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“Guerrita está en nuestra memoria”.

 

¿Por qué se ha de falsear la historia? ¿Por qué se ha de tomar pretexto de una mentira para derramar la sangre y segar los recursos del país?

José Martí

¿Qué palabras tomar para describir a los “cubanos” que tienen la desfachatez de calificar al dictador Fulgencio Batista como un “gran demócrata”? ¿De cuales terminologías “apropiarse” para ilustrar a estos nostálgicos de marines, gánster y salones de juego?

La historia exige argumentos, pruebas y testimonios. Los adjetivos son “imprescindibles” para nuestra espiritualidad, pero son recursos efímeros. Se deshacen como hojas secas en medio de la nada. Ante estas preguntas se impone lo sustantivo de la palabra en todo su esplendor.

Estos descerebrados de la historia han vivido y viven bajo en la amparo de sucesivas administraciones de los Estados Unidos. De los gobiernos occidentales que siguen las reglas de juego de su “Amo y Señor”. No faltan entre estos cavernícolas los que tergiversan la historia. O los que escriben “grandes obras literarias”, bajo la aureola de ser unos escritores o escritoras best sellers, “objetivos e independientes”, ¿Independientes de quién?

Son los mercenarios del dinero y las listas de éxito. Son los “intelectuales” construidos y sostenidos por las corporaciones mediáticas que secundan el “pensamiento” más reaccionario. Son los “destinados” –según ellos- a democratizar a Cuba. Eso sí, bajo la subvención económica, el amparo y la complicidad de los que les pagan para conducir la historia del Gran Archipiélago Caribeño hacia otros derroteros.

Calibran su escritura distante de la idiosincrasia, la cultura y la tradición histórica de un pueblo que ha luchado por la soberanía y la independencia contra dos grandes potencias: la Colonia Española y el Imperialismo Norteamericano.

Dentro de ese grupo de trasnochados en permanente resaca -tras 53 años de Revolución victoriosa-, están los terroristas de “Alfa 66”. Una organización criminal con base en Miami que ha montado sede en Madrid. Dentro de su mismo perfil está el llamado “Movimiento Nacionalista Cubano Omega 7”, que -según informes del mismísimo Buró Federal de Investigaciones (FBI)- están considerados uno de los grupos terroristas más peligrosos de los Estados Unidos.

No puedo dejar de nombrar a los delirantes cavernícolas de “Vigilia Mambisa”, herederos de las prácticas del dictador Batista. Se les rompe el hígado cada vez que tratan con improperios y obscenidades a los cubanos que seguimos defendiendo a Fidel y Raúl. A la Revolución que es el pueblo. Un pueblo glorioso, noble y solidario, Martiano y Antiimperialista.

En esta lista de descerebrados, debo incluir a los terroristas internacionales que siguen bajo el mandato de la “Fundación Nacional Cubano Americana” afincada en los Estados Unidos con su “alumno estrella”, Luis Clemente Posada Carriles. Un asesino convicto y confeso, que presume de un historial criminal propio de la “soldadesca” de los campos de concentración nazi y de los capos de las mafias internacionales. Un genocida en toda regla que no será olvidado por los cubanos y cubanas que amamos la paz y luchamos por ella.

En torno a esta panda de criminales está la “Rosa Blanca” continuidad de los “Tigres de Masferrer”. Una organización fundada por el esbirro Rolando Masferrer Rojas, bajo la tutela de “el gran demócrata”, si dudas un auténtico escuadrón de la muerte.

Nombres como Sosa Blanco, -un policía sanguinario de los selectos de Batista-, que tenía el sobrenombre de: ¿Qué pasa si Sosa pasa?, no podemos anularlo de nuestra memoria. Las siniestras “Pascuas Sangrientas”, forma parte de la cronología de hechos execrables en la que fueron masacrados 23 jóvenes para dar un escarmiento a los simpatizantes de la pujante lucha que conducía el compañero Fidel. Era de la misma especie el testaferro Esteban Ventura Novo.

Cuba es una nación que sembró raíces de dignidad y humanismo con el legado de José Martí, con la grandeza de Carlos Manuel de Céspedes. El accionar de Antonio Maceo, Máximo Gómez e Ignacio Agramonte son parte de esa herencia que nos ha dejado la historia. Como otros tantos patriotas que dieron su vida por hacer de nuestra patria, una República libre e independiente de la Colonia Española.

Entre las mujeres cubanas fue grande la obra de Celia Sánchez Manduley, de Haydée Santamaría, de Melba Hernández y Vilma Espín. Mujeres herederas de la sabia y la fortaleza de Mariana Grajales. La obra de la Revolución se ha construido y se seguirá construyendo por la hidalguía de la mujer cubana. Ellas son parte esencial del gran proyecto humano, “por los humildes y para los humildes”.

Los cubanos que hacen historia hoy, como René González, Fernando González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino, -presos en las cárceles de los Estados Unidos o truncado su derecho a volver a su país por ser antiterroristas-, tomaron de la gallardía y grandeza de Julio Antonio Mella, de Rubén Martínez Villena, de Antonio Guiteras, de Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara.

La “amnesia” de estos manipuladores de la Historia de Cuba les nubla la memoria. Padecen de un “desliz” que apunta hacia la peregrina idea de reconstruir el pasado. Pretenden darle colores ajenos subvirtiendo la verdad. Es indigno pasar por encima del dolor y la gloria de muchos hombres y mujeres que entregaron su vida por la justicia. Aspiran a “envolver ese pasado en “papel extraño”, para que las miradas cautivas e ignorantes la acojan como el verdadero texto de la historia.

Los tiempos pretéritos no hay que “empaquetarlo” de telas y lazos. Se exhibe tal y como es, sin cortapisas, sin adjetivos. La palabra basta para encumbrarla, los hechos son la mejor fortaleza de sus semillas.

En la historia de nuestra familia también se habló de ese pasado sombrío y terrorífico de la década de los cincuenta. Era el período final de la caída de un dictador que huyó como lo que siempre fue. Un cobarde vestido de militar y traje importado por sus patrocinadores, los Yankis.

Rafael Guerra Vives (1934-1958), nació en la provincia de Camagüey. Los estudios le trajeron a la capital. Matriculó en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana. Se vinculó a las luchas políticas de este histórico recinto estudiantil, que era el núcleo más activo en contra de la dictadura de Fulgencio Batista.

Nos contaba mi madre que “Rafaelito” –como lo llamaban en nuestra familia-, era un joven muy alto, de pocas palabras y carácter muy serio. Aficionado a los deportes, en particular al baloncesto. Eran los tiempos de lucha contra Batista, que desataba una guerra frontal contra los estudiantes universitarios que exigían un cambio en la sociedad. El recinto de la Universidad de La Habana era el escenario de batallas políticas para borrar de la nación cubana, toda esa lacra de maleantes, corruptos y asesinos institucionalizados.

El 2 de agosto de 1958 “Guerrita” tenía una cita con su novia. Ese día los esbirros del siniestro Esteban Ventura Novo lo tomaron preso y lo introdujeron de manera violenta en un coche. Lo estaban buscando por su activa participación en la lucha Revolucionaria.

Poco después fue víctima de la tortura. La brutalidad de estos criminales pretendían sacarle información sobre sus compañeros de lucha. Las atrocidades cometidas contra el no lograron sus objetivos. Los días de búsqueda de la familia por las estaciones de policía terminaron en el necrocomio. Su cadáver estaba marcado por la barbarie de estos sicarios.

En las sesiones de tortura le habían arrancado las uñas de los pies y de las manos. El abdomen estaba lleno de hematomas. Tenía los tobillos fracturados y los pies quemados. La espalda estaba marcada por los golpes de fusta. Su cuerpo exhibía numerosas heridas perforantes. Los ojos arrancados, los genitales mutilados. El maxilar inferior fracturado y la región occipital totalmente destruida. Después de muerto le había hecho siete disparos de bala, por ese enfermizo y cobarde ensañamiento de sus torturadores.

Mi madre estuvo en el sepelio, su tumba estaba cerrada bajo la custodia de un policía batistiano que no permitía abrir la tapa del féretro. En un momento de descuido de “el vigilante”, un amigo de la familia hizo una foto. Una foto de nuestro primo Rafael Guerra Vives “Guerrita”. Una foto que ha quedado como prueba imborrable de la brutalidad de esos cobardes torturadores que se ensañaron con su vida. Una vida truncada cuando tan solo tenía 23 años.

