Textos prestados

Más ricos en la pandemia

Por Pasqualina Curcio @pasquicurcio

Si el mundo está en recesión como consecuencia de la pandemia, es decir, que en 2020 se produjo 3,5% menos con respecto al 2019 (la torta es más pequeña) pero a pesar de ello, los ricos se hicieron más ricos, entonces, sin echar muchos números podemos deducir que, los pobres se hicieron más pobres, lo cual no debería sorprendernos, por el contrario, la desigual distribución de la producción es lo que caracteriza a un sistema económico, social y político como el que predomina en los casi 195 países miembros de la ONU. Nos referimos al capitalismo, ese mismo que algunos dicen que es “exitoso” y que es el modelo a seguir, aunque se base en la explotación del hombre por el hombre generando hambre, pobreza y miseria.

Según el informe sobre la riqueza global publicado en junio de 2021 por el Instituto de Investigaciones Credit Suisse, en 2020 la riqueza aumentó 7,4% (lo que representa US$ 28.716.000.000.000) a pesar de que la producción cayó. Adicionalmente, se lee en el mencionado informe que la desigualdad de la distribución de dicha riqueza entre individuos fue “significativamente mayor que la registrada en cualquier año de este siglo”. En cuanto a regiones, EEUU y Canadá registraron el mayor incremento de riqueza, 12,4%, Europa 9,2% mientras que, China, 4,4%. Por su parte, en la India disminuyó 4,4% y en América Latina y el Caribe cayó 11,4%.

Una de las principales causas del aumento de la riqueza de los ya ricos se debe al crecimiento de los mercados bursátiles, los cuales han sido protegidos por los Estados burgueses que contraviniendo sus propias teorías y discursos monetaristas han aumentado 6% la masa monetaria con respecto al tamaño de sus economías (según datos del Banco Mundial, en 2019 la masa monetaria en el mundo con respecto al PIB era 126%, en 2020 fue 133%). Esta mayor cantidad de dinero no se destinó a proteger a los pueblos trabajadores, sino que fue canalizada a las bolsas de valores para salvar a los grandes capitales ante el eventual desplome del valor de sus acciones.

Los aumentos de la riqueza en manos de billonarios se registraron mientras la Organización Mundial del Trabajo informaba la pérdida de más de 140 millones de empleos durante el 2020, la peor crisis laboral en un siglo, y mientras OXFAM alertaba que “las muertes por hambre superaron a las provocadas por el virus. Las estimaciones apuntan a que, probablemente, 11 personas estén muriendo cada minuto a causa del hambre extrema provocada por la combinación letal de los conflictos, la Covid-19, y la crisis climática. Este ritmo superaría la actual tasa de mortalidad de la pandemia, que es de siete personas por minuto.”

Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, afirmó: “Hemos presenciado el mayor aumento de la desigualdad desde que hay registro. La profunda brecha entre ricos y pobres ha demostrado ser tan letal como el propio virus.”

En el informe “Pobreza y prosperidad compartida 2020: Un cambio de suerte” publicado por el Banco Mundial se lee: “las pérdidas de empleo y las situaciones de privación derivadas de la pandemia en todo el mundo están golpeando gravemente a personas que ya son pobres y vulnerables, pero, al mismo tiempo, están modificando parcialmente el perfil de la pobreza mundial al generar millones de ´nuevos pobres´.” Según el mismo informe, se prevé que, como consecuencia de la Covid-19, de los conflictos armados y del cambio climático, 501 millones de personas se sumarán a las estadísticas de pobreza extrema y “vivirán” con menos de 5,50 dólares diarios en 2030, lo que implicará que los niveles de pobreza mundial en 2030 superarían los niveles anteriores a la pandemia, con 3400 millones de personas viviendo con menos de 5,50 dólares diarios.

El caso estadounidense, país sin lugar a duda capitalista y para nada socialista, es el más indignante ante los ojos de una humanidad que sufre el azote del coronavirus. Según la Revista Forbes, en 17 meses de pandemia, desde marzo 2020 hasta agosto 2021, los ricos de ese país vieron aumentar 61,7% su riqueza lo cual equivale a 1,8 billones de dólares, ésta pasó de 2,9 a 4,7 billones en un contexto en el que la producción nacional cayó 3,4% en 2020.

Jeff Bezos, dueño de Amazon, encabeza la lista de los billonarios en EEUU, su riqueza pasó de US$ 113.000 a US$ 187.994 millones, aumentó 66,4%. Le sigue Elon Musk de Tesla y SpaceX, cuya riqueza se incrementó 612,8% durante estos 17 meses pasando de US$ 24,6 a US$ 175.361 millones. De tercero en la lista está Bill Gates de Microsoft cuya riqueza aumentó 33,3% pasando de US$ 98.000 a US$ 130.617 millones. Mark Zuckerberg, el de Facebook, incrementó 135,7% su riqueza, de US$ 54.700 a US$ 128.936 millones, solo por mencionar algunos. De paso, estos billonarios ni siquiera pagan impuestos. Según el informe “Bonanza multimillonaria durante la pandemia” publicado por el portal Inequality.org, los 25 mayores billonarios de EEUU pagaron en promedio solo el 3.4% de su crecimiento de la riqueza en impuestos sobre la renta, varios han estado años sin ni siquiera pagar esos impuestos. De hecho, la tasa impositiva aplicada para el crecimiento de la riqueza (20%) es menor que la que pagan los trabajadores sobre su salario (37%), como suele ser en un sistema capitalista donde siempre y por distintas vías se privilegia y dan concesiones a la burguesía.

Los últimos 31 años, los ricos no han dejado de acumular riqueza en EEUU, ésta ha aumentado 19 veces (Inequality.org). Obviamente tienen tiempo acumulando, pero lo que se está observando en plena pandemia es inaceptable: un tercio de todo el crecimiento de la riqueza de los billonarios estadounidenses durante los últimos 31 años se produjo estos 17 meses.

Mientras el 1% de los estadounidenses ve crecer su fortuna, más de 86 millones de trabajadores han perdido sus trabajos, casi 41 millones se han enfermado por el virus y más de 670.000 han muerto a causa de él. Los ingresos laborales de los trabajadores del sector privado disminuyeron casi un 3% en términos reales desde mediados de marzo 2020 hasta mediados de enero 2021. Alrededor de 12 millones de trabajadores perdieron el seguro médico. Entre el 20 de enero y el 20 de febrero de 2021, 24 millones de personas informaron que en su hogar no habían tenido suficiente comida durante la última semana. Entre 7 y 11 millones de niños viven en un hogar donde no comen lo suficiente porque no pueden alimentarlos por completo y 1 de cada 5 inquilinos, está atrasado ​​en el pago de la renta de sus viviendas (Inequality.org).

Durante décadas han querido hacernos creer que el socialismo es un fracaso, que genera hambre, miseria y pobreza. Sin embargo, todo lo aquí mencionado está hecho en capitalismo, así que mal pudiese afirmarse que ha sido el socialismo, siempre asediado, saboteado y contenido por el poder imperial, el que ha fracasado para garantizar el buen vivir a la humanidad.

El hambre, la miseria y la pobreza en la que hoy vive la mayoría de la población mundial es exclusiva responsabilidad del capitalismo. La pandemia de este siglo se ha dado a la tarea de dejarlo en evidencia.

Tomado de: Alainet

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Del Son a la Revolución (segunda parte)

Julio Antonio Mella (1903 -1929). Revolucionario cubano, cofundador del Partido Comunista de Cuba y de la Federación Estudiantil Universitaria,

Por Ambrosio Fornet

IV

Entre octubre de 1949 y junio de 1950 se celebró en La Habana el Encuentro “Actualidad y destino de Cuba”, organizado por el programa de radio “Universidad del Aire”, de la CMQ. Su coordinador —el intelectual Jorge Mañach— aludiendo al clima social existente, citaba el comentario popular “¡Qué relajo, caballeros!” como una expresión significativa de la época, y subrayaba, además, que “relajo” indica un “modo especial, casi frívolo de estar relajado, de haber perdido la tensión en los tejidos sociales y morales”.

A la democracia cubana se la comparaba con los ideales de los fundadores de la República y con los que iluminaron el gran movimiento de 1930 –comenta, por su parte, el pensador Jorge L. Martí—, pero ahora aquellos ideales están no sólo falseados, sino escarnecidos, burlados y traicionados y sólo pudieran cambiar por la acción providencial de maestros dignos de imitación.

El pensador social-demócrata Juan Antonio Rubio Padilla cree que la crisis se ha generalizado, y que en los años 30 no podía haber una situación distinta de la que hubo antes, caracterizada por la violencia. “A mí no me tumban con papelitos”, había dicho Machado. Y, en cambio, aquel luminoso día de 1935 se pudieron instaurar, al fin, la nueva Constitución de la República y un sistema político realmente democrático y republicano. Aunque se cometió un costoso error –señala, por su parte, Medardo Vitier—porque se separaron lo material de lo moral, sin percatarse de que el hombre es unitario, y en un sentido, todo lo material se trasmuta en valor moral. “Cuando el hombre satisface las necesidades de sus hijos, en los menesteres cotidianos, se actualizan en él determinados goces que son valores elevados, y quedarían en potencia, inactivos, sin el concurso de los bienes materiales”.

