Textos prestados

El pensamiento sobre cine de Rufo Caballero

Rufo Caballero. Crítico, profesor y narrador cubano (1966-2011)

Por Ángel Pérez

La crítica no es ni una ciencia ni un arte, pero se parece a ambos. Al igual que estos, depende de las capacidades cognitivas; requiere imaginación y conocimiento; y se basa en actividades de resolución de problemas autorizadas por las instituciones. A mi juicio, la crítica debe considerarse como un arte práctico, algo así como tejer colchas o hacer muebles. Puesto que su principal producto es un fragmento de lenguaje, también es un arte retórico.

David Bordwell

El relieve que ostenta hoy la crítica cinematográfica, en tanto proceso comunicativo, es   consecuencia de un contexto donde el consumo audiovisual ha cobrado una importancia alarmante. Dicho consumo, por parte de sujetos que interactúan al interior de disímiles procesos sociales, ha modificado sustancialmente la lógica del cine. Comprender la diversidad de acontecimientos sobre los que se erige el discurso fílmico requiere la capacidad de analizar cómo las nuevas subjetividades integran la narrativa audiovisual, y cómo esta se transforma según inserta fenómenos particulares del paisaje cultural. Si la producción fílmica es resultado de un panorama tan complejo, donde se interrelacionan variadas posturas ideológicas —que extienden el campo cinematográfico más allá de sus perímetros—, entonces no puede existir un paradigma único de crítica; al contrario, debe manifestarse heterodoxa, en correspondencia con las dinámicas de los movimientos y conductas sociales.

Actualmente, la crítica “pasa por analizar los medios por los que las obras de arte reconocidas como tales ponen al descubierto ciertos aspectos de la condición humana en un tiempo y espacio específico, sus contradicciones y crisis, a fin de otorgar sentido a la existencia del crítico como forma de conciencia intelectual y moral”1. En Cuba, es posible que sea Rufo Caballero quien más haya contribuido a introducir una perspectiva analítica del hecho audiovisual que sobrevuela la investigación estrictamente estética, para estudiar implicaciones y asuntos concernientes a la cultura y la realidad contemporánea. Su pensamiento llegó a interesarse por materiales en los que se problematiza lo social, la ética o la política, donde puede verificarse el discurrir de la vida humana o se aborda la complejidad de las individualidades, como solía decir él mismo.

Acusado hasta el cansancio por sus detractores, frecuentó muchas veces la esfera metacrítica2 —incluso en aquellos trabajos donde el foco de atención estaba centrado en películas específicas— en un intento cuasi performático por explicar la naturaleza de su literatura. Con regularidad, sometía a examen el sistema de convenciones sobre los que descansa “el ejercicio del criterio”, pues entendía que

[…] nada es determinante en un crítico como el proceso de pensamiento, ese templo sumergido que argumenta el criterio. La valoración final nunca resulta tan importante como la riqueza de la interpretación cultural. Solo la inteligencia de la interpretación, la vastedad de la cultura que el análisis reúne, puede garantizar la calidad de un crítico. […] Nada resulta excitante como la construcción de ideas que sustenta una opinión. No es el vector del criterio lo que define la eficacia de un gesto crítico, sino la espesura y la reciedumbre lógica, el tectonismo que la sostiene.3

Su lógica de pensamiento fue polifuncional. La orientación de sus lecturas e interpretaciones, en tal o más cual sentido, se daba en la medida que el hecho artístico o cultural se lo exigía. Si se revisa detenidamente su obra, puede apreciarse la variedad de sentidos adoptados en dependencia de la publicación para la que escribiera. Las circunstancias en que se inserta la crítica definen sus funciones e influyen en la preponderancia o subordinación de alguna de ellas, máxime cuando cada una tiene carácter pragmático por sí misma. No obstante, ninguna determina el camino a seguir de un crítico. Como bien afirma Janusz Slawinski, “la especificidad de la crítica como forma distinta de acción cultural se basa ante todo en una característica unión de [sus] funciones”4, aun cuando el predominio de alguna de ellas incide en la variación del enunciado.

Las diferencias entre su texto “Veneno”5, por ejemplo, y “El discurso profundo. Las llaves de acceso a la enunciación y el placer de la crítica”6, con  independencia de la extensión y los propósitos de cada uno, evidencian cómo su autor se insertaba en la tríada creador- obra-público como hacedor de nuevas relaciones: decodifica el mensaje y edifica un plano de valores culturales favorable para aquellos interesados en un filme o grupo de ellos. Se percibe una preocupación real por el tipo de lector al que están dirigidos. Sin abandonar el estilo, se ajusta a intereses propiamente comunicativos; para él estaba claro que “el crítico ha de ser un especialista resuelto, solo que un especialista abocado a un acto de comunicación que debe tentar a un lector”7, pues “la voluntad crítica que no seduce suele declinar en un manualismo divulgativo”8. Sostenía de forma determinante: “La identidad escritural es un valor sin el cual no suele proceder la crítica”9.

Aun cuando la escritura para Rufo perfilaba cierta perspectiva de su poética crítica, no fue nunca una finalidad para él, se comportaba más bien como “posibilidad”. O sea, hacía uso de elementos literarios y lingüísticos, ya que entendía que “para el crítico cabal la obra es siempre abierta, campo  inacabado, paisaje de experimentación opcional. El auténtico texto […] provoca en el crítico una conmoción, un impacto autorizado que se expresa luego como otra construcción que respeta pero no mimetiza los caminos dramatúrgicos que el texto consumara”10. Para Roland Barthes, de quien el autor de Un hombre solo y una calle oscura…11 se declaraba deudor,

por un movimiento complementario, el crítico se vuelve, a su vez, escritor. […] Es escritor aquel para quien el lenguaje crea un problema, que siente su  profundidad, no su instrumentalidad o su belleza. Han pues nacido libros de crítica, ofreciéndose a la lectura según las mismas vías que la obra  propiamente literaria, aunque sus autores no sean, por status, sino críticos, y no escritores. Si la crítica nueva tiene alguna realidad, se halla, no en la unidad de sus métodos, […] sino en la soledad del acto crítico, afirmado en adelante, lejos de las coartadas de la ciencia o de las instituciones, como un acto de plena escritura.12

Con Anna María Guasch, Rufo sabía bien que el montaje entre “escritura literaria” e “imaginación interpretativa” auxilia en la búsqueda de significados y posibilita articular mejor los sentidos para alcanzar una verdad posible —relativa, operante, mas nunca definitiva—13. Consideraba la interpretación una vía para combinar y explorar las significaciones del cine, la cual no tiene por qué desatender las condicionantes sociales del discurso cinematográfico, al contrario, se sirve de ellas. La interpretación nunca es darle un sentido estático o definitivo a la obra, implica examinar “el plural” de que está hecha14. En varias ocasiones advirtió sobre la imposibilidad de que la lógica interna del arte nos revele alguna pista sobre “la verdad estética”, en caso de que dicha verdad exista. Entendía que el enunciado artístico debe juzgarse con herramientas que permitan comprender una época en la que el sujeto goza de una polifonía enriquecedora: evidente en la emisión pública de voces preteridas (gays, negros, religiosos, emigrantes, mujeres, entre otros).

Rufo se definía como un intérprete “que atiende a los índices que brindan los mecanismos analizadores; valga decir, los resortes que permiten la floración de lo manifiesto a partir de las revelaciones de lo latente”15. Afirmó, en más de una ocasión, que “la interpretación no solo traduce el sentido, sino que produce, o (re)produce, el sentido”. La misma Anna María Guasch apunta:

[…] en el proceso de búsqueda y, a veces, “creación” de significados, el crítico se vale de la imaginación, de los descubrimientos originales y sobre todo del lenguaje. […] Interpretar equivale entonces a ensamblar y dar sentido a los significados parciales que se descubren en el curso de esta búsqueda. Diferentes observadores y diferentes miradas críticas pueden asignar diferentes significados a las obras de arte.17

Si lo artístico ha sido invadido por la cotidianidad del ser humano, y viceversa, el ejercicio crítico se dirigirá inevitablemente hacia trabajos de carácter sociocultural. Esa representación “conscientemente política” —en el cine de contenidos relacionados con la vida social, sus conflictos y las alteraciones producidas por los mass media— está movilizando otra sensibilidad que la crítica ha incorporado a su foco de atención. Aunque no se refiere a la que se ejerce respecto al cine, Magaly Espinosa sostiene con lucidez y alcance generalizador que la crítica debe instalarse en contiendas de carácter socioestético, porque el arte de hoy encuentra su razón de ser en ese nudo de los sentidos procedente del multiculturalismo. Afirma que esta práctica, en medio de tales circunstancias, “exige un conocedor de arte, antropología, etnología, religiones populares, pero más que ello, un especialista de arte que pueda explicar la existencia en el campo cultural de un fenómeno creativo de naturaleza diversa”18.

A tono con lo anterior, Rufo utilizó la crítica de cine para intervenir en el amplio terreno de la cultura, en diversas esferas de lo real que le facilitaban  comprender la dinámica de la vida social y su gente. Precisamente en sus estudios de esa realidad sociocultural, en la que el cine constituye tan solo una parte —en su atención a los procesos artísticos y a los contextos de enunciación—, se ubica el valor cultural y el aporte más significativo arrojado por su producción intelectual. El propio Víctor Fowler, a propósito de Nadie es perfecto…, definía como lo mejor de Rufo “su carácter batallador, su claridad política, el hecho de utilizar la crítica de cine como instrumento para investigar la realidad, la idea de que la obra está construida por múltiples capas de significación [y haber señalado] la necesidad de que el crítico entienda los contextos dentro de los cuales se produce una obra”19.

El uso de un vector semiótico en las investigaciones del autor de Cine latinoamericano. Un pez que huye… es consecuencia directa de reconocer que el cine ha estado condicionado, modelado y codificado por la realidad extralingüística. Su atención a la construcción de esa realidad a través de los medios lo llevó a constatar que lo tenido por real es tal, en tanto representación y apropiación por el individuo, repasada y reformada en su sistema cognitivo, incorporada a su sistema de valores, supeditada a la historia y al contexto que lo circundan. “Saquen el Sol. La hiperrealidad como terrorismo; de sus indicios en el cine”20 y “La excusa. Semiosis, ideología y montaje en Buena Vista Social Club”21 —por solo mencionar dos ejemplos evidentes—, reafirman su inclinación a reflexionar sobre la representación como visión funcional del mundo que contribuye a pensar la trama de diversas prácticas culturales, como una presencia generalizada en la sociedad contemporánea, como una organización significante que depende de situaciones, escenarios, eventualidades e ideologías, y como un vehículo de interpretación del individuo y sus relaciones físico-espirituales.

Al menos desde los sesenta, las diferencias sexuales, étnicas, las costumbres y estilos de vida, salieron de un marco demasiado estrecho para complejizar y enriquecer la existencia humana. Se abrió un campo de reflexión preocupado por observar y describir los fenómenos ligados a estas transformaciones, que intentan disipar las diferencias maniqueas entre valores éticos, normas de conducta y posiciones políticas. Una mutación que ha tendido a la pluralización de las identidades y a un relativismo cultural que, a su vez, ha generado un eclecticismo de juicios en lo concerniente a la organización social. La teoría desarrollada por la posmodernidad movilizó una serie de lecturas en Rufo que llegaron a convertirse en centro de sus inquietudes intelectuales y le hicieron insertar su crítica en terrenos más amplios de la cultura.

Comentaba que:

La subjetividad lateral (que, sólo por convención se aparta de las prácticas identitarias de los centros discursivos) se afana en reconfigurar el mapa narrativo de la posmodernidad de acuerdo con el poliglotismo multicultural de los tiempos, y de ahí que el cine de las últimas décadas está preñado de múltiples olas de asentamiento discursivo para aquellas presuntas alteridades antes preteridas o subsumidas en la primacía racista de lo abiertamente disyuntivo […].22

Advirtió que la distribución de filmes “que suelen potenciar a unos personajes que en el fondo ven como perdedores naturales”23, estaba induciendo a una pérdida en el nivel de las relaciones sociales, lo cual evidencia una visión del mundo que no entiende que “a la gente se le valora por su grado de contribución social, por su desprendimiento y sentido de la solidaridad, y no por cuestiones secundarias como la orientación sexual, o el color de la piel”24. La sintaxis de la contemporaneidad ha problematizado nuestro sistema de valores: piénsese en la fisonomía de las periferias y marginalidades, en el otro, ausente en las estructuras del paradigma universal de cultura, ahora reciclado como parte imprescindible de lo social. Por motivos como este, Rufo se enfocaba en desentrañar la manera en que el audiovisual era afectado por ello y cómo, en consecuencia, hacía participar esas contingencias de su lenguaje.

La aparición de un cine crítico, interesado en reflexionar en torno a estas mutaciones al interior de la cultura, supone una mirada calificada para revelar las posiciones ideológicas que encierran las formas artísticas y descalificar la ortodoxia de determinadas categorías25. Más de un trabajo dedicó Rufo a llamar la atención sobre la capacidad mediadora del audiovisual. En general, se inclinó hacia la indagación de una sociedad mediatizada en la que el cine se incorpora con una incidencia decisiva en los públicos, para quienes los filmes se han vuelto una forma de conocimiento socialmente aceptado. Las estrategias críticas no deben identificarse con los sistemas de valores o con las matrices ideológicas que las producen, y a los cuales se dirigen; ellas se deben a “su capacidad para intervenir la trama de codificaciones de sentido”26.

Lágrimas en la lluvia. Dos décadas de un pensamiento sobre cine (1987-2007) Rufo Caballero (Ediciones ICAIC, Letras Cubanas, 2008)

La crítica cinematográfica más apremiante de Rufo pretendía desmontar ese trazado en consonancia con cierto posmodernismo que postula como modelo de crítica una práctica “des-constructiva” que cuestiona

[…] el sistema de referencias que una determinada formación social y cultural impone como paradigma de legitimidad, sometiendo a desmontaje interpretativo el secreto operacional de sus fórmulas más recónditas; poniendo en crisis su lógica simbólica a través de las articulaciones más encubiertas; presionando sobre el sentido ahí donde cada mensaje urde su trama más fina de bloqueos, coerciones y censuras.27

En su afán por desmontar el sistema de ideas que movía el documental Buena Vista Social Club (Win Wenders, 1999), afirmó que “el estereotipo puede ser real, el posmodernismo ha evidenciado que lo estereotípico parte a menudo de una probada recurrencia; pero no es la realidad. Sin embargo, Buena Vista… lo dimensiona hasta la condición extática de la hiperrealidad”28. Y agregaba además:

En pleno apogeo del multiculturalismo y la formal admisión de un políglota tejido de subjetividades, el mundo aplaude una nadería como Buena Vista Social Club. Puro simulacro. Slavoj Zizek recircularía, a propósito de este documental, el sabio concepto marcuseano de la “tolerancia represiva”, cuando “el racismo posmoderno contemporáneo es el síntoma del capitalismo tardío multiculturalista, y echa luz sobre la contradicción propia del proyecto ideológico liberal-democrático. La “tolerancia” liberal excusa al Otro folclórico […]. Uno se ve tentado aquí a reactualizar la vieja noción marcuseana de “tolerancia represiva”, considerándola ahora como la tolerancia del Otro en su forma aséptica, benigna, lo que forcluye29 la dimensión de lo Real del goce del Otro”.30

El contexto de la globalización ha incidido en las demarcaciones del cine, al nivelar y normalizar el consumo de imágenes según modelos informativos y comunicacionales. Como derivación de esta problemática, Rufo integró a su quehacer los aportes de los Estudios visuales, convencido de la necesidad de someter la textualidad cinematográfica a una serie de exámenes y revisiones en sus variados procesos de tecnologización, distribución y circulación, sin jerarquizar la procedencia de las imágenes. En la actualidad, esa presencia desenfrenada de la imagen es resultado de un mundo donde la comunicación mediática sustituye lo real por los símbolos provenientes de las pantallas y las redes informacionales: los Estudios visuales proporcionan herramientas para explorar la dimensión que implantan estas formas de lo visible en nuestras organizaciones habituales del sentido31.

Rufo buscaba una pauta diferenciadora capaz de subvertir las organizaciones hegemónicas en el uso de las imágenes. Su interés por un cine que se enfrentase al tejido de lo real con una mirada y una imaginación crítica, preocupado por las fracturas de la cotidianeidad y las convivencias del sujeto, le hizo extender sus análisis a la totalidad de la cultura, lo que constituye, sin duda alguna, una considerable contribución a nuestra crítica cinematográfica. Sus exploraciones del mundo simbólico de las subjetividades laterales y su revisión de los diferentes modos de lo cultural en el cine y el arte en general, “desde las tensiones […] entre lo simbólico y lo institucional, lo histórico y lo formal, lo antropológico y lo estético […], la formalización de los sistemas de signos y la conciencia práctica de las relaciones sociales”32, son algunos de los aspectos más productivos de su legado.

Sumó a su discurso los saberes provenientes de culturas populares y movimientos emergentes, de grupos subalternos, de la crítica feminista, de la antropología, entre otros, para interrelacionar la construcción de objetos y la formación de sujetos, a partir de múltiples estrategias de conocimiento vinculadas a transformaciones sociales y al intercambio de valores. Traspasó los marcos del esteticismo para insertar la red simbólica de lo cultural —lo masivo y lo popular, los medios de comunicación y las diferencias étnicas o sexuales—, lo cual le permitía ampliar su análisis al margen de la calidad estético-formal del filme. Indagó en problemas relativos a la lógica de la información, con énfasis en el consumo de bienes simbólicos y las transformaciones del paisaje democrático de las masas, el uso de la política y las identidades de las minorías.

Visibilizar sus aportes al entendimiento de la movilidad cívica, más allá de los límites de la creación artística, requiere advertir que su interés por interpretar la sociedad a través del arte se sistematizó como método empírico y transdisciplinario de aproximación a los fenómenos sociales desde una perspectiva estética. Este constituyó un enfoque esencial que se entiende, además, como el examen de las configuraciones y articulaciones de la cultura, una reflexión en torno al sujeto y sus prácticas sociales, un programa analítico que busca identificar y precisar los rasgos de la forma y el contenido de los textos culturales en su discursividad social, para someterlos a juicios valorativos.

