Textos prestados

Las alturas que merece Martí

José Martí, de José Delarra. Artista plástico cubano. Dibujo en tinta sobre cartulina.

Por José Alejandro Rodríguez

A más de medio siglo, aquella absurda maquinaria produciendo sin cesar bustos de nuestro José Martí, imagen emblemática del filme La Muerte de un burócrata de Tomás Gutiérrez Alea, desconcierta aún al espectador; y sugiere la tendencia a estandarizar con pura formalidad y reproducción extensiva, sin interpretación creadora, el legado inmenso de nuestro Héroe Nacional.

De ese estilo reduccionista y burocratizante no escapó cierto tratamiento propagandístico de la figura del Apóstol de la independencia, como panes y peces a repartir para todos por igual; en contraste con la honda e inacabable vindicación del complejo universo martiano por insignes políticos, historiadores y estudiosos de su huella.

Tal es la universalidad del pensamiento martiano, y tanto él habló y previó de todo: “del microbio a la nube”, que cualquiera se siente en el derecho de esgrimirlo sin conocerlo a fondo. Y lo utiliza de comodín de ocasión, lo mismo en un discurso, con frases entresacadas de contexto, que en una conversación barrial adjudicándole sentencias falsas como que robar un libro no es robar.

Una variante de esa tendencia, no dudo que, con la mejor intención, ha sido la multiplicación excesiva de sitiales con bustos de Martí en los más insólitos lugares públicos, como si el influjo de su obra y ejemplo se decretara per se con la figuración en piedra o yeso, y no requiriera de un largo cultivo, incorpóreo, en el alma nacional.

No hablo de los memoriales y monumentos relevantes, sitios de veneración, adónde siempre habrá que ir sin quitarnos el polvo del camino. No incluyo a los humildes bustos en las escuelas, de manera que siembren desde temprano el amor a José Julián. Lo que censuro es la ligera costumbre, casi que emulativa, de situar un Martí, muchas veces rústico e irreconocible, lo mismo al pie de una cafetería, que a la entrada de una oficina de trámites donde se hacen colas, o en los bajos de un edificio multifamiliar en plena acera.

Y muchas veces, esa clonación improvisada de su rostro en sitios públicos sufre impunemente la degradación del tiempo y del maltrato. He visto algunos bustos con la nariz o una oreja rotas, y permanecen así mucho tiempo. En algunos sitios, hasta se ha hecho costumbre sentarse o recostarse en la base del pedestal.

Pero lo más indignante son los sitiales cercanos a ventas de bebidas alcohólicas. Hace unos días, junto a un expendio de ese tipo en el complejo comercial del Mónaco, en la capital, un busto de Martí, aún rodeado de una reja de hierro, los bebedores de cerveza cercanos lanzaban las latas vacías al pie de tanta gloria, a la vista de todos.

No puede dejarse al libre albedrío la imagen del Héroe, luego de una Revolución que lo ha reivindicado tanto en su obra, y lo ha devuelto al patrimonio popular, repartiéndolo en la veneración como la luz que nos sostiene.

Ahora que se aprobó la Ley de Símbolos Nacionales, e imbuidos del respeto que merecen los sagrados emblemas de la Patria, urge un estudio a fondo por parte de la Comisión Nacional de Monumentos, de los sitiales dedicados a Martí y otros héroes y mártires.

Habrá que regular donde y en qué condiciones aledañas, debe situarse un memorial, por modesto y humilde que sea. Y en consonancia, eliminar los bustos improvisados, que no cumplan con los mínimos requisitos. Pero también urge penalizar con rigor el irrespeto a los rincones que honran la memoria de quienes lo dieron todo por Cuba.

No es fortuito que Celia Sánchez junto a su padre, en una acción reivindicativa del Martí que se desgastaba en aquella República, hubieran situado su busto en la cima del Pico Turquino. En las alturas siempre deberá perpetuarse Martí. En las alturas de la memoria y el corazón agradecido del pueblo cubano.

Tomado de: https://www.cubaperiodistas.cu

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Chernóbyl y la guerra cultural

Por José Ernesto Nováez Guerrero

Las formas en que se manifiesta la guerra cultural en el contexto actual son diversas y muchas de ellas revisten un atractivo innegable. Dicha guerra se libra, fundamentalmente, en el sinuoso campo de batalla de la ideología y las representaciones culturales, de ahí que sus expresiones resulten elusivas o aparezcan como algo diferente a lo que son. Detrás de esta guerra lo que se negocia y decide es la hegemonía simbólica, la de convertir una cultura, una determinada forma de entender el mundo y el modelo económico que subyace tras ellas, en el único modelo válido, en el único posible.

Las expresiones de esta cultura dominante son entonces, por esencia, conservadoras, ya que consagran lo establecido y niegan u ocultan todo lo que adverse el orden que ellas defienden. Reproducir y aceptar estas lógicas, es reproducir y aceptar un determinado estado de cosas; desnudar y comprender la forma en que actúan, es desnudar y comprender los mecanismos de dominación ideológica y construcción de hegemonía que las sustentan.

Es en ese sentido en el cual nos proponemos leer la muy aplaudida serie de HBO Chernóbyl, la cual rescata, más de tres décadas después, el terrible accidente en la central nuclear Vladimir Ilich Lenin en la actual Ucrania. Con una cuidada factura, actuaciones de primera, una fotografía impresionante y una recreación detallista de los escenarios y ambientes de la época, la serie nos invita a revivir los trágicos esfuerzos que siguieron al accidente para evitar que los altos niveles de radiación se salieran de control de forma irreversible.

Más allá del desgarrador drama humano, que la serie recrea magistralmente, subyacen discursos que son típicos a esta clase de productos audiovisuales. Usar una historia profundamente humana, para pasar de contrabando un contenido turbiamente ideológico es algo que la industria del entretenimiento ha perfeccionado a lo largo de décadas. Una lectura responsable debe hacerse entonces por encima de lo emocional e ir directo a las esencias que se mueven detrás de los conflictos.

Surge entonces la pregunta: ¿qué sentido tiene el atacar el socialismo soviético en el contexto actual, décadas después de su colapso? Las respuestas son varias. La primera está en el rescate de una retórica de guerra fría por parte de la ultraderecha en el poder en algunos de los países políticamente más importantes del mundo. Esta retórica viene pareja a la reemergencia de Rusia como potencia fundamentalmente militar y el auge de la economía china.

Socavar la legitimidad moral y política de la Unión Soviética es socavar la legitimidad de la Rusia actual, la cual es, en muchos sentidos, su heredera política. Así lo interpretaron los rusos, quienes se proponen filmar su propia visión del desastre. Pero también este tipo de productos sirven para desvirtuar la validez misma del socialismo como alternativa.

Esta serie se suma entonces a una larga lista de productos audiovisuales, literarios y de otra índole que insisten en la presentación de las sociedades este-europeas como realidades profundamente opresivas, donde el pensamiento auténtico siempre es vigilado y coartado, donde todos los burócratas son demagogos insensibles, que repiten consignas y no se preocupan por sus ciudadanos, y donde la intelligentsia, que ellos mismos han contribuido a formar, es vista con recelo y temor.

Desde la primera escena, Chernóbyl ya está apelando a estas representaciones. Así acudimos al suicidio, dos años después de los hechos, de uno de los personajes más importantes en todo el drama de la central nuclear: un profesor cuya acción heroica evitó que el daño fuera aún peor y cuya muerte está llena de desencanto e incomprensión.

El progreso de los hechos es narrado contraponiendo constantemente la negligencia criminal de los funcionarios con el heroísmo desinteresado del pueblo soviético, el cual es una víctima de su propio gobierno. Lo que falló en Chernóbyl, comprendemos, fue un modelo. En el capitalismo fallan los individuos; en el socialismo el problema es sistémico.

Sin embargo, esta serie debe servirnos para reflexionar sobre varias cuestiones. En primer lugar sobre las múltiples implicaciones y riesgos de la energía atómica, detrás de cada uno de cuyos fallos los gobiernos, no solo el soviético, han tendido siempre un manto de silencio.

En segundo lugar, y ya que la serie lo pone nuevamente sobre el tapete, están las insuficiencias reales del modelo soviético y las lecciones que toda práctica socialista debe extraer de sus errores. La extrema verticalidad en la toma de decisiones, el no vincular adecuadamente a los científicos y los resultados de la ciencia con la dirección y la producción, el estalinismo y su influencia en la práctica histórica del socialismo posterior, la inadecuada socialización de la riqueza, la verdadera democratización y control de la dirigencia por las bases, la creación de una propiedad efectivamente social, etc.

Pero está también –uno de los problemas neurálgicos a la hora de analizar la experiencia soviética–, el de la naturaleza de la burocracia en el socialismo; su existencia como un sector que se coloca por encima de la sociedad y cuyos beneficios y posición privilegiada lo llevan a incubar, como un virus, la corrosiva conciencia pequeñoburguesa, más peligrosa porque no va atada a ninguna forma específica de propiedad, sino a la miserable mentalidad del filisteo.

Estas problemáticas y muchas otras deben estar constantemente en nuestro debate público, no solo asociadas al fenómeno de un producto audiovisual determinado. Máxime cuando nuestro socialismo, en el proceso de relativa sovietización de los setenta, incorporó muchas de estas características y deficiencias. Resulta clave entonces aprender de los errores del modelo soviético para intentar resolver en el nuestro las contradicciones que ellos no pudieron resolver.

Chernóbyl de HBO juega todavía una última función. La gran apuesta, en la guerra cultural que se nos hace, es la desmemoria. Presentar el socialismo soviético, aún el de los primeros años de Gorbachov, como absurdo, negligente, ignorante, opresivo, es ocultar la realidad de un siglo XX donde la URSS fue un actor capital. Es construir el olvido de la esperanza que esta potencia representó para millones de personas que emergían del brutal capitalismo colonial y que se resistían a aceptar como única opción para existir como naciones independientes, un capitalismo entreguista y subdesarrollado.

Nuestro primer acto de resistencia radica entonces en salvar la memoria. Salvándola de la reescritura y del olvido, salvamos la certeza del carácter histórico de todas las formaciones humanas, salvamos el sacrificio de todos aquellos que lucharon por un mundo mejor y asumimos sus aciertos y errores. Salvamos la certeza de que hoy, más que nunca, el socialismo es la única alternativa ante la creciente irracionalidad del capital.

Después del disfrute estético que pudieran representar estos productos, debemos siempre buscar las esencias ideológicas que los determinan. Solo así seremos capaces de dar la batalla en el propio campo en que se plantea: el de las conciencias y representaciones de las personas.

Tomado de: http://www.lajiribilla.cu

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La OTAN, la CIA y la Operación Gladio: 70 años de terrorismo

Los ejércitos secretos de la OTAN. La Operacion Gladio y el terrorismo en Europa occidental. Daniele Ganser. Editorial El Viejo Topo

Por Jorge Wejebe Cobo

El coronel del ejército Herbert Alboth, exjefe de los servicios secretos suizos, apareció muerto en su residencia en abril de 1990, con el abdomen apuñalado con su propia bayoneta, en una presunta imitación de suicidio, según el rito del harakiri japonés.

En carta enviada al Estado Mayor suizo, días antes, se comprometió a revelar toda la verdad sobre las actividades de grupos secretos de extrema derecha utilizados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la OTAN, en Europa. La policía dictaminó el caso como homicidio, pero nunca se detuvo a los responsables y desde entonces es el caso no resuelto más enigmático de la justicia en el país.

Según investigaciones, en Suiza funcionaba una facción de Gladio nombrada P-26, y servía de coordinadora para las acciones, por lo menos en el norte de Europa. Con la muerte de Alboth quedaron a buen recaudo esos secretos de una región considerada la más estable políticamente del mundo.

Herbert Alboth era solo uno de los cientos de implicados en toda Europa Occidental en las redes Gladios, nombre de las espadas utilizadas por los gladiadores, organizadas durante más de 40 años de guerra fría por la CIA y los servicios secretos de la OTAN.

El escándalo tuvo su punto culminante en octubre de 1990, a un año de la caída del Muro de Berlín, con las declaraciones del entonces presidente italiano, Francesco Consiga, y Giulio Andreotti, presidente del Consejo de Ministros, ante una comisión que investigaba el origen de hechos terroristas en Italia.

Ambos confirmaron y justificaron la existencia de esos ejércitos secretos, bajo el supuesto de hacer frente a la amenaza de la ocupación de la región por el Ejército Rojo en caso de una III Guerra Mundial, pero afirmaron que las estructuras eran obsoletas ante la desaparición del campo socialista y la crisis final de la URSS.

Las inesperadas declaraciones provocaron que se abrieran investigaciones en algunos parlamentos europeos, aunque no se llegó al fin del problema ni fue encausado ningún responsable.

Entre las acciones más conocidas de Gladio se encuentran el asesinato de cinco abogados sindicalistas en España en 1977, lo que puso en peligro la transición a la democracia en ese país después de la muerte del General Francisco Franco; la explosión de una bomba en Munich, Alemania, con 13 víctimas fatales, mientras en Bélgica grupos de hombres con armas automáticas ametrallaban zonas de comercio, provocando 28 muertos en dos años de esa práctica, entre otros hechos.

Conexión Posada Carriles-Gladio

Muy pronto quedó evidenciado que el verdadero objetivo de las redes Gladio era mantener un estado de tensión en el Viejo Continente, dirigido contra los movimientos de izquierda y dar las justificaciones para el establecimiento de gobiernos de derecha favorables a EE. UU.

Todavía es un misterio no revelado en todos sus aspectos, el secuestro, después de eliminar a todos sus escoltas, y ulterior asesinato de Aldo Moro, presidente del Senado italiano, el 16 de marzo de 1978, por la Brigada Roja, penetrada por los servicios secretos italianos y la CIA, cuando se encaminaba a una sesión del Congreso, en el que iba a defender la inclusión de los comunistas en el Gobierno.

Nueve años después también era asesinado el primer ministro sueco Olof Palmer, dirigente del Partido Social Demócrata, en plena calle ante su hijo, su nuera y su esposa, que resultó herida. Era amigo de Cuba, solidario con el Tercer Mundo, opuesto a la Guerra de Vietnam y a la política agresiva estadounidense. Nunca se llegó a detener a los asesinos, a pesar de más de 20 años de investigaciones.

También la red Gladio cruzó el Atlántico. Luis Posada Carrriles, agente de la CIA, coordinó acciones en Chile a inicios de 1976 durante la dictadura de Augusto Pinochet, con el neofascista italiano Stefano Delle Chiaie, cabeza de la secta italiana de esa organización, y unieron fuerzas para la coordinación de los atentados terroristas contra blancos de la izquierda chilena y representaciones cubanas y revolucionarios del cono sur, para dar origen a la Operación Cóndor. Pocos meses después, Posada Carriles dirigió el sabotaje en pleno vuelo del avión de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976.

