobierno, las leyes, la Constitución retomada por la revolución, las organizaciones militares, políticas y de masas.

Ese es el poder, digamos, en un sentido político más general, que en los primeros seis años intenta, primero, ir demasiado pronto y hace lo que se llamaron Organizaciones Revolucionarias Integradas a mediados de 1961, pero que fracasa por introducirse en ella lo que se llamó, en aquel tiempo, «el sectarismo». Es decir, un grupo intentó secuestrarla, y que Cuba fuera prácticamente como los gobiernos de los países de Europa que estaban en la órbita de la Unión Soviética. Fidel denunció esto en marzo de 1962, se produjo una transformación muy fuerte y de ahí nació, no solo la desaparición de las Organizaciones Revolucionarias Integradas –llamadas ORI–, sino el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana, ese largo nombre –la gente le decía el PURSC–. Es decir, un partido político que se formará a partir, y aquí si viene algo que es muy importante y que es característico de la Revolución cubana, a partir de la ejemplaridad de sus miembros. Para ser militante del Partido, una persona tendría que ser forzosamente elegido por sus compañeros de trabajo, o en su caso, de estudios, militares, como trabajador ejemplar. Sin la condición de «trabajador ejemplar» no se podía ser militante del Partido. El Partido sería entonces la organización política que vería, a través de un proceso, cómo podían pasar o no los trabajadores ejemplares a ser militantes del Partido mediante entrevistas, datos, preguntas a personas que los conocieran acerca de su vida, y asamblea después, de trabajadores ejemplares, que debían discutir libremente entre todos y aprobar o no quiénes llegaban a ser militantes.

Esto le dio una fuerza muy grande en cuanto a selectividad y en cuanto a prestigio al nuevo Partido que comenzaba, al PURSC. Este se fue extendiendo, sobre todo ya en los años 1963, 1964 y en el 1965, y se decidió formar una dirección que sustituyera a la dirección nacional de ese PURSC, que eran 24 o 25 personas que habían sido designadas cuando se constituyó, y que este Partido se llamara Partido Comunista de Cuba.

El Partido Comunista de Cuba se fundó entonces el 3 de octubre de 1965, y ese día se proclamó su Comité Central. El Comité Central eran, no recuerdo el número exacto, pero eran quizás seis docenas o un poco más de personas que venían sobre todo de las luchas contra la tiranía de Batista y también de luchas de los primeros años de la revolución en el poder. Había muchas personas desconocidas para el público y había otros que eran dirigentes. Es decir, en ese primer Comité Central ya había una buena combinación de personas muy destacadas, pero no que necesariamente tuvieran que ejercer funciones con responsabilidades.

Ese primer Comité Central también, al mismo tiempo, significó una ratificación del carácter absolutamente autónomo desde el punto de vista ideológico de la Revolución cubana respecto al socialismo de la Unión Soviética. Las relaciones entre Cuba y la URSS a partir de los sesenta en adelante fueron cada vez mayores y más importantes para Cuba, en cuanto a la defensa y también la economía –tampoco puedo hablar de su historia–, pero lo que sí fue imprescindible y sucedió fue que la Revolución cubana hiciera realidad su autonomía completa, que no se plegara a la política soviética, y este nacimiento del Partido en 1965 es un momento importante en esa dimensión.

También en ese momento se estaba tratando que el Estado se revolucionara. Hay toda una historia del Estado que yo tampoco la puedo hacer –no hay tiempo aquí para eso–, que llevó a enormes modificaciones en la estructura estatal en los años 1965, 1966, 1967; y la figura de Fidel en esto fue fundamental, como ya estaba siendo desde hace tiempo en todas las cosas más importantes de la revolución. Volvió a confrontar la organización política un escollo con relación a la pretensión soviética, y de la ideología que se adhería a las posiciones soviéticas, en lo que se ha llamado «la microfracción» que obligó a un proceso que para algunas personas fue un proceso criminal, y para otras fue un proceso de discusiones políticas a fines de 1967 e inicios de 1968. La revolución se tuvo que empeñar en el cumplimiento de un plan perspectivo que la llevó a la zafra famosa de 1970 e hizo que el Estado también entrara en una tensión enorme, mientras que la profundización del socialismo era intentada en todos los aspectos posibles, incluido el internacionalismo, que era una bandera desde 1959 de la revolución pero que en esta segunda mitad de los sesenta también se llevó a momentos muy altos con relación, sobre todo, a la revolución en América Latina –recuerden todos también Bolivia, y la caída del Che en 1967.

La revolución confrontó dos problemas básicos, me parece a mí, en estos años.

Uno fue el propósito de la expansión de la economía, de la economía de la revolución –la economía sin apellidos siempre es burguesa–, la economía de la revolución en un plan que se llamó «Plan Económico Socialista Acelerado» que no pudo llevar a Cuba a salir del subdesarrollo en pocos años, se demostró que no era factible –no se puede detallar aquí–, pero no era factible.

Segundo, el problema de la ampliación del campo revolucionario en el mundo que, a manera de consigna, por ejemplo, lo recuerdan ustedes: «crear dos, tres, muchos Vietnam», pero que formaba parte de una estrategia, la estrategia de la expansión de la revolución, en este caso, sobre todo, en América Latina como parte de una revolución de los países del Tercer Mundo y de la revolución en el mundo. Pero no se obtuvieron victorias en América Latina.

Es decir, Cuba no pudo ser acompañada por otros poderes que le permitieran hacer más factible su actividad, su sobrevivencia y su desarrollo.

Es ante esas dos ausencias que el país tuvo que atenerse a mejorar sus relaciones con la Unión Soviética, sobre todo después de 1970, lo que llevó a ingresar en el sistema llamado por nosotros «CAME», Consejo de Ayuda Mutua Económica, que era el sistema económico de los países que llamaban «países socialistas» y que presidía la URSS. Cuba ingresó en 1972, fíjense, 14 años después del triunfo de la revolución; pasó a ser, sobre todo, cliente y exportadora a la Unión Soviética y de algunos otros de estos países del CAME. De esa manera, no se pudo continuar el proyecto que llevaría a una industrialización con especializaciones, sino que, sobre todo, se impuso la fabricación y exportación de azúcar crudo hasta llegar a más de seis y después siete millones de toneladas en el curso de esos 15 años que van de 1971 a 1985.

De manera que, quitando lo demás porque no da tiempo, Cuba garantizó –poco a poco primero, y después de una manera más fuerte– un bienestar material pero no un desarrollo económico.

Y también garantizó lo que se empezó a llamar a mediados de los años setenta «la institucionalización»: es decir, pasar de la revolución como fuente de derecho a tener un cuerpo institucional que permitiera solidificar, cristalizar mejor los logros de la revolución y asegurar un funcionamiento sistemático de ella. Esto incluía una comisión que trabajaba con bastante parsimonia, sin apuro –y Fidel lo llegó a decir en un discurso importante a principios de los setenta–, que era la comisión para la Constitución; pero, a la vez, se hizo una reformulación del Estado otra vez, más cercana al ideal soviético.

A la vez que era un orden, tenía ese problema ya no solo ideológico, sino también que afectaba a la política económica y a la idea misma de la política. Es decir, la burocratización «no tenía que ser vista», como en los años sesenta, como algo peligroso y como un enemigo de la revolución; sino que podía ser, de otra manera, vista como un crecimiento ordenado de la administración, cosa que sucedió en el peor sentido.

Sin embargo, al mismo tiempo, se fue garantizando la universalización de la atención médica y su conversión en sistema de salud, que es mucho más que la atención médica; la universalización del sistema educacional… por ejemplo, en 1972 por primera vez en la historia de Cuba todos los niños de 12 años terminaron sexto grado. Eso no había sucedido, en los 14 años anteriores se fue hacia allí. Por eso es que surgió el Destacamento Pedagógico, porque hacían falta 35.000 profesores de Secundaria Básica y solo había 7.000. Me detuve en un detalle, no me puedo detener en ninguno, pero ustedes no, ustedes tienen que detenerse en todos los detalles, en especial en todos los detalles importantes.

Ahora bien, tenemos entonces una época contradictoria: avances en muchos sentidos, retrocesos en otros, confusión ideológica muy grande, implantación del dogmatismo en la teoría marxista, liquidación de una parte –principal diría yo– de las capacidades del pensamiento social para entender y para prever, es decir, el pensamiento que es capaz de analizar, criticar y discutir sin miedo qué socialismo.

En esa forma fue que llegamos al I Congreso del Partido, 17 años después del triunfo revolucionario y 10 años después de la constitución del primer Comité Central. El I Congreso del Partido, en diciembre de 1975, significó un momento importante en la institucionalización del país, y a la vez, la concreción de una manera determinada de organizar políticamente el país.

El Partido Comunista de entonces, que seguía teniendo el enorme prestigio de sus bases basado en lo que dije al principio, que había aumentado mucho el número de sus militantes, que tenía a su favor el crecimiento en educación y en salud, en la cultura general y técnica de la población; a la vez se vería afectado por este seguidismo de la ideología soviética y por los factores nacionales que entendían que el autoritarismo era mejor como una forma de organizarnos, y que bajo un sistema vertical se podrían obtener éxitos. Es este cuadro complejo en el cual el Partido Comunista celebra su I Congreso y a la vez acuerda que va a celebrar congresos cada cinco años, que la economía la va a organizar y la va a llevar, también, controlada de tal modo que se pueda hablar de Planes Quinquenales –por eso el Plan 1976-1980–, y así en cuestiones que van desde los aparatos auxiliares del Comité Central hasta la idea de que se necesita tener un ateísmo de tipo científico: una barbaridad burguesa en la cultura, como si formara parte de la necesidad de la cultura.

Entonces, por este camino, ateniéndome nada más a lo que hemos quedado que yo mencionara y no a lo demás, porque hay cosas importantísimas que no menciono, se llegó en 1980 al II Congreso del Partido, en el cual hubo algunas actividades previas de Fidel, y de Raúl también, estimulando la crítica, estimulando la discusión dentro de aquel marco, sin salirse del marco, pero estimulándola algo. Hubo algunas modificaciones también dentro del sistema del poder Ejecutivo, no del sistema, pero sí del personal. Sucedió, sin embargo, un hecho importantísimo que resultó negativo: los sucesos de la Embajada del Perú, que terminaron con la salida que llaman «del Mariel» de 125.000 personas. Todo aquel trauma de los primeros meses del año ochenta tuvieron un efecto también, pienso yo, de detención en lo que podía haber sido algo para analizar más críticamente la situación y la forma de llevar la política.

Entonces, a fines de ese año ochenta se hizo el II Congreso del Partido en condiciones, incluso internacionales, muy delicadas. Me refiero a la cuestión de Polonia, y con la expectativa de que el nuevo gobierno del presidente Reagan en los Estados Unidos sería todavía más peligroso y más agresivo que los anteriores, que lo habían sido. Entonces, Cuba se encontró con la realidad ya no de la forma de 1962 cuando la Crisis de Octubre, sino de otra forma –que por suerte quedó en aquel momento en secreto–: la Unión Soviética le hizo saber que no iba a «correr el riesgo» de un enfrentamiento directo con Estados Unidos por Cuba, que en caso de una agresión mayor Cuba no podía esperarlo. Esto tuvo efectos sobre el sistema defensivo cubano: la idea de la «Guerra de Todo el Pueblo» se materializó.

También, finalmente, a lo largo de la primera mitad de los ochenta se fueron haciendo demasiado visibles las consecuencias sumamente negativas de la burocratización, de la formación de grupos privilegiados, de la corrupción, de la ineficiencia, y apareció el fenómeno de la «Rectificación de errores y tendencias negativas».

Esto, que Fidel lo comenzó de una manera discreta a fines del año 1984, se hizo público en 1985, porque hubo cambios muy notables incluso en el personal del Partido, pero, sobre todo, una apertura hacia la actividad política, hacia la actividad política que fuera más de discusión, más de participación real. Se celebró un Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas importantísimo y, poco después, el III Congreso del Partido.