Según Arthur Danto, “la obra de arte tiene algo urgente que comunicar”; interesado en el tipo de arte con el que pudiera plantearse “algún tipo de reflexión culturalmente importante —ante la comprensión del cual nos ayude a entendernos a nosotros mismos como parte de una misma cultura”33. En tal sentido, llamar la atención sobre la propensión de Rufo al análisis de lo  sociocultural facilita comprender la dimensión dialógica del cine, la complejidad de la cultura contemporánea, y además advierte sobre los alcances de nuestra crítica de cine, al atender expresiones estructuradas por la resonancia de lo real. Hay quienes piensan que lo mejor de este contradictorio crítico fue su autoría, o sea, la identidad estético-literaria de su escritura. Sus seductores ejercicios poscríticos. Quizás él mismo se inclinó en ese sentido, o más bien hacia la cohesión dada entre subjetividad relatora y “continuidad interpretativa”, convencido de que el valor real, o lo tenido por tal, se halla solo en la confluencia de sus estrategias. Con todo, terminó sus días con un volumen de cuentos34, que en buena lid fue la consumación de cuanto estuvo buscando por años: la relación exacta entre creación estrictamente literaria y crítica de cine. Ahí continuaba un ansia que fue savia de su visión del mundo: la necesidad de comprender, en parte al menos, los hilos que urden y manejan la existencia, la conducta, las emociones y los sentimientos humanos.

Notas

1 Pilar Bonet, “La crítica de arte y su difusión”, Anna María Guasch (comp.), La crítica de arte. Historia, teoría y praxis, Ediciones Serbal, Barcelona, 2003, p. 293.

2 Es necesario dejar sentado que, como explica Janusz Slawinski, entre el enunciado crítico caracterizado por la demostratividad metacrítica y aquel donde aparentemente esta se ausenta, no existe una diferencia “genérica”, hay solo una diferencia de orden jerárquico en el marco de un conjunto de funciones. Véase: Janusz Slawinski, “Las funciones de la crítica literaria”, Criterios, La Habana, no. 32, julio-diciembre 1994, pp. 233-253.

3 Rufo Caballero, “Cuando se desnuda un crítico”, Lágrimas en la lluvia. Dos décadas de un pensamiento sobre cine, Ediciones ICAIC/Letras Cubanas, La Habana, 2008, p. 350.

4 Janusz Slawinski, ob. cit., p. 241.

5 Rufo Caballero, “Veneno”, Nadie es perfecto. Críticas de cine, Editorial Arte y Literatura/Ediciones ICAIC, La Habana, 2010, pp. 39-41.

6 Rufo Caballero, “El discurso profundo. Las llaves de acceso a la enunciación y el placer de la crítica”, Lágrimas en la lluvia…, ob. cit., pp. 151-167.

7 Rufo Caballero, “Con odio y con amor, como un hombre. Sentido y placer del crítico (cubano)”, La Gaceta de Cuba, no. 1, La Habana, enero-febrero, 2000, p. 6.

8 Ídem, p. 3.

9 Ídem, p. 5.

10 Ídem, p. 6.

11 Rufo Caballero, Un hombre solo y una calle oscura. Los roles de género en el cine negro, Ediciones Unión, 2005.

12 Roland Barthes, Crítica y verdad, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1972, p. 48. En Rufo se ve cómo la crítica también erige valores estéticos que pueden servir de modelo para realizaciones literarias. Su trabajo incidió en que las interconexiones y el diálogo entre el texto crítico y la obra de arte fueran más dialécticas. Un ejemplo lo tenemos en su libro Seduciendo a un extraño. Historias de cine vueltas a contar, Ediciones ICAIC, La Habana, 2010. Ahí las interferencias genéricas se perciben en la epidermis misma de la escritura.

13 Véase: Anna María Guasch, ob. cit., p. 221.

14 Véase: Roland Barthes, S/Z, Siglo XXI Editores, S.A., México, 1980, pp. 1-12 y Crítica y verdad, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, pp. 74-75.

15 Rufo define analizador como “aquel factor emergente de una situación que denuncia el contenido latente en la misma”. Nadie es perfecto…, ob. cit., p. 117.

16 Ídem., p. 118.

17 Anna María Guasch, ob. cit., p. 221.

18 Véase: Magaly Espinosa Delgado, “Estudios Culturales y multiculturalismo: el campo expandido de la crítica de arte”, Arte Cubano, no. 1,

La Habana, 2005, p. 79.

19 Víctor Fowler, “La paz del mundo… (Rufo no está)”, Cine Cubano, no.

179, enero-marzo de 2011, p. 83. (Cursivas añadidas).

20 Rufo Caballero, “Saquen el Sol. La hiperrealidad como terrorismo; de sus indicios en el cine”, Lágrimas en la lluvia…, ob. cit., pp. 168-175.

21 Rufo Caballero, “La excusa. Semiosis, ideología y montaje en Buena Vista Social Club”, Lágrimas en la lluvia…, ob. cit., pp. 228-242.

22 Rufo Caballero, Sedición en la pasarela. Cómo narra el cine posmoderno, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2001, pp. 156-157.

23 Rufo Caballero, “Sí, un verdadero escándalo”, Nadie es perfecto…, ob. cit., p. 27.

24 Ídem., p. 27.

25 Véase: Nelly Richard, “De la rebeldía anarquizante al desmontaje ideológico (Crítica y Poder)”, Campos cruzados. Crítica cultural, latinoamericanismo y saberes al borde, Fondo Editorial Casa de las Américas/Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2009.

26 Ídem., p. 187.

27 Ídem., p. 188.

28 Rufo Caballero, Lágrimas en la lluvia…, ob. cit., p. 231.

29 Forcluir, es un término introducido en el psicoanálisis por Jacques Lacan. Se refiere a la ruptura que se produce en una cadena de significantes de determinado individuo cuando padece psicosis. Quiere esto decir que se elimina un significante fundamental del universo simbólico de alguien. Después, el propio Lacan, y Slavoj Žižek y Fredric Jameson lo han empleado en sus estudios dentro del espacio más amplio de la cultura, que es el sentido en que Rufo la utiliza en esta cita.

30 Rufo Caballero, Lágrimas en la lluvia…, ob. cit., p. 241.

31 Véanse: Nelly Richard, “Estudios visuales, políticas de la mirada y crítica de las imágenes”, ob. cit. y Armand Mattelart y Érik Neveu, Introducción a los Estudios Culturales, Ediciones Paidós Ibérica, S. A., Barcelona, 2004.

32 Nelly Richard, “Globalización académica, estudios culturales y crítica latinoamericana”, ob. cit., p. 248.

33 Arthur Danto, “La crítica de arte en la modernidad y la posmodernidad” (entrevista de Anna María Guasch), Artecubano, no. 1, La Habana, 2005, p. 70-72.

34 Rufo Caballero, Seduciendo a un extraño. Historias de cine vueltas a contar, Ediciones ICAIC, La Habana, 2010.

Tomado de la Revista Revolución y Cultura No 1 enero-febrero 2018: http://ryc.cult.cu

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“Porque odiamos al comunismo y los comunistas”

“Se nos inculca la competitividad, tener éxito y acumular riquezas, no importa la manera de lograrlo”. Cartón de Ramses Morales Izquierdo (Cuba)

Por Marcos Roitman Rosenmann

Nuestro mundo gira en torno a los valores culturales del capitalismo. Nada es neutral ni equidistante. Se nos inculca la competitividad, tener éxito y acumular riquezas, no importa la manera de lograrlo. La propiedad privada cala hasta los huesos. Deseamos ser Rico McPato, el personaje de Walt Disney nadando en un mar de oro, monedas y brillantes.

¿Ficción? Nuestro mundo es caricatura del cómic. Nos moldean individualistas, avaros, calculadores, mentirosos. Es adoctrinamiento y socialización cultural. Despreciamos al pobre, lo degradamos, lo deshumanizamos. Tienen lo que se merecen. La pobreza siempre ha existido, se afirma. Luchar contra ella es ir contra natura. Por eso reivindicar la democracia es un asunto de pobres. Mejor ser socios de ONG y apoyar causas humanitarias, ser solidarios, practicar la piedad. Las avenidas, edificios, toman el nombre de mecenas, filántropos y héroes. Prohombres que donan millones de dólares para investigaciones científicas, otorgan becas, financian maquinaria para diagnósticos médicos y sus obras de arte se exhiben en museos. La lista es interminable, pero logran su objetivo: el reconocimiento de las mayorías sociales. No nos preguntamos sobre el origen de sus fortunas. Lo remitimos a la suerte. Son personas visionarias, han comenzado de cero y aprovechado sus oportunidades. Todos podemos ser Rockefeller, Amancio Ortega, Slim o Bill Gates. Es cuestión de ser emprendedores, luego vendrá el éxito. ¿Alguien menciona las relaciones sociales de explotación? La respuesta es simple, la explotación no existe. Dicha afirmación se graba a fuego en nuestras mentes. Con trabajar duro, ahorrar y estar en el sitio adecuado en el momento oportuno es suficiente. Cómo no desear coches de lujo, yates, un avión privado, servicio doméstico, casas principescas, en fin, todo lo que ofrece el mundo de las mercancías. Sean cosas o personas. Vivir a cuerpo de rey es lícito, rechazarlo es hipocresía. Tener y no exponerlo es de tontos, hay que ostentar. Pasar a la historia con el nombre escrito en oro no menos que construir un panteón donde nuestros huesos sean venerados y visitados en procesión es comprar la eternidad.

Pensamos que la pobreza y el fracaso es una inadecuación al mercado. Incluso la sociología y la biología se han unido en un matrimonio de conveniencia para crear la sociobiología. Genes egoístas capaces de someter a sus alelos altruistas en un mundo donde el más listo se lleva el gato al agua. Está en los genes y no hay posibilidad de alterar el ADN. El mundo al revés. Se impone la visión hobbesiana predadora, donde el hombre es un lobo para el otro hombre. Pero las manadas de lobos, como especie social cooperan, no se explotan, mantienen una división social del trabajo, de lo contrario se extinguirían. No hay especie social competitiva inter pares. Es la mayor mentira atribuida a Darwin.

Nada está exento de significado político. Arte, literatura, cine, lenguaje, moda, estética, sexo, familia, el hambre, los gustos, las emociones, las maneras de amar y odiar. Pero es la producción del miedo la base para fomentar el anticomunismo. Desde que nacemos se inculca y adoctrina para reconocer al enemigo: el comunismo, que se presenta con diferentes caretas. Demócratas, socialistas, marxistas, en definitiva comunistas. Se cuelan en la escuela, el trabajo, incluso se presentan como amigos. Pero tienen un objetivo: convertirnos en autómatas, quitarnos nuestras propiedades y esclavizarnos. Ideología disolvente de la familia, la propiedad privada y la moral católica. Para los comunistas somos un número, de allí su identificación con el nazismo y la solución final. Todos los miedos se engloban en el comunismo.

Ser anticomunista no es problema, es lo propio de un sistema educativo para aborrecerlo. En los medios de comunicación social, en la literatura, el cine, los dibujos animados podemos preguntarnos: ¿Quiénes salvan la civilización? ¿Qué espías tienen licencia para matar? La raíz del mal, el comunismo camuflado en los deseos de justicia social, igualdad y dignidad. Incluso los extraterrestres, cuando atacan la tierra siempre eligen la Casa Blanca y Estados Unidos como objetivo. El resto del planeta no existe, Su GPS está conectado a Google Maps.

Los comunistas son despiadados, manipuladores, no sienten ni padecen. Ser anticomunista no requiere pensar, sólo practicar lo aprendido machaconamente durante años. Por el contrario, ser demócrata, comunista, socialista o marxista requiere pensar, nadar contracorriente. Es un acto de conciencia y reflexión crítica. Justamente lo que esta sociedad persigue y criminaliza. Vivir en la ignorancia es conseguir el nirvana. Sea positivo. Mañana será millonario. No cuestione el orden natural de las cosas. La tierra es plana y el capitalismo justo y equitativo. No se deje seducir por falsos ídolos. Trump, Bolsonaro, Macri, Piñera, Pinochet, Thatcher, Videla y Somoza, entre otros, son buena gente, tienen en común ser anticomunistas. ¡Entregue su alma y si le piden el voto, también!

Tomado de: https://www.jornada.com.mx

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La duda es un arma cargada de futuro

Dino (Grecia)

Por Juan Alberto Sánchez Marín

Economía, política y medios: la temible trilogía del poder. Tres bienaventuranzas huecas y un solo mal verdadero: el orden que trastoca los perímetros que jerarquiza. La doctrina que vuelve espurio lo que toca. Apenas, acaso, aprovecha la capacidad de personas y sociedades para diseccionar con bisturí los peculiares relatos del poder e identificar sin lupa los códigos de cada narrativa política y mediática.

Las ilusiones totalitarias del capitalismo, al final del siglo XX, se convirtieron muy pronto en pesadillas de exterminio, negación, racismo y miseria. La gloria apenas fue gloriosa para unos pocos, y, en cambio, fue una angustia para las extensas y crecientes franjas de población de los países desarrollados, clases medias en declive, clases bajas siempre abajo. Y, claro está, fue un suplicio para los excluidos habitantes de los países periféricos.

En el remate de feria global, los grandes medios de los grandes capitales jugaron un papel central. Ellos impulsaron todos y cada uno de aquellos eventos ambulantes de la plutocracia poseedora y poseída: el filosófico (la posmodernidad), el ideológico (la debacle del comunismo), el histórico (el fin de una historia sin fin), el económico (capitalismo a sus anchas, neoliberalismo lanza en ristre) y el político (el gobierno específico de unos cuantos pillos como la democracia ideal).

Indisociables

Esos medios siguen jugando un papel decisivo en el desespero social consecuente, el del presente, fortalecido con la eclosión digital, internet y las demás tecnologías magníficas y escalofriantes que alientan los odios de unos contra otros, exacerban miedos y prejuicios, o tientan con las salidas de emergencia que dan hacia los regímenes abusivos y dictatoriales de la ultraderecha, de Trump y sus cómplices a Bolsonaro y los suyos, por ejemplo.

Thomas Piketty (2013), el economista francés de moda hace un lustro, incluye a los medios de comunicación como uno de los sectores (junto a la educación, la salud y la cultura) en que las principales estructuras de organización y propiedad que algún día no tendrán mucho que ver “con los paradigmas polares del capital puramente privado (como el modelo de la sociedad por acciones, totalmente en manos de sus accionistas) o del capital puramente público (con una lógica igualmente top down (de arriba hacia abajo) en cuyo caso el gobierno decide soberanamente qué inversión hacer)”.

Las formas organizativas y de capital que conjugan en distintos grados ambos “paradigmas polares” han sido un ejercicio del neoliberalismo, y son el primer paso para la desregulación absoluta o el modelado de empresas que, antes que mixtas, son un mixtifori. Trucos del establecimiento, y de la autocracia corporativa y financiera como cuerpo tangible de la democracia invariablemente en ciernes.

De seguro, como sostiene Piketty, emergerán después nuevos tipos de organización y gobernanza. Incluso, aceptémoslo, probablemente irrumpirán nuevas formas de intervención colectiva y quizás llegue a existir una verdadera transparencia contable y financiera. Pero trabajoso que eso de por sí se traduzca en transparencia económica y control democrático del capital, como lo señala hacia el final de El capital en el siglo XXI.

No, mientras las políticas estatales y la orientación de esos sectores mencionados continúen a cargo de quienes defienden a capa y espada (es decir, a sueldo jugoso) los intereses del capitalismo que deberían controlar. Las puertas giratorias en la cúspide. Cuando el problema es consustancial, ni las transformaciones más significativas dejan de ser accesorias.

Jamás, en tanto que los grandes medios, las extendidas redes y las tecnologías en permanente progreso no construyan las otras historias necesarias (a las que se refiere Chimamanda Ngozi Adichie), sino las realidades paralelas que equivocan el rumbo de las sociedades. Sobre todo, cuando éstas se las creen a fe ciega y las habitan de por vida.

Lo constatable es que las élites en Occidente, desde la Antigua Grecia, hace dos milenios y medio, mantienen a la democracia representativa en cintura, así como a sus derivaciones y armonizaciones fatídicas, gracias al control de los cargos gubernamentales y a los puntales mafiosos del chantaje, la dependencia, la cohesión arriba y la escisión de pueblos y ciudadanos de abajo.

Es claro que las evoluciones económica y política son indisociables. Fue así en los siglos precedentes, lo será hasta quién sabe cuándo. Y, desde hace algunos años y con un ímpetu en ascenso, otro componente aparece coligado: el mediático. El trípode del poder donde los elementos son ya indisolubles y actúan al unísono en la configuración del mundo desequilibrado que ocupamos, y que no tiene nada de ficticio.

Inventores

Los opresores han inventado el conjunto de los mecanismos de dominación y los imperios. La Historia indica que lo han hecho relativamente bien, pero, también, es concluyente al mostrar que todos, con sus mandos, ejércitos, riquezas, colonizaciones, atrocidades, en fin, cuentan con término fijo, y que a mayor convencimiento de la perpetuidad imperial más raudo se arrima el declive. El imperio de mil años de los nazis duró doce.

Las guerras, el clima, las pestes, las deudas acumuladas, los excesos fiscales, por supuesto, son factores que contribuyen al ocaso, pero ninguna calamidad tan definitiva como la tranquilidad. La Roma Eterna no se vino abajo con los alaridos ni el saqueo del bárbaro visigodo Alarico porque ya llevaba buen tiempo en tierra. El hundimiento acompañó las triunfales celebraciones de guerras que no se ganaban, las hondas desigualdades sociales que nadie atendía, y las agudas y continuas depresiones financieras parecidas a las especulaciones de bolsa recientes.

Los opresores fraguan los artilugios con los cuales proyectan el poder, y ni unos ni otros son ciertos. El chamán se hizo guía imprescindible ingeniándoselas para hacerle creer a la tribu que domeñaba las fuerzas de la naturaleza; el Áyax griego echó mano de dioses olímpicos y héroes legendarios para convencer a los esquivos súbditos reales de su reinado sobre reyes; el liberal inundó la democracia con instituciones y discursos políticos, y así le dio cuerpo al vocablo y pudo prescindir de la significación. Un “lenguaje sin sentido”, sentenció rotundo el inglés Thomas Hobbes (1651) en su Leviatán.

Los poderes de nuestro tiempo, ¿cómo no iban a convencernos de que el pacto a hurtadillas entre unos pocos cretinos de tres o cuatro países desarrollados es el consenso internacional válido y pleno? O ¿cómo no van a hacernos creer que la arquitectura financiera global no es su señorío y que casi la totalidad (menos el uno por ciento, obviamente, que son ellos) de los habitantes insulares y de tierra firme no somos los esclavos de su plantación monetaria?

Guión de hierro

Desfilamos por la cuerda floja de la incertidumbre, interpuestos entre la particular “pasión por lo real” de Badiou (1999) y el inexorable “desierto de lo real” de Žižek (2002). Nos debatimos entre la intimidad anodina del cuarto aislado y la socialidad insustancial de los entornos virtuales. Negamos la pertenencia a la calle ruidosa, y en la impertinencia no hay reafirmación. Somos libertades figuradas en los universos informáticos, que tantas veces no son sino mundos reflejos de la particular calle ruidosa que nos circunda.