Han pasado años de estos hechos y la historia de Gladio y la penetración de la CIA en los asuntos europeos pasó a ser leyenda de la Guerra Fría, expuestas por los grandes medios y gobiernos occidentales con visos de patriotismo y hasta de mal necesario, pues los ejércitos secretos supuestamente se preparaban para hacer

frente a una eventual ocupación soviética al estilo de la resistencia contra los nazis, a pesar de que los miembros de esos ejércitos profesaban ideologías extremistas y admiraban a sus antepasados fascistas.

A inicios de la década de los 90, el politólogo norteamericano Francis Fukuyama acuñó una frase que contenía más de marketing académico que de ciencia, el llamado fin de la historia. Sus ideas resumían que, derrotado el comunismo europeo, el capitalismo se establecería como el destino final de la historia, sin contrincantes en la escena.

Las pizzas de Gorbachov

Pero una interpretación coherente de esas ideas podía concebir lo innecesario de la OTAN y sus bases en Europa, donde no se justificaban si en el Kremlin gobernaban mandatarios que deseaban construir el capitalismo y a pocos metros de la Plaza Roja los McDonald eran inaugurados como símbolos de una nueva época y hasta el expresidente de la URSS, Mijail Gorbachov, accedió a hacer un comercial alabando la calidad de una marca de pizzas norteamericanas.

De acuerdo con esa lógica también Europa, junto a una Alemania unificada, aceleraría sus pasos hacia la integración en la Comunidad Europea como contrapeso económico y político a EE. UU., libre de la necesidad de su tutela militar ante el peligro ruso. Esa ilusión que pudo albergar algún político europeo duró poco.

Pronto apareció otro adversario: Saddan Hussein, quien no pudo ser más oportuno para las necesidades de un nuevo «blanco» para EE. UU.

Hussein, al invadir a Kuwait en 1990, le dio el pretexto a Washington para que empleara su fuerza y encabezara una coalición de la ONU. Después seguiría la saga de guerras tras el 11 de septiembre de 2001 en Afganistán, y posteriormente en Iraq.

El «lobo solitario» Anders Behring Breivik

Para la época, Anders Behring Breivik, el futuro asesino en serie de Oslo, complementaría su formación. Se educó en una familia de profesionales de clase alta. Su padre, un exdiplomático, se mostró arrepentido por los hechos de su hijo, y quizá las primeras lecturas de adolescente sobre ideas neonazis, se hayan inspirado en ese pasado reciente de las acciones de Gladio y las nuevas guerras que libraba EE. UU.

Aunque no se excluyen que sectas e individuos actúen realmente por su cuenta, fuera de toda supervisión, no se puede eximir de responsabilidades a las organizaciones y los servicios secretos que los inspiran, de forma directa o indirecta, y fracasan en el control de esas personas o grupos terroristas.

Anders Behring Breivik, de 32 años en aquel entonces, inicio su «gran» golpe con el atentado con explosivos en las oficinas del primer ministro de Noruega, el laborista Jen Stoltenberg, del 22 de julio de 2011, en el que murieron ocho civiles. Enseguida los grandes medios y países occidentales, en especial EE. UU, acusaron a supuestas células islamistas con la acción.

Dos días después llegó Behring a la isla de descanso de Utoya, de la Juventud del Partido Laborista, repleta de jóvenes veraneantes a 20 minutos de Oslo. Escogió una buena posición de tiro sobre el balneario, preparó su fusil automático de fabricación alemana AG3, de calibre 7.62 y durante 90 minutos disparó concienzudamente más de cien disparos a un ritmo de competición sobre los aterrados bañistas que servían de blancos vivos, y remató a algunos de ellos que pedían clemencia.

Asesinó alrededor de 70 personas, la mayoría adolescentes, antes de entregarse a la ineficaz policía que apareció al final de la matanza. En sus primeras declaraciones después de ser detenido, y reproducidas ampliamente, por los medios, dijo: «Luchemos junto a Israel, con nuestros amigos sionistas contra todos los antisionistas, contra los marxistas culturales y los multiculturalistas». Y agregó que existen dos células más en su organización.

El gobierno había anunciado que abandonaría la coalición que atacaba a Libia, estableció acuerdos en la industria del petróleo con Venezuela y Bolivia, además de reconocer la independencia palestina, entre otras posiciones progresistas en la esfera internacional.

Miles de visitantes llenaron diariamente con flores y velas el lugar de la más terrible matanza en la historia de Noruega, mientras el asesino de Oslo el 24 de agosto de 2012 fue condenado a una pena de 21 años de cárcel, prorrogables si las autoridades encuentran que, tras pasar dicho periodo, sigue siendo peligroso para la sociedad.

Tomado de: http://www.granma.cu

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Alienación y Revolución

Ares (Cuba)

Por Ernesto Estévez Rams

Una joven modelo polaca decidió caerle a martillazos y destrozar la nariz de una estatua pública con más de doscientos años de antigüedad mientras era filmada por una cómplice, con el objetivo declarado de aumentar el número de seguidores en una red social de la que era cliente. Dicen que la chica está ahora arrepentida del crimen cultural que protagonizó.

Se pudiera creer que se trata de un caso aislado de obsesión por la notoriedad, pero sabemos que no lo es. Son los pretendidos subproductos inevitables, pero que se han sido convertidos en productos esenciales de la sociedad del espectáculo, un término acuñado por Guy Debord en un libro homónimo y luego retomado por Vargas Llosa en un ensayo que explícitamente titula, La civilización del Espectáculo. No he leído el libro de Guy Debord pero sí el ensayo de Vargas Llosa. Asumiendo el riesgo suicida de creerle a Vargas Llosa su análisis de la obra del primero, según el escritor peruano, la tesis fundamental es «que, en la sociedad industrial moderna, donde ha triunfado el capitalismo y la clase obrera ha sido (por lo menos temporalmente) derrotada, la alienación – la ilusión de la mentira convertida en verdad – ha copado la vida social» y cita a Debord «El espectáculo es la dictadura efectiva de la ilusión en la sociedad moderna». Continúa Vargas Llosa en su análisis de Debord, reconociendo que a este pertenece la idea de que el empobrecimiento de lo humano es consecuencia de reemplazar el vivir por el representar donde se actúa permanentemente como si se estuviera en un escenario. Si la vida se asume como una actuación permanente, entonces todos somos actores, bien buscando los quince minutos de fama que deben correspondernos o, al menos, hacer un papel decoroso que te haga trascender no por genuino sino por la excelencia de tu impostura (¿acaso hay diferencia entre ello?).

Polonia no es un arquetipo de la sociedad industrial capitalista triunfante, su historia es más traumática.

Geográficamente situada en un espacio de confrontación de imperios, su nacimiento como nación está vinculado, como probablemente ninguna otra europea, a la lucha de una población por gestarse como nación y no ser absorbida ya sea por los teutones, por los musulmanes, lo suecos o por los rusos. Ahí están las novelas heroicas de Henryk Sienkiewicz narrándonos ese proceso diluvial. Bajo la égida soviética, luego de la derrota nazi que se los habían efectivamente anexionado, la sociedad polaca es un caso de estrés postraumático permanente. Su héroe más genuino de la posguerra mundial es un trabajador portuario que si bien derrotó, al menos simbólicamente, la hegemonía soviética vista como invasión, terminó entregando el país a otros poderes europeos y más allá. Poderes representantes de un capital voraz con todos los ímpetus de un neoliberalismo desatado por falta de oponentes globales. El aborto socialista en Polonia hace que toda batalla social en ese país no se debata entre la conquista de la justicia social y la depredación capitalista sino, está sumergida en el falso pero inevitable dilema de un pasado inmediato, donde la revolución social, que nunca fue, condujo a una sociedad alienada y sometida, y la llegada del capitalismo está asociada al aparente desatar de esa supeditación. El problema es que el proceso de “independencia” no condujo a la desalienación porque en realidad fue una pantomima hacia otra dependencia aún más férrea pero mejor disfrazada. Checoslovaquia es otro buen ejemplo de un proceso similar. Milan Kundera bien podría escribir otra Insoportable Levedad del Ser o hacernos otra Broma refiriéndose a la república checa actual como mismo la escribió sobre su apreciación del asfixiante ambiente de la era soviética.

La modelo se llama Julia Slonska, el vídeo en el parque de Varsovia donde ejecutó su vandalismo recorre las redes. Recibe en su mayoría condenas, pero algunos lo consideran «atrevido», «liberador» lo que ha hecho. Seis mil seguidores en Instagram le parecían poco.

En estos casos, la sociedad del espectáculo con sus pequeños actos deleznables de una joven destrozando narices pétreas para sobresalir, es también consecuencia a nivel de individuo de ese callejón sin salida donde ha dejado la historia a ese país y ese pueblo que, por su pasado más mediato de lucha heroica, merece mejor suerte.

El valenciano Rubén Domínguez se hace fotos con bolsos Louis Vuitton en Auschwitz, también Polonia. El “especialista de modas” parece que halló atractivo banalizar el lugar donde murieron más de un millón de personas. Sus fotos en Instagram iban acompañadas de etiquetas como #gucci, #louisvuitton, #fashiondesign. Frente al alud de críticas retiró las fotos y se disculpó afirmando que él no estudiaba «historia» y su «verdadera enciclopedia es la Vogue», para concluir «mi vida es la moda».

La incompletitud de una transición democrática que no pudo deshacer del todo las ligaduras de un pasado franquista, luego de una guerra civil brutal, marca de manera inevitable la memoria colectiva de ese país. Llegada tardía a la modernidad europea, en España se conjuga, por la clase política, un complejo de no haber sabido mantenerse como potencia de primer orden luego de poseer el imperio más grande de la historia, y un afán exagerado en ser aceptados en el concierto político capitalista como potencia de primer orden. Ahí está la bochornosa foto de Aznar posando junto a Bush con los pies encima de la mesa, o la otra sonriendo al lado de Blair y el mismo presidente de Estados Unidos mientras decidían la invasión a Irak. Es la España donde el poder se escandaliza si un presidente mexicano les habla de la necesidad de que pidan perdón por el genocidio de la conquista, y algunos libros escolares hablan de la misma como una cruzada civilizatoria que tuvo algunos excesos. Ni hablar de una memoria histórica no aplicada a fondo, donde calles, plazas y lugares públicos mantienen nombres de falangistas, y políticos de derecha, reivindicando el pasado fascista de la dictadura. Es la España donde el Obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig, compara el aborto con ese mismo campo de concentración de Auschwitz donde posó Domínguez y oficia alguna que otra misa con la bandera franquista. Es la España donde el arzobispo de Barcelona Lluis Martínez dice que el robo de bebés en el franquismo no había sido para tanto y había que juzgarlo «con criterios de aquel tiempo».

En estos casos, la sociedad del espectáculo con sus pequeños actos deleznables de un joven usando Auschwitz como pasarela para sobresalir, es también consecuencia a nivel de individuo de ese aborto de una sociedad que no logra lidiar con los fantasmas de su pasado histórico a pesar de tener un legado heroico de la Pasonaria que merece mejor suerte.

En el 2016 el Museo del Holocausto en Estados Unidos tuvo que pedir a los visitantes, según AP, que no jueguen «al Pokémon Go en sus instalaciones porque es “extremadamente inadecuado”». Las mismas peticiones han tenido que hacerse también en el memorial a las víctimas del atentado de las torres gemelas.

La meca de la enajenación, donde los medios absolutos de entretenimiento lo mismo hacen de Lincon un cazador de vampiros, que eligen a un presidente que dice que a las mujeres hay que cogerlas por sus entrepiernas. Una sociedad donde la banalización de la historia hace de los superhéroes de Marvel y DC los principales referentes de heroicidades. Es mejor vivir en ese mundo de fantasía que tener que lidiar con la realidad de que, viviendo en el país más rico del planeta, puedes no tener manera de costearte el tratamiento médico. El país donde puedes ser desalojado de tu vivienda mientras los bancos que te engañaron son rescatados con miles de millones de dólares sacados de tus impuestos, mientras sus directivos, al final del año, se adjudiquen aguinaldos que suman montos equiparables. Es el país donde hay que manifestarse para que la policía de demasiadas localidades se percate que la vida de un negro importa. Es el país donde un neofascista embiste a una multitud de personas en una contramanifestación y el presidente dice que del lado de los supremacistas blancos también hay «buenas» personas.

En estos casos, la sociedad del espectáculo con sus pequeños actos deleznables de alguien saltando de alegría por haber descubierto un Pokémon virtual al lado del nombre de una víctima del atroz crimen del 11 de septiembre del 2001, es también consecuencia, a nivel de individuo, de ese aborto de una sociedad que se basa en el ejercicio más estricto del contra todos y por el bien de uno mismo, a pesar de que su pueblo tiene también un legado de luchas heroicas que merece mejor suerte.

Los abortos sociales traen, mientras no se halla una salida transformadora, tales lodazales de esterilidad.

Pero la alienación no es exclusiva de tales sociedades.

Un joven genérico se toma una foto sobre un almendrón descapotable se le ve, además del adorno profuso de joyas de oro, abrumado de mujeres jóvenes con escasas ropas, al fondo, la Plaza de la Revolución donde entre muchas otras, se despidió el duelo de las víctimas de Barbados. Si ya se usa más la plaza para lo que no fue hecha que para lo que la hizo histórica, no podemos asombrarnos que sea cada vez más locación de turistas y menos espacio político y social.

En Cuba, después de la frustración republicana resultado de la pantomima de la independencia, fenómenos igualmente desmoralizantes se entronizaron en la sociedad. El choteo fue analizado como esa escapatoria social. La corrupción que promovió el interventor y su entronización en personas que habían sido héroes de la guerra de independencia fue también una salida individual, en el fermento apropiado, al aborto.

La Revolución cubana fue un acto de desalienación gigantesco. Mientras en los EE.UU., el escape de la clase media a la asfixia social era la rebelión sexual y la actitud antisistema de los hippies, en Cuba, la juventud hasta ayer copiadora de los modelos norteamericanos se volcaba en procesos sociales descolonizadores. Alfabetizaciones, obras de choque, protagonismo real en la construcción de una sociedad distinta canalizaban el ímpetu juvenil hacia lo transformador.

Pero junto a ese proceso otros más lentos y sumergidos fueron haciendo resurgir formas de alienación heredadas del pasado neocolonial y otras nuevas incubadas en nuestras propias cortedades. El resurgimiento de la alienación en Cuba no es solo resultado de las frustraciones económicas y el prolongado asedio imperial, tiene causas también autóctonas. El tema es complejo, tanto que rebasa el alcance de estas páginas. Solo menciono algunas insoslayables.