Bien mirado, todavía no son cosas tan lejanas las llamadas épocas de las Vacas Gordas o de la Danza de los Millones, como se llamaron las etapas en las que se produjo un súbito aumento del precio del azúcar y del tabaco en el mercado mundial. Y, de hecho, la Revolución del 30 produjo cambios básicos orientados a la independencia nacional, la justicia social y la democracia política. La república misma, en cambio, era una sucesión de hechos vergonzosos al servicio de los grandes intereses norteamericanos. ¿Quién puede borrar de la historia de Cuba los ukases de Mr. González, la presencia de Mr. Crowder en todas las soluciones políticas de una época, el apoyo de Guggenheim a Machado? No en balde Welles y después Caffery pelearon con toda clase de armas contra la Revolución. Sabían que en ellos estaba el destino de toda una dinastía de procónsules imperiales. ¿Se advirtió algún contraste con aquella parrafada de Orestes Ferrara defendiendo el reclamo de intervención, precisamente en los momentos en que los marines americanos hollaban el suelo de Nicaragua e imponían al mundo americano la persecución de Sandino y el régimen de Somoza? ¿Para eso, para que tanto bandido disfrazado de revolucionario se haya hecho millonario de la noche a la mañana, nos pudrimos nosotros en la cárcel? Y para que tanto rufián invirtiera millones y millones de pesos en Miami, ¿se acumuló tanto dolor y se derrochó tanta sangre? La situación sociocultural era de espanto. Donde quiera que uno mete las narices, advierte Rubio Padilla, se encuentra el truco, la deslealtad, el interés más descarnado; todo el mundo va a lo suyo; a lo que se aspira en este país es a tener dinero, a tener una casa en la playa, en el reparto, en Miami, un yatecito, una cuenta en el Banco para gozar la vida.

La intervención de la pedagoga Dolores Guiral, dedicada a los nuevos ricos, también parte el alma. La Mujer le da tono e imagen al curso cotidiano de la vida, afirma. Y añade la conocida frase inglesa: “It takes a woman to make a man”. Pero ya no basta con hombres, se necesitan también hogares. Una participante en el evento interroga a la doctora Guiral: ¿No cree usted que los males del hogar cubano dependen de que ya no tenemos hogares propiamente dichos, de que las madres viven en el club, almuerzan en el ten-cents, y tal vez la facilidad de los viajes a Miami nos está llevando a hacer en la práctica un hogar para el que no estamos preparados?

Y una joven se anima a preguntar: “¿En qué medida somos, los cubanos, responsables de esta destrucción que es una consecuencia del siglo XX en el mundo entero? ¿En qué medida podemos hablar de una crisis cubana que es una crisis universal? ¿En qué medida podemos sentirnos culpables de esta crisis?”. Interviene Medardo Vitier, con la propuesta de una alternativa sensata: “¿No habría que pensar en una reorganización del sistema democrático?”. Comentario de Mañach: “La tragedia de Cuba es que está inscripta en una serie de círculos viciosos. No hay buenos políticos porque no hay buenos ciudadanos. No hay buenos ciudadanos porque no hay buenos políticos. No hay moral porque no hay sana economía. No hay una economía adecuada porque no hay una moral cívica sana”.

Del fondo de la asamblea surge un lamento que se verá acompañado de una protesta. Las apetencias espirituales y morales no pueden desaparecer jamás de la mente, pero el problema es que están siendo sometidas a lo que Márquez Sterling llamaba la dictadura rígida del dinero. De esa dictadura, que equivale a una insondable tristeza, habría que buscar la manera de librarse. Don Manuel Azaña, ese gran español de los últimos tiempos, decía que hacer política era realizar algo con ella, que no había políticas de hombres desengañados, de hombres tristes, hábiles solo para demoler y criticar. Asumamos el reto. Es necesario creer para crear.

Anexos

Guía sucinta de los años 30

1933 Rebelión de los Sargentos, encabezada por Fulgencio Batista. Los sublevados toman los principales cuarteles del país.

1933 El 10 de septiembre se establece la llamada Pentarquía, que dura una semana. El 8 de noviembre los Sargentos asaltan el Hotel Nacional y desalojan a tiros a los oficiales sublevados que se alojan allí.

1933-1934 Entre mediados de septiembre y el 14 de enero del año siguiente se establece el Gobierno de los Cien Días bajo Ramón Grau San Martín y Antonio Guiteras.

1935 Muere Guiteras.

Una “Bibiohemerografía básica”

BARCKHAUSEN-CANALE, Christiane: Verdad y leyenda de Tina Modotti. La Habana, Casa de las Américas, 1989.

CAIRO, Ana. Mella, 100 años. 2 vols. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2003.

DUMPIERRE, Erasmo. Mella, biografía. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1977.

HATZKY, Christine. Julio Antonio Mella (1903-1929).Una biografía. Santiago de Cuba, Instituto Cubano del Libro/Editorial Oriente, 2008.

MELLA, Julio Antonio. Documentos, artículos. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975.

PADRÓN, Pedro Luis: Julio Antonio Mella y el movimiento obrero. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1980.gg

Tomado de: Cubaperiodistas

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Lápices que siguen escribiendo

Por Felipe Pigna @FelipePigna

La crueldad no tenía límites en aquella Argentina ocupada de 1976 y esto estaba lejos de ser un defecto para los usurpadores del poder y sus socios civiles. Era para ellos una de sus virtudes aquella decisión “inclaudicable” de reorganizarnos, de llevarnos por la “senda de grandeza”, aquellos “objetivos sin plazos”, “aquel marchemos hacia las fronteras”, “el tiempo y esfuerzo, esenciales para cualquier logro”, el “achicar el Estado es agrandar la Nación” y toda esa palabrería hueca que escondía el vaciamiento del país y la peor matanza de la historia argentina.

Aquella matanza contó con el aval explícito del Departamento de Estado de los Estados Unidos, como lo recordaba el ex embajador en nuestro país Robert Hill: “Cuando Henry Kissinger llegó a la Conferencia de Ejércitos Americanos de Santiago de Chile, los generales argentinos estaban nerviosos ante la posibilidad de que los Estados Unidos les llamaran la atención sobre la situación de los derechos humanos. Pero Kissinger se limitó a decirle al canciller de la dictadura, almirante César Guzzetti, que el régimen debía resolver el problema antes de que el Congreso norteamericano reanudara sus sesiones en 1977. A buen entendedor, pocas palabras. El secretario de Estado Kissinger les dio luz verde para que continuaran con su ‘guerra sucia’. En el lapso de tres semanas empezó una ola de ejecuciones en masa. Centenares de detenidos fueron asesinados. Para fin del año 1976 había millares de muertos y desaparecidos más. Los militares ya no darían marcha atrás. Tenían las manos demasiado empapadas de sangre”.1

El general-presidente Videla quiso convertir aquella masacre en una incógnita declarando que el desaparecido “no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desparecido”. La elección de la palabra no es aleatoria, es perversa en boca del verdugo, que no tenía ninguna duda sobre el destino de los prisioneros políticos y exhibía en público el terrible método elegido para atormentar aún más a los familiares: crear la incógnita sobre el destino de su ser querido. Aquel desconocimiento era parcial porque el horizonte del grupo familiar que sufría la pérdida era dramático y no era tan incógnito el destino sufrido por la víctima como conocer el lugar de detención y poder saber si seguía con vida. Sobre el resto no había incógnitas, había certezas, dolor, soledad y búsqueda incesante.

En aquel panorama la represión en los colegios secundarios fue muy dura, y apuntó a terminar con el alto nivel de participación política de los jóvenes en los centros de estudiantes y en las agrupaciones políticas.

Las invitaciones a vigilar y castigar pasaban de la conferencia de prensa a la sala de torturas y a la muerte. Muchos colegios secundarios del país tienen hoy placas conmemorativas de sus alumnos desaparecidos.

El hecho emblemático, “didáctico” de aquel terrorismo de Estado fue el que pasó a la historia como “la noche de los lápices”, aquella noche del 16 de septiembre de 1976 —21 aniversario del derrocamiento del primer peronismo por la autodenominada Revolución Libertadora— en la que fue secuestrado un grupo de jóvenes militantes secundarios de la ciudad de La Plata y alrededores. La que había sido la ciudad Eva Perón era ahora el reino del general Ibérico Saint James, autor “literario” de la inolvidable frase: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, luego a los indiferentes y por último a los tímidos”.

En la corte de Saint James había personajes de la talla del general Camps y su mano derecha —curiosidades de la literalidad— el comisario Miguel Etchecolatz. Fueron ellos los responsables directos del secuestro, tortura y muerte de estos jóvenes, para los que nadie reclama inocencia según los parámetros de una dictadura culpable por naturaleza y que salen honrados de la vergonzosa afirmación que aún hoy campea por estas tierras, ese “algo habrán hecho” que tanto daño hizo y hace.