Del colectivo global a la colectividad local, la libertad deambula premeditada; la inteligencia es excesivamente correcta; la imaginación como otra imaginería del sentido común. En la convergencia de inquietudes uniformes va lijándose la realidad y logra el acabado lustroso, que deslumbra y, simultáneamente, nos desorienta.

Los contenidos disfrazan la intensa persuasión. Las argumentaciones rebosan de cifras inexactas y datos tendenciosos, citas erróneas, alusiones incorrectas, descréditos adrede. Una vez hubo espacios con identidad propia y géneros definidos: el noticiario contenía noticias; el debate fue la controversia; la telenovela era el melodrama.

De los Lumière, Flaherty o Dziga Vértov a Chris Marker, Agnès Varda o Santiago Álvarez, el documental gravitaba con cierta entereza en torno a lo que veía el ojo de la cámara, al menos, más que sobre lo inexistente. Ya ni los formalismos son requeridos.

El entretenimiento suscita apegos, con sus cánones de cajón nos atrae. Las primicias de folletín activan la sugestión social que les parece. Abundan los juicios de valor sin ton ni son. La verosimilitud del discurso se ajusta y raciona para una audiencia predispuesta a admitirlo sin chistar desde la guardería.

No acogerlo implicaría esa provocante forma del coraje que es el pensamiento crítico. “Incluso una opinión es una especie de acción” (Greene, 1955), reflexiona el personaje narrador de El americano impasible, periodista por lo demás. Manifestarse, que es resistir y rebatir, o sea, actuar, que es enfrentar. Y duele la caída desde el delirio pensado como el Paraíso: la comodidad del desentendido puesta en apuros por el revuelo de conocer, es decir, de preguntar, y, en el perfil violento, de dudar.

Algo que no se aviene con la estética residual de farándula en que vivimos; los héroes, malvados, y sólo el antihéroe tal vez nos redimirá. Todos como parte de una puesta en escena que no acaba, en la que el guión de los hechos por ocurrir es de hierro.

Otras voces, otros ámbitos

Por eso es debido y valioso el surgimiento de otras posibilidades, distintas miradas desde nuevos miradores; contrastar la vista monocroma, contrarrestar la visión vuelta división. Porque no se trata únicamente del falso sentido o de la exposición sin contexto, la imagen alterada o la voz que alguien distorsionó, sino de la misma cotidianidad descompuesta, que se asume, en lo superficial, como auténtica, y, en lo esencial y más peligroso, como incuestionable.

Hablamos de una subsistencia mediocre, mezquina, aún más grave, asumida a gusto, o con resignación o indiferencia, por las sociedades lesionadas y por los propios individuos que habrán de ser inmolados. Cuando eso pasa, y pasa más de lo que creemos, la historia contada por los vencedores no se revisa, las tesis carecen de antítesis. Los criminales prominentes se ajustan a la ley. La especulación es concluyente; la evidencia, circunstancial.

Olvidémonos de la independencia de los medios independientes. No pueden serlo si le apuntan de manera sensata a la confrontación del discurso hegemónico. Son dependientes de postulados atípicos, pero elementales, que se llaman equidad, justicia, honestidad. Nunca de sus entornos simulados.

Descreamos de la objetividad, ese mito urbano flemáticamente anglosajón que el periodismo estadounidense volvió obsesión matemática; las universidades, una tontería, y los medios criollos otra hipocresía. Y que ahora sólo es una más de las piezas de la trampa.

Dejemos de lado la idea de que los medios alternativos son alternativos. Difieren los medios dominantes, que, además, son burdos e irrelevantes. La comunicación sustancialmente poderosa yace tumbada al sol en las barriadas, las comunidades, los pueblos, con sus jergas, potencias y atrevimientos. Por eso se la teme tanto; por lo mismo es negada, fragmentada: incomunicada.

Los medios al servicio de las supremacías de élite, aunque apuntalados por avanzadas tecnologías e innegables capacidades de penetración, advierten la fragilidad, y en el principal pertrecho radica a la vez su mayor carencia: la falacia.

Los grandes medios mienten porque lo requieren. No son los instrumentos de comunicación que dicen ser ni detentan el fin social que según las ilusas jurisprudencias deberían tener. Demandan la mentira porque son el flanco de intereses influyentes. La desmesura encierra un anuncio; una serenidad intensifica la propaganda.

Están comprometidos con tejemanejes financieros, monetarios, comerciales, estratégicos y geoestratégicos, políticos y geopolíticos, y se hayan supeditados a lógicas subyacentes de control y manipulación. Son un compartimiento más del armazón carcomido del sistema.

Del Sur

La seriedad pretendida no se encara con lo que se le parezca ni el cuento de la objetividad con terceros engaños; tampoco se contrarresta la imparcialidad del impostor con la prédica fervorosa ni los alegatos. Ante ninguna de las tretas sirve de algo la verdad, que, como cualquier afirmación, lleva implícita su negativa.

Apenas, acaso, aprovecha la capacidad de personas y sociedades para diseccionar con bisturí los peculiares relatos del poder e identificar sin lupa los códigos de cada narrativa política y mediática. Hay que interpretar lo que sobreviene y los trasfondos: el carácter, los puntales y ataduras del suceso. Luego, despuntará la disposición (las actitudes) para transformarlo. No pueden echarse las advertencias de Marx a un lado.

Economía, política y medios: la temible trilogía del poder. Tres bienaventuranzas huecas y un solo mal verdadero: el orden que trastoca los perímetros que jerarquiza. La doctrina que vuelve espurio lo que toca.

Entre la ecuanimidad remedada y la coherencia en remiendos se tornan imprescindibles las palabras exentas de gallardetes corporativos, la comunicación sin banderines de enganche: una expresión colectiva y popular, contraria y contendiente, avezada para desconfiar de la certeza que se reitera, pero dispuesta a darle la cara a la esperanza sin mistificaciones.

Un mundo raro en el que no encantan las hadas, sino las dudas, sobre lo que se oye y ve, se profesa y aprende. Otra región transparente, no tan definida como el alto valle metafísico de Anáhuac por el cual preguntaba don Alfonso Reyes (1953). Pero, al fin y al cabo, lo respondió Carlos Fuentes (1958), su compatriota y prosélito: “Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire”.

Otra más en medio de las insuficientes que se resisten a las ambiciones imperiales, las cargas coloniales, la depredación estadounidense, donde no dejarán de ser factibles las aldeas “con casas de paredes de espejo” soñadas una vez por José Arcadio Buendía (García Márquez, 1967), y que ya hoy habitamos en la “resonancia sobrenatural” del Sur.

Tomado de: http://estrategia.la

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Sergio Vitier… De cierta manera

Sergio Vitier. Compositor y guitarrista. (La Habana, 1948-2016)

Por Rosa Marquetti

Era 1974 y una cineasta cubana, negra, joven, dejaba inconclusa su ópera prima como directora y guionista: el primer largometraje de ficción realizado en la Isla por una mujer. Sin que Sara Gómez Yera llegara a saberlo, De cierta manera pasaría a la historia de la cinematografía cubana como uno de sus grandes clásicos y marcaría un momento singular: el abordaje de situaciones y conflictos que, a nivel humano en las capas más desfavorecidas de la sociedad, traían aparejados los cambios políticos y sociales de enero de 1959.

Ese mismo año, otro joven, compositor y guitarrista, realizaría su décimo trabajo para el cine cubano. La música de ocho documentales y un corto de animación había salido antes de su creatividad. Se inició en 1970 componiendo la banda sonora para el dibujo animado F-1, de Hernán Henríquez, y el documental Mantenimiento técnico planificado, del director Luis M. López. Ya entonces se destacaba su excelente labor como compositor e instrumentista en los documentales Girón, de Manuel Herrera, y Nosotros en el Cuyaguateje, de Nicolás Guillén Landrián, ambos de 1972. En los años por venir asistiríamos a una eclosión creativa en su labor para el cine. Su nombre quedaría asociado a piezas memorables de la cinematografía cubana como El Brigadista (Octavio Cortázar, 1977); Una mujer, un hombre, una ciudad (Manuel Octavio Gómez, 1978); Maluala (Sergio Giral, 1979); Guardafronteras (Octavio Cortázar, 1980); Plácido (Sergio Giral, 1986); Quiéreme y verás (Daniel Díaz Torres, 1995) y Roble de olor (Rigoberto López, 2000), entre muchos otros. Pero eso sería después, porque desde la gestación de la idea de este filme sobre la marginalidad y los cambios sociopolíticos en Cuba, Sara Gómez le había pedido a este muchacho que se ocupara de la música de la película que quería dirigir. Era un pedido natural. Ambos conocían sus respectivos atributos creativos. Eran amigos y compartían intereses similares ante los retos de aquel presente. Sergio venía de un camino de jazz iniciado en la década del 60 cuando, aún adolescente, se presentó en un concierto del Club Cubano de Jazz junto a otros muy jóvenes, casi niños, Paquito D’Rivera y Amadito Valdés, entre otros. También hubo un momento fugaz, pero notorio, con Los Chicos del Jazz, un septeto de jóvenes, algunos casi adolescentes, integrado por el propio Sergio en la guitarra, Nicolás Reinoso en el saxo tenor, Fabián García Caturla en el contrabajo, Rembert Egües en el piano, Paquito D’Rivera como saxo alto, Amadito Valdés en la batería y Carlos Godínez en la tumbadora.1 Permaneció casi un año en el grupo de su tío Felipe Dulzaides. Con su guitarra, unió lo experimental a Miriam Acevedo en 1963, cuando parecía imprescindible verles y escucharles en las noches de El Gato Tuerto. Comenzaba a moverse entonces en un medio vanguardista, de búsqueda y experimentación, influido como estaba por las corrientes de mayor vigencia dentro del jazz, la apropiación de los componentes afrocubanos a partir de lo ritual, la oralidad, y también por la tradición académica del clasicismo.

Su paso por la Orquesta Cubana de Música Moderna marcó un hito en la toma de experiencias. Se le ve guitarra en ristre en los conciertos de la Canción Protesta en Casa de las Américas y sobreviene su entrada desde el inicio mismo al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, llamado por su director Leo Brouwer, habida cuenta de la sólida formación en la guitarra clásica, la experiencia en el mundo del jazz y la vasta cultura que ya entonces distinguía al mayor de los hermanos Vitier. Junto a esto, Sergio continúa adentrándose en la investigación y asunción de los elementos raigales de la música cubana, esencialmente su componente africano, en las expresiones litúrgicas y rítmicas. En 1968, un año antes de la creación del GES, funda el grupo Oru, con fuerte presencia de la ritualidad afrocubana, que en su primera etapa acusa una corta vida para renacer en 1992 como una formación musical de instrumentistas virtuosos y la obra singular y coherente de Vitier como compositor, director y guitarrista.

A Sergio, el conflicto argumental que Sarita se proponía exponer en De cierta manera no le era ajeno, por el contrario, formaba parte de lo cotidiano y de las contradicciones sociales que se producían en un país convulsionado por una revolución.

Fue muy fácil la creación de la música para De cierta manera. Era un mundo para mí muy cercano; me movía en Cayo Hueso y otros barrios similares, y en 1967 comencé a recrear, junto a Rogelio Martínez Furé, los elementos yorubas, aun cuando no estaba de moda ese tipo de fusión en la música. Eran tiempos en que un grupo de intelectuales negros y mulatos de un gran nivel cultural, como la propia Sara, Inés María Martiatu Lalita, Furé, Silvio Castro, Abraham Rodríguez –que era un poco más joven–, tenían muchas inquietudes y abogaban por reivindicar las raíces africanas, el legado africano incuestionable de nuestra cultura y por desvelar las consecuencias del atraso y la discriminación a que habían estado sometidas las amplias capas de negros y  mulatos en nuestro país. Con De cierta manera, Sarita se insertó en un medio que en aquel momento era herético, pues la línea predominante en el cine cubano era apologética de la nueva sociedad que se construía. Sarita hizo una película sobre lo marginal, pero sobre los cambios que estaba realizando la revolución con respecto a esos márgenes sociales. Un análisis muy profundo, que no era solamente socioeconómico, sino también sicológico.2

Si Sergio Vitier García-Marruz no se hubiera adueñado de los días y las noches que trascurrían en calles extrovertidas, salones luminosos, sitios rebosantes de jazz o lugares de sordidez ejemplar; si no hubiera alcanzado a exprimir literalmente las sonoridades de un entorno que, en su mixtura y multiplicidad, sabía definitivamente suyo; si hubiese desdeñado la poesía y el lirismo de una familia que se nutrió de ellos como algo vital y consiguió recrearlos; si no hubiese sido quien era ya en aquel año de 1974, probablemente nunca hubiera aflorado la empatía que lo ligó en idénticas inquietudes en pos de las raíces de su cultura, en búsquedas sonoras inauditas y en una amistad que todavía permanece intacta en sus sentidos, con Sara Gómez.

Nos conocíamos muy bien: Sara conocía mi música y yo conocía perfectamente el cine que ella venía haciendo. Aparte de sus valores estéticos, elegía temas muy polémicos, relacionados con grupos humanos específicos: los “vikingos” en Isla de Pinos, niños con problemas, atención prenatal –a partir de su propia experiencia de maternidad…3 Sara podía ser cáustica, lapidaria, porque era una persona muy culta y con un sentido muy agudo, simpática a la vez y de un humor fino. Era muy desenfadada para ser mujer en aquella época, sin ser vulgar. Ella podía enfrentar cualquier tipo de tema de un modo refinado y certero. El que aborda De cierta manera no formaba parte, en rigor, de su  vida personal: procedía de una familia intelectual, y en política, de la Juventud Socialista. Pero para nada fue rígida en sus concepciones, por el contrario era muy polemista y polémica, pero también muy revolucionaria.

Me encargué de toda la Me encargué de toda la música para el filme, en la que creí conveniente insertar algunos momentos de lirismo, pero en general estuvo inspirada en la música popular cubana. Fueron músicos de orquesta los que grabaron. José María, mi hermano, tuvo a su cargo el piano y yo la guitarra, en todos los temas y hasta en muy diversos estilos, incluidos algunos de la música popular, alejados de la guitarra clásica. Tata Güines asumió las tumbadoras. Recuerdo a Anselmo Febles Chembo, un personaje singular, artista plástico y músico ejecutante de varios instrumentos de percusión, algunos inventados por él, aunque también tocaba piano. La banda sonora requería de los músicos exactos. Está más referida a la música popular urbana que a la música ritual, aunque, por supuesto, en el filme están presente los ritos abacuá y yoruba, la santería como cultura de resistencia popular.4 José María Vitier recuerda la participación de Orlando Cachaíto López en el contrabajo, del trompetista Adolfo Pichardo, y de otros músicos que formaban la orquesta acompañante del entonces Conjunto de Danza Moderna (hoy Danza Contemporánea de Cuba), todos bajo la dirección de Manuel Duchesne Cuzán y del propio Sergio.5

Aún hoy puede apreciarse que la música de Vitier se integra con extraordinaria organicidad al discurso y a las imágenes que Sara Gómez nos dejara para  siempre en su filme. Así lo constata Leonardo Acosta: “En mi opinión, uno de los largometrajes cubanos mejor logrados desde el punto de vista de la integración de la música a los demás componentes de una película […]. Y es significativo que sea este un caso excepcional en el que el compositor, Sergio Vitier, participó en los trabajos del colectivo creador desde el principio, estuvo presente durante el período de filmación y discutió con la realizadora hasta los mínimos detalles. Se trataba, además, de una temática nueva en la cinematografía cubana, que requería un tratamiento distinto de la música y de la banda sonora en general. Vitier utilizó distintos formatos orquestales, temas, ritmos y estructuras de nuestra música popular y desechó los estilos tradicionales y los formatos sinfónicos. Los efectos deseados para escenas que expresaban dramatismo, nostalgia o violencia –contenida o desatada– se lograron mediante un inteligente desplazamiento de secuencias rítmicas, un cambio de balance entre distintos timbres, una especie de ‘desfasaje’ que en muchas ocasiones alteraba la tradicional ‘lectura’ de una modalidad popular cubana, posibilitando que la música se abriera a nuevas connotaciones”.6

Para Sergio, el trabajo en su banda sonora trascendió los rígidos límites de un encargo para convertirse en parte esencial y lógica del empeño de Sara y del espíritu del filme que quería crear. Vitier eligió un género como el guaguancó para el tema inicial, del que se apropia para devolvérnoslo casi instrumental, entre cuerdas y metales y un lalaleo excepcional, cercano al scat, en la voz entonces juvenil de otra Sara: la González. La posibilidad de emplear recursos expresivos con los que pudiera identificarse el espectador, e incluso verse reflejado en ellos, resultó tentador para ambos creadores y tuvo su expresión sonora en ese tema original compuesto por Sergio Vitier que engarza a la perfección con otro alto momento de la cinta: la espontánea y sentida interpretación que hace el trovador y cantante empírico Guillermo Díaz de su bolero “Véndele”, cuya versión orquestal también estuvo a cargo de Vitier. En buena medida, la historia de Guillermo es el leitmotiv del filme. El personaje interpretado por Mario Balmaseda identifica vivencias personales de Díaz, quien había sido boxeador y campeón en su peso, había vivido en “el  ambiente” y había luchado consigo mismo y su circunstancia para salir de él.

La pretendida identificación –en otros tiempos no muy alejados de 1974– de los géneros y subgéneros afrocubanos en general con la marginalidad social, entra en franca contradicción con la positiva recepción que tuvo el filme tras su estreno y la aceptación como algo culturalmente propio y raigal. Sergio Vitier tuvo gran responsabilidad en ello al dotar la banda sonora de De cierta manera de un empaque y una sonoridad de gran atractivo, pero también de un alto valor estético y musical.

Sarita no pudo ver concluida su obra, aunque en opinión de Sergio, la dejó casi terminada. Titón, su maestro, alguien que la quería entrañablemente, y también Julio García Espinosa, se encargaron de concluirla con el apoyo de su equipo de realización en el que sobresalieron su amigo y asistente de dirección Rigoberto López, hoy destacado cineasta, y quien fuera su esposo, el sonidista Germinal Hernández.

He hecho la música de más de sesenta películas y he tratado muchos temas diferentes, pero De cierta manera es una película sui generis a la que tengo un especial amor, por el filme en sí pero sobre todo por Sara, alguien muy querido de quien me cuesta mucho hablar. Es mentira ese lugar común que se repite una y otra vez: que a la gente que uno quiere se le recuerda con alegría. Eso es mentira. El tiempo solo alivia el dolor, no restaura la alegría.

Notas

1 Leonardo Acosta: Un siglo de jazz en Cuba, La Habana, Ed. Museo de la Música, 2012, p. 178.

2 Entrevista de la autora con Sergio Vitier, La Habana, marzo 2015.

3 Se refiere a los documentales Una isla para Miguel (1968) y Atención pre-Natal (1972).

4 Ídem.