En cualquier sociedad la alienación es, en el fondo, el resultado de que el individuo siente que el ejercicio del poder económico y político, que afecta su vida cotidiana, se escapa de su control. Nuestra sociedad, con toda su intención participativa, no ha superado ese dilema. Sectores crecientes de la sociedad se sienten en ese sentido alienados.

El trasfondo de mucha de la alienación corruptora que observamos hoy es resultado de la frustración ideológica que le siguió al ver que la vía socialista, representada por el campo socialista soviético, fracasaba. Luego de asociar el sentido del sacrificio a un futuro que se anunciaba victorioso, para no pocos revolucionarios hasta ese momento, el derrumbe soviético lo vino a poner en duda. Si no hay certeza en que el sacrificio rinda dividendos tangibles, entonces agarra lo que puedas. La mentalidad sumergida del vivo, escondida por décadas por no hallar terreno favorable, resurgió con ánimo de revancha. Y no dejó sector social sin ser atacado, ni espacio donde no haya tomado trincheras y provocados retrocesos. La alienación es entonces respuesta individual al hecho objetivo de que tu suerte como individuo escapa a tu esfuerzo y la suerte colectiva ya no está tan claramente definida.

Sometida a un asedio colosal, carente de un sustrato ideológico que dé certeza al resultado de la guerra en la que se ha empeñado por más de sesenta años, ¿dónde hallar antídotos a la alienación?

La respuesta nos la comienza a dar el presidente: un discurso público sistemático que haga una proyección programática del futuro que sea movilizadora más allá de su consagración en la Constitución de la República. Diaz-Canel está derrotando la posverdad a golpe de realidad, aquí y ahora. Está comenzando a hacernos regresar, más allá de la consigna, la certeza de que el futuro lo construimos nosotros.

Pero, siendo honesto, contrario a su esfuerzo se erigen fuerzas alienadas y alienadoras tremendas no solo desde el exterior.

A esas fuerzas no puede agradarle la frescura que atenta contra la monotonía desmovilizadora de una letanía de palabras vacías. No puede agradarle a quienes prefieren congresos o reuniones que parecen no rebasar una continua reafirmación de adhesión revolucionaria sin que se vaya más allá de la consigna y la frase hecha. No puede agradarles a los funcionarios que deberían estar rindiéndole cuentas a los delegados o participantes y en vez de ello, los vemos regañando a los miembros de base porque ellos no están satisfechos con su desempeño. No debe agradarles a dirigentes que siempre están enojados cuando los entrevistan o hacen declaraciones públicas. No debe agradarle a los que hacen intervenciones con argumentos genéricos que lo mismo sirven para avalar lo que se pretende que la tesis contraria. No debe agradarle a los que hacen declaraciones de intenciones sin fechas, ni cronogramas, sin lista de acciones concretas y que se reducen a estamos estudiando, se está valorando y otras por el estilo. No debe agradarle a los que hacen afirmaciones desatinadas en temas de alta sensibilidad sin el menor sentido político. No debe agradarle a los proclamadores de decisiones bajadas como edictos sin la suficiente participación ciudadana. No debe agradarle a los que defienden designar a elegir. No debe agradarle a los que hacen resistencia al ejercicio de la autocrítica pública por parte de dirigentes y estructuras.

No subestimemos a la burocracia y la funcionarocracia, intentarán una vez más adaptar su discurso para, aparentando cambiar, no cambiar nada. Intentarán otra vez revertir las perspectivas para aparentar ser agentes de cambio revolucionario mientras rumian sus mediocridades, sólo útiles en mantener sus ridículos puestos.

No subestimemos a la contrarrevolución, momentáneamente anonadada, buscará subirse en el nuevo discurso para volver a disfrazar su pretensión desarmadora en ropajes de innovadores. Volverán a vendernos ideas viejas en continente nuevo. Volverán a ensayar en llamarnos conservadores y ellos apropiarse el adjetivo de revolucionarios. Volverán con sus reconversiones y sus terceras vías sin nombrarlas. Volverán a ofrecernos alienación como papilla de consumo de masas y la ideotización hedonista, como sumun de las aspiraciones humanas. Frente a la mención del bloqueo, volverán con aquello de: “Por Dios, ¡no!”.

Ahora que se insiste en la necesidad de la ciencia y la innovación en la estrategia de avance del país, lo perentorio no solo es innovar en los económico y social, sino además en lo ideológico y lo político, este último como realización práctica del primero. Hay mucho que rehacer en ese terreno tan marcado por la monotonía, la pérdida de perspectiva y la falta de imaginación.

Cuenta el académico de mérito Hugo Prez, que al comienzo de la Revolución le dio clases de matemática al Che a pedido de este que, al ser nombrado presidente del Banco Nacional de Cuba, sintió que necesitaba llenar sus lagunas en la materia. Las clases podían ocurrir a cualquier hora, incluso de madrugada, luego de la faena intensa de un día. Dicen que Fidel, cuando comenzó la revolución médica en Cuba, se entrenaba en medicina con gruesos libros de la carrera. Ese afán obsesivo de superación hay que recuperarlo.

Hay mucho que rehacer, en otros términos. Superar esas impresionantes carencias de cultura política, ideológica e histórica en demasiados decisores, funcionarios, administradores. La incultura que, acompañando el discurso de lugares comunes, hace defender posiciones claramente antisocialistas sin tan siquiera percatarse de ello. La incultura que los hace no conocer a fondo sobre los procesos que dirigen y, frente a la inseguridad que emana de la ignorancia, el refugio en seguir a pie juntillas orientaciones o, peor aún, terminar sometidos a las fuerzas antitransformadoras que sugieren no arriesgarse.

Hoy, no tengo, frente a la urgencia, tiempo para esperar musa poética. Hagamos de esta contraofensiva revolucionaria que se abre con los tres últimos discursos del presidente el ahora o nunca de esta generación, derrotemos a nuestros fantasmas, derrotemos a la mediocridad, derrotemos a los burócratas, derrotemos a los agoreros del final, derrotemos al imperialismo.

Tomado de: https://lapupilainsomne.wordpress.com

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El control del PSOE por la CIA*

La CIA en España. Alfredo Grimaldos. Editorial Debate

Por Alfredo Grimaldos

Sólo seis meses después de la Revolución de los Claveles, el 14 de octubre de 1974, se celebra en la ciudad de Suresnes, cercana a París, el XIII Congreso del PSOE, que va a llevar a un tal «Isidoro» hasta la cúpula de la organización. Desde el 14 de julio pasado, Franco sufre una complicada flebitis y se ha llegado a temer por su vida. La situación que se está creando en la península Ibérica resulta muy preocupante para los norteamericanos, se les ha ido de las manos el asunto portugués y van a impedir, a toda costa, que la historia se repita en España.

Felipe González es el joven abogado sevillano, casi desconocido incluso para algunos de sus compañeros, que se enmascara tras el nombre de guerra de «Isidoro». Consigue suceder como secretario general del partido al veterano militante socialista Rodolfo Llopis,[1], que no reconoce las resoluciones adoptadas en Suresnes. El congreso ha sido convocado por un grupo de jóvenes militantes desgajados de lo que, en adelante, se conocerá como PSOE (Histórico). En realidad, Nicolás Redondo era la figura menos discutida para acceder a la Secretaría General, pero el sindicalista vasco se niega a presentarse a la elección, a pesar de ser propuesto mayoritariamente para ocupar el cargo que está en liza.

González y otros miembros de la nueva dirección del partido han conseguido llegar a Francia gracias al apoyo prestado por el propio Servicio Central de Presidencia de Gobierno. Los oficiales del organismo de inteligencia creado por el almirante Carrero Blanco son los encargados de proporcionarles los pasaportes.

«En un restaurante de la calle madrileña de Santa Engracia, [2] hablamos con González, en presencia de Enrique Múgica, para garantizarle su viaje a Suresnes», señala el entonces capitán del SECED Manuel Fernández Monzón.[3] «Otros compañeros se entrevistaron con Nicolás Redondo, y él entendió enseguida que debía ceder el puesto a un secretario general más joven y con otras características. Cuando Felipe González volvió de Francia, después de haber sido elegido, un comisario de Sevilla le detuvo, creyendo que había dado un pelotazo. Se llevó una bronca tremenda y tuvo que soltarle enseguida, claro.»

Otros dos miembros relevantes del SECED, Andrés Cassinello y José Faura, mantienen una larga entrevista con Felipe González y con Alfonso Guerra, inmediatamente después de que el clan sevillano se haga con los mandos del PSOE.

«Entre 1964 y 1975 estuve precisamente en la información del mundo universitario, muy estrechamente relacionado con la política entonces clandestina. Y lo que viví fue que, a partir de cierto momento, la dictadura propició el resurgir del PSOE, para ahogar al PCE», declara el comisario Manuel Ballesteros a la periodista Pilar Urbano.[4]

«A los socialistas no se les detenía, a los comunistas, sí. Estando yo en la Brigada Social, esa era una indicación de los mandos. Más aún: la policía no sólo miraba para otro lado, haciendo la vista gorda, sino que a veces ayudaba a pasar la valija con la propaganda y los documentos internos del partido que los de Rodolfo Llopis (el PSOE del exterior) enviaban de allá para acá.»

A finales de los setenta, con Adolfo Suárez como primer ministro, Ballesteros aparece detrás de algunas acciones criminales de guerra sucia contra ETA protagonizadas por el Batallón Vasco Español. Posteriormente, el Gobierno de Felipe González le recupera para nombrarle nada menos que jefe del MULC (Mando Unificado de Lucha Contraterrorista), durante la época de actuación de los GAL.

Meses antes de la celebración del Congreso de Suresnes —que se financia con fondos provenientes del Partido Socialdemócrata de Willy Brandt—, el comandante Miguel Paredes, del SECED, y el inspector Emi Mateos, destinado en la Jefatura Superior de Policía de Bilbao, ya han empezado a trabajar en lo que llaman Operación Primavera: una serie de contactos con algunos miembros del PSOE del interior, para ver cuáles son sus planteamientos políticos. Especialmente con Nicolás Redondo y Enrique Múgica.

«En el SECED nos propusimos empezar a reunimos con ellos —recuerda el entonces comandante Paredes—, para ver hasta dónde llegaba su izquierdismo, su ímpetu revolucionario, su afán izquierdista… y tratar de acercarlos hacia posiciones más templadas, menos radicales, más en la línea de la moderación pragmática que les recomendaba Willy Brandt.»[5]

Los encuentros entre los agentes del SECED y los socialistas continúan, y a ellos se incorporan algunos militantes más.

«Después de cada encuentro redactábamos un informe para el Servicio», continúa Paredes su relato.

«Nuestra impresión entonces era que el líder ideológico, el que pensaba más largo, más rápido y con más calado era Pablo Castellano. El mayor peso moral lo tenía Nicolás Redondo. Felipe González nos pareció un conversador ágil, brillante, con”charme”… Pero, de pronto, sacó un largo Cohiba, lo encendió con parsimonia y se lo fumó como un sibarita. A mí ese pequeño detalle me chocó, me extrañó. Era un trazo burgués que no encajaba con sus calzones vaqueros, ni con su camisa barata de cuadros, ni con su izquierdismo… En mi informe oficial no mencioné esa bobada del habano ni lo que me sugirió. Pero en mi agenda privada de notas sí que escribí: “Felipe González, el sevillano, parece apasionado pero es frío. Hay en él algo falso, engañador. No me ha parecido un hombre de ideales, sino de ambiciones”.»

Y prosigue el antiguo agente del SECED: «El Ministerio de la Gobernación tenía entonces la facultad de conceder o denegar el pasaporte a un ciudadano. Ellos lo habían pedido muchas veces y siempre les habían dicho que no. Me dieron una lista en la que figuraban los nombres de Enrique Múgica, Eduardo López Albizu, Nicolás Redondo, Ramón Rubial, Alfonso Guerra, Pablo Castellano, Felipe González y otros dos militantes asturianos. El Gobierno lo dudó mucho, le dieron mil vueltas, que sí, que no… Al final se aceptó bajo la condición de que, al volver a España, devolvieran enseguida esos pasaportes.Y lo hicieron. Tardaron mucho pero los devolvieron. Aunque no todos: Felipe González se lo quedó. A Mugica, por el retraso, le hicimos pagar una «multa» especial: invitarnos a comer a base de bien.Y lo hizo. En la Panière Fleurie de Rentería».[6]

Los delegados que asisten al Congreso de Suresnes representan, oficialmente, a tres mil militantes del interior, pero, en realidad, esa cifra hay que rebajarla a menos de la mitad. Durante los últimos años del franquismo, el PSOE es poco más que una sigla. El mayor peso de la resistencia contra el régimen lo han llevado los comunistas. En definitiva, lo que se produce en 1974 es una refundación del partido creado por Pablo Iglesias, con el modelo portugués como telón de fondo. En el país vecino no existía ni siquiera un partido socialista histórico y hubo que inventar uno. Su primer secretario general, Mário Soares, tenía contacto con la CIA desde los años sesenta. «Exiliado, en 1973 recibiría ayuda para fundar bajo el patrocinio del Gobierno de Bonn un «partido socialista portugués”», escribe Joan Garcés en su excelente libro Soberanos e intervenidos.[7] «Derrocada la dictadura en 1974 por el MFA (Movimento das Forças Armadas), Soares regresaba a Portugal, donde pronto pediría y recibiría ayuda clandestina directa del Gobierno de Estados Unidos y sus aliados europeos (RFA, Reino Unido y Francia), e indirecta a través de empresas y fundaciones alemanas y de otros países.»