Claro que hicieron algo, mucho. La mayoría de ellos provenían de hogares de clase media, no tenían problema en pagar el boleto de colectivo, pero sabían que había muchos de sus compañeros que no, que ya a esa corta edad tenían antigüedad en sus trabajos y que había que conseguir el boleto estudiantil para todos. Comenzaron a organizarse en cada colegio y del colegio al barrio y de ahí a la zona y nació así la Coordinadora de Estudiantes Secundarios que nucleaba a miles de ellos de todos lados y logró arrancarle al gobierno de Isabel aquel derecho. Fueron días de festejo acotado, corrido por gases y vigilado de cerca por la Triple A.

Producido el golpe de Estado, la estrategia fue suspender en agosto de 1976 la vigencia del boleto estudiantil y esperar la protesta y que los estudiantes volvieran a luchar por lo que les correspondía. Las razzias duraron dos meses y el pico de detenciones se produjo aquella noche de septiembre.

Recuerda Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de aquel horror que: “Hay un documento de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que se llama específicamente La Noche de los Lápices. Ese documento, firmado por un comisario mayor Fernández, en ese momento asesor del Consejo del general Camps y Etchecolatz, hablaba de que luego de desarticulados política e ideológicamente los sectores “subversivos” como universitarios, barriales, trabajadores, la piedra angular eran los “potenciales subversivos”, que eran los estudiantes secundarios que eran líderes en sus escuelas. Ellos hablaban de “semillero”, de “potenciales subversivos”.

Los jóvenes secuestrados en aquella “Noche de los lápices” fueron arrancados de sus casas en la madrugada y llevados inicialmente a la “División cuatrerismo” de la policía bonaerense, donde funcionaba el centro clandestino de detención conocido como “Arana”. De allí pasaron a la División de Investigaciones de Banfield, tristemente célebre como el “Pozo de Banfield”.

Allí conocieron el  horror en toda su expresión: “Nosotros, en el Pozo de Banfield, éramos adolescentes que teníamos a nuestro cuidado mujeres embarazadas. En el período en que nosotros estuvimos, desde septiembre a diciembre de 1976, fuimos testigos de tres partos. A nosotros, que teníamos entre 15 y 17 años, nos ponían en un calabozo con una compañera embarazada a punto de dar a luz y cuando ellas empezaban con trabajo de parto teníamos que golpear fuertemente la celda. Estábamos en el tercer piso y hoy se sabe que en el segundo piso de donde estábamos nosotros estaba la sala de parto del médico (Jorge) Bergés. Tuvimos tres situaciones de ésas. Golpeábamos la celda, las venían a buscar y después escuchábamos el llanto del bebé. Nosotros, tanto los adolescentes que estábamos en el traslado final como las mujeres embarazadas, a las que el único cuidado apuntaba a lo que tenían dentro de la pancita, éramos residuos. Como tales, éramos mantenidos. No teníamos un destino presupuesto”.2

Allí padecieron la tortura, simulacros de fusilamiento y el vano intento de imponerles otra mentalidad, la forma correcta de “procesar” aquel país y aceptarlo tal cual era en 1976, un país atendido por sus dueños. Tuvieron sus cuerpos pero no su obediencia. Como dicen las pancartas de los estudiantes de hoy, aquellos lápices siguen escribiendo.

Referencias:

1 Declaraciones de Robert Hill, embajador norteamericano en la Argentina durante la primera etapa de la dictadura militar, en El Periodista, Buenos Aires, 23 de octubre de 1987.

2 Reportaje a Pablo Díaz en Felipe Pigna, Lo pasado pensado, Buenos Aires, Planeta, 2005.

Tomado de: El historiador

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Estado Islámico, se expande en África

Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF)

Por Guadi Calvo*

Casi de manera imperceptible, para la gran prensa internacional, el Daesh o Estado Islámico (ISCAP), también llamado Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), no solo se ha instalado en la República Democrática del Congo, sino que, con ataques constantes, se expande al tiempo que afianza lazos con organizaciones “hermanas”, que operan en el resto del continente.

Las ADF, fundada en 1985, cuyo origen se verifica como una fuerza insurgente de origen ugandés, que intentaba derrocar al gobierno de Kampala, a mediados de los noventa se asentó en las provincias de Kivu del Norte e Ituri, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), en medio de la guerra civil que terminó con el derrocamiento de Mobutu Seseko después de 32 años en el poder (1965-1997), siendo una de las más de 120 grupos armados que operaban el este de la RDC, activados por las dos guerras regionales que se desarrollaron casi de manera continua entre 1996 y 2003, cobrándose millones de vidas.

Las ADF, relanzaron sus acciones a partir de 2013 y tomando posturas cada vez más cercanas al integrismo musulmán, por lo que según datos de la Iglesia Católica de la RDC desde entonces hasta principio de 2021 habría producido más de seis mil muertes. Tras la detención de su fundador, Jamil Mukulu, en Tanzania en 2015, un católico convertido al islam, que se fanatizó, tras una estadía en Arabia Saudita, a quien sucedió su lugarteniente, Seka Musa Baluku, un ugandés de cuarenta y tres años, quien aceleró el proceso de radicalización de la antigua insurgencia.

Las ADF, realizaron su baya´t (juramento de lealtad) al emir del Daesh global, Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurashi, en julio de 2019 y desde entonces se proclaman cómo Madina en Tauheed Wau Mujahedeen o MTM (La ciudad del monoteísmo y los guerreros santos), incrementado sus operaciones, no solo en acciones específicas, sino también, en su ferocidad, habiéndose registrado, según un informe de las Naciones Unidas durante el año pasado la muerte de 849 civiles. Según fuentes estadounidenses Baluku, habría jurado lealtad al Daesh, cuando a partir de 2017 su organización perdió sus medios de financiación.

En este reverdecer de las ADF – MTM, lanzó además una agresiva campaña de reclutamiento en la que apunta a integrar en sus filas, no solo jóvenes congoleños, sino de toda África Oriental, por lo que en sus videos propagandísticos utilizan lenguas y dialectos como el tanzano kiswahili, el ugandés luganda o el ruandés kinyarwanda, además del árabe y el francés. En busca de los cientos de miles de jóvenes, discriminados por cuestiones étnicas además de la falta de oportunidades tanto de educación y de trabajo; abandonados por los gobiernos en su gran mayoría de sesgos autoritarios y profundamente corruptos.

La actual ofensiva que desarrolla en el sur de la provincia de Ituri, saliendo de las áreas más frecuentes de sus operaciones, el vecino territorio Beni, en la provincia de Kivu del Norte, marca su intensión de expandirse.

Desde el pasado primero de junio, el MTM, ha realizado 66 ataques en el sur de Ituri. Lo que ha provocado la muerte de al menos 207 personas, además de haber secuestrado otras 171, llegando a principios de septiembre a cerca de 1200 muertos, además de provocar el desplazamiento de un millón de personas. Los ataques se han realizado tanto contra objetivos civiles como de las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC).

Desde 2017, año en que se registran los primeros contactos entre las ADF y el Daesh, y representó el más bajo en operaciones de las antiguas ADF, las acciones se han incrementado de una manera exponencial, al tiempo que las áreas operacionales también han tenido un incremento muy significativo, que para algunas fuentes llegaría a un 364%

El aumento de los ataques del MTM o ADF, se verifica simplemente, teniendo en cuenta que en los primeros ocho meses del año ejecutó 28 masacres de dos dígitos, mientras que a lo largo de todo el año pasado “solo” se registraron veintidós matanzas de esa intensidad. La mayoría de las operaciones en Ituri, fueron realizadas en Irumu del sur de Ituri y en el trayecto de la Ruta Nacional 4 (RN4) y centrándolas en las cercanías de las ciudades de Boga y Tchabi. La RN4 es una carretera fundamental para la economía de la región ya que vincula una gran parte del noreste congoleño con Uganda.

Así todo, hay que tener en cuenta que según expertos regionales afirman que la integración de las ADF, al Daesh global, no pueden ser del todo confirmada, ya que no se ha detectado ningún papel preponderante del Estado Islámico en de las operaciones de la ADF en la asistencia financiera, logística, material e incluso con el traspaso de milicianos.

Mientras tanto a dos años de asumir el cargo, Félix Tshisekedi, el presidente de la RDC, no articulado estrategias para la resolución del conflicto armado, negándose a activar mediadas, como el programa de desmovilización de combatientes, ofreciéndoles inmunidad, viviendas y trabajo.

Tránsito a la muerte.

La Ruta Nacional 4 (RN4), se ha convertido en el epicentro de los ataques integristas, dado que es una de las principales del área y aprovechando su extensión y que a su vera se asientan innumerable cantidad de pueblos y aldeas, se hace prácticamente imposible para las FARDC, las fuerzas de seguridad, y el contingente de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO), darles protección por lo que para los integristas les resulta sencillo elegir su blanco, golpear y retirarse prácticamente sin ser detectados.