5 Conversación de la autora con José María Vitier, La Habana, 17 de abril de 2015.

6 Leonardo Acosta: “La música, el cine y la experiencia cubana”, publicado originalmente en Cine Cubano, número especial, XX Aniversario del ICAIC, La Habana, 1979. Tomado de: Del tambor al sintetizador, La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2014, p. 144-145.

Tomado de la Revista La Gaceta de Cuba No 3 mayo/junio de 2015: http://www.uneac.org.cu

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Las protagonistas de esta historia1

En este texto me acercaré a la vida de sesenta y cinco mujeres de ascendencia africana. Quienes, en una sociedad esclavista, profundamente opresiva para las personas de tez oscura, fueron capaces de generar disímiles iniciativas y estrategias para convertirse en propietarias de esclavos. Un logro que les sirvió a muchas de ellas para ganar en movilidad económica y social, contribuir a mejorar la calidad de vida de sus familiares y descendientes, y a la vez demostrar que eran capaces de insertarse con relativo éxito en la sociedad, a pesar de todos los obstáculos y limitaciones que les imponía el sistema. Una aspiración que la inmensa mayoría de las personas de su mismo color de piel no pudo materializar.

Las mujeres de esta historia proceden de culturas diferentes. Cuarenta y cinco de ellas fueron traídas de manera forzosa de África. Dieciocho de ellas se reconocieron como carabalíes, cuatro mandingas, dos congas, dos gangá, una mina, una lucumí, dos expresaron provenir de Guinea y quince se declararon o fueron registradas como “procedentes de África”. Otras cinco llegaron a la Isla desde distintos puntos del Caribe, y quince nacieron en La Habana. De las caribeñas, dos llegaron desde Santo Domingo, una de Nassau y otra de Jamaica.

Sus puntos de partida fueron diferentes. Algunas se iniciaron en el mundo de la compra/venta de esclavos luego de trascender la condición de esclavas. Otras nacieron en el seno de familias ya iniciadas en esa tradición y la continuaron. Y por último, estuvieron aquellas que, por un golpe de suerte del destino, se convirtieron en herederas del patrimonio (inmuebles, esclavos, dinero, etc.) de sus compadres y/o amigos de nación, trataron de mantenerlo y, si les era posible, aumentarlo por esta vía.

Todas nacieron entre las décadas finales del siglo XVIII y los primeros años del XIX. Probablemente, lo único que tienen en común es que la parte más activa y fecunda de sus vidas, transcurrió indistintamente en La Habana durante los primeros sesenta años de esta última centuria.

Diecisiete declararon ser solteras, veintitrés casadas, veinte y dos viudas, y tres no hacen mención del tema. En todos los casos, los matrimonios se efectuaron con hombres de su mismo color de piel, unos libres, otros esclavos, y, en ocasiones, eran de su misma nación africana. Veintiocho de ellas tuvieron hijos. Dieciséis, durante el matrimonio; seis declararon tener hijos naturales, y las otras tampoco hacen alusión a ese aspecto de sus vidas. Sin importar el estado civil, veintinueve de ellas no tuvieron descendencia alguna. Casadas o no, seis tuvieron la desdicha de que sus hijos fallecieran. A veces perdían a uno, como la criolla Maria Josefa Palacios, cuya única hija murió a los pocos meses de nacer; en otras ocasiones, a varios, y hasta las hubo que los perdieron a todos. Este tipo de eventos podía ocurrir a los pocos días de nacer la criatura, a los meses o durante su juventud. La falta de preparación que tenían las madres era, según el Dr. Luis Ros de Cárdenas, la causa de que cerca del 75 % de los niños no sobreviviesen los primeros siete días de nacidos. La pérdida de esos seres queridos contribuye a explicar por qué algunas de ellas, como la antes mencionada criolla, al final de sus vidas estaban solas.2

Seis criollas y tres africanas mencionan que tienen familiares en la Isla. Mientras, entre las últimas dos refieren como familiares a los hermanos y la otra, a una tía que tuvieron la dicha de reencontrar en La Habana; las criollas, mencionan a sus propias familias nucleares. Algunas de estas propietarias integraban a sus familias niños que, sin importarles su raza y condición social, los criaban como suyos. No siempre la causa era que no tenían hijos propios; hay historias de especial cariño y piedad, como la de Rafaela Vázquez, casada y madre de dos hijos, que crió a las mulaticas Juana y Daniela. La formación de nuevas familias, ya fuese nuclear o de cualquier otro tipo que les permitieran sus circunstancias personales, es una muestra de la capacidad de readaptación de estas personas y de la necesidad de crear nuevos vínculos afectivos que les sirvieran de estímulo en sus vidas.3

El pasado de las mujeres africanas es una incógnita. Conocer aspectos sobre su vida personal y familiar, o cualquier tipo de experiencia laboral que hayan tenido en África, apenas es posible. Es cierto, algunas no conocieron a sus padres, como la lucumí Juana Gavá, o salieron de África siendo muy pequeñas, como Manuela Pacheco, que por tener solo diez años no podía rememorar nada sobre su vida pasada; pero hay evidencias que confirman como otras sí conservaban esos recuerdos, ya fuese porque llegaron jóvenes o porque contaron con la suerte de encontrarse en la ciudad con familiares o personas que pertenecieron a sus mismos pueblos en sus tierras de origen.4

Cuando eso sucedía, lo mismo en el ámbito familiar que en los cabildos, cofradías y hermandades que los africanos crearon en la Isla con el propósito de mantener vivas sus costumbres, estas mujeres recuperaban buena parte de las tradiciones y cultura de sus ancestros, que, por haber sido arrancadas de sus tierras muy jóvenes, no tuvieron la oportunidad de conocer.5 En más de una ocasión, hijos, sobrinos, hermanos y nietos de estas féminas dieron fe de ello sacando a la luz en causas judiciales nombres africanos y trozos de historias sobre antepasados que nunca conocieron.

De aquellas que poseían esa información, no ha sido posible precisar los motivos por los cuales no la mencionan en sus testamentos. Según las autoridades, como la introducción de negros en la Isla se producía de manera ilegal y los traficantes no podían dejar rastro alguno, no había manera de justificar documentalmente la troncalidad de africanos venidos a esta Isla con los que quedaron en África. Otras posibles explicaciones pudieran estar relacionadas con el dolor que podía suponer para algunas recordar su pasado o, todo lo contrario, percibían como un estigma para ellas y sus descendientes dejar plasmada en un documento de carácter legal una información que aludía a su antigua condición de esclavas. Dicho comportamiento no sería de extrañar, debido a los prejuicios que pesaban sobre los africanos.6

De las cuarenta y cinco africanas elegidas, solo tres ofrecieron algunas referencias de su familia africana. Pero esa parte de sus vidas fue expuesta solo en casos de extrema necesidad ante los canales legales pertinentes, y no precisamente por ellas, sino por otros familiares o amigos que provenían de las mismas tierras de origen y con quienes, luego de un azaroso reencuentro, se estrecharon lazos en La Habana.

Una que se vio precisada a hurgar en el pasado de su familia, fue la criolla Evarista Gonzáles, sobrina de la africana de nación lucumí, Belén Álvarez (Luoco en su tierra). Como su tía murió sin otorgar testamento y era poseedora de algunas propiedades y dinero, Evarista y sus hermanas, como únicas herederas, promovieron una causa judicial para reclamar esos bienes. Pero, para tener derecho a la herencia debían probar legalmente que eran hijas legítimas de Agustín, hermano de Belén. Imposibilitada de presentar cualquier tipo de documento legal probatorio de esos vínculos, Evarista, según disponían las leyes, buscó a varias personas de la nación lucumí procedentes del mismo pueblo que los hermanos allá en África, para que sirvieran como testigos del parentesco. Luis Pastrana, Jorge Soto, Manuel Curuñe, Cayetano Lundier, Prudencio Cersibier, Felipe Pitarrúa y José Acosta, todos mayores de 68 años, lucumíes y habitantes del pueblo de Regla, testificaron ante las autoridades que habían conocido a los padres de Belén y Agustín en África. Se llamaban Elocun Esín y Dada, y que se unieron en su tierra según las costumbres de su nación. Ambos pertenecían al imperio de Oyó y fallecieron antes que sus hijos fueran sacados de África. Probablemente, en alguna de las guerras en que se vio envuelto ese territorio, los padres perdieron la vida y los hijos fueron capturados por cazadores de esclavos y traídos como cautivos a la Isla.7

Belén y Agustín no solo tuvieron la suerte de reencontrarse en La Habana, sino también la de ser comprados por amos que residían en el mismo entorno urbano, lo que les permitió reconstruir, aunque fuese en otras condiciones, los vínculos familiares rotos por la trata ilegal. Belén, al parecer nunca se casó, pero su hermano Agustín (Oyó en su tierra) sí, y tuvo tres hijas, una de ellas ra Evarista, la demandante.8

De las nacidas en la Isla, es más factible establecer sus datos generales, pues contaban con documentos legales (partidas de bautismo y matrimonio), padres, hermanos y abuelos. De las quince criollas elegidas, doce son hijas de matrimonio constituido y mencionan referencias de sus padres e hijos. Si de las otras tres no se dispone información alguna, es porque no aluden al tema en sus testamentos. En ciertos casos, dicha omisión está relacionada con la premura con que se redactaba el documento, y en otros con la intención de evitar mencionar que son hijas naturales o que alguna vez fueron esclavas.

No ha sido posible precisar la edad de todas ellas. Según el célebre escritor Francisco Calcagno, un negro de nación nunca sabía su edad, ni en cuál año llegó de África. Sin embargo, al parecer esa afirmación no es válida para todos los africanos que llegaron a la Isla. Algunas féminas sí pudieron ofrecer ese dato y en el momento en que mandaron a redactar su última voluntad cifraban entre 34 y 80 años. Por ejemplo, la liberta carabalí Isabel Santa Cruz declaró al momento de testar, que tenía 45 años; mientras, la también carabalí Maria Concepción no solo declaró que tenía 50 años, sino que también sabía que una de sus esclavas, de origen lucumí, contaba 30. Lamentablemente, no ha sido posible precisar si eran ellas mismas las que a partir de determinadas precisiones podían establecer su verdadera edad, aproximada o no, o un cálculo realizado por los escribanos de acuerdo con la apariencia física o los datos que ellas les ofrecían de sus vidas.9

De manera excepcional, fueron encontradas dos mujeres nonagenarias. Probablemente, esa longevidad está relacionada con su permanencia en el entorno urbano, con la posibilidad que tuvieron algunas de libertarse siendo jóvenes y poder vivir de pequeños negocios que no requerían de grandes niveles de esfuerzo físico y estrés psíquico. Además de aquellas que procedían de familias acomodadas, donde nunca sirvieron en trabajos duros o sufrieron castigos corporales.

Por lo general, no se expresa la causa de muerte, pero casi siempre fueron víctimas de enfermedades relacionadas con un pasado de pobreza, o de largas y agotadoras jornadas de trabajo. Entre ellas la angina de pecho, las enfermedades cerebrales, el cólera y la gangrena. Las hubo que fueron víctimas de las distintas epidemias que asolaron a la ciudad. Las consideraciones aquí expresadas, se sustentan principalmente en la información recogida en sus testamentos, aunque también se utilizaron documentos de compra/venta de esclavos y pleitos judiciales. Mientras algunas, como la carabalí María de la Concepción, solo cuando agonizaba víctima de un ataque cerebral se decidió a expresar su última voluntad, otras tomaban esa decisión ante determinadas circunstancias personales o urgidas por eventos específicos que afectaron a la ciudad a lo largo del siglo XIX. Por ejemplo, la epidemia del cólera morbo que se desató en 1833 fue motivo para que los cónyuges Juan Calderón y Tomasa Entralgo, ambos de la nación carabalí, temerosos por el inminente riesgo que corrían sus vidas, decidieran testar de manera conjunta para “… arreglar nuestros negocios y distribuir nuestros bienes…”, y en especial, para no quedarse desamparados en caso de que solo falleciese uno de ellos, pues antes del matrimonio no poseían bienes. Razón no les faltó, pues Juan fue una de las víctimas mortales de esa tragedia. En ausencia del cónyuge, Tomasa quedó al frente del patrimonio construido durante el matrimonio. Este consistía en una casa y once esclavos. Lamentablemente no se ha podido precisar si Tomasa gozaba de la fuerza y juventud necesarias para controlar ella sola a sus esclavos, pues el matrimonio carabalí no dejó descendencia.10

Algunas fueron reservadas en cuanto a expresar la cuantía de sus bienes. Casi siempre porque dejaban previamente repartidas sus propiedades entre sus herederos, o estos ya estaban al corriente de cómo debía ser la distribución de los mismos. De esa forma se evitaban largos y engorrosos procesos judiciales. En cambio, otras dejan todo muy bien estipulado, en particular en los casos de matrimonios que no contaban con familiar alguno, y querían protegerse mutuamente instituyéndose herederos el uno del otro. Una preocupación central para muchas de estas mujeres, fue esclarecer quiénes eran sus beneficiarios y las razones por las que merecían esos beneficios. Y asimismo, señalar a aquellas personas a las que se les debía pagar, cobrar, exonerar del pago de alguna deuda o que quedaban desheredados por cualquier motivo.

Si bien los inventarios de bienes nos ofrecen una idea del patrimonio material que construyeron a lo largo de sus vidas y las posibles maneras de las que se valieron para lograrlo, las explicaciones que ofrecen para justificar el modo en que lo distribuían nos adentran en sus conflictos, desavenencias, temores, errores cometidos, así como en el universo íntimo afectivo que lograron construirse en esta parte del mundo, o la inmensa soledad en que terminaron sus vidas.

Obra de la artista plástica cubana Belkis Ayón (La Habana, 1967-1999)

Todas declararon en su testamento tener un esclavo, y la mayoría adquirieron otras propiedades siempre dentro de los límites que les imponía el gobierno colonial. Por lo general, compraban terrenos, cuartos, solares, ciudadelas y casas. En algunos casos para arrendarlos, y en otros para introducirles algunas mejoras y posteriormente revenderlos a más alto precio.

También adquirieron sitios de labor y vegas de tabaco, y las había que se concentraban en la cría de animales. Por ejemplo, la “mediana fortuna” que logró Cayetana Beato, la construyó a partir de la cría de caballos, cerdos y aves. En una demanda judicial que emprendió contra las autoridades de su localidad, con cierto orgullo declaró que eran “exclusivamente suyos” lo mismo que su esclavo Manuel.11

Otras, en cambio, preferían trabajar dentro de sus casas y les introducían modificaciones para tales fines. En su interior, montaban trenes de lavado, plancha, talleres de costura y pequeñas fábricas de distintos productos. Así lo hizo María Francisca Ruíz, quien en 1852 estableció en una casa de su propiedad, sita en Factoría No. 13, una fábrica de velas de sebo.12

Las que elegían establecer sus negocios fuera del entorno del hogar, vendían efectos por las calles, se empleaban como criadas o montaban puestos callejeros de ventas variadas. Como muchos de esos artículos eran de escaso valor y las ganancias a partir de estos pequeños negocios eran variables, hubo féminas más habilidosas que con una misma licencia del gobierno mantenían varias ventas de manera simultánea. Por lo general, tenían cuidado de que fuesen mercancías similares, para así poder justificarse o alegar “ignorancia” si eran descubiertas por las autoridades.13

También en la plazuela de alguna iglesia, instalaban puestos de frutas, como hizo la gangá ña Tula, con cuyos zapotes, anones y mameyes, reunía sus mediecitos para poder descansar cuando fuera vieja; o como hizo la parda libre Eusebia Peñalver, quien en1847 pidió permiso para vender tabaco elaborado y frutos del país.14 Respecto a estas últimas, el escritor Francisco de Paula escribió:

Uno de los puestos de frutas más notables […] es el que diariamente establecía la negra Mariana en los portales de la antigua Intendencia y al cual acudían á refrescar y á matar el tiempo, allá por los años 1850 á 1860, todos los empleados de Hacienda y de Gobernación, haciendo en él gran consumo de naranjas, de agua de coco, de caimitos y de otra diversidad de frutas. (…) Mariana debió enriquecerse vendiendo frutas a los empleados de aquella década, algunos de los cuales aún deben recordarla con fruición…15

Las más osadas, con los beneficios que obtuvieron a partir de esos desempeños, o usufructuando los esclavos e inmuebles, adquirieron nuevas propiedades. Esas otras adquisiciones eran casi siempre del mismo tipo y con la intención de ponerlas en usufructo.

Además de bienes muebles e inmuebles, a los africanos les gustaba comprar prendas de oro. Las joyas entre estas personas cumplían una doble función. Era un dinero invertido que podía ser prontamente recuperado en caso de ser necesario, al tiempo que representaba un símbolo exterior de la solvencia económica alcanzada. De no ser necesario venderlas, las guardaban celosamente y al final de sus vidas se las dejaban en herencia a sus seres más queridos –de preferencia sus ahijados–, como muestra del cariño que hacia ellos sentían.

Algunas más apegadas a la tradición prefirieron guardar su dinero. Al igual que sucedía con las joyas, dejar repartidas pequeñas cantidades entre sus seres más queridos era, entre estas personas, una demostración de cariño. También, por caridad y para salvar su alma, ayudaban a alguien enfermo, necesitado o que le hacía falta una pequeña ayuda para comprar su libertad. En alguna que otra ocasión, depositaron su dinero en el Banco Español de La Habana.

Con independencia del nivel económico alcanzado es posible concentrarlas en determinadas áreas de la ciudad. Según el censo de 841, 13 298 mujeres libres de color vivían en la parte extramuros de la capital, junto a 12 827 hombres; mientras 5 207 de ellas residían en la zona intramuros y 3 927 varones. A ambos lados de la muralla, la presencia de mujeres libres supera, con amplio margen, la de los hombres. Destacan en particular los barrios extramuros de Chávez (2 733), Guadalupe (2 295), Nueva Cárcel (2 231), Peñalver (2 226) y Jesús María (2 119), como los de mayor concentración de estas féminas. Todos en los actuales municipios de Centro Habana y La Habana Vieja. No ha sido posible determinar si en esta nueva etapa de sus vidas sus condiciones materiales fueron proporcionales al nivel socio-económico alcanzado.16

Transcurrido el tiempo, algunas abandonaban el trabajo fuera de la casa, pero otras no. En este aspecto, si bien influía el monto de los bienes adquiridos y los beneficios que recibían por su explotación, válido es destacar que algunas con una posición económica desahogada eligieron seguir desempeñándose en alguna ocupación. El trabajo era símbolo de independencia para ellas, y quizás para otras, después de años de duro bregar, no se acostumbraban a la vida ociosa y, si por casualidad conocieron la extrema pobreza, el temor a volver a esa condición era incentivo suficiente para mantenerse trabajando.