La escasa incidencia del PSOE en la realidad política española de los primeros años setenta la reconoce el propio Francisco Bustelo, uno de los militantes elegidos como miembros de la Comisión Ejecutiva del partido en Suresnes. Sin embargo, todo cambia a partir de ese congreso:

Las embajadas en Madrid empezaron a recibir entonces instrucciones de que se pusieran en contacto con nosotros. Acompañé a González a visitar a algunos embajadores, entre ellos el estadounidense, y tuve que entrevistarme con otros funcionarios norteamericanos de menor categoría. A los norteamericanos les causé buena impresión. Durante los años siguientes me solía llamar el consejero político de esa embajada, persona muy enterada de lo que sucedía en España, para que comiésemos juntos.[8]

En la dirección surgida de Suresnes hay tres grupos fundamentales: los vascos, con Redondo, López Albizu, Múgica y Benegas; los andaluces, con González, Guerra y Galeote, y los madrileños, con Castellano y Bustelo. «Los vascos, o mejor dicho, Redondo, que era su peso pesado, decidían, por tanto», señala Francisco Bustelo. «Si apoyaban a los andaluces, como hicieron en Suresnes, González tenía el poder asegurado. Redondo sabrá por qué lo hizo.» Felipe González controla el partido a partir de ese momento e, inmediatamente, pasa a convertirse en un personaje público de primer orden, con un papel estelar en la gran maniobra de actualización controlada del régimen franquista. Joan Garcés escribe:

Una campaña subsiguiente introduciría ante la opinión pública nombres hasta entonces desconocidos que, a poco andar (1975-1976), aislaron y marginaron a los militares de la Unión Militar Democrática y, en general, a quienes eran reacios a que en España entraran la CEE y la OTAN sin condiciones.”[9]

Los servicios secretos norteamericanos y la socialdemocracia alemana se turnan celosamente en la dirección de la Transición española, con dos objetivos: impedir una revolución tras la muerte de Franco y aniquilar a la izquierda comunista. Este fino trabajo de construir un partido «de izquierdas», para impedir precisamente que la izquierda se haga con el poder en España, es obra de la CIA, en colaboración con la Internacional Socialista. El primer diseño de esta larga operación se remonta hasta la década de los sesenta, cuando el régimen empezaba ya a ceder, inevitablemente, bajo la presión de las luchas obreras y las reivindicaciones populares. El crecimiento espectacular del PCE y la desaparición de los sindicatos y partidos anteriores a la Guerra Civil, especialmente la UGT y el PSOE, hacen temer una supremacía comunista en la salida del franquismo. Los cerebros de la Transición comienzan a marcarse objetivos muy concretos.

En 1962, el PSOE y la UGT sólo cuentan con unos centenares de militantes en toda España, mientras que en el extranjero, un grupo de viejos socialistas, con Rodolfo Llopis al frente, intentan aparentar una presencia en escena que no va mucho más allá de la asistencia a «contubernios» como el de Munich. Convencidos de que este PSOE no logrará tener la suficiente implantación para competir con ventaja, frente a los comunistas españoles, al final del franquismo, los servicios de información norteamericanos y alemanes se ponen manos a la obra para construir un nuevo partido, más vistoso en lo externo y manejable en lo interno.

Confidentes espontáneos

Algunos socialistas no esperan a que la CIA llame a su puerta y son ellos mismos los que ofrecen espontáneamente sus servicios a los norteamericanos. Es el caso de Carlos Zayas Mariátegui, desde la ASU (Agrupación Socialista Universitaria), quien, según documenta Joan Garcés, «aparece informando asiduamente a la Embajada sobre personas de sensibilidad socialista susceptibles de sumarse a combatir al Partido Comunista si recibieran los apoyos materiales que buscaban. Zayas señalaba, entre otros, a Joan Raventós Carner en Barcelona, a José Federico de Carvajal y a Mariano Rubio, al tiempo que desvelaba como principal agente del Partido Comunista en Madrid a Federico Sánchez».

Zayas será diputado del PSOE por Huesca en 1977; Raventós, embajador en Francia, después de haber participado en la famosa comida de Lérida en la que el general Armada les cuenta a Enrique Múgica y a él sus planes golpistas; José Federico de Carvajal llegará a presidente del Senado y Mariano Rubio, a gobernador del Banco de España, cargo del que dimite tras ser condenado por sus prácticas delictivas. Federico Sánchez (alias de Jorge Semprún), convertido al anticomunismo, será ministro de Cultura con Felipe González entre 1988 y 1991.

Una de las claves de las operaciones secretas de la CIA para controlar los medios socialistas españoles en el exilio es la introducción en estos círculos de un antiguo dirigente del POUM, Julián Gorkin. A principios de los sesenta, Gorkin es uno de los personajes que impulsa el llamado «Congreso por la Libertad Cultural» y aparece al frente de distintas publicaciones financiadas por la CIA, como las revistas Cuadernos, editada en París; Examen, en México, y Encounter, en Gran Bretaña, dentro de un amplio esquema propagandístico de matiz netamente anticomunista diseñado desde Langley. Más tarde, dirige también la revista Visión, en la que defiende los puntos de vista de las sucesivas Administraciones norteamericanas en relación con Latinoamérica. El 13 de mayo de 1967, la propia Asamblea General del «Congreso por la Libertad Cultural» reconoce los estrechos vínculos financieros y políticos de este organismo con la CIA. Según Francés Stonor Saunders, el principal impulsor del congreso es el agente de la CIA Michael Josselson.[10]

Julián Gorkin aparece, además, al frente del llamado «Centro de Documentación y Estudios», que tiene su sede en París. Ocupa el cargo de vicepresidente, mientras Salvador de Madariaga ostenta, a título honorario, la presidencia. Las líneas generales del Boletín Informativo del centro están caracterizadas por las directrices de acción política clandestina de la CIA en ese momento: se intenta potenciar a la inexistente ASO (Alianza Sindical Obrera) y a la oposición monárquica y socialdemócrata. Gorkin entra pomposamente en el PSOE en el año 1973, en plena campaña interna de renovación del partido, que terminará con la sustitución de Llopis por Felipe González. Incluso ofrece una conferencia, el 22 de diciembre de ese año, en los locales de la UGT en París, bajo el título «Motivos de mi afiliación al Partido Socialista Obrero Español». En varios artículos del Boletín Informativo de Gorkin ya pueden verse los argumentos esenciales que serán utilizados por Felipe González y Alfonso Guerra en Suresnes. El primer número de ese boletín explica «la necesidad de una izquierda radical que compita, en el campo de la clase obrera, con el Partido Comunista de España, para restarle base y movilidad social».[11]

Hablamos después de las actividades de la CIA en el mundo occidental y, en especial, en relación con España. La prensa internacional, digo al Caudillo, comenta las actividades de ese organismo. Su obsesión es conseguir que nuestro Estado tolere primero y legalice después la acción de dos partidos, uno de carácter socialista y otro democrático, que deberán tener su expresión en dualidad similar en el campo universitario y sindical. Para conseguirlo no vacilarán en financiar sistemáticamente a grupos de activistas (que han creado la ASO y la FUDE). Por ahora no se proponen como objetivo derribar el Estado, sino importunarlo, preocuparlo, no dejarlo en paz para que se arranque al Partido el compromiso de una coexistencia entre lo legal y lo ilegal, con aspiraciones de suceder al Régimen una vez desaparezcan. Estas objeciones, según la información que doy al Caudillo, las expone la CIA con toda tranquilidad, a la luz del día, financiando las huelgas de Asturias o los tumultos de Madrid y Barcelona. La CIA cree que con esas actividades cumple el deber de prever el futuro, pues, de lo contrario, al régimen débil sucedería el caos y a éste, el comunismo.

En el intento de creación de la ASO participa un personaje extraño: Josefina Arillaga, vinculada ya en ese momento a la Fundación Friedrich Ebert, del Partido Socialdemócrata alemán, y considerada, en los propios medios socialistas, como «buena amiga» del entonces jefe del Sindicato Vertical franquista, el falangista José Solís Ruiz. Arillaga, representante oficiosa en Madrid de Rodolfo Llopis durante varios años, hasta 1973, mantiene estrecho contacto con José Federico de Carvajal, un personaje muy bien relacionado con los norteamericanos, que llegará a presidente del Senado con el PSOE.

La fase final del asalto al viejo y poco implantado Partido Socialista Obrero Español tiene lugar a partir de 1970, en una batalla en la que se combinan nombres como el de Willy Brandt, en ese momento secretario general del SPD; Max Diamant, asesor del Sindicato del Metal alemán; Enrique Múgica, y Hans Mattholfer, destacado sindicalista alemán que edita la revista Express Español en Alemania. El hombre de Hans Mattholfer en la UGT, Carlos Pardo, tiene también un interesante historial: en 1970 es detenido en Madrid por la Brigada Criminal, acusado de diversos delitos comunes, y se descubre que antes ya ha sido expulsado de Paraguay por estafa. Mattholfer tiene entonces que viajar personalmente a España y entrevistarse con el entonces director general de Seguridad, Carlos Arias Navarro, que pone en libertad a Pardo sin que se le incoe ningún procedimiento judicial. En una carta dirigida a un militante socialista madrileño, Rodolfo Llopis escribe: «Por si no lo sabes, Mattholfer protege y ayuda económicamente a los escisionistas del PSOE. Y ha encontrado en Pardo un lacayo a su medida». Otro personaje turbio que actúa en ese entorno es Manuel Simón, dirigente de las Juventudes Socialistas de Toulouse, que más adelante será nombrado responsable de Relaciones Internacionales de UGT. Simón, que tendrá un papel clave en el defenestramiento de Llopis, es expulsado de Portugal tras la revolución del 25 de abril, acusado de ser agente de la CIA.[13]

Dólares «fundacionales»

Una mujer clave en el complejo entramado financiero del renovado PSOE es Carmen García Bloise, que mantiene estrechos vínculos con los socialdemócratas germanos. Parte de los fondos que van llegando al partido se comienzan a canalizar a través de la recién creada Fundación Pablo Iglesias, sucursal de la alemana Friedrich Ebert, Pero los cauces de financiación son diversos. Por ejemplo, en 1979 se desvelará que la UGT ha recibido 200 millones de pesetas de los sindicatos amarillos de Estados Unidos para intentar ganar las elecciones sindicales.

El ex agente de la CIA Philip Agee declara a la revista Zona Cero, en marzo de 1987:[14] «Dentro del “Programa Democracia”, elaborado por la Agencia, se cuida con especial atención a las fundaciones de los partidos políticos alemanes, principalmente a la Friedrich Ebert Stiftung, del Partido Socialdemócrata, y la Konrad Adenauer Stiftung, de los democristianos. Estas fundaciones habían sido establecidas por los partidos alemanes en los años cincuenta y se utilizaron para canalizar el dinero de la CIA hacia esas organizaciones, como parte de las operaciones de «construcción de la democracia», tras la Segunda Guerra Mundial. Después, en los sesenta, las fundaciones alemanas empezaron a apoyar a los partidos hermanos y a otras organizaciones en el exterior y crearon nuevos canales para el dinero de la CIA. Hacia 1980, las fundaciones alemanas tienen programas en funcionamiento en unos sesenta países y están gastando cerca de 150 millones de dólares. Operan en un secreto casi total». «Las operaciones de la Friedrich Ebert Stiftung (Fundación), del SPD, fascinan a los norteamericanos, especialmente sus programas de formación y las subvenciones que hicieron llegar a los socialdemócratas de Grecia, España y Portugal, poco antes de que cayeran las dictaduras en esos países e inmediatamente después», continúa Agee. «En Portugal, por ejemplo, cuando el régimen de Salazar, que había durado cincuenta años, fue derrocado en 1974, el Partido Socialista completo apenas habría bastado para una partida de poker y se localizaba en París, sin seguidores en Portugal. Pero con más de 10 millones de dólares de la Ebert Stiftung, y algunas otras remesas de la CIA, el Partido Socialista Portugués creció rápidamente y en poco tiempo se convirtió en el partido gobernante.»

Las fundaciones políticas germanooccidentales proporcionan el modelo que el «Programa Democracia» acaba adoptando para resolver uno de los principales dilemas de la política exterior norteamericana: cómo «ayudar» a los partidos e instituciones «democráticos y pluralistas» en países gobernados por dictadores que son aliados y clientes de Estados Unidos. «Resultaba a menudo muy obvio que la única oposición real a las dictaduras la representaban los comunistas y otros revolucionarios, las únicas fuerzas políticas organizadas, capaces y dispuestas a tomar el poder en un eventual colapso de las dictaduras», señala Agee. «La experiencia de la intervención germanooccidental en Portugal y en otros países resultaba llamativa para los norteamericanos e intentaron repetirla, estableciendo un sistema de instituciones privadas de apoyo a los «amigos en el exterior». El apoyo de Estados Unidos a las dictaduras podría continuar mientras los «amigos» se preparaban para la «transición del autoritarismo a la democracia». Así, los norteamericanos podrían buscar de antemano el control de todas las fuerzas políticas y neutralizar todo lo que se sitúa a la izquierda de los socialdemócratas.»

El presidente Ronald Reagan es uno de los más entusiastas defensores del «Programa Democracia». En junio de 1982, ante el Parlamento británico, describe sus objetivos: «Este nuevo programa construirá una infraestructura de libertad y democracia que dejará al marxismo-leninismo en el estercolero de la Historia».También alaba los «abiertos» programas germanooccidentales, que, en realidad, están envueltos en el mayor de los secretos y se les ocultan incluso a los propios miembros del SPD.

¿Cómo se utiliza el dinero de la CIA en estos programas? Cada uno de los principales destinatarios ha descrito previamente sus necesidades y tiene que actuar de acuerdo con las líneas centrales diseñadas en el programa correspondiente, que se resume en una consigna: «Contribuir al desarrollo de acciones políticas en el extranjero para enfrentar el”desafío ideológico global soviético”». Las actividades proyectadas cubren todo el espectro de objetivos de las organizaciones «democráticas» en el exterior: gobiernos, partidos políticos, sociedades profesionales, medios de información, universidades, cooperativas, sindicatos, asociaciones de empleados, cámaras de comercio e industria, iglesias, organizaciones de mujeres y estudiantes… En suma, todos los blancos tradicionales de la CIA. Otro propósito establecido es el de promover la «disidencia» en los países socialistas, siguiendo el ejemplo del apoyo de la CIA a Solidaridad, en Polonia.

El ejemplo de la Friedrich Ebert Stiftung también es seguido como modelo en Centroamérica y el Caribe durante los años setenta y ochenta. Constantine Menges, «oficial nacional de la CIA para América», es quien teoriza la receta de Estados Unidos para esta región. Menges señala dos niveles de actividades gubernamentales y privadas «provechosas», mediante las cuales Estados Unidos «puede socorrer a las fuerzas democráticas y debilitar aquellas que quieren polarizar el hemisferio en regímenes comunistas y regímenes autoritarios».[15]”

Dentro del primer nivel se entra en juego mediante medios «discretos», como información, comunicación y programas de intercambio cultural, para formar sistemáticamente «grupos democráticos». El segundo nivel de acción está previsto para concentrar la atención en países «de especial interés», con los que hay que intentar «colaborar» a través de organismos semiautónomos, siguiendo el ejemplo de la Friedrich Ebert Stiftung y la Konrad Adenauer Stiftung germanoocidentales, manteniendo «una relación de total independencia con nuestra representación diplomática oficial».