PD: Hago uso de esta foto que forma parte del patrimonio familiar contando con la expresa autorización de mi madre.

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¡Feliz Navidad!

Cuanta hipocresía se desata en estas “festividades navideñas”. El hecho es que comprar, se convierte en el verdadero telón de fondo de una “tradición” convertida en mercado.

Las calles de Madrid por estos días son un verdadero enjambre de bolsas de papel y plástico, símbolos iconográficos de estas “rutas y andares” donde las bombillas de neón -a pesar de la crisis-, “iluminan” la ilusión de los trasnochados compradores. Las cristaleras “exhiben sus mejores galas” aspirando a captar a compradores adictivos para cerrar caja con mejores dividendos, en medio de una crisis que aún no se ha desatado en su máxima expresión.

No pocos derrochan los últimos fondos de ahorro, para cumplir “compromisos” con los familiares y los amigos. La “tradición” es insalvable, “los hábitos, las buenas costumbres y las normas de las personas de bien” imperan en esta fauna de acumular tarecos, ropas, zapatos y complementos, que son “necesarios” adquirir ante los rituales de estas fechas.

En medio de este fragor de calles apisonadas, los “voluntarios” de las ONG van con caras de “buen rollo” tratando de captar alguna contribución voluntaria para las “causas nobles” de este mundo. En esa estrategia de abordar a los transeúntes se equivocan de punto de mira.

El asunto no es pedir migajas y calderillas para cumplir con los objetivos caritativos de sus gestores. La deuda que aprieta cada vez más a los países del Sur ha de ser anulada de una vez y por todas. La inmoralidad de su permanencia es el blanco que deberían “atacar” las ahogadas Organizaciones No Gubernamentales que -no pocas- juegan al rol del entretenimiento y la dispersión de las esencias de esta crisis.

Hay hipocresías de otro calibre. Mientras nosotros los del Norte acumulamos objetos para solventar nuestras carencias humanas, suplantándolas con materias primas “bien empaquetadas”. Los del Sur –que no es solo un concepto geográfico-, “celebran” las Navidades con mayores cifras de hambrunas, de desnutrición o de muertes por enfermedades curables.

El analfabetismo, la desertificación de los suelos o la contaminación de las aguas provocadas por las grandes industrias, son parte de los paquetes navideños dejados por las transnacionales que “luchan por el puto estado de bienestar”, para que nosotros los del Norte, hagamos nuestras compras y no nos preocupemos por nada. Ellos son “nuestro salvadores financieros, nuestros constructores de futuro, nuestros héroes empresariales que andan –despejados de nuestras miradas- en la globalidad de los tiempos”.

Las guerras y el genocidio de Nuestro Norte hacia el Sur, son parte de las festividades y contribuciones dejadas para estas “fiestas” ante un mundo inverso.

La locura por querer comprarlo todo y el obsesivo deseo de acumular para mitigar nuestras carencias humanas, son parte de esa paranoia festiva que la “tradición nos ha impuesto”.

Mientras “el rio pasa”, nos montamos en sus barcas remando en el mismo sentido de la corriente para no hacernos desde nuestro Norte, las preguntas que tienen que ver con la ética, la sensibilidad humana, el espíritu crítico de nuestro entorno y la solidaridad, que cada día resulta una palabra urgente.

Ante tanta mentira, nuestra voluntad ha de ser la de cambiar este mundo que “ha dicho basta y ha echado andar”. Es inaceptable que juzguemos a los países “en vías de desarrollo” o “subdesarrollados”, -como también nos gusta decir con mirada altiva-, si no somos capaces de tener una actitud responsable y consecuente con nuestro planeta, con nuestro Norte.

Nos toca ser austeros en nuestra cotidiana vida. Nos debemos exigir una práctica permanente de armonía y responsabilidad con nuestro planeta. Somos parte fundamental y responsables de un modelo de sociedad que desgarra -casi a diario-, las reservas de salud de nuestro ahogado planeta.

Hemos de mirar con humildad cada uno de nuestros pasos. Nos tocas hacer una dura y permanente tarea para convertir a nuestro planeta en un espacio habitable, limpio, ecológico y –reitero- Solidario.

Esa palabra no puede ser mera consigna. Este urgente vocablo ha de estar incorporado en nuestra práctica de vida. Ante una creciente ola de hostilidad, de terror, de manipulación mediática, nuestro Norte debe dar señales claras de un cambio de modelo de sociedad en el que no haya vencedores y vencidos.

La batalla es ardua, el capitalismo sigue apostando por el descarnado consumo como indicador económico. Esta burda manera de ver el crecimiento es un flagrante atentando contra nuestro planeta, contra la sostenibilidad y el futuro de nuestra gran casa.

Estamos ante la disyuntiva de crecer o quedar sembrados en el anonimato y la desmemoria. El miedo y la ignorancia no son razones para el inmovilismo. La “Pacha Mamá no perdonará nuestros pecados”. Nuestra voluntad ha de ser la voluntad de todos.

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Los cuentacuentos del “Árbol de la vida”.

¿Cuentacuentos o atrevimiento escénico? ¿Monólogos compartidos o ganas de hacer vibrar a los que asumimos el riesgo? ¿Historias contadas desde los cimientos de la vida o la vida hecha historia? ¿Reto ante el corto espacio o ruptura del espacio?

Estas interrogantes son meras provocaciones para que usted siga la lectura, pero también para adentrarlos en los laberintos de esta crónica, gestada por la necesidad de visibilizar la labor de los que hacen el arte de contar historias un oficio mayor.

En una noche cualquiera, estuve atrapado por la magia de unos cuentacuentos donde “el deseo” era la puesta lingüística de la provocación y el eje temático de una puesta en escena en la que tres narradores orales con probado talento y una vocación sustantiva por el arte narratológico, esa noche encumbraron las paredes de un espacio de magia.

La idea central se arropaba de muchas historias, de entresijos que fueron calando cada metro cuadrado del espacio habitado. El deseo era la palabra convocada, era “el pie forzado” de todas las metáforas que se fueron componiendo de trazos verbales, de anécdotas inventadas tomadas de la cotidianeidad de sus vidas y de la vida de otros. La necesidad de contar historias supera todo pronóstico del tiempo, ese tiempo que no existe cuando se trata de contar cuentos, de fabular con la verdad, de reinventar un discurso desde la palabra dada.

Estábamos a merced de tres cuentacuentos dispuestos a descentrar las pasiones ocultas desde la risa encorvada, -no por falta de “deseos”-, en todo caso por la ausencia de pretextos y es que no hacen falta. Tres narradores orales venidos por la calle Libertad, que parece pequeña, pero se hace grande ante la majestuosidad del verbo nacido de los cimientos de un arte que aún pervive, en medio del avatar de las nuevas tecnologías.

Un escenario descalzo de aspecto cansado, donde el barniz de sus grietas reclama con urgencia un nuevo pintalabios. Un piano trasnochado que sostenía sobre su cabeza unas copas, libros “dispuestos al azar” y otros personajes “útiles” que también fueron espectadores, les bastaron para hacerse acompañar en una noche de acentos escondidos por la sabia de estos cuentacuentos, para convertir a la narración el centro de todas las miradas.

El público, los amigos que repiten en busca del goce y la familia que arrastra a los bienaventurados. No faltaban los que se empeñan en ligar en “espacios poéticos” pretendiendo destapar sus poemas de nostalgias y algún que otro “escabullido” que esa noche querría hacer su propio cuento en otra ventana.

Yo formaba parte de los llegados por primera vez -que éramos los más-, ¿qué nos une a los que formamos parte de esta iniciación? venimos en busca de historias pobladas de subtramas, de certezas y confirmaciones ante preguntas que viajan con medias respuestas, de sabidas verdades para caer en lo obvio de múltiples sabores, de nuevos sabores. No ha de faltar en la narración oral un trazo de verdad o al menos una buena parte de ella.

Necesitamos metáforas hechas o por hacer, mezcladas con unas ganas incurables de reír a borbotones. Es bueno saber que con media docena de cuentos la calma se acerca y el arte de la palabra nos hace diferentes, al menos por un tiempo.