Este III Congreso del Partido ya fue plenamente dentro de la «Rectificación…» y desarrolló un conjunto de discusiones y de ideas importantes. El proceso de «Rectificación…» duró la segunda mitad de los años ochenta. Obtuvo avances que pueden ser considerados importantísimos porque fue también una forma precoz de Fidel, el máximo responsable de ese acierto, de darse cuenta de que la Unión Soviética iba por el camino más negativo y que culminó en su desaparición, pero darse cuenta antes de que se diera cuenta casi todo el mundo.

Esto me parece que fue muy positivo, aunque al final no pudo evitar lo que sucedió, lo que pasó en los primeros años noventa; pero, al menos el país no se precipitó ciego, sino que ya llevaba algún tiempo en unas condiciones políticas muy diferentes en que la población se sentía mucho más activamente metida en los sucesos de 1989 en el país y en lo internacional. Entre los segundos, tenemos la caída del Muro de Berlín y los bombardeos genocidas de la invasión a Panamá, el fin del llamado «campo socialista» entre 1989 y 1991, todo el cuadro en el cual se va hacia el IV Congreso del Partido.

En medio de aquella situación tan dificilísima, el Partido produjo el documento más profundo y autocrítico que había producido hasta entonces para uno de sus eventos: el Llamamiento al IV Congreso del Partido, del 15 de marzo de 1990, que se leyó en Baraguá. A partir de él, en las asambleas se recogieron más de un millón de opiniones críticas, se trabajó con ellas, pero el país iba confrontando dificultades crecientes, y después de más de un año de una situación política compleja se llegó al IV Congreso, en agosto de 1991, que se celebró en Santiago de Cuba. Este congreso lo que hizo prácticamente fue enfrentar la tremenda crisis que ya tenía el país encima.

O sea, no se puede decir que fue en la práctica el logro de las críticas de aquel maravilloso documento del noventa, pero yo creo que sin aquel maravilloso documento del noventa todo hubiera sido incomparablemente más difícil.

El país, entonces, requerido por la máxima dirección bajo la orientación y guía máxima de Fidel, se propuso enfrentar una crisis que acabó con la calidad de la vida en muy poco tiempo, produjo resultados terribles, la economía se desplomó, todo el sistema que tenía que ver con el llamado «campo socialista» como es natural, en este caso, se desplomó y la crisis de la primera mitad de los años noventa fue profundísima.

En un momento dado, incluso, se promovió otra vez la emigración informal, que se llamaron «los balseros», aunque en un número muchísimo menor que la del ochenta: «los marielitos», por el Mariel; y así fue avanzando el país a enfrentar su crisis política. Se fue sobre sí mismo, produjo una pequeña reforma –para algunos no tan pequeña– de la Constitución de 1976, que me la salté, en vistas de esta situación en que estamos haciendo esto, ahora donde nada cabe en la práctica.

[A fines de 1976 había existido una reestructuración completa del Estado a partir de la aprobación, después de un sistema formidable de discusiones populares, de una nueva Constitución: la Constitución de 1976, que se puso en vigor ese año, y la reforma del Estado, que también se puso en vigor ese año con la cual pasó a haber un Consejo de Estado, un órgano presidido, en este caso, por la elección de Fidel como tal –se eliminó el cargo de Presidente de la República– y una reestructuración también de los organismos centrales del Estado].

Me devuelvo al 2002, en donde se hicieron unas pequeñas discusiones, pero muy importantes; y se planteó que nada ni nadie puede acordar con ningún país extranjero nada que menoscabe la existencia del socialismo en Cuba. Me parece central ese asunto. Pero, antes, en 1997, se había hecho el V Congreso. El V Congreso del Partido que –en aquel momento, pienso yo– no pudo tener una importancia tan grande, del 8 al 10 de octubre, fue un cumplimiento, digamos, de aquella idea de que cada cinco años se hiciera uno –el anterior había sido en el 1991, y este fue en 1997, solo se atrasó un año–. Entonces, fue un momento de reafirmación política y nacionalista, en el sentido revolucionario, y vinieron los restos del Che y sus compañeros, que se habían logrado encontrar, y culminó el Congreso con las honras fúnebres al Che y sus compañeros.

Entre el V y el VI Congreso pasaron muchos años: de 1997 al 2011, es decir, casi 14 años. En el medio –ustedes conocen más, está más cerca de la vida de ustedes–, a fines de julio de 2006, por una grave enfermedad, Fidel tuvo que salir de sus responsabilidades y fue sustituido por el compañero Raúl. Esto se hizo ya oficial del todo a partir de febrero del 2008 al producirse, lo que sí ha sido muy secuencial cada cinco años, las elecciones de diputados nacionales del Poder Popular, se ratificó la situación por la elección de Raúl y la salida de Fidel de los cargos fundamentales y, ahora sí, de una manera definitiva.

Esa es la situación que nos lleva a estos dos periodos, que van a terminar en febrero de 2018 y que llevó a que Raúl planteara que había que hacer un Congreso del Partido y se fijara, finalmente, el 2011 como fecha para el VI Congreso. Este VI Congreso fue precedido de una intensísima formulación de documentos y de discusión de los documentos. Se les llamó, a los más importantes, «Lineamientos…», y su discusión fue ejemplar: en todos los campos, en todos los sistemas de las organizaciones sociales del país, políticas y barriales, y se produjeron una enorme cantidad no solo de discusiones sino de sugerencias, de planteamientos y de modificaciones. Hasta que se llegó, con esos «Lineamientos…», al VI Congreso y se produjo la discusión y aprobación ahí de ellos.

Hasta ahí la historia que, pudiéramos decir, que continua en cuanto a congresos con el que se acaba de celebrar hace muy pocos días: el VII Congreso; exactamente cinco años después, otra vez cinco años después, del VI. Pero ya esto no cabe en nuestro comentario.

Tomado de: La Tizza

Leer más

Los premios Sájarov, un arma de guerra europea

La golpista Jeanine Añez, entre las candidatas al Premio Sájarov

Por Juanlu González

Este año, los gerifaltes de la Unión Europea no han podido caer más bajo. Cierto es que eso es algo bastante difícil pero, desde luego, no desaprovechan ninguna oportunidad para intentarlo y con muy buen tino, a tenor de los resultados obtenidos. Si es verdad que alguna vez Europa fue un faro mundial para el respeto a los derechos humanos, la libertad, el bienestar social o la justicia; hace mucho que sólo es una triste sombra de su pasado.

En 1988, la UE creó el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia. Como aseguran en sus documentos internos «es el máximo homenaje rendido por la Unión Europea a la labor en el ámbito de los derechos humanos» y «la expresión del reconocimiento a personas, grupos y organizaciones por su contribución extraordinaria a la protección de la libertad de conciencia». ¿Suena bien, verdad? Podría decirse que es una loable iniciativa de esas que hay que aplaudir por conveniente y necesaria y por la que habría que sentirse orgulloso.

Sin embargo ¿qué diríamos si este reconocimiento se otorga continuadamente a asesinos, golpistas y agentes extranjeros al servicio de la desestabilización de terceros países? Además de reconocer que es una nueva oportunidad perdida para la causa de la Humanidad, este hecho desacredita, tanto al Premio Sájarov en sí mismo, como a quien lo promueve: la Unión y el Parlamento Europeos.

El Premio Sájarov, dotado con 50.000 euros, se entrega en un pleno oficial que se celebra a finales de cada año en Estrasburgo. Cada grupo político del Parlamento puede proponer sus candidatos y candidatas, aunque también pueden hacerlo los diputados a título individual si tienen el apoyo de al menos 40 representantes. Finalmente, es la Conferencia de Presidentes del Parlamento Europeo quien decide al elegido o los elegidos, por lo que se trata de una elección puramente política.

Si echamos un vistazo a los últimos 10 años de galardones, comprenderemos perfectamente el papel que juega el premio Sájarov en la política exterior de la UE. De 15 reconocimientos, las desastrosas primaveras árabes han recibido cinco (dos Siria, Libia, Egipto y Túnez), otros dos han sido para su estrategia de guerra contra Irán, uno contra Venezuela, otro contra China y dos más contra Rusia (a través de Bielorrusia y Ucrania). Los otros cuatro podemos considerarlos como más neutrales y solo uno de ellos es un activista por la libertad de expresión en un país amigo de la Unión Europea (Arabia Saudí́).

Pero, ¿acaso no había activistas palestinos detenidos sin juicio en campos de concentración israelíes para un premio? ¿No había líderes sociales, indígenas o ecologistas en Colombia que se juegan la vida cada día por el medio ambiente o para recuperar sus tierras robadas para vivir con dignidad? ¿Hay alguien más merecedor de un premio por la libertad de prensa que Julian Assange? ¿No merecerían el Sájarov los médicos cubanos que han luchado desinteresadamente contra el Covid en Europa?

Pero no, no se trata de derechos humanos. En Europa y Estados Unidos solo se invocan los derechos humanos cuando sirven a sus intereses particulares. Sus aliados pueden vulnerar las normas internacionales siempre que lo deseen, porque ya se encargan de otorgarles la impunidad y protección que necesitan. Ambos tienen un largo historial de violaciones de las leyes humanitarias dentro y fuera de sus fronteras que sería prolijo enumerar; pero basta pensar en las guerras en las que estamos implicados, en las políticas de apoyo al yihadismo, en las cárceles secretas «contra el terrorismo» al margen de la legalidad, el apoyo a regímenes totalitarios, la venta de armas a países en guerra o que vulneran los derechos humanos, etc., etc.

Los nominados al premio de este año siguen la pauta del pasado. O quizá́ la empeoren. La terna finalista oficiosamente —no lo sabremos hasta el próximo 14 de octubre— la componen Alexei Navalny, Jeanine Áñez y un grupo de mujeres afganas.

Navalny ha sido propuesto por el Partido Popular Europeo. Es un agente norteamericano formado y pagado para desestabilizar a Rusia que forma parte del restringido club del «Greenberg World Fellows Program», programa que selecciona anualmente a un pequeño grupo de elegidos de todo el mundo para convertirlos en «líderes globales», una especie de Escuela de las Américas, pero no para militares, sino para civiles golpistas. Un gran ejemplo para nuestra clase política, ¿cierto?

Jeanine Áñez, al contrario que nuestro anterior nominado, no es una aprendiz de dictador, sino una golpista consumada responsable de la muerte de decenas de bolivianos en la represión posterior al golpe de estado de 2019. Autoproclamada presidenta de facto, dirigió́ un gobierno ilegal, liberticida y corrupto, que solo gracias a la voluntad y determinación del pueblo por retomar la democracia, fue doblegado en poco más de un año en una convocatoria electoral forzada por la movilización permanente y no por la voluntad de la dictadora, como quieren hacernos creer desde los escaños del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, sus mentores.

Los socialdemócratas y los Verdes, en una especie de lavado de conciencia colectivo, apuestan por las mujeres afganas para el Sájarov. Pero sólo por las afganas, olvidando a tantas y tantas mujeres que, gracias a Europa y Estados Unidos, han sido puestas bajo los designios de al Qaeda y el Estado Islámico en tantos y tantos países donde jugaron a las primaveras árabes para acabar con los regímenes laicos más sociales de la región.

Que no nos cuenten milongas. No son derechos humanos. Es pura geopolítica.

Tomado de: Nueva Revolución

Leer más

¿Qué pasa con el delito?

“¿Qué es el delito? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Tiene otras definiciones de acuerdo con las características del país? ¿Es una desviación de la norma establecida? Si ese fuera el caso, ¿toda desviación es legalmente un delito?” A pocas horas del UJ dedicado a las Causas y azares del delito, recordamos otro de los momentos dedicados al tema.

*Panel realizado en la Unión Nacional de Juristas de Cuba, en diciembre de 2011, publicado en Los debates de Temas, vol.9.

Panelistas:

Jorge Bodes Torres. Profesor. Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.