«Goodbye» marxismo

El 17 de mayo de 1979, durante la celebración del XXVIII Congreso del PSOE, Felipe González impone que desaparezca el término «marxismo» de los estatutos del partido. Los militares norteamericanos que tanto preguntaban por este asunto a los oficiales españoles, durante los cursos de formación realizados en Estados Unidos, ya pueden quedarse completamente tranquilos. Justo de la Cueva, miembro de la comisión mixta de reunificación del PSOE madrileño (proviene del sector histórico), desalentado, deja la militancia en ese momento y declara: «El PSOE va donde diga la CIA a través de Willy Brandt. Hasta en el propio Bundestag alemán se acaba de denunciar que la Fundación Friedrich Ebert del SPD recibe dinero directamente de la CIA».[16] Los jóvenes que dieron el golpe de Estado dentro del PSOE en Suresnes, comandados por González, van cumpliendo al pie de la letra el guión que les han preparado. El poder está cada vez más cerca.

El papel que el PSOE tiene que interpretar en la Transición está escrito desde bastante antes de la muerte de Franco, pero se termina de pulir en 1974. El giro a la izquierda de la Revolución de los Claveles coincide con los primeros pasos en público de la Junta Democrática, constituida por iniciativa de Antonio García Trevijano y auspiciada por el PCE. Desde el principio, Felipe González hace todo lo posible para hundir este organismo unitario que reclama amnistía total, la formación de un Gobierno provisional y la celebración de una consulta para elegir la forma de Estado: Monarquía o República. «Cuando se produce la hegemonía del Partido Comunista Portugués en el proceso político que se vive en el país vecino, el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, se alarma aún más y viaja a Alemania para entrevistarse primero con el canciller Helmut Schmidt, y después con Willy Brandt,[17] que continúa teniendo una enorme influencia en la Internacional Socialista. Les insiste en que apoyen decididamente al PSOE», señala García Trevijano.[18]

Por eso Felipe González no entra en la Junta, porque se siente respaldado por una potencia superior, por los alemanes y los norteamericanos. Una vez que está seguro de ese apoyo, se traslada a Madrid, donde tiene una entrevista con el Rey y con altos mandos del Ejército, y ahí establecen la estrategia de que hay que ir gradualmente hacia las libertades en España para evitar una radicalización de la situación. Felipe González es el más interesado en mantener a los comunistas en la ilegalidad. A mí me advierte de esta operación nada menos que Claude Chaisson, que luego sería ministro de Exteriores con Mitterrand y entonces era comisario en Bruselas del Mercado Común. Teníamos mucha amistad. El era miembro del Partido Socialista Francés y estaba bien informado de todo esto. Ahí fue cuando cedimos y constituimos la Platajunta, a sabiendas de que se estaba haciendo para que entrara en ella el PSOE, que sería el traidor. Pero más traidor sería si estaba fuera. Y me di cuenta de que Santiago Carrillo, que era muy listo para olfatear por dónde venían los aires políticos, quería seguir completamente la política del PSOE.

En octubre de 1982, Felipe González consigue su objetivo y gana las elecciones por mayoría absoluta. Un año después, José Mario Armero le dedica un elogioso artículo en el que repasa, de forma muy elocuente, los logros del Gobierno del PSOE. Armero era abogado en España de las más importantes multinacionales norteamericanas y un hombre con muchos contactos en el Departamento de Estado. También intervino, como mediador, en las conversaciones que condujeron a la legalización del PCE, después de negociar con Santiago Carrillo la aceptación de la Monarquía. El 20 de octubre de 1983 escribe:

La realidad demuestra que hoy en España gobierna un partido socialdemócrata, europeo, occidentalista, pronorteamericano y decididamente atlantista. En un año de gobierno, los hombres del PSOE han cumplido un papel realmente singular: la casi destrucción de la izquierda tradicional española, en buena parte marxista y revolucionaria, que seguía una tradición muy distinta a los nuevos derroteros que han tomado los jóvenes dirigentes socialistas. Realmente nada tienen que ver con Pablo Iglesias, ni con Francisco Largo Caballero, ni siquiera con Rodolfo Llopis.Y han conseguido sustituir lo que siempre se ha considerado como izquierda por una socialdemocracia, que es un amplio fenómeno donde cabe la libre empresa, la propiedad privada, los europeos, los norteamericanos y la OTAN.

Y efectivamente, del «OTAN, de entrada, no» se pasa al «Así, sí», y enseguida, al ingreso en la Alianza «en interés de España».[19]

OTAN, de cabeza, sí

El programa aprobado en el XXVII Congreso del PSOE, celebrado en diciembre de 1976, cuando la «reforma política» está ya en marcha, propugna «la liquidación de todas las bases extranjeras en nuestro suelo», y añade que «no cabe aceptar ningún tratado de alianza o relación militar que no cuente con la aprobación expresa del pueblo español». El programa preconiza, igualmente, la «independencia frente a los bloques militares» y la adopción progresiva de «una política de neutralidad activa». Durante algún tiempo, los representantes del PSOE han llegado incluso a postular un tipo de defensa neutralista, análoga a la de Suecia, Suiza o Yugoslavia. En la declaración de diciembre de 1976 se subraya que «el ingreso en la OTAN conllevaría el riesgo de vernos implicados en una guerra de efectos destructivos incalculables si uno de los países miembros entra en guerra». También se llama la atención sobre el aumento de los gastos militares que se derivaría de la presencia española en la Alianza Atlántica.[20]

Pero con el paso de los años, y en la medida que el PSOE se va configurando como una «alternativa gubernamental», los dirigentes del partido van puliendo las aristas más cortantes de su política. Hay que alejarse rápidamente del «OTAN, de entrada, no» y olvidar que votaron en contra del ingreso en la Alianza, enfrentados con el Gobierno de Calvo Sotelo, quien consiguió sacar adelante su propuesta en las Cortes. La radicalidad inicial del discurso de Felipe González resulta delirante si se observa el desarrollo posterior de su política internacional. Comienzan a aparecer frecuentemente a su lado mentores como Bettino Craxi, Carlos Andrés Pérez, e incluso el portugués Mário Soares. Los dos políticos europeos son atlantistas practicantes y el venezolano mantiene muy estrechos vínculos con Estados Unidos. La ruptura con el marxismo de 1979 es un guiño a Washington y Bruselas para que le permitan, de momento, mantener el rechazo a la OTAN como algo aún necesario para ganar las elecciones. Cuando González llega al Gobierno, sus propósitos reales se conocen enseguida.

Pero sólo un mes antes de las elecciones generales de octubre de 1982, González todavía declara a Interviú:[21] «Yo creo que nosotros tendríamos que plantearnos seriamente el tema de la OTAN, sobre todo porque para España no hay ningún interés defensivo real e inmediato en la integración en el Pacto Atlántico, y lo veo desde el punto estrictamente nacional. Uno puede comprender que Alemania esté en la OTAN y le cuesta creer que un país que no tiene problemas de defensa en la misma dirección que Alemania esté en la OTAN y esté, además, integrado sin ninguna contrapartida, como han hecho los protagonistas españoles».

Durante la dictadura franquista, el Gobierno de Estados Unidos presiona para que España se incorpore a la OTAN, pero tropieza con la oposición de los socios europeos, como consecuencia de la naturaleza autocràtica del régímen.Y también cuando Calvo Sotelo hace aprobar la entrada de España en la OTAN, varios gobiernos socialistas europeos ofrecen a Felipe González, con especial interés, el veto a la adhesión, lo que habría producido el rechazo de España, al ser precisa la unanimidad de los socios. El secretario general del PSOE declina estos ofrecimientos, que habrían trascendido, lógicamente, de forma que se le consideraría el inspirador de esa maniobra. Se niega, pues, consciente de que ello le ocasionaría el rechazo de la mayoría del Ejército.Y del rey. «Cuando González nombra ministro de Asuntos Exteriores a Morán, y a Narcís Serra para la cartera de Defensa, tiene ya comprometido con la Corona la permanencia en la estructura de la OTAN», señala Pablo Castellano.[22]

La actitud de González en relación con la Alianza se hace explícita durante su primer viaje a Alemania, el 3 de mayo de 1983. El presidente de Gobierno socialista, sin contar con su ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, que no está informado del viraje derechista que se ha dado, y rompiendo incluso con sus benefactores socíaldemócratas alemanes, presentes en el acto, afirma públicamente en Bonn su «consideración y solidaridad» con la estrategia de Reagan, Margaret Thatcher y la derecha cristianodemócrata alemana de instalar en el teatro bélico europeo 572 misiles Pershing y Cruise.

Por fin, en 1986, González convoca y celebra un referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, después de innumerables manifestaciones populares contra la Alianza. Pero no apoya la salida de esa estructura militar: reclama el voto a favor de la permanencia en ella. Ha mentido en la campaña electoral que le llevó al Gobierno, incumple el programa del PSOE, trampea las resoluciones del congreso de su partido y engaña a los ciudadanos. «Cuando Felipe González se lanza a la aventura del referéndum de la OTAN, y ante los sondeos que arrojaban un resultado favorable al «No», el consejero político de la embajada estadounidense en Madrid me llamó para hablar de lo que ocurriría en el PSOE si González perdía la consulta», relata Francisco Bustelo.[23] «Me preguntó que, en el caso de que pasaran a dirigir otras personas el PSOE y, por lo tanto, a ocupar, aunque fuera provisionalmente el Gobierno, cuál sería la política exterior, en particular respecto a Estados Unidos.»

González y los suyos movilizan a los medios de comunicación, a intelectuales orgánicos y a adjuntos al poder de las más variadas especies para apoyar la permanencia en la OTAN. Con la idea de conseguir una atractiva imagen pública de la campaña, intenta atraer a su terreno también a personajes del mundo de la cultura y el espectáculo. Fernando Fernán Gómez relataba en cierta ocasión su visita a La Bodeguilla de La Moncloa, invitado por González, junto con otros profesionales del cine y la cultura, durante las fechas previas a la celebración de la consulta. En un determinado momento de la reunión, González les dijo: «He cambiado de opinión porque, cuando llegué a la Moncloa, Suárez me enseñó la «caja de los truenos» y había muchos misiles soviéticos apuntando a España». Manuel Gutiérrez Aragón le llamó cínico.

Los servicios de inteligencia norteamericanos siguen muy de cerca toda la campaña a favor del «Sí» y despliegan, en apoyo del Gobierno socialista, su compleja red de influencias. El propio Julio Feo, en ese momento secretario del presidente González, ilustra muy gráficamente la preocupación de la CIA, en 1986, con motivo de la consulta en las urnas: «En la embajada americana en Madrid cundía el nerviosismo. Enders se apresuró a solicitar una entrevista con el presidente, que lo recibió el 7 de febrero. Por su parte, «Sam», el jefe de estación de la CIA, que había sustituido a «Walter», incrementó sus llamadas y visitas, en las que me solicitaba información sobre la marcha del referéndum».[24]

«El referéndum fue un modelo antológico de pucherazo, pero a muy pocos políticos les interesaba cuestionar el resultado, conscientes de que la victoria del “No” habría repercutido no sólo en la adhesión europea, sino hasta en nuestro propio devenir político», escribe Pablo Castellano, veterano militante socialista que hizo campaña contra la OTAN. «González echaba un pulso a la ciudadanía tras haber ganado todos los pulsos a su partido y salía otra vez vencedor y exultante de las urnas. Sin embargo, a partir de ese momento sería rehén de las políticas más derechistas que le exigían los que, ayudándole descaradamente a ganar el referéndum, le permitían gobernar en el estricto marco de actuación pactado para la ordenada alternancia de los partidos del sistema, no para abrir la puerta a imprevisibles sorpresas de un auténtico e incondicionado sistema de partidos. El Pentágono tomó nota de quiénes eran de verdad sus amigos. A buenas horas se le iba a escapar a la privilegiada mente conocedora de todos los entresijos del 23-F, del GAL y de Filesa un referéndum así.»

Pablo Castellano continúa: «El Estado español, de la mano de un Gobierno socialista, revalidó y reforzó su condición de socio del Imperio. El esfuerzo del PSOE en este terreno ha sido tan valorado que uno de los más destacados paladines en la defensa del “OTAN, de entrada, no”, Javier Solana, en premio a su ejemplar rectificación, ha acabado siendo secretario general de la Alianza y, más tarde, encargado de las cuestiones de defensa europea. Siempre, en todo caso, embajador de los intereses castrenses estadounidenses … Más que caerse del caballo camino de Damasco, se subió tranquilamente al carro de combate o a la superfortaleza volante, medios más seguros y rápidos en la carrera».

Después de ser uno de los dirigentes del PSOE que participa en mayor número de actos públicos en contra de la integración de España en la OTANJavier Solana se convierte, en 1995, en secretario general de la Alianza. Un buen ejemplo individual que sintetiza la trayectoria de su partido. Permanece en el cargo cuatro años y durante su mandato se producen los bombardeos norteamericanos sobre Yugoslavia, en marzo de 1999. A finales de ese año cesa en su cargo de máximo dirigente de la OTAN y toma posesión de un puesto recién creado: alto responsable de la Política Exterior y de Seguridad Común. Ya tenemos Mister PESC.[25]

Notas

  1. Rodolfo Llopis (1895-1983). Político y pedagogo socialista español. Durante la II República ocupó diversos cargos, primero en la Enseñanza y más tarde como secretario de Presidencia de Francisco Largo Caballero. En el exilio ocupó la dirección del PSOE. No reconoció la autoridad del Congreso de Suresnes (1974), en el que Felipe González fue elegido secretario general, y reivindicó las siglas del PSOE hasta la Transición, cuando se vio obligado a legalizar su partido con la denominación de «PSOE (Histórico)».
  2. En aquel momento la calle tenía todavía el nombre de Joaquín García Morato.
  3. Entrevista personal con el general Manuel Fernández Monzón.
  4. Pilar Urbano, Yo entré en el CESID, Plaza & Janés, Barcelona, 1997.
  5. Ibid.
  6. Ibid.
  7. Joan Garcés, Soberanos e intervenidos, Siglo XXI, Madrid, 1996. Este autor señala que «el financiamiento personal oculto a Mario Soares, su origen y caudales, fueron desvelados en 1996 por el funcionario del Partido Socialista portugués Rui Mauro, miembro de la Comisión Trila-teral, en Contos prohibidos. Memorias de un P.S. desconhecido. Lisboa. Don Quixote».
  8. Francisco Bustelo, La izquierda imperfecta, Planeta, Barcelona, 1996.
  9. Joan Garcés, Soberanos e intervenidos.
  10. Francés Stonor Saunders, La CIA y la Guerra Fría cultural, Debate, Madrid, 2001.