Con todas estos “apéndices” resueltos, sales a dar una parte de ti, te arropas de los versos tomados en aquel espacio filosofar y empiezas a repartir historias. Una para el conserje del edificio que padece de malgenio, otra para la señora de la frutería que siempre anda de escotes amables y no ha de faltar –entre muchos otros-, los maestros que han de educar y no saben hacer historias. A fin de cuentas, esa es una de las “misiones” de los narradores orales.

En este bregar de palabras, de sueños, de ilusiones, de cuentos y poemas narrados en torno al deseo, los cuentacuentos pusieron sobre el tapete –sin saberlo- esa metafórica afirmación de “lo real maravilloso” suscrita por el escritor y ensayista cubano Alejo Carpentier y es que estos “poetas de la palabra” tienen la capacidad de asentar su abecedario multiplicado en “tan poco de nada”.

El encantamiento está en entender –o al menos intentarlo– que “tres escénicos” son capaces de arroparnos, de hacernos reír y a la vez llevarnos a meditar con ese humor inteligente y agudo que trunca la mediocridad.

Ante tanta “cultura” de plástico, ante tanta banalidad sabor a rosa curtida por un amasijo de billetes salidos de las entrañas de los que convierten el arte en gastos y beneficios, la cultura se hace mayor con la pulcritud y el ingenio del verso, con la necesaria compañía de adjetivaciones y el acierto de transfigurar contenidos que hablan de la vida.

Las voces, los gestos, las palabras y las historias contadas, ponen a la inteligencia con la vestidura de la pasión, en el punto donde las texturas huecas se desmoronan y las máscaras son temporales voces y no falsas ideas.

La sobriedad de la puesta invita a centrarnos en cada uno de los rasgos expresados con sabor a verbo, donde la mentira es un esqueleto. Le dan protagonismo al texto, ese que anduvo contenido por las cortinas del tabú y el silencio domesticado.

Esa noche se narró sobre el amor, ese amor desarmado, ese amor de sexo febril y violento. También se habló de una guerra o de cualquier guerra donde “solo el amor” desarma su violencia, para recordarnos que tan solo es “un amasijo de hierros” que se pulveriza ante las múltiples voces que lo aplastan, y cada vez han de ser más los que encaren esta tarea.

La voluntad se arropa pequeña en los bastos parajes de la palabra, del gesto oportuno para descifrar nuestras propias vidas. Va creciendo, se torna visible por esa fuerza que nos da el deseo.

Cada vez que la palabra se transmute en cuento o en historias narradas con la bondad de hacernos reír, pensar e incluso llorar, entonces estaremos hablando de un árbol crecido, como el que los cuentacuentos españoles Maísa Marbán, Concha Real y Anselmo Sáinz escalan, para sentir cumplidos sus propios deseos e invitarnos para que nos unamos en su cabalgata por los parajes del Árbol de la vida.

¡Bienaventurados los que saben compartir sus historias para llenar las oquedades de los que aún no han compartido las suyas, para que otros enriquezcan su alma!

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(VIDEO) Crónica contra la desmemoria: “Plomo Fundido”

Un texto de la cineasta catalana Laura Arau me hizo recordar y desempolvar tres breves crónicas escritas por mí, durante los sucesos de la Operación “Plomo Fundido”. Hago un alto en contra del silencio y el olvido de sucesos desarrollados en Palestina por la barbarie de los genocidas israelíes.

I

Los telediarios pululan desde la burda competencia -a la hora de costumbre- por dar la noticia. Los periódicos de tirada nacional se afanan por “acertar” el mejor de los titulares. Los analistas de turno salen de sus claustros académicos para esgrimir el adjetivo adecuado, la palabra políticamente correcta, que se “aliña mejor” con el tono pausado y milimétrico. La radio desata minutos de información entremezclando lo noticioso del tema con la “imprescindible” lista de éxitos de fin de año de la música nacional e internacional, “esa que debemos de aprender pues toca examen”.

“Plomo Fundido”, nombre de la operación militar que organiza el régimen genocida del estado Israelí ha dado los primeros avisos guerreristas. Las cifras “adornan” árboles de navidad en vísperas de un nuevo año. Trescientos cuarenta y cinco muertos y más de mil seiscientos heridos palestinos son esos primeros apuntes. Un pueblo heroico que vive troquelado bajo un muro en forma de mampara, impuesta como nación extrajera en su propio territorio.

La diminuta ropa desgarrada. La furia de las balas ensimismada sobre su cuerpo. La mirada ausente, el gesto desesperado de los que corren en su auxilio. Expresan la impotencia y el horror de actos criminales y belicistas. La imagen se cierra, -en cuadro apretado- rompiendo el sentido del límite.

La “danza de las balas” aún no ha mostrado su verdadero esplendor. Los tanques se posicionan en filas que son difíciles de cuantificar en cantidades numéricas. Aviones apertrechados con tecnología de “última generación” detonan sus cargas en los espacios públicos en busca de “almas suicidas”. Van “convoyando” civiles inocentes que forman parte de los “daños colaterales” de la ofensiva, que nos anuncian como la fase inicial de este engendro.

La humanidad esta presa en el pasto del abismo diluido, en el goce de la neblina programada. La muerte no significa nada. La verdad está construida desde una óptica infinitamente superior a la palabra, al sentido común. El humanismo y “la solidaridad internacional están de vacaciones”. Tenemos una cita impostergable junto a ese niño desgarrado. Debemos hacer todos “un cuadro apretado”.

II

Un largo y duradero “atajo de aguijones” se destapan de sus habituales andamios. La barbarie de los dinosaurios sionistas israelíes asoma sus feroces lanzas. La travesía de la muerte ha comenzado a desembuchar plomos que acopian muerte ensordecedora y brutal. Se alinean como máquinas entrecruzadas en esas carreteras de polvo curtido, donde la ceniza es hilo molido de sangre fértil ante enredaderas sin nombre.

Van tomando kilómetros de carreteras y pedregales polvorientos, apurando su marcha de vértigo. Mientras acortan distancia, escupen esa muerte de balas nacidas en fábricas del “primer mundo” donde el dolor es una “palabra ausente”. Boquetes de ensordecedoras miradas. Grietas de oberturas iluminadas por “ese dios” que tiene sordera ante el caos de las antorchas, de los ladrillos pulverizados que se destrozan en escurridizas formas.

Las balas son cientos de niños mutilados. Pequeños transeúntes que desde su nacimiento solo saben del horror de “vivir”, entre muros de huesos que han desvanecido sus colores nuevos, para cercenar el origen y la naturaleza de los sueños.

Las legiones de cadáveres se amontonan en patios traseros. La esperanza está de fiesta. Pernocta en otro lugar que es imposible de localizar.

Guernica se vuelve a pintar en todo su esplendor con trazos de carne quemada, con rostros que figuran como legumbres descompuestas. Se desnudan –por esta vez- junto a la cal de los edificios derruidos.

El pánico no tiene ruta marcada. Es tan solo una multitud que busca refugio en el pecho más cercano. En la mano tendida y fría por el miedo ante el protagonismo de la barbarie. La palabra está ausente a esta cita de metrallas. Las respuestas no han llegado a la hora prevista pues no hay preguntas.

El silencio es la mordaza que agolpa este universo sombrío en esta humanidad de lloviznas sísmicas teñidas de balas. ¿Es que no sabemos leer los libros de la historia?

Las palabras surgen como gotas truncadas de crudos inviernos, de este invierno. El genocidio sigue consumando “su labor” de destruir el sentido de la vida. La humanidad –casi toda-, está recluida en un balcón viendo cómo se desarrolla esta “puesta en escena”, en la que somos espectadores cautivos. El plomo es la tinta de este relato ante la metáfora de la vida.

III

La barbarie israelí despliega artefactos desnudos de paz. El terror es la clave de esta guerra que ha dejado de ser anunciada. Como botas carroñeras van pisando los sueños de hombres y mujeres que han decidido convertir la resistencia en el centro de su vida. 

Las calles de Gaza son verdaderas trampas del horror. La cacería va multiplicándose milímetro a milímetro. Las cifras de muertos y heridos siguen aflorando en todos los espacios de noticias.

La tarea, cercenar los hogares de los últimos alientos de sueños. Las primitivas alcantarillas han dejado de canalizar las aguas turbias de pastizales urbanos para drenar la sangre de los que aún soñaban. El aliento de vivir se viste de un negro amargo y salobre.