Luis Lorenzo Palenzuela Báez. Fiscal. Presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia.

Armando Torres. Jurista. Presidente del Tribunal Popular Provincial de La Habana.

Rafael Hernández. Politólogo. Director de Temas.

Rafael Hernández (moderador): Queremos agradecerle a la Unión Nacional de Juristas de Cuba, por acogernos en sus instalaciones y brindarnos un contexto favorable para desarrollar y, sobre todo, re- flexionar sobre el tema del delito en la contemporaneidad, que va más allá, por supuesto, de las fronteras de Cuba. ¿Qué es el delito? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Tiene otras definiciones de acuerdo con las características del país? ¿Es una desviación de la norma establecida? Si ese fuera el caso, ¿toda desviación es legalmente un delito?

Jorge Bodes Torres: En primer lugar, el delito es un fenómeno social, típico de las sociedades, y desde hace mucho tiempo es aquella conducta que afecta sustancialmente al individuo, la sociedad, las instituciones y al gobierno establecido. Así es como el Estado lo conceptualiza. Por supuesto, no toda afectación se define como una conducta delictiva, porque hay diversas maneras de que un determinado comportamiento se aparte de las normas establecidas, y para eso están las contravenciones o mecanismos no formales, donde hay rechazo a ciertos tipos de acciones que no se aceptan en la sociedad, sin que eso tenga que llegar a ser un delito.

Por eso, reitero, es aquella conducta que afecta gravemente a los sujetos, al Estado, al país, a las instituciones, y que, por  tanto, debe ser reprimida y sancionada de manera penal. Para esto el Estado organiza un sistema que define qué es un delito, y cuenta con varios órganos de persecución y sanción del mismo. Además, atribuye facultades a   los tribunales para sancionar —el conocido ius puniendi— a una persona, de privarla de determinado derecho como su libertad personal y sus propiedades. También, faculta a la fiscalía para acusar y ejercer la acción penal, aunque en algunos casos, son las personas las que acusan a través de una querella, y ellos mismos ejercitan esta acción. En otros casos, se establecen requisitos y autorizaciones específicas para demandar a un  individuo.

El delito es un concepto genérico, pero hay una amplia diversidad de conductas que responden a móviles, razones, causas y orígenes diferentes, y que pueden cometerse intencionalmente, e incluso sin que la persona quiera delinquir, ya sea por una culpa, un estado que no previó, o incumplió alguna normativa que pensó que no le iba a traer consecuencias legales, y sin embargo, sí las tiene. Por ejemplo, están las violaciones de tránsito. Nadie quiere chocar con otro automóvil, o atropellar a una persona y privarla de la vida, pero a veces el chofer se lleva la luz roja, y ahí mismo atropella a un transeúnte. No era su propósito, pero se convirtió en un delito.

Por tanto, tiene un contenido moral, porque la sociedad lo reconoce como tal, y también un sentido social, político y hasta económico. En ocasiones, no se puede permitir que se sustraigan los bienes que pertenecen a todos, y eso tiene que preverse como una acción ilegal; es un delito que atenta contra la moral, la ética y los principios que prevalecen en la sociedad.

Armando Torres: El delito, en cualquier sociedad, es una acción u omisión, socialmente peligrosa, que deberá estar recogida en una ley penal, en un código, y tendrá prevista una sanción.

Ahora bien, Bodes se refería a que las sociedades son diferentes, lo que puede ser también problemático. Una determinada conducta en un país puede ser sancionada por la ley, y esa misma, en otro, no se considera socialmente peligrosa. Entonces, ¿quién erige o convierte en delito esa conducta y acción? En toda sociedad, hay un órgano legislativo encargado de promulgar leyes, y ese es el que determina lo que es o no una violación, independientemente de la iniciativa legislativa que pueden tener distintos actores como organismos e instituciones, que pueden instar a que se proscriba una conducta y se contemple como delito. Le corresponderá a ese órgano determinar si es socialmente peligrosa.

Luis Lorenzo Palenzuela Báez: Un delito es una infracción, pero no todas las infracciones son delitos. Por ejemplo, hay algunas, hablando de Derecho de Familia, que están establecidas en la ley y no llegan a constituir delito: no comunicarse con el hijo después del divorcio o durante el matrimonio; no sufragar su alimentación a no ser que llegue a constituir un elemento peligroso para la sociedad, como ya señaló el doctor Armando Torres.

La naturaleza del delito, en mi opinión, es esencialmente social, aunque tiene otras características. Hay que valorar, en las conductas infractoras, los elementos objetivos y subjetivos que pueden ser intencionales o imprudentes, como refería el doctor Bodes. Una acción   u omisión en hechos de tránsito es penado, pero nadie quiere matar a otro, sin embargo se cometen infracciones que afectan bienes mate- riales y, en el peor de los casos, a personas.

En cuanto a la pregunta de que si el delito es un asunto moral, social, político, o económico, yo le agregaría religioso. Hay sociedades donde se constituyen pecados, y entonces habría que valorar en el Derecho Canónico de los países árabes cómo se juzga, se sanciona y cuál es el código que establecen para las conductas infractoras. Por eso, es también una cuestión cultural, como decía el doctor Torres, son aspectos que no subsisten por igual en todas las regiones del planeta, pero que deben ser valorados.

Cuando se procesa un delito, en las normas procesales se establecen metodologías para juzgar los hechos y establecer patrones para que haya determinadas conductas constitutivas de delito que no vayan a los tribunales, y se toman medidas administrativas —ya se ha hablado del Derecho Penal Administrativo—, como puede ser una multa, que sanciona la policía, u otro órgano que interviene en la ad- ministración de la justicia.

Rafael Hernández: ¿Cuáles son las causas que se le pueden atribuir, en general, a las conductas delictivas? ¿Están asociadas con factores que intervienen en la formación de las personas como la familia, la educación, el medio ambiente, los valores? ¿Su incremento es una señal de que existe una crisis de valores, o bien está asociado con la injusticia    y la desigualdad social? ¿Qué causas podemos identificar en relación con el aumento o la disminución del delito?

Jorge Bodes Torres: En mi experiencia, como jurista, tenemos que preguntarnos cuáles fueron las causas del delito, pues hemos estado hablando de los de imprudencia, los de tránsito, pero también de los intencionales, como puede ser el robo —movido por la codicia, por el deseo de tener bienes materiales por vías ilícitas—; y de los no intencionales como las lesiones o el homicidio —a lo mejor el que mata, o le provoca lesiones a otro, no tiene móviles intencionales. Hay delitos económicos, contra el honor, en fin, que tenemos que determinar qué tipo vamos a examinar o estudiar.

Los que más se cometen en Cuba y en el mundo son el de robo, hurto, y contra la propiedad. A veces, cuando se habla del aumento del delito, automáticamente nos estamos refiriendo a ellos. Después, le siguen contra la integridad física, homicidio y lesiones. Cuando se penetra en las causas de alguno de ellos, prevalece algún factor más que otro. Por ejemplo, a menudo hay razones económicas, el individuo no tiene dinero, pero no tiene un nivel cultural adecuado, es decir, no tiene valores éticos firmes, y ese hombre roba con facilidad. Ese es un factor, aunque es una confluencia de elementos que contribuyen    y determinan un comportamiento. Una persona puede tener escasos recursos y, sin embargo, tener valores y principios bien arraigados, por tanto es incapaz de cometer delito alguno, donde la ética prevalece por encima de la economía. Cuando analizamos el tema de las lesiones y el homicidio, son otros factores los que entran en juego, como   la violencia, por ejemplo. Es por eso, que a la hora de combatirlo, también tenemos que buscar medidas concretas, creativas y efectivas.

Armando Torres: Como bien lo ha explicado el doctor Bodes, lo que parece ser un común denominador es el tema de la crisis de valores, y pienso que está presente como causa de los delitos; no quiere decir que sea algo absoluto, porque, por ejemplo, aquí se hablaba del delito de tránsito, ahí no hay necesariamente crisis de valores. Una persona comete una imprudencia, pero si mató, lesionó, o dañó los bienes de otra, ha cometido una acción socialmente peligrosa, aunque sea un individuo íntegro y con valores éticos arraigados.

Ahora bien, hay distintos tipos de delito, como decía el doctor Bodes, están contra los derechos patrimoniales, contra la seguridad del Estado, el económico, el de «cuello blanco» del empresario, el sexual, incluso hasta el biológico. Todos tienen diferentes causas a partir de   la conducta delictiva del sujeto, y afectan diferentes bienes jurídicos.

Por ejemplo, la crisis económica, en un determinado lugar, puede ser causa de delito, pues está relacionada con la desigualdad, la injusticia social, donde existen países con millones de personas marginadas, que no tienen acceso a nada, y muchas veces se desvían hacia el deli- to. En el continente americano hay, lamentablemente, una delincuencia, debido a la injusticia social, que son capaces de desplegar una violencia tremenda, pero cuando se ve de manera individual, es un ser humano que ha llegado a ese punto por determinadas razones, y casi siempre, por supuesto, hay una desvalorización tremenda no solo de él, sino de cómo ve la vida y del respeto que siente por los bienes de los demás. O sea, que las causas son de acuerdo al tipo de delito, a las características de la sociedad, y de acuerdo a los valores de la persona.

Rafael Hernández: ¿Cuáles son las causas del incremento de los delitos contra la propiedad y los delitos contra la persona?

Luis Lorenzo Palenzuela Báez: Pienso que las causas de un delito no se pueden definir a priori, hay que realizar una investigación multidisciplinaria, porque hay que buscar sus orígenes, con rigor científico, con una metodología y, por eso no debe señalarse un elemento por encima de los demás, si no está debidamente fundamentado.

En relación con determinados delitos contra el patrimonio, si se observa que la estadística aumenta, hay que ver si es en un territorio extenso, en una comunidad, y habría que prevenir que esas conductas no se repitan. En ocasiones se mejoran las condiciones habitacionales con fines de evitar, por ejemplo, que haya hechos violentos de robo; si aumentaran, habría que ver quiénes son los que cuidan y son responsables de la institución. Hay que ver en qué contextos se producen y las medidas que se puedan tomar para evitar los delitos; pero sí pienso que siempre debe establecerse un estudio, una investigación, para determinar las causas.

Armando Torres: También las estadísticas delictivas pueden subir o bajar en dependencia de que haya condiciones que las favorezcan. Cuando no se lleva una contabilidad confiable —es decir, existe descontrol— se propicia el delito económico, porque la persona ve que hay posibilidades; es decir, concomitan causas y condiciones, que los criminólogos también las han llamado necesidad y oportunidad, que no sucedería, por ejemplo, con un control eficiente de la contabilidad de la empresa.

Jorge Bodes Torres: Quiero aclarar que la definición del concepto deli- to es una creación humana, se elabora según su percepción, y a veces lo que se hace es criminalizar, crear un delito ficticiamente. A lo mejor, en un momento determinado, hace falta penalizar una conducta, pero con el tiempo se va perdiendo su peligrosidad social, va perdiendo vigencia, y sin embargo, el delito sigue ahí. Ahora, con el tema de los cuentapropistas, me pongo a reflexionar sobre la especulación y el acaparamiento que existe. Ellos acaparan diversos productos que nosotros necesitamos a diario, y estamos conviviendo con eso normalmente, pero no se les penaliza. Por ejemplo, vemos a esa gente que vende los CD, y me pregunto cómo se respeta el derecho de autor.

Hay autores y criminólogos que plantean el tema de la despenalización, y recuerdan la Ley Seca que se estableció en los Estados Unidos en la primera parte del siglo xx. Era delincuente el que consumía alcohol, pero tuvieron que despenalizar la venta de alcohol porque, al final, la gente lo compraba en el mercado negro. Hay algunos criminólogos que plantean la despenalización de la droga como forma de eliminar las adicciones. En Cuba, se ha pensado en despenalizar el hurto y sacrificio de ganado mayor, y buscar un incentivo administrativo para que haya carne de res y de caballo. Por eso, he dicho que es el hombre el que criminaliza y convierte en delito ciertas conductas.