A partir de la compra/venta y alquiler de esclavos, todas no obtuvieron los mismos beneficios. Mientras algunas pudieron construirse un pequeño o mediano patrimonio, otras no trascendieron la pobreza o la subsistencia de ellas y sus familias.

Si por casualidad su patrimonio permanecía intacto hasta el momento de sus muertes, casi siempre este se deshacía luego de concluidas sus vidas. Por lo general, ellas mismas lo repartían entre sus herederos o estos se veían precisados a venderlos para saldar las deudas de la fallecida, pagar los funerales o las costas judiciales del proceso testamentario. También algunos esclavos aprovechaban este momento para liberarse, cambiar de dueño y, si les era posible, hasta desaparecer de la ciudad. Rara vez, se aprecia el interés de los beneficiarios por mantenerlos a todos junto a la familia. De quedarse con algunos, elegían a aquellos que consideraban necesarios para el cuidado de la casa o por los que sentían especial cariño por haberlos amamantado y criado.

Por qué comprar esclavos

Para las mujeres de esta historia, comprar esclavos fue una estrategia de sobrevivencia. En la Cuba colonial, los esclavos constituyeron uno de los más importantes símbolos de prestigio y riqueza. Los esclavizados fueron una inversión de dinero cuyas dueñas podían recuperar en cualquier momento. Como mano de obra, constituyeron una fuente segura de ingresos a corto plazo, y desde una perspectiva humana eran de inestimable ayuda para sus amos, pues eran capaces de realizar las más disímiles labores dentro y fuera de la casa. En términos sociales, mientras más esclavos una persona tuviese, mayor era el reconocimiento social del que gozaba.

Si la propietaria era una mujer negra, a los antes mencionados se sumaban otros beneficios. De una parte, ser dueña de esclavos les atraía el respeto entre muchos de sus congéneres de raza, quienes veían en ellas a personas que habían sido capaces de superar la esclavitud y, en parte, la pobreza, dos de los más importantes retos que en una sociedad esclavista y patriarcal debían enfrentar las personas de tez oscura. De otra, la solvencia económica que algunas de ellas lograron alcanzar, las hizo convertirse en “atractivos partidos” para realizar un buen matrimonio, tanto ante los ojos de hombres de su mismo color de piel como ante algunos hombres blancos. Para estos últimos, los logros económicos de estas féminas y/o sus familias compensaban las desventajas del color oscuro de su piel.

Obra de la artista plástica cubana Belkis Ayón (La Habana, 1967-1999)

Cómo adquirir un esclavo

Las vías legales para comprar esclavizados eran las mismas para todas las personas de la sociedad. Se podían adquirir en los distintos barracones que había en la actual calle de Prado, en los remates públicos, a través de los anuncios de compra-venta que aparecían en los periódicos de la época, o al aviso de pregones callejeros. Con frecuencia establecieron de manera directa acuerdos de compra/venta con otras personas. Estas podían ser amigos, conocidos o personas desconocidas, pero recomendadas mediante terceros.17

Aunque menos frecuente, también hubo otras maneras que no dependían de su trabajo personal para adquirir esclavos. Los regalos que a una pareja o a uno de sus miembros se les hacía antes del matrimonio, y principalmente las herencias, jugaron un importante papel en esa dirección. Siendo un regalo de bodas, por lo general provenía de los padres. De manera excepcional un antiguo amo hacía un presente de este tipo a sus exesclavas. La condesa de Mopox y Jaruco, por medio de una carta dote, le hizo donación de una casa y un esclavo a su antigua esclava María de Regla Santa Cruz. En cuya casa vivió el matrimonio hasta el fin de sus días, ocurrido en 1833.18 Cuando la herencia era la vía, varios podían ser los benefactores y distintos los motivos. Por lo general, el legado provenía de familiares consanguíneos: padres, hermanos e hijos. Aunque también de los esposos/as, compadres y personas que les debían alguna suma de dinero. Entre los africanos, los cofrades y hermanos de las naciones africanas, jugaron un destacado papel en esa dirección. Por cualquiera de estas vías, una fémina podía convertirse en dueña de esclavos, pero también aumentar el número de los que ya poseía.

Como la mayoría de ellas no podía comprar esclavizados a altos precios, para tener uno o el mayor número posible las alternativas que generaba el sistema esclavista para su funcionamiento las convirtieron en oportunidades que aprovecharon en beneficio propio. Compraban una madre junto a su hija pequeña por un precio razonable. Adquirían esclavos de edad madura, pues, como estos tenían menor rendimiento laboral y eran más propensos a enfermarse, su valor era menor. Elegían aquellos que tuviesen pequeños defectos físicos o alguna tacha, siempre y cuando no le impidiese trabajar, o procuraban conseguir esclavos que estaban coartados en una cantidad de dinero ($100-$250), posibles de pagar o que podían reunir en un corto plazo de tiempo.

Para ganar dinero, mejor esclavos jornaleros Todo apunta a que de los distintos tipos de esclavos que componían el paisaje humano de la ciudad, estas mujeres preferían poseer a los llamados jornaleros. Llamados así por tradición popular, los jornaleros o ganadores de jornal eran aquellos que sus dueños les entregaban un papel o escritura que los autorizaba a salir a la calle a buscar trabajo y a desempeñarse en ellos. Del dinero que percibían por sus esfuerzos debían entregar a sus señores una cantidad acordada de antemano entre ambas partes. Dicha cantidad varaba casi siempre en dependencia de las necesidades o ambiciones del dueño y podía ser diaria o semanal. Eran ellos quienes desempeñaban la mayor parte de los oficios que garantizaban el funcionamiento de la ciudad. Las mujeres se ocupaban sobre todo en labores relacionadas con el servicio doméstico. Lavanderas, planchadoras, costureras, cocineras y amas de leche. Mientras los hombres podían ser caleseros, carpinteros, pintores, cocineros, peones, carretilleros, aguadores, zapateros, albañiles, estibadores y trabajadores en los muelles. Muchos de ellos, también se ocupaban en las distintas tareas asociadas a la distribución y venta por calles y mercados de productos del agro.

También, fueron muy populares como vendedores en puestos fijos en los mercados, o ambulantes por las calles de la ciudad. Vendían carnes, huevos, manteca, piña, chirimoyas, frutas bombas, aguacates, mameyes colorados y de Santo Domingo, anones, zapotes, plátanos de Guinea y de la India y otros productos del agro. Los ambulantes, llevaban sus productos en unos enormes tableros de madera que cargaban sobre sus cabezas y que manejaban con gran destreza y naturalidad. En algunos casos caminaban por horas y sin rumbo fijo, en otros tenían barrios donde ellos y sus pregones ya eran conocidos por los moradores, además de los que tenían clientelas fijas a las que llevaban los productos hasta la puerta de sus casas. La amistad que entablaban con las esclavas domésticas encargadas de efectuar este tipo de compras en las casas viviendas de sus dueños, probablemente contribuyó a aumentar la clientela de algunos de ellos y que vendiesen sus productos con mayor rapidez.

Mientras más calificado y versátil era un esclavo, mayor la cantidad de dinero que percibían por sus desempeños. Por tal motivo, sus dueñas al comprarlos los elegían con el mayor número de habilidades adquiridas. De no estar calificados porque eran bozales, niños o criollitos hijos de sus esclavas, entonces buscaban las maneras de procurarles el aprendizaje de uno o más oficios.

¿Cuántos esclavos tenían un ama? Es difícil precisar el número exacto de cautivos que las protagonistas de esta historia llegaron a poseer en el transcurso de sus vidas, pues las cifras que ofrecen los testamentos, de forma general, solo son válidas para la época en que se confeccionaban esos documentos. A partir de estos se ha podido precisar que fueron propietarias de una pequeña cantidad de esclavos. Las cifras oscilan entre uno y treinta y uno, entre hombres, mujeres y niños/as. Múltiples son las razones por las que el número de esclavos que poseían variaba a lo largo de su vida. El esclavizado era un tipo de propiedad muy dinámica. Salvo aquellos que se consideraban imprescindibles para el servicio doméstico o alguna otra razón específica, no se mantenían junto a un mismo dueño para siempre. Eran vendidos, intercambiados, entregados en pago de deudas o regalados a otras personas. También, podían morir, abandonar la isla, fugarse o alcanzar la libertad. Las formas mediante las cuales prescindían de ellos y los motivos varían de una historia a otra.

Veinte y cuatro mujeres de las aquí mencionadas declararon en su testamento que poseían un solo esclavo. Si a esto le unimos que el conjunto de sus otras propiedades no trascendía de un cuarto o casita pequeña, sus ropas y escaso menaje de casa, se puede concluir que salvo alguna que otra excepción la vida de estas mujeres transcurría en el límite de la pobreza. Las otras cuarenta y una, llegaron a tener entre dos y treinta esclavos. Casi todas, vivían de las entregas de dinero que les hacían sus jornaleros o de los frutos que les reportaban los pequeños negocios que montaban y donde esos esclavos constituían la mano de obra fundamental.

Aquellas dueñas que se mantenían trabajando en las calles o se dedicaron a la compra-venta y alquiler de inmuebles, no excedían la cifra de tres esclavos bajo su dominio. Las primeras, porque los ingresos obtenidos en esos pequeños negocios solo les alcanzaban para la subsistencia y alguna pequeña inversión adicional que también les reportara pequeñas cantidades de dinero; mientras que las arrendadoras preferían reinvertir sus ganancias en otros inmuebles para destinarlas igual al alquiler. Estas últimas, llegaba un momento en que detenían sus actividades de compra/venta y se dedicaban a vivir de las rentas. Para unas y otras, los esclavizados cumplían funciones auxiliares en el negocio y en el hogar.

Salvo excepciones, estas mujeres no compraban todos sus esclavos al unísono. Se hacía de manera escalonada, y hasta podía transcurrir un considerable número de años entre la compra de unos y otros. En dicha decisión, influían tres elementos: los precios de los esclavos, las posibilidades monetarias de la interesada y el rumbo de sus intereses económicos.

Por qué esclavas mujeres y africanas

Cuarenta y tres de estas féminas eligieron tener mayor número de esclavas que varones de igual condición. Esta preferencia fue una de las muchas costumbres que trajeron de sus tierras africanas y que el contexto urbano de la Isla les permitió retomar. A pesar de las diferencias regionales, la preferencia por las esclavas fue un rasgo que distinguió al África pre-colonial.

Según la investigadora Claude Meillasoux, el trabajo de las mujeres era un hecho generalizado en África. Se les consideraba superiores físicamente a los hombres y eran pocas las sociedades donde la mujer estaba exenta de realizar las actividades más duras. Ellas trabajaban por más tiempo y en el mayor número de tareas. Participaban en casi todas las faenas relacionadas con la agricultura y cubrían todas las actividades domésticas. Por esas razones, alcanzaban en los mercados de esclavos mejores precios que los hombres. A estos últimos, los cazadores de esclavos preferían matarlos en el campo de batalla por las dificultades que suponía re-insertarlos en la sociedad.19

En La Habana, por muy escasos recursos que tuviese una familia, siempre procuraban tener al menos una esclava dentro del hogar que realizase las labores domésticas más engorrosas. Desde tiempos inmemoriales, en la mentalidad de los habitantes de La Habana, y principalmente de las mujeres blancas, todas las labores necesarias de realizar a diario dentro de la casa eran consideradas despreciables. Semejante mentalidad, hacía que se requiriera de un personal capaz de ocuparse de esos desempeños. Esas eran las esclavas, quienes además de cubrir todas las labores dentro del hogar, amamantaban y cuidaban a los hijos de los amos. Hasta las había que se veían obligadas a buscar algún trabajo adicional para contribuir al sostén de sus amas y el de ellas mismas.

La capacidad de procrear propia de las mujeres, constituía otro elemento decisivo a la hora de elegir. También las esclavas tenían fama de ser más trabajadoras, dóciles y menos propensas a las fugas. Además, manejar esclavos hombres debió resultar tremendamente difícil, sobre todo si éstos eran jóvenes, por su propensión a la indisciplina y la rebeldía. Al mismo tiempo, con gran frecuencia incumplían los pagos en los jornales, se fugaban o se veían envueltos en procesos judiciales por riñas públicas.

Esos excesos obligaban a sus amas a acudir con ellos a los juicios, hacerse responsables de que cumplieran con la pena establecida, y si estos eran culpables, pagar las costas judiciales del proceso. Si por alguna razón el esclavo no cumplía lo establecido en la sentencia, entonces las consecuencias las debía afrontar la dueña. Por último, era más fácil crear afinidades con alguien del mismo sexo. En caso contrario, si en vez de tener una buena relación humana y laboral, surgían tensiones entre una y otra, algo que también sucedía, entonces el enfrentamiento se producía en “igualdad de condiciones”, al menos en el aspecto físico y moral. Y, por lo general, el ama lograba imponer su voluntad.

Cuarenta y siete de estas propietarias eligieron comprar todos o la mayoría de sus esclavos africanos. Otras no lo precisan y solo cinco declaran (se exceptúan los niños) que sus esclavos eran criollos. Cuando así sucedía, en el conjunto de sus esclavos los criollos eran los menos y en la mayoría de las oportunidades eran la/os hija/os de sus cautivos. Aparecen con más frecuencia esclavizados de nación carabalí –quienes eran reconocidos por trabajadores y organizados– aunque también los había lucumí, gangá, arará, mina, mandinga y aparece algún que otro macuá. Es posible que, siendo la mayoría de ellas africanas, prefirieran cautivos de sus tierras, además del ya antes mencionado reconocimiento que tenían los africanos como más trabajadores y dispuestos a desempeñarse en oficios que los criollos no querían asumir.

Dieciocho de ellas compraron esclavos de su misma nación. Las afinidades culturales, laborales y lingüísticas entre personas de una misma nación, pudieron ser algunas de las razones que estas féminas tuvieron en cuenta al momento de comprar a sus esclavos. También, conocerse antes de llegar a la Isla por vivir en el mismo pueblo, caserío o pertenecer a la misma tribu en África, haber creado lazos de amistad durante la travesía en los barcos negreros o antiguas compañeras de esclavitud, así como ser hijas de familiares, cofrades o conocidos, también fueron factores que influyeron en la selección.

Obra de la artista plástica cubana Belkis Ayón (La Habana, 1967-1999)

Amas y sus esclavos

Contrario a lo que establecían las leyes, todos los esclavos no vivían bajo el mismo techo de sus amas. Aunque no se han encontrado referencias de que en dichas casas hubiese espacios destinados para los esclavos, es posible que los de servicio doméstico sí viviesen con sus dueñas. Pero aquellos que trabajaban en la calle, ya fuese como jornaleros o coartados, casi siempre vivían fuera de la casa de su ama. Algunos en cuartos de solares y casas propiedad de los cabildos de nación de exesclavos y libres, en los cuales el costo del alquiler era más barato y se les ofrecía facilidades de pago.

Visto desde el lado de las dueñas, en ocasiones ellas no contaban con las suficientes condiciones espaciales ni materiales para mantener a todos sus esclavos dentro de las casas. Pues ellas mismas vivían con estrecheces en cuartos de solar y de ciudadelas. Otro elemento que no debe obviarse, es que los esclavos estuviesen aprendiendo un oficio y en ese caso permanecieran junto a sus maestros. O también que se encontrasen trabajando lejos de la casa de su ama y terminasen sus actividades a altas horas de la tarde o la noche. Por ejemplo, el esclavo Casimiro, inicialmente no se incluyó en el inventario de bienes realizado después de la muerte de su ama, la morena libre Rosa Andrade, debido a que él vivía en Guanabacoa donde aprendía el oficio de carpintero.20

Cuando una dueña lograba tener numerosos esclavos, no todos ocupaban el mismo lugar en la escala de preferencias. Las que tenían más probabilidades de ganarse la consideración, confianza y el afecto de las amas eran los niños que nacían bajo sus cuidados, las esclavas domésticas y los que llevaban muchos años a su lado sirviéndoles de manera incondicional. El roce cotidiano que implicaba la convivencia bajo el mismo techo es un elemento de la mayor importancia. En épocas pasadas, las posibilidades de desarrollo social de las mujeres eran muy limitadas, por lo que permanecían casi todo el tiempo dentro del hogar. Particularmente, las africanas se esforzaban en ayudar a sus amas a asumir las distintas esferas de la vida, para lo cual ponían a su disposición el enorme caudal de conocimientos médicos, culinarios y de faenas de hogar que tenían. Esa realidad generó distintos grados de acercamiento entre unas y otras de límites poco posibles de delinear.

Visto del lado de las esclava/os, no se trataba solo de cumplir sus funciones. Siendo domésticas, la lealtad prácticamente constituía la única arma en sus manos. Por tal motivo, muchas de ellas fueron capaces de generar estrategias para hacerse imprescindibles ante los ojos de su dueña. Lo más importante era conseguir su afecto y confianza con todo tipo de favores, atenciones y complicidades. Lo mismo hacían los esclavos, quienes, con un poco más de libertades fuera de la casa, buscaban las maneras de convertirse en sus cómplices, en particular en cuestiones amorosas. Los caleseros, ilustra José E. Tray, llevaban cartas de amor y servían de enlaces para encuentros furtivos. Acciones que se revertían en un mejor trato por parte de sus amas, menos carga de trabajo, la posibilidad de ser defendidos ante alguna injusticia, incluso ante el mismo amo y hasta ciertas libertades sentimentales. Además, la posibilidad de obtener la libertad por esa vía o ciertas facilidades para lograrlo.21

También cuando una esclava quería contraer matrimonio o ya era casada, las dueñas podían convertirse en una gran ayuda para evitar que las separaran de su esposo e hijos. Y asimismo, lograr para estos últimos un mejor trato, la enseñanza de un oficio y hasta la libertad. La necesidad de lealtad funcionaba en ambos sentidos. Las dueñas también necesitaban de la fidelidad y confianza de sus esclavos para sobrevivir y ascender en un medio que les era completamente hostil. Pues, aunque en menor medida, también estaban desamparadas en una sociedad que las discriminaba por su género y color de piel. Sobre todo, aquellas que no contaban con familiares o con un esposo que las ayudara a enfrentar los inconvenientes de la vida.

Ser buen esclavo, con la esperanza de ser libre

Algunas de ellas establecieron en sus testamentos que, luego de su fallecimiento, se les otorgase la libertad a sus esclavizados. El agradecimiento por la lealtad demostrada, los buenos servicios prestados y el especial cariño que sentían por ellos, son los motivos que alegan las dueñas para hacer esa concesión. En realidad, detrás de estas palabras amables se esconde una historia particular de libertad construida a partir de las relaciones que lograron establecer cada una de las dueñas con sus esclavos. En ocasiones repletas de tensiones y resentimientos acumulados.

Aquellas que tenían esposos e hijos, apenas mencionan el tema. Son las dueñas sin herederos directos, quienes con mayor frecuencia otorgaban la libertad a sus esclavos por esa vía. Coincidentemente, y a causa de esa soledad, un importante número de ellas mandaba a confeccionar testamento, lo que pudiera crear una impresión errónea sobre excesivas muestras de magnanimidad incompatibles con el sistema esclavista.