Por lo que, a lo largo de la RN4, se han producido los principalmente ataques contra la población civiles. Solo a manera de ejemplo podríamos señalar los producidos el pasado mayo en el campamento de desplazados de Rubingo, en proximidades de la ciudad de Boga, fueron asesinados 55 civiles. El trece de julio, en el que una veintena de cuerpos pertenecientes a vecinos de diferentes aldeas cercanas a la ciudad de Idohu, aparecieron sin vida y la mayoría de ellos decapitados En una emboscada a las afueras de Idohu, el pasado 30 de julio fue atacado un convoy de camiones para el abastecimiento de esas poblaciones. El tres de agosto, otras 16 personas fueron encontradas muertas también en proximidades de Idohu. El tres de este mes milicianos del MTM, asaltaron una aldea en la zona de Irumu, a unos cincuenta kilómetros al norte de Idohu, también próxima a la RN4, matando a quince personas y secuestrando a dos mujeres. Tres días después, en Djugu, otra aldea más hacia el norte, diez mujeres desplazadas fueron violadas por un grupo armado.

Más allá de estos ataques contra civiles, en su mayoría cristianos, se han detectado miembros del MTM, practicando la da’wah (predicación) en poblaciones de mayoría musulmana “invitando” a los aldeanos a retornar a la senda salafista.

Este último sábado once, las FARDC, comunicaban que habían sido muertos cuatro rebeldes integristas de origen ugandés, en Ndimo, una ciudad de Irumu, en la provincia de Ituri, donde rige el estado de sitio, para impedir la continuidad de la violencia de los rebeldes. Mientras se conoció que en el intercambio de disparos dos civiles resultaron muertos alcanzados “por el fuego de los terroristas”.

El Daesh, cuenta con khatibas que compiten con al-Qaeda, ahora tonificado con el impulso de la victoria del Talibán en Afganistán, en una guerra continental, que se extiende desde Libia a Mozambique, desde Nigeria al norte de Mali, y de Níger y Burkina Faso a Egipto y Somalia, adonde ambas organizaciones continúan abriendo frentes y profundizando su lucha, en una guerra donde por momento el fuego parece abarcarlo todo.

*Escritor y periodista argentino

Tomado de: Nueva Revolución

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“Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream”

Por Pascual Serrano @pascual_serrano

Es tanta la presencia de Estados Unidos en nuestros medios de comunicación, que todos tenemos la sensación de viajar allí constantemente. Nos resultan familiares las calles de Nueva York, la fachada del Capitolio, los rascacielos de Manhattan, las casas de Nueva Orleans, el desierto de Arizona o las mansiones de Los Ángeles. Vemos la cara del presidente de Estados Unidos más veces que la de nuestros familiares del pueblo de al lado. Todos tenemos la sensación de haber estado en el interior de la casa de un estadounidense: su fachada con césped, su soportal con porche de madera y endeble puerta, su escalera hacia las habitaciones, su amplia cocina. Conocemos el uniforme de sus policías y de sus camareras de bares de carretera, y hasta los gestos de sus adolescentes y afroamericanos sin haber hablado nunca con ninguno de ellos.

Es verdad que no todo lo que nos cuentan es bueno, hay noticias de tiroteos, imágenes de indigentes y alguna vez hasta disturbios, pero toda esa gente no tiene cara, son impersonales. En cambio, los protagonistas de películas y series y los famosos sí que son humanos, sonrientes, amables y felices. Hasta han conseguido que nos caiga bien un gañán, egoísta y reaccionario como Homer Simpson, que en España votaría a Vox.

Pues ahora olviden todo eso y vengan a conocer la realidad de Estados Unidos a través de este nuevo libro de la colección A Fondo, Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream. Su autora, la periodista Helena Villar, tiene las dos condiciones necesarias para contarnos cómo es ese país: primero, lo conoce bien porque vive allí y todos los días explica lo que sucede como corresponsal de la televisión Russia Today en Español, y, segundo, es española, lo que le permite interpretar los contrastes y desmontar nuestros estereotipos.

El estilo de Villar aúna el rigor del periodista que maneja datos y fuentes con otra característica más específica de los periodistas de televisión: los testimonios de los protagonistas. Esos estadounidenses que nunca aparecen en sus series de televisión ni en sus películas los escucharemos en este libro.

Ir avanzando por sus páginas es ir superando en cada capítulo el impacto y la convulsión que produjo el anterior. Después de descubrir que cuatro millones de niños no tienen cobertura sanitaria, encontrará que en ese país se debe pagar 140 dólares por un vial de insulina que cuesta cinco dólares fabricar, que la gente se medica con antibióticos para peces porque son los únicos que pueden pagar y que muchas personas sobreviven gracias al dinero que les pagan por vender su sangre. De ahí que las empresas que la compran se instalen en los barrios pobres o cerca de la frontera donde se nutren de inmigrantes.

En el capítulo sobre educación encontrará un país donde los maestros deben completar su sueldo trabajando de conductores de Uber para poder sobrevivir. Que, como los colegios se financian con dinero municipal, cuanto más pobre es el barrio menos dinero hay para su funcionamiento. Que 45 millones de universitarios deben 1,6 billones por los préstamos que pidieron para poder estudiar y que algunos llegan a la jubilación todavía pagando esos préstamos: la deuda estudiantil de estadounidenses que tienen entre sesenta y sesenta y nueve años es de 85.000 millones de dólares.

Y, por supuesto, veremos pobreza y hambre. El 43% de los hogares estadounidenses no pueden pagar lo básico para vivir, incluso con algún adulto trabajando. La ONU contabiliza 40 millones de personas pobres, con la tasa de pobreza juvenil más alta de la OCDE.

Eso mientras el 41% de los trabajadores no disfrutan de vacaciones ni de días festivos en todo el año, porque la ley no obliga a las empresas. De hecho, Estados Unidos es uno de los tres únicos países del mundo que no ofrece baja maternal remunerada.

La autora nos trae informes que muestran que la desigualdad en Estados Unidos ha llegado a tal punto que, en los últimos años, el 1% de los estadounidenses más ricos ha arrebatado 50 billones al 90% más pobre. Un estudio histórico ha revelado que, en ese faro del mundo libre y democrático que es Estados Unidos, la sociedad es más desigual que en el antiguo Imperio romano. Sí, sí, como lo oyen, en la Antigua Roma el coeficiente de desigualdad de Gini establecía que el 1% de la gente acumulaba el 16% de la riqueza, mientras que en Estados Unidos se lleva el 40%. Se calcula que los tres individuos más ricos tienen el mismo patrimonio que la mitad más humilde del país, es decir, que 160 millones de personas.

Otro valor que tiene este libro para los europeos es que podemos apreciar tendencias que nos vienen. La más espectacular, la de las empresas colaborativas que surgieron en California; la autora nos explica cómo allí lograron doblegar al poder político para poder imponer su modelo laboral, que no es otro que el de trabajadores sin ningún derecho. Ya están también en Europa y su intención es dejar de ceñirse a sectores concretos (reparto o transporte de pasajeros) para ir fagocitando otros ámbitos y arrasar los derechos laborales.

Helena Villar también nos cuenta de qué se mueren los norteamericanos: 38 mil estadounidenses fallecen por violencia armada al año, 100 al día. En el caso de sus mujeres, cada mes 52 son asesinadas a tiros por su marido o novio (aparte están las agresiones sexuales, una cada 73 segundos). Puedes tener suerte y no llegar a morirte, sólo a enfermar por las malas condiciones del agua de los sistemas públicos de distribución, como a 19,5 millones de estadounidenses cada año. Los militares tienen su sistema propio de muerte, que, por cierto, no tiene que ver directamente con la guerra. Seis mil exmilitares o militares se suicidan cada año (más de los que caen en combate). El enemigo que mata a los soldados estadounidenses son ellos mismos, o, mejor dicho, el Gobierno que te hace militar, te lleva a la guerra, te abandona y te proporciona la pistola para que te pegues un tiro. Eso cuando no los expulsa del país después de volver del frente si son emigrantes.

Pero eso debe ser así para mantener la industria de la guerra del país con casi 800 mil trabajadores haciendo ricos a los directivos de las grandes empresas de armamento. Como dice Villar, «hay más señores de la guerra en Washington DC y en las mansiones de Maryland y Virginia que en Afganistán». El choriceo de dinero público de la industria de la guerra es tal que los audi­tores contratados por 400 millones para aclarar las cuentas abandonaron su objetivo un año después. El Pentágono no pudo explicar el destino de 21 billones de dólares gastados entre 1998 y 2015. Y ahí siguen, gastándose el 61% del presupuesto federal frente al 5% para sanidad o educación.

Los métodos por los que grandes empresas drenan el dinero público son numerosos y cada cual más miserable. Algunos datos que nos ofrece Helena Villar: desde siete mil millones para las que encarcelan a emigrantes sin papeles, pasando por un sueldo de 816 mil dólares anuales para el directivo de un albergue privado contratado para acoger indigentes en condiciones infrahumanas, hasta empresas que contratan presos a 23 centavos la hora.

Una de las cosas que menos se cuentan es que Estados Unidos es el país del mundo con mayor número de ciudadanos encarcelados, niños incluidos, porque en 29 estados es legal procesar a niños a partir de cinco años. El 20% de presos del planeta están en ese país, aunque sólo viva el 5% de los habitantes mundiales. Una de las razones del bajo nivel de desempleo de Estados Unidos es que los pobres allí no están parados, están en la cárcel porque no pudieron pagar una fianza tras cometer un delito menor como sentarse en una acera o acampar por no tener vivienda.