Rafael Hernández: ¿Cómo enfrentar, entonces, el delito de forma eficaz? ¿Cómo lograr que instituciones, que no son solo el sistema penal de un país, como la escuela, la comunidad, la familia, intervengan de manera activa y contribuyan a reducirlo o erradicarlo? Una vez que asumimos el crecimiento del delito en la sociedad, ¿cómo prevenirlo y atacar sus causas? ¿Qué papel tiene el castigo en este proceso? ¿Cuál es el papel de la mediación social, de factores extrajudiciales que no son necesariamente sanciones que se cumplen dentro de una prisión? ¿Cómo enfrentar el delito de una manera creativa y eficaz?

Luis Lorenzo Palenzuela Báez: Pienso que el concepto de prevención es esencial porque comprende también al enfrentamiento y a la rehabilitación. Hay discusiones en relación con el papel que tiene el control social, es decir, ¿debe ser extragubernamental y extraestatal? Habría que valorarlo de conjunto, tanto las acciones estatales como de la comunidad.

Se habla de la mediación pero también pienso que en las condiciones nuestras de perfeccionamiento del socialismo, pudiera hacerse uso de esta, sin copiar dogmáticamente otras fórmulas de diversos países, es decir, asimilar, como nos enseñó Martí, la cultura de otros y traerla a nuestras realidades.

Algunos han manejado la mediación, como algo muy asociado al neoliberalismo, restando autoridad al Estado. Pienso que el castigo severo es relativo, el hecho de que permanezca en la ley la pena de muerte frena determinadas conductas, aunque la sanción excesiva pudiera no ser una forma de enfrentar adecuadamente el delito, por- que el hombre pierde las esperanzas cuando se le impone una sanción excesiva y, por eso, también habría que valorar los sistemas penales, trabajando de manera progresiva con esos seres humanos que necesitan una reeducación, hay quien solo acepta el concepto educación, porque piensa que el individuo todavía no está educado, y el que no está educado no debe reeducarse, o sea, son situaciones que en estas valoraciones deben tenerse en cuenta.

Aquí también creo que los actores sociales e instituciones deben trabajar de conjunto y, en determinados casos tendría que intervenir la policía, la fiscalía, los tribunales, y las políticas sociales.

La escuela es un factor que influye mucho en la comunidad. En Cuba se ha tratado de potenciarla; se ha hablado, en etapas, con mayor o con menor insistencia en las escuelas de padres, e incluso hemos participado en eventos internacionales donde hemos llamado mucho la atención sobre este término.

Armando Torres: Coincido con Palenzuela en que el tema de la prevención tiene una mayor importancia que el castigo penal. Elías Carranza, uno de los criminólogos importantes de nuestro hemisferio, tiene un libro referido a la prevención. Él se refiere, categóricamente, a valorizar la prevención antes del delito, y eso está directamente relacionado con las causas. Con la denominada Batalla de Ideas, un compendio de pro- gramas sociales, el Estado se enfocó en este tema, que para cualquier país resulta costoso. Desgraciadamente, hoy en día, no hay ningún país en el mundo en condiciones de acabar con todos los problemas sociales y con el delito; se puede disminuir, pero eliminarlo, eso nadie ha podido todavía. Palenzuela hablaba de la escuela, de la cultura, el deporte, y de cosas que pueden enriquecer al hombre, y desviarlo o separarlo del camino del delito; esa es una cuestión esencial, de todas formas, uno no puede soñar con que solo con la prevención se puede resolver el problema.

Hay personas que pueden tener trastornos de personalidad y conductas, con las cuales no vale ni siquiera el tema de la prevención. Hay locos axiológicos, y tendrán que existir sanciones penales y tendrán que jugar su papel en la normativa social. Lo que tiene que haber es un equilibrio entre la sanción que se pone, la gravedad de la falta y las características de la persona que comete el delito, su posibilidad de enmendarse, de rectificar, eso es importante.

No se puede pensar ahora que democracia es que no hay control social, eso es un error. El control social puede ser formal, eso lo establecen ciertas instituciones que el Estado tiene en el mundo entero, como policías y oficiales de vigilancia. También hay un control social informal como la familia, los vecinos, los compañeros de trabajo. En Cuba se ve el papel del centro de trabajo para rescatar a una persona, incluso después que comete un delito; yo no he visto, en este tema, muchas investigaciones de especialistas de otros países. En nuestro país hay una serie de organizaciones que interactúan de manera positiva con los sujetos, es decir, que también el control social tiene una importancia.

Desmond Tutu decía que hay que tender puentes incluso entre la víctima y el victimario, cuando hay un delito entre vecinos, entre fa- miliares, o entre compañeros de trabajo, qué efectividad puede tener la sanción penal para restablecer las relaciones sociales. La mediación pudiera ser en determinados casos el camino a seguir. Esto es en el caso que se pueda establecer una mediación; hay los que llevan sanción penal severa; otros que no tienen por qué serlo y que se puede alcanzar la reinserción de la persona en la sociedad; y hay los que  se puede realizar la reinserción porque hay que proteger la sociedad, como por ejemplo, de un asesino, y se debe proteger a la sociedad.

Jorge bodes Torres: Antes de venir a este encuentro, estuve leyendo el libro De los delitos y de las penas, de Cesare Bonnensana, marqués de Beccaria. Yo estoy proponiendo que se publique en Cuba, porque con más de doscientos cincuenta años de haberse escrito —fue en 1764— tiene una vigencia y una vitalidad extraordinaria. Él decía, si me permiten citarlo: «Es mejor evitar los delitos que castigarlos», y agregaba:

«El más seguro, pero difícil, medio de evitar los delitos es perfeccionar la educación». Coincido con él, si se potencia la educación, como lo ha hecho la Revolución y el Partido Comunista de Cuba, está en mejores condiciones de conducir su conducta por el buen camino y no incurrir en delito.

El aumento de las sanciones no resuelve el problema, además se crea un problema al propio Estado, pues al tener a un hombre con una larga permanencia en prisiones, tiene que mantenerlo y contratar gente para cuidarlo. Ahora bien, Beccaria aportaba otra arista del problema, que a mí me parece muy importante, él decía: «La certidumbre del castigo, aunque moderado, hará siempre mayor impresión que el temor de otro más terrible, unido con la esperanza de la impunidad», y entonces agregaba: «No es la crueldad de las penas uno de los más grandes frenos de los delitos, sino la infalibilidad de ellas». Creo que Lenin también planteó este tema, lo que sí frena al delincuente es saber que lo que él hace será inexcusablemente descubierto. Aunque es un tema complejo, porque contar con unos órganos de investigación que todo lo descubran es muy difícil, eso nada más que se da en la serie CSI que vemos en la televisión. En la vida real, ni en los propios Estados Unidos sucede. Se ha hablado bastante de las penas extraordinarias, que no ayudan, que no son los recursos ni los medios para enfrentar   el delito; creo que hay otros factores, el enfrentamiento tiene que ser multidisciplinario, en el que la religión, la familia, el centro de trabajo confluyan, junto con la policía, la Fiscalía, los tribunales, las prisiones, y contribuyan a la prevención y la reinserción social del sujeto.

Quisiera terminar con una frase de Beccaria: «Para que toda pena no sea violencia de uno o de muchos contra un particular ciudadano, debe esencialmente ser pública, pronta, necesaria, la más pequeña de las posibles en las circunstancias actuales, proporcionada a los delitos y dictada por las leyes». Creo que esto debemos tenerlo presente para buscar la forma más adecuada de enfrentar el delito.

Rafael Hernández: Gracias a los panelistas, creo que han colocado sobre la mesa suficiente cantidad de preguntas y problemas, ahora pasamos la palabra al público presente.

Walfrido Quiñones Bencomo: Soy abogado en ejercicio de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, Bufete Salvador Allende, de Centro Habana. Creo que una de las cuestiones principales para entender qué pasa con el delito en Cuba es tener estadísticas, información acerca de estos, porque los panelistas estaban explicando, acertadamente, que cada uno tiene sus características, sus causas, sus condiciones, lo que lleva un enfrentamiento diferenciado, de manera independiente; por eso, es importante saber cómo van las cosas con   el delito en la Cuba de hoy.

¿Cuáles son los delitos que afectan a nuestra sociedad? ¿Hay temor porque están creciendo contra los derechos patrimoniales de la sociedad, de la población? ¿Hay inseguridad ciudadana? ¿Hay un incremento de los delitos «de cuello blanco»? ¿Conoce la población por qué han sido sustituidos una serie de gerentes, de directores empresariales, y que muchos de los delitos están vinculados con las firmas y la inversión extranjera? ¿Cómo vamos a enfrentar ese fenómeno, no solo la corrupción, sino las conductas sociales que surgen con esos cambios que se están experimentando en Cuba? ¿Estamos actualizando un modelo económico o estamos intentando por todos los medios de avanzar hacia una sociedad mejor? Finalmente quería apoyar la tesis de los panelistas en relación con la mediación penal. Creo que es importante tenerla como una solución dentro del procedimiento cubano, y estudiar si vale la pena que nuestro procedimiento penal sea reformado, ampliado, y ajustado a las características de 2011, y de los años futuros.

Pedro Campos: Soy historiador. El sistema capitalista es esencialmente corrupto y corruptor por una razón sencilla, la apropiación del trabajo asalariado y de la plusvalía que genera este. No he escuchado cómo lo van a resolver con leyes; eso hay que cambiarlo, modificarlo en su esencia y en sus estructuras para que no haya corrupción, para que no haya delito, porque los capitalistas hacen leyes para defender sus intereses como sistema.

Como toda sociedad está basada en un sistema socioeconómico, como sabemos los marxistas, genera una superestructura, y el cuerpo jurídico y legal está en función de los intereses que determina esa base. Se trata de llevar esa situación a Cuba, o sea, cómo nuestra base socioeconómica genera delito. Quisiera que los panelistas se refirieran a ese tema, es decir, nosotros tenemos una base socioeconómica que tiene una estructura determinada de propiedad, de relaciones de producción, que no son relaciones basadas en el trabajo libremente asociado, ni esencialmente en el cooperativismo, sino en una propiedad del Estado, que es el que decide, el que determina, y donde los trabajadores reciben su salario. ¿Por qué no hacemos un análisis y tratamos de buscar soluciones de esta problemática?

Enrique López Oliva: ¿Qué papel puede desempeñar la religión en la previsión del delito en Cuba? Vivimos en una sociedad laica, con una separación entre Iglesia y Estado, en la cual no hay ley de cultos que regule la vida de las instituciones religiosas, pero la religión, como otras instancias, tienen una influencia social y un sistema educacional paralelo al estatal, que crece por día, y una doctrina social con cuadros que se forman bajo esa doctrina y una serie de regulaciones internas, con códigos que rigen para sus miembros. Me gustaría que el panel se refiriera a este tema.

Ramón de la Cruz: Creo que hay un problema teórico, y es, concreta- mente, el tema de la peligrosidad, que tiene que ver con el nacimiento y el surgimiento de la burguesía, y del positivismo criminológico. El tema de la peligrosidad ya no es aceptado por casi ningún penalista progresista, porque es demasiado ambiguo, subjetivo y difícil de precisar, y cada cual puede entender, según convenga, qué es o no peligroso. En la actualidad, los penalistas más progresistas utilizamos el término de dañosidad social; una cosa es la peligrosidad, algo que pu- diera pasar, y el daño es algo que ocurre y que, por tanto, requiere una sanción. Parece un juego lingüístico sin mayor trascendencia, pero, en la práctica, ha tenido en la historia del Derecho Penal una importancia enorme. Del término peligrosidad se ha abusado, pues comenzó a desarrollarse a finales del siglo xix, el fascismo lo utilizó cruelmente, y otros sistemas autoritarios han abusado de él; de ahí que tantos penalistas cubanos estemos en contra de su utilización y creemos que se debe utilizar dañosidad social.