El aire se va tornando de un color lánguido de polvaredas por la metralla. El tropel de personas mutiladas es una gigantesca suma de cadáveres, que nada tiene que ver con la farsa y el divertimento. La realidad lo puebla todo. Brazos atados por cuerdas huecas, tratan de sostener la sangre de los que piden auxilio. Escombros de concreto “toman” las calles que se interponen como trampas ante el curso de las ambulancias ausentes.

La dimensión real de esta masacre está en la ausencia, en la palabra que se maquilla con aires de navidad. La humanidad tiene una cita contra la barbarie israelí que anda haciendo y desasiendo contra miles de hombres y mujeres de una gran nación.

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(VIDEO) Ciudad Interior

Yo quería vivir en una ciudad de árboles intensos donde sus raíces nacieran desde los balcones del mar abierto. Que en las tardes, pudiera transitar por la ribera de los acantilados donde la sal de sus brazos acordonados, fueran yagrumas. Que esa ciudad, -al amanecer- destilara poemas en prosa mítica y estuviera desnuda de las eternas nevadas. Son esos poemas que nacen dispuestos a bañar el caminar del surco amurallado con palabras hechas, para romper los que quieren hacerle cercos a la vida.

Esa ciudad tendría un espacio donde poder dialogar distante del zumbido de los vértigos de la guerra, de los “escopetazos góticos” y de la muerte. Ese espacio resulta necesario para anular la palabra grieta, la banalidad construida, la objetividad informativa, aséptica y equidistante que persiste desnuda de toda idea realista. Esa es mi ciudad soñada.

Vengo de visitar una ciudad interior derruida por el caos y bañada por la lluvia gris, de cenizas vertidas con olor a muerte. Es una “urbe” donde los lánguidos puentes trazan el paso hacia otros horizontes. Se confunde maquillando los pliegues de la muerte y las alambradas mutantes. Son “perímetros” que cercan el último olivo de brazos derogados en “barracas humanas”.

La ciudad que yo describo sabe a hedor de muerte. La soledad es el único mortal que le acompaña. En ese lugar los sueños son una luz imposible de tocar con las manos. Vengo de andar por esa ciudad sumida bajo el horror de otros hombres que ponen trampas que agrietan la sabia y clavan los pechos del amor con estacas de muerte, gestados desde una perversa mirada.

Estos hombres se sonríen irónicamente ante la muerte plomiza. Sus manos van tocándolo todo de manera enfermiza. Tronchan la esperanza que desnuda el verso de mujeres que fueron miel y lloran su paz interrumpida. En esta quietud de ruedas truncas, las estaciones y el pan negro supieron huir de esta fortaleza.

Pude andar por esa ciudad donde los sauces pululan caídos. Se exhiben, cortados a ras para doblegar bajo su peso la voluntad del ingenio y la persistencia de los sueños. Son moles de metal erguido, de líneas sin curvas y sentimientos. El acero y el cemento se imponen ante la naturaleza. La construcción de este engendro está hecha con cálculo grandilocuente y simétrico. Son estructuras de mordazas pensadas para cortar los sueños de las sales del mar.

Esta ciudad no es imaginación reencontrada o desmesura febril. Sinuosas voces ensordecen los partos del azar, descolgando los intentos de penetrar la brisa. Solo existe para el ejercicio matutino una rampa meditabunda, una sola puerta y un solo destino.

Antes, en esa ciudad -que fue campo de florestas-, “cabalgaban” cipreses, pinos y abedules, desgranando el aire que acoge con sus mantas el inmenso bregar de la vida.

En esa ciudad los tonos son precisos. Líneas negras, blancas y grises convergen ante muchas voces. Corren surcando las entrañas de la tierra que se asfixia. Quiero pensar que esta ciudad no existe. Me empeño en escribir que siempre fue un sueño.

Ayer estaba en mi balcón de tardes de periódicos. Desde la ventana veo germinar troncos de envoltura recta, paredes drogadas entre concreto recio y acero ennegrecido. Son los nuevos dinosaurios de la era potsfascista.

Aún persiste como clones multiplicados otras huellas de la barbarie. La Base Naval de Guantánamo mantiene bajo limbo jurídico a un número indeterminado de presos. Detrás de estas “heroicidades” está el gobierno de los Estados Unidos.

Palestina “vive” bajo el cerco de las tropas israelíes, entre muros y alambradas eternas. Este glorioso pueblo ha de ser dignificado por la humanidad. Su inaceptable presidio es responsabilidad de todos los que amamos la paz. De cada ciudadano humilde y comprometido con los más elementales derechos de esta tierra. Es el tiempo de los hombres y las mujeres que han luchado y luchan por hacer de este planeta, un “espacio habitable”.

Todavía se respira “olor a sangre” en Abu Ghraib. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) dejó su sello en este lugar, para anular los aires de la humanidad y apagar los sueños. Estamos ante los máximos responsables de desatar el horror y el miedo internacional. El “Emperador” y sus secuaces preparan nuevas lanzas para la guerra. Van afilando mordazas en escenarios para el genocidio y “nuevas” torturas en “cárceles sin nombre”.

Tuvimos una señal fue bien clara. Las bombas atómicas que cercenaron la vida de cientos de miles de hombres y mujeres de Hiroshima y Nagasaki. Tan solo dos bombas que –aún hoy-, sigue dejando huellas de dolor, de angustia, de inevitables herencias para varias generaciones que claman por una paz real y definitiva.

Cientos de miles de desaparecidos y fusilados por el régimen franquista siguen siendo una página en blanco. Las cunetas, los campos de viñedos, los pueblos abandonados o las urbanizaciones de hoy, esconden terroríficas historias y anulan la memoria de generaciones de hombres y mujeres que lucharon por defender la República Española.

Son hechos que aún esperan por el juicio de la historia. Todavía quedan heridas que saldar ante un pueblo heroico que supo escribir epopeyas de gloria. Fueron gestas ante un combate desigual. Son la dignidad y el heroísmo que han de formar parte de los grandes valores de estos tiempos.

En la memoria presente está la terrorífica “Escuela de Mecánica de la Armada” en la Argentina. Escenario de dolor continuado. De sistemáticas torturas y desaparecidos que -aún hoy- se les sigue el rastro, como parte de una voluntad por saldar la deuda histórica con los hombres y las mujeres que fueron anulados de la vida. Mutilados bajo el manto de la “libertad y la democracia”.

Esa “Ciudad Interior” existe, yo estuve allí. Fue en una mañana de visita obligada, de reencontrarme con la historia. Fue en un día de soleadas voces y luces cargadas que -aún hoy- estremecen las paredes de esta “ciudad interior”.

Todavía se pueden ver las cenizas de “muchos tiempos”. Han quedado para el recuerdo y la memoria imperecedera, lapidas “sembradas” dejadas por los que lucharon para un mundo de paz. Fueron la voluntad de desterrar las garras del fascismo hitleriano de este planeta que aún llora de dolor. Esa “Ciudad interior”  se llama: “Campo de Concentración de Sachsenhausen”.

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Casa de Campo, estrictamente personal

                                                                                    

   «Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”

José Martí

La ignorancia consumada, el silencio febril y el miedo que se arropa en el vacío de las no preguntas, se tejen en una coraza que transita contenida de emociones. Personas que presumen de bondad son inmuebles atiborrados con palabras huecas, que surcan la autopista de la vida huyendo de una verdad contenida. Del peligro citadino, de la conjura de la verdad que resulta un templo crecido a velocidades virtuosas, se esconden los que niegan el dolor de otro.

Para calmar sus “nervios descarriados”, consumen biblias con sabor a carmín, a perfume de violeta gestado en la huerta ecológica del vivero teñido en francés parisino. Las compras saturadas de bolsas de tamaños desproporcionados para el resguardo de la ropa interior, son recurrentes catarsis para transitar por el goce y la enajenación.

Vivo en una puesta en escena desprovista de lingotes dorados y mordazas libidinosas. En todo caso la utilería de mis entresijos son escombros que persisten tras mi habitual trayecto. Los personajes, árboles de frondosas estaciones tiritando de frío y preguntas, coches que surcan el intento de marcar la meta para ser los primeros, donde la estupidez es el estigma que los sostiene.  Se suman a este panorama, los que se empeñan en adsorber el sin sentido que lleva a convertir el “buen vino” y las artificiales formas de fabricar la vida en el principio del fin.