Pero, eso sí, los políticos son todos muy religiosos, sólo un miembro del Congreso se declaró aconfesional en enero de 2021.

Helena también nos desmonta el mito de un país económicamente poderoso. En 2021 tenía una deuda de 27 billones de dólares, es decir, 84 mil euros por cada ciudadano. Con esa deuda ya hubiera sido intervenido con los criterios económicos de la Comisión Europea como sucedió con Grecia.

Y con ese panorama, el «modelo americano» ha conseguido que el 100% de los estadounidenses pobres se consideren muy o bastante orgullosos de su nación. Y eso que, a la deuda nacional anteriormente señalada, hay que añadir la que tiene cada norteamericano con las financieras, concretamente 90.460 dólares.

Después de leer este libro llegaremos a la conclusión de que el balance del ciudadano medio estadounidense es este: con trabajo, uno o varios; sin derecho a vacaciones, pero sin poder llegar a fin de mes; sin una cobertura sanitaria, lo que le obliga, por ejemplo, como hemos dicho, a pagar 140 dólares por un vial de insulina y recurrir a antibióticos para peces; siempre esquivando la muerte para no ser una de las 100 víctimas diarias por arma de fuego, y con una deuda de 90.460 dólares con los bancos (más otros 84 mil en tu nombre que debe el Gobierno estadounidense a otros países o financieras). Pero siempre orgulloso de su nación.

Pero tenga en cuenta que los datos e información que le acabo de ofrecer son una parte nimia de todo lo que conocerá y aprenderá leyendo Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream, porque no siempre se tiene a nuestra disposición a una periodista ajena a Estados Unidos recogiendo los números y los testimonios de lo que nunca nos cuentan de ese país.

Tomado de: No cierres los ojos

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Martí en la “Sección Constante”: contra la idea de barbarie

Obra de la artista de la plástica cubana Ileana Sánchez Hing

Por Pedro Pablo Rodríguez

Desde la llamada Ilustración en la historia cultural europea, el concepto de barbarie recobró el crédito que ya se le había otorgado por pueblos de la Antigüedad que alcanzaron un desenvolvimiento urbano y un refinamiento de las costumbres sustentado en su poderío militar y en formas organizativas muy elaboradas y de expansión territorial como el alcanzado por Roma en Occidente o China en el Oriente frente a las masivas migraciones de poblaciones de base pastoril o agrícola. Estas fueron calificadas desde entonces como bárbaras, término adoptado desde sus inicios por el mundo moderno que se autodenominó civilizado.

Las conquistas a sangre y fuego de las tierras de América se justificaron bajo tales criterios, los cuales fueron reforzados sobre todo durante el siglo XIX mientras las potencias europeas, y Estados Unidos desde mediados de ese siglo, alcanzaban el desarrollo industrial del capitalismo y se repartían el mundo por África, Asia y las islas del Pacífico. El naciente capitalismo monopolista, a finales de aquella centuria continuó ampliando la hegemonía del Occidente civilizado sobre el mundo bárbaro, atrasado e inferior incorporando a ello falseados basamentos científicos sostenidos por la filosofía positivista, alabardera del concepto de progreso alcanzable mediante la civilización.

Se ha citado con frecuencia, y con justeza, la idea expresada por Martí en su ensaya cenital “Nuestra América” acerca de la falacia de la oposición entre civilización y barbarie. Tal criterio, sin embargo, estaba expresado desde antes, con su cruda pretensión de dominación sobre otros pueblos, en la sección de informaciones de actualidad que entregaba al diario caraqueño La Opinión Nacional.

En uno de los acápites de la “Sección Constante” publicada el 16 de febrero de 1882, dice Martí: “En verdad que suelen ser tachados de bárbaros los que no lo son. Sobre los templos paganos, y casas de magnates, cuyas ruinas salen cada día a luz, se erigieron en Roma los templos católicos, y en México la que fue magnífica Cholula, ciudad de magnas iglesias, es hoy ciudad pobrísima, y la catedral de la capital se alzó sobre las piedras esculpidas y artísticas imágenes de piedra que adoraban los aztecas”.

Obsérvese que el cubano se refiere a dos imperios conquistadores de dos épocas y continentes diferentes: el romano y el azteca. Lo interesante es que refiere que fueron inferiorizados y desacreditados como bárbaros a pesar de que lograron altos elementos culturales civilizatorios, y que ello fue ejecutado hasta para hacer desaparecer sus evidencias materiales como sus edificaciones por parte de la iglesia católica al calificarlos de paganos, es decir, de falsas religiones y así colocar sus templos sobre aquellas construcciones anteriores.

Mas la mayor parte de esta nota martiana la ocupa la descripción de cómo el sultán turco mandó a cuidar “los cedros históricos del Monte Líbano” con cercas de piedra y guardianes para cada árbol e impedir así el acceso directo y as fogatas cercanas de “los visitantes de todos los pueblos y creencias que afluyen al Líbano.” Y recuerda también que “los mahometanos “preservan de la ruina el templo de Salomón.” Así, para Martí, los musulmanes, considerados por el catolicismo de entonces como seguidores de una religión errada, atendían la conservación de elementos propios de culturas religiosas diferentes como las del Líbano antiguo y la judía, execrada como pagana la primera y como inadmisible la segunda por no aceptar a Jesús como el Mesías.

De hecho, pues, Martí nos induce a las preguntas que no formula en el texto: ¿quiénes eran los bárbaros y quiénes los civilizados?; ¿tiene sentido manejar tales conceptos antitéticos?

Tomado de: Cubarte

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En el centenario de Cintio Vitier

Cintio Vitier. Poeta, escritor y ensayista cubano (1921-2009)

Por Graziella Pogolotti

Desde los días fundadores del presbítero Félix Varela y del poeta José María Heredia, los escritores y artistas cubanos han contribuido, con su obra y acción, al propósito de construir una nación soberana.

El amanecer del siglo XX fue de amargura y decepción. La Isla se había desangrado de manera pavorosa en el prolongado empeño por conquistar la independencia soñada. El dominio de Estados Unidos sucedió al de la antigua metrópoli española.

Sin embargo, en la tercera década del siglo XX emergía una generación decidida a reverdecer el espíritu transformador. Agrupada en torno al llamado Grupo Minorista, la primera vanguardia emprendió simultáneamente el estudio y rescate de los valores de la cultura nacional, renovó los lenguajes expresivos y se propuso una participación activa en la vida del país a través de la conquista del espacio público.

Pero, otra vez, la intervención imperial se interpuso en el camino de la cristalización del siempre postergado proyecto emancipador. Después de la caída de la tiranía de Machado, la mano del embajador Caffery respaldó al entonces coronel Batista, hombre fuerte capaz de aherrojar el poderoso movimiento popular.

En ese contexto adverso, se incorporaba a la vida activa una nueva generación de escritores y artistas. Estaban condenados a la soledad y al aislamiento por la carencia de interlocutores dentro de un ámbito social caracterizado por la indiferencia. En un extremo del espectro, Virgilio Piñera testimoniaba el drama de la nación en su poemario La isla en peso. En otro, José Lezama Lima proponía una acción de rescate mediante la poesía. Con enormes esfuerzos, procuró establecer puentes de diálogo a través de la publicación de libros y la puesta en circulación de revistas, entre ellas, Orígenes, la de existencia más prolongada que definió con su nombre a los creadores agrupados a su alrededor.

Eran escritores y artistas que, por el alcance y dimensión de su obra, ingresarían para siempre en la historia de la cultura cubana. Allí estaban los pintores Mariano Rodríguez y René Portocarrero, reconocido el primero por la imagen de sus gallos y el segundo por el acercamiento esencial al entorno de la ciudad. Destacaban en esa generación escritores de la talla de Eliseo Diego, Fina García Marruz y Cintio Vitier.

Poeta siempre, Cintio desarrolló una importante obra como ensayista. Sistematizó el legado del grupo Orígenes y lo integró al proceso histórico de la cultura nacional en su imprescindible Lo cubano en la poesía.

Era yo muy joven todavía cuando tuve el privilegio de escuchar en la sociedad

Lyceum una primera versión del libro, expuesta en una serie de conferencias. Transcurrían los duros días de la dictadura de Batista y ante tantos horizontes cerrados, aquellas lecturas resultaron para mí un soplo de optimismo y esperanza. Años más tarde, en pleno batallar revolucionario, entregó otro referente clásico, Ese sol del mundo moral, narrativa que evoca la corriente de espiritualidad, impronta que define el devenir subyacente en lo que somos.

Sin embargo, en el plano personal, nuestra cercanía mayor se produjo en otra etapa de nuestro transcurrir revolucionario. Acababa de triunfar la Revolución. Después de una larga estadía arrumbada en el Castillo de la Fuerza, la Biblioteca Nacional se había trasladado al edificio que hoy ocupa. En la añeja institución todo estaba por hacer. María Teresa Freyre de Andrade, su directora, orgullosa de su procedencia mambisa, había enfrentado las dictaduras de Machado y Batista. Exiliada en Francia, se consagró en Europa a estudios de bibliotecología y fue madurando un proyecto atemperado a las necesidades de un país que cargaba con la pesada herencia del subdesarrollo.