En relación con Julián Gorkin, escribe: «Cuadernos era una revista dirigida a los intelectuales latinoamericanos, lanzada en 1953, bajo la dirección del novelista y dramaturgo Julián Gorkin. Su tarea consistía en intentar contrarrestar la «gran desconfianza» de Latinoamérica, donde la única manera de alcanzar un impacto significativo, decía en broma, era atacar constantemente a los EE.UU. y cantar las alabanzas de Sartre y Pablo Neruda.A Gorkin no le vino bien el golpe de Guatemala (1953) instigado por la CIA, ni la Revolución Cubana de 1958. A la estela de la intervención norteamericana en estas zonas, fue un período de euforia para los comunistas latinoamericanos y sus aliados, pero Gorkin se enfrentó a las circunstancias adversas, proporcionando al Congreso un importante enclave en territorio hostil».

  1. «Dossier: PSOE», Area Critica, n.° 6, febrero de 1996.
  2. Francisco Franco Salgado-Araujo, Mis conversaciones privadas con Franco, Planeta, Barcelona, 1976.
  3. Area Critica, art. cit.
  4. «Entrevista con Philip Agee: Las operaciones blanqueadas de la CIA», Zona Cero, marzo de 1987.
  5. Zona Cero, art. cit.
  6. «Justo de la Cueva: El PSOE va donde diga Willy Brandt», Tricolor, mayo de 1979.
  7. Willy Brandt tiene que dimitir de su cargo de canciller de la República Federal de Alemania en 1974, cuando se descubre que uno de sus jefes de gabinete, Günter Guillaume, es un espía de la RDA.
  8. Entrevista personal con Antonio García Trevijano.
  9. Diario 16, 20 de octubre de 1983.
  10. Eugenio del Río, Libro Negro de la OTAN, Revolución, Madrid, 1983.
  11. Interviú, 15 de septiembre de 1982.
  12. Pablo Castellano, Por Dios, por la Patria y el Rey, Temas de Hoy, Madrid, 2001.
  13. Francisco Bustelo, La izquierda imperfecta.
  14. Pasado el susto, y una vez afianzada la presencia de España en la OTAN, el idilio entre el asesor de González y los responsables de la Agencia continúa: «Desde el referéndum, «Sam», el jefe de la CIA, me seguía llamando periódicamente; nos veíamos y charlábamos. El me contaba a veces operaciones, o cosas que tenían que ver con otros departamentos. Yo registraba la información y no la utilizaba. En septiembre vino a Madrid uno de sus máximos jefes y «Sam» me invitó a almorzar con él en su casa. Durante el almuerzo, el jefe de «Sam» me invitó a ir a Washington y pasar dos o tres días de visita en la central de Langley para que viera cómo trabajan ellos». (Julio Feo, Aquellos años, Ediciones B, Barcelona, 1993.)
  15. Javier Solana Madariaga nace en Madrid el 14 de julio de 1942. Estudia bachillerato en el colegio de El Pilar y se licencia en químicas en 1964. Después estudia en Estados Unidos con becas Fulbrigth. Entre 1982 y 1985, con Felipe González como presidente del Gobierno es, sucesivamente, ministro de Cultura, portavoz del Gobierno, ministro de Educación y Ciencia y, por fin, titular de la cartera de Asuntos Exteriores.

Su hermano Luis Solana también es un hombre de los norteamericanos. Está muy vinculado a las grandes empresas estadounidenses desde sus comienzos profesionales en el Banco de Urquijo. Como su amigo Jaime Carvajal y Urquijo, íntimo del rey desde la infancia, Luis Solana se convierte en miembro de la Comisión Trilateral. Con los sucesivos Gobiernos de González es primero presidente de Telefónica, empresa vinculada históricamente al grupo ITT, y después director general de RTVE. Muy aficionado a los asuntos militares, también ha sido presidente de la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados.

*Del libro La CIA en España de Alfredo Grimaldos

Tomado de: https://iniciativadebate.net

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Anatomía y fisiología de la burocracia

Cartel del filme cubano La muerte de un burócrata. Director Tomás Gutiérrez Alea. Diseñador, Rostgaard

Por Graziella Pogolotti

Mansa y llena de gracia, la lagartija recupera su cola si, por accidente, resulta mutilada. Similar capacidad de recuperación existe en numerosas especies que pueblan nuestro universo. La burocracia es una de ellas. Una y otra vez se emprenden campañas para extirparla, pero reaparece, perversa y prepotente, con la capacidad de multiplicación característica de las células malignas.

No es un fenómeno asociado tan solo al socialismo. Existe desde hace buen tiempo en otras partes, como lo advirtieron en su momento escritores de la talla de Balzac y Gógol, inscrito el primero en una Francia en plena expansión burguesa y, el otro, en una Rusia periférica, atrasada, en la que prevalecía todavía un régimen de servidumbre.

«Mal de muchos, consuelo de tontos», afirma, con su inveterada sabiduría, el refranero popular. Para nosotros, sin embargo, el problema tiene consecuencias aún mayores. Constituye una contradicción antagónica en un proceso de edificación socialista. Las plantas parasitarias, en lo más intrincado de la selva, succionan los elementos nutritivos de los árboles más poderosos. Los disecan y derrumban. En términos de patología social, la acción y el pensamiento burocráticos frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, inducen al estancamiento cuando es necesario imprimir una dinámica renovada, empañan la imagen del Estado cuando es inminente la reafirmación de su papel y, sobre todo, en medio de las dificultades bien conocidas, introduce innecesarias causas de malestar en el pueblo que habrá de desempeñar un creciente papel protagónico.

Recuerdo de mis estudios de bachillerato que la anatomía se centraba en la descripción de los órganos componentes del cuerpo humano. Teníamos en la escuela algunas muestras de huesos y una calavera con la que nos gustaba jugar en el intento por conjurar el miedo y como manifestación del desafío adolescente ante las regulaciones establecidas por la institución. En cambio, la fisiología era la ciencia consagrada al estudio del funcionamiento y las interacciones de los componentes de un cuerpo vivo. Ambas se complementan, aunque la anatomía, ilustrada en célebre cuadro de Rembrandt en época que se condenaba por heréticas tales investigaciones, se inclina, por parte de maestros y discípulos, sobre un cadáver. Siguiendo el curso de la metáfora, al atender el impostergable análisis del fenómeno burocrático, hay que repasar la historia y, bisturí en mano, entrarle al presente.

«Mi trabajo eres tú», decía una consigna olvidada desde tiempos que parecen remotos. En verdad, el burócrata es un servidor de la administración pública, de un país en Revolución, es decir, del pueblo. Como ciudadana y en tanto responsable de un minúsculo centro de trabajo, me siento víctima de la ineficiencia, de la falta de orientación, de la procrastinación —ese dejar para mañana lo que puede hacerse hoy—, de la proliferación infinita de gestiones y documentos, así como de la prepotencia característica de la conducta de algunos funcionarios. Como resultado de todo ello, paso de la exasperación a la parálisis.

Conscientes de los problemas que entraña, los dirigentes de la Revolución intentaron detener las tendencias burocráticas desde temprano. Tal y como ha sucedido en otros casos, la interpretación de las indicaciones dimanadas desde los más altos niveles cayó en manos de ejecutores complacientes y acomodados, víctimas ya de la bacteria transmisora de la patología del pensar burocrático. Con olvido de las esencias, cumplieron la tarea de manera formal. Hubo un cementerio de máquinas de escribir en los alrededores de la Calzada de Rancho Boyeros. En aquellos tempranos 60, el Comandante Ernesto Che Guevara advertía acerca de las deformaciones que pudieran derivarse de la confección de organigramas según modelos abstractos, sin tener en cuenta la necesidad de los cargos y las funciones que habrían de desempeñar los ocupantes de cada puesto de trabajo.

El burocratismo es un modo de actuar y de pensar. Integran esa patología la sordera creciente ante las razones del interlocutor y ante los asuntos que afectan a las masas. Más dañino y con más fuerza expansiva que el caracol africano, lo invade todo. Afecta al solicitante de tierras ociosas, a los reclamantes de los derechos concedidos para la reparación de viviendas, y se extiende hacia el mundo de la investigación y la Academia. Desde hace buen rato, me sentí espoleada por la necesidad de abordar el tema. No lo hice por no reiterar lo dicho en un trabajo anterior. Ahora no pretendo ofrecer las conclusiones de un análisis riguroso. Emito un llamado porque las circunstancias lo requieren con la mayor urgencia.

El aumento salarial en beneficio del sector presupuestado de la economía, en medio del calor aberrante del verano, ha producido beneplácito general. Muchos tendrán acceso a más productos en el agromercado. Las madres deben estar pensando en los zapatos y en los uniformes escolares de los niños en plena edad de crecimiento. Algunos disfrutarán otras opciones recreativas en los meses de vacaciones. No se necesita disponer de bola de cristal para discernir que no estamos ante una medida aislada. Es un primer paso para seguir avanzando en un reordenamiento integral. En ese contexto, para lograr los mejores resultados en el ahora y en el mañana, se impone librar un combate contra las actitudes burocráticas en todas las esferas de la sociedad. No habrá de tener tregua, porque conocemos la capacidad reproductiva del fenómeno. Semejante a la jicotea, protege cautelosamente la cabeza en el carapacho para asomarla luego, cuando pase el vendaval.

Como hipótesis inicial para conocer el fenómeno burocrático, me atrevo a apuntar dos categorías: el burócrata de ventanilla, y el que se refugia tras las mamparas, arropado a veces en el aire acondicionado. Con el de ventanilla, menos remunerado, tropezamos todos. Tiene el no pintado en el rostro, desconoce las normativas de una superioridad distante en el tiempo y el espacio. Escucha mal, desconcentrado, atento quizá a la mercancía que está a punto de llegar en el expendio más próximo.

Menos visible, el burócrata oculto tras las mamparas, inaccesible, envuelto en reuniones, sujeto a rutinas ya periclitadas, puede acarrear problemas de mayor envergadura, porque la acción en las circunstancias específicas de un área productiva determi-nada, demandan iniciativa y creatividad, exigen definir diseños atemperados a realidades diferenciadas, sin contravenir las normas que presiden el ordenamiento general del país.

Urge perfilar la profesionalidad de la administración, actualizar los principios éticos propios de cada área, tomar las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de la responsabilidad individual, nunca diluible en el anonimato de un colectivo, aunque este último ejerza el papel que le corresponde.

Hay que aprender a meter las manos en una realidad contradictoria, donde hoy, como siempre ha sido, se mezclan residuos anquilosados y voluntad renovadora. Para hacerlo, como lo entendieron Fidel y el Che y lo siguen haciendo Raúl y Díaz-Canel, se impone avivar el fuego purificador de la crítica y la autocrítica. Porque, como nunca antes, estamos abriendo caminos en el bosque para que nada interfiera la lucidez de la mirada, mientras despejamos de malas yerbas el sendero.

Tomado de: http://www.juventudrebelde.cu

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Julián, el indomable

Antonio Rodríguez (México)

Por Juan Branco

Refugiado desde 2012 en la embajada de Ecuador en Londres, Julian Assange fue entregado a las autoridades británicas el 11 de abril. Abandonado por la prensa, el creador de WikiLeaks, que reveló miles de documentos sensibles, corre serios riesgos si es extraditado a EE.UU.

Londres, 9 de noviembre de 2016. Mientras el amanecer se demoraba, un australiano de 45 años, de un metro ochenta, se atareaba, hecho un ovillo sobre su computadora. En la planta baja de un edificio de ladrillos, acariciando su barba oblonga y su pelo blanquecino, sabía que, como todos los días desde hace cuatro años, estaría rodeado por unos cincuenta policías y una cantidad desconocida de agentes del servicio de informaciones que lo observaban, listos para intervenir al menor movimiento. Esa mañana, Donald Trump acababa de ser electo 45º presidente de Estados Unidos. Una leve indecisión parecía haberse adueñado del mundo. Los alrededores de la embajada de Ecuador, por su parte, temblaban por una convivencia forzada.

Algunos meses más tarde, en pleno verano, Julian Assange desbarataba la vigilancia de sus carceleros y publicaba, en las mismísimas narices de la primera potencia mundial, miles de mails que revelaban cómo la cúpula del Partido Demócrata había manipulado sus primarias para favorecer a Hillary Clinton en detrimento de su competidor de izquierda Bernie Sanders.

El hombre más vigilado del mundo, que recorría, azorado y a trancos, los estrechos corredores del apartamento ajado que sirve de territorio diplomático a la República del Ecuador, había logrado engañar la vigilancia de todos sus enemigos. En un golpe de efecto, de pronto su suerte se encontraba en el centro del juego geopolítico mundial.

El refugiado político más conocido del planeta, culpable de haber publicado informaciones verificadas, demostraba su capacidad para no derrumbarse. En febrero de 2016, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por intermedio de su grupo de trabajo ad hoc, había condenado al Reino Unido y a Suecia, considerando arbitrarias las condiciones de detención de Assange y exigiendo su liberación. Todo parecía autorizar una feliz resolución. Y sin embargo, la divulgación de los mails de John Podesta, el director de campaña de Hillary Clinton, iba a provocar una onda de choque mediático que haría inaudible toda voz razonable, empezando por las conclusiones de Barack Obama favorables a WikiLeaks (1).

Ruptura definitiva

El 19 de mayo de 2017 Baltasar Garzón, director del staff de la defensa de Assange, trabajaba con precaución. Suecia acababa de archivar sus actuaciones judiciales contra su cliente, sospechado de agresión sexual. Pero el hombre que hizo detener a Augusto Pinochet y que luchó contra los independentistas vascos, contra Al Qaeda y contra George W. Bush, sabía que lo más difícil todavía no había llegado. La situación del Estado ecuatoriano, cuyo ingreso anual no alcanzaba a un séptimo del presupuesto militar estadounidense, era precaria. Años de resistencia a las presiones de Washington terminaron por perjudicar la combatividad de su administración. Lenín Moreno, que se disponía a ser investido presidente en lugar de Rafael Correa, se negaba a encontrarse con Assange. Y WikiLeaks acababa de hacer público el arsenal digital de la Central Intelligence Agency (CIA), desactivando de facto el conjunto de las armas utilizadas por la agencia para piratear sus blancos. La administración Trump, furiosa, comprendía finalmente que frente a ella había un disidente, y no el aliado que había creído poder absorber.

En 2006, cuando Assange creó una obra radical que hizo llamar WikiLeaks, era ya una figura importante en el medio del hacking. Pero nadie se esperaba que este hombre de cara todavía juvenil iba a producir las filtraciones más masivas de la historia, sumiendo sucesivamente a sus lectores en los chanchullos de las embajadas de Medio Oriente, en la intimidad del régimen de Bashar al-Assad o en los juegos oligárquicos de las capitales africanas, sin olvidar la corrupción endogámica de la alta sociedad estadounidense o las relaciones del Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso con sus subcontratistas.