Los titulares

Resulta “impostergable” estar al tanto saber si la “Duquesa de Alba” se casa con algún mortal enajenado. O que el embarazo de una “histriónica” ministra francesa se le atribuye al dueto de espermatozoides masculinos de Nicolás Sarkozy y José María Aznar, ¿a quién cojones le importa eso? Mejor aún, las gafas de la excandidata republicana a vicepresidenta del gobierno de los Estados Unidos Sarah Palin, a calado muy hondo entre los japoneses.

Comienzo a desnudar las entrepiernas de palabras huecas ajustando las estrofas del sin sentido, que son juegos de un dominó que está estructurado hasta en el simulacro.

Reunión de abigarradas palabras, adjetivos de múltiples colores que adornan esta jerga de frases iletradas dejan para el final “lo más importante”, los sabores de helados que más le gusta a Michael Jackson, o los pretéritos que Elthon John le espetó a la cantante Lyli Allen en una gala glamorosa donde estaba pasada de copas.

La historia

Era un día cualquiera de diciembre, el frío me nublaba los aromas de un verano apetecible. Mi trayecto hacia la rutina de mi oficio sabe a empeño, a paciencia destronada. Era otro amargo entresijo de cúpulas encorvadas. Aquella noche “me hacia acompañar” por las prostitutas de la calzada ecuestre, que descubrían sus altares de pliegues envejecidos por el cansancio de un “oficio” que sabe a poco cuando la paga resulta insuficiente.

Nervios de creyones labiales, cabellos alisados para la ocasión, móviles que se interponen en un diálogo que nunca tuvo preguntas ni respuestas, tan solo campanas nacidas de improviso. Divisé el aliento de una sonrisa falsa, donde las dosis de alegría solo se pueden servir -como anzuelos- si la presa anda suelta.

El inmenso dolor de las grietas de personas abrumadas por el caos y la polución del olvido, hacen un trueque amargo que van dejando sabor acumulado por el arrastre de pies acantonados por el destronar de versos mudos.

La metáfora

Era un hombre de mirada llana con ropaje vahído. Sus dos piernas describían una danza equidistante, acompañado de un par de muletas que ocultaba su dolor con pegatinas de bares y grandes almacenes de “vistosos colores”. Llevaba un contenedor a rastras, siguiendo la misma ruta que cada tarde me servía de “rutina sideral”.

Sus manos dejaron de empujar aquel “coche”, un giro de corbata me lo puso delante y sin mediar palabras se dirigió hacia mí con una pregunta. -¿Me puede usted ayudar a empujar este contenedor hasta el final del todo? Con las reservas propias hacia lo desconocido, arremetí contra este particular carromato que presumía de amarillo y no desaproveché “la vuelta” para hacer preguntas.

Entonces supe que llevaba dos bolsas de plástico. Eran sus dos casas, en la primera –la más grande- estaban doblados los tres juegos de ropa que le habían regalado en un mercadillo, más hacia el fondo sus zapatos de adoquines mudos, una mochila del Real Madrid, -sus ídolos de toda la vida- que solo ve desde la acera que está en un bar de copas, al doblar dela GranVía.Libros que fueron habitantes de un hogar y ahora sobran en los anaqueles le sirven para su subsistencia, que puja junto a los vendedores ambulantes de algún país de África nororiental.

Mientras se empeña en ser un comerciante de tratados de lengua norcoreana, se forra de porros y metrallas servidas con sólidas agujas. En sus aposentos de plásticos enmohecidos, se incluyen peluches, periódicos dejados en la estación de metro Puerta del Ángel y un cartón de vino que alguna vez probé y sabe a infierno.

Tenía dos hijos, emprendedores hombres de negocios que lo vieron por última vez para hacerle firmar un documento donde renunciaba al título de propiedad… y llegamos a la puerta de su destino, que también era el mío. Se arropo los ojos, guardó las bolsas en un ladrillo color café y se puso en la cola donde otros como él, dejaban “sus casas” a la entrada del escampado para vivir en un habitáculo compartido, hasta que el sol amanezca.

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(VIDEO) ¡Basta ya de guerras genocidas!

Dos nuevas cruzadas guerreristas se amasan en el matadero internacional. Esta vez no hacen falta mentiras construidas, pretextos para “la buena causa”, alianzas internacionales o la bendición de las Naciones Unidas. Tampoco hace falta “tomarse en cuenta” el estado de opinión de las terrenales personas que habitamos en este planeta. Mucho menos es necesario contratar a alguna empresa internacional, especializada en conducir y dulcificar a los sectores sociales y políticos más reacios a las intervenciones militares.

El asunto –por esta vez- es más pedestres, más barrio bajero. Se resuelve con una pregunta. ¿Quién es el machito duro de la película? ¿Quién o quienes darán –por enésima vez- otro bombazo destructivo contra pueblos inocentes? Por esta vez China y Rusia parecen plantar cara a estas dos cocinadas hostilidades. El tiempo dilucidará el resultado final de este inédito dominó geopolítico.

Si no pasa nada diferente las tropas genocidas de la OTAN se reunirán en alguna zona de la región más convulsa del planeta: el Cercano Oriente. Tal vez en alguna nación de la Europa del capital y del mercado. O en los Estados Unidos, –e incluso- en el genocida estado israelí.

Harán –previa a la cruzada- una convención de Jefes de Estado y de Gobierno. Anticipadamente se reunirán los ministros de “Asuntos Exteriores y de Defensa”, para “discutir” las estrategias a seguir en las próximas semanas, en los próximos meses. Al final de la jornada estaremos informados de “desayunos, comidas y cenas de trabajo”. En ese encuentro de “estadistas” mandatarán a los militares, –perdón-, a las fuerzas de ocupación para que hagan el trabajo sucio.

Esta vez “le toca” a Siria e Irán, o por lo menos es lo que nos van insinuando los medios. Esos medios de comunicación “asépticos, equidistantes, plurales y objetivos”. Así se venden y así hacen las noticias. No se enredan en enérgicas editoriales cuestionando los primeros ingredientes de estas y anteriores guerras invasoras. No se mojan en declaraciones de condenas en contra de la brutalidad y el exterminio de hombres y mujeres inocentes. No juzgan el habitual exterminio de civiles que siguen sumando números a la lista de anónimos, en guerras fratricidas escenificadas en otras naciones del mundo. No olvidemos, que “tienen que cumplir con los patrocinadores”. Hay que llegar a fin de mes, ¡que la cosa está dura!

En paralelo, las transnacionales de este Universo que se llama “Planeta Tierra” van haciendo números para ver las ventajas que les traerá la entrada plena y sin obstáculos a estas “nuevas geografías». La crisis arrecia y toca “arreglar” la contabilidad. Las cifras en negativo azuzan los inmuebles de los mercados de valores, de los paraísos fiscales y de los bancos. Hay que seguir llenando las arcas de las transnacionales, que son los que mandan. ¿Alguien lo duda?

Mientras las bases de genocidio se cuecen. Los policías antimotines, antidisturbios o sinónimos afines, son apertrechados con lo último en materia de contención para aplacar la ira popular. Gases pimientas, lacrimógenos y otras delicatesen son incluidos en los presupuestos de los “responsables del orden”. Se pronostican tiempos violentos en convulsos escenarios. Las “tropas de elite”, irán tirando de su “nuevo repertorio” para anular la ira y el grito enardecido de hombres y mujeres que apuestan por un mundo mejor.

En términos globales el paro continuará incrementándose en “porcientos de gloria”. Los desahucios seguirán siendo noticia… perdón. Se harán al margen de las constituciones que “marcan” claramente el derecho a una vivienda digna.

Los inmigrantes son un gran estorbo. Toca el rápido retorno a sus destruidos países. Mientras la burocracia institucional afina papeles para el viaje sin retorno. En medio de esta “película documental”, van pernotando en los Centros de Internamientos Contra Inmigrantes. Zonas no aptas para el común de los europeos, donde afloran -en los últimos tiempos- denuncias de abusos, de malos tratos y violaciones de los más elementales derechos. ¿Europa no se quiere perder la moda de Guantánamo?

La privatización de la educación y la salud es sinónimo de reducción de plantillas y despidos en contra de todos los derechos alcanzados. Todo opera bajo un “medular pretexto”, resolver el déficit que dejaron los anteriores gobiernos. “Siempre es culpa del anterior gobierno”.