Sin menoscabo del papel patrimonial, la Biblioteca Nacional debía volcarse también hacia una labor educativa con acento cultural en beneficio de la comunidad. Para llevar a cabo ese propósito se rodeó de un grupo de intelectuales de distinto origen y formación. Un cartel situado en el marmóreo vestíbulo de la institución recordaba a todos que la verdadera emancipación de un pueblo requería, junto con el mejoramiento de las condiciones materiales, el progresivo alcance de una plenitud espiritual.

«La Revolución no te dice cree, la Revolución te dice lee», había afirmado el Comandante. Emprender esa misión cuando todavía estaba en marcha la Campaña de Alfabetización requería el cotidiano fermento de ideas en el que participaban el historiador marxista Juan Pérez de la Riva junto a los poetas católicos Eliseo Diego, Fina García Marruz y Cintio Vitier. La erudición y la poesía iban de la mano en una acción social concreta.

De Cintio aprendí otra lección. Desafiando la humedad y el calor extremos se sumergía en los polvorientos almacenes de la Biblioteca. Allí rescataba documentos olvidados.  Comprendí entonces que toda obra de creación se sostiene en la humilde, sistemática y rigurosa tarea de cada día.

Volvió hacia el Apóstol, maestro de siempre, una mirada renovada. Animó la sala Martí de la Biblioteca Nacional, preludio del Centro de Estudios Martianos que habría de fundarse algunos años después. Allí, hasta el último aliento, siguió ejerciendo su magisterio.

Tomado de: Juventud Rebelde

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Imagen Cuba (II y final): Prensa, luego existo

“… la credibilidad se cimentará en la misma medida en que se expongan con claridad los fundamentos y presupuestos de las innovaciones emprendidas; asimismo, mostrarlas con virtudes e imperfecciones en su devenir”.

Por Roger Ricardo Luis

Medio siglo después del triunfo, la Revolución inició un proceso de cambios en busca de autogestionar un socialismo a la medida, con los colores nacionales, considerado por las más altas instancias políticas y gubernamentales de la nación como próspero y sostenible.

Un ejercicio social de esa complejidad tiene su expresión simbólica y para hacerlo, además de voluntad política y decisiones las más de las veces audaces y oportunas, se necesita una estrategia comunicativa.

La práctica comunicacional predominante hasta hoy, basada en el control centralizado de los medios y la información, resulta inoperante para encauzar la apremiante necesidad de una información actualizada, pertinente y sistemática en todos los niveles de funcionamiento de la sociedad cubana. Además, deviene perturbadora en el ámbito de la sociedad informacional que de manera creciente toma cuerpo en el país.

La Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba, celebrada los días 28 y 29 de enero de 2012, mostró interés por el tema y en los objetivos de trabajo  69, 70 y 71 aparecen reflejados los propósitos animadores de la línea de cambios en esa dirección (1).

Pero no basta con la voluntad política. Tenemos suficientes ejemplos de normativas en las cuales se reiteran las mismas indicaciones para resolver idénticos problemas que, con el tiempo, se fueron complejizando y a los cuales se han añadido nuevas dificultades sin encontrar en la “concreta” una salida eficiente para casi ninguno.

Clave para emprender el camino a la solución está en el cambio de mentalidad, suerte de “abracadabra” tantas veces reiterado en los discursos y con peligro inminente de trastocarse solo en consigna.

Una de las cuerdas más sensible del asunto, el de la prensa, fue abordada por el entonces primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al pronunciar las palabras finales del IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), celebrado en julio del 2013.

Dijo: “(…) No sabemos comunicarnos y como no sabemos comunicarnos, o como tenemos imperfecciones en ese sistema de comunicación (…) hemos entrado en un círculo vicioso: el Partido espera determinadas realizaciones de la prensa y cuando hay algún incidente o algún hecho que altera eso, el Partido se mete más gerenciando que orientando, empieza a suplir el papel de dirección de los medios, las direcciones de los medios se sienten atadas, algunos hasta se pueden acomodar y ahí se empieza a romper la sinergia, ahí se empieza a romper la retroalimentación, ahí se empieza a romper el papel que tiene que desempeñar, y eso se refleja entonces en los periodistas (…) y, al final, se nos van alterando todas las cosas (…) nos desinformamos y nos incomunicamos” (2).

El también miembro del Buró Político del PCC, en esa misma ocasión, refiriéndose a los problemas comunicacionales en los organismos de la administración central del Estado, entre otras instituciones, expresó: “No hay ni estructuras funcionales ni estructurales para organizar la comunicación. Y les digo: ¿Alguien que trabaja para una sociedad socialista con las exigencias que tiene la nuestra, con una población que es instruida, que es educada, que razona, puede pretender trabajar y puede pretender tener éxito sin comunicarse, sin tener una expresión de comunicación hacia la población, hacia la sociedad, hacia el país?” (3).

Como puede apreciarse, el cambio de mentalidad se erige pivote de la transformación en ejecución y debe discurrir por el examen crítico y el redimensionamiento de las prácticas comunicativas relegadas, hasta ahora y por lo general, a un segundo plano desde el uso instrumental, factual y sectorializado de estas.

Existe entonces una conexión orgánica de lo antes expresado con la conceptualización e implementación práctica de la marca país. Se trata de concebir un registro simbólico único y versátil (muchos rostros, un solo país) que responda dialécticamente a las necesidades de representación de la Isla en los diversos escenarios internacionales.

La Imagen Cuba puede y debe convertirse en un laboratorio permanente de estrategias para el desarrollo de modelos de circulación de ideas relacionadas con la intención política por una parte y el resultado social por otro; asimismo, en punto de encuentro de recursos humanos especializados desde donde se generen acciones prospectivas en la dirección deseada. Ello significa conocer aquello que, del universo de relaciones políticas, económicas y sociales, es válido para dar vitalidad a la representación significante de referencia.

Lo referido apunta contra la persistencia corrosiva del modelo transmisivo y verticalista de comunicación difusionista. Su accionar toma por base la orquestación de campañas homogeneizantes donde prevalece como tendencia el discurso centrado en el poder proveniente de quien lleva las riendas de la información y los medios y, al mismo tiempo, organiza el mensaje lo estructura, dosifica y distribuye según criterios de conveniencia sujetos con frecuencia a coyunturas.

En otras palabras, sin un relato objetivo y ético de la realidad mediada de la Isla por parte de nuestra prensa, la Imagen Cuba quedaría hueca, sería una fachada de cartón. Una de las claves para subvertir ese escenario estaría en sacar la producción periodística de la zona de confort donde hasta ahora habita, asentada en rutinas productivas sobre las cuales se ha visto obligada a trabajar a lo largo del tiempo.

Conectado con lo antes señalado está la credibilidad, institución cardinal en el ejercicio de la profesión, cuya erosión debe repararse mediante la producción de un discurso periodístico oportuno, inteligente, sustancioso y creativo, capaz de mostrar a Cuba no solo desde el heroísmo, triunfos y buenos propósitos, sino también desde su complejidad y problemáticas.

Convertido en un reclamo social, el cambio de la prensa pública no acaba de cristalizar, pues resulta difícil despojarse del corsé que durante años constriñe la actividad de los periodistas a la labor como propagandistas, restando protagonismo a otras funciones inherentes al ejercicio de la labor informativa cuyas resonancias se expresan también en la propensión a la desprofesionalización de la prensa.

Es indispensable subrayar la existencia de una relación cuasi carnal entre las normativas en este campo y la profesionalidad. Una política errada remite al deterioro de las competencias de los saberes periodísticos, y cuando estas últimas se incrustan en el tejido gremial se convierten en freno a la mejor de las directrices.

Al inventario de dificultades se suma la postura restrictiva de las fuentes instituciones para brindar información, denunciada por años por los periodistas. Esa situación tiende también a convertirse en una lectura perjudicial de la imagen de la Revolución al denotar opacidad en la relación con sus ciudadanos.

En esa dirección, el secretismo oficial y su compañera inseparable, la burocracia, siguen siendo parásitos muy dañinos al ejercicio de la profesión de informar. Esos dos males a la Revolución le resultan lesivos a su proyección política y simbólica. Ello demerita el valor del imaginario, no solo porque esconde “oficialmente” el origen de deficiencias a la vista de los de adentro y los de afuera, sino también porque los adversarios se sirven con regusto de esas falencias para desacreditarla.

Mientras más información de calidad se brinde, menos espacios habrá para el mal entendido, el rumor, la especulación, la distorsión y la manipulación. No se trata de desvestirse ingenuamente ante el vecino fisgón, pero tampoco es menester usar todo el tiempo ropas de la época victoriana en el Caribe.

Lo justo y significativo en esa dirección es acabar de devolverle a la información que le corresponda la condición de bien público. Ello comporta la obligación de brindarla oportuna y a cabalidad por quienes la manejan, pues el acceso a ella es un derecho humano básico por ser el fundamento de la transparencia y del ejercicio de la democracia participativa proclamada por las altas instancias políticas del país.