Esa promesa de libertad era, casi siempre, con la condición de que se mantuviesen a su servicio hasta el instante de su deceso. El inconveniente que presentaba mantenerlos a su lado hasta el último momento, es que los esclavos quedaban expuestos a la voluntad de los herederos, quienes podían o no cumplir la voluntad del testador. En caso de no hacerlo, los esclavos tenían derecho a reclamar, pero estos procesos podían ser excesivamente largos y costosos para estas personas desamparadas legal y materialmente.

Notas

1 El presente texto se inscribe en el proyecto de investigación HAR2012-36481, de la Dirección General de Investigación Científica y Técnica (MINECO). La autora agradece las sugerencias hechas por el grupo de Historia Social Comparada de la Universidad de Jaume I a la versión final de este texto y al Dr. José Antonio Piqueras, por invitarme a participar en ese proyecto.

2 Según este médico, las madres no bañaban a a los bebés con agua hervida por lo que quedaban expuestos a los gérmenes. No tenían los cuidados necesarios con el cordón umbilical, ni le daban el valor que tenía la leche materna. Dr. Luis Ros de Cárdenas: Guía práctica de la madre de familia, Editorial La Concha de Venus, La Habana, 1895, p. 1-2.

3 Archivo Nacional de Cuba, en lo adelante ANC. Escribanía de Cabello- Ozeguera, leg. 444, no. 8. Testamentaria de la morena Rafaela Vázquez. 1822

4 Investigadores como David Eltis y Stanley Engerman han demostrado que desde finales del siglo XVIII aumentó la presencia de niños en los barcos esclavistas. Después de la abolición inglesa en 1807, los traficantes los prefirieron porque podían transportar entre un 5-15 % más de carga en sus bodegas. Las distintas leyes que se promulgaron para definir qué era un niño y evitar los fraudes contra la Corona, fomentaron el “embalaje apretado”. En algunas naves se cambiaron los diseños para maximizar la proporción del área de cubierta disponible para llevar esclavizados. De esa forma, se podían transportar el doble de niños que de adultos. Paul Lovejoy: “Los niños del Atlántico”. En: Rina Cáceres, compiladora. Del Olvido a la Memoria. África en tiempos de la esclavitud. Oficina Regional de la UNESCO para África y Centroamérica, 2008, pp. 49-54, y David Eltis and Stanley L. Engerman: “Fluctuations in Sex and Age Ratios in the Transatlantic Slave Trade, 1663-1864”, En: The Economic History Review, New Series, vol. 46, no. 2, mayo de 1993, pp. 308-323. ANC. Escribanía de Barreto, leg. 238, no 8. Testamentaria de la morena libre Juana Gavá. 1859 y ANC. Escribanía de Damy, leg. 11, no 8. Testamentaria de la morena Manuela Pacheco. 1842.

5 Para profundizar en el papel desempeñado por los cabildos de nación africana y las cofradías religiosas pueden consultarse las obras: María del Carmen Barcia: La otra familia. Parientes, redes y descendientes de los esclavos en Cuba. Fondo Editorial Casa de las Américas, 2003 y María del Carmen Barcia, Andrés Rodríguez y Milagros Niebla: Del cabildo de nación a la casa de santo. Fundación Fernando Ortiz, 2012, y Oilda Hevia: Las cofradías religiosas de pardos y morenos. Revista Universidad de La Habana, no.273, 2012.

6 Como la inmensa mayoría de esos seres dejaron descendencia, la ley de Enjuiciamiento Civil, en su artículo 978, dispuso que estas personas en causas abi-intestadas justificasen su parentesco con las pruebas que les fuera posible. Intestado de la morena Belén Álvarez. ANC. Fondo: Escribanía de Gobierno. legajo 864, expediente 9.

7 Belén era en 1887 propietaria de una casa ubicada en la calle de Rayos no. 74; un solar en la misma calle con el no. 72; otra casa en la calle Apodaca no. 18, ropas, muebles de poco valor y una cuenta de $6 500 depositada en el Banco Español de La Habana. Intestado de Belén… Doc. cit y Oilda Hevia: “Reconstruyendo la historia de Belén Álvarez”. En: Daysi Rubiera e Inés María Martiatu, comp. Afrocubanas. Historia, Pensamiento y Prácticas Culturales. Edit. Ciencias Sociales. La Habana, 2011.

8 Intestado de la morena Belén Álvarez. ANC. Fondo: Escribanía de Gobierno. Legajo 864, expediente 9.

9 Francisco Calcagno: Los crímenes de Concha. Librería e Imprenta de Elías Casanova, editor, La Habana, 1887, p. 20.

10 Testamentaria del moreno Juan Calderón promovido por su viuda Tomasa Entralgo. ANC. Escribanía de Vergel. Legajo 253, expediente 7.

11 La negra Cayetana Beato reclamando el conocimiento de los autos que siguen por la justicia de la villa de Guanabacoa. ANC. Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 1110, expediente 40894.

12 Sobre la licencia concedida a la morena libre Maria Francisca Ruiz para una fábrica de velas de sebo. ANC. Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 363, expediente 13703.

13 Disposiciones para el año de 1848. ANC. Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 1405, expediente 55007.

14 Licencias para fábricas. Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Gobierno Superior Civil. Legajo 1244 y Francisco de Paula Gelabert: “El puesto de frutas”. En: Colección de artículos Tipos y costumbres de la Isla de Cuba por los mejores autores de este género. Obra ilustrada por D. Víctor Patricio Landaluze. Fototipia Taveira. Editor Miguel de Villa, Obispo no. 50, La Habana. Colección facsimilar de la Biblioteca Nacional de Cuba, 1881, pp. 117-121.

15 Francisco de Paula Gelabert: “El puesto de frutas”. En: Colección de artículos. Tipos y costumbres de la Isla de Cuba por los mejores autores de este género. Obra ilustrada por D. Víctor Patricio Landaluze. Fototipia Taveira. Editor Miguel de Villa, Obispo no. 50, La Habana. Colección facsimilar de la Biblioteca Nacional de Cuba, 1881, pp. 117-121.

16 Resumen del Censo de población de la Isla de Cuba a fin del año 1841. Habana, Imprenta del Gobierno por SM la Reina, 1842, pp.24-25.

17 Los barracones fueron construcciones hechas a propósito para alojar a la escuadra española al mando de D. José Solano que arribó a La Habana en agosto de 1871, como parte de los conflictos entre Inglaterra y España (1779-1881). Posteriormente se les utilizó como viviendas de pobres hasta que en 1786 pasaron a poder del Real Consulado y este lo destinó a los bozales traídos de África. Eran unas cuarenta construcciones de madera redonda sin labrar y techo de guano. Los hubo en Regla y la parte de extramuros donde hoy está la calle Prado. Estaban ubicados entre la calle de Consulado y la Alameda. Empezaban en la calle Colón y se extendían de norte a sur hasta la de Zanja. Además de lugar de alojamiento, allí se vendían a los nuevos bozales que llegaban. En la época de la trata legal los arribos de bozales eran anunciados por la prensa oficial. Según Ortiz, cuando un comprador llegaba al barracón, aquellos seres casi desnudos, débiles y sin apenas fuerzas para ponerse en pie, eran obligados a levantarse y revisados meticulosamente. Previamente, se les esparcía aceite para que brillasen como signo de salud. El 25 de febrero de 1822 fueron consumidos casi en su totalidad por un incendio. El último duró hasta 1836. Fernando Ortiz: Los Negros Esclavos. Edit. Ciencias Sociales. La Habana, 1987, pp. 166-174.

18 Testamentaria del Capitán de Morenos Leales Ciriaco Acosta. ANC. Escribanía de José Antonio Rodríguez. Legajo 148, expediente 21.

19 Claude Meillasoux: “Mujeres esclavas en África subsahariana”. En: Revista Arenal 7:1, enero-junio 2000, pp. 123-145.

20 Intestado de Rosa Andrade. ANC. Fondo: Escribanía de Gobierno. Legajo 703, expediente 4.

21 José E Tray: “El Calesero”. En: Colección de artículos. Tipos y costumbres de la Isla de Cuba por los mejores autores de este género. Obra ilustrada por D. Víctor Patricio Landaluze. Fototipia Taveira. Editor Miguel de Villa, Obispo no. 50, La Habana. Colección facsimilar de la Biblioteca Nacional de Cuba, pp. 110-111.

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Tomado de la Revista Revolución y Cultura. No 2 abril-mayo-junio 2016: http://ryc.cult.cu

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El lado (más) oscuro del capitalismo

Ares (Cuba)

Por George Scialabba

Son tiempos oscuros para la república [estadounidense], concuerdan en decir todas las personas de derechas. Desafortunadamente, la mayoría de las personas de derechas no saben de la misa la media. Estamos comprensiblemente obsesionados con el hecho de que un cazurro vengativo y mezquino tenga un dedo en el botón nuclear y poder de veto sobre importantes esfuerzos para prevenir una catástrofe climática mundial. Eso es perturbador, lo reconozco, pero el elefante en la cacharrería y sus facilitadores republicanos son al menos un mal conocido. Sus expolios se llevan a cabo a plena luz del día, podemos cuantificar el daño que provocan y sabemos (en teoría) cómo frenarlos.

Mucho más insidiosos son los efectos sistémicos de un conjunto de nuevas prácticas (algunas legales, otras no) alejadas del escrutinio público. El equipo político de demolición que nos gobierna está desgarrando el tejido de nuestra economía y sociedad desde fuera. Estos nuevos depredadores, de los que se habla en tres recientes libros, están consumiéndolo desde dentro.

El libro que más te abre los ojos (hasta casi hacerlos salir de las órbitas) es Dark Commerce. How a New Illicit Economy Is Threatening Our Future [El comercio oscuro: cómo una nueva economía ilícita amenaza nuestro futuro], de Louise Shelley, una profesora de la Universidad George Mason y sin duda la decana de los estudios ilícitos, si tal disciplina existe. (Y si no, claramente debería existir). A los lectores que todavía no conozcan uno de los libros clásicos sobre este tema, como por ejemplo McMafia de Misha Glenny o Ilícito de Moisés Naím, o cualquiera de los anteriores libros de Shelley, podría resultarles sorprendente enterarse de lo profunda y extensa que es la ilegalidad económica contemporánea.

Las cantidades de las que hablamos son desorbitadas:

– El ingreso anual que se calcula que generan todos los tipos de delincuencia transnacional oscila entre 1,6 y 2,2 billones de dólares, más o menos el 7% del comercio mundial, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y la Delincuencia.

– El ingreso anual que se calcula que genera la venta de drogas ilegales: 320 mil millones de dólares.

– Las ventas anuales de productos falsificados o pirateados (por ejemplo, ventas online de fármacos ‘rebajados’): 461 mil millones de dólares.

– La tala y exportación ilegal de madera: entre 30 mil y 100 mil millones de dólares.

– El comercio ilegal de pescado, especies silvestres, minerales y residuos: entre 91 mil y 258 mil millones de dólares.

– Fármacos desviados y de baja calidad: 75 mil millones de dólares.

– Minería ilegal: entre 12 mil y 48 mil millones de dólares.

– Contrabando de tabaco: entre 8.700 y 11.800 millones de dólares.

Estas son las fuentes de ingresos más lucrativas, pero algunas otras actividades ilegales no son menos peligrosas o despreciables. La venta de armas de pequeño calibre y ligeras (1.700–3.500 millones de dólares) generan beneficios para grupos como las FARC, Los Zetas, ISIS, Al-Nusra y Al-Shabaab, que son tanto clientes como proveedores de este vasto mercado. Los componentes de las armas de destrucción masiva se venden en la dark web, una red informática inmensa y secreta a la que solo se puede acceder mediante un software especial que otorga anonimato. Los países menos desarrollados o asolados por los conflictos también sufren el saqueo de antigüedades por la bonita suma de unos 1.500 millones de dólares cada año.

Y luego está el tráfico de personas, que existe en diferentes formatos. Está el tráfico de órganos, por un valor aproximado de 1.000 millones al año. El tráfico de refugiados y de trabajadores forzosos o en condiciones de servidumbre produjo entre 4.700 y 5.700 millones de euros en Europa solo en 2015. Se trafica con mujeres tanto para la prostitución como para el matrimonio forzoso. Shelley no aporta un cálculo numérico para cuantificar el tráfico de mujeres, pero sí señala que la Organización Mundial del Trabajo calcula que 25 millones de personas sufren una u otra forma de trabajo forzoso.

Las cifras de facturación no son las únicas estadísticas sorprendentes de El comercio oscuro. La internet oscura, escribe Shelley, es “quinientas veces más grande que la internet superficial”. ¿Es eso cierto? Pues ahí no se queda la cosa. Cuatro de cada cinco visitas a la internet oscura “fueron hacia destinos online con material pedófilo”. ¡Caray! Si la internet oscura es quinientas veces más grande que la internet iluminada y si un 80% de los visitantes buscan pornografía infantil, ¿qué nos dice eso sobre la humanidad? Pues parece decirnos que somos una especie muy retorcida y que quizá deberíamos rendirnos ante el calentamiento global y esperar que lo que se salga del océano de aquí a varios millones de años tenga unos valores morales mejores que los nuestros.

El mundo no basta

Shelley es una experta en el comercio internacional de cuernos de rinoceronte, al que consagra un capítulo de su libro. Hace un siglo había un millón de rinocerontes negros en África, pero hoy en día quedan solo 5.000 (una disminución del 99,5 %). La extinción es probable, y esta es una calamidad que no se puede achacar al calentamiento global. Los millonarios chinos y vietnamitas constituyen el grueso de la demanda; valoran los cuernos de rinoceronte como símbolo de posición social, por sus supuestos efectos medicinales y, cada vez más, a medida que se avecina la extinción, como inversión. Una oferta reducida ha hecho que el precio ascienda hasta los 60.000 dólares el kilo. Por lo general, los clientes efectúan un pedido a los grupos criminales organizados de Asia, y estos contactan a sus homólogos en el sur de África. Se contrata a personas desempleadas, se las equipa y se las envía para que maten a los animales y les corten los cuernos. Luego, los cuernos se trasladan a Asia con la colaboración de aduanas, transportes, policías y agentes de seguridad, corruptos todos ellos, y en algunos casos, marchantes de arte y casas de subastas. Hacen falta muchas manos para acabar con una especie.

Echaremos de menos al rinoceronte, al menos durante un tiempo (somos una especie bastante desconsiderada y pronto tendremos otras preocupaciones existenciales). En cualquier caso, por muy valiosos que sean, ninguna especie puede competir en valor (ya sea biológico o económico) con las selvas tropicales del mundo, que estabilizan el clima del planeta y contienen una gran parte de la biodiversidad. Una de las selvas tropicales más ricas de la tierra (“puede que el ecosistema más rico del mundo”, según Shelley) solía estar en Sarawak (Malasia). Desde 1981 en adelante, el jefe del gobierno taló y vendió cuatro quintas partes del mismo, y se metió 15.000 millones de dólares en su bolsillo, en el de su familia y en el de sus compinches. Contó con la ayuda de un crédito de 800 millones de dólares de Goldman Sachs y con la de numerosas instituciones financieras adicionales, que no tuvieron problema en ayudarle a esconder las ganancias. (Igual que muchos otros delincuentes millonarios, también él se metió en el negocio inmobiliario. Compró un edificio en el centro de Seattle, en el que más tarde el FBI ubicó su cuartel general del noroeste de EE.UU. y del que rechazó mudarse cuando se le comunicó a quién pertenecía; otro fantástico ejemplo más de la destreza investigativa de la Oficina y de su integridad a prueba de bombas).

No contentos con destruir el medio ambiente, los criminales están saboteando los esfuerzos por salvarlo. La Comisión Europea tiene una política de “fijación previa de límites máximos” con respecto a los créditos de emisión de carbono, que las empresas con bajas emisiones de carbono pueden vender a las empresas contaminadoras.[1] Los hackers irrumpieron en el registro de carbono de la CE para robar créditos, y luego los vendieron por valor de 6.500 millones de dólares, además de obtener rebajas del IVA por algo que ni siquiera habían pagado. Más aún, “Interpol cree que el mercado de carbono valorado en 176.000 millones de dólares es vulnerable a otros tipos de intrusión criminal, como por ejemplo el fraude de valores, la manipulación de precios entre empresas vinculadas y la venta de créditos de carbono inexistentes”.

Todo lo relacionado con la internet oscura da escalofríos. Aunque haya actividades legítimas que sucedan allí (si es que se desarrolla alguna), parece ser principalmente un supermercado de narcóticos, pornografía infantil, tráfico de personas, armas y programas maliciosos. La legendaria web oscura Silk Road [La ruta de la seda] procesa 600.000 mensajes al mes, lo que se traduce en un número desconocido de pedidos, y en sus dos años de funcionamiento facilitó la venta de 1.200 millones de dólares en drogas, armas y programas maliciosos, que se pagaron utilizando bitcoins. En particular, los programas maliciosos son un mercado en crecimiento. Cada año, se roba medio millón de registros y hace cinco años la increíble cantidad de uno de cada diez estadounidenses de más de 16 años había sido víctima del robo de identidad. Antes de ser desmantelada en 2016, se calculaba que la red de cibercrimen Avalanche estaba detrás de programas maliciosos que infectaban a medio millón de ordenadores cada día. Vienen a por ti y a por mí, de eso no cabe duda; si no lo han hecho ya, claro está.

Las instituciones financieras desempeñan un papel muy importante en el comercio oscuro. Todo ese dinero sucio tiene que ser blanqueado y muchos bancos participan de la diversión; cuatro grandes bancos (Citibank, HSBC, Wachovia y Deutsche Bank) recibieron cuantiosas multas por este motivo. Western Union es una importante correa de transmisión del dinero de la droga entre México y Estados Unidos y de ganancias del tráfico sexual entre Europa Occidental y Europa del Este. Una investigación sobre 55 países en desarrollo descubrió que los flujos financieros ilícitos equivalían a casi un 4% de todo su PIB combinado en 2011. Los bienes raíces son un medio muy conocido: un estudio realizado en seis localidades de Estados Unidos concluyó que la gente que había estado bajo el escrutinio de la policía había tramitado, de manera directa o indirecta, un 30% de las compras inmobiliarias. El lavado de dinero mediante “operaciones comerciales” es habitual: mercancías (coches, lavadoras, etc.) se compran con dinero negro y se envían a otro país, allí se venden y los beneficios que se obtienen ya son dinero limpio. El cambio de divisas también tiene lugar en la internet oscura, y de las criptomonedas se dice a veces que son el futuro del lavado de dinero. Los libertarios que idearon las criptomonedas querían librarse de los gobiernos. Ahora parece que su mayor logro terminará siendo liberar a los criminales de los gobiernos.