El compañero López Oliva hablaba de las religiones. Soy presi- dente del Comité Académico de la maestría en Criminología de la Universidad de La Habana. Allí tenemos un módulo dedicado a la religión, porque creemos que es un factor inhibidor de malas conductas sociales y creador de valores.

La mediación en Cuba casi no se ha practicado, no tenemos esa cultura, aunque tuvimos un primer intento con los Tribunales Populares, que Fidel orientó crear —cuando éramos estudiantes universitarios— en el interior del país, para tratar de resolver los conflictos entre campe- sinos. No imponían sanciones privativas de libertad, sino que trataban de resolver problemas. Discrepo con el compañero Palenzuela en que la mediación es un invento de la burguesía. Esta se puede haber aprovechado de estos procesos, pero es muy anterior a su surgimiento.

Por ejemplo, he visto trabajar la mediación en Noruega. Hay un funcionario del Ministerio de Justicia que se reúne con la víctima y con quien cometió el delito, y tratan de ponerse de acuerdo, mediante una indemnización u otra solución. Si no se llega a un consenso, entonces los mandan para los tribunales y que este decida. Si se ponen de acuerdo, y es un delito menor, se lo mandan al fiscal, que lo archiva, y ahí se acabó todo. O sea, la mediación no es tan complicada. El Estado tiene cierto control de ese tipo de pacto y, por lo tanto, no debemos entenderlo únicamente como expresión del neoliberalismo.

Al principio de la Revolución creímos que el delito iba a desaparecer pues era una herencia del capitalismo. Sin embargo, no desapareció, y hay que tomar medidas adecuadas para llevarlo a su mínima expresión.

Las investigaciones criminológicas que hemos estudiado durante veinte o treinta años nada dicen sobre si la pena de muerte y los castigos severos son factores que pueden, de una forma u otra, disminuir el delito; eso no está comprobado científicamente. Hay otros factores como la prevención, la educación, que sí son importantes. Los castigos severos y la pena de muerte crean más problemas que beneficios a la sociedad.

Denia García Ronda: Se ha hablado aquí de la necesidad de las estadísticas en el caso específico de Cuba, y también de la prevención y la educación, y dentro de ella debe estar la información. Creo que si alguien comete un delito y es sancionado, sea el gerente de una empresa o alguien de un barrio, debe ser informado a la población, porque esa es una forma no solo de demostrar cómo una conducta delictiva es castigada, sino que también genera una confianza en los órganos de justicia. En Cuba se precisa de esa información, sin llegar a la crónica roja, por supuesto, y no solo los delitos económicos, sino los que más afectan a la sociedad.

Arnel Medina: Creo que la sanción que se le aplique a alguien debe cumplirse sin ir a los extremos, porque hoy en el mundo hay esos excesos como la Ley Anticrimen de Clinton y el Plan de Cumplimiento Íntegro de la Pena, del Partido Popular en España. A menudo, por oportunismo político y por la necesidad de ganar las campañas electorales, cada vez que alguien se postula a la presidencia, el tema del delito surge, y nunca dice que va buscar políticas de inclusión social de los excluidos, que por cierto, cada día aumentan más, sino solamente «mano dura».

En 1987 se despenalizaron delitos que teníamos en el Código Vial como conducir un vehículo por la vía pública sin tener licencia, y en ese momento, no hubo un incremento significativo de los accidentes y, se le dio un tratamiento administrativo. En el nuevo Código de Tránsito no se va a juicio, pero se puede perder el vehículo. Los españoles en 2010, dictaron una ley que conducir a determinada velocidad, por encima del límite establecido, es delito con privación de libertad, y conducir sin licencia, habiéndola perdido por un sistema de puntos similar al nuestro, o haberla perdido por sentencia judicial, conlleva prisión. Si en Cuba, la Asamblea Nacional, o un Decreto Ley, vuelven atrás y convierten estos hechos en delito, salimos en la primera página de todos los diarios del mundo, diciendo que es el abuso más grande contra los cubanos.

Nos quedan muchas cosas todavía que habrá que despenalizar en el futuro. Por ejemplo, el tema del fraude académico: qué más sanción para un profesor que venda una prueba, o la filtre, que lo único que sabe en su vida es impartir clases de español o clases de física, o de matemáticas, que lo separen del sistema de educación de por vida. Es una sanción muy dura. Se dan casos de complicidad, con un determinado grado de organización, y entonces, hay que aplicar medidas más duras, pero no conozco ningún caso en que se haya llevado a prisión por un hecho como estos; en general se aplican multas, sanciones alternativas, a no ser que sea un hecho muy grave, que tenga repercusión nacional, como algunos que han ocurrido en años recientes en las pruebas de preuniversitario.

Orlando Vera: Soy profesor de la Cátedra de la Policía Nacional Revolucionaria. Mi pregunta es ¿por qué hablamos de prevención y no de transformación social, donde participarían todas las organizaciones de masas de este país, como los CDR, que juegan un papel fundamental y primordial en la reinserción de un individuo a la sociedad?

Armando Torres: Si bien no podemos decir que en Cuba no hay violencia, no es un país que se caracteriza por esta, y no constituye un flagelo. Aquí la gente no tiene miedo que la asesinen si sale a la calle. Hace poco fui a Paraguay para participar en un evento sobre seguridad ciudadana en mi condición de parlamentario, no como juez, y hay que ver cómo está el tema de la violencia y de la falta de seguridad ciudadana en todo nuestro continente.

Sé que el doctor Ramón de la Cruz es una autoridad en el tema del crimen organizado, y a lo mejor no está de acuerdo con lo que voy a decir, pero considero que este no existe en nuestro país. Tal vez hay bandas y gente que se organiza para delinquir, pero no crimen organizado como fenómeno, que cale estructuras de poder e influyan en la política, en la economía, que se hagan senadores y demás.

El hecho de socializar la propiedad en Cuba implica también un   reto, que es el de mantener un control sobre bienes y recursos para toda la sociedad. Hay personas que traicionan esa confianza, cometen delitos y promueven la corrupción. Ahora bien, se puede decir: «¿y si suben las estadísticas?». A veces se incrementan porque hay más control, y no necesariamente quiere decir que hay más robo ni más desfalco, sino que se están detectando y castigando estos hechos, que antes no se percibían. Nuestro modelo económico se está transformando y adaptando a un escenario diferente, y empiezan a aparecer formas de gestionar esa propiedad social, por ejemplo, las barberías y los arrendamientos de casas particulares, que son formas más eficaces de gestionar la propiedad y controlar las conductas delictivas.

Sobre la información y estadísticas de los hechos delictivos que planteaba Denia García, coincido no solo con mencionarlos, sino además con alertar sobre determinadas medidas y acciones que la población o los directivos deben adoptar para evitar que se produzcan delitos. Eso forma parte de la misma educación jurídica de la población y de información que hay que dar en este sentido. Por ejemplo, el Ministerio del Interior, con los programas televisivos de Día y noche y Tras la huella, aprovecha para mostrar hechos reales, en los cuales se han tomado causas judiciales, y termina con el tribunal y la sanción.

Les puedo decir que hay varias experiencias en las que están involucrados los tribunales de justicia, la policía, los trabajadores sociales, los CDR, la FMC, en relación con la reinserción social, en la ayuda, control y asistencia de miles de personas que han sido sancionadas con penas que no llevan internamiento, o sea, que no son privativas de libertad. En nuestro país, una gran cantidad de sancionados, yo diría que más de 90%, recibe beneficios de libertad anticipada, no cumple la totalidad de la sanción, y se decide que, lo que les queda, lo puedan cumplir en sociedad, y salen con un trabajo para que se puedan reinsertar. Esto rompe esquemas y prejuicios, para lograr la transformación del individuo, porque al final ese es el objetivo mayor.

Luis Lorenzo Palenzuela Báez: A mí me llama mucho la atención el análisis que hace el compañero Pedro Campos, en relación con la realidad cubana. Cuando nos preparábamos para este panel, leímos un reciente Decreto Ley del Consejo de Estado, el 286 del 21 de septiembre del año 2011, sobre la integración, en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, de la labor de prevención, asistencia y trabajo social. La prevención busca la transformación del ser humano, para lograr que no se cometan infracciones.

Me alegró mucho la expresión del doctor Quiñones sobre la mediación. Tenemos que trabajar en la nueva ley de procedimiento penal en relación con la mediación. Ya el doctor Ramón de la Cruz hablaba de algunos antecedentes históricos, y tengo vivencias de cómo en la Loma de Candela, municipio Güines, o en la Sierra Maestra, se aplicó aquella experiencia, donde los que se denominaron jueces populares aplicaban medidas a determinadas personas para convidarlos a realizar actividades productivas. Por eso hay que profundizar en el orden teórico y potenciar las acciones prácticas.

Jorge Bodes Torres: Quisiera remarcar en dos temas esenciales. Efectivamente, cuando se valora la situación del delito en el mundo, y sobre todo en América Latina, nuestra situación es más ventajosa, pues la inseguridad ciudadana allá es tremenda, el tráfico de drogas tiene copada la sociedad, las bandas organizadas secuestran personas, etcétera. Nosotros tenemos más seguridad, y los extranjeros nos lo confirman cuando hablan sobre Cuba.

Los cambios socioeconómicos que se vienen produciendo en nuestro país han creado condiciones para que determinadas conductas delictivas se desarrollen. Por ejemplo el tema de la droga. Antes de 1980 era algo que no se veía después, con la llegada del Período Especial, abrimos las puertas al turismo, y empezó a crearse un mercado para el consumo de drogas fuertes como la cocaína. En la actualidad se ha logrado controlar el desenfreno que se generó en los años 90. Creo que este tema de las drogas en el país está dentro de parámetros controlables.

Sobre la divulgación, estoy de acuerdo con que hay poca información. Hay una reserva informativa en cuanto a la cantidad de presos, los delitos que más se cometen, etc. Creo que con la divulgación de hechos delictivos y su penalización se contribuye a la prevención. La prensa tiene que jugar un papel más importante. Actualmente, el único programa televisivo sobre temas jurídicos que existe es Al derecho, que me parece bien encaminado, pero insuficiente si deseamos trabajar y contribuir con la prevención, formación y la educación jurídica de la población.

Ramón de la Cruz: Solo quería decir que no tengamos miedo a realizar los cambios necesarios ante nuevas variedades de delito, sencillamente no podemos paralizar el país por temor a ellos.

Rafael Hernández: Como ha mencionado el panel, el excesivo rigor en las clasificaciones de delitos, de cosas que no necesariamente lo son, genera afectaciones. La pregunta ahora sería la contraria: ¿en qué medida los cambios pueden, y deben, ir acompañados de un marco legal que dejen establecido qué puede hacerse y qué está prohibido? Esto, de hecho, es algo que tiene que ver no solo con el ejercicio de la ley y del orden, sino con el ejercicio de la política, y recuerdo que hace un tiempo, en esta misma Unión Nacional de Juristas, hicimos un panel sobre qué esperar del derecho; y hubo toda una discusión acerca de las cosas que tiene que resolver la ley y la política.

Les agradezco mucho a los panelistas y al público que hayan estado aquí presentes, para discutir sobre este tema. Muchas gracias.

Tomado de: Catalejo. El blog de Temas

Leer más

La derecha y su relato: vivir del olvido y la mentira

Moro (Cuba)

Por Marcos Roitman Rosenmann

El pasado nos interroga, nos asalta. Forma parte de nuestra vida cotidiana. Pero a la pregunta ¿qué es el pasado?, la respuesta no es tan clara. Sólo podemos decir que son hechos, una verdad de facto. Cosa diferente es su interpretación, orden y explicación. Cuando recordamos, la memoria trae a la mano hechos. Tomar el autobús para ir al trabajo, por ejemplo, es un hecho, su realización conlleva activarla para recordar hechos. ¿Dónde está la parada?, ¿Cuáles son los horarios? ¿Cuál es el precio del ticket?, etcétera. También, se puede ir en Metro, taxi, caminando o en bicicleta. Todas las opciones se entrecruzan. Le damos sentido de acuerdo con el fin de la acción: ir al trabajo, pero no aclara quién lo hace: ¿una trabajadora?, ¿un empresario? El hecho, es el mismo, pero según quien lo lleve a cabo, su interpretación difiere. Llegar tarde, para un trabajador puede provocar el despido, si es el empresario, su retraso constituye una anécdota.