Otro aspecto a tener en consideración en la relación Prensa-Imagen Cuba es la necesidad de visibilizar el intenso debate social que acontece a lo largo del archipiélago. Negarlo, esconderlo, minimizarlo o fragmentarlo conduce, cuando menos, a descalificar la esencia democrática enarbolada como principio de la Revolución y, por el otro, desdibujar distingos de nuestra idiosincrasia como ser expresivos, polémicos, sinceros, insumisos, valientes.

En esa misma dimensión, la narrativa de nuestra realidad, dada su riqueza expresiva y para ser verosímil, debe apartarse cada vez más de la jerga burocrática, del almidón retórico, de la parálisis imaginativa.

Debe tenerse muy en cuenta que tanto Internet y muy especialmente las redes sociales se han convertido en espacios decisivos para  la imagen país. Por un lado, porque la red de redes acabó con los estancos informativos, mientras la web 2.0, ha dado la posibilidad a los cibernautas de aportar, desde su paleta de colores, la visión de nación que ellos viven, sienten o padecen.

La Imagen Cuba deberá ser la expresión de la comunicación para el cambio, es decir, consustancial al profundo proceso de transformación socialista que la dirección del país trata de impulsar. En tal sentido, la credibilidad se cimentará en la misma medida en que se expongan con claridad los fundamentos y presupuestos de las innovaciones emprendidas; asimismo, mostrarlas con virtudes e imperfecciones en su devenir.

Es por ello que la representación simbólica de la marca país indefectiblemente debe afincarse en el correlato cotidiano de una prensa que haya superado las limitaciones y distorsiones provenientes de políticas informativas que nunca debieron existir y mucho menos en los nuevos tiempos.

Notas

(1)Objetivo No. 69. Reflejar a través de los medios audiovisuales, la prensa escrita y digital con profesionalidad y apego a las características de cada uno, la realidad cubana en toda su diversidad en cuanto a la situación económica, laboral y social, género, color de la piel, creencias religiosas, orientación sexual y origen territorial.

Objetivo No. 70. Lograr que los medios de comunicación masiva informen de manera oportuna, objetiva, sistemática y transparente la política del Partido sobre el desarrollo de la obra de la evolución, los problemas, dificultades, insuficiencias y adversidades que debemos enfrentar; supriman los vacíos informativos y las manifestaciones del secretismo, y tengan en cuenta las necesidades e intereses de la población.

Objetivo No. 71. Garantizar que los medios de comunicación masiva se apoyen en criterios y estudios científicos, sean una plataforma eficaz de expresión para la cultura y el debate y ofrezcan caminos al conocimiento, al análisis y al ejercicio permanente de la opinión. Exigir de la prensa y las fuentes de información el cumplimiento de sus respectivas responsabilidades, a fin de asegurar el desarrollo de un periodismo más noticioso, objetivo y de investigación.

Objetivos de trabajo del Partido Comunista de Cuba aprobados por la Primera Conferencia Nacional. En: http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/1ra-conferencia-pcc/objetivos.html

(2) y (3) Diaz-Canel, Miguel (discurso), Enfoque (UPEC), La Habana, Edición Extraordinaria, agosto 2013, p. 5.

Tomado de: Cubaperiodistas

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Caturla posee el encanto de los más hermosos fantasmas

Alejandro García Caturla, instrumentista y compositor cubano (1906-1940)

Por Mauricio Escuela

La estatua de Alejandro García Caturla aún no se ha erigido, es solo una ilusión entre tantas en la mente de los remedianos. A 115 años del nacimiento del genio, las leyendas rondan la plaza y las calles de la villa hasta volverse parte indisoluble de la historia. Hay quien lo ha visto tocando el piano por las tardes, otros lo presienten en las salas de la casa familiar. La tarja que marca el sitio donde cayera asesinado en 1940 tiene siempre una ofrenda, llevada ahí por personas comunes, artistas, admiradores. No obstante, el sueño de un monumento de bronce, de un gesto mayor, desvela a la ciudad, coloca a los hijos en la encrucijada y trae hasta el presente los dolores del tiempo.

Caturla posee para todos un misterio, una trágica sombra. Hace años conversé con Eduardo Heras León sobre el carácter dramático de la muerte del genio y de cómo nadie ha podido narrar, en clave de obra maestra, dicho suceso. Todo queda sepulto entre el polvo de las calles de Remedios, el silencio de familiares, el susto de los habitantes de una ciudad acostumbrada a lo sobrenatural. Y es que hasta pareciera que una entidad mayor gobierna todo lo relacionado con Caturla. La casa de sus hijos y esposa yace en el olvido, sin que se defina qué pudiera hacerse con ese solar yermo. El valor museable de las piezas en dicho sitio desapareció, dando paso a unas paredes derruidas, el piso de tierra y las rejas desvencijadas. Allí vivió Catalina, su viuda, madre y abuela de inmensos instrumentistas y autores de la música cubana.

De Caturla se conserva la casa familiar y eso nos trae un aire de detenimiento, de sosiego, de tranquilidad en medio de tanto legado. El patio respira aquellos años de la república cuando entre saraos y tertulias se criticaba el estado de la política, de las costumbres y se escuchaba la última pieza del genio interpretada al piano. Las habitaciones tienen un espíritu de acecho, de presencia de almas e incluso en la cocina se intuye la estampa humana y carnal de la familia. La casona frente a la plaza conforma un escenario ideal, el marco propicio para que la gente conozca y ame, se empape de la historia y la lleve más allá de los límites y comarcas de Remedios.

En los estudios que se hacen sobre Caturla, el genio aparece como una persona “atravesada” y fuera de tiempo, que intentó una rectitud en el derecho y una libertad en el arte. La república era por entonces hipócrita. En el parque, negros y blancos no podían compartir los mismos paseos ni rutas. Todo estaba dirimido de antemano en clases, colores, clasificaciones. Para aquel que viajara desde joven hasta los confines del territorio a la caza de los bailes africanos y los panteones yorubas, la prohibición pacata y formal, racista, era un insulto. Caturla amó a dos mujeres negras a la vez, quienes eran hermanas. La moral saltaba todas las alarmas y amenazó de muerte al joven que daba los primeros pasos de una brillante carrera.

Atrás quedaron La Habana y París, Caturla debía hacerse cargo de la familia, de los hijos, y trabajar como abogado de pueblo. La recién nacida Constitución prometía la igualdad ante la ley y él se juró llevarla a la práctica. El padre y más de un amigo le dijeron que eso no era posible en la Remedios de la esclavitud y los ingenios, de la clase adinerada blanca y los abusos. El genio siguió componiendo partituras mientras escribía cartas a Carpentier y el resto de los amigos de la vanguardia. Una noche, en el teatro Miguel Bru de la ciudad, fue abucheado por la chusma presente, lo cual provocó que Caturla mudara sus sueños hacia Caibarién, donde fundó una sinfónica. Era la capacidad de hacer lo que lo guiaba y mantuvo vivo. Las amenazas de muerte no se detenían, por lo cual comenzó a salir con un revólver, para defenderse.

En Remedios han pasado grandes hechos, muchos trágicos, otros a medio camino entre la comedia y lo triste. Las calles Independencia y Maceo se interceptan en el sur, a una cuadra de la Plaza José Martí. Ambas vías forman un viacrucis simbólico, pues antes se nombraban Nazareno y San Juan Bautista. Todo en la ciudad tiene ese aliento de otro mundo. Caturla atravesaba la encrucijada, caminando como cada día, a la luz del sol, cuando fue baleado por un matón local. El crimen no quedó impune, pero sí quienes estaban detrás del suceso, los rostros ocultos del poder. El músico, moribundo, exhaló unos pasos apenas y cayó desangrado. Nadie ese día esbozaba una sonrisa. Silvino, el padre, se transformó en una sombra humana.

En solo unas décadas Caturla le cambió el rostro a la cultura cubana, sus piezas eran interpretadas en los mayores conciertos y ambientes del mundo. Devino uno de los símbolos de la Isla, una voz poética y raigal imprescindible. Desde aquel fatídico día de noviembre de 1940, todos hablan de la necesaria estatua. Unos la imaginan de pie, como un gran maestro, en un pedestal; otros la quieren cercana, en un gesto de familia, junto a la puerta de la casa.

En aquella conversación que sostuve con Heras León, el escritor me recordó que la literatura se beneficia con las sombras, con aquello que resulta oscuro y triste, de ahí salieron grandes obras maestras. Pienso en el famoso pasaje de la muerte de Caturla y en las muchas leyendas que se desprenden. Remedios pareciera hablar en una clave misteriosa que atraviesa el tiempo, trayéndonos luces y tonos de lo que fuera una época. Quizá ello explique la ausencia de una obra, ya sea una novela o estatua, que narre o describa a Caturla: la ciudad quiere ser ella su propia protagonista y gestora eterna.

En los destellos de la tarde que atraviesan la casona familiar ubicada frente a la plaza están los colores del vitral de la sala, unos rayos que caen sobre el piano y que le regalan al visitante la mejor silueta viviente del genio. Cuentan que unas horas más tarde, si prestamos atención, los acordes se oyen, en la suavidad de la noche, con el encanto de los más hermosos fantasmas.