En medio de este tsunami económico, social y político, la sociedad “convive” fragmentada. Es el mejor “círculo” posible, para que los Dinosaurios del Siglo XXI puedan continuar con otras escaladas guerreristas sin la oposición frontal del pueblo. Ese pueblo que es el único capaz de detener la furia invasora de los “nuevos generales, los de corbata y camisa blanca”.

El capitalismo está angustiado. Sus bases fundacionales se desvanecen agrietadas y toca tirar del vecino del traspatio para resolver este berenjenal. Lo que se dibujaba -hasta hace unos pocos años- como la sociedad modélica que “fluía” a todo tren bajo el estricto cumplimiento del “estado de derecho”, hoy es un “teatro global” para la experimentación guerrerista. Para la “Cruzada Romana” pero en tiempos modernos.

Los pueblos despiertan del letargo, del miedo acumulado que forma parte de las estrategias de estos conglomerados globales. Para hacer resistencia moral ante la ineptitud, la sordera y la prepotencia de los “cabecillas de temporada”. A fin de cuenta ellos son como las ropas, los zapatos y los complementos, “productos de usar y tirar”.

Nos asiste el derecho y el deber de construir un mundo mejor. Tenemos la responsabilidad de crear en este planeta un espacio habitable. Un mundo de paz y diálogo permanente.

Los conflictos –los verdaderos conflictos- que se desatan o construyen en nuestro universo, se han de resolver sobre la base de la no intervención de los poderes de la guerra. La humanidad está sedienta de paz y no soporta más cúmulos de odios y muertes construidas. Hagamos de nuestras manos una sola.

En medio de estas convulsas verdades, afloran sentimientos que son parte de la naturaleza humana. El miedo ha sido inoculado en la sociedad contemporánea. Parte de una estrategia bien pensada para amilanar los poderes del pueblo, que son la verdadera expresión de la democracia. La voluntad de los hombres y las mujeres han de ser fortalecidas por los valores y las culturas que nos unen.

El temor es un estado de ánimo, una actitud mental. En nuestro entorno ocurren sucesos y acontecimientos que exigen de nosotros, respuestas coherentes para lo que defendemos como seres humanos. La brutalidad, la dominación y la arrogancia de los “poderes públicos” de estos tiempos, no son razones para pernoctar en un cascarón.

Los pronósticos para los próximos meses o años son muy fríos. La oscuridad es el color que le identifica. La memoria y el tiempo futuro son asuntos de primer orden. Hablo de un futuro cercano, casi que inmediato. Me refiero al hecho de un posible conflicto bélico de connotaciones mundiales, de dimensiones nucleares. Si se materializara otra escalada invasora –no importa si son dos, o tres o muchas-, es hora de decir y hacer de la consigna un hecho. ¡Basta ya de guerras genocidas!

El miedo no es una opción. Los hombres y las mujeres que en la historia de la humanidad sacrificaron sus vidas por nuestra “Madre Tierra”, no nos perdonarán esa flaqueza. Nuestros hijos tampoco.

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(VIDEO) Ian Padrón: antes de Habanastation… «apretaito pero relajao». Por: Octavio Fraga Guerra* (VIDEO)

Texto de la serie: Apuntes sobre el video clip cubano.

Una generación nacida en la década de los 70 está dando mucho que hablar a favor de la cultura cubana. En el audiovisual el panorama es prometedor, son jóvenes que rondan los 35 años y cuenta con una sólida formación cultural, sustentada por un programa académico recibido en las instituciones universitarias de Cuba y por el empeño de cada uno de estos hacedores, por enriquecerse más allá de lo que aporta La Universidad de las Artes.

Ian Padrón, (La Habana, 1976), es uno de esos talentos que se ha formado en el oficio que entraña esta profesión, tomando de cada experiencia una perspectiva integradora del arte audiovisual, sin dudas la gran escuela. En sus inicios fue guionista de la Revista Zunzún y de la serie de animados Filminutos del ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica). Se vincula profesionalmente a esta emblemática institución en el año 1996, realizando su primera obra: Making de Amor Vertical.

Graduado en la especialidad de Dirección en la Facultad de Cine, Radio y TV del Instituto Superior de Arte en el año 2000, realiza su tesis con la obra de ficción: Motos, producida en 35 mm.

De su filmografía documental hay que denotar los filmes: Eso habría que verlo, compay (1999), Luis Carbonell: después de tanto tiempo (2001), Fuera de liga (2003) y Eso que anda (2010).

El primer título, es un homenaje a los creadores del dibujo animado más popular de Cuba: Elpidio Valdés. Un hurgar en los orígenes de este personaje, una búsqueda de los intríngulis de esta fiesta del dibujo animado cubano, una reconstrucción de la historia del personaje donde afloran recuerdos, tropiezos y voces de muchos “compinches” nacidos por la creatividad y el talento de unos pocos que bajo la dirección de Juan Padrón –su padre-, han llenado de sabiduría, humor y alegría a millones de cubanos. Este filme nos hace ver los mástiles de la cultura y sus raíces, nos permite entrar en la historia de Cuba.

Luis Carbonell…, es una obra de justicia, una suma de confesiones de unos de los más grandes declamadores de Cuba. Se suele acuñar para este tipo de documental, el término “rescate”, ante un grande del arte replegado al ostracismo por los prejuicios de la sociedad. Ian padrón lo pone en el escalón que le corresponde con la complicidad del ICAIC, desde las armas del intimismo y el testimonio aleccionador.

La pasión en Cuba es “la pelota”, con Fuera de liga, este notable realizador discurre sobre la vida de unos de los más grandes equipos de beisbol de todos los tiempos: Industriales, buque insignia del deporte habanero. Sobre este filme el crítico de cine cubano Joel del Río ha significado: “Fuera de liga contribuye al diálogo, al entendimiento, a la comprensión desde todas las riberas de la cubana. El documental de Ian Padrón toca, sin timideces ni prudencias hipócritas, una cuerda sumamente sensible de nuestra contemporaneidad. Los que se fueron y quienes nos quedamos, la tensión entre cubanos de adentro de la Isla y los radicados en el exterior, las lealtades y nostalgias de quienes partieron, las dificultades materiales de los que permanecieron… todo ello se expone con total franqueza en esta obra que complace y estimula, sin dejar de ser verista y penetrante. Filme espectacular conmovedor, estimulante y capaz de llevarte de la euforia a la tristeza, pero valiéndose siempre de la autenticidad, la honestidad intelectual y la responsabilidad ciudadana”.

El documental Eso que anda, es una obra de acierto y entrega, una texto fílmico tejido desde los avatares del Road Movie, imprescindible para seguirle la pista a la agrupación sonera, Los Van Van, conocida en Cuba como: “El tren de la música cubana”. El filme apresa los momentos más entrañables de esta banda, explotando la particular relación que tiene con su público, un público de multitudes y bailes, un público sensual que puede llegar al éxtasis sociológico, fotografiado por este creador desde una puesta en escena despampanante y mística.

Retomando su hoja curricular, hay que subrayar su experiencia como director artístico de conciertos y galas a figuras de la cultura cubana como: Beatriz Márquez, Los Van Van y Juan Padrón, Premio Nacional de Cine del año 2007. Su talento no ha estado solo volcado hacia el cine documental, ha materializado una maratónica carrera en “terrenos” dispares del audiovisual, que -hasta hoy- suman más de 80 obras como realizador y guionista de spot, video clip y obras de ficción.

Agrupaciones y solistas heterogéneas en cuanto a género y estilos, le han “entregado” su obra para hacer y rehacer con atinado lenguaje y profesionalidad construyendo desde “los misterios del video clip”. En este inventario están: Los Papines, Manolito Simonet y Bamboleo, Ernán López-Nussa, Adalberto y su Son, Juan Formell y los Van Van,  Buena Fe, Diego Gutiérrez, Grupo Tres de La Habana, Yesey,  Elaine y Liuba María Hevia.

Hace unas pocas semanas estrenó su primer largo de ficción titulado: Habanastation, coproducida por el ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión), el ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica) y la prestigiosa compañía de teatro infantil La colmenita, que dirige el Carlos Alberto Cremata.

De esta obra la crítica ha dicho: “Una lectura relacionada con la igualdad y el igualitarismo, esos dos bocados bien diferentes de un mismo plato, e igualmente con los privilegios y las razones y mecanismo que lo propician, y también las diferencias detectables entre seres humanos a partir de los valores que atesoran en sus bolsillos, y —vaya usted a saber— también en sus conciencias”. (Rolando Pérez Betancourt, Periódico Granma).