La historia la escriben los vencedores. Howard Zinn enfrentó tal afirmación al cuestionar la interpretación que ha dado lugar a la historia oficial de EU. Escribió La otra historia de Estados Unidos. En ella, desenmascara la versión oficial, recupera hechos del olvido y rescata la memoria colectiva de los oprimidos. Sin embargo, para el establishment, Zinn cometió una herejía. Cuestionó el poder y sus fuentes de legitimación. En esta dirección, Hannah Arendt, se enfrentó al mismo problema. Su obra Eichmann en Jerusalén cuestionó la explicación del sionismo al papel jugado por Eichmann en el Holocausto. Por ello, fue acusada de traicionar al pueblo judío. Su pecado, señalar que los hechos imputados a Eich­mann, tras escuchar sus alegaciones, no respondían a un antisemita; concluyó que eran el resultado de una lógica perversa, sus crímenes se fundaban en lo que denominó la banalidad del mal. Posteriormente, Arendt, con motivo de la guerra de Vietnam, propuso diferenciar la verdad de facto de la opinión. “Lo que parece más inquietante –dirá– es que las verdades factuales incómodas (…) son a menudo transformadas, de forma consciente o inconsciente, en opiniones –como si el apoyo de Alemania a Hitler, la caída de Francia ante el ejército alemán en 1940 o la política del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial no fueran hechos históricos sino un asunto de opinión”. Los hechos pueden suscitar repulsa, pero no pueden ser cuestionados, son historia. “Lo que define a la verdad factual es que su opuesto no es el error, la ilusión ni la opinión. Sino la falsedad deliberada o la mentira.”

En América Latina hay hechos que marcan la historia de los últimos 500 años: I) la conquista y colonización, II) la independencia política, III) la revolución mexicana, IV) la revolución cubana, V) los golpes de Estado, VI) la resistencia de los pueblos originarios y las luchas feministas. Hay más, pero esta propuesta es ya una construcción histórica. Sin embargo, son los juicios políticos sobre tales hechos los que han de ser analizados. La conquista y colonización es una verdad fáctica. Pero su interpretación se construye a posteriori. De esta manera el pasado se modela. No es unidireccional. La única verdad es que se produjo la conquista y se colonizó, pero la explicación propuesta por los vencedores manipuló los hechos de acuerdo con sus valores y creencias. Es la batalla por apropiarse de la realidad lo que da sentido al relato histórico de los hechos y lo que está en disputa.

En tiempos de la guerra fría, la derecha y las fuerzas armadas recurrieron a una supuesta invasión de la URSS, para justificar los golpes de Estado. En su relato, los hijos serían arrancados de sus madres y llevados a Cuba. La libertad religiosa sería eliminada y las iglesias quemadas. Los opositores eliminados, el himno nacional pasaría a ser la internacional comunista, y los niños sufrirían un adoctrinamiento ideológico para separarlos de sus padres. Ninguna de tales afirmaciones han tenido lugar, no son hechos ni verdades factuales.

Pero la derecha sí ha producido hechos. Ahí están los golpes de Estado de la doctrina de la seguridad nacional, los detenidos desaparecidos, la tortura y la represión. En América Latina, ningún gobierno de izquierda o progresista envió a los niños a Cuba, quemó iglesias, asesinó, o torturó opositores. Sin embargo, el discurso de la mentira, se mantiene. Los hechos, van en sentido contrario, demuestran que las plutocracias reprimen, criminalizan, torturan, cierran universidades e imponen regímenes de muerte. Eliminan la democracia, limitan la libertad de expresión, reunión, prensa y asociación. Esa es la verdad fáctica. Han construido un castillo de mentiras. Pero su tiempo se agota, sus mentiras serán desenmascaradas, transformando a sus falsos héroes en lo que son: criminales de lesa humanidad, llámense Hernán Cortés, Pizarro, Francisco Franco, Porfirio Díaz, Stroessner, Videla, Pinochet, Uribe, Iván Duque o Sebastián Piñera. La derecha lo sabe, por ello se refugian en la mentira para seguir asesinando a sus pueblos.

Tomado de: La Jornada

Leer más

Madrid, ciudad sitiada

Madrid bombardeada por las hordas franquistas. Foto Juan Pando (1936)

Por María Torres

La Guerra Española fue el primer acontecimiento del Siglo XX seguido día a día, por corresponsales llegados de todo el mundo. Entre ellos, numerosos fotógrafos que se encargaron de mantener a través del clic de sus cámaras fotográficas, fragmentos de historia que, gracias al soporte visual, se han conservado hasta nuestros días. Los inolvidables Robert Capa y su compañera Gerda Taro (fallecida en la batalla de Brunete) cubrieron la mayor parte del conflicto.

Madrid fue una ciudad sitiada. La aviación fascista no paró en incursiones por los barrios de Madrid, causando víctimas inocentes y destruyendo hogares humildes. Las imágenes que se conservan muestran cuerpos destrozados por las bombas y la metralla. El pueblo de Madrid sufrió por creer en el nacimiento de una nueva sociedad más justa, un estado igualitario que buscaba ponerse al servicio de la sociedad. La República fue un soplo de libertad que se desvaneció al mismo tiempo que los bombardeos y el dictador infringió fue un castigo desorbitado a las personas que continuaron fieles a ella.

En los primeros meses de la guerra el trágico balance de la aviación fascista, italiana y alemana, al servicio del ejército sublevado franquista, produjo, según un artículo de La Vanguardia fechado el día 1 de septiembre de 1937, un total de 768 muertos y 3567 heridos en los primeros doce meses de guerra, y continua con el siguiente texto:

“Madrid — Después de recoger cuantos datos oficiales existen y con ayuda de archivos particulares, se han hecho el siguiente relato y resumen de los ataques cruentos por aire y tierra (aviación y artillería) sufridos por Madrid, así como, el número aproximado de víctimas. No es posible hacer un estudio exacto, pues no existen datos de las víctimas de los más sangrientos bombardeos (Tetuán y Puente de Vallecas) y el enorme número de personas que no recibieron asistencia en centros sanitarios públicos. Igualmente sucede con el número de proyectiles que en el casco de Madrid han caído que, por no estallar o causar daños, no merecieron ser recogidos por las autoridades. Además, no se han contabilizado los que han caído en las denominadas zonas de guerra, barrios enclavados dentro de Madrid. Puede dar una idea sobre esto el hecho de que en un solo día entraron sesenta proyectiles en el Palacio Nacional, enclavado en una de estas zonas de guerra”.

El  6 de agosto de 1936, y a modo de ensayo, fueron apagadas por primera vez las luces de la ciudad. Al día siguiente el apagón se retrasó media hora y a partir del 9 de agosto se anuló la medida por creerla en principio innecesaria, pero durante  el resto del mes de agosto se produjeron simulaciones de ataques aéreos sobre Madrid que produjeron gran nerviosismo en la población. Los enemigos del régimen trataron de reproducir la táctica de “paqueo” (disparar sobre los soldados) para sembrar la alarma.

El día 23, un aparato denominado el lechero arrojó su carga sobre el aeródromo de Getafe y a las tres y quince minutos de la madrugada del 27 de agosto de 1936, Madrid conoció por primera vez lo que era un bombardeo real. Un avión enemigo sobrevoló a gran altura diferentes puntos de la ciudad, pero en Cuatro Caminos y Tetuán, lo hizo tan sólo a doscientos metros. El avión arrojó proclamas para que los milicianos entregaran sus armas en los cuarteles. Después se marchó al aeródromo de Cuatro vientos y Getafe y arrojó tres bombas en cada uno, produciendo como resultado la primera muerte de un soldado por bombardeo en Madrid. El día 28 de agosto a las once horas cuarenta y cinco minutos de la noche se produjo otro ataque aéreo. El avión arrojó en la plaza de Castelar dos bengalas seguidas de dos bombas. Otras dos bombas cayeron sobre un local socialista, donde se destruyeron dos coches. El balance fue de 16 heridos.

Se facilitaron unas normas que los ciudadanos debían seguir. No podían salir de sus casas si no era para buscar refugio y se prohibió el uso de fusiles debido a su evidente ineficacia. En Madrid ya no volvieron a encenderse las farolas de gas y sólo contaron con luz las calles que tenían alumbrado eléctrico.

Aunque una relativa tranquilidad reinó durante todo el mes de septiembre y en los primeros días del mes de octubre, el balance posterior a esas fechas es escalofriante:

El  27 de octubre se bombardeó el barrio de Usera y el día 30 se registró la incursión más cruel. Al atardecer, un avión que pasó desapercibido atravesó Madrid y dejó caer doce bombas. El resultado: 180 muertos y 279 heridos.

En el mes de noviembre los trimotores que volaban ya en escuadrilla de tres -que el buen humor madrileño bautizó con el nombre de las tres viudas- y la artillería se repartieron el trabajo de destrozar Madrid. Los primeros proyectiles de cañón cayeron el día 6 y los 21 proyectiles arrojados por los cañones causaron un muerto y 21 heridos. El día 10 regresó la aviación al barrio de Arguelles y destruyó la Editorial Hernández y la Estación de Goya. El día 14 se bombardeó la Glorieta de Atocha, quedando en algunos puntos al descubierto el túnel del Metro. La artillería también lanzó algunos proyectiles en distintos barrios. Total del día: 62 muertos y 112 heridos. Sólo en la Glorieta de Atocha hubo 50 fallecidos. El día 17 los aviones de Hitler y Mussolini regaron de bombas el Museo del Prado y sus alrededores. El resto de la carga lo arrojaron en el Mercado de San Miguel. La artillería disparó unos 50 cañonazos, arrojando un balance de 11 muertos y 194 heridos.

La noche siguiente fue la más trágica de las sufridas por Madrid. Numerosos aviones dejaron caer sus cargas tanto en el centro como en diversos barrios de la ciudad. Se vio como gran número de bombas explosivas e incendiarias destruían los edificios y diezmaban a los ciudadanos en la entrada al Metro de la calle del Carmen, Hotel Savoy, Diputación Provincial, Noviciado de las Hermanas de la Caridad, Calle de la Corredera, Ballesta, Valverde, Caballero de Gracia. En los sótanos de una imprenta del Marqués de Santa Ana, quedaron sepultadas 150 personas que en su mayoría perecieron. El balance trágico de noviembre fue aproximadamente de más de 300 muertos y 1500 heridos.

El 2 de diciembre volvió la aviación. Catorce muertos y 53 heridos. Y el día 4 una bomba impactó en lo que fue domicilio del ex presidente Largo Caballero y quedó destrozada una modesta vivienda en la calle de Santa Eugenia. Total 13 muertos y 53 heridos provocados por 50 bombas. En el mismo mes, el día 16, se bombardeó Tetuán de las Victorias de forma sanguinaria, ya que se persiguió a las personas que huían al campo con fuego de ametralladora. Sólo en el casco de la ciudad hubo 52 muertos y cerca de 300 heridos.

Nada más iniciarse el año 1937 y coincidiendo con las doce campanadas que marcan el paso de un año a otro, la aviación franquista regaló a la población de Madrid doce proyectiles, para celebrar la llegada del nuevo año.