Tomado de: La Jiribilla

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Imagen Cuba (I): Dialéctica de una realidad

Tras el primero de enero de 1959 se inició también el proceso de transformación del perfil del cubano con un significativo proceso de elevación de su autoestima. Alegre, valiente, solidario, inteligente, emprendedor, así se autopercibe.

Por Roger Ricardo Luis

No se equivoca quien piensa que la prensa es la expresión de la nación representada en sus espacios cotidianamente.

De ahí la existencia de una relación estrecha entre los medios informativos y el concepto de marca país reducida o confundida muchas veces con campañas de marketing y/o publicidad, aunque ambas disciplinas desempeñen un importante rol en su concepción y ejecución.

En esencia, la Imagen Cuba ha de entenderse como un hecho cultural y,  por tanto, simbólico, cuya magnitud y alcance abarca un heterogéneo campo de actores, intereses y expectativas. Hasta ahora, se ha visibilizado de manera puntual o intermitente por algunas entidades gubernamentales desde el limitado abordaje de campañas reactivas ante el accionar del vecino poderoso y adversario político, y, en otros casos, como operación de mercadeo para vender una postal turística.

Camino por andar en este campo, la concreción de tal proceso precisa tanto de un abordaje contextual como de enfoques y ejes de análisis contemporáneos para situar al tema en la justa perspectiva de su necesidad e importancia.

Uno de los soportes estratégicos destinado a sustentar ese relato multifacético de la nación por su valor directriz y metodológico es la Política de Comunicación del Estado y del Gobierno aprobada en 2018, cuya más reciente señal de vida desde entonces la encontramos en la creación del Instituto de Información y Comunicación  Social, anunciada en la Gaceta Oficial el pasado 24 de agosto.

Vale entonces subrayar lo expresado por el periodista, escritor y notable teórico de la comunicación boliviano, Luis Ramiro Beltrán (1930-2015), quien define la política nacional de comunicación como “(…) el conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales, organizadas en un conjunto coherente de principios de actuación y normas aplicables a los procesos o actividades de comunicación de un país (1)”.

Es así como la imagen país deviene entidad donde se pone en juego la percepción de cómo una nación, una sociedad  en su conjunto quiere ser vista, fenómeno, por demás, requerido de consenso y capacidad para manifestarlo. Se trata también de la asociación de ideas que de modo reflejo provoquen el distingo de lo nacional en el ámbito foráneo y, de manera muy concreta, en la mente del receptor de otro país.

Asimismo, no puede obviarse que esa manifestación de lo nacional es un prerrequisito, en el ámbito interno, para la gobernabilidad, y, en el exterior, para la reputación. También persigue dar cuenta de la diversidad, planteándose lo distinto como indispensable en tanto forma de convivencia en la llamada aldea global.

De ella puede decirse, además, su condición de territorio simbólico donde se pone de relieve el valor intangible del prestigio de una nación. Como señala el sociólogo francés Pierre Bourdeau: “Los símbolos constituyen elementos de integración por excelencia, cuya aceptación contribuye a generar consenso en torno a una legitimidad de determinado orden sobre la base de valores, normas y principios morales socialmente compartidos” (2).

Por tanto, la marca país deviene visibilidad y comunicación del rostro nacional dibujado con los trazos precisos del ejercicio de la política, la economía, la cultura y el quehacer social, como también de la huella de su historia e identidad.

En esa dirección existe convergencia entre los investigadores al identificar la comunicación estratégica como la política pública aprobada e implementada por la autoridad gubernamental con el interés de posesionar con primacía al país a partir del accionar proactivo y constante de mensajes con audiencias seleccionadas a través de diversos medios y canales. Tanto la marca país y la comunicación estratégica tienen sólido asidero en el ámbito de la Comunicación Política desde la representación de su creciente mediatización.

Desde esa perspectiva, la información de interés público se ha convertido en espacio decisivo de disputa simbólica y cultural, por tanto, escenario político e ideológico de batalla de ideas. Es decir, la dimensión simbólica de la comunicación mediática (y dentro de ella la comunicación periodística, en tanto narración de hechos verdaderos, actuales y de interés humano) se traduce en comunicación pública destinada a proporcionar y poner a circular relatos con sus versiones de la realidad insertos en modelos de interpretación del acontecer que, una vez reconocidos por la sociedad, adquieren rango de movilización social.

Como miembro de la comunidad internacional, Cuba interactúa en ese escenario y busca marcar su espacio de influencia desde las coordenadas simbólicas de sus principios y presupuestos identitarios.

Rostros antagónicos en contexto de disputa

El triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959 se erigió también en un parteaguas en la percepción que se tenía hasta entonces de Cuba en el extranjero. Para entonces, el concepto de marca país no existía en el mundo, pero estaba ahí, de hecho, en las acciones como acto de dominación cultural.

Antes de esa fecha, la nación quedó caricaturizada como la tierra de la rumba y el ron, poblada por una raza de vagos y pícaros. Así nos tipificaban, pues era pertinente como esquema de representación acorde con la vieja doctrina de la “Fruta madura”. Basta remitirse a todo cuanto publicó sobre los cubanos William Randolph Hearst en su cadena de diarios para movilizar la opinión pública estadounidense a favor de coartar militarmente la independencia de Cuba en las postrimerías del siglo XIX.

Esa condición de subalternos mediocres requerida de “mentes y manos superiores” para llegar a ser “alguien” en la vida, la industria cultural de la época, liderada por la estadounidense, se encargó de martillarlo con premeditación y alevosía.

Con la victoria revolucionaria y el inmediato enfrentamiento frontal con el vecino norteño afloraron dos maneras de mostrar la isla desde trincheras opuestas. La gramática de lo acontecido en Cuba devino vertiginosamente campo de disputa simbólica con base en la controversia política, pues no puede soslayarse la naturaleza clasista e ideológica de los medios de comunicación.

Esa situación adquirió rango de guerra mediática a partir del hábil aprovechamiento hecho por EE.UU. desde entonces de su extensa red de poder simbólico, pues como apunta Ignacio Ramonet: “Estados Unidos se las arregló para obtener el control de las palabras, de los conceptos y del sentido; exige enunciar los problemas que crea con las frases que propone; ofrece códigos que permiten descifrar los misterios que la misma superpotencia impone y dispone, apuntalándose como “un destacamento especial” que ha sabido muy bien arropar el dominio del imperio apoyándose en el poder de la información, del saber y de las tecnologías” (3).

Con su colosal capacidad de construcción y fijación de la agenda de los medios, la llamada gran prensa estadounidense y las trasnacionales de la comunicación de masas se hicieron eco del discurso político anticubano. Fueron abanderados en promover en la opinión pública local e internacional una narrativa hostil hacia Cuba: la de ínsula-cárcel, una suerte de metáfora macabra de la Isla del Diablo de donde huyó Papillon en la famosa novela homónima de Henri Charriere (4).

Matrices de opinión resumidas en expresiones como régimen totalitario, derechos humanos violados, falta de libertades de todo tipo han servido a lo largo de un sexenio para tejer el mito de “la isla de gobierno comunista” o “almacén del pasado” con el objetivo de posesionar la idea en la opinión pública internacional y en la mente de los cubanos que la Revolución es un modelo fallido, obsoleto y, por tanto, debe cambiarse por cualquier vía.

Aún con una colosal desventaja de visibilidad mediática en su contra, comenzó a emerger desde 1959 el perfil de isla heroica capaz de desafiar al imperio más poderoso. Palabras como dignidad, solidaridad, valentía, identifican a Cuba en crecientes sectores de la opinión pública internacional.

Tras el primero de enero de 1959 se inició también el proceso de transformación del perfil del cubano con un significativo proceso de elevación de su autoestima. Alegre, valiente, solidario, inteligente, emprendedor, así se autopercibe. Ello ha sido posible desde la compresión de la solvencia proveniente del reencuentro crítico hecho con su cultura, identidad, historia e ideología, como también de saberse actor de la transformación social de la cual  ha emergido como agente del cambio.

Cuba es también la expresión de lo singular en el mundo de hoy. Por ello deviene foco de atención de visiones polarizadas. Es muy difícil encontrar en ese ámbito, al menos, un perfil aproximativo al fiel de la balanza que merece la realidad de la isla.

De ahí la urgencia, valor y trascendencia de la imagen país.

Notas:

(1) Luis Ramiro Beltrán, “Comunicación para el desarrollo en Latinoamérica. Una evaluación sucinta al cabo de cuarenta años”, Red de Cátedras de Comunicación de UNESCO, (Orbicom), 2002.

(2) Pierre Bourdieu, “Language and symbolic power”, Cambridge, Editorial Polity Press, 1991.

(3) Ignacio Ramonet, “Propaganda silenciosa. Masas, televisión y cine”, Fondo Editorial del ALBA, La Habana, 2006, p. 30.

(4) Henri Charriere, “Papillon”, Editorial RBA, Barcelona, 2011. La novela vio la luz en 1969 y en 1973 fue llevada al cine por Franklin J. Schaffner, con Steve McQueen como protagonista y Dustin Hoffman como actor secundario.

Tomado de: Cubaperiodistas

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