“Con ingeniosidad y humor, Padrón conduce al espectador a un viaje por esa otra Habana para resaltar cómo dos niños de mundos opuestos pueden lograr una profunda amistad, marcada por verdaderos valores humanos”. (Agencia Prensa Latina).

Habanastation cuenta con una excelente fotografía y ostenta una efectiva dirección de actores que se traduce en la organicidad de todo el elenco, pero esencialmente de los protagonistas, los cuales poseen además condiciones histriónicas indiscutibles y un gran carisma. En Habanastation hay objetividad, contundencia en las ideas y un lirismo sin aspavientos que provoca por momentos mucha emoción, pero el realizador logra evitar los excesos en este sentido con la frescura de un humor criollo y sano”. (Cubarte)

Retomando el tema de esta serie: Apuntes sobre el video clip cubano, tomo nota de la obra: Apretaito pero relajao, de la agrupación Vocal Sampling, compuesto por René Baños, -líder del grupo-, tema que pertenece al disco Akapelleando de la disquera EGREM. Este video clip obtuvo el Premio Lucas* en la categoría de música tradicional (2006). Antes de abordar esta puesta audiovisual, se impone aportar algunos datos sobre esta descollante agrupación.

Nacida como un divertimento entre estudiantes de música de la Escuela Nacional de Arte, es actualmente una de las formaciones vocales contemporáneas más sorprendentes de Cuba. Sus seis integrantes interpretan toda la música apelando a la voz. Desde sus inicios han recibidos el reconocimiento de artistas de talla internacional como: Bobby Mc Ferrin, Peter Gabriel, Paul Simon y Quincy Jones, con los que han tenido la oportunidad de compartir su música.

Escenarios muy exigentes lo han acogido en sus salas, el Royal Albert Hall, en Londres; el Club New Morning, de Paris; el Teatro de la Ópera de Viena; el Hollywood Ball, de Los Ángeles, y el Club Ronie Scout, de Londres. Circuitos como el World Music y Jazz de Europa, incluida Japón y múltiples teatros y plazas de América del Norte y del Sur que forman parte de su habitual ruta, que superan los 50 países.

Sus integrantes tienen una manera muy peculiar de presentarse. René Baños  se presenta como «el pianista». Reinaldo Santer como «el guitarrista». Abel Sanabria asevera que es el «percusionista y bajista» de la banda,  Jorge Chaviano es «el guitarrista» y cierran “el piquete”, Oscar Porro, como “trombonista» y Renato Mora, como el «percusionista». Su pulida discografía incluye: Una forma más (1993), De vacaciones (1997), Live in Berlin (1999), Cambio de tiempo (2001) y Akapelleando (2006). El manejo preciso de los ritmos, un registro muy peculiar de sus voces y un vasto conocimiento sobre la cultura y la música cubana, son las bases de su éxito.

El video clip está filmado en una locación “de lujo”, El Parque Lenin, uno de los pulmones verdes de La Habana. La letra es llana, por tanto el planteamiento audiovisual es coherente con esta premisa. Ian Padrón fragmenta su trabajo en secuencias, haciendo un guillo al cine. Convoca a personajes que son arquetipos en la historia de este gran arte.

La letra es un exquisito texto de son tradicional cubano, permeado de picaresca, de humor, de insinuaciones que el realizador “dibuja” sin exacerbar los tonos de los personajes tipo. Una introducción y un cierre, un féretro que “no puede airearnos la fiesta”. De alguna manera toma de la tradición en México de celebrar el día de los muertos, es una suerte de vivir la vida, de vivirla con intensidad sin negar lo  “ceremonioso de una despedida”.

En una auto caravana caben todos: un luchador de Sumo, -interpretado por un bailarín de la Compañía Danza Voluminosa, la Caperucita Roja “una niña traviesa e ingenua”, una despampanante mujer de mirada seductora, un afro norteamericano del Bronx que “se rompe la oreja” con la música, un guajiro cubano “traído de la sierra”, un samurái interpretado por su padre -Juan Padrón- quién ha hecho otras actuaciones en anteriores filmes del joven realizador.

En el “carromato” caben otros arquetipos, una prostituta de los western encarnado por la actriz Blanca Rosa Blanco, que cada papel que asume se lo toma muy en serio, aunque sea para “unos segundos de nada”. No podría faltar a esta cita Chaplin, el Gran Charlot. Un Charlot burlón, estilizado, y poético, visionamos una ejemplar parodia del genio del cine universal “hecho a mano” por el actor Rigoberto Ferrera, quién desdobla pasajes de su filmografía.

Dentro de este “gran carricoche” del siglo XXI, se entremezclan los integrantes de Vocal Sampling. Un Árabe que el realizador podría haberlo tomado de Las mil y una noche, un charro de bigote potente y “desprendido”, un cura de sotana roja que “esconde” al director de Vocal Sampling y un motero -que sale de paso ante la cámara-, y que se ha unido al guateque.

El ritmo cadencioso de las voces y “los instrumentos” de Sampling, marca el tempo. Los actores personajes o personajes actores están de fiesta. La dramaturgia de video clip se asienta en cortes, Ian marcan las escenas con subtítulos “tomados de las anotaciones de su guión”. Nos recuerda que estamos viendo un filme, en la que singulares actores se divierten al compás de un tema “pegajoso”, a fin de cuentas: “a quién no le gustaría tener una fiesta con Charles Chaplin”.

La “película” evoluciona, en la introducción de este filme había un muerto que enterrar, el féretro nunca fue puesto al descubierto, los personajes de este filme han dejado la exhumación para última hora. Asistimos al entierro de una cámara antigua, que escenifica la metáfora de la muerte del cine, ese cine que “tantas veces hemos matado” y sigue eterno y perdurable. Chaplin toma su Handycam de video y filma la escena, la escena del despido, la escena del dolor. Ian Padrón traspala en Chaplin esta idea y es que en varias ocasiones a expresado que nunca dejará de hacer cine, que nunca dejará de contar historias.

Detrás de las cámaras hay una eficaz dirección de actores, también un acertado uso del vestuario y del maquillaje, imprescindible para trasmitirle a los espectadores, lo caricaturesco de cada uno de los que están en escena. En el apartado dirección de actores, Ian es comedido y centrado, le pide a cada uno de los integrantes de esta “fiesta” austeridad en la proyección escénica y contención en la configuración del personaje, no podemos olvidar que estamos ante una película clip. Padrón construye, -con acierto, los clichés de sus invitados.

Charlot se contornea, mueve la cintura y te invita a que participes en esta fiesta multicultural a ritmo de Son Cubano. Asómate a la ventana de tu casa, que el “carromato” espera por ti. A fin de cuentas el Son Cubano también se puede bailar “en un ladrillito”. Sobre Ian Padrón he de volver.

Lucas* Programa de la TV cubana dedicado a promover el video clip. Con igual nombre se desarrolla cada año un espacio competitivo para estimular la creación de este modo de realización audiovisual.

*Editor del blog: https://cinereverso.org

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El genocidio del hambre en dos miradas. Por: Octavio Fraga Guerra*

“Una película no cambia el mundo, pero si puede ser un faro para numerosas conciencias. Quienes ven al cine como un producto comercial se engañan aparatosamente. El cine forma parte del alma de la sociedad contemporánea. Las historias creadas con el único fin de ganar dinero y que se sujetan a moldes creados por corporaciones son tan fáciles de identificar como de olvidar”.

Agnès Varda

Datos recientes aportados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), dejan claro que 1.020 millones de personas sufren de hambre crónica en el mundo. Esta cifra dibuja un drama que a pesar de su frialdad, nos acerca a un mapa de brutales dimensiones. Si avistamos esta suma desde la fragmentación, el resultado es aún más demoledor: “cada día mueren de hambre 25 mil personas”. Estos datos tienen un ángulo más sensible, una brecha más difícil de digerir y entender, la respuesta no las da el director general de la FAO, Jacques Diouf, quien aseveró: “cada seis segundos muere un niño de hambre en el mundo y cada día 17.000 niños pierden la vida por no tener nada que comer”. Estas palabras fueron dichas en noviembre de 2009, en la última Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaría realizada en Roma, con la ausencia de los líderes de los países ricos.