El día 4 de enero se bombardeó de por segunda vez Tetuán de las Victorias, coincidiendo con el ataque alemán de Las Rozas. Hubo 171 heridos y 8 muertos. Días después los objetivos fueron el Colegio de La Paloma. Cuatro muertos, 7 heridos y 2 desaparecidos. El día 10, los artefactos del dictador cayeron en un edificio de la Embajada inglesa y en la Casa de Socorro del distrito del Hospicio. Cinco muertos y 37 heridos. A falta de aviones y durante el resto del mes, fue la artillería la que se ocupó de destruir Madrid. Tan sólo el día 23 de enero cayeron en el edificio de la Compañía Telefónica diez proyectiles.

El mes de febrero fue relativamente tranquilo. Una incursión por aire el día 18, con 18 muertos y 60 heridos y diversos bombardeos de artillería. Resumen: 22 muertos y 68 heridos.

En marzo la aviación intervino los días 6, 16 y 20, alejándose del casco de la población, por funcionar con eficacia las nuevas baterías antiaéreas. El último bombardeo se efectuó sobre la Estación del Niño Jesús. El balance fue el más benigno del año; 21muertos y 61 heridos.

En abril de 1937 la artillería aumentó sus descargas. Durante un mes se lanzaron 816 proyectiles, con un balance de 95 muertos y 695 heridos. El día más sangriento fue el día 23, con 20 muertos y 53 heridos.

El 1 de mayo se celebró con 32 disparos. Se recrudecieron los ataques y los días 22 y 30 cayeron trescientos proyectiles cada uno. El resultado total: 994 proyectiles, 33 muertos y 220 heridos.

El mes de junio tuvo las mismas características. Los disparos aumentaron pero las bajas disminuyeron: 1159 proyectiles, 25 muertos y 70 heridos.

El día 7 de julio, se batió el record con cuatrocientos disparos y sus consecuencias fueron 18 muertos y 10 heridos.

Del mes de agosto no existen datos más que del día 6: 269 cañonazos con un sólo muerto y 26 heridos.

El balance del año 1937 bajo la metralla fascista fue de 5000 proyectiles, 768 muertos y 3567 heridos.

Cifras estremecedoras. Barrios destruidos, familias sin hogar. Mujeres embarazadas, ancianos, enfermos. Miles de vidas desaparecidas. Niños muertos. Cientos de mutilados, rescatados entre los escombros. Niños de apenas varios meses de vida sin identificar, que quedaron abandonados a las autoridades, quienes una vez atendidos procedió a evacuarlos.

Ellos eran el futuro de la República.

Tomado de: Nueva Revolución

Leer más

El periodismo histórico hecho por memoriosos prosistas

Como bien lo abordara Carpentier, el cronista es el pilar sobre el cual se erige el periódico presente.

Por Mauricio Escuela

Recuerdo de mis años de universitario cierta revista virtual que hacíamos entre estudiantes y profesores de Historia. Dicho medio, desde la humildad del dato y la sencillez del diseño, sirvió como plataforma académica y de opinión para un periodismo sobre temas del pasado que mantienen su vigencia. La prensa generalista cubana carece comúnmente de análisis aterrizados para llevar el devenir trascendente a los lectores. Se cataloga al periodismo como una herramienta inmediata y perecedera, pero se olvidan a veces piezas como las de Martí y Pablo de la Torriente que dieron al mundo la luz de los acontecimientos en una clave que va más allá del dato, de la información, del crudo reporte que pasa sin penas ni gloria.

El periodismo histórico, ese que padece el maltrato, aparece poco y se hace desde presupuestos superados, sin problematización, sin que los conflictos estén en la centralidad del análisis. Pensadores del pasado, como Marx y Hegel, fueron periodistas de su tiempo. Y es que el cronista escribe las novelas en caliente, como lo dijera Alejo Carpentier en una célebre conferencia. Se trata del reflejo humano y luminoso de la vida, a partir de los destellos de la metáfora y la exactitud sensible.

La historia, como se concibe desde la antigüedad, no es una fachada inmóvil, sino que camina junto a nosotros, nos indaga, es un diálogo propenso a los problemas, a las vías en apariencia sin solución, a que se hable en un idioma sabio y conflictivo desde la máxima filosófica. Se parte de lo acontecido, se le sitúa en contexto, se lo enmarca en un mundo en el cual no podemos escapar a las referencias, a las decisiones que nos tornan hacia una forma determinada, hacia un ser de este o aquel mundo,  a una imagen de lo que hacemos…

El periodismo histórico tiene que ver con la historicidad y lo perecedero del hombre. No se hace solo de frases o a partir de búsquedas en los anaqueles, sino que deberá tomar vida, como en el teatro de títeres. La obra revive en el presente, nos lleva a lo que pasó. Quien dirige el espectáculo debe ser un histrión, un dramaturgo, un maestro de la belleza, pero también un ser honesto, que sepa de qué lado está la justicia. Porque nada es neutral, ni siquiera la buena prosa. Hallar en la vida lo firme y lo honrado, defenderlo, tener esa brújula por fórmula creadora, nos hace mejores profesionales.

En aquella revista que llevábamos siendo unos estudiantes, participaron profesores de un altísimo prestigio. El director, de hecho, es un Doctor en Ciencias que hoy ejerce como panelista del programa de televisión Escriba y Lea. Sin embargo, la ingenuidad de los jóvenes, la frescura de la etapa, no nos dejaban ver la grandeza de ese ejercicio local, universitario, casi una opinión dada en clase como acontece en las aulas.

Sobre mi escritorio, en este momento, descansa la novela Hombres sin mujer de Carlos Montenegro. Según declaró el autor en vida, eliminó buena parte de la belleza de la prosa para poder abordar la crudeza de los acontecimientos. Y es que la obra versa sobre la vida carcelaria en la Cuba de inicios del siglo pasado. Una retahíla de episodios que se destacan por la dureza, la crueldad y a la vez la vida sensible mil veces herida y vilipendiada. Montenegro pasó buena parte de su juventud preso y ello le sirvió para hacer la denuncia, para indagar la forma del ser que se esconde en los antros de perdición, para darnos un pedazo de la realidad. Siendo él mismo un excelente periodista, la prosa del autor se nos torna reportaje histórico, crónica de sucesos, esencia firme. Para el escritor no hay una sola cosa que no deba ser dicha, sino que nos devela el universo estrafalario en el cual el humano se deshumaniza, lo cual duele, incita a conocer y transforma.

A eso se refirió Carpentier, al periodista como un sitio especial en el tiempo, ya que grafica el devenir a partir de la pluma. La investigación ocurre como parte de la vida natural y de implicaciones cotidianas. Quien escribe pareciera que nos habla como un amigo, que nos lleva de la mano a los hechos y los dibuja con sencillez. Porque la mejor prosa es transparente, no obstaculiza ni hace ruido, sino deja ver qué hay del otro lado, se comporta como un cristal en una vidriera. El periodista exhibe lo que conviene y lo que no, compara, sopesa y evalúa a su forma y según su talento. La historia le puede o no estar agradecida, pero la firmeza del autor está en primer lugar en deuda con él mismo, es parte de su ontología, de su metafísica más íntima.

El talento reside en pensar y sentir, dos verbos sin los cuales no puede escribirse nada. Quien hace una prosa deberá vivirla antes, aunque se aborden temas de hace milenios atrás. El demiurgo tiene en sus manos las artes para resucitar a los muertos. Muchas personas, por ejemplo, le echan en cara a Montenegro que él no estuvo de hecho al mismo nivel que los demás presos, ya que pasó su condena como trabajador de la biblioteca del lugar. En realidad, el autor tiene el derecho a indagar la vida de otros, a preguntarla, para a partir de ahí vertebrar su discurso. Nada es al final exacto, nada refleja la totalidad que se escapa como categoría y como cosa real una y otra vez.

Heródoto, que fue el padre de la historia, hacía en sus obras una reflexión personal y mítica sobre los hechos. Otro tanto pasaba con Jenofonte y sus sucesos vueltos a narrar tantas veces. El autor rebasa, desde los tiempos inmemoriales, el hecho, y le insufla su personalidad. Toca, a quien lee, sostener la bondad de ese acontecimiento, merecerla y tomarla como suya. Nada está vivo sino se lo recuerda, se lo retoca, se va a sus raíces.

El periodismo histórico no solo funciona como género o temática, sino que fundamenta el hecho de hoy, el suceso que en apariencia no tiene raíces, no se vertebra, no existe en la realidad concreta. No puede hacerse reporterismo sin la historia, no se concibe un valor noticiable sin que se le mire desde la óptica trascendente del tiempo que pasó. Como bien lo abordara Carpentier, el cronista es el pilar sobre el cual se erige el periódico presente. Las novelas hechas sobre la marcha de los hechos, las que nacen en la temperatura de los conflictos, maduran con el análisis, cuajan con el reposado dato y el juicio que le debe su pertinencia al autor de trabajos históricos.

Nada escapa a la lupa del que piensa, a la sentencia del atrevido que hilvana una prosa reveladora. Como en todos los tiempos hay desmemoriados, pero hay también memoriosos que como un célebre personaje literario de Borges no solo no olvidan, sino que viven en ese recuerdo que los embarga y hace maravillosos.

Tomado de: Cubahora

Leer más

André Bretón: Surrealismo y Marxismo

André Breton fue un escritor, poeta, ensayista y teórico del surrealismo, reconocido como el fundador y principal exponente de este movimiento. (Francia, 1896-1966)

Por Fernando Buen Abad Domínguez @FBuenAbad

Para despejar toda duda, André Breton en el Segundo Manifiesto del Surrealismo (1930) expuso, con todas sus letras y consecuencias: “totalmente, sin reservas, nuestra adhesión al principio del materialismo histórico”. E insistió: “el surrealismo se considera ligado indisolublemente, como consecuencia de las afinidades antes señaladas, a la trayectoria del pensamiento marxista, y sólo a esa trayectoria”. Esto bastaría para desautorizar cualquier utilización del término “surrealismo” para fines tan bobos como enmascarar las aberraciones de no pocas conductas oligarco-burguesas. Se ha oído decir “es muy surrealista la fotografía del rey de España en sus cacerías de elefantes” o “que surrealistas son las mansiones de los millonarios”… el Surrealismo es muy otra cosa: “El Surrealismo es un puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral.” Primer Manifiesto del Surrealismo (1924). Algunos, incluso han creído ver en el Movimiento surrealista una contribución, en combate, hacia una Estética Marxista.

Tendría poca o ninguna importancia que Bretón hubiese declarado tal adhesión al método de Marx si no fuese porque esa definición, que molesta a tantos, contiene la idea revolucionaria de que la ética sea la estética del futuro. Que la ética norme, como pensó Adolfo Sánchez Vázquez, esa parte decisiva de las relaciones sociales en las que, el juicio del gusto sea explicable como base y producto de la lucha permanente por la igualdad entre los seres humanos y la justicia social “deseable, posible y realizable”.

Aquí se asume que de nada sirve una apología adoratriz que abone palabrerío de “culto a la personalidad” y, lejos de eso, aquí se expide una mirada crítica que no está dispuesta a rendirse ante las emboscadas del olvido hegemónico ni ante las tergiversaciones que van hundiendo toda herencia revolucionaria en los pantanos de la chabacanería ideológica al uso. Bretón fue ni será un santo artístico de establishment ni será carne de la desmemoria funcional al lavado de cerebro oficializado por el “buen gusto” académico, artístico o burocrático. Su obra es una herencia que marca horizontes indispensables para completar las revoluciones económico-políticas con revoluciones semióticas emancipadoras y eso no debe olvidarse. El pretexto de su natalicio es eso… un pretexto.

Mil cosas no se le perdonan a Breton, y acaso algunas con razón, pero las que destacan son de suyo revelaciones de una lucha de ideas que se despliegan en las honduras más significativas de los debates políticos más salientes de nuestro tiempo. No se le perdona haber interpelado la lógica monstruosa del capitalismo en el periodo de entreguerras ni sus extensiones camufladas décadas después; no se le perdona su amistad con León Trotsky de la que surgió el Manifiesto de la FIARI (Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente) manifiesto único en el que se dan cita las ideas de un revolucionario internacionalista y escritor como Trotsky y el más destacado militante de la vanguardia intelectual y artística europea. En ese manifiesto se encuentran de manera deslumbrante la política estética y política revolucionaria.