De todos modos, seguro que se está llevando a cabo una campaña de seguridad pública inmensa y coordinada en nuestro nombre, ¿no? ¿Qué tal le está yendo? Pésimamente. “Ninguna de las categorías criminales ha dado muestras de un marcado descenso” en la economía oscura mundial, reconoce Shelley (aparte del comercio ilegal de clorofluorocarbonos). En parte, esto se debe a que hay mucho personal de seguridad pública que está en nómina o que ha sido intimidado, pero también a que la lucha contra la delincuencia requiere una gran cantidad de recursos y la fuente principal de ingresos para los gobiernos son los impuestos. En la actualidad, los ricos evaden el pago de impuestos a escala épica: los infractores corporativos estadounidenses tienen por sí solos 2,1 billones de dólares alojados en paraísos fiscales. Los millonarios de otros países son, sin duda, igual de reacios a pagar impuestos. Los conservadores, que siempre se muestran débiles a la hora de perseguir los delitos graves, aunque hagan mucho ruido a la hora de condenar los delitos menores, obviamente no van a darse cuenta de que las fuerzas de seguridad pública no tienen el dinero que necesitan para atrapar a los peces gordos, ni tampoco suscriben las otras propuestas de Shelley: “un Plan Marshall moderno… para garantizar que todo el mundo tiene oportunidades laborales legítimas en sus países de origen”, lo que serviría para disminuir el número de desesperados del que los criminales emprendedores habitualmente reclutan a sus soldados de a pie; y un mejor acceso a la asistencia sanitaria para frenar la demanda de fármacos ilegales de aquellos que no pueden permitirse los productos de las grandes empresas farmacéuticas. Dios nos libre de interferir de tal modo con el libre mercado.

Los sospechosos habituales

A pesar de su letalidad, casi todos los tipos de crimen económico conllevan al menos un intercambio de algún tipo y son por tanto fáciles de entender. Lo que pasa en Wall Street en la actualidad es una cosa completamente diferente. A lo largo de las dos últimas décadas, de acuerdo con el economista de Oxford Walter Mattli, los mercados de capital mundiales se han vuelto oscuros. Eso es malo hasta para aquellos de nosotros que tenemos poco o ningún capital.

En su libro Darkness by Design: The Hidden Power in Global Capital Markets [Oscuridad intencionada: el poder escondido en los mercados de capital mundiales], Mattli consigue la difícil tarea de hacer que hasta los que no son ricos echen de menos la antigua bolsa de Nueva York. Durante dos siglos, la bolsa de Nueva York fue la mejor opción de la ciudad y después del país. La estructura era bastante democrática: las empresas bursátiles eran relativamente pequeñas y tenían igualdad de votos en el órgano directivo de la bolsa. Tener una reputación íntegra era indispensable para una firma comercial pública y, además de eso, los antiguos miembros de la burguesía parecían contar con un abundante y caduco espíritu cívico. (Intenten imaginarse a Robert Rubin, Jamie Dimon, Lloyd Blankfein y el resto de los tiburones y comadrejas actuales con esa cualidad). Por eso invertían las ganancias de la Bolsa en una buena gestión pública, en recopilar datos y en monitorear las transacciones. El fraude era raro, por lo general se detectaba y se castigaba con severidad. En consecuencia, la bolsa cumplía su cometido con creces: recaudar capital para las nuevas empresas y disciplinar o recompensar a las empresas existentes.

En la década de 1960, la revolución informática comenzó a llegar a Wall Street. Primero se automatizaron las tareas administrativas y luego las operaciones bursátiles en sí. Los ordenadores, servidores, software y personal informático que hacían falta eran caros, y esto otorgaba una ventaja a los principales actores: los bancos de inversión y las corredurías bursátiles. Estas últimas iniciaron una fase de fusiones y adquisiciones compulsivas que dejaron al sector bursátil y a la Bolsa en manos de un reducido número de empresas gigantescas.

Estas empresas (Goldman Sachs, Citigroup, Morgan Stanley, UBS y otras) ya no dependían de la Bolsa para poner en contacto a compradores con vendedores, ni para proporcionar liquidez (una serie de fondos acumulados que permitían procesar los pedidos de manera fluida). El único obstáculo que había para las actividades más rentables (los mercados internos u “oscuros”, las operaciones bursátiles en grandes bloques y las operaciones bursátiles de alta velocidad) era la supervisión que llevaba a cabo la Bolsa de Nueva York. Por eso hicieron lo que siempre han hecho los amos del universo de Wall Street: cabildearon con éxito para que el gobierno tomara medidas en favor de sus intereses comerciales y lo presentaron como si fuera una obediencia inevitable a los imperativos de eficacia, progreso y modernización. En 2005, la Comisión de Valores y Bolsa (SEC por sus siglas en inglés) promulgó una serie de normas para reestructurar radicalmente la Bolsa de Nueva York según los términos que exigían las grandes empresas. Al año siguiente la antigua Bolsa de Nueva York pasó en la práctica a mejor vida.

¿Por qué debería importarnos esto? ¿Acaso no se trata de un ejemplo de gánsteres capitalistas tendiéndose una emboscada los unos a los otros? ¿De depredadores sucumbiendo ante superdepredarores? Sí y no. La Bolsa de Nueva York no está compuesta de Daniel Berrigans y Dorothy Days [activistas sociales vinculados a la Iglesia católica], eso es cierto; pero la mayoría de la actividad que tenía lugar allí estaba de alguna forma relacionada con el mundo real de la producción. Gracias a las extraordinarias velocidades que propiciaron los retransmisores de microondas (que en algunos casos alcanzan la velocidad de la luz) el volumen de operaciones bursátiles se ha multiplicado por mil y en su mayor parte son operaciones de arbitraje.

Las operaciones de arbitraje (transacciones trepidantes que aprovechan fluctuaciones minúsculas o temporales en el precio de las acciones) son socialmente inútiles. La defensa convencional de esta práctica sostiene que el arbitraje promueve una determinación eficaz del precio. Mentira y, además, las mismas grandes empresas que dicen que es verdad están también obstaculizando una herramienta verdaderamente útil para determinar el precio: el inversor informado. A menudo, los individuos o gerentes de fondos de pensiones y fondos comunes de inversión investigan en profundidad a las empresas y toman así sus decisiones de inversión. Los operadores de alta velocidad tienen acceso preferencial a información bursátil y cuando se enteran de órdenes institucionales de gran volumen pueden adelantarse (eso se llama “anticiparse a la orden”, que es la versión moderna de la ilegalizada práctica de “inversión ventajista”) y comprar o vender antes de que se emita la orden, lo que cambia el precio y les hace ganar (si esa es la palabra correcta) un pequeño beneficio. Cuando se realiza millones de veces, no solo roba mucho dinero de los fondos de pensiones y comunes (vamos, de ti y de mí), sino que también desincentiva la investigación en profundidad sobre las empresas, que es lo que de verdad mantiene la precisión en los precios de las acciones.

La fragmentación de las bolsas ha propiciado un cambio radical en el equilibrio de poder entre las grandes empresas y las bolsas que son, en teoría, las responsables de fijar las reglas según las cuales operan las primeras. En realidad, ahora las bolsas dependen completamente de las empresas, que han conseguido tantas concesiones y privilegios especiales que ya no existe ninguna pretensión de igualdad en el tratamiento que se da a los grandes y a los pequeños inversores. La oscuridad intencionada contiene numerosos ejemplos de ese tratamiento especial: suministro preferencial de datos, ‘colocar’ los servidores de clientes importantes en el parqué de operaciones, quote stuffing [una estrategia con la que se ralentiza intencionadamente el sistema inundándolo de un  gran número de órdenes y cancelaciones en cuestión de microsegundos, spoofing [la introducción una orden de compra o venta que no se pretende llevar a cabo para incitar a otros participantes a invertir] y cientos de Clases Especiales de Órdenes (SOTs por sus siglas en inglés), algunas de las cuales están diseñadas por las grandes empresas y todas ellas son, básicamente, fraudes. No llegué a entender completamente todas las descripciones que hace Mattli sobre cómo funciona este nuevo modelo de operaciones bursátiles, así que me consoló leer que “un regulador jubilado con un reconocido historial de 15 años al mando de dos importantes organizaciones de regulación financiera me confesó hace poco que ya no entendía cómo funcionaban en realidad estos complejos mercados de capital”.

La consecuencia última de la fragmentación son las “plataformas oscuras” (mercados privados que no ofrecen información previa a la negociación sobre precios ni volúmenes de las órdenes). Estas plataformas, cuya intención original era prevenir la inversión ventajista, han sido diseñadas, en cambio, para facilitarla, mediante la connivencia entre sus administradores y los operadores de alta frecuencia que participan en ellas.

Mattli ofrece sus recomendaciones utilizando el enérgico tono cargado de sentido común del profesor de Oxford: ¡Hágase la luz sobre los inversores! O, de forma más prosaica, hágase que el Congreso y la Comisión de Valores y Bolsa realicen sus trabajos. Desafortunadamente, como reconoce en ocasiones, ninguno de ellos quiere hacer su trabajo. El lobby bancario está muy organizado y (sobra decirlo) bien financiado; Mattli cita a un observador de Wall Street de la década de 1970: “Los bancos… ya tienen más poder que el Congreso”. A estas alturas, la contienda ya ni existe. Y la SEC está en un lado de la puerta giratoria, en cuyo otro extremo se encuentran los grandes bancos y las corredurías bursátiles (en las que, según se dice, alguien con la actitud correcta puede ganar muchísimo dinero). Lo mismo vale rezar para que llueva en el Sáhara que para que se haga la luz sobre Wall Street.

Tras una larga lista de terrores desconocidos, casi supone un alivio regresar a otros con los que estamos más familiarizados: los problemas y dilemas de nuestro futuro digital. Hoy en día, la presente digital ya da bastante miedo, como deja patente James Bridle en New Dark Age: Technology and the End of the Future [La nueva edad de las tinieblas: la tecnología y el fin del futuro]. El libro es un un agudo e informativo paseo por diez temas (ligeramente) relacionados entre sí (todos los cuales, en una encantadora muestra de vanidad, comienzan por la letra c). No existe una tesis central en la obra de Bridle, pero hay gran cantidad de información y reflexión sobre los métodos informáticos que rigen la investigación farmacéutica y sobre la fusión nuclear; sobre la curva Keeling, una gráfica que muestra la siempre creciente concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, y su relación inversa con la capacidad cognitiva humana; sobre DeepDream, un programa que ceba imágenes a unas redes neuronales y genera unos resultados sorprendentes; y sobre otros temas. Bridle se muestra sucesivamente entretenido, sorprendido o indignado, que es la manera perfecta de abordar el fenómeno devora-futuros que describe.

La prosa de Bridle puede ser lírica y amenazante al mismo tiempo. Por ejemplo:

“En algún lugar entre los yihadistas y los estrategas militares, entre la guerra y la paz, entre el negro y el blanco, se encuentra la zona gris en la que habitamos la mayoría de nosotros hoy en día. La zona gris es el mejor descriptor para un entorno inundado de hechos imposibles de demostrar y falsedades demostrables que, sin embargo, nos acosan, como si fueran zombis, mediante conversaciones, engatusamientos y persuasiones. La zona gris es el terreno resbaladizo y casi inasible en el que nos encontramos ahora mismo como consecuencia de nuestras muy extendidas herramientas tecnológicas para generar conocimiento. Es un mundo de cognoscibilidad limitada y de dudas existenciales, que es igual de terrible tanto para el extremista como para los que creen en las teorías de la conspiración. En este mundo nos vemos obligados a reconocer el limitado alcance del cálculo empírico y el escaso beneficio que ofrecen los abrumadores flujos de información”.

Directo al vídeo

El gran logro de La nueva edad de las tinieblas es un capítulo, más inquietante que nada de lo que haya leído nunca, sobre la programación infantil de YouTube. Un inmenso archipiélago de vídeos, algunos elaborados por humanos y otros por bots informáticos, compiten por el número de visitas de los niños, lo que significa, en primer lugar, que hay que atraer la atención de los algoritmos de recomendación de YouTube. A menos que tenga la suerte de que una masa crítica de niños lo encuentre y lo recomiende, la forma más segura de atraer la atención de YouTube es incluir en el título de tu vídeo el nombre de un vídeo que ya sea popular.

Por ejemplo, algo como Cars 2 Silver Rayo McQueen Corredor Huevos Sorpresa Disney Pixar Zaini Racer Plateado de ToyCollector. Es “uno de los millones y millones de vídeos sobre huevos sorpresa que hay en YouTube”. Un huevo sorpresa de chocolate que contiene un juguete en su interior, y por extensión, cualquier cosa que contenga otra cosa dentro. Por lo que parece, a los niños les gustan estos y otros vídeos en lo que se abren cajas o se desenvuelven paquetes para desvelar una sorpresa. Uno de los realizadores de huevos sorpresa con juguete dentro se alió con Cars, una taquillera película de Disney para niños. Gracias a esta feliz sinergia, Cars 2 Silver Rayo, etc. ha conseguido alcanzar los 33 millones de visitas y ha dado pie a infinitas variaciones (“millones y millones” de ellas). Y “huevo sorpresa” es solo uno de los géneros audiovisuales. También está la Familia dedo (dedos bailando y cantando versos mediocres), Aprende los colores, Peppa Pig, Cabezas equivocadas, y sus infinitos imitadores, todos siguiendo la misma fórmula, y una proporción desconocida de ellos totalmente automatizados.

¿Por qué? ¿Para qué sirve esta producción incesante de basura profunda e irremediablemente inútil? Ingresos por publicidad, obviamente. Los vídeos vienen siempre precedidos, seguidos o interrumpidos por un anuncio destinado al segmento demográfico de niños entre uno y seis años. La comisión por el anuncio se comparte entre el realizador del vídeo y el propietario de YouTube, que es Google. Es un gran negocio: los realizadores más populares de la plataforma han ganado decenas de millones de dólares. Solo Dios (y puede que Hacienda) sabrá cuáles son las ganancias reales de Google.

¿Todo este balbuceo de bebé y sinsentido infantil es al menos inofensivo? Todo lo contrario, nos informa Bridle. No importa ya la contracción de la imaginación de millones de niños (los vídeos infantiles de YouTube son tan parecidos a los cuentos de hadas tradicionales y a las historias para niños como las dos dimensiones se parecen a las tres). Peor incluso, algunos de ellos son verdaderamente tóxicos.  Los personajes tienen características y formas extrañas e incomprensibles; y no pocas veces, coprofagia, sadismo, violaciones y violencia: es imposible que estas cosas no surjan en las decenas de millones de vídeos que existen, muchos de los cuales han sido realizados en las mismas condiciones que predominan en los talleres miseria o por programas de ordenador. “No se trata de la intención”, concluye Bridle, “sino de un tipo de violencia intrínseca a la combinación de sistemas digitales e incentivos capitalistas”. Claramente, también se trata en parte de la intención: eso es lo que pasa cuando haces que los niños sean un centro de beneficios.

La iniciativa, parece poderse afirmar, reside en los malvados. La cantidad y calidad de energía e invención que se destina a las infames actividades que se describen en estos tres libros podrían con facilidad acabar con la pobreza, la desigualdad, los conflictos internacionales y la crisis climática. Seguro que los infractores piensan que es más divertido dirigir el mundo que hacer contrabando de cuernos de rinoceronte o implantar programas maliciosos, ¿no? Entonces, si no puedes combatirlos, haz que se unan a ti; puede que así consigas al menos despertar su imaginación.

Tomado de: https://ctxt.es

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Las dos caras de la moneda

Arthuro (Brasil)

Por Graziella Pogolotti

EL incendio de la Amazonía y el inicio de la desaparición de los glaciares debían constituir señales de alerta que estremecieran al mundo. El planeta en que vivimos, en el que habrán de crecer nuestros hijos y nuestros nietos, está amenazado de muerte. Sin embargo, la tónica dominante de la información noticiosa acentúa las contradicciones entre los presidentes de Brasil y de Francia y distrae, con su bombardeo anecdótico, de un análisis profundo de las realidades del planeta, de la posibilidad de concertar una movilización popular contra los rejuegos engañosos de la política.

Todo empezó con la primera Revolución Industrial. La máquina de vapor multiplicó la producción de bienes, impulsada por una filosofía optimista que centraba la fe en las ventajas materiales derivadas del progreso de la técnica. Las ciudades atrajeron a millares de campesinos que sobrevivían en la miseria. El polvo de carbón, fuente principal de energía, fue ennegreciendo el panorama. Los nuevos emigrantes, faltos de vivienda, se mantenían hacinados, carentes de protección ante las amenazas del despido y sometidos a extenuantes horarios de trabajo.

La literatura fue revelando ese otro rostro de la realidad. Charles Dickens, un novelista que nutrió nuestra infancia y primera juventud, bastante olvidado hoy, conmovió a millones de lectores con la visión de la niñez desvalida y de la prisión por deudas que llevaba a la cárcel a familias enteras. La extracción del carbón abría túneles cada vez más profundos, donde la atmósfera irrespirable y la contaminación del polvo acortaban la vida de los trabajadores.

El novelista Honorato de Balzac nunca supo de la existencia de Carlos Marx. En cambio, este último, conocedor profundo de la literatura, descubrió en el narrador francés ángulos de la realidad social que escapaban a la apreciación de los economistas. Por vía del arte, se reseñaban factores latentes en la subjetividad humana que contribuían a configurar lo subyacente en una época de brutal emergencia del capitalismo. En el complejo entramado de personajes, se manifestaba el poder creciente de las finanzas, la desaparición del pequeño comerciante bajo el embate de las empresas de mayor envergadura. Había, sobre todo, un radical cambio en la escala de valores. El mundo se dividía entre triunfadores y vencidos. La filosofía del éxito se imponía sobre los más elementales principios éticos. Era el germen de un modo de pensar que constituye un componente esencial de la ideología neoliberal contemporánea.

Marx pasó años de miseria extrema inmerso en archivos. Sabía que las claves del sistema podían descubrirse mediante el entendimiento del proceso histórico en que se asentaron sus bases. Para el análisis económico, escogió como campo de estudio a la Gran Bretaña, punto de partida de la Revolución Industrial. Para el examen del acontecer político, se detuvo en el caso francés, cuna de la Revolución, donde intentos sucesivos de rebelión se habían producido a lo largo del siglo XIX, en el año 30, en el 48 y finalmente en la Comuna de París, primer intento de tomar el cielo por asalto. El enfoque crítico de cada uno de esos fenómenos se convirtió en herramienta teórica para el análisis de la realidad. Comprendió que las crisis de superproducción que sacudían regularmente la estabilidad del capitalismo no destruirían por sí solas el sistema. La batalla se libraba ante todo en el terreno de las ideas, a través de la sistemática concientización de las masas. La divulgación simplista de su tiempo condujo a una lectura mecanicista, fuente de muchos errores.