Esta descomposición matemática, nos presenta la cartografía de un escenario que supera el detalle de una foto que tiene el don de congelar esa verdad como parte de muchas historias de vida. Con esa foto, tan solo visualizamos la grieta de un drama imparable que nos debe hacer reflexionar y nos debería hacer actuar ante la inmoralidad de su indetenible permanencia y es que estamos hablando de la vida de seres humanos, somos testigos de un genocidio silencioso. Ante este brutal flagelo, se impone repensar nuestra misión en este planeta que no los ha dado todo. Mientras esta suma asciende incontenible, el cine documental se pronuncia desde los más diversos ángulos.

Los filmes documentales que abordaré en este texto, les une dos principios: no hacer concesiones éticas y estéticas, perfilando un discurso con una clara convicción de desnudar cada uno de los vericuetos de esta hola mortal. Son sustanciales obras de autor que han dictaminado el genocidio del hambre desde dispares perspectivas, en la que sus autores asumen posturas más allá de la propia obra.

Una pieza de singular factura progresa desde el paralelismo de tres familias periféricas de la ciudad de Fortaleza en Brasil. Con Garapa (2009), José Padilha nos conduce al mundo de la pobreza extrema, al cobijo de la hambruna que se traduce en “planificar” cual día podríamos comer y cual no. Una lucha diaria, -a cuenta gotas-, en un contexto de precariedad. Desde la sociología audiovisual, acudimos al entorno de la insalubridad, al alcoholismo impregnado como práctica de vida, donde el amparo de la asistencia social y médica surca en un paralelismo de similitudes fotográficas.

Padilha en esta pieza confirma ser un realizador orgánico, durante poco más de un mes retrata cada ángulo de vida, le hace un guiño al cine documental norteamericano contemporáneo y sin transgredir los píxeles de la realidad, construye un diario que sabe conducir sin alterar el orden presente, sin romper o imponer la práctica de vida de personas que aceptaron participar de la magia del cine para poner de antesala una verdad incombustible. El marco de su trabajo respira desde ese blanco y negro que la fotografía ha dejado para la historia como una patina de documento, tan solo granula la imagen que enfatiza la arquitectura de su ensayo.

Los espacios cerrados son aprovechados por la curvatura de múltiples ángulos, que como pausas, construyen una narración que circula con fluidez para apostillar en la intencionalidad del autor fílmico. No hace falta el acostumbrado diálogo testimonio, -que está presente en cuidadas dosis-, los personajes hablan por si solos. El recorrido del equipo de realización termina dejando para  el arte final, auténticos retratos fílmicos que no escenifican una obra por encargo. Desde los fundamentos de la antropología audiovisual, marca una simbiosis que alterna entre el sentido de obra como documento y el acto de retratar la realidad sin alteraciones de su propia naturaleza.

La ausencia de música en este trabajo le da una mayor connotación documental. Garapa recoge los sonidos del entorno rural y periférico, de la marginalidad construida en fragmentos aislados y distantes. La banda sonora da luz al austero testimonio de sus corelatores, el arte del silencio participa como parte de un drama que lo arropa todo.

En la piel de la obra fílmica se escucha claramente la urgente necesidad de dignificar al ser humano y convertirlo en el centro y eje de nuestras vidas. El autor ha reiterado en varias ocasiones, en procurar que su obra sea utilizada como punto de partida para la discusión y el diálogo multiplicado.

Siguiendo el eje temático y los aportes del género al tema, debemos detenernos en el trabajo de la francesa Agnès Varda, con su ya clásico documental, Los espigadores y la espigadora (2000). La obra despunta con una arrancada histórica en torno al arte de espigar; juega -desde la entrevista y el monólogo-, en entonación de presente con personas que recogen “lo desechable” y alterna con obras de las artes plásticas en tono de pasado, despertando ese ejercicio de tradición y modernidad no en el sentido artístico o histórico que suele atribuírsele, desdibujando un paralelismo que sobrevive imperceptible. Empuña su cámara y se contornea en permanente mutación personaje-realizadora  y se nos presenta como otra espigadora que apuesta por tomar lo aprovechable.

Una modesta cámara digital, un diálogo fluido y respetuoso, indagador de costumbres que fueron oficio de antaño y hoy constituyen historias secundadas por personajes que asisten como furtivos actores, de los que espigar es una tradición perdida.

La Varda recorre el mapa de sus vidas, combinando un diálogo conversacional con encuadres que buscan el protagonismo de estos reubicados del gran juego del consumo. Establece una visión en la que anónimas historias se traspolan en historias de anónimos. Encara en primer plano los argumentos de cada uno de los que entrevista, en una figuración que va más allá de espigar.

Asistimos como testigos de privilegio, al esqueleto de personajes que “construyen sus vidas” sustentadas por los desechos de lo que otros dejan “a buen recaudo”. Desmenuza con actitud periodística los destinos de una cosecha, clasificada en aptas para el mercado y aptas para el desecho. Esta burda realidad implica que contorneados alimentos que no tengan el “noventa-sesenta-noventa” van a parar a su origen, convertidos en destino.

Sin embargo, la mirada incisiva de esta pieza fílmica no se regodea con el tema. Dos particulares historias merecen nuestra atención: un camionero que ha perdido el empleo deriva en toxicómano, consumidor habitual de bebidas alcohólicas, con esposa e hijos que lo han abandonado, viviendo en condiciones de precariedad e incertidumbre laboral.cheap viagra Sin embargo, este personaje nos invita a participar desde su propio testimonio y cotidiana andadura; en relación con los desechos que las grandes superficies dan como “no apto”, y arremete –desde su verba marginal-, por la inmoralidad de desechar los productos fuera de clasificación. Su tránsito por los contenedores es aprovechado por la realizadora que toma nota fílmica sobre los productos que espiga este actor-personaje, productos que aún están en perfecto estado y pasan a engrosar la fila de los depósitos de basura. El ángulo participativo de la cámara, es cómplice del personaje denotando el calado ético de la autora ante esta singular realidad. Otros personajes secundarios afloran en testimonios y escenifican su papel, legitimando una diversidad de matices.

Una gran carga de patatas es dejada a pocos metros de la Varda. Caprichos de la naturaleza en forma de corazón, de exageradas proporciones que son tomados por la cámara y en esa secuencia pasa de ser realizadora para asumir el rol de espigadora. La alucinación de las formas atrapa a la Varda, quien desde la intimidad de su casa nos vuelve a mostrar las proporciones de estas piezas.

Presenciamos un juego de humor, de mirada oblicua por la singularidad de los “desechos”, que lo serán en la medida que estos pensamientos persistan, que son –tan solo-, códigos construidos desde las trampas del mercado que nada tienen que ver con la ética. Cabe hacerse un par de preguntas: ¿Por qué una patata en forma de corazón no está apta para el mercado? ¿Qué sentido tiene que alimentos por ser de tal o más cual medida no son aptos para el consumo? Dejo esa reflexión a los espectadores; en cualquier caso tengo la certeza de que las conclusiones que podríamos sacar escapan de toda racionalidad y sentido común.

Algunos teóricos del cine documental afirman que cuando coexisten realizadores y actores sociales, donde uno de ellos representa al otro, sufre un desplazamiento. Sin embargo, la particular manera con que Agnès Varda asume esta hipótesis, logra una auténtica convivencia de partes involucradas.

La sobriedad de los planos, el diálogo enriquecedor y diverso de los testimonios, junto a la conjugación del verbo de la Varda, rompe toda duda como documental manipulado. La ética con que desarrolla este tema está legítimamente representada desde una narrativa retórica y una sólida argumentación. Un punto de vista mayor subyace en toda la película: la crítica ante la filosofía de mercado de las grandes superficies. Agnès Varda traza su discurso desde el refinamiento irónico presente como una lanza visceral y comprometida.

*Editor del blog: https://cinereverso.org

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(VIDEO) Documental: Ciberguerra

Ciclo de documentales: Las Razones de Cuba

C.A.U.M.  – Plaza de tirso de Molina 8, 1º Miércoles 22 de febrero de 2012  Hora: 19:30

Documental: Ciberguerra

Ponentes: Raimundo Pino. Representante en España del I.C.A.P. (Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos) y Daniel Horrillo  : Comité de Madrid por la liberación de los 5 cubanos pressos en los EE.UU.viagra onlinepor luchar contra el terrorismo.

Convoca:  Comité de Madrid por la Liberacción de los 5 cubanos presos en EE.UU. por luchar contra el terrorismo.

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