Del manual de la cienciología al funcionamiento de un importante banco suizo, pasando por el reglamento interno de la prisión de Guantánamo, las primeras publicaciones de WikiLeaks provocaron grandes torbellinos, y condujeron al Departamento de Defensa estadounidense a llevar a cabo una investigación sobre la organización… que WikiLeaks logró publicar. Importantes malversaciones fueron reveladas en Islandia; en Kenia, la elección presidencial de 2007 dio un vuelco tras la divulgación de un informe secreto referente al candidato favorito. Pero al sitio todavía le faltaba un hecho glorioso que permitiera asentar definitivamente su reputación.

En abril de 2010, un video de un género particular iba a desempeñar ese papel. Se tituló Collateral Murder. Sobre un fondo de comentarios superfluos se asistía, en blanco y negro, al asesinato de periodistas de Reuters por las fuerzas estadounidenses en Irak. La carnicería, filmada como un juego de video, con el fondo sonoro de las risas de los asesinos, lanzaba una onda de choque en el seno de las redacciones occidentales. Al darse cuenta de que estaban en el punto de mira, éstas fingieron descubrir la verdadera cara de las “guerras limpias” llevadas a cabo por Estados Unidos en Medio Oriente desde 2001; conflictos que en su gran mayoría hasta entonces habían apoyado. Las pruebas de miles de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad publicados en los meses siguientes por WikiLeaks en el marco de los Afghanistan War Logs y de los Iraq War Logs, en asociación con las más prestigiosas redacciones occidentales, llevaron a Assange al pináculo de un espacio mediático en crisis.

Mientras que varias organizaciones le adjudicaron premios, de Amnesty International al Time pasando por The Economist y Le Monde, WikiLeaks puso en marcha la publicación de decenas de miles de informes de guerra, y luego de 243.270 cables diplomáticos estadounidenses. Estos revelaron la extensión de la corrupción de los regímenes árabes cercanos a Washington, y fueron esgrimidos por los manifestantes tunecinos algunos días antes de la caída de Zine El-Abidine Ben Ali, en 2011. Hillary Clinton, entonces secretaria de Estado del presidente Obama, debió realizar una gira en cuyo transcurso presentó sus excusas a los aliados de Estados Unidos. Universitarios y medios del mundo entero se precipitaron sobre esos archivos para explicar retroactivamente algunos de los acontecimientos más importantes de los últimos años. Miles de procesos que se apoyaron en las publicaciones de WikiLeaks fueron entablados frente a los tribunales. Las redacciones asociadas al sitio comenzaron a inquietarse. Se mostraron desbordadas por un modo de funcionamiento que se burlaba de los lazos de consanguinidad que unía a los periodistas con sus fuentes. Si debían seguir a quien presentaban como el nuevo Hermes, fomentaron una tensión creciente, que desembocaría en una ruptura definitiva.

“Sangre en las manos”

El 30 de julio de 2010 aparecieron los primeros artículos que acusaron a Assange de tener “sangre en las manos”, inclusive en diarios aliados a la organización (2). En el momento en que el Departamento de Estado estadounidense establecía un equipo de más de doscientos diplomáticos encargados de sofocar a WikiLeaks, irrumpió en Suecia una imputación de agresión sexual que apuntaba a Assange. Ésta dio paso a un embrollo jurídico de más de seis años. La ruptura ocurrió cuando WikiLeaks se desentendió de los métodos de censura que los medios intentaban aplicar a los cables diplomáticos. En los canales de información estadounidenses se sucedieron los participantes para pedir el arresto de su fundador “cueste lo que cueste”; incluso, como Trump en 2010, su ejecución (3). En diciembre de ese año, cuando Assange fue detenido en Londres, ya no contaba con el apoyo de aquellos que lo habían hecho famoso.

Siete años y medio más tarde, el 28 de junio de 2018, Michael Pence, vicepresidente de Estados Unidos, se reunió con el presidente Moreno en Quito. La ruptura entre Assange y Ecuador fue consumada. Contra toda expectativa, el sucesor de Correa se dedicó a traicionar su herencia, y reclamó el apoyo financiero de Estados Unidos. Pence se frotó las manos. Algunos meses antes, el secretario de Justicia estadounidense, Jefferson [“Jeff”] Sessions, estableció el arresto de Assange como una prioridad. Ya en abril de 2017, el futuro secretario de Estado Michael Pompeo, entonces director de la CIA, había calificado a WikiLeaks de “agencia de informaciones no estatal hostil”. Haciendo oídos sordos a los consejos de prudencia de sus abogados, en efecto, Assange asumió el riesgo de una confrontación directa con Trump, como lo había hecho con Hillary Clinton cuando ésta, sin embargo, era favorita.

Mientras que el aislacionismo del presidente de Estados Unidos a menudo lo oponía a administraciones –diplomáticas y militares– que temían por sus prerrogativas y sus presupuestos, Assange le pareció una moneda de cambio cómoda en la guerra de desgaste que lo oponía con el “Estado profundo”. ¿Dijo Moreno, inquieto por las revelaciones que lo acusaban de enriquecimiento ilícito, que estaba dispuesto a hacer concesiones? Rápidamente se negociaron acuerdos comerciales, económicos y militares, y la suerte de Assange quedó sellada. Ecuador obtuvo un préstamo de 10.200 millones de euros de las instituciones financieras internacionales bajo influencia estadounidense (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional). Assange comprendió entonces que sus días en la embajada estaban contados. Solicitado por el que escribe, el Elíseo se negó a intervenir para recibir a una persona que tiene un hijo en ese territorio y que brindó importantes servicios para el país, sobre todo al revelar en 2015 el espionaje sistemático que los servicios de inteligencia estadounidenses hicieron de los presidentes franceses y de las empresas francesas que participaron en licitaciones superiores a 200 millones de dólares.

Cuando ocurrió el arresto y la extracción de Assange de la embajada de Ecuador, el 11 de abril de 2019, en violación de todas las convenciones internacionales relativas al derecho de asilo, las redacciones occidentales, de The Washington Posta Le Monde, pasando por The Guardian y The New York Times, se mostraron timoratas, e incluso hostiles. La suerte de un periodista detenido desde hace más de siete años en veinte metros cuadrados, sin acceso al aire libre ni al sol, sometido a meses de aislamiento completo, en condiciones de vida cercanas a la tortura, y todo por haber hecho su trabajo, no los conmueve. Por mucho que Assange se vea debilitado, con la cara hinchada por la soledad, ya no es de los suyos.

A un alma ingenua le podría parecer extraño que aquel que hizo públicas algunas de las más importantes fechorías del siglo XXI se encuentren a tal punto aislado cuando lo que se requiere es solidaridad. Quien, paso a paso, y en una extrema indigencia, habrá constituido la más importante biblioteca de los aparatos de poder de la historia, por añadidura realizó una hazaña a la que no puede pretender ninguno de sus competidores: en trece años, y al tiempo que divulgaba decenas de millones de documentos, ¡jamás publicó la menor información falsa! Lo cual no impidió que Le Monde estimara que “Julian Assange no es un amigo de los derechos del hombre” (4), que Mediapart evoque su “decadencia” (5) o The Economist se regocije de que sea encarcelado (6).

Medios y poder

Para comprender esta ruptura con el mundo mediático hay que evaluar que el periodismo moderno funciona en un marco burgués, en el seno de un mercado de la información donde la proximidad con los poderes es una condición de supervivencia en un espacio competitivo. Diversos modelos coexisten. Órganos como Mediapart en Francia, de apariencia más transgresores, practican un “periodismo de revelación” que recicla golpes fallidos y traiciones sin cuestionar el sistema en el cual se insertan esos medios. En esto no se distinguen del periodismo reverente que encarnan instituciones como Le Monde, The Guardian o The New York Times.

Assange rompió con esos dos modelos. Autor de una teoría sobre el “periodismo científico”, se apartó de las prácticas de lo que él considera como un oficio de connivencia y, a medida que revelaba informaciones más importantes, aprendió a mantenerse a distancia de todo aparato de poder. Se contentó con publicar datos con fuentes rigurosamente establecidas, seleccionadas y analizadas tras haber sido filtradas por la vía de una plataforma anónima cuyas claves sólo él posee.

Toda información que figura en su plataforma es acompañada por una fuente bruta que permite a cada uno verificarla y hacerla propia, lo que suprime los privilegios que se otorgó la casta periodística, hasta aburguesarse. Tal apuesta sobre la inteligencia colectiva derriba los principios de nuestro tiempo. Más allá del efecto de revelación inmediato, permite la emergencia de una mirada crítica compartida, alejada de toda forma de connivencia. Convertido en una suerte de metamedia, WikiLeaks aplasta toda competencia y suscita intensos recelos.

La radicalidad del proceder de Assange no autoriza ninguna forma de compromiso con las instituciones existentes. En consecuencia, amenaza un espacio mediático que se había adaptado a la comodidad que le ofrecía su proximidad con los que dominan. E inquieta a los aparatos de poder tradicionales, que en todo momento temen ver expuestas sus fechorías. Convertido en un disidente a pesar de él mismo en el espacio occidental, el outsider australiano lógicamente vio sucederse acusaciones de violación, de antisemitismo, de conspiración, e incluso de sumisión a los servicios secretos rusos. Aquel que era un héroe, por lo tanto, ocho años después de su brusco surgimiento, en el momento de su arresto, apareció como un “absolutista de la transparencia” (7) para unos y, para los otros, como un “enemigo de las libertades” (8).

Referencias

  1. Última conferencia de prensa de Obama en la Casa Blanca, 18-1-17.
  2. David Leigh, “WikiLeaks ‘has blood on its hands’ over Afghan war logs, claim US officials”, The Guardian, Londres, 30-7-10. Cf. “The Guardian’s war on Assange”, https://theguardian.fivefilters.org. El periódico también intentó acusar a Assange bajo el pretexto, sin pruebas, de que se había encontrado en Londres con el director de campaña de Trump, una información inexacta de la cual, sin embargo, nunca se retractó.
  3. Nick Collins, “WikiLeaks: guilty parties ‘should face death penalty’”, The Telegraph, Londres, 1-12-10.
  4. “La trajectoire ambivalente de Julian Assange”, Le Monde, París, 14/15-4-19.
  5. Jérôme Hourdeaux, “Julian Assange, l’histoire d’une déchéance”, Mediapart, 11-4-19, www.mediapart.fr
  6. “Julian Assange: journalistic hero or enemy agent?”, The Economist, Londres, 12-4-19.
  7. “La trajectoire ambivalente de Julian Assange”, Le Monde, op. cit.
  8. “Profession journaliste”, encuentro con Fabrice Arfi, Bibliothèque publique d’information, París, 17-4-19.

Tomado de: https://www.eldiplo.org

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Batalla de Peralejo: derrota militar y política del colonialismo

Sabanas de Peralejo, en las cercanías de la ciudad de Bayamo. Importante combate que acrecentó el prestigio de los mambises cubanos.

Por Jorge Wejebe Cobo

En su campaña inicial para pacificar a Cuba durante la Guerra Necesaria, el General español Arsenio Martínez Campos fue derrotado por el Lugarteniente General Antonio Maceo en la sabana de Peralejo, cercana a la urbe de Bayamo, el 13 de julio de 1895.

Cuenta una anécdota que, a su regreso a La Habana, al pasar bajo un arco de triunfo dedicado “Al héroe de Peralejo”, le preguntó con ironía a uno de sus ayudantes que desde cuándo se dedicaban en la ciudad arcos a Maceo.

Y le sobraban razones para sentirse vencido a pesar del clima de adulación con que lo recibían los integristas y autonomistas de la capital.

Cuando se inició la guerra el 24 de febrero de 1895, el gobierno peninsular envió a Cuba refuerzos militares dirigidos por Martínez Campos, quien llegó al país para presuntamente repetir su estrategia apaciguadora que conllevó en 1878 al Pacto del Zanjón, con la que culminó la Guerra de los Diez Años. Pero esta vez el fracaso lo esperaba y más rápido de lo que se esperaba.

Mientras tanto, después de su azaroso desembarco por la Playa de Duaba, el Lugarteniente General de acuerdo con la estrategia trazada en la manigua junto a José Martí, cuya caída en combate ocurrió el 19 de mayo, y con el Generalísimo Máximo Gómez, inició la campaña ofensiva en la región oriental que sería el preámbulo de la invasión al occidente.

Tras arribar a La Habana, Martínez Campos no permaneció mucho tiempo en la capital y se trasladó a la zona oriental al frente de un gran contingente de soldados perfectamente armados y pertrechados.

Para inicios de julio el Titán de Bronce, con más de 800 hombres entre los que se encontraban los legendarios jefes Quintín Banderas, Jesús Rabí, Joaquín Tamayo y Saturnino Lora, preparó una emboscada a la columna del jefe militar hispano.

Los colonialistas contaban con más de 500 hombres de infantería y caballería junto a otra columna al mando del general Fidel Alonso de Santocildes, integrada por alrededor de mil efectivos y que partirían desde el poblado de Veguitas hacia a los dominios bayameses al día siguiente.

Las fuerzas cubanas aprovecharon el terreno y se emboscaron entre una sábana y el río Mabay, y a su retaguardia tenían a Peralejo, con lo cual controlaban todos los caminos de acceso para sorprender al enemigo.

Pero el plan de Maceo no resultó como esperaba. Poco antes, dos presuntos pacíficos comerciantes, probablemente espías españoles, transitaron por dentro del emplazamiento de las tropas cubanas e inexplicablemente no fueron retenidos e informaron a las tropas enemigas de la presencia de los mambises.

Ante esa circunstancia, el General Martínez Campos unió sus fuerzas con la otra columna y evadieron a las huestes principales cubanas. De inmediato realizaron un movimiento envolvente hacia su retaguardia, donde se encontraba la impedimenta cubana escasamente defendida en un bosque.

Así comenzó el combate con la iniciativa a favor de las tropas hispanas. Pero Maceo maniobró con la infantería, esta última mandada por el General Quintín Banderas y paralizó el avance de los peninsulares, mientras ordenó a la caballería ejecutar las legendarias cargas al machete en la Sabana de Peralejo.

Los insurrectos tuvieron más de 100 bajas y las tropas ibéricas alrededor de mil, entre muertos y heridos, incluyendo entre los primeros al General Fidel Alonso de Santocildes.

Martínez Campos escapó hacia Bayamo, pero pudo caer prisionero o muerto, y la zona por varios días estuvo cercada por los mambises.

La Batalla de Peralejo fue una derrota militar y política, demostró que, en la contienda organizada por el Apóstol, las tácticas divisionistas y conciliatorias para repetir un nuevo Pacto de Zanjón eran imposibles.

Ante esa realidad Martínez Campos reconoció su derrota ante Madrid y dejó a un lado sus falsos escrúpulos humanistas.