No se le perdona a Bretón su poesía y el lugar que le otorgó al amor como militancia humanista, única capaz de reconciliar a la especie humana consigo misma. No se le perdona la síntesis que propuso en el surrealismo para igualar al arte con los sueños, con la magia, con el azar, con lo lúdico, con el amor mismo. No se le perdona politizar la filosofía y filosofar la política desde el arte revolucionario para demoler el imperio de la esclerosis ideológica de una burguesía, ya entonces adicta al consumo de la “obra de arte” como mercancía de vanidades y de inversiones rentables.

Y desde luego no se le perdona haber quebrado los idilios de algunos artistas que se creyeron ajenos o indemnes a los estragos del debate capital-trabajo, que no se sentían trabajadores ni tenían vínculos con el proletariado bajo ninguna de sus definiciones o expresiones. No le perdonan ni le perdonarán, eso hace más crucial mantener la memoria en combate, la lista enorme de tareas que heredó a las generaciones posteriores. Legado cargado con apelaciones e interpelaciones. Legado premonitorio que vio venir la andanada de emboscadas “narrativas” en las que hacer pasar por “loquitas” ciertas formas o ciertas frases desligadas del trabajo revolucionario en los campos semióticos, se haría recurso rentable de publicistas o propagandistas serviles al engaño y las ideologías contrarrevolucionarias.

Así se apuraron muchos a dar por muerto al Surrealismo como han dado por muerto al Marxismo. Octavio Paz y sus esbirros en primer lugar. Pero los muertos que ellos matan gozan de muy buena salud y los mataron tan mal que siguieron cantando todos los himnos revolucionarios que permanecen anidados en las entrañas del arte, de la estética, de la semiótica que serán revolucionarias o serán nada… que aguardan eso que invocan muchas fuerzas rebeldes en todo el mundo: “Nada hay más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo” Víctor Hugo.

Tomado de: Telesurtv

Leer más

Cuando las diversiones de algunos contaminan el planeta de todos

El multimillonario Richard Branson en un vuelo espacial

Por François Graner, Roland Lehoucq y Emmanuelle Rio

En septiembre de 2018, el milmillonario japonés Yusaku Maezawa ya adquirió de Elon Musk los servicios del sistema Starship de su empresa SpaceX para un viaje alrededor de la Luna a partir de 2023. Se desconoce el importe de la factura, pero probablemente es desorbitado.

Entre 2001 y 2009 se vendieron ocho billetes para embarcar en compañía de astronautas a bordo de la nave rusa Soyús para ir a la Estación Espacial Internacional, la famosa ISS. Un viaje de ida y vuelta al precio de entre 20 y 35 millones de dólares por persona, el equivalente al presupuesto diario de una quincena de millones de seres humanos que se hallan en el umbral de pobreza internacional.

Más allá de la obscenidad de una actividad destinada a satisfacer el sueño de unos individuos, estas excursiones recalcan la idea de que el espacio es una mercancía. Asimismo, consumen materiales y energía y tienen consecuencias medioambientales que aumentarán notablemente si este turismo espacial llega a comercializarse más ampliamente. Intentemos por tanto especificar dichas consecuencias diferenciando entre vuelos poco contaminantes, pero muy numerosos, vuelos medianamente contaminantes y bastante numerosos, y vuelos extremadamente contaminantes, pero poco numerosos.

Probar la ingravidez en un vuelo parabólico

Por 6.000 euros, una ya puede contratar un vuelo en un avión que encadena una sucesión de parábolas y permite experimentar la gravedad reducida de Marte o de la Luna, y sobre todo flotar doce veces en plena ingravidez durante una veintena de segundos. Así, la empresa Novespace ha embarcado a 1.856 pasajeros en 217 vuelos que duran alrededor de dos horas y media cada uno, equivalente a la duración (y la contaminación) de un vuelo de París a Varsovia. En la medida en que el número de pasajeros es limitado, la contaminación total de este carrusel de lujo no deja de ser modesta en comparación con los 915 millones de toneladas de CO2 emitidas en 2019 por los 4.500 millones de pasajeros del conjunto de vuelos comerciales (más de 100.000 al día en promedio).

Ver la curvatura de la Tierra en un vuelo suborbital

Salir al espacio implica volar a una altura bastante mayor que los aviones, por encima de los 100 km de altitud. Se trata de un llamado vuelo surborbital, pues la velocidad de la nave es insuficiente para colocarla en órbita. Su vuelo balístico permite experimentar la ingravidez durante varios minutos y al mismo tiempo admirar la belleza de la curvatura de la Tierra. Con un precio anunciado de 250.000 dólares, resulta caro apreciar la redondez de nuestro planeta, pero dispensa al pasajero, provisionalmente, de la proximidad de las clases populares.

La empresa Virgin Galactic, perteneciente al milmillonario Richard Branson, anunció en julio que ya ha vendido 600 billetes para su SpaceShip Two y que está construyendo otras dos naves similares. Esto significa que realizará potencialmente cientos de vuelos regulares, pues ya son 9.000 los clientes que han manifestado su interés. La empresa Blue Origin, del milmillonario Jeff Bezos, también está en liza con su cohete reutilizable, New Shepard, concebido asimismo para lanzar una cápsula con seis turistas espaciales a bordo en una trayectoria suborbital que alcanza una altitud máxima de unos 100 km.

Según el informe de evaluación medioambiental del SpaceShip Two, podemos calcular que la emisión de CO2 de un vuelo completo es del orden de 27,2 toneladas. A razón de 6 pasajeros por vuelo, esto supone 4,5 toneladas de CO2 por persona, lo que equivale a dar la vuelta al mundo una persona sola en un automóvil mediano. Por algunos minutos de ingravidez, esto representa más del doble de la emisión individual anual (presupuesto CO2) que permitiría, según el GIEC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático], respetar el objetivo de +2 ºC del Acuerdo de París. En otras palabras, cada pasajero se saltará alegremente este límite y se arrogará el derecho de emitir en lugar de los demás seres humanos.

La propulsión híbrida del SpaceShipTwo no emite únicamente CO2. La nave también escupe hollín, fruto de la combustión incompleta de una mezcla de protóxido de nitrógeno (N2O) líquido y un derivado sólido de polibutadieno hidroxitelequílico. Un artículo científico de 2010 calculó que un millar de vuelos suborbitales al año generarían del orden de 600 toneladas de hollín, que, al permanecer cerca de diez años en suspensión en la atmósfera, entre 30 y 50 km de altitud, contribuirían a alterar el clima en todo el planeta, aunque las naves despegaran siempre del mismo lugar. En comparación con esto, la aviación civil parece casi limpia: emite más hollín en total, 7.200 toneladas al año, pero a una altitud del orden de 10 km, lo que reduce su permanencia en suspensión y permite que las lluvias lo arrastren al suelo.

Visitar la estación espacial internacional

Pasemos ahora al nivel superior. A partir de 2009 y desde que entraron en servicio los módulos científicos europeo y japonés, la tripulación de las expediciones a la ISS aumentó a seis astronautas de los países que la han financiado. En virtud de esta obligación, dejó de haber sitio para un pasajero particular y la agencia espacial rusa interrumpió los vuelos turísticos a la estación espacial. Sin embargo, los vuelos a la ISS para superricos van a reanudarse por iniciativa de la empresa Space Adventures (que vende asimismo vuelos de ingravidez). Después de años de ausencia, EE UU ha recuperado, en efecto, su capacidad de enviar a personas al espacio a raíz del éxito del vuelo de cualificación de la cápsula Crew Dragon lanzada por SpaceX el pasado mes de mayo. Space Adventures lo ha aprovechado para recuperar dos plazas libres en los vuelos del Soyús ruso, anunciando al mismo tiempo su asociación con la empresa Space X.

El precio de estos vuelos rondará los 100 millones de dólares. Con semejante tarifa, para realizar el sueño de Ícaro (ojo: terminó mal), hay que formar parte de las 11.000 personas que poseen una fortuna de 250 millones de dólares como mínimo o tal vez ganar un lote de cierto programa de telerrealidad. Después tendrá que pasar una prueba de aptitud física para el vuelo espacial, en particular para asegurar que el organismo del pasajero o pasajera pueda soportar la aceleración del despegue.

Las 119 toneladas de queroseno refinado consumidas en la primera etapa del cohete Falcon 9 producen, con su combustión controlada, una energía comparable a la que generó la reciente explosión que devastó el puerto de Beirut y sus alrededores: el equivalente a 1.220 toneladas de TNT. De acuerdo con el informe de evaluación medioambiental del Falcon 9, el vuelo completo, incluida la recuperación de la cápsula tripulada mediante embarcaciones especiales y un helicóptero, emitirá 1.150 toneladas de CO2, el equivalente a 638 años de emisión de un automóvil mediano que recorre 15.000 km al año. ¡Bastante más que una operación salida de vacaciones en la autopista! Con cuatro pasajeros por vuelo, esto supone cerca de 290 toneladas de CO2 por pasajero. Es decir, un turista en órbita vale tanto como 65 turistas suborbitales y casi 160 años de emisión de un automóvil…

Alrededor de la Luna

Un vuelo alrededor de la Luna como el que proyecta Maezawa también está reservado, desde luego, a los milmillonarios, que ya suman más de 2.000 y cuyo número crece constantemente. La nave Starship, a bordo de la cual se llevará a cabo el viaje, es la segunda etapa del cohete Super Heavy, el lanzador orbital superpesado y reutilizable desarrollado por SpaceX. El último informe medioambiental de este cohete señala que el conjunto Starship/Super Heavy produce la bagatela de 3.750 toneladas de CO2 en cada vuelo. El proyecto DearMoon preveía embarcar de 6 a 8 personas, lo que supone que cada una de ellas causará emisiones de 470 a 625 toneladas de CO2, superando así en un viaje de algunos días de duración el presupuesto CO2 anual de varios cientos de personas. Si bien esto es menos que las 1.630 toneladas de CO2 que emite anualmente Bill Gates con sus desplazamientos en avión privado…

No contabilizamos, sin duda equivocadamente, el coste en CO2 de la construcción de las plataformas de lanzamiento. Es hormigón, y también mucho gasto en términos de superficie ocupada. Si en Roissy el aeropuerto [Charles de Gaulle] ocupa alrededor de un tercio de la superficie de París intramuros (32 km2), lo hace para más de 470.000 movimientos de aviones al año y cerca de 70 millones de pasajeros y pasajeras. En comparación, los vuelos suborbitales previstos por Virgin Galactic partirán del Spaceport America, en Nuevo México, cuya superficie de 73 km² no servirá para más de un millar de vuelos al año.

Dejamos de lado asimismo las consecuencias medioambientales de la extracción, el transporte y la transformación de los materiales de alta calidad, como el acero y el aluminio, necesarios para fabricar los cohetes, que no se recuperarán en su totalidad.

El 1 % más rico es responsable del doble de emisiones que la mitad más pobre de la humanidad. Después de sus yates privados y sus aviones de negocios, los caprichos espaciales de esta gente (ultra)rica alimentan la ilusión de omnipotencia que se halla en el origen de los graves desarreglos de la biosfera terrestre. Si las economías de escala derivadas de las mejoras técnicas hicieran que el turismo espacial resultara accesible al conjunto de las clases superiores, estas desigualdades se amplificarían todavía más, sumándose a las degradaciones causadas por nuestras sociedades en general y por el turismo de masas en particular.

Roland Lehoucq es astrofísico, miembro del Comisariado de la Energía Atómica y Energías Alternativas (CEA); Emmanuelle Rio es profesora investigadora de la Universidad de París Saclay y François Graner es director de investigación del CNRS, Universidad de París.

Tomado de: Nodo 50

Leer más