En el siglo XX, poderosísimos movimientos sindicales se limitaron a luchar por reivindicaciones materiales. Las pequeñas conquistas fortalecieron paradójicamente el dominio capitalista, al crear la ilusión de alcanzar un estado de bienestar renunciando a las prácticas de una solidaridad internacionalista. Debilitado en su razón de ser, el movimiento sindical se fracturó y en los días que corren asistimos al espectáculo de la volatilización de las garantías del empleo estable y de la precarización progresiva del trabajo.

Hijo de su tiempo, Marx comprendió que el oro de América había servido a la acumulación originaria del capital. No alcanzó a comprender todas las implicaciones del colonialismo. El desarrollo se había construido sobre el subdesarrollo. Una parte del planeta producía materias primas y se reducía, en un intercambio desigual, a receptor de productos elaborados.

Estamos inmersos en una etapa de cambios tecnológicos que se producen a un ritmo sin precedentes. No se trata de volver las espaldas a transformaciones que repercuten en nuestras vidas y en nuestro modo de relacionarnos. Hay que tener presente que toda moneda tiene dos caras y analizar los costos que estas modificaciones entrañan, para garantizar medidas que aseguren el debido contrapeso. Numerosos estudios demuestran que la exposición demasiado temprana de los niños a la computación interviene negativamente en el desarrollo de habilidades manuales para la escritura. En muchas universidades del mundo es palpable el retroceso en cuanto a hábitos de lectura y capacidades de redacción de ideas de cierta complejidad, derivado de la proliferación de mensajes sucintos, formulados con extrema economía de palabras. Existen problemas de adicción a los videojuegos que apartan a muchos jóvenes de la relación con otros seres humanos. El impulso a la inteligencia artificial tendrá sus repercusiones en el terreno del empleo, acentuando el número de los marginados.

El asunto consiste en desterrar una concepción tecnocrática del proceso y asumir en todos sus alcances una visión humanista del desarrollo humano, que contenga, con perspectiva de crecimiento, la dimensión espiritual en tanto componente fundamental del bienestar al que aspiramos. En la plenitud del buen vivir reside la posibilidad de salvar el planeta de la depredación que en una perspectiva a corto plazo beneficiaría a los dueños del mundo.

Tomado de: http://www.juventudrebelde.cu

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Así es la prensa que debe imitar Cuba (+video)

Jalal hajir (Marruecos)

Por José Manzaneda

Para la prensa occidental quienes se manifiestan en Hong Kong contra el gobierno chino son “activistas” (1). Quienes lo hicieron contra la reunión del G7, en Biarritz, “radicales” (2).

En Hong Kong hay “protestas” (3), en Biarritz hubo “altercados” (4) o “disturbios” (5). La violencia extrema (6) y las banderas de EEUU y Reino Unido exhibidas (7) en las manifestaciones de Hong Kong son elementos cuidadosamente apartados por la prensa. Que insiste en el control informativo del gobierno chino (8), mientras justifica –por ejemplo- el cierre de más de 200 cuentas en Youtube de quienes defienden a Pekín (9).

Es la prensa líquida que convierte en “el Che Guevara hongkonés” a un líder anticomunista (10), y a “la rana Pepe”, un icono de la extrema derecha en EEUU (11), en el nuevo símbolo prodemocracia (12). Pero la guerra comercial a gran escala de la Casa Blanca contra China, ¿verdad que no tiene nada que ver con todo esto (13)?

Cuando leemos algo sobre literatura cubana, automáticamente, aparece la supuesta “censura” (14). Pero que Donald Trump apruebe nuevas prohibiciones para evitar acuerdos entre editoriales de EEUU y Cuba ni es censura… ni es noticia (15).

Nils Melzer, Relator Especial de la ONU sobre la Tortura, denunció que la BBC y Sky News decidieron no emitir una entrevista que le hicieron sobre el caso de Julian Assange (16). Y que ningún diario occidental ha querido publicar un artículo en el que denuncia la tortura a la que es sometido el periodista australiano (17) (18). Así es la “prensa plural e independiente” que tantas lecciones da… a Cuba.

El Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU pidió a España la “libertad inmediata” de los presos políticos catalanes, por sufrir “prisión arbitraria” (19). Los grandes medios españoles, como una sola voz, rebajaban esta petición a una simple “opinión” de “un grupo de trabajo” de la ONU (20) (21) (22) (23) (24) (25). Pero cuando se trata de Venezuela, la cosa cambia: “Naciones Unidas confirma” –leemos- que allí sí hay “persecución” y “presos políticos” (26).

Por eso, diarios españoles como “El País” aplauden que el Gobierno de EEUU desvíe “fondos de ayuda a Centroamérica para apoyar a la oposición venezolana”. Y así –nos dice- invertir en “buena gobernanza y derechos humanos” para “restaurar la democracia en Venezuela” (27).

¿Qué diría la prensa corporativa si en Cuba arrestaran a 70 monjas y clérigos católicos (28)? Pero como ha ocurrido en Washington, no leemos nada (29). Fue durante una sentada, en el Capitolio, contra los campos de concentración para inmigrantes instalados por el Gobierno de Donald Trump.

Hace unos días fallecía Richard Driscoll, bombero de Nueva York que trabajó en el rescate durante el 11S (30). Con él ya son 200 los bomberos fallecidos por enfermedad, sumados a los 343 que murieron el día de los atentados. ¿Preparará una serie HBO o Netflix, como la de Chernobyl, para enseñarnos cómo los “liquidadores de las Torres Gemelas” fueron “engañados… por el capitalismo” (31)?

Referencias

(1)  https://www.elperiodico.com/es/internacional/20190812/hong-kong-cancela-vuelos-protestas-7590784

(2)  https://www.elperiodico.com/es/internacional/20190823/gendarmes-policias-pguardia-civil-ertzaintza-peinan-frontera-irun-hendaya-busca-radicales-7604148

(3)  https://cnnespanol.cnn.com/2019/08/26/cronologia-de-las-protestas-de-hong-kong-la-evolucion-de-un-movimiento/

(4)  https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/detenidas-personas-altercados-20190824111627-nt.html

(5)  https://www.elimparcial.es/noticia/204230/mundo/68-detenidos-en-bayona-por-violentos-disturbios-contra-el-g7.html

(6)  https://insurgente.org/hong-kong-que-esta-pasando-y-no-nos-cuentan/

(7)  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=259770&titular=siga-el-rastro-del-dinero-que-est%E1-tras-las-protestas-de-hong-kong-

(8)  https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-49376240

(9)  https://www.telecinco.es/informativos/internacional/google-cierra-210-cuentas-youtube-influir-percepcion-protestas-hong-kong_18_2807445110.html

(10)       https://www.nytimes.com/es/2019/08/17/espanol/mundo/protestas-hong-kong-edward-leung.html

(11)       https://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/05/09/59118d6d468aeb7d028b4626.html

(12)       https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/ser-icono-extrema-derecha-hong-kong-ha-convertido-a-rana-pepe-simbolo-democratico

(13)       http://canarias-semanal.org/art/25828/hong-kong-imagen-y-realidad-de-una-movilizacion

(14)       https://elpais.com/cultura/2019/03/25/actualidad/1553509305_967730.html

(15)       http://www.cubadebate.cu/opinion/2019/07/27/caramba-si-estoy-en-la-lista-negra/#.XWYe2XvtYl0

(16)       https://www.rt.com/news/460901-un-torture-bbc-sky-assange/

(17)       https://digitalsevilla.com/2019/06/27/relator-especial-de-la-onu-sobre-tortura-denuncia-censura-de-los-principales-medios-occidentales-en-el-caso-assange/

(18)       https://kaosenlared.net/desenmascarando-la-tortura-de-julian-assange/

(19)       http://exteriors.gencat.cat/es/detalls/noticia/20190705_BoschGrupTreballONU2

(20)       https://elpais.com/ccaa/2019/07/04/catalunya/1562261758_749288.html

(21)       http://www.rtve.es/noticias/20190529/grupo-trabajo-onu-ve-arbitraria-prision-independentistas-catalanes/1948060.shtml

(22)       https://www.elmundo.es/cataluna/2019/05/29/5cee90e1fc6c83215a8b459b.html

(23)       https://www.elperiodico.com/es/politica/20190529/grupo-trabajo-detencion-arbitraria-onu-informe-presos-independentistas-junqueras-cuixart-sanchez-7478926

(24)       https://www.cope.es/actualidad/espana/noticias/grupo-trabajo-onu-critica-prision-junqueras-sanchez-cuixart-20190529_425571

(25)       https://www.elmundo.es/espana/2019/06/03/5cf41a98fdddfff3ad8b4633.html

(26)       https://www.elmundo.es/internacional/2019/07/04/5d1e2ab921efa0345b8b4640.html

(27)       https://elpais.com/internacional/2019/07/19/actualidad/1563555804_898800.html

(28)       http://www.cubainformacion.tv/index.php/contratuit/77430-cuba-ifalta-de-libertad-religiosa-o-de-privilegios-de-la-iglesia

(29)      https://www.democracynow.org/es/2019/7/19/titulares/70_catholics_arrested_in_capitol_hill_protest_of_trumps_immigration_policies

(30) https://www.lasexta.com/noticias/internacional/muere-uno-bomberos-que-trabajo-11s-son-200-fallecidos-secuelas-atentado_201907195d315a230cf2be64e259eb65.html

(31)       https://www.abc.es/historia/abci-engano-comunismo-600000-liquidadores-para-murieran-urss-chernobil-201905310112_noticia.html

Tomado de: https://cubainformacion.tv

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El regreso de Rambo (+tráiler)

Rambo Last Blood, de Adrian Grunberg

Por Rolando Pérez Betancourt

Algunos no lo creen y otros aplauden: Regresa Rambo a las pantallas en una quinta entrega, que será estrenada este mes de septiembre.

Del exsoldado fílmico se recordará que fue capaz de ganar él solo una guerra en Vietnam (segunda parte, 1985), lo que hizo declarar al presidente Ronald Reagan: «I love Rambo». Y como remate: «Rambo es republicano», trampolín sin par para convertir al personaje en mito espiritual de una  época.

Al paso del tiempo, acusado de la carga de violencia e ideología revanchista emanada de aquel Rambo (y de otros que vendrían), Sylvester Stallone trató de evadir responsabilidades y dijo que había sido James Cameron quien, mandado a buscar para darle mayor intrepidez al  guion, lo había llenado de mensajes políticos, acusación frente a la cual el director de Titanic y Avatar respondió que él solo había salpicado de acción la trama y «lo otro», lo político, era cosecha del actor.

La tercera parte de Rambo (1988) luchando en Afganistán contra los rusos vendría a sellar la connotación oficial  del héroe, apto, junto  a su personaje paralelo en el tiempo, el boxeador Rocky Balboa, para erigir un monumento al nacionalismo estadounidense, el mismo que con tintes recalcitrantes bajo el eslogan de  «American First» impulsa el presidente Trump desde  sus primeros días.

Años  80 de aquel Rambo II en que sus imágenes eran desayuno diario en los medios, mientras en Estados Unidos se  efectuaban concursos para elegir a los jóvenes que se le parecieran y más de un tirador solitario, provocador de horrendas masacres, declaraba haber sido influido por el héroe a la hora de apretar el disparador.

Rambo I, Acorralado (1982), fue un buen filme armado a partir de la novela de David Morrell, Primera sangre, dada a conocer en 1972. En ella se habla del estrés sufrido por un soldado norteamericano a su regreso de la invasión a Vietnam y de las  dificultades que debe afrontar para incorporarse a la sociedad. En la novela, aquel Rambo moría al final luchando contra el sheriff de una localidad que le había hecho la vida imposible. Pero tanto los productores, como el mismo Stallone, olieron lo que podía ser un filón de oro y dejaron al soldado con vida.

Ahora, a los 73 años de edad, el actor no puede exhibir los mismos músculos y habilidades físicas, pero sí convertir en letales sus viejas mañas para matar, otra vez por venganza. El mismo Stallone se encargó de ofrecer detalles en las redes sociales a medida que avanzaba la filmación de Rambo, última sangre, título de esta quinta entrega que, a partir de su sinopsis, hace predecir poca imaginación: el exsoldado Rambo trabaja en un rancho fronterizo con México, la hija de un gran amigo es secuestrada por un poderoso cartel mexicano de la droga, y aunque el viejo combatiente no quiere saber nada de pólvora y violencia, se verá precisado a tensar músculos  y cruzar la frontera.

El filme fue rodado en Bulgaria, quizá tratando de abaratar costos, quizá por aquello de qué podrán decir los mexicanos en momentos en que el muro  de Donald Trump sigue siendo noticia de cada día y medidor político de cuantos se refieran a él.

En el tráiler se ve a Stallone, en medio de un monólogo existencial que habla de desquites, afilando su gran cuchillo dentado y disparando con todo tipo de armas, incluyendo una ametralladora montada sobre un vehículo.

También es posible que si no se precisa bien la información que se busca en internet, le aparezca  al usuario una propuesta de última moda: camisetas, a buen precio,  con la imagen de Donald Trump o convertido en John Rambo.

Tomado de: http://www.granma.cu

Tráiler del filme Rambo Last Blood, de Adrian Grunberg

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¿Quiénes están realmente organizando las protestas en Hong Kong?

Falco (Cuba)

Por John Ross

Las violentas protestas en Hong Kong están organizadas y dirigidas por fuerzas externas, como es evidente para cualquiera que haya visto tales operaciones en otros países, por ejemplo, el Euromaidán de 2014 como un intento de golpe de estado en Ucrania. La afirmación de que estas acciones violentas son “sin líderes” o “espontáneas” es completamente falsa, como lo demuestra cualquier acercamiento a los manifestantes, que están claramente bien organizados y entrenados para tratar con la policía, y cualquier examen objetivo de los hechos políticos.

Los líderes públicos de las protestas tienen fuertes vínculos con los Estados Unidos y los separatistas en Taiwán.

Por ejemplo, Martin Lee, un líder de protesta a largo plazo, tiene vínculos estrechos con el National Endowment for Democracy (NED), una agencia estadounidense financiada principalmente por una asignación anual del Congreso de los Estados Unidos. La NED le otorgó a Lee un premio e incluso publicó su biografía en su sitio web. En 2014, en Washington, se reunió con el vicepresidente Joe Biden y Nancy Pelosi, ahora presidenta de la Cámara de Representantes.

Cuando otros líderes de protesta de larga data, Nathan Law y Agnes Chow, visitaron los Estados Unidos, se encontraron con el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Eliot Engel, el Vicepresidente Pence, el Secretario de Estado Pompeo, el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton y el Senador Marco Rubio.

Joshua Wong, otro líder de protesta, tiene estrechas relaciones con círculos estadounidenses de alto nivel contra China y también con Taiwán. En 2017 realizó un viaje para dar conferencias a Taiwán y, en junio de 2019, agradeció públicamente a las fuerzas políticas en Taiwán por su apoyo a las protestas de Hong Kong.

En 2018, Wong visitó los EE. UU., donde se reunió con el halcón contra China, el senador Marco Rubio, el 8 de mayo. Wong recibió grandes elogios en la revista Time, Fortune y Foreign Policy.

Pocos días después de la elección de Trump como presidente en noviembre de 2016, Wong estaba en Washington. La visita de Wong proporcionó la ocasión para que dos halcones anti-Senado de China, Marco Rubio y Tom Cotton, introdujeran la llamada “Ley de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong”.

Wong también sostuvo reuniones con directivos de la derechista Heritage Foundation, además de Rubio, Cotton, Nancy Pelosi y el senador Ben Sasse, y fue recibido por las salas de redacción del New York Times y el Financial Times.

En septiembre de 2017, los senadores estadounidenses Marco Rubio, Ben Cardin, Tom Cotton, Sherrod Brown y Cory Gardner firmaron una carta dirigida a Wong, Law y al activista antichino Alex Chow, elogiándolos por sus “esfuerzos para construir una comunidad verdaderamente autónoma” en Hong Kong. Los senadores proclamaron que “Estados Unidos no puede quedarse de brazos cruzados”. Rubio nominó a Wong, Law y Chow para el Premio Nobel de la Paz 2018.

En agosto de 2019, Wong, junto con otros líderes de la protesta, fue fotografiado con Julie Eadeh, la consejera política del Consulado General de los Estados Unidos en Hong Kong, durante el período en que tuvieron lugar las más violentas protestas.

Estos estrechos vínculos muestran claramente el carácter ridículo del tweet del presidente Trump el 13 de agosto en el que comenta que “no puede imaginar por qué” se culpó a Estados Unidos de los problemas que ocurren en Hong Kong.

Detrás de estas figuras públicas hay fuerzas bien financiadas. Entre los más importantes está el magnate de los medios Jimmy Lai, que no ha negado su papel en las protestas al decirle al Wall Street Journal: “He sido uno de los alborotadores”.

Antes de los eventos en Hong Kong, Lai estaba en Washington, reunido con miembros del equipo de Seguridad Nacional de Trump, incluido el asesor de seguridad nacional John Bolton.

Lai es un firme defensor del presidente Trump, que ha seguido una política de confrontación con China. Declaró que Trump “entiende a los chinos como ningún presidente lo entendió”. Es un opositor amargo y de larga data del gobierno chino, que antes llamó a Deng Xiaoping a “renunciar” como líder de China e insultó al gobierno actual de China en el Wall Street Journal al felicitar a Trump porque “creo que es muy bueno tratando con gángsters”.

Las operaciones de tales figuras son profundamente cínicas y perjudiciales para quienes participan en las protestas. Hay problemas reales en Hong Kong: la desigualdad es excesiva, los precios de la vivienda y los alquileres son extremadamente altos. Alrededor de 1,4 millones de personas en una ciudad de 7,4 millones de personas, casi el 20 por ciento, vive por debajo del umbral de la pobreza. Las personas responsables, que buscan un resultado práctico, tratarían de abordar estos problemas mediante un diálogo entre el gobierno central de China y el gobierno de la Hong Kong.

En cambio, las fuerzas políticas que se han descrito buscan arrastrar a los ciudadanos a actividades violentas, dañando la economía de Hong Kong y sin la menor posibilidad de éxito. No solo China jamás aceptará la agenda separatista de estas fuerzas, sino que incluso Estados Unidos y el Reino Unido, cualesquiera que sean sus actividades irresponsables en Hong Kong, nunca apoyarán ningún intento real de crear un Hong Kong “independiente”.

En otras palabras, tales fuerzas están creando para sus propios fines un callejón sin salida político que causará un daño duradero a la prosperidad de Hong Kong y terminará, inevitablemente, si se mantiene la violencia, en largas penas de cárcel para aquellos que son engañados para participar en tales actividades.

Tomado de: https://www.cubaperiodistas.cu

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