Fue así que aconsejó enviar a la Isla al general Valeriano Weyler, quien desarrolló la reconcentración y provocó miles de fallecidos, la mayoría mujeres, niños y ancianos, que perecieron por hambre y enfermedades, pero el avance mambí continuó su paso con numerosas victorias.

Tomado de: http://www.acn.cu

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Crítica y estrategia

Las trampas del oficio. Apuntes sobre cine y sociedad. Ambrosio Fornet. (Ediciones ICAIC, 2013)

Por Rolando Pérez Betancourt

El recién finalizado Congreso de la Uneac le entró con la manga al codo a «la urgencia de estructurar desde la Uneac, y de conjunto con la institucionalidad cultural, la participación de los críticos y expertos en el diseño e implementación de una estrategia para el desarrollo de la crítica artística y literaria sobre los medios, y en todos los medios donde las nuevas tecnologías ofrecen una oportunidad».

El entrecomillado proviene del dictamen final de la comisión Cultura, medios y redes sociales, pero ya en el más largo informe que dio paso a los debates se habló en extenso de los referentes que necesita el público «para valorar y exigir».

En otras comisiones se debatió por igual acerca de la urgencia de rescatar el papel de la crítica en tiempos de consumos indiscriminados, en que, a falta del ejercicio de voces calificadas, lo que vale menos puede imponerse sobre lo que vale más con una rotundez avasalladora.

Cabe recordar que el artista, el crítico y el público son tres partes indivisibles de un mismo fenómeno comunicativo, no importa que haya creadores, como Antonioni, que aseguren no haber leído una crítica en su vida.

Picasso no reparaba en ellas, pero las leía para divertirse, según él. Buñuel confesó que las respetaba y las seguía, deseoso de descubrir en las observaciones de los especialistas, lecturas que no se había propuesto en sus filmes. «Algunos de ellos tienen más imaginación que yo», solía repetir, divertido, el maestro.

Artistas y escritores existieron que durante toda la vida declararon no tener en cuenta las críticas y luego, entre sus papeles, aparecieron recortes de periódicos subrayados, analizados, vituperados, o con palabras de reconocimiento al margen.

Primero apareció el artista, luego el público y, en tercer lugar, el crítico. El artista siempre hubiese seguido creando, pero cabe preguntarse cuánto lo influyó la valoración especializada (sin olvidar el papel del espectador, o lector), o si el desarrollo y evolución de las diferentes tendencias y corrientes del arte hubiera sido el mismo de faltar el ojo interrogante, o deslumbrado del crítico, que se ocupó de dejar constancia en libros y tratados que hoy sirven de referencia a la humanidad.

El artista y el público requieren del crítico, no a la manera de una opinión regidora y concluyente, sino como un punto referencial hacia el cual dirigir e intercambiar ideas. Se puede estar en desacuerdo con él, y es bueno que así sea a partir de un pensamiento analítico y hasta emocional, pero la civilización comprendió, desde hace rato, la razón de existir del especialista como vehículo para fomentar el intercambio de voces en función del conocimiento.

Un diálogo civilizado, en el que el crítico esté al tanto de cuánto interesante salga a la luz pública, sin que la poca atención, difumine el justo valor del acto creativo.

Un ejercicio en el que el crítico, sin ostentar, dé muestra de sus mejores armas: la sensibilidad y el conocimiento. Y se despoje de «gustos personales» y factores extra artísticos, como la amistad o la antipatía, deslices que, ante el respeto que merece el público, pudieran convertirlo en traidor de sí mismo.

El arte, y la cultura en general, requieren para su desarrollo de un diálogo crítico constante que aproveche cada medio y espacio, máxime en tiempo en que el basural maquillado de neoliberalismo cultural trata de colarse por cada hendija.

De eso también se habló, y bastante, en el Congreso de la Uneac. Y se trazaron puntos para una estrategia que ojalá no tarde en concretarse.

Tomado de: http://www.granma.cu

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La Sirenita negra: ¿por qué no?

Foto: People

Por J. A. Téllez Villalón

Una gran ola de racismo y xenofobia generó en las redes sociales la noticia de que Halle Bailey, una joven afroamericana, interpretaría la Ariel en la próxima versión live-action (con actores reales) de “La Sirenita” de Disney.  La polemizada decisión es parte de la “apuesta” de la compañía de medios de comunicación y entretenimiento más grande del mundo por la multiculturalidad, manifiesta para algunos en sus últimas princesas: Pocahontas, Mulan, Tiana, Elena de Avalor y Moana (Vaiana).

Un devenir no exento de inconsecuencias que ponen en dudas la naturalidad, o los presupuestos humanistas de tales decisiones. En septiembre del 2018, los fans descubrieron en un trailer de “Ralph rompe internet”, que Tiana tenía una tonalidad de piel más clara y una nariz más pequeña, muy distinta a la que en 2009 mostró en la cinta “Tiana y el Sapo”, la primera de Disney con una princesa negra.  Antes, recibió críticas por elegir a Naomi Scott (mitad británica, mitad india) para interpretar a la princesa Jasmine para el remake de “Aladdin”, dada su tez blanca, en una historia que se localiza habitualmente en el medio oriente.

Ahora es por razones contrarias. “Por favor, dejen de presionar con la diversidad y concéntrense en la realidad”- arguyen los intolerantes ante las propuestas de que actrices de piel negra encarnen a Ariel en nueva producción de Disney.

“Un sueño hecho realidad”- escribió Bailey en su cuenta de Twitter al conocer su elección. Su comentario acompañaba una de las imágenes más icónicas de Ariel, pero con el cabello y la piel oscuras.

Rob Marshall, el director de la nueva versión argumentó así su elección: “Después de una extensiva búsqueda, estaba muy claro que Halle posee esa rara combinación de espíritu, corazón, juventud, inocencia y substancia, además de una gloriosa voz cantante. Todas las cualidades intrínsecas necesarias para desempeñar este papel icónico”-, explicó el también director de “Memorias de una geisha cineasta”, la cuarta parte de la serie “Piratas del Caribe” y “El regreso de Mary Poppins’”.

Quien escuche cantar a Halle Bailey, comprenderá en gran medida la acertada selección de Marshall. Su interpretación de “Unforgettable” y “The Kids Are Alright ” son dos  botones de muestra. Que no se olvide que la cualidad de Ariel más preciada por Úrsula, por la cual se desencadena el drama de la historia es su voz, no su piel blanca y su roja cabellera.

Pero no bastaron estas cualidades para los que nos ven con el corazón, ni debajo del estereotipo de belleza impuesto por el dominio anglosajón. Recientemente se supo que, ante tanto odio vertido por las redes, tapiñado en nostalgia bajo el #NotMyAriel, la cantante y actriz de 19 años renunció a su participación en la película.

“No tengo miedo del papel, pero si me duelen mucho las críticas. El internet es devastador, he recibido insultos de todo tipo, incluso amenazando a mi familia. Disney me explicó que quería darle un enfoque diferente a la cinta, hacer una nueva versión de 0 alejada de la cinta animada, y por eso me escogieron a mí, además de que hice un casting excelente”.

“Sin embargo la gente no lo comprende, me duele y hieren los comentarios racistas, aunque también profesionalmente creo que no es el enfoque que le quiero dar a mi carrera”- confesó. “Deseo suerte a Disney, y sobre todo, le deseo suerte a la nueva chica afroamericana que interprete a Ariel, porque es un hecho que un chica de color será la Sirenita, gracias por considerarme a mí, pero no soy la ideal para este rol tan importante y espectacular”- puntualizó finalmente.

Antes, el sábado 6 de julio, frente a la avalancha de críticas por su decisión, Disney publicó la “Carta abierta a las pobres almas desafortunadas”, haciendo referencia a la canción que canta la villana Úrsula en el largometraje animado: “Sí. La autora original de La Sirenita era danesa. Ariel… es una sirena. Ella vive en un reino submarino en aguas internacionales y puede nadar legítimamente donde quiera (aunque eso a menudo molesta al Rey Tritón)”. “Pero por el bien de la discusión, digamos que Ariel también es danesa. Las sirenas danesas pueden ser negras porque las personas danesas pueden ser negras. Ariel puede colarse a la superficie en cualquier momento con sus amigos y mantener un buen bronceado. Los daneses negros también pueden tener cabello rojo de forma genética”-afirmó Disney en su mensaje.

Halle Bailey es casi extraña en Hollywood, resulta más conocida como parte de del dúo de R&B llamado “Chloe x Halle”. El cuento más conocido de este dúo de hermanas tiene como protagonista una famosa marca también afroamericana. Comienza cuando con 15 y 13 años compartieron en YouTube su versión a dúo, y solo con un piano como base instrumental, del tema “Pretty Hurts” de Beyoncé. La versión (cover) fue validada por la mismísima “Queen B”, quien la compartió en su página de Facebook con el mayor halago que una “marca” como ella podría hacerle a un cantante novel: “¡¡¡Increíblemente talentosas!!!”. Luego, la ex Destiny Child las invitó para abrir los conciertos de la gira On The Run II Tour, junto a su esposo el MC Jay Z. Además, Beyoncé las contrató con su discográfica Parkwood y las invitó para hacer cameo en su álbum visual “Lemonade”.

Mas no comienza aquí su historia con el emporio Disney.  Chloe y Halle Bailey debutaron como cantantes en la radio donde ganaron el concurso “Next BIG Thing” de Radio Disney. Las hermanas participaron en la serie “Grown-ish”, comedia de situación producida por ABC Entertainment Group, parte de Walt Disney Television, y distribuida por Disney-ABC Domestic Television. En marzo de 2018, lanzaron a través de Walt Disney Records el sencillo “Warrior”, incluido en la banda sonora del filme de aventuras “A Wrinkle in Time”, Producido por Walt Disney Pictures y Whitaker Entertainment.

Vale destacar que esta producción convirtió a su directora, Ava DuVernay, en la “primera mujer de color” en dirigir una película de acción real con un presupuesto de producción de más de $ 100 millones de dólares. Antes, había dirigido Selma (2014) y el documental 13th (2016), que la posicionaron como “agente de cambio” para empujar a la industria cinematográfica hacia una postura más inclusiva para las mujeres y, sobre todo, las mujeres afroamericanas.

Una de las protagonistas de la película – como Sra. Cual– es la periodista, presentadora de televisión, productora, actriz y empresaria estadounidense Oprah Winfrey. En la versión en inglés de “La princesa y el sapo” (2009), Winfrey puso la voz de la madre de Tiana.  Winfrey es también una de las activistas del movimiento #MeToo surgido en 2017 contra el acoso sexual. En la ceremonia de los Globos de Oro 2018, su intervención puso de pie al auditorio: “Quiero expresar mi gratitud a todas las mujeres que han soportado años de abuso y agresión porque, al igual que mi madre, tuvieron hijos que alimentar, facturas que pagar y sueños que perseguir (…) Así que quiero que todas las niñas que están viendo esto sepan que un nuevo día se abre en el horizonte”- exclamó.

El audiovisual de “Warrior” recrea uno de los temas compuestos para “Un viaje en el tiempo” por el productor y compositor irano-alemán Ramin Djawadi, el credor de la banda sonora de la popularísima serie “Game of Thrones”. El tema fue una de las pistas de su álbum debut “The Kids Are Alright”. En el videoclip, Chloe x Halle convierten un simple viaje en ascensor en una fiesta de baile para los “guerreros de corazón”.

Hace un año, las redes ardieron cuando circuló por Internet el rumor que otra “no blanca” encarnaría el papel de Ariel. La respuesta de ciertos cinéfilos fue que Zendaya debería interpretar a alguien “de su color” como Moana, Tiana o Pocahontas. Otros dijeron que no importaba el color de piel mientras mostrara el cabello rojo intenso, que tanto caracteriza al personaje.

Ahora, ante el anuncio de que Halle Bailey seria la Ariel de carne y hueso los “indignados” fans exigen que Zendaya encarne a la sirenita. Pasó que, con el tiempo y sobre todos con su aparición con el cabello rojo durante la premiere de Spider-Man, algunos se convencieron de su permanencia en el esperado live action.

Zendaya fue la primera actriz que felicitó a Halle Bailey por quedarse con el papel de “Ariel”.  La también cantante afroamericana estuvo en la lucha por protagonizar “La Sirenita” de “acción real”. Además, se manejaron los nombres de Chloë Grace Moretz, Ariana Grande, Lindsay Lohan y Camila Cabello.

La Michelle Jones en “Spider-Man: Lejos de casa”, Zendaya, entra más en los cánones impuestos por la industria. Dio sus primeros pasos como bailarina, pero ganó reconocimiento por su papel como Rocky Blue en la serie Channel Shake It Up de Disney. Aunque su carrera musical la inició grabando canciones de forma independiente, en 2012 firmó con Hollywood Records y más tarde lanzó su primer sencillo, “Replay”, que alcanzó el número 40 en la lista de los Billboard Hot 100 en Estados Unidos. El álbum homónimo de su debut (2013) debutó en el número 51 de la lista Billboard 200. El audiovisual que promovió el tema reproduce los parámetros del videoclip mainstream.

Quien haya leído el cuento original (1837) del escritor y poeta europeo Hans Christian Andersen, sabrá que su argumento y sobre todos los finales dista de la historia del animado de 1989. El escritor describe a la serenita con piel blanca y ojos azules porque era su contexto, pero la Ariel de Disney terminó siendo pelirroja por cuestiones técnicas y coyunturales.

Como otro argumento para atacar a las sirenitas negras se plantea que esta historia de ficción está sustentada en personajes de la mitología griega, pero en muchos textos griegos las sirenas son mitad mujer y mitad pájaro. Es en la mitología del norte donde las sirenas son mitad mujer y mitad pez. Por tanto, en una nueva versión de un mito tan difuso cabe todo el arcoíris.

Tampoco sería la primera vez que un personaje de un determinado color de la piel o de cabello se asume por la de otro color. Lo que pasa que en su mayoría eran hegemónicos “blanqueamientos”.

Por demás, el hegemónico eurocentrismo ha invisibilizado los mitos africanos sobre sirenas. Me refiero a las Mami Wata, sirenas negras que en algunos imaginarios del “Continente Madre” es mitad mujer mitad pez y en otro mujer-serpiente. Con la trata de esclavos llegó hasta Cuba y es el origen de nuestra “madre del agua”.

Al final, pese a su poderoso soft power, Disney no ha conseguido con la mayor representación de minorías en sus producciones, la inclusión en sus repartos de personajes diversos, gays, discapacitados y “no blancos”, borre la acumulada intolerancia a la diferente asentada en la mente de sus consumidores.  Posturas racistas a lo que ellos mismos contribuyeron años atrás.

Tomado de: http://www.cubahora.